sábado, 31 de diciembre de 2022

Que pase el siguiente

Bueno, pues aquí estoy, en plan Indiana Jones colándose por el suelo antes de que la puerta se cierre y agarrando el sombrero en el último segundo, pero aquí estoy, en la entrada número 100 de 2022. Fiuuuu, por poco.

Y ahora tendría que hacer balance del año que se va, pero no tengo muchas ganas. Hasta que empezó la avalancha de hace pocos días, no tenía mala sensación. Los primeros seis meses habían sido tan rematadamente malos que cuando el último semestre remontó un poco, el agradecimiento por la paz difuminó bastante el sufrimiento anterior. Después, la última quincena se ha puesto farruca de nuevo volviéndome muy consciente de que 2022 ha sido, de media, meh: malísimo, un poco menos malo, regulero, calma chicha y muy malo otra vez. ¿Podría haber sido peor? Sí, claro, siempre puede ser peor y no quiero decirlo muy alto por si el nuevo se lo toma como un reto, así que lo dejaré en meh. Así no herimos sensibilidades.

¿Y qué voy a contar en la última entrada del año si no hago balance de mi vida? Pues balance de mis lecturas, que es como la versión beta de mi yo en 3D. Por no dar mucho la turra y hacerlo rapidito, sensaciones:

-Me da la impresión de haber leído más que nunca. Y es eso, sólo una sensación, porque es la primera vez que contabilizo el número de libros que termino (58), así que no puedo comparar objetivamente. Aún así, me parece haber leído bastante. Será porque he escuchado mucho audiolibro, que siempre cunde más y porque a menudo he sido lecto-yonki, esa especie de zombie devora-páginas que no puede parar, incluso aunque al día siguiente le toque ir de empalmada al curro. No todas han sido grandes lecturas, pero la mayoría me han enganchado un montón y eso, al menos, hay que reconocérselo.

-Me siento incapaz de hacer un ranking de mejores y peores con estas prisas, porque sería muy injusto, Igual en otra entrada con más calma lo intento, aunque tampoco lo aseguro. Me parece poco exacto comparar unos con otros, dado que la sensación que te dejan depende de miles de cosas ajenas a la obra: el momento en el que te haya pillado, si el género va mucho contigo o no tanto, si todo era nuevo o te habías comido spoilers... yo que sé. Aún así lo que destaco es la variedad: he leído no ficción, mucha novela y me he atrevido incluso un poco con la fantasía, que no va mucho conmigo. Así que bien.

-El ritmo de lectura se ha ido incrementando y parece que consolida la tendencia. Esto me parece guay pero empiezo a vislumbrar eso que le había oído alguna vez a otros blogueros y que me parecía una locura. Esos blogueros se ponían como propósito "leer menos" porque esa actividad les colapsaba tanto que no les dejaba tiempo para hacer nada más. Me empiezo a acercar peligrosamente a ese nivel, no porque lea tanto, sino porque eso desplaza otras tareas que tendría que hacer. Por ejemplo, leo en vez de escribir. Me cuesta menos esfuerzo, sufro menos y no puede ser porque así no terminaré nunca lo que he empezado.

En fin, chavalada, que me tengo que vestir para la cena. Que paséis buena noche, que no os atragantéis con las uvas y que nos leemos en 2023.


¡¡FELIZ AÑO!!

jueves, 29 de diciembre de 2022

Avalanchaaaa

 

Las desgracias nunca vienen solas. A perro flaco todo son pulgas. Cuando llueve, diluvia. El refranero es sabio y ya dice que todo se junta. Porque es así y en mi vida más. Y por desgracia la cosa va in crescendo.

El 2022 ya marcó tendencia mandándome un ciclón de imprevistos familiares que iban sumándose unos a otros hasta colapsar mi capacidad de reacción. Y mira que yo soy buena solucionadora, pero aquello era una tempestad de contrariedades, un tornado de desventuras, una DANA de infortunios que no había quien aguantara de pie. Me bombardeaban con mierdas por todas partes a velocidad creciente, tipo el Tetris en la última pantalla cuando las piezas se amontonan desordenadas, el espacio se reduce, la música se vuelve chillona, todo se precipita hacia el abismo y tú crees morir de la ansiedad. Pues parecido.

No contento con empezar así, este año ha decidido ponerse poético, adoptar una estructura circular, acabar como empezó y pasarle el testigo por todo lo alto a su alumno aventajado 2023, así que aquí estoy, aguantando lo mejor que puedo otra cascada de mierdas varias. Esta vez con la diversión añadida de estar fuera de SpeedyTown, lo que reduce notablemente mi capacidad organizativa. Sólo os daré un dato: estoy tentada de lavarme el pelo en los baños del McDonald's porque hace días que no me puedo dar una ducha en condiciones. Tan triste como os lo cuento.

Y ante este nuevo tifón de problemas que me golpean en la cara como la ventisca en el Polo Norte sólo oigo en mi cabeza ese temazo de los Héroes: Avalaaaachaaaa

martes, 27 de diciembre de 2022

Misión bloguera findeañista

Al loro, AL LORO! que iba sobradísima para alcanzar las 100 entradas publicadas en el año, me he despistado en la recta final y voy a llegar ya sobre la bocina. Si es que llego. Tiene la cosa bemoles. Me pondría verde a mi misma, pero lo cierto es que yo estoy teniendo poco que ver con este desfase. Casi nada.

El tema es que la vida ha decidido acabar 2022 como lo empezó, atropellándome locamente. No voy a entrar en detalles porque paso de abrasar al personal con mis movidas turbias que además no tienen ni p*ta gracia, pero vaya, que final de diciembre está siendo movidito. Movidito nivel "mándame las medicinas del chungo por Seur" y "voy a tener que ponerme las bragas del revés porque no me queda ropa interior limpia y con este frío ir en plan comando ni lo contemplo". Ese nivel.

El drama se ve intensificado por lo que yo llamo el "desplazamiento forzoso de tareas". A pesar de mi legendaria capacidad DESorganizativa, había conseguido guardarme unos días de vacaciones para hacer MIS cosas, asuntos que mi horroroso horario laboral no me deja margen para hacer. Y claro, vi ahí una acumulación de horas libres poco frecuente, me hicieron los ojos chiribitas y me pensé que aquello era un pozo sin fondo y que podía dejar prácticamente todo para final de año. ¡¡PIII!! ¡ERROR! Luego la vida decide unilateralmente cambiar los planes y que tengas que dedicar tu tiempo a otras actividades y se queda prácticamente todo por hacer.

Así pues, entre otras muchas cosas, voy a empezar 2023 con unas raíces en el pelo que me llegan hasta los talones, un agujero en la puerta de mi cocina, muchas más comisiones bancarias de las que me merezco para lo pobre de solemnidad que soy y con botas de nieve como único calzado de invierno viable. Pero aquí en el blog tengo que llegar a las 100 entradas como sea. ¡COMO SEA! Porque algo tengo que conseguir acabar este diciembre o me tiro por el balcón. Me entendéis, ¿no?

A lo mejor no me entendéis y lo que pasa es que soy una exagerada, que tampoco lo descarto. Pero bueno, que no se diga que no he avisado. Soy una blogera con una misión y eso explica las siguientes entradas. 

¡¡JERONIMOOOO!!!

sábado, 17 de diciembre de 2022

De excursión musical por los 80

No os voy a mentir, lo cierto es que ahora no veo series, ni Netflix, ni Movistar, ni leches. Así que quizá no sea la persona más adecuada para decir esto, pero ¿verdad que las de ahora no tienen sintonías tan increíbles como las de los años 70 y 80? Que no es nostalgia de boomer en plan "cualquier tiempo pasado fue mejor", ni siquiera el recuerdo borroso de cuanto me gustaron esas historias de pequeña. Es que objetivamente algunas de esas intros eran temazos. Y lo sé porque el otro día hice una excursión por el Youtube del pasado para refrescar la memoria.

Y mira que algunos de los éxitos recientes tienen bandas sonoras que me gustan. La de Juego de Tronos es flipante, por ejemplo. Pero es que lo de antes era otro nivel. También porque eran otro rollo y no se puede comparar del todo, pero aún así... ¿Consigue alguna la sensación de emoción y a la vez no tomarse demasiado en serio a sí misma que transmitía la música de El equipo A? ¿O la mezcla de justiciero y chulo de playa que ya se percibía desde la primera nota de El Coche Fantástico? ¿O la seguridad absoluta de que no hay nada más molón que ser abogado que te daba la canción de La Ley de los Ángeles?

Y en el tono de esta última, ¿qué intro de ahora muestra tanto la codicia, el poder y las jugarretas de los ricos malos como Falcon Crest o Dinastia? ¿O peor aún, Dallas? ¿O cuál sugiere tan bien la idea de meterte en mundos turbios como la de Corrupción en Miami?

Y no me hagáis hablar de la sintonía de MacGyver con la que podías soñar que todo, ABSOLUTAMENTE TODO, era posible. Ainnnssss....

Os iba a poner enlaces, pero he pensado que mejor os pongo este juego para ver de cuantas de estas intros os acordáis sin necesidad de consultar a San Google. 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

#Wordtober2022 : retazos II

Aún tengo alguna cosilla del #Wordtober 2022 que me apetece dejar por aquí. Como el día que pedían que fuera la muerte la protagonista del relato. Yo  creo que si la muerte tuviera que hablarnos... nos diría algo como esto.


Palmarla. Diñarla. Espicharla. Amocharla. Cascar el peine. Estirar la pata. Irse al otro barrio. Subirse a un árbol. Liar el petate. Torcer la cabeza. Cerrar cesión. Pasar a mejor vida. Perecer. Fenecer. Expirar. Fallecer.

MORIR.

Llamadlo como queráis. LLAMADME como queráis. La parca. La huesuda. La sonrisas. La calavera. La de la guadaña.

Soy yo. Y soy inevitable. 

Formo parte de la vida. No hay luz sin oscuridad, no hay principio sin fin. Nada tendría sentido sin mi.

No queréis pensarme, os empeñáis en huir, en alejaros y sin embargo, mancháis con mi sombra vuestros días: cuando perdéis el tiempo, cuando dejáis al miedo ganar la batalla, cuando permitís que escojan por vosotros, cuando no os hacéis respetar, cuando os tratáis mal, cuando arrinconáis vuestro verdadero yo.

No soy ni buena ni mala, simplemente soy. TENGO que ser. Cuando se vive bien, una vida es suficiente. Recordadme cada día y viviréis mejor.  

martes, 6 de diciembre de 2022

Caminitos de porquería

No sé cómo ser tan relajada como Sasha. No sé cómo no dejar que la mierda se me meta debajo de la piel. Cómo apagar la parte de mi cerebro que está arañando las paredes.

