La ardua tarea de sentarse ante el ordenador y escribir chorradas como castillos unas cuantas veces por semana parece casual y desorganizada. Pero nada más lejos de la realidad. Las normas universales de la lerdo-escritura presiden permanentemente el proceso creativo, guiando (o más bien entorpeciendo) la labor del pardillo que se esmera en darle a la tecla lo mejor que sabe. Es lo más parecido a ley de Murphy aplicada a la pseudoescritura blogueril. Y viene a decir más o menos esto:
1.-Siempre que tengas un rato para escribir, tu inspiración brillará por su ausencia. En cambio, cuando no tengas acceso a un ordenador ni a una conexión a Internet medio decente, se te ocurrirán miles y miles de ideas para posibles entradas. Las apuntarás guarramente en el primer trozo de papel que encuentres y luego tardarás años en descifrar lo que has querido decir en esos garabatos sin sentido. En el 90% de los casos esos momentos de inspiración atecnológica jamás llegarán a cobrar formato digital, ya te lo digo.
2.-Cuando se alineen los planetas y tengas suficiente tiempo, ganas e inspiración para perpetrar una de tus chorradas, blogguer estará tontorrón y te organizará alguna. Borrará el post, o cambiará los formatos, o separará y juntará los párrafos a su antojo, o no te dejará colocar las fotografías en su sitio... Esos maravillosos detalles que tiene de vez en cuando blogguer. Qué os voy a contar que no sepáis.
3.-La mayoría de las veces empezarás una entrada queriendo contar una cosa y contarás otra. O la expresarás de forma distinta a como la habías pensado. O perderás el control y el post se escribirá prácticamente solo. Y cuando lo releas, te preguntarás: ¿Pero yo he escrito esto de verdad o es que blogguer también se dedica ahora a cambiar el contenido de los textos?
4.-De vez en cuando tendrás clarísimo el título de la entrada antes de empezarla y esa idea te servirá de esqueleto para construir la tontada completa que quieras contar en ella. Sin embargo, la mayoría de las veces no tendrás ni idea de como titular hasta que acabes. Seguramente terminarás titulando con algo relacionado con el final del texto y no con el principio. Y eso explica por qué tus lectores nunca tienen ni repajolera idea de lo que les vas a contar.
5.-No te fíes de las apariencias. Ideas geniales de entradas que se te ocurren andando por la calle pueden resultar un truño a la hora de ponerlas por escrito. Sin embargo, la chorrada más gorda que hayas oído en el autobús, por ejemplo, puede dar para mucho. No lo sabrás hasta que no te pongas a darle a la tecla, para esto no hay fórmulas mágica.
Bueno, y así hasta el infinito, ya os hacéis una idea. Publico antes de que blogguer se ponga tontorrón y me organice alguna. Ciao bambinos!
jueves, 29 de diciembre de 2011
martes, 27 de diciembre de 2011
Ese ami-enemigo
El tiempo.
Se dicen muchas cosas del tiempo.
Que lo cura todo, que pone a cada uno en su lugar, que da y quita razones. Que las cosas cambian con él, que no espera por nadie, que no se puede matarlo sin herir la eternidad. Que todo es cuestión de tiempo, que la clave está en medir los tiempos, y que tiempo al tiempo.
En general, el tiempo es un gran amigo. Ayuda a sanar las heridas, a dejar atrás malos momentos y a relativizar las cosas. Proporciona experiencia y sabiduría. Casi siempre, el tiempo mola.
Menos cuando transcurre demasiado rápido. O no queda suficiente. O pasa más tiempo del que debería y todo se transfoma.
Entonces no mola nada. Pero nada de nada.
Se dicen muchas cosas del tiempo.
Que lo cura todo, que pone a cada uno en su lugar, que da y quita razones. Que las cosas cambian con él, que no espera por nadie, que no se puede matarlo sin herir la eternidad. Que todo es cuestión de tiempo, que la clave está en medir los tiempos, y que tiempo al tiempo.
En general, el tiempo es un gran amigo. Ayuda a sanar las heridas, a dejar atrás malos momentos y a relativizar las cosas. Proporciona experiencia y sabiduría. Casi siempre, el tiempo mola.
Menos cuando transcurre demasiado rápido. O no queda suficiente. O pasa más tiempo del que debería y todo se transfoma.
Entonces no mola nada. Pero nada de nada.
Etiquetas:
chorradas varias,
conceptos básicos
jueves, 22 de diciembre de 2011
Podría...¡pero no!
-Podría haber renovado todo mi repertorio de supertrajes.
-Podría haberme comprado un vehículo supersónico nuevo
-Podría haber contratado un comando de superhéroes suplentes que defendieran al Mundo por mí, mientras me tomo un año (o dos) sabáticos.
-Podría haberme hecho una revisión completa de chapa y pintura: tratamientos estéticos, revitalizantes, reafirmantes...
-Podría haber empezado a acortar mi lista de viajes pendientes. Esa lista taaaaaaaaaan larga.
-Podría haber puesto final la huelga de electrodomésticos que sigo sufriendo en mi superguarida usando el viejo truco de la renovación de plantilla: nueva lavadora, nueva tele, nuevo ordenador...
-Podría haber alejado algunas preocupaciones, que empiezan a tomar formas preocupantemente reales.
-Podría haber aumentado de forma exponencial el cargamento de los Reyes Magos que llegarán este año el Speedyhogar
-Y tantas y taaaaaaaaantas otras cosas...
Pero no lo haré. Al menos por ahora. El calvo de la lotería ha vuelto a pasar de mí este año. Y si estáis leyendo esto, mucho me temo que de vosotros también. Aunque eso, con las nuevas tecnologías, nunca se sabe. También puede ser que estéis tomando el sol en una paradisiaca isla del Caribe, mientras vuestro nuevo mayordomo Ambrosio os trae una piña colada. Y allí, tumbados en la hamaca, os estéis metiendo en Internet con uno de los 10 móviles nuevos último modelo que acabáis de compraros con la millonésima parte del premio que os ha tocado esta mañana. Porque me sé yo de mucho blogguero adicto que no dejaría de bloguear aunque le hubieran caído unos cuantos milloncejos en la lotería...
Bueno, pues a los que estáis tomando el sol en la playa en vuestra nueva condición de millonetis, a los que no habéis salidos de pobres, pero disfrutáis de unas merecidas vacaciones en estos días festivos y a los que me leéis desde el curro porque ni lotería, ni días libres, ni leches, os deseo unas muy felices fiestas. Disfrutad, descansad y coged fuerzas para Nochevieja porque a este 2011 hay que despedirlo como se merece... ¡con una patada en el culo bien gorda!
Pues eso, a pasarlo bien.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!!!!!!!
-Podría haberme comprado un vehículo supersónico nuevo
-Podría haber contratado un comando de superhéroes suplentes que defendieran al Mundo por mí, mientras me tomo un año (o dos) sabáticos.
-Podría haberme hecho una revisión completa de chapa y pintura: tratamientos estéticos, revitalizantes, reafirmantes...
-Podría haber empezado a acortar mi lista de viajes pendientes. Esa lista taaaaaaaaaan larga.