(The Dare, Elle Kennedy)


Tengo unas zapatillas de casa con alma de aspiradora. O mopa atrapa polvo, no lo tengo claro. El caso es que se dedican a almacenar en sus suelas toda la porquería posible que es, aunque parezca mentira, muchíiiisima porquería. Pero mu-chi-si-ma. Tanta, en realidad, que se mete en las rugosidades del material y forma una película cada vez más y más gruesa que se acopla a la suela real a modo de plataforma. Hay momentos que me veo en el espejo y me da la sensación de que he crecido cinco centímetros. Sin exagerar.

Además de este cambio de estatura repentino, la señal de que la acumulación de suciedad está llegando a niveles insostenibles son los caminitos de porquería. Las zapatillas no tienen más capacidad de almacenaje y van soltando parte de su carga mierdosa por donde piso, lo que deja un rastro de huellas que haría las delicias de cualquier detective con lupa metido en la resolución de un misterio al más puro estilo Sherlock Holmes.

Lo más preocupante del tema no es la ingente cantidad de inmundicia que las zapatillas atesoran, sino la gigantesca cabezonería con la que la retienen. Tú las vas a sacudir pensando que será fácil, que les haces un favor, que será un alivio liberarlas de toda esa guarrería sobrevenida y ellas no la sueltan ni a tiros. Ya puedes sacudirlas, rascar, tirar de los hilachos de porquería agarrados entre sí y a las suelas como las plaquetas de Érase una vez la vida, que la suciedad persiste.

Y tú piensas: ¿dónde habrán aprendido unas zapatillas de casa semejante comportamiento molesto y dañino, a absorber  toda la mierda hasta que se hace imposible de gestionar y rebosa por todas partes? ¿Habrán estado hablando con mi cerebro?

Será eso.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Paradojas temporales

Nos dicen que no podemos viajar en el tiempo, pero en realidad... sí. Un poco, por lo menos.

Encontré el otro día en Twitter esto tan bueno.




Y además no deberíamos olvidar que nuestro yo del futuro nos está viendo ahora mismo a través de nuetros recuerdos.

Habría que hacer lo posible para que no se tirara de los pelos mientras nos mira, ¿no?

domingo, 27 de noviembre de 2022

Empezar

En Hábitos Atómicos se dicen muchas cosas interesantes. La que más (creo) es que para implementar un cambio de forma indefinida tienes que CREER de verdad que eres el tipo de persona a la que estás intentando parecerte. Nunca conseguirás mantener tu casa en orden si te consideras un desordenado. Sólo lograrás dejar el tabaco si ya piensas que eres un no fumador.

Ahora me doy cuenta de que este ha sido mi problema. Yo escribo, desde siempre. Para desahogarme, para entretenerme, para relacionarme con los demás, para recordar, para presentarme, para hacer regalos, para trabajar. Y, sin embargo, nunca me he visto a mí misma como una escritora. Hasta hace nada, de hecho, lo creía imposible. Los libros, simplemente, los escribían otros. Eso, simplemente, no era algo a mi alcance.

Luego te detienes a mirar más de cerca y te coscas de que todo perro pichichi tiene un libro: famosos, famosetes con couch escritor, tu vecino del quinto... y decides que por qué tú no. Que aquí o jugamos todos o rompemos la baraja.  Y entonces, cómo no, entra en escena tu crítico interno. En mi caso, Daiana.

Como buena extraterrestre, Daiana tiene rayos paralizantes para dejarme fuera de juego. Con su pistola láser me dispara sin descanso proyectiles de "esto ya se ha contado", "menuda escena más forzada", "al prota no hay quien se lo crea", "LOL". Y luego me lanza redes para mantenerme capturada como un pez: libros de los que analizar su estructura, manuales literarios, consejos de expertos... marañas de distracciones para encarcelarme en la procrastinación e impedir que coja la autopista de la escritura.

Así que he decidido dos cosas: que SOY ESCRITORA y que voy a hacer lo que Cath en FanGirl cuando pensaba que sólo era capaz de crear fanfiction, que no llevaba dentro otros modos de expresión. Voy, nada más y nada menos, que a empezar. A poner una palabra y después otra y después otra y después otra, salga lo que salga. Voy a sacar la historia de mi mente y darle forma terminada en el mundo real. Y así ni Daiana ni nadie podrá negar que soy escritora y podré, POR FIN, escribir.

jueves, 24 de noviembre de 2022

Momentismo absoluto

No sé por qué no escuho más a Fangoria, si tienen algunas letrazas de aupa en canciones bastante molonas. Me acordaba antes de esta, porque representa muy mucho mi yo actual

 

Aquí y ahora como norma universal

Mi nueva religión, la impermanencia
Momentismo absoluto, vivo minuto a minutoCarpe Diem es la única verdadLo que será, será
Si te creías inmutable y racional, cometes un error elementalLa tendencia viene siendo improvisar
 
Pues eso.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Umbral de tontería

Últimamente estoy un poco en modo loca con esto de leer y juntar palabras y para colmo ahora no se me ocurre otra cosa que comprarme el manual de escritura de Sanderson. Lo que me faltaba para el duro. Como si al típico chavalillo obsesionado con abrir relojes e instrumentos de precisión para verles las tripas le das un libro de texto sobre relojería. Apaga y vámonos.

No me escondo. Yo ya estaba en el punto de descubrirme a mí misma parando cada minuto el audiolibro de turno para apuntar en qué capítulo pasaba tal o cual cosa. Con eso trataba de entender cuando había sabido que el prota, en realidad, era buena persona y no un cabrón y en qué momento quedaba claro por fin que la chica de la historia había superado su trauma Y sí, lo sé, esto ya es lo bastante creepy.

Bueno, pues ahora llega Sanderson y lo agrava. ¿Por qué? Porque explica (de forma amena, además) una parte de las tripas de la escritura. Qué puede causar que determinados textos no funcionen, qué pegas tiene cada tipo de narrador, como se anidan las tramas principales y secundarias... Y me dan ganas de buscar ese esqueleto en la trastienda de todas mis lecturas.

En el manual dice muchas cosas interesantes, pero me gustan sobre todo sus conceptos de andar por casa. Por ejemplo, que mencione los trucos sucios de los escritores que la mayoría usamos por instinto sin ni siquiera saber que eran trucos sucios. Y me ha encantado lo del "umbral de tontería".

¿Qué es esto? El cuartelillo que le damos a un libro. El margen de confianza. Las páginas que aguantamos leyendo sin que la historia nos haya enganchado aún, pero confiando en que pronto lo hará.

Esto depende de muchas cosas. De si ya has leído antes al autor y te ha gustado. Del momento anímico en el que te pille. Del nivel de concentración que hayas podido dedicarle. De si tienes vías de escape (otros libros a mano) o estás encerrado en un avión sin nada mejor que hacer para amenizar el viaje. El umbral es flexible.

Yo suelo tener bastante aguante. A mínimo que me presentes a un personaje con un problema enseguida me entra curiosidad por como lo va a resolver. Pero hay cosas que me hartan muy deprisa, como no entender nada del mundo en el transcurre todo o que el estilo sea innecesariamente rebuscado. Los pedantes que sólo consideran literario lo difícil me atacan los nervios.

Y luego está el umbral de tontería que todos tenemos en el mundo real, claro. Pero es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Un jueves, un relato. Imágenes y palabras


Me uno de nuevo a la convocatoria de un jueves, un relato. Esta vez lo organiza Moli  y propone unas fotos para inspirarnos. Ésta es la que he elegido yo. Aquí las aportaciones de los demás.





-¡Au!
 
Se me escapa un quejido, a pesar de mis esfuerzos por simular que no noto los tirones de pelo que Petra me da al hacerme la trenza. Sé que lo hace a propósito para conseguir que parezca débil, para poder seguir acusándome de ser una niñata. Y porque disfruta haciéndome daño. 

Antes intentaba entender por qué me odiaba tanto, pero terminé desistiendo. Fue así desde que puse un pie en esta casa. Tal vez pensó que venía a quitarle lo suyo, no sé. Traté de ser paciente, de comprender sus ataques, de devolverle bien por mal. Quise explicarle que no quería nada, que estaba de paso, que no era una amenaza para ella. Nunca quiso escucharme.

Ahora, simplemente, la ignoro. Finjo que no veo las malas caras, que no escucho las contestaciones desagradables, que no siento los tirones de pelo. Simulo que no me doy cuenta de que me deja las tareas más pesadas y que cuando ocurre algo malo encuentra la manera de implicarme. Enfrentarla sería echar más leña al fuego y ¿para qué? Me iré tal como vine. Ya falta poco.

Sólo me da pena por papá. Tantos años viviendo sin él y cuando por fin nos encontramos tenemos que volver a separarnos. Pero, aunque lo intentara, no creo que fuera capaz de quedarme. Yo soy aire, soy agua, soy tierra, soy fuego. No estoy hecha para vivir entre cuatro paredes, mi casa es la naturaleza y allí necesito regresar. Pronto cambiará el viento y Petra, por fin, volverá a vivir tranquila porque yo desapareceré. Al menos hasta que la veleta vuelva a señalar al norte.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Bautismo del trol por culero

Estaba el otro día leyendo algo sobre el crítico interno, esa vocecita que todos tenemos en el cerebro y que no para de minarnos la moral. La que recuerda a todas horas nuestros errores, la que cuestiona cada decisión que tomamos, la que nos da por el culo a 24/7, hablando en plata. En lo que leí se recordaba la importancia de no creernos esta voz, que no suele decir la verdad y de separarnos intelectualmente de ella porque, (y esto me lo voy a tatuar en la frente a ver si consigo que no se me olvide), NO SOMOS LO QUE PENSAMOS. Total, que como técnica para conseguir esta separación recomendaban ponerle nombre a esta vocecita cabrona.

Como en este blog está tan presente el interior de mi cerebro que hasta hay entradas protagonizadas por mis neuronas, la vocecita también ha salido por aquí, claro. En algunos textos le tenía que poner hasta un color identificativo para distinguirla de otras yos mentales que también aparecían en el post. En fin, sin comentarios, ya sé que esto no dice mucho de mi cordura, no hace falta que me lo señaléis.

Incluso llegué a ponerle nombre, ahora que lo pienso. El trol por culero, AKA PorCu, es un viejo conocido por estos lares. Pero es verdad que no llega al nivel de hijoputismo gratuito del crítico interno. Es más bien un Don Dramas que percibe desastres donde no tiene por qué haberlos, facilita que cunda el pánico y me lleva directa al caos. Me recuerda un poco a Miedo, de Inside Out. No es el mejor compañero de viaje, desde luego, pero no es tan cabrito como la crítica interna. 

Esta cabrona es muuuuuuuucho peor. No es que te boicotee sin querer en situaciones difíciles. Es que está tooooodo el santo día enmendando la plana, destacando lo negativo y siendo odiosa, en general. Te dice que estás engordando, que fulanita te ha dejado en visto porque en realidad no le importas, que no te van a dar el trabajo de turno porque cualquier candidato es mejor que tú. Es, además, la capitana a posteriori por excelencia. Te hunde por haberte equivocado en tal o cual cosa, cuando en el momento no tenías información suficiente para reconocer la decisión correcta. Tampoco tiene piedad. Te machaca mientras estás en el suelo. Esos días que el mundo se te cae encima te está esperando en casa para seguir hurgando en la herida. Porque es una hija de la gran puta.

Bueno, pues a esta cabrona hay que ponerle nombre. Yo he estado pensando y ninguno me parece lo bastante contundente. Mindy es la típica animadora cruel de peli de instituto americana, pero me suena como dulce. Me he planteado Regina, que es la reina de esta categoría gracias a la mítica Mean Girls, aunque al final se vuelve medio buena, así que no me cuadra. Se me han ocurrido nombres que me suenan a mala sin ninguna razón objetiva tipo Dévora y el que más me convence es el de la malvada más malvada que recuerdo en mi infancia: Diana (pronunciado DAIANA), de la serie Uve

Por ahora este es el que tiene más puntos, pero no termino de estar convencida. ¿Me dais ideas?

jueves, 10 de noviembre de 2022

Un jueves, un relato. Palabras y canciones

Me uno a la convocatoria del 10 de noviembre de Una canción, un relato. Campirela ha tenido este ideón tan chulo de mezclar música y palabras. Esto se me ha ocurrido a mi a partir de Conga, de Gloria Estefan. Aquí tenéis lo de los demás.

 

 

Creía que estos vestidos de tafetán ridículos sólo los llevaban las damas de honor de las películas americanas, pero, al parecer, la humillación tenía que ser completa. No era suficiente con ver como mi mejor amiga terminaba casándose con el que fue mi prometido, con tener que asistir a la boda para demostrar que lo había superado. Además debía ir envuelta en el traje de tul amarillo más feo del mundo. Y con esa pinta soportar las miradas de compasión, los cuchicheos, las bromitas fuera de lugar.

Sí, al parecer a alguien le puede parecer gracioso preguntarme si la orquesta es la misma que íbamos a contratar Toni y yo para nuestro enlace. Toni es el novio y recién estrenado marido de Daniela y quien hizo ese chiste supongo que será el nuevo fichaje del Club de la Comedia. Me han dado ganas de escupirle el champagne a la cara simulando que no había podido contener un ataque de risa.

No lo he hecho. Diría que es porque quería hacerme la digna, pero lo cierto es que no sé poner límites. Nunca he sabido. Por eso la gente me pisotea. Por eso mi prometido me pone los cuernos con la que creía mi mejor amiga y es a mi a la que se me pide madurez para aceptarlo, para que haya paz. Que los malos rollos hacen sufrir a todos, a la pandilla, a la familia, dicen. Que pase página y pelillos a la mar. Porque Paula es un felpudo que está ahí para hacerle la vida mullida y cómoda a los demás y ya se sabe que los felpudos no tienen sentimientos.

Paula soy yo, claro, la imbécil del vestido amarillo. Cansada de juguetear con los restos del pastel de bodas, busco en el bolso el tubo de somníferos. Si me los tomo ya, todo habrá acabado antes de que termine la barra libre y les daré un fin de fiesta apoteósico. Pero mejor lo hago escondida en el baño, que veo que el padrino me agarra otra vez para bailar la conga y todo el plan se me retrasa.

domingo, 6 de noviembre de 2022

#Wordtober2022 : retazos

No lo había dicho por aquí porque, sinceramente, no confiaba mucho en mí misma. Tenía miedo fundado a que la vida me atropellara locamente y no lo terminase. Pero (aplausos, por favor) aunque con alguna trampiiiiiiiila (lo reconozco) conseguí acabar el #Wordtober2022 en Twitter el otro día. Así que voy a ir rescatando por aquí algunos de los textos que me han salido.

Para quien no sepa de qué hablo, lo explico a lo cutre porque tampoco es fácil definirlo o delimitarlo. Por simplificar, es una tendencia tuitera que promueve un octubre creativo. Hay de todo: de diseño, de pintura, de bordado, de textos... Cada uno lo hace un poco a su manera, así que tampoco os puedo dar demasiados detalles, pero a mí me parece que la base de la iniciativa es que crear algo todos los días del décimo mes de año. Los literarios, por ejemplo, parten a veces de listas de palabras, una para cada día que inspire un poema, un texto, un pensamiento... Yo cogí una colección de temas para relatos, por ejemplo. También el formato es distinto. MI idea inicial era hacer micros de 2 tweets como máximo y al final me salieron más largos. Yo qué sé, cada uno hace un poco lo que puede. Lo importante es crear, pienso yo. 

                                                                                    Aquí mi lista de temas


A mí me ha venido muy bien para obligarme a escribir todos los días, porque sin nadie ahí amenazando con una vara no soy capaz. Es verdad que mis horarios son el horror y sacar tiempo para juntar letras es complicado, pero querer es poder, es evidente. Los días que la vida me ha atropellado no he tenido más remedio que buscar alguna trampilla, pero considero que encontrar qué trampa hacer también es crear, porque, al fin y a la postre, se te tiene que ocurrir. Así que para mi cuenta como Wordtober.

Las prisas son malas consejeras, así que muchos días me han salido truñillos. Aún así, casi siempre la idea no me desagrada del todo. Esto es lo que me fastidia últimamente: estoy bloqueadísima al escribir, no consigo coger el hilo para algo más largo que un post o un relato, pero no es falta de ideas. Cosas se me ocurren siempre, el tema es que no logro desarrollarlas: pienso que ya se ha contado mil veces, que es demasiado inocente, que es demasiado rebuscado, que no engancha... No hay forma de tirar pa'lante. ¡¡¡ARGHHH!!

Perdón, que me pierdo y de eso no trata la entrada de hoy. Hoy toca rescatar algunos días del Wordtober que me han gustado. Este, por ejemplo.

Día 23 tema libre #Wordtober2022 

Hoy me he acordado de ti. Pero también me he acordado de poner el lavavajillas, así que no vamos a dramatizar. Aún así, estás. TODAVÍA. ¿Por qué? ¿Por qué sigues aquí? No es sólo que ya no seas y que hace eones que ya no eres. Es que ni siquiera creo que en su momento fueras. No fuiste, porque no existías como yo te pensaba. No te conocí, te inventé, así que, en realidad, ni aún entonces eras. ¿Cómo es posible que hoy, de alguna forma, sigas siendo, sigas estando?

Se me acaban los tiempos verbales en pasado, usaré el imperativo: deja de ser, deja de estar. VETE

---

O este:

Día 18 Encuentra un libro maldito #Wordtober2022 

-¡Feliz no cumpleaños!

-Ay, por Dios, ¿este tío otra vez?

-Con que no nos encontremos a la loca obsesionada con cortar cabezas me conformo.

-Pues piensa algo para largarnos ya. El país de las Maravillas es muy bonito para leerlo desde fuera, pero vivir aquí dentro es un tostón. Y la próxima vez que abras un libro, comprueba antes si es el libro maldito de la semana, que estoy harta de estos viajecitos. Nos costó una semana salir de Verona y ni siquiera conseguimos que Romeo y Julieta lograran escapar para vivir su amor. Como nos metas en alguna obra de Stephen King lo llevamos claro.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Canciones de karaoke

Viendo una peli el otro día salió la típica escena de primera cita y las típicas preguntas de primera cita: color favorito, música preferida, momentos de la infancia... Y pensé: una típica pregunta de primera cita debería ser canción de karaoke, la que SIEMPRE eliges cuando te obligan a salir a cantar. Eso dice mucho de una persona, ¿verdad?

O sea, igual que conoces realmente a alguien al ver como reacciona cuando su caña de chocolate se queda atascada en los ganchos de las máquinas de vending y no puede comérsela después de pagarla, el momento karaoke es muy revelador. Para empezar, porque ir a esos antros del horror suele ser siempre el final de juergas épicas. El alcohol ha hecho estragos. La dignidad brilla por su ausencia. Hay altas probabilidades de perder el móvil, la cartera y la cabeza no, porque está pegada a los hombros. La vergüenza es un recuerdo lejanísimo y te ponen un micro en las manos: ¿Qué eliges? ¿Cuáles son tus canciones de karaoke?

La mía, sin ninguna duda, Juntos, de la gran Paloma San Basilio. No creo haber tenido nunca un disco (ni cassette) suyo y dudo que pueda nombrar más de cuatro de sus temas sin consultar a San Google, pero si hay que pasar el ridículo de cantar con mi oído inexistente y mi voz de rana Gustavo, la quiero a ella como compañera. Esto es así y es así

 

Otro de mis grandes hits de karaoke es Dime que me quieres de Tequila. ¿Qué hay que explicar? Es la canción de amor más marchosa del mundo. Y eso que en realidad la letra es pastelosa y needy... pero quién lo diría con ese ritmo, ¿eh?

  

Esta no la canto tanto porque no suelen tenerle en el repertorio... pero decimos muchos de las letras de Shakira, que son pseudomenciones (no tan pseudo) a sus ex (prepárate para la próxima gira, Piqué), pero Nino Bravo no se quedaba atrás. Este "ya me echarás de menos, ya" con ese chorro de voz es de quedarse impactada. Tú Cambiarás sería también mi canción de karaoke si me dejaran elegirla.




¿Y vosotros? ¿Cuáles son vuestras canciones de karaoke? ¡Confesad!

domingo, 30 de octubre de 2022

Colleen

Disclaimer: Voy a hablar de Colleen Hoover desde el reducido conocimiento que me da haber leído cinco de los tres millones y medio de libros que tiene. Aún así me he hecho una idea y tengo cosas que decir. Sé que hay por ahí fans muy muy fans de esta señora. No ofenderse porque no es mi intención ofender, sino comentar, sin acritud.

Y sin acritud os digo que a mi Colleen me convence bastante, aunque no tanto como veo por ahí. Creo que tiene un estilo fresco muy molón, ingenio y buenas ideas. Casi todos sus libros tratan temas interesantes en los que aborda bien los matices de situaciones duras, lo cual no es fácil. Recurre a los clichés porque sabe que nos van, pero también incluye cosillas originales. Los diálogos en general son bastante reales, los personajes están bien construidos. Termino sus obras y me quedan buenas vibraciones, aunque también una sensación como de que se le va la mano al final, que se pasa de rosca. Los protagonistas son DEMASIADO felices, TAN felices que me chirría (incluso siendo yo MEGAFAN de los finales felices). Que te dan ganas de decirle: "Colleen, tía, te has pasado de frenada. Es todo tan tan tan maravillosísimo que ya no me lo creo. Y hasta ahora sí te creía. Baja revoluciones, porfa".