-Podría haber puesto final la huelga de electrodomésticos que sigo sufriendo en mi superguarida usando el viejo truco de la renovación de plantilla: nueva lavadora, nueva tele, nuevo ordenador...
-Podría haber alejado algunas preocupaciones, que empiezan a tomar formas preocupantemente reales.
-Podría haber aumentado de forma exponencial el cargamento de los Reyes Magos que llegarán este año el Speedyhogar
-Y tantas y taaaaaaaaantas otras cosas...
Pero no lo haré. Al menos por ahora. El calvo de la lotería ha vuelto a pasar de mí este año. Y si estáis leyendo esto, mucho me temo que de vosotros también. Aunque eso, con las nuevas tecnologías, nunca se sabe. También puede ser que estéis tomando el sol en una paradisiaca isla del Caribe, mientras vuestro nuevo mayordomo Ambrosio os trae una piña colada. Y allí, tumbados en la hamaca, os estéis metiendo en Internet con uno de los 10 móviles nuevos último modelo que acabáis de compraros con la millonésima parte del premio que os ha tocado esta mañana. Porque me sé yo de mucho blogguero adicto que no dejaría de bloguear aunque le hubieran caído unos cuantos milloncejos en la lotería...
Bueno, pues a los que estáis tomando el sol en la playa en vuestra nueva condición de millonetis, a los que no habéis salidos de pobres, pero disfrutáis de unas merecidas vacaciones en estos días festivos y a los que me leéis desde el curro porque ni lotería, ni días libres, ni leches, os deseo unas muy felices fiestas. Disfrutad, descansad y coged fuerzas para Nochevieja porque a este 2011 hay que despedirlo como se merece... ¡con una patada en el culo bien gorda!
Pues eso, a pasarlo bien.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!!!!!!!
Etiquetas:
grandes momentos festivos,
las cosas de la vida
martes, 20 de diciembre de 2011
Fantasmas
Fantasmas. Últimamente los veo por todas partes. No están cubiertos con una sábana blanca ni arrastran una gran bola de hierro atada a una cadena con la que hacen ruido al desplazarse. Tienen una pinta normal. Tanto, que parecen reales. Más que tú o que yo. Y dan miedo por eso. Porque fueron reales. O podrían llegar a serlo. Y eso asusta aún más.
Será que ya es casi Navidad y me habrá invadido el espíritu del cuento de Dickens, pero me encuentro con fantasmas a todas horas. Unos vienen de las navidades pasadas, para hacerme retroceder a paginas que ya había pasado. Aparecen con su llave mágica y abren el cuarto oscuro de mi mente en el que guardo las tristezas, las frustraciones y el dolor que aún no he sido capaz de eliminar definitivamente. Todo eso estaba allí, en cajas, preparado para bajarlo al contenedor del olvido infinito en cuanto tuviera fuerzas suficientes. Y llegan los fantasmas de las navidades pasadas, lo revuelven todo y lo dejan esparcido por mi mente, por todas partes. Los cabritos de ellos encuentran hasta lo más escondido, cosas que ni sabía que seguían allí, lo que creía haber echado a la trituradora hace años. Lo encuentran y lo sacan. Y otra vezzzzzzzzz a pasar la aspiradora.
Así que sí, los fantasmas de las navidades pasadas son unos perracos. Pero los de las navidades futuras son peores, porque no tienen una forma ni tamaño determinados. Utilizan tu imaginación, tus temores, para agrandarse, multiplicarse y llegar a todas partes. Los fantasmas del futuro se ríen de ti diciendo: ¿Tienes miedo? Pues haces bien, porque todo lo que hayas pensado es poco para lo que podría pasar.
Para espantar a los monstruos del armario y de debajo de la cama, se llama al Comando de Madres-Atrapa-Monstruos y asunto solucionado. Para deshacerme de estos fantasmas... ¿qué leches hago?
Será que ya es casi Navidad y me habrá invadido el espíritu del cuento de Dickens, pero me encuentro con fantasmas a todas horas. Unos vienen de las navidades pasadas, para hacerme retroceder a paginas que ya había pasado. Aparecen con su llave mágica y abren el cuarto oscuro de mi mente en el que guardo las tristezas, las frustraciones y el dolor que aún no he sido capaz de eliminar definitivamente. Todo eso estaba allí, en cajas, preparado para bajarlo al contenedor del olvido infinito en cuanto tuviera fuerzas suficientes. Y llegan los fantasmas de las navidades pasadas, lo revuelven todo y lo dejan esparcido por mi mente, por todas partes. Los cabritos de ellos encuentran hasta lo más escondido, cosas que ni sabía que seguían allí, lo que creía haber echado a la trituradora hace años. Lo encuentran y lo sacan. Y otra vezzzzzzzzz a pasar la aspiradora.
Así que sí, los fantasmas de las navidades pasadas son unos perracos. Pero los de las navidades futuras son peores, porque no tienen una forma ni tamaño determinados. Utilizan tu imaginación, tus temores, para agrandarse, multiplicarse y llegar a todas partes. Los fantasmas del futuro se ríen de ti diciendo: ¿Tienes miedo? Pues haces bien, porque todo lo que hayas pensado es poco para lo que podría pasar.
Para espantar a los monstruos del armario y de debajo de la cama, se llama al Comando de Madres-Atrapa-Monstruos y asunto solucionado. Para deshacerme de estos fantasmas... ¿qué leches hago?
Etiquetas:
las cosas de la vida,
qué vida más dura
viernes, 16 de diciembre de 2011
Supervitaminas para el coco
Los Speedypadres son superhéroes poderosos como pocos, así que ya os podéis imaginar las enormes habilidades extraordinarias que tiene para luchar contra los villanos. Corren como Flash, saltan más que Spiderman, vuelan mejor que Superman. Tienen todo tipo de poderes increibles, pero si tuviera que elegir uno de ellos sería, sin duda, la fortaleza mental.
En eso son como Rafa Nadal: juegan igual vayan ganando de goleada o les estén dando un baño. Permanecen serenos y devuelven la bola una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, hasta que el supervillano de turno entiende que no van a rendirse. Ni a cansarse. Que pueden seguir peloteando hasta el final de la eternidad.Y entonces los malos empiezan a pensar que ni la conquista del mundo, ni la destrucción de la Humanidad merecen tanto esfuerzo. Lo dan por imposible y se piran. Juego, set y partido.
Yo he heredado esa "capacidad infinita de peloteo", pero le falta un matiz para ser un superpoder completo: los nervios de acero. A mí me afecta la presión. Cuando las cosas empiezan a ponerse feas, vacilo, me ofusco, dudo de mi capacidad. Sigo devolviendo las bolas, una y otra vez, una y otra vez, pero con poca confianza de que pasarán al otro campo. Dejo que mi propia mente me boicotee y mine mi rendimiento. Y así se hace mucho más difícil darle la vuelta a un partido que ha empezado con mal pie. O incluso pueden convertirse en derrotas lo que parecían victorias casi seguras.