Esa sería la mayor pega que le pondría a sus dos últimos libros, que aún con todo me han gustado bastante. No sé si tantísimo como al resto de la peña, pero bastante. Después, por curiosidad, me ha dado por echarle un ojo a algunos de sus comienzos y claro... las comparaciones son odiosas.

Lo primero es admitir que he hecho una faena que no se le tiene que hacer a nadie: leer en el mismo mes su último libro y el primero, separados por un porrón de años de experiencia. OBVIAMENTE y como es totalmente comprensible, no hay color. Todos evolucionamos, aprendemos. A todos nos avergüenzan nuestras fotos de adolescente y nuestros primeros trabajos de lo que sea. Colleen, como cualquiera, no era la misma escritora hace dos décadas que ahora.

Creo que su primera historia se la autopublicó ella en Amazon y se nota. La trama es instaLove y poco más, sin meterse en temas más profundos como hace en obras posteriores. Para que pasen ciertas cosas necesita crear situaciones muy forzadas. Todavía no había encontrado su voz, el estilo es menos fresco y los diálogos no están muy conseguidos. Los protas son bastante planos y tienen reacciones poco creíbles. En general opino que ese es el problema de todo: que no es real, que no consigue que nos lo creamos. Es decir, vemos las buenas intenciones de la autora, intuimos lo que nos quiere contar (que no es mala idea), pero la forma en que lo hace no nos llega. 

También he leído otros dos libros de sus comienzos. Siguen siendo peores que los últimos, pero mejores que el primero, desde luego. Este es todavía bastante meh: una historia de amor sosilla, sin grandes alaracas ni originalidades. La prota está bien pensada, pero sigue sin conseguir que nos la creamos. Al menos es lo que me ha pasado a mí. 

Éste me ha gustado bastante más. La narradora poco fiable nos engaña a todos casi hasta la última página y a la vez ella es muy real: nos creemos sus inseguridades, sus traumas, el barullo de su mente. Aquí la autora empieza a meter elementos ingeniosos para agilizar y hacer diferente la historia: la casa en la que vive la familia, su manía de coleccionar trofeos de otros... Y la trama sirve para tocar temas importantes (en este caso la salud mental) que es lo que más caracteriza a sus últimas obras, yo creo.

¿Que por qué hago una entrada para decir que el primer libro de Colleen Hoover me parece un poco castaña?¿Para cabrear a sus fans incondicionales? No. Porque estas cosas me dan esperanza. Porque veo a una escritora que ahora es ingeniosa, divertida, tierna y que aborda muy dignamente asuntos complicados, pero que al principio no sabía contarlo bien. La intención, las buenas ideas estaban allí, ya se intuye, pero no lograba canalizarlo, hacer que llegara. Ahora SABE. Para gustos los colores y para colores las flores, pero consigue llegar a muchísimas personas, esto es así y es así. 

Si ella aprendió, yo también puedo. Colleen me da esperanza.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Water


 

"El agua no ofrece resistencia. El agua fluye. Siempre va a donde quiere, y al final nada puede oponerse a ella. Las gotas de agua pueden erosionar la piedra. Recuerda que eres mitad agua. Si no puedes atravesar un obstáculo, rodéalo. Es lo que hace el agua".

Margaret Atwood

domingo, 23 de octubre de 2022

¿Por qué nos gustan los que nos gustan?

Voy a traer aquí un tema de enconado debate porque por estos lares nos va la polémica, ya lo sabéis.
Hablemos de amor, de atracción, de romance, en sentido amplio. Es decir, no abordamos ahora el tema exclusivamente físico, para sólo ¡¡SÓLO!! frinkamiento animal sin ninguna emoción ni sentimiento de por medio. Me refiero a cuando alguien te interesa para esa primera parte, claro, pero para algo más que eso también.
¿Por qué nos gustan los que nos gustan?

Una rápida consulta a san Google nos regala perlas de sabiduría como esta. Según este sesudo análisis, una persona nos atrae por su fisonomía (su aspecto externo, si es guapo o no, según nuestros criterios), características físicas no relacionadas con la belleza (una forma de mirar, de reírse, de tocar, de hablar...), la imagen personal (si se arregla mucho o poco, su estilo al vestir...) y las circunstancias en las que nos conocemos (un momento peligroso, emocionante, con serenidad y tiempo para llegar a saber más del otro...)

Bien, supongo que al pobre redactor del artículo de arriba le limitaron los caracteres del texto y se vio obligado a cortar por todos lados, porque se le han quedado algunas cosas fuera de la lista, ¿no? ¿Le ayudamos a completarla?

Aunque en el cuarto punto ha mezclado un poco churras con merinas, entiendo que él se refería a la atracción instantánea, a los primeros encuentros, no a los rasgos de personalidad que te enamoran cuando ya conoces bien a alguien (en plan ser buena persona o fan de la cultura asiática). Así que a cinco céntimos la respuesta, nombren elementos que contribuyen a la atracción, como, un dos tres, responda otra vez, el olor:

-El olor. Para algunas personas determinante de forma consciente (tipo me encanta que huela a almendras tostadas o lo contrario, los desodorantes que abandonan a sus dueños, por ejemplo) y para todos de forma inconsciente porque por lo visto olemos las feromonas de otros sin saberlo. Eso dicen los científicos, yo qué sé. Explicaría muchas cosas inexplicables de por qué a veces nos gustan peores de la vida.

-La forma de "estar". No me refiero a la personalidad, si es extrovertido o payaso o tímido, sino algo anterior a eso. Como se relaciona. Ocupa mucho o poco espacio (metafórico). Observa, asimila todo antes de actuar o no.

-La forma de reaccionar. Puedes no conocer a alguien y en los primeros cinco minutos verle reaccionar a algo: a un empujón involuntario en un bar, a una multa, a una caída en la calle (de otra persona o propia. Como se levanta alguien después de un tropezón vergonzoso es muy revelador).

-Detalles. Cómo se dirige a los camareros, como trata a los animales, si finge que muere cuando un niño le dispara con una pistola imaginaria... esas cosas.

-La reciprocidad, la exclusividad. A ver si lo explico bien, que sé que aquí las opiniones difieren. Hay gente a la que le gusta gustar, en general, a todos. A otros no. Si a mí no me va alguien, me agobia mucho saber que le gusto, me parece que va a haber malentendidos y mogollón de momentos incómodos. Sin embargo si él ya me ha llamado la atención, mi interés se multiplica por mil si noto que le molo, que le afecto, que hay sensaciones, reacciones que SÓLO le provoco yo. Lo contrario, que le de igual ocho que 80, yo que otra, me baja la líbido hasta el suelo. Me han dicho muchas cosas horribles de joven para ligar conmigo en los bares, ya os lo he contado. Una de las peores fue ese día que se acercaron dos iluminados a una amiga mía y a mí y uno le dijo a otro: "Elige tú, a mí me gustan las dos." Si te gustan todas, no te gusta nadie.

Vuestro turno: ¿Por qué nos gustan los que nos gustan?

miércoles, 19 de octubre de 2022

1000

 Bueno, pues parecía que no iba a llegar nunca, pero ya está aquí. La entrada número 1000 de este blog. 

¡ALELUYA, HERMANOS! 

Me hace ilusión, ya os lo dije. Hace no tanto no habría puesto la mano en el fuego por aguantar a este momento. Me asombra haber resistido y a la vez me sorprende que me haya costado tanto tiempo. Doce años he tardado en alcanzar este número redondo. Con la de turra que doy por aquí, ¿cómo no ha ido la cosa más rápida? 

En fin, repasemos cifras, que es lo típico de estas efemérides, ¿no?

12 años

1000 entradas

9200 comentarios

140 seguidores

500.000 visitas.

500.000, dice blogger. No me lo creo ni  harta de vino. Hace mucho tiempo que las estadísticas de esta santa casa hacen cosas rarunísima, así que ya ni las miro. Lo cierto es que me da bastante igual, soy muy consciente de que los blogs han muerto y que en concreto en este rinconcito somos pocos (¡¡PERO BUENOS!!, ¿eh?) No escribo para que me lean. O sea, siempre es mejor que esté alguien al otro lado, claro y se agradece mogollón. Pero lo que es el impulso, la necesidad, el hábito o la afición de escribir aquí es algo totalmente mío que no depende de a quien le llegue. La experiencia de escritura mejora con lectores, pero no la condiciona. En mis dominios, al menos, yo no lo siento así.

¿Qué ha cambiado en estas 1000 entradas? 

Casi todo. 

SpeedyEn3D, desde luego. He pasado por millones de curros diferentes, me ha dado un chungo, he mandado a tomar aire fresco algunas mierdas, he tenido revelaciones. Estoy más calmada, más serena y más en paz con algunas cosas. Tengo más claras que nunca otras. Sigo sin saber por dónde me da el aire en muchísimas más y empiezo a aceptar que eso va a ser una constante en mi vida. Qué remedio.

SpeedyEscritora tampoco es la misma. No queda casi nada de la que empezó, más ingenua, menos irónica. Creo que he encontrado mi voz, un estilo propio que valoro mucho, aunque me está costando adaptarlo a otros ámbitos. Pero tengo práctica y oficio y no pierdo la fe en que esto siga transformándose en algo mejor. Ojalá. La tarea de pulir la escritura nunca se acaba.

¿Qué ha permanecido inalterable tras estas 1000 entradas? 

Lo mejor que tiene este rinconcito: ser mi refugio, mi válvula de escape, mi patio de recreo. El lugar donde me río, donde me desahogo, donde se me va la olla, donde sueño, donde le doy una oportunidad a lo que se me pasa por la cabeza, donde arreglo por escrito lo que no salió como debería en el mundo real. De verdad os digo que siento este blog como lo más mío que tengo. En casi todo lo demás necesito consensuar con alguien, adaptarme a alguna circunstancia, a alguna dificultad. Aquí no, aquí hago lo que me sale del mismísimo unicornio. Y me encanta.

Si Putin no nos tira una bomba y acaba de una vez con esta gymkana tipo Humor Amarillo en la que se ha convertido últimamente la vida, el plan es resistir otras 1000 entradas. Lo veo lejos, pero quién sabe, tampoco daba un duro por llegar hasta aquí y aquí estamos. Igual hay una celebración de los 2000 posts. Ojalá.

Pospost: Iba a hacerme la longuis, pero esto pega tanto con el espíritu de este blog, que no me queda otra que confesarlo. Después de toda la turra que di con la cuenta atrás, resulta que las cifras no cuadran. Estuve republicando cosas que estaban en borrador y borrando otras y haciendo el lío en general y los números cambiaron. Así que no puedo acabar la cuenta atrás dignamente, pero esta es la entrada 1000. Eso dice blogger y yo le creo. No me queda mucho más remedio, ¿no?

domingo, 16 de octubre de 2022

TestostExcusas

Me acordé leyendo esto, pero esta entrada no se va tanto para lo hondo, que el tema de violencia y agresiones sexuales me da terror y no tengo el cuerpo ahora como para hablar de eso. Me quedo con la otra parte, la que se refiere a las diferencias del ansia sexual entre hombres y mujeres. De eso sí que tengo cosas que decir, sí. Porque hartita ¡HARTITA! me tiene esa excusa para justificar todo tipo de comportamientos.

Que no tengo ningún problema en admitir lo evidente. Chicos y chicas somos distintos en el plano biológico y, desde luego, no experimentamos la cosas igual. Me creo que por la testosterona, por características evolutivas o porque patatas, los tíos sean mucho más visuales, que tengan ganas de marcha a todas horas y que esto les afecte de una manera que yo como tía no me puedo imaginar sin vivirlo. Compro que les altere, que les condicione... pero no que les controle, que decida su conducta, como muchos, en las situaciones que les conviene, claro, quieren venderme.


Que vale, que tienen un picor continuo "ahí" y eso hace que tengan el "tema" en mente 24/7, lo cual facilita tomar malas decisiones. Pero bueno, como pasa siempre cuando algo se convierte en obsesión. No es patrimonio masculino. Todos tenemos nuestros issues y no se nos permite usarlo de excusa.

A ellos sí. Ellos, como la testosterona les tiraniza, pueden decir cualquier mentira para meterse en la cama de alguien. Pueden poner cuernos sin consecuencia porque, pobrecitos, no son capaces de resistirse. Les puede dar igual 8 que 80 y estar con cualquiera y que les importe un mierdo hacer daño a la otra parte. Que bien, que las hormonas les colapsan y nosotras no lo vivimos así y bla bla bla... Pues precisamente de hormonas sabemos un poco, que cada mes esas cabronas nos dan unas ganas de matar brutales en el síndrome premenstrual y no vamos cometiendo asesinatos por ahí. 

Es que me hace una gracia... Que no tenemos su ansia, dicen. Bueno, a lo mejor yo tengo la misma ansia por comer chocolate y eso no justifica que lo robe en las tiendas. Igual lo que pasa es que soy una persona RACIONAL con la capacidad de contener esa ansia, aunque me condicione. Aunque sea molesta. Aunque me cueste. Aunque a veces no sea fácil. Pero sé que no puedo dejar campar esa obsesión a sus anchas y ME RESISTO.

Claro que tíos y tías somos distintos. Claro que igual no me hago idea de su nivel de calentura continuo como ellos no pueden hacerse idea de, no sé, como afecta el embarazo al cuerpo, por ejemplo. En lo que somos iguales es en la capacidad de autocontrol. Que pongan más interés en entrenarla y menos en buscar excusas.

jueves, 13 de octubre de 2022

Escenas cliché

Se habla mucho de los clichés en los libros, por ejemplo. De los personajes cliché (el deportista guapo más popular del instituto, la empollona invisible, el malote que en realidad es bueno y sólo necesita que lo abracen...), de las relaciones cliché (instant love, friends to lovers, enemies to lovers, fake dating...), de los finales cliché. Sin embargo no se comenta tanto las escenas cliché, situaciones que se repiten una y otra vez de forma idéntica en series, películas y novelas y a nadie le extraña. Y es raro, ¿no?

Porque una historia puede arrancar con un cliché, pero luego el desarrollo ser completamente distinto dado que cada protagonista es un mundo. Y que sólo se parezcan en eso, en el planteamiento, ni siquiera en la estructura, más allá de principio, nudo y desenlace. Sin embargo, una escena es una escena, no hay más y ni siquiera se esfuerzan en cambiar la ubicación o el diálogo. Vemos situaciones calcadas en ficciones de todas las épocas y no las llamamos cliché. Curioso.

En un repaso rápido, estas son las escenas que más me parece que se repiten (la mayoría son tramas románticas, así que asumamos que, a no ser que aclare lo contrario, todas ocurren entre una pareja prota en proceso de enamorarse) :

-Que se queden encerrados en el ascensor y, por supuesto, uno de los dos tenga claustrofobia.

-Que se vean obligados a dormir en la misma cama, que al principio hagan una muralla con mantas y almohadas para separarse, a la mañana siguiente se despierten abrazados y a los dos les parezca bien en secreto aunque por fuera finjan indignarse.

-Que la anterior novia  de él descubra que está embarazada y él tenga que volver con ella por responsabilidad.

-Que uno de los dos pierda la memoria y necesiten empezar todo desde cero.

-Que uno de los dos sufra un accidente, se quede en coma y el otro consiga hacerle despertar.

-Que algún malo malísimo amenace a uno de los dos con hacer daño al otro si no le deja.

-Que uno de los dos oiga una conversación con un tercero y se vaya furioso sin escuchar el final, que cambia por completo el sentido de lo que se ha dicho.

-Que durante una pelea ella se caiga por las escaleras, que no quede claro si ha sido un accidente o no y que casi pierda el hijo que esperaba.

-Que ella se levante un día con náuseas y por eso sospeche que está embarazada.

-Que se ponga de parto de repente y se produzca la típica carrera loca hasta el hospital.

-Que uno de los dos se emborrache, el otro tenga que llevarle a casa y diga todo lo que no quiere decir, normalmente sobre sus sentimientos.

-Que lleven muchos tiempo esperando lo que sea (besarse o lo que va después de eso, guiño, guiño), uno de los dos salga de la habitación a hacer algo y cuando vuelva el otro esté dormido.

-Que esté a punto de llegar ese beso tan esperado, sus caras a un milímetro de distancia, les interrumpa alguien y nadie repare en esa cercanía, que o se extrañen de la posición en que están ambos.

-De la típica carrera para detener el avión en el que se va el amado/amada ni hablamos.

Y estas sólo en tramas románticas, que las historias de acción tienen otra millonada de escenas cliché. 

¿Cuáles más se os ocurren?

lunes, 10 de octubre de 2022

Me cuesta muchísimo creerlo

Cuando era adolescente, un Speedybrother con pavazo máximo le contaba milongas a SpeedyMum. Ella, que no tiene ni un pelo de tonta, no se creía ni la mitad, pero a él le molestaba muchísimo que dudara. Por eso, para evitar movidas, SpeedyMum no le decía "no te creo" sino "me cuesta muchísimo creerlo". Fue un hit tan repetido entonces, que se quedó en el vocabulario familiar y con el tiempo adquirió un significado un poco distinto. Lo utilizamos para expresar algo así como "no me lo trago ni de coña".

Bueno, pues eso es lo que le digo yo ahora a la app que controla el tiempo que uso mi móvil: "No es que no te crea, es que me cuesta muchísimo creerte". Por varias razones:

Para empezar, no estamos de acuerdo en el concepto "uso de móvil". Si lo utilizo para leer, es más bien un libro. Si escucho música, se parece a un reproductor. Si cronometro algo o me despierto con él, está en modo reloj. ¿Y el bloc de notas? Pues que me habré olvidado en casa la agenda o la libreta y estoy apuntando ahí. ¿Eso es uso de móvil? Regulinchi.

Pero es que, además, asumiendo que es una modesta app y no una inteligencia artificial megaentrenada que pueda distinguir semejantes matices, no cuadra nada de nada de lo que me dice. Aplicación de audiolibros: 5 minutos, aunque me haya escuchado medio Quijote en una tarde. En fin, no sé yo... WhatsApp: hora y cuarto, a pesar de que en total haya escrito dos líneas y media y escuchado tres audios. No es que mi supervelocidad esté especialmente enfocada en la escritura, pero vaya, tampoco necesito medio día para cuatro palabras, ¿eh? Un poquito de por favor. Twitter dos horas... eso puede ser, lo compro. Pero vaya, me meto mucho más desde el ordenador que desde el teléfono, por lo que no es una cantidad representativa. Que me dan ganas de sacarle la lengua a la app, hacerle un pedorreta y decir: "Dos horas, las primeras, hija mía, pregúntale a mi portátil".

En fin, app medidora de uso, buen intento, pero no sé yo....

miércoles, 5 de octubre de 2022

Magia (Cuenta atrás: 7)

Lo de los superpoderes es una negociado distinto, así que todos mis conocimientos sobre magia vienen de fuentes tan fiables como los cuentos de hadas, Embrujadas y Crónicas Vampíricas. Así las cosas, tengo claro que hay que patearles el culo a los demonios y que para que un hechizo tenga mucha potencia necesita vincularse con un evento natural poderoso al estilo de la luna llena. Y poco más os podría contar.

Aún así, de una manera desdibujada y difusa, sí que creo un poco en la magia. Tampoco brujería nivel pro, ¿eh? Más bien en plan la pluma de Dumbo. Es decir, un objeto, un evento, una fecha que te hace sentir más capaz, que te permite creer que todo va a salir bien.

A mí eso me pasa con los periodos nuevos. Estrenar año, curso, estación me ayuda a pensar que es una página en blanco en la que cualquier cosa es posible, que ese milagro que persigues desde ni se sabe y que nunca se hace realidad, ahora sí, podría ocurrir. Supongo que por eso la agenda que llevaba este lema en la portada me llamaba a gritos desde la estantería del supermercado


Y es que este septiembre he empezado una nueva era. La era post Jamacuco Supremo fue bastante contundente, porque el chungo me empujó a tomar decisiones tochas a las que no sé si me habría atrevido en otras circunstancia. Y eso estuvo bien. Pero la post Apaño (crucemos los dedos) del Jamacuco Supremo puede estar todavía mejor. Desde luego, me coge más preparada. He leído más y mejor. He meditado lo que he podido. Soy más consciente.

Con un poquiiiiiiito de suerte, con el empujoncito de la magia de los nuevos comienzos, pueden empezar a pasar cosas chulas. Ojalá.

¡Here we go again!

domingo, 2 de octubre de 2022

Concursando (cuenta atrás 8)

Últimamente mi vida parece un concurso de televisión. Bueno, en realidad una mezcla de varios de estos formatos. Hay veces que la cosa se pone tan surrealista que de verdad pienso que los telespectadores en casa se tienen que estar partiendo la caja.