Mientras espero que se me desarrolle este superpoder completo (que estoy segura de que lo hará, los genes tiran mucho) aplico a mi coco el consejo de Super Raton:
No olviden supervitaminarse y supermineralizarse.
En eso son como Rafa Nadal: juegan igual vayan ganando de goleada o les estén dando un baño. Permanecen serenos y devuelven la bola una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, hasta que el supervillano de turno entiende que no van a rendirse. Ni a cansarse. Que pueden seguir peloteando hasta el final de la eternidad.Y entonces los malos empiezan a pensar que ni la conquista del mundo, ni la destrucción de la Humanidad merecen tanto esfuerzo. Lo dan por imposible y se piran. Juego, set y partido.
Yo he heredado esa "capacidad infinita de peloteo", pero le falta un matiz para ser un superpoder completo: los nervios de acero. A mí me afecta la presión. Cuando las cosas empiezan a ponerse feas, vacilo, me ofusco, dudo de mi capacidad. Sigo devolviendo las bolas, una y otra vez, una y otra vez, pero con poca confianza de que pasarán al otro campo. Dejo que mi propia mente me boicotee y mine mi rendimiento. Y así se hace mucho más difícil darle la vuelta a un partido que ha empezado con mal pie. O incluso pueden convertirse en derrotas lo que parecían victorias casi seguras.
Mientras espero que se me desarrolle este superpoder completo (que estoy segura de que lo hará, los genes tiran mucho) aplico a mi coco el consejo de Super Raton:
No olviden supervitaminarse y supermineralizarse.
Etiquetas:
chorradas varias,
conceptos básicos
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Chufa
¿Sabéis que falta en esta vida? Chufa. No, la de la horchata no, la de los juegos de los niños pequeños. Ese refugio impenetrable que había en el pilla pilla, en el escondite y en todos los juegos adrenalíticos en general, en los que podías tocar "chufa" y quedar libre de todo peligro. Ese término técnico que emplean los pequeñajos para decir que mientras estén allí, no puedes hacerles nada.
Los Speedysobris me han dicho, además, que las nuevas generaciones han desarrollado y mejorado el concepto de "chufa", y que ahora también tienen "crucis". Eso significa que mientras mantengan los dedos cruzados, el juego se para y no pueden pillarles, ni meterles gol, ni ganarles de ninguna forma. Como un tiempo muerto, pero que cada uno pide cuando le peta. Y parecían tontas las nuevas generaciones cuando las cambiamos por el burro...
Bueno, pues yo quiero eso, pero para la vida en general. Quiero tener una chufa en la que resguardarme de los putadones de tamaño XXL. Y cuando me veo venir una superleche, me gustaría poder decir "crucis", congelar el tiempo y buscar una manera de evitar el faenón. Sería taaaaaaaaaaaan guay.
Sobre todo porque muchas veces, la vida es más cansada que jugar a Polis y Cacos o Pi, pero en cambio nadie puede decir "pi por mí y por todos mis compañeros" y librarnos a todos. Ni puedes coger la pelota sin botar y así ganar vidas para cuando falles, como en Balón Prisionero. Ni es posible "hacer pies" y después de mucho "oro-plata-oro-plata" decir "monta y cabe" y elegir a los compañeros de equipo que crees que garantizarán tu victoria.
Aquí te tienes que buscar la vida tú sólo, aguantando a los que te rodean, que a veces querrán echarte una mano y otras echártela al cuello. Y si fallas, a sanjorobarse, porque aquí no hay vidas de repuesto que valgan. Así que sí, definitivamente, a la vida le hace falta una chufa. ¿Dónde escribo para reclamar una?
Los Speedysobris me han dicho, además, que las nuevas generaciones han desarrollado y mejorado el concepto de "chufa", y que ahora también tienen "crucis". Eso significa que mientras mantengan los dedos cruzados, el juego se para y no pueden pillarles, ni meterles gol, ni ganarles de ninguna forma. Como un tiempo muerto, pero que cada uno pide cuando le peta. Y parecían tontas las nuevas generaciones cuando las cambiamos por el burro...
Bueno, pues yo quiero eso, pero para la vida en general. Quiero tener una chufa en la que resguardarme de los putadones de tamaño XXL. Y cuando me veo venir una superleche, me gustaría poder decir "crucis", congelar el tiempo y buscar una manera de evitar el faenón. Sería taaaaaaaaaaaan guay.
Sobre todo porque muchas veces, la vida es más cansada que jugar a Polis y Cacos o Pi, pero en cambio nadie puede decir "pi por mí y por todos mis compañeros" y librarnos a todos. Ni puedes coger la pelota sin botar y así ganar vidas para cuando falles, como en Balón Prisionero. Ni es posible "hacer pies" y después de mucho "oro-plata-oro-plata" decir "monta y cabe" y elegir a los compañeros de equipo que crees que garantizarán tu victoria.
Aquí te tienes que buscar la vida tú sólo, aguantando a los que te rodean, que a veces querrán echarte una mano y otras echártela al cuello. Y si fallas, a sanjorobarse, porque aquí no hay vidas de repuesto que valgan. Así que sí, definitivamente, a la vida le hace falta una chufa. ¿Dónde escribo para reclamar una?
lunes, 12 de diciembre de 2011
Ligar con imaginación
Dadas las millones y millones de visitas que recibe este blog y los super-trascendentalísimos temas que se tratan por estos lares, no puedo declinar mi obligación de escribir una entrada de servicio público. Para compartir mi infinita sabiduría con el resto de la Humanidad, más que nada. Y qué mejor tema para este especialísimo post que la fuerza que mueve el mundo: el amor. O el sexo, según se mire. Que vamos a hablar de ligoteo, vaya. Así que chicOs, atentos y chicAs, haced vuestras aportaciones, que toda colaboración será bienvenida.
Pues eso, que como ya hablé en su día de las técnicas de ligue que NO funcionan, ahora quiero contaros algunas tácticas que he visto emplear en noches de juerga con resultados medio aceptables. No es que sean grandes ideas, pero por lo menos son originales.
Y es que esa es la clave del éxito, chicos: la sorpresa. Estamos haaaaaaaaaaaarrrrrrrrtas de que nos digáis siempre lo mismo. Los grandes clásicos como "¿estudias o trabajas?", "¿bailas?" o "¿tienes fuego?" puede que le funcionaran al iluminado que se las inventó, pero hace mucho que ya no dan resultados. Lo que dan, más bien, son ganas de huir a la pobre incauta a la que se lo sueltas, que entre bostezo y bostezo , cuando le preguntas "¿vienes mucho por aquí?" lo que le apetece contestarte es : "Siempre que sé que no vas a estar". Como veis, la eficiencia de los clásicos tiende a cero.
Peeeeeeero, con un poquito de imaginación, se pueden hacer versiones de los clásicos que sean más eficaces. Por ejemplo:
-En vez de "¿cómo te llamas?"...
Él.-¿Tenéis nombre?
Ella.-No, si te parece somos 1, 2, y 3
Él.-¡Qué casualidad! Nosotros somos 4 y 5
Bien, aceptable. La entrada es floja y tenía toda la pinta de acabar en fracaso, pero la capacidad de reacción lo arregla. Humor y agilidad mental son buenas cartas de presentación. 4 tuvo premio. No os digo más.