Toooodas las calles de los alrededores de mi curro actual están en obras, lo que me convierte en una participante de Humor Amarillo para conseguir llegar a trabajar cada día. Hay tantísimas vallas, socavones y obstáculos en general que te dan ganas de disfrazarte y gritar a la cámara antes de empezar el recorrido, como hacían en el mítico programa. Después de desesperarte yendo y viniendo por vías aleatoriamente cortadas, llegas a las conclusión de que te han metido en alguna especie de laberinto y que cuando menos te lo esperes te saldrá algún bicho peligroso tipo minotauro. Si tiene suerte y consigues encontrar una salida antes de ser devorado, te toca atravesar el desierto del Sahara. Todas las calles tienen el pavimento levantado y hay tierra en lugar de asfalto, así que allí puedes elegir tu propia aventura: o hace viento y eres castigado con latigazos de polvo en suspensión o ha llovido y necesitas escapar como puedas de las arenas movedizas que se forman a cada paso. No hay aceras, por lo que han puesto una rampa para salvar el desnivel de la entrada de mi trabajo. Y allí, sí que sí, miras a todos lados para ver por dónde te va a venir la bola gigante que te golpee y te tire al agua. Todos los concursantes que llegaban al final del circuito caían con la bola. No tienes escapatoria.

Si por algún milagro de la vida, logras cruzar sano y salvo, entras a mi curro y a la Isla de las Tentaciones. Desde luego, no hay una concentración tan alta de Cuerpos Danone por metro cuadrado como allí, pero de arena estamos a la par. Aquello parece la playa de toda la tierra que nos llega desde las obras. Que nos falta una tumbona, una piña colada y encender un fuego para poder montar nuestra propia hoguera de la confrontación. De hecho, todos vivimos con el miedo de que se forme alguna movida laboral, te encuentres con Sandra Barneda diciendo: "hay imágenes para ti" y te vea toda España liándola parda.

Pero sin duda el más emocionante de los concursos vitales en los que me veo últimamente metida aún no se ha emitido en televisión y es una pena, porque yo lo considero un filón. Lo titularía Atrápame ese tren y consistiría exactamente en eso, en lograr adivinar cuando va a pasar el cercanías que necesitas, lo que es, desde luego, un arcano indescifrable. ¿Sabéis los horarios que hay en las estaciones y se pueden consultar en internet? Pues yo creo que los hizo algún friky del Excell para entretenerse, porque desde luego una lista exacta de las horas a las que  circulan lo trenes no son. Ni se acercan, vaya. Los  cercanías son unos vagones con fuerte personalidad que se mueven cuando y por donde les sale del mismísimo unicornio. Les va a ordenar a ellos nadie, vamos, hombre, sólo faltaría...

Así pues tú esperas en el andén como quien ve por a tele el sorteo del Gordo de Navidad, sin perder la esperanza de que tu número sea el agraciado y puedas cogerlo y llegar a tiempo a trabajar. Sólo por entretenerte y no por el utópico deseo de entender algo, empiezas a elaborar teorías para predecir el avistamiento de convoyes: si este que es el F13 está pasando 17 minutos tarde, entonces el siguiente llegará con unos 20 minutos de retraso. Pero ay, amiga, nunca puedes fiarte, porque puede que el próximo haya salido madrugador (como el Gordo de la lotería), pase 3 minutos antes de su hora y te deje en tierra sin un remordimiento ni medio. ¿Sabes esa creencia popular de que un tren puede retrasarse pero nunca iniciará su recorrido antes de lo fijado? Pues otra mentira que nos colaron en la infancia, como lo del Ratoncito Pérez.

Y todo ello hablando de estar en el andén, donde aún eres libre para decidir esperar, tomar otro tipo de transporte, llamar a un taxi o pegarte un tiro en la sien de pura desesperación. Sin embargo, los cercanías son trenes de personalidad tan fuerte que si están a gusto contigo, pueden optar por encerrarte durante el trayecto para poder disfrutar más tiempo de tu compañía. ¿Cómo? Deteniéndose dos millones de horas en cada una de las estaciones perdidas en la nada absoluta que hay entre tu origen y tu destino. Saben que no te bajarás, porque ¿qué ibas a hacer tú en medio de la nada? Así que te resignas a tardar el doble o el triple de lo habitual y todos contentos. Ellos más que tú, todo sea dicho, pero, ¿has venido a las instalaciones de Renfe a ser feliz o a viajar? Ah, pues eso

En verdad en verdad os digo: semejante despliegue de medios, caos supremo y mala leche me parecería un despilfarro tremendo si no se monetizara de algún modo. No sé, qué te diga yo: apuestas a ver quién consigue hacerte llegar más tarde al curro, tarjetas-regalo con cupos de sufrimiento y frustración que pueden infligirte...  Las posibilidades están ahí, sólo es cosa de echarle una pensada. A mí, desde luego, ya me parece oír al otro lado de la pantalla las risas del público descojonándose de mi desesperación a cada nueva putada que me hacen. Y a lo mejor no son unas risas tan imaginarias como pudiera parecer...

miércoles, 28 de septiembre de 2022

El arte de titular

 


Nunca se me ha dado demasiado bien titular. Ya en mis tiempos de contadora de cosas las pasaba canutas, aunque en ese caso el mayor problema solía ser ajustarse el número de caracteres, más que decidir por donde tirar. Ahora en los medios digitales menos constreñidos será más fácil, pero les turrarán hasta el infinito con SEO, palabras clave, clickbait y demás. Pobres, me dan hasta lástima, me alegro de haberme librado de eso.

En este blog, lo de los titulares es directamente de echarse a llorar, ya lo sé. Pero aquí es que... no sé, para empezar no le dedico ningún esfuerzo. Escribo con prisa lo que sea, lo quiero publicar ya porque siempre voy tarde y le pongo lo primero que se me pasa por la cabeza. Y me da rabia, la verdad. Mis entradas suelen ser bastante inductivas (así se llamaban los textos que acababan en una conclusión según lo que nos contaron en el cole, ¿no?), llego a la idea central en el último párrafo y ese concepto es el que termina en el título el 90% de las veces, lo cual es hacerme autospoiler brutalmente. Que bien, que mis posts tampoco es que sean el culmen de la elaboración y la sabiduría, estamos de acuerdo. Pero que si me pongo a escribir, pues ya lo hago bien, intentando por lo menos mantener un mínimo interés a través de los párrafos, ¿no? Qué menos.

Demostrada mi inutilidad en el complicado arte de titular entradas mierdosas, no quiero ni pensar en un libro. Me daría un síncope antes de decidirme. Por eso comprendo que haya tantas obras taaaaaaan mal tituladas. Tantas oportunidades perdidas. Aunque, como se puede leer en el hilo de twitter al que pertenece el tweet de arriba, en este tema, como en todo, para gustos los colores y para colores las flores.

Algunos prefieren que el título corresponda a algo textual del libro: el nombre de un club, de una universidad (Saga de Torres de Malory, te estoy mirando a ti. Mucho espacio para la intriga no es que dejes, ¿eh? Pero bueno, das lo que prometes está claro, nadie puede quejarse de no saber qué esperar,)  de un equipo. A algún concepto a los que los personajes hacen referencia en repetidas ocasiones o a una declaración especialmente intensa entre los protagonistas. A otros les gusta más que sea la idea general de lo que va la trama o el género al que pertenece, como pasa mucho en las de misterio que incluyen justo esta palabra en la portada, por ejemplo. Y a unos cuantos les mola que el título sea metafórico o reflexivo y que no de ninguna pista directa sobre el contenido para evitar cualquier tipo de spoilers.

Pero es innegable lo que dice el tweet de arriba: que descubrir por qué un libro se llama como se llama a medida que lees siempre mola. Unas veces más que otras, es verdad, pero siempre es como responder un acertijo. Unas veces es una respuesta más ingeniosa que otras, pero siempre es una contestación a una pregunta. Creo yo, vamos...

Esto... ¿y cómo titulo yo ahora esta entrada?

domingo, 25 de septiembre de 2022

Leer mal (Cuenta atrás 10)

Es necesario haber hecho mucho para saber que no se ha hecho lo suficiente


Lo de leer y escribir va a rachas, ¿verdad? Quiero decir... que a veces lees cosas que te inspiran un montón y te dan ganas de probar a hacerlo tú  y otras que al revés, que parece que te achantan o te vacían de fuerzas.

Voy a ir a lo concreto, que no se entiende nada. Por ejemplo, allá por el Pleistoceno superior yo escribía poco más que las redacciones de clase, mi diario y la lista de la compra. Al principio de conocer los blogs personales y ese estilo tan distinto (tan coloquial) de juntar palabras no creía que yo pudiera hacerlo. Después le cogí el aire, probé y me di cuenta de que no sólo es que pudiera, sino que lo llevaba dentro, es lo que me brota natural, sin esfuerzo. Por eso cuantos más blogs leía, más ganas de escribir me entraban y más posts se me ocurrían.

Con otro tipo de literatura me ha pasado un poco al revés. De pequeña, cuando aún no había leído demasiado, mi impulso era imitar las historias con las que disfrutaba. Todavía tengo por ahí relatos horribles (con una caligrafía infantil aún más horrible) sospechosamente parecidos a las aventuras de Los Cinco o de Torres de Malory, sólo que con nombres más castizos y con bocadillos de mortadela en lugar de sandwiches de jengibre. La imitación es la forma más sincera de admiración.

Luego ya lees más, cosas distintas, cosas mejores y empiezas a achantarte. No se te va la pluma tan ligeramente porque no te ves capaz de hacer algo parecido, ni siquiera de imitarlo con un mínimo de dignidad. Y si además te vas formando durante el proceso, la cosa empeora. Te vuelves muy consciente de tus debilidades de escritora, de lo que haces mal, de lo que te falta. Y de que a estas alturas de la vida está todo escrito y que es muy difícil ser original o tener un sello propio con la suficiente potencia.

A veces ocurre algo parecido hasta con textos no tan buenos. ¿No os pasa que cuando estáis muy enganchados a un libro (o peor aún, a una saga) tenéis tanta necesidad de input que el output se os queda como en pausa? Queréis que entren datos en el cerebro (cómo acaba, por qué, qué problema vendrá después), pero sacar vuestro propio material de la mente cuesta un montón, como si los pensamientos estuvieran espesos, pegajosos y no fluyeran? No sé si lo estoy explicando muy bien...

Total, que cuando me veo metida en esta especie de bloqueo lector_escritor, lo que hago es leer mal. Me voy a la biblio y cojo algún título llamativo que ya sólo con el género, la portada y las valoraciones que destacan en la contra sabes que va a ser un horror. A veces hay sorpresa, no es tan malo como parecía y ese ratito bueno que te llevas. Pero casi siempre resulta una castaña pilonga de proporciones míticas. Y la indignación y el cabreo de pensar que alguien ha editado, vendido y añadido al catálogo de una biblioteca semejante zurullo no te los quita nadie, es verdad. Pero también piensas que si hay autores tan malos, que escriben tan tan tan rematadamente mal y aún así no les da vergüenza sacar tremendas mierdas y llamarlas libro, tú peor que ellos no lo vas a hacer. Así que enciendes el ordenador y escribes. Porque, por increíble que parezca, hay veces que peor imposible. Y eso ayuda.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Una cosa menos (Cuenta atrás 11)

Dada la turra infinita que he dado aquí con el jamacuco supremo, creo que es de justicia que cuente también aquí lo que (espero, cruzo los dedos, ojalá) podría ser el capítulo final.

A ver, en plan resumen para los nuevos que se perdieron la chapa interminable del chungo. Hace unos años tuve un sustazo de salud morrocotudo. Pero vaya, un susto de esos que le ves las orejas al lobo y que te hacen replanteártelo todo. Por suerte no me quedaron secuelas físicas ni mentales, aunque emocionales unas poquillas. Que me quedé cagada de miedo, vamos, hablando en plata. Además, como no lograron determinar la causa que provocó el episodio, tampoco se puso solución y allí empezó un periplo por todo tipo de médicos, a cual más surrealista.

Total, que un buen día a uno de estos doctores locos le vino la iluminación de hacerme una prueba que no se les había ocurrido antes y así se encontró una (posible) causa del chungo y una (posible) solución (o casi). Después pandemia, listas de espera, atascos monumentales en la sanidad, bla, bla bla (que os voy a contar que no sepáis) he estado tiempo y tiempo para que me hicieran este apaño, pero ya, POR FIN, me lo han hecho. Y así (espero, cruzo los dedos, ojalá) puede que haya cerrado esta etapa. Es lo que quiero pensar, al menos, que me he quitado un issue de encima.

Así que, parafraseando a Forrest Gump cuando invirtió en Apple y ya no tuvo que preocuparse nunca más por el dinero: "Mejor, una cosa menos".

domingo, 18 de septiembre de 2022

La gran decepción chocolatera y besos Hacendado (Cuenta atrás 12)

No se mucho de casi nada, pero de chocolate SÉ. Esto es así y es así. Como buena adicta, a nivel usuaria tengo muchísima experiencia en saborear este producto en sus diferentes formas y estilos. Por eso puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que una de las mayores decepciones del mundo es comer un chocolate "malo".

Aclaremos conceptos: ¿puede un chocolate ser malo? A ver, siempre estará más bueno que unas acelgas, claro, tampoco nos volvamos locos. Pero la diferencia entre uno bueno y uno que no lo es resulta tan abismal, tan TAN ABISMAL, que la decepción lo eclipsa todo y minimiza cualquier asomo de disfrute. El problema son las expectativas, por supuesto. Te esperas un momento de gloria, de éxtasis, que te ayude a sobrellevar los sinsabores de esta vida perra y luego lo pruebas y meh. La sensación de estafa es gigantesca.

Y eso sin tener en cuenta el tema de las calorías, la salud y tal. Comes chocolate haciendo frente a un descomunal cargo de conciencia (el azúcar es el demonio, los lípidos taponarán tus arterias, bla, bla, bla) porque necesitas desesperadamente un cable que te ayude a tirar pa'lante. Ves un pastel, una tarta, un bollo con pintaza y piensas: "Me falta el canto de un duro para tirarme por la ventana, esto se considera medicación de urgencia" y cuando te lo comes resulta que te han dado gato por liebre. De grasas, colesterol y todo lo malo, lo que quieras. De la paz mental y el placer prometido por los hidratos de carbono y dulces, ni rastro. O tan tan tan poquito que te sientes la víctima del timo del siglo. Victor Lustig, el espabilado que vendió la Torre Eiffel dos veces, una hermanita de la Caridad comparado con el iluminado que te haya tangado de semejante forma.

Aunque no seais tan adictos como yo, esta sensación la habréis vivido, me imagino. ¿Localizáis ese sentimiento de decepción, de desengaño, de desilusión absoluta? Bueno, pues lo mismo con los besos (a ver si os habíais creído que os voy a meter esta chapa sólo para hablar de comida, que este blog es superficial, pero no tanto, hombre. Un voto de confianza.)

Pues eso, que los besos con gente que te encanta, que te remueve por dentro, que hace que te tiemblen las rodillas son el chocolate bueno, la medicación de urgencia, ese momento de éxtasis. Te olvidas de donde estás, de como te llamas, de qué año es. Y luego te haces arrumacos con gente cuyo nombre no te dan ganas de gritar desde los tejados y meh. Pero tan tan meh que no llega ni a compensar lo malo. Los besos no tienen grasas saturadas que te taponen las arterias, pero sí toneladas de ruido mental que te satura el cerebro: que si no me ha llamado, que si le llamo yo, que si por favor que me deje de llamar de una vez... Vamos, lo que viene siendo el ruido de cuando la cosas no fluyen. 

Barullo perpetuo en la cabeza y la sensación de timo del siglo. ¿Merecen la pena las sesiones de besos Hacendado? Razonen sus respuestas.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Hermanastra, ahora sí (Cuenta atrás 12)

Bueno, pues ya se me ha pasado la cogorza de Hermanastra y ya puedo hablar del libro con un poco más de objetividad.

Veredicto: Me ha gustado bastante, es original y tiene pinceladas poéticas. ¿Os lo recomiendo? No sé, es que a lo mejor no es para todos todos todos. Yo soy bastante el perfil del público objetivo al que se dirige, pero igual vosotros no. Y si no lo sois, quizá se os haga pesado. Pero bueno, tampoco creo que os vaya a horrorizar, ¿eh? Os dejará más bien fríos, así que os podéis arriesgar.

Lo cierto es que yo lo he disfrutado, pero tiene alguna cosilla mejorable y por ahí voy a empezar.

Fallos:

Como tiene ambientación de cuento de hadas y tono de fábula, hay enseñanzas cada dos párrafos que se explican profusamente sin que haga ninguna falta explicarlas. Que te dan ganas de decirle a la autora: "que sí, mujer, que sí, que ya lo había pillado, tranquila." A lo mejor es que va dirigido a un público no adulto y en ese caso les vendrían bien las aclaraciones, no sé. Por otro lado, reconozco que como estas enseñanzas se expresan de forma poética, son pensamientos chulos que calan bastante. De otra manera igual daban un poco de dentera, pero así no mucha, pienso yo.

Es una historia de autodescubrimiento y redención, así que hay escenas de reencuentro y disculpas bastante cursis. Entiendo que están dentro del tono de cuento de hadas, pero con un poco menos de azúcar la cosa habría funcionado mejor.

Supongo que para que pardillas como yo tengamos algo de lo que hablar, mete bastantes desincronizaciones temporales. Es decir, hay carruajes y caballos, pero tambien farolas, fregaderos y cafeteras. Igual se trata de una broma interna de la autora porque no es algo aislado, se repite de vez en cuando. Si es el caso, yo no lo pillé y me sacó un poco de la trama, la verdad.


Cosas buenas:

Es un retelling de una historia clásica y a mi me encantan, así que parte con dos puntos ya de base.

La premisa es un ideón. No había leido nunca este cuento desde el punto de vista de la hermanastra y hacerlo, además, para explicar como nacen los monstruos, que los malos no siempre lo fueron y que tienen sus razones para comportarse así más allá de la simple maldad.

Que la ambientación sea de cuento de hadas, pero que haya elementos no sólo mágicos sino mitológicos me ha encantado.

Que sea una fábula sobre una reflexión filosófica, la capacidad para ser fiel al verdadero yo de uno y elegir su propio camino.

Que sirva de eje conductor la distinción entre el concepto de "guapa" como modosita, la que hace lo que se espera de ella, sumisa a las exigencias de las demás y "fea" como aquella que se sale de la norma, que no quiere o no puede cumplir con el papel que la sociedad le impone.

Hay muchos pensamientos bonitos expresados de forma muy chula y a veces hasta poética. La metáfora del lobo interno me ha encantado, pero no os la puedo copiar aquí porque es larga y la autora me va a decir que no ha escrito su libro para que yo lo transcriba de principio a fin en mi blog. Y tendrá razón.

He leído en críticas que los personajes son muy reales, pero no estoy muy de acuerdo. No lo son y no creo que pretendan serlo, son instrumentos para construir una reflexión. Tienen matices y una evolución. Primero parecen una cosa, luego son otra y además cambian del principio al final. ¿Pero reales? No sé, no lo veo mucho.

 

En fin, colegas, a mi me ha gustado. Dadle una oportunidad, puede que a vosotros también os mole.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Un respiro (Cuenta atrás 13)


 

Creo que pocas veces me he sentido más identificada con nuestro particular Baksy patrio que en la imagen de arriba. Y mira que su anterior obra "Vanpiro esiten" también tenía una gran profundidad y agudeza, pero es que con esto ha dado en el clavo. Estamos hasta la pepitilla: de momentos históricos, de instantes cruciales, de imágenes para el recuerdo, de esfuerzos necesarios. A nivel individual y colectivo estamos saturados, desbordados, empachados, ahítos. Hasta las mismísimas narices.

Estamos atos, joder. Danos un respiro, vida

viernes, 9 de septiembre de 2022

¿Somos adictos? (Cuenta atrás 14)

¿Os consideráis adictos a internet o al teléfono móvil? Porque yo lo estaba pensando el otro día y, la verdad, no sé qué deciros. O sea, para empezar creo que habría que separar las categorías, que no son equivalentes ni de coña. Yo de yonky de lo primero tengo bastante puntos, pero de lo segundo la cosa se complica. Con los zurullos de terminales que me compro siempre, lo cierto es que usarlos mucho es batante suplicio, así que diría que los empleo el mínimo imprescindible. Que tengo el 99% de las notificaciones silenciadas para que no me agobie el pitido permanente y que estar un rato largo sin consultarlo, lejos de estresarme, me da paz. Luego me entra ansiedad de los ocho millones de mensajes sin leer que se me han acumulado en ese rato de desconexión, lo leo todo en diagonal y no me entero de nada, pero el ratito de paz no me lo quita nadie.

Añadiré un dato que me parece esclarecedor: iba a bajarme una app para medir por curiosidad el tiempo diario de uso del terminal y no he podido porque no me queda memoria suficiente en el teléfono. Tal cual. Si no puedo instalar una triste aplicación que será un cronómetro y poco más, que voy a ser adicta ni adicta...