-En vez de "tú y yo hacemos buena pareja"...
Él.-¿Cómo se llama tu amiga?
Ella.-Bárbara
Él.- (A la amiga, claro) Barbie, yo soy tu Kent
Una apuesta arriesgada: o funciona, o se ríen en tu cara por quedar como un completo idiota. En este caso el chiquillo no consiguió gran cosa además de una amigable charla, pero desde luego pasó a la posteridad. 10 años después, a mi amiga Bárbara seguimos saludándola con esa frase. Y lo que le queda, a la pobre.
-En vez de "¿estudias o trabajas?"...
Él.- ¿En qué serie salía el monstruito verde ese que decía "ñam, ñam, Poti, Poti, ñam, ñam"?
Ella.- Ay, sí, donde era... en esa que eran como marionetas, muy feos... ¡En los Aurones!
Él.-Joer, es verdad, minipunto para el equipo de las chicas.
Esto tiene un millón de posibilidades. Si se acuerdan de una serie tan olvidable como Los Aurones, vais a tener muchíiiiiiiiiiiisimo de qué hablar. Si no la recuerdan , pero son de esa quinta (la tuya, quiero decir) pues te quedan miles de planes B: sacar el tema de Los Mosqueperros, La Vuelta al Mundo en 80 días, Isidoro, Calimero... En general, si hay buena disposición por la otra parte, acudir a los referentes infantiles es siempre una buena estrategia. Como mínimo, conversación no os va a faltar. Y una vez que estéis hablando ya depende de tu habilidad, claro...
En fin, yo ahí os dejo algunas ideas. Y espero que las lectorAs aporten en los comentario alguna otra técnica imaginativa que hayan empleado con ellas. Eso sí, lectorEs, por favor, usadlas. Y decidles a vuestros amigos solteros que las utilicen. Un ligoteo más imaginativo nos vendría mejor a todos. Sobre todo a las solteras que estamos haaaaaaaarrrrrrrrrrrtas de los clásicos.
Pues eso, que como ya hablé en su día de las técnicas de ligue que NO funcionan, ahora quiero contaros algunas tácticas que he visto emplear en noches de juerga con resultados medio aceptables. No es que sean grandes ideas, pero por lo menos son originales.
Y es que esa es la clave del éxito, chicos: la sorpresa. Estamos haaaaaaaaaaaarrrrrrrrtas de que nos digáis siempre lo mismo. Los grandes clásicos como "¿estudias o trabajas?", "¿bailas?" o "¿tienes fuego?" puede que le funcionaran al iluminado que se las inventó, pero hace mucho que ya no dan resultados. Lo que dan, más bien, son ganas de huir a la pobre incauta a la que se lo sueltas, que entre bostezo y bostezo , cuando le preguntas "¿vienes mucho por aquí?" lo que le apetece contestarte es : "Siempre que sé que no vas a estar". Como veis, la eficiencia de los clásicos tiende a cero.
Peeeeeeero, con un poquito de imaginación, se pueden hacer versiones de los clásicos que sean más eficaces. Por ejemplo:
-En vez de "¿cómo te llamas?"...
Él.-¿Tenéis nombre?
Ella.-No, si te parece somos 1, 2, y 3
Él.-¡Qué casualidad! Nosotros somos 4 y 5
Bien, aceptable. La entrada es floja y tenía toda la pinta de acabar en fracaso, pero la capacidad de reacción lo arregla. Humor y agilidad mental son buenas cartas de presentación. 4 tuvo premio. No os digo más.
-En vez de "tú y yo hacemos buena pareja"...
Él.-¿Cómo se llama tu amiga?
Ella.-Bárbara
Él.- (A la amiga, claro) Barbie, yo soy tu Kent
Una apuesta arriesgada: o funciona, o se ríen en tu cara por quedar como un completo idiota. En este caso el chiquillo no consiguió gran cosa además de una amigable charla, pero desde luego pasó a la posteridad. 10 años después, a mi amiga Bárbara seguimos saludándola con esa frase. Y lo que le queda, a la pobre.
-En vez de "¿estudias o trabajas?"...
Él.- ¿En qué serie salía el monstruito verde ese que decía "ñam, ñam, Poti, Poti, ñam, ñam"?
Ella.- Ay, sí, donde era... en esa que eran como marionetas, muy feos... ¡En los Aurones!
Él.-Joer, es verdad, minipunto para el equipo de las chicas.
Esto tiene un millón de posibilidades. Si se acuerdan de una serie tan olvidable como Los Aurones, vais a tener muchíiiiiiiiiiiisimo de qué hablar. Si no la recuerdan , pero son de esa quinta (la tuya, quiero decir) pues te quedan miles de planes B: sacar el tema de Los Mosqueperros, La Vuelta al Mundo en 80 días, Isidoro, Calimero... En general, si hay buena disposición por la otra parte, acudir a los referentes infantiles es siempre una buena estrategia. Como mínimo, conversación no os va a faltar. Y una vez que estéis hablando ya depende de tu habilidad, claro...
En fin, yo ahí os dejo algunas ideas. Y espero que las lectorAs aporten en los comentario alguna otra técnica imaginativa que hayan empleado con ellas. Eso sí, lectorEs, por favor, usadlas. Y decidles a vuestros amigos solteros que las utilicen. Un ligoteo más imaginativo nos vendría mejor a todos. Sobre todo a las solteras que estamos haaaaaaaarrrrrrrrrrrtas de los clásicos.
Etiquetas:
amoríos,
chorradas varias,
conceptos básicos
viernes, 9 de diciembre de 2011
La semana Gruyere
Vale, venga, lo voy a confesar, antes de que os enteréis por otros medios y quede aún peor. Yo estos días no he tenido puente. Formo parte de ese reducidísima panda de memos que no ha sido capaz de formarse un acueducto con estos dos festivos colocados estratégicamente (por un ingeniero, seguro) en mitad de la semana. Ni finde-lunes-martes, ni martes-miércoles-jueves, ni jueves-viernes-finde. Nada de nada, oye, que soy una negada en esto de la construcción.
Peeeeeeeeeeeero, todo tiene una parte positiva. He descubierto la Semana Gruyere, que tampoco está nada mal. Por lo menos, tiene unas cuantas ventajas frente a los puentes. Por ejemplo:
-Son ideales para ponerlas a final de año, cuando ya se te ha acabado el presupuesto para viajes y aún no te han pagado la extraordinaria. Si te quedas en casa cuatro días seguidos piensas que los estás desperdiciando, con festivos sueltos... esa sensación desaparece.
-Eliminan las terrrrrrrrrrrribles depresiones domingueras (que explicaron estupendamente JuanRa y su hermano aquí) y que en los puentes se multiplican por mil. En los último momentos de un puente piensas: ¡¡¡¡¡¡¡Noooooooooo, por favorrrrrrrr, nooooooooo, que me arranquen las uñas si quieren, pero no quiero volver a trabajarrrrrrrrr!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡No quierooooooooo!!!!!!! (o a lo mejor una versión más light, si no sois tan exagerados como yo) Después de un festivo raruno de estos, la reacción es más del tipo: "Bueno, trabajé ayer y mañana es fiesta... lo puedo soportar". Lo que me lleva directamente al punto siguiente...
-Mañana es fiesta. Esa es la PRINCIPAL ventaja del la Semana Gruyere, que en los momentos críticos de los días laborales, en la desgarradora lucha que todos libramos para conseguir salir de la cama y levantarnos, se puede aducir este argumento clave: MAÑANA ES FIESTA. A ese clavo ardiendo te agarras desesperadamente, sacas fuerzas de flaqueza y te levantas. Qué remedio.
-La Semana Gruyere es privilegio sólo de unos cuantos (los pocos desafortunados que no han sido capaces de hacer puente), lo que se traduce en poca actividad laboral. Ni los supervillanos tienen ganas de destruir el mundo durante estos acueductos. Y oye, un poco relax de vez en cuando... tampoco viene mal.
Ale, pues eso. Quien no se consuela es porque no quiere. Mañana finde. MENOS MAL.
Peeeeeeeeeeeero, todo tiene una parte positiva. He descubierto la Semana Gruyere, que tampoco está nada mal. Por lo menos, tiene unas cuantas ventajas frente a los puentes. Por ejemplo:
-Son ideales para ponerlas a final de año, cuando ya se te ha acabado el presupuesto para viajes y aún no te han pagado la extraordinaria. Si te quedas en casa cuatro días seguidos piensas que los estás desperdiciando, con festivos sueltos... esa sensación desaparece.
-Eliminan las terrrrrrrrrrrribles depresiones domingueras (que explicaron estupendamente JuanRa y su hermano aquí) y que en los puentes se multiplican por mil. En los último momentos de un puente piensas: ¡¡¡¡¡¡¡Noooooooooo, por favorrrrrrrr, nooooooooo, que me arranquen las uñas si quieren, pero no quiero volver a trabajarrrrrrrrr!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡No quierooooooooo!!!!!!! (o a lo mejor una versión más light, si no sois tan exagerados como yo) Después de un festivo raruno de estos, la reacción es más del tipo: "Bueno, trabajé ayer y mañana es fiesta... lo puedo soportar". Lo que me lleva directamente al punto siguiente...
-Mañana es fiesta. Esa es la PRINCIPAL ventaja del la Semana Gruyere, que en los momentos críticos de los días laborales, en la desgarradora lucha que todos libramos para conseguir salir de la cama y levantarnos, se puede aducir este argumento clave: MAÑANA ES FIESTA. A ese clavo ardiendo te agarras desesperadamente, sacas fuerzas de flaqueza y te levantas. Qué remedio.
-La Semana Gruyere es privilegio sólo de unos cuantos (los pocos desafortunados que no han sido capaces de hacer puente), lo que se traduce en poca actividad laboral. Ni los supervillanos tienen ganas de destruir el mundo durante estos acueductos. Y oye, un poco relax de vez en cuando... tampoco viene mal.
Ale, pues eso. Quien no se consuela es porque no quiere. Mañana finde. MENOS MAL.
Etiquetas:
chorradas varias,
grandes momentos festivos,
infierno laboral
sábado, 3 de diciembre de 2011
De mi para mi por ser yo. Consejos para cuando los necesite
Aprovechando que estoy en un periodo de entreguerras relativamente tranquilo, he decidido escribirme unas normas para los momentos de desesperación tras un ataque masivo. Como entre bomba y bomba se me hace difícil pensar, serenarme y actuar con un poquito de cabeza, me las escribo ya y las cuelgo en la puerta de la nevera y en el blog. Así las podré consultar fuera y dentro de casa cuando más falta me hagan. Son estas:
-No compres lo bollos que sabes que van a mandar tu dieta al carajo. Si no están en el armario, no podrás comértelos. La fuerza de voluntad está muy bien y tal, pero frente a poderes tan intensos como el chocolate... tampoco es cuestión de hacerse la valiente.
-No te metas en sitios de Internet con alta capacidad potencial de darte disgustos de tamaño XXL. Ojos que no ven (y que no leen) corazón que no siente. No, ¿qué haces? ¿qué estás haciendo? ¡Suelta ese ratón! ¡Que lo sueltes he dicho!
-No hagas preguntas cuyas respuestas no quieres oír. Para proporcionarte sufrimiento gratuito y absurdo ya existe la depilación brasileña. Para todo lo demás, Mastercard.
-Si no sabes algo, no lo sabes, no te dediques a inventarte explicaciones a cual más apocalíptica. Es más, una vez que te hayas saltado este consejo (que sé que te lo pasarás por el forro, que ya son muchos años) no elijas la explicación que te deja en peor lugar y la consagres como la verdad absoluta. Insisto, no tienes ni idea.
-Fotos antiguas, correos, cartas, entradas de cine y demás recuerdos de tiempos pasados están guardados a buen recaudo. Ni te molestes en buscarlos, los he escondido yo, jamás los encontrarás hasta que sean inofensivos. Esta recomendación no te las vas a poder pasar por el arco del triunfo, mala suerte.
-Resiste. Esto TAMBIÉN pasará.
-No compres lo bollos que sabes que van a mandar tu dieta al carajo. Si no están en el armario, no podrás comértelos. La fuerza de voluntad está muy bien y tal, pero frente a poderes tan intensos como el chocolate... tampoco es cuestión de hacerse la valiente.
-No te metas en sitios de Internet con alta capacidad potencial de darte disgustos de tamaño XXL. Ojos que no ven (y que no leen) corazón que no siente. No, ¿qué haces? ¿qué estás haciendo? ¡Suelta ese ratón! ¡Que lo sueltes he dicho!
-No hagas preguntas cuyas respuestas no quieres oír. Para proporcionarte sufrimiento gratuito y absurdo ya existe la depilación brasileña. Para todo lo demás, Mastercard.
-Si no sabes algo, no lo sabes, no te dediques a inventarte explicaciones a cual más apocalíptica. Es más, una vez que te hayas saltado este consejo (que sé que te lo pasarás por el forro, que ya son muchos años) no elijas la explicación que te deja en peor lugar y la consagres como la verdad absoluta. Insisto, no tienes ni idea.
-Fotos antiguas, correos, cartas, entradas de cine y demás recuerdos de tiempos pasados están guardados a buen recaudo. Ni te molestes en buscarlos, los he escondido yo, jamás los encontrarás hasta que sean inofensivos. Esta recomendación no te las vas a poder pasar por el arco del triunfo, mala suerte.
-Resiste. Esto TAMBIÉN pasará.
Etiquetas:
las cosas de la vida,
qué vida más dura,
yo misma
jueves, 1 de diciembre de 2011
Mis truquis
Algo bueno. Eso es lo que voy a pedirle a los Reyes Magos estas navidades. Que ocurra algo bueno. Lo que sea. Tal y como está el tema últimamente cualquier cosilla que se les ocurra a Sus Majestades me vendrá de perlas, porque hace un siglo que no me pasa nada guay.
Bueno, no voy a exagerar. Sí que me pasan cosas buenas. Lo que ocurre es que me da la sensación de que me he convertido en el protagonista de Los Viajes de Gulliver y los putadones que me voy encontrando por el camino son del tamaño gigante de Brobdingnag y las cosas positivas que surgen son de talla liliputiense. Y claro, las comparaciones son odiosas.
Soy plenamente consciente de que la vida es requeteperra y que hay que darse con un canto en los dientes si tienes un techo bajo el que vivir, una salud medio-apañada y una familia con la que pelearte amigablemente. Por eso, normalmente, eso hago: saco mi lupa de 16 aumentos y voy tirando con los minipuntos positivos que me encuentro por el camino: un abrazo de alguno de los speedysobris peques, algún comentario estupendérrimo de esos que sabéis hacer los lectores de vez en cuando o una buena sesión de risas en clase de teatro.
Normalmente mi lupa y yo funcionamos bien, pero no os voy a engañar. Como le pasa al chuleras de Superman, mis superpoderes también provienen del Sol. Por eso, cuando no veo rayos solares en muchos días, pierdo fuerzas, me cuesta sostener la lupa y los minipuntos positivos se vuelven diminutos, casi ni se ven.
En momentos como esos, hay que aplicar el plan de urgencia. Si a la vida no le sale del pie mandarme elementos generadores de endorfinas, pues tendré que buscármelos yo. Y para eso tengo mis truquis:
-Hacer ejercicio físico.
Pero a mi manera, que antes se acaba el Mundo que verme a mí corriendo voluntariamente por el parque. Como aún no he encontrado un deporte que me convenza lo suficiente como para practicarlo por gusto, lo que suelo hacer es aplicar sustitutivos. El más completo es una buena sesión de baile en plan locatis. Que si estás ploff al principio tienes tantas ganas de mover el esqueleto como de que te arranquen las uñas. Pero luego la locura se va a apoderando de tu cuerpo... y maaaarchando chute de endorfinas.
-Chocolate.
Caliente, en helado, líquido, en barra, dentro de un bollo... como sea. Soy una adicta, no creo que haya nada más que explicar.
-Pintarme
Porque no hay cosa que me fastidie más que ver a la triste esa que me mira de vez en cuando desde el otro lado del espejo... Pintada me parezco menos a ella. Y cuanto más distintas seamos, mejor que mejor.
-Escribir
Me pasa un poco como con el ejercicio físico, que en los días grises me apetece cero. Pero si empiezas, es como tirar de un hilo. Una frase lleva a otra y a otra... Cuando ya has escrito tres párrafos quieres acabar el texto, y a lo que te das cuenta te has metido tanto en construir algo de cero... que ese rato todos tus problemas te han dado igual. Y piensas: no sería tan grave si esta media hora no he pensado en ello, ¿no?
No sé... a mí estos truquis me sirven. ¿Cuáles tenéis vosotros?
Bueno, no voy a exagerar. Sí que me pasan cosas buenas. Lo que ocurre es que me da la sensación de que me he convertido en el protagonista de Los Viajes de Gulliver y los putadones que me voy encontrando por el camino son del tamaño gigante de Brobdingnag y las cosas positivas que surgen son de talla liliputiense. Y claro, las comparaciones son odiosas.
Soy plenamente consciente de que la vida es requeteperra y que hay que darse con un canto en los dientes si tienes un techo bajo el que vivir, una salud medio-apañada y una familia con la que pelearte amigablemente. Por eso, normalmente, eso hago: saco mi lupa de 16 aumentos y voy tirando con los minipuntos positivos que me encuentro por el camino: un abrazo de alguno de los speedysobris peques, algún comentario estupendérrimo de esos que sabéis hacer los lectores de vez en cuando o una buena sesión de risas en clase de teatro.
Normalmente mi lupa y yo funcionamos bien, pero no os voy a engañar. Como le pasa al chuleras de Superman, mis superpoderes también provienen del Sol. Por eso, cuando no veo rayos solares en muchos días, pierdo fuerzas, me cuesta sostener la lupa y los minipuntos positivos se vuelven diminutos, casi ni se ven.
En momentos como esos, hay que aplicar el plan de urgencia. Si a la vida no le sale del pie mandarme elementos generadores de endorfinas, pues tendré que buscármelos yo. Y para eso tengo mis truquis:
-Hacer ejercicio físico.
Pero a mi manera, que antes se acaba el Mundo que verme a mí corriendo voluntariamente por el parque. Como aún no he encontrado un deporte que me convenza lo suficiente como para practicarlo por gusto, lo que suelo hacer es aplicar sustitutivos. El más completo es una buena sesión de baile en plan locatis. Que si estás ploff al principio tienes tantas ganas de mover el esqueleto como de que te arranquen las uñas. Pero luego la locura se va a apoderando de tu cuerpo... y maaaarchando chute de endorfinas.
-Chocolate.
Caliente, en helado, líquido, en barra, dentro de un bollo... como sea. Soy una adicta, no creo que haya nada más que explicar.
-Pintarme
Porque no hay cosa que me fastidie más que ver a la triste esa que me mira de vez en cuando desde el otro lado del espejo... Pintada me parezco menos a ella. Y cuanto más distintas seamos, mejor que mejor.
-Escribir
Me pasa un poco como con el ejercicio físico, que en los días grises me apetece cero. Pero si empiezas, es como tirar de un hilo. Una frase lleva a otra y a otra... Cuando ya has escrito tres párrafos quieres acabar el texto, y a lo que te das cuenta te has metido tanto en construir algo de cero... que ese rato todos tus problemas te han dado igual. Y piensas: no sería tan grave si esta media hora no he pensado en ello, ¿no?
No sé... a mí estos truquis me sirven. ¿Cuáles tenéis vosotros?
martes, 29 de noviembre de 2011
Pensamientos mañaneros
PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI!!!!!!!!!!
No puede ser real. ¿Ya es de día? Pero si acabo de cerrar los ojos.... Pufffff, no me puedo levantar ni de coña... Bah, si ahora que me acuerdo el despertador va 10 minutos adelantado, aún me quedan 10 minutos más...
Vale, me he quedado frita, hace media hora que me debería haber levantado. Bueno, pues no me lavo el pelo como tenía pensado y 5 minutos más en el catre. La coleta es la mejor amiga de una superheroína despeinada...
Upss, que despiste, me he vuelto a quedar roque... Bueno, pues no me pinto, si total, en el curro nos tenemos ya todos muy vistos y no creo que este martes de la vida sea el día en que me cruzo con Almodóvar por la calle y me descubre como su nueva actriz fetiche. Y además, no voy a dejar ahora a Penélope sin curro, que acaba de ser madre...
¡Pero qué frío! ¿En qué país medianamente civilizado hay que levantarse y salir a la calle con esta rasca? Si es que... ¡menuda panda de ilumnados están hechos los cerebritos de la NASA! Menos investigar la vida en Marte y más avanzar en el control de la climatología, que estos fríos polares de repente no son de recibo. Si hubiera un partido político que garantizara temperaturas primaverales todo el año yo lo votaría... Igual hasta lo fundo yo... siempre y cuando NO tenga que levantarme de esta cama, claro.
No quiero levantarmeeeeeeee!!!!!! No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero!
Si es que pensándolo bien, me puedo quedar durmiendo, tampoco tengo que hacer nada importante hoy. Bueno, sí, vale, igual debería defender a la Humanidad y proteger al Mundo de los supervillanos y esas cosas... Pero bueno, que tampoco hay tantos peligros que acechen. Yo creo que deberíamos establecer turnos regulados, que si no unos nos matamos a currar y otros listillos como Superman escurren el bulto que da gusto. En la próxima reunión de superhéroes lo voy a proponer, que ya vale de tanto jeta, hombre ya...
Pero, pero, pero, pero... ¿¿¿¿¿¿¿ya es esta hora???????? ¿¿¿¿¿Cómo puede ser???? ¿¿¿¿¿¿¿ En qué se me ha ido el tiempo???????
Una cosa tengo que decir en mi defensa...
¡¡¡¡ODIO LA P*** ODIOSA NIEBLA!!!!!!!
No puede ser real. ¿Ya es de día? Pero si acabo de cerrar los ojos.... Pufffff, no me puedo levantar ni de coña... Bah, si ahora que me acuerdo el despertador va 10 minutos adelantado, aún me quedan 10 minutos más...
Vale, me he quedado frita, hace media hora que me debería haber levantado. Bueno, pues no me lavo el pelo como tenía pensado y 5 minutos más en el catre. La coleta es la mejor amiga de una superheroína despeinada...
Upss, que despiste, me he vuelto a quedar roque... Bueno, pues no me pinto, si total, en el curro nos tenemos ya todos muy vistos y no creo que este martes de la vida sea el día en que me cruzo con Almodóvar por la calle y me descubre como su nueva actriz fetiche. Y además, no voy a dejar ahora a Penélope sin curro, que acaba de ser madre...
¡Pero qué frío! ¿En qué país medianamente civilizado hay que levantarse y salir a la calle con esta rasca? Si es que... ¡menuda panda de ilumnados están hechos los cerebritos de la NASA! Menos investigar la vida en Marte y más avanzar en el control de la climatología, que estos fríos polares de repente no son de recibo. Si hubiera un partido político que garantizara temperaturas primaverales todo el año yo lo votaría... Igual hasta lo fundo yo... siempre y cuando NO tenga que levantarme de esta cama, claro.
No quiero levantarmeeeeeeee!!!!!! No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero!
Si es que pensándolo bien, me puedo quedar durmiendo, tampoco tengo que hacer nada importante hoy. Bueno, sí, vale, igual debería defender a la Humanidad y proteger al Mundo de los supervillanos y esas cosas... Pero bueno, que tampoco hay tantos peligros que acechen. Yo creo que deberíamos establecer turnos regulados, que si no unos nos matamos a currar y otros listillos como Superman escurren el bulto que da gusto. En la próxima reunión de superhéroes lo voy a proponer, que ya vale de tanto jeta, hombre ya...
Pero, pero, pero, pero... ¿¿¿¿¿¿¿ya es esta hora???????? ¿¿¿¿¿Cómo puede ser???? ¿¿¿¿¿¿¿ En qué se me ha ido el tiempo???????
Una cosa tengo que decir en mi defensa...
¡¡¡¡ODIO LA P*** ODIOSA NIEBLA!!!!!!!
domingo, 27 de noviembre de 2011
El año de los idiomas
En el calendario chino, este 2011 es el año del conejo. En mi vida caótica e impredecible, este curso que ha comenzado en septiembre podríamos llamarlo el año de los idiomas, más que nada porque me he metido en una enorme cantidad de jardines lingüísticos de los que no tengo muy claro como voy a salir. De momento ahí estamos, luchándolo.
Primero se me ocurrió la brillante idea de apuntarme a aprender alemán. A los 10 minutos de la primera clase ya me estaba arrepintiendo, pero como no me gusta dejar las cosas a medias, allí me tenéis, dos días a la semana, dándolo todo. Llevo dos meses y mis conocimientos podrían resumirse en hola, adiós, por favor, gracias, hacer las presentaciones protocolarias y conjugar el verbo ser y haber en presente. Y en alemán, claro. Como podéis ver, voy a velocidad de crucero. No os digo más que tengo un compañero en clase que es italiano, no domina del todo el español en el que se imparte la materia y ya empieza a sacarme ventaja... Que soy un as germano, vaya, ya lo veis.
Bueno, pues no contenta con mis grandes progresos en alemán, decidí completar mi curriculum lingüístico aprendiendo japonés. Llevo dos clases y por ahora sólo tengo un cosa que deciros sobre esto: MADRE-DEL-AMOR-HERMOSO.
Pero, pero, pero, pero... ¿esto qué es? ¿Una lengua o una tomadura de pelo? Es que no sé ni por dónde empezar a quejarme. Para empezar tienen un alfabeto distinto. Me parece bien, son el país del Sol Naciente, qué menos que inventarse sus propias letras. Pero es que utilizan la tira de escrituras distintas. Uno de ellos es el hiragana, para las palabras de origen japonés, que no equivale a nuestros sonidos individuales, sino a la combinación de varios que se parecen a algunas de nuestras sílabas, pero que no siguen ningún orden lógico ni suenan del todo igual. Cada uno de estos símbolos está formado por hasta cuatro trazos que hay que dibujar en un orden determinado. Lo que viene siendo un auténtico horror para aprendérselo, vamos.
Además del hiragana, los simpáticos nipones escriben en katakana, que es otro silabario y en kanji, que son pictogramas que transmiten conceptos, y en cuyo maravilloso mundo aún no he tenido la suerte de introducirme (y miedo me da, además). Los números tampoco tienen que ver con los nuestros. En vez de contar en miles y millones dividiendo las cifras cada tres ceros (1.000= mil, 1.000.000= 1 millón) ellos empiezan a dividir de atrás adelante y cada cuatro cifras. ¿Por qué? Ni idea. Pero es un follón que te cagas. Y además larguíiiiiiiiiiiiisimo de leer. Para decir que tiene 253 millones 420mil lo que sea, te puedes pegar hablando dos minutos. Que cuando terminas ya no te acuerdas de a qué venía el número este. El horror, vaya.
Con las dos clases que llevo, poco más me ha dado tiempo a descubrir, pero me huelo que las conjugaciones de los verbos no van a tener nada que ver con las españolas, ni las estructuras para construir las frases se van a aparecer a las nuestras, ni el vocabulario va a haber por donde cogerlo. Que la cosa no puede sino empeorar, ya lo estoy viendo.
Así que no me queda otra que aplicar la fórmula secreta que me dio el mejor profe de inglés que he tenido. Después de varios cates en el examen de último curso, nos dijo con todo el cariño del mundo:
-Desengañaos. La única forma de ser bilingüe de cualquier idioma es buscarse un novio nativo del país en el que se hable la lengua que queráis aprender.
Así que nada... ahora sólo me queda buscarme un ligue alemán y otro japonés, y se acabaron mis problemas. Lo que no sé es de dónde voy a sacar el tiempo para tanta actividad emocional. Pero bueno, todo sea por los idiomas.
Primero se me ocurrió la brillante idea de apuntarme a aprender alemán. A los 10 minutos de la primera clase ya me estaba arrepintiendo, pero como no me gusta dejar las cosas a medias, allí me tenéis, dos días a la semana, dándolo todo. Llevo dos meses y mis conocimientos podrían resumirse en hola, adiós, por favor, gracias, hacer las presentaciones protocolarias y conjugar el verbo ser y haber en presente. Y en alemán, claro. Como podéis ver, voy a velocidad de crucero. No os digo más que tengo un compañero en clase que es italiano, no domina del todo el español en el que se imparte la materia y ya empieza a sacarme ventaja... Que soy un as germano, vaya, ya lo veis.
Bueno, pues no contenta con mis grandes progresos en alemán, decidí completar mi curriculum lingüístico aprendiendo japonés. Llevo dos clases y por ahora sólo tengo un cosa que deciros sobre esto: MADRE-DEL-AMOR-HERMOSO.
Pero, pero, pero, pero... ¿esto qué es? ¿Una lengua o una tomadura de pelo? Es que no sé ni por dónde empezar a quejarme. Para empezar tienen un alfabeto distinto. Me parece bien, son el país del Sol Naciente, qué menos que inventarse sus propias letras. Pero es que utilizan la tira de escrituras distintas. Uno de ellos es el hiragana, para las palabras de origen japonés, que no equivale a nuestros sonidos individuales, sino a la combinación de varios que se parecen a algunas de nuestras sílabas, pero que no siguen ningún orden lógico ni suenan del todo igual. Cada uno de estos símbolos está formado por hasta cuatro trazos que hay que dibujar en un orden determinado. Lo que viene siendo un auténtico horror para aprendérselo, vamos.
Además del hiragana, los simpáticos nipones escriben en katakana, que es otro silabario y en kanji, que son pictogramas que transmiten conceptos, y en cuyo maravilloso mundo aún no he tenido la suerte de introducirme (y miedo me da, además). Los números tampoco tienen que ver con los nuestros. En vez de contar en miles y millones dividiendo las cifras cada tres ceros (1.000= mil, 1.000.000= 1 millón) ellos empiezan a dividir de atrás adelante y cada cuatro cifras. ¿Por qué? Ni idea. Pero es un follón que te cagas. Y además larguíiiiiiiiiiiiisimo de leer. Para decir que tiene 253 millones 420mil lo que sea, te puedes pegar hablando dos minutos. Que cuando terminas ya no te acuerdas de a qué venía el número este. El horror, vaya.
Con las dos clases que llevo, poco más me ha dado tiempo a descubrir, pero me huelo que las conjugaciones de los verbos no van a tener nada que ver con las españolas, ni las estructuras para construir las frases se van a aparecer a las nuestras, ni el vocabulario va a haber por donde cogerlo. Que la cosa no puede sino empeorar, ya lo estoy viendo.
Así que no me queda otra que aplicar la fórmula secreta que me dio el mejor profe de inglés que he tenido. Después de varios cates en el examen de último curso, nos dijo con todo el cariño del mundo:
-Desengañaos. La única forma de ser bilingüe de cualquier idioma es buscarse un novio nativo del país en el que se hable la lengua que queráis aprender.
Así que nada... ahora sólo me queda buscarme un ligue alemán y otro japonés, y se acabaron mis problemas. Lo que no sé es de dónde voy a sacar el tiempo para tanta actividad emocional. Pero bueno, todo sea por los idiomas.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Maneras de perder el tiempo
Sin duda, una de las frases que más repito en mi vida es, "¿pero ya es tan tarde?" No sé qué hago, pero siempre se me echa el tiempo encima, parece que mi día no tiene suficientes horas para hacer todo lo que me gustaría. No llego a leer todos los libros que tengo pendientes, ni a ver todas las pelis que me apetecen ni a escuchar toda la música que me mola.
El caso es que yo veo por ahí que muchos tienen familia, niños pequeños y curro a tope y aún así leen a toneladas, escriben sin descanso, hacen viajes, organizan fiestas y todo lo que se le ponga por delante. Esto de que al resto de la gente la vida les cunda tanto y a mí no me tenía un poco mosca, así me paré a pensar en qué pierdo yo mi tiempo, para que siempre me falte. Y el caso es que me han salido una cuantas cosas:
-Me encanta andar, lo cual es una costumbre muy sana pero poco efectiva. La mayoría de las veces prefiero ir a pata a cualquier sitio antes que coger un autobús que no me acerque de puerta a puerta. Esto suele requerir 15 minutos más por trayecto, lo que no es mucho por sí solo, pero cuarto de hora, más cuarto de hora, más cuarto de hora durante el resto de mi vida... pues eso, haced cuentas.
-Me encaaaaaaaaaaaaanta hablar, muchísimo. Bueno, voy a matizar. Lo que realmente me gusta es participar en una buena conversación y esto sí que colapsa mi vida, porque no tengo medida. Ni os cuento la de clases de los estudios de contadora que me salté por quedarme charlando y la de noches en las que se me han hecho las cinco de la mañana pegando la hebra con alguien interesante. Los cafés con mis amigos (la mayoría de los cuales son la horma de mi zapato, como podéis imaginar) se alargan hasta el infinito y la tira de veces nos levantamos de la sobremesa de una comida porque los del restaurante al que hemos ido tienen que poner el turno de cena. Así de triste como os lo cuento.
-Me encanta releer, disfrutar de nuevo de libros que me fliparon en su momento. Y sí, soy consciente de que eso me quita tiempo para que nuevos libros igual de molones (o más) entren en mi vida, pero es que no lo puedo evitar... ¿Qué hay más chulo que leer algo guay? Ah, sí, claro, escribir. Lo que me lleva directamente al punto siguiente.
-Me encanta escribir, ya os lo he contado. Y por si no tuviera suficiente con las tontadas que escribo para mí, ahora se me ha ocurrido abrirme este blog, que se ha adueñado del 90% de mi tiempo libre. Entre leeros a vosotros, comentar, responder vuestros comentarios y perpetrar mis propias chorradas se me van las horas muertas (y casi todas las demás). La speedyfamily, que no sabe lo que es un blog ni por asomo, siempre me pregunta qué hago tanto tiempo delante del ordenador. Y para no meterme en jardines yo siempre les contesto: "No sé, cosas..."
-Me encantan toda clases de absurdeces. Así, en general. Me interesa todo y esto también es mi perdición, porque quien mucho abarca, poco aprieta y al final no me especializo en nada. Lo mismo hago rafting, que un curso de piragüismo, que un bautismo de buceo, que un taller literario, que un curso de improvisación, que un cursillo de globoflexia, que doy clases de cuentacuentos, que participo en un certamen de teatro, que me inicio al parapente o hago de extra en un corto.
Mi última locura es empezar a aprender japonés. Speedysister Peque ya