Así que lo del móvil está bastante claro. Ahora bien internet... internet es otro tema. Porque yo sí me paso la vida metida en internet, la verdad, pero no sé si eso se puede considerar adicción. Es decir, por ejemplo. Horas y horas y horas de mi vida tiradas (bueno, invertidas) en este blog. Sin embargo, si esto alguna vez fue una red social, desde luego, ya no lo es (casi) porque quedamos aquí (casi) cuatro gatos. O sea, que yo aquí escribo, (casi) como lo haría en un folio. ¿Cuenta como internet? No sé, ¿no?

Algo parecido me ocurre con Twitter. Nunca me he parado a calcular cuanto, pero yo ahí también me tiro horas y horas LEYENDO, por lo que tampoco lo considero una red social. Lo uso para informarme, para reírme, para entretenerme, para enterarme de cosas y contrastarlas casi en tiempo real. No hablo (casi) nunca, no interactúo (casi) nunca. Es una fuente de datos como podría ser un periódico, un ensayo o una charla, sólo que me llega en formato tweet. ¿Si leyera periódicos una hora al día se me consideraría adicta? No, ¿verdad? ¿Y entonces?

Tres cuartos de lo mismo con la lectura de ficción, la de pasar el rato. Yo leo horas y horas, cierto. A veces en papel, a veces en digital, a veces en el ordenador (cuando la peña aún escribía blogs, ejem, ejem, guiño, guiño, codazo), a veces en el móvil. Nadie diría que soy yonky de las letras si me ve toda la tarde con un libro. ¿O si?

¿Soy adicta? Yo creo que no . O igual sí y estoy en la fase de negación y de tranqui, yo controlo.



domingo, 4 de septiembre de 2022

Borrachera literaria de Hermanastra (cuenta atrás: 15)

¿No os pasa que cuando acabáis un libro que os encanta o que os toca el corazón por algún motivo tenéis un rato de emoción desbordada, de reacciones magnificadas? Un poco parecido a la exaltación de la amistad y la euforia de llevar una copita de más, que todo parece como subido de volumen... Bueno, ahora viéndolo escrito suena raro, así igual sólo me ocurre a mi. Quizá debería donar mi cerebro a la ciencia para que lo estudien...

El caso, que sí, lo confieso, yo tengo estas "borracheras literarias" y procuro no escribir de los libros que las provocan hasta que me calmo un poco. Para que todo repose, se asiente y pueda distinguir por qué me ha llegado tanto, como lo ha logrado y qué es lo que más quiero destacar. Bien, pues hoy me voy a saltar esa regla. Bueno, a saltármela a medias.

Hace un minuto que he terminado Hermanastra. Me ha encantado. Es original, inspirador, tierno, emocionante, a ratos un pelín poético y para colmo se trata de un retelling de una historia clásica, lo que a mi me gana de antemano. Os lo recomiendo por muchas razones que os contaré en una futura entrada más sosegada y serena, cuando se me haya pasado la cogorza literaria. Pero como ahora esta tajada escritora me da muchas ganas de hablar del tema y no me las quiero aguantar, dejo por aquí algunas de las citas que me han gustado. Voy a escoger unas pocas así a lo loco, porque si os pongo todas las que he apuntado esta entrada parecería el Quijote. Aquí van:


Eso es lo que hacemos con nuestro dolor —dijo mientras observaba el vuelo de la mariposa—: lo convertimos en algo bello.

—Lo convertimos en algo significativo —añadió la diva.

—Lo convertimos en algo mejor —susurró la actriz


Las oscuras horas de la madrugada han destruido a muchos. La luz de las velas proyecta sombras sobre las paredes de nuestras almas, sombras que transforman un ratón en monstruo y un revés en desastre. Si alguna vez, a esas horas, decides colgarte, bueno, la decisión es tuya. Pero no vayas a buscar la cuerda hasta que se haga de día. Para entonces, seguro que le has encontrado mejor uso


Que te llamen fea no es nada —dijo la diva—. Guapa... Esa palabra sí que es peligrosa. 
—Guapa te engancha deprisa y te mata despacio —dijo la acróbata 
—Guapa es un lazo que te echas al cuello —dijo, e hizo justo eso—. Cualquier idiota puede apretártelo y darle una patada a tu punto de apoyo. Y entonces estás perdida.


—Este mundo, la gente que vive en él, como tu madre o Tantine, nos clasifica. Nos mete en cajas. Tú eres un huevo. Tú eres una patata. Tú, una col. Nos dicen quiénes somos. Lo que tenemos que hacer. Lo que seremos. Porque tienen miedo. Temen lo que podríamos ser


Lo que está hecho, hecho está, ya te lo hicieran a ti o lo hicieras tú, y no puedes cambiarlo. Sin embargo, lo que no está hecho, sin hacer queda. Y ahí es donde residen la esperanza y el riesgo. Créete capaz de elegir tu camino. O no te lo creas. En cualquier caso, tendrás razón. Cada guerra es distinta, aunque todas las batallas son iguales. El enemigo no es más que una distracción. Porque siempre, siempre, luchas contra ti.


Es un tiempo sombrío para cualquier niña que tome el sendero equivocado. 
Más aún si la niña se pierde. 
Sabed que es peligroso desviarse del camino. 
Pero más peligroso es no hacerlo

jueves, 1 de septiembre de 2022

TerapiDudas

En el 90% de los aspectos, mi vida es bastante desastre. O sea, tengo una salud más o menos apañada, no necesito caminar 10 kilómetros diarios para conseguir agua potable y nadie abusó de mi de pequeña, así que soy afortunada, lo sé, aún no he perdido una mínima perspectiva. Pero en plan "dramas del primer mundo" (vosotros me entendéis), hago pleno. Y al contrario de lo que sería esperable, todo me la chufla.

Y la primera extrañada soy yo, no os creáis. Miro mi vida desde fuera y, de forma objetiva, veo con claridad que es un horror que en circunstancias normales me entristecería o deprimiría, pero el caso es que no lo hace. Simplemente me da igual, es como si no fuera conmigo. Mi teoría es que se me ha soltado algún cable del cerebro, sólo que en vez de darme por oír voces que me ordenan matar gente, me ha dado por desconectarme. No sé.

Entre eso y que cada vez más amigos y familiares me recomiendan que vaya a terapia, a veces me lo planteo. Pero claro, dado que, por suerte, ahora no sufro mucho, yo iría en plan oráculo de Delphos para que me dijeran como arreglar mi vida. Y ese es el tema, que no me fío. ¿No lo sé yo, que llevo la tira de años luchando con este surrealismo continuo y lo van a saber unos advenedizos que no tienen más información de este horror permanente que la que yo sea capaz de darles tumbada en un diván una hora? 

Me puedo creer que igual alguien con formación y conocimientos consiga ver cosas que yo no, esos puntos ciegos para mi que me impiden distinguir qué estoy haciendo mal por mucho que reviso y reviso y reviso mi vida en busca de una forma de mejorarla. Eso, bueno, me lo creo. Mi problema es que me da la sensación de que parten de una imagen sesgada, la que yo les pueda contar, que muy exacta no será cuando yo no hago más que cagarla en mi día a día, ¿no?

Así que aquí tenemos el primer problema: datos bastante poco fiables. Y luego está lo que yo llamo efecto "explicación pandemia". ¿Os acordáis al principio del bicho del demonio, que nadie tenía ni idea de nada (aún no la tenemos) y todo cristo se inventaba justificaciones rotundas para lo que pasaba? Ha subido la curva de contagios por tal, ha bajado por cual y dos minutos después se descubría algo nuevo que echaba por tierra la explicación esa tan rotunda. Pues un poco lo mismo.

Creo que en terapia van a coger una información mierdosa (la que yo les de) y van a unir como puedan los puntos para inventarse una causa plausible. Posible, sí. Verosímil, puede. ¿Real? No sé yo. Igual suena la flauta y aciertan, pero está la cosa difícil. Y si no aciertan, ¿cómo va a servir eso para arreglar mi vida, que es lo que yo quiero?

martes, 30 de agosto de 2022

Talento antiligoteril 1: fe en la telepatía (Cuenta atrás:17)

No vamos a ponernos a hacer una lista de mis innumerables "antitalentos" en cuestiones románticas-ligoteriles porque no acabaríamos. Y porque me imagino que habrá un montón de cosas que hago mal y que no me doy ni cuenta. A ver, que igual yo no soy la más espabilada de la sala, pero que ya acumulo unos añitos de desastres sentimentales, aunque sea a base de tortazos algo habría aprendido, ¿no? Un voto de confianza, por favor.

Cuestión, que una de las cosas en las que sí sé que la cago cuando me mola un chico es que tengo demasiada fe en la telepatía. Me da corte/miedo/terror decir o mostrar lo que siento y me convenzo a mí misma de que si lo pienso muy fuerte él lo va a pillar sin necesidad de palabras. No, el Nobel no creo que me lo den, no. Pero vamos, que no soy la única, estos dos de abajo están en mi club y quién lo diría porque son unos cracks

(Toda la entrevista está muy bien, pero a lo que me refiero lo cuentan en el minuto 3,44, por si tenéis prisa.)

No sé qué me hace ser tan cagona. Algo tendrá que ver el hecho de que el 90% son misiones imposibles en plan kamikaze, me imagino. Pero incluso cuando no es ese el caso, me puede la presión. Doy por sentado las calabazas (no contemplo otra alternativa) y me sepulta la avalancha de consecuencias que me imagino tras el rechazo: lástima, incomodidad, vergüenza, ridículo, distanciamiento. Todo el pack.

Me cabrea sobre todo las dos últimas porque, leche, sólo me machaco a mi con eso. El amor no correspondido no me parece una debilidad en los demás. Al contrario, lo veo sincero, apasionado, valiente, de tener dos cojones o dos ovarios bien puestos. Sin embargo, yo me siento patética queriendo a alguien que no me quiere y dejando que lo sepa. Una gilipollez, ya lo sé. Lo del distanciamiento también me irrita porque implica conformarse con nada. Si no le molo, al menos que sea mi amigo. Si no, que me hable de vez en cuando. Si no, que me mire. Migajas cada vez más y más pequeñas, como si no me mereciera el pastel entero. Sí me lo merezco. Todos lo merecemos.

Pero en fin, que no he venido aquí a lloriquear, sino a buscar soluciones a los talentos antiligoteriles de los que soy consciente. Y para este en concreto creo que acabo de encontrarla en la letra de una canción. Porque me pensaba que el problema es mío, incluso después de soltar la bomba, cuando, en realidad, cascarlo es pasarle el marrón al otro. La pelota está en su tejado, tú has hecho tu parte, todo lo que estaba en tu mano. A partir de ahí, que el otro arree, la cosa no va contigo. O dicho en bonito:

Si algún día me acerco y te miro 

Y te digo que te amo y ya está 

Tú verás lo que harás, tú verás lo que harás 

Yo te he dicho que te amo y ya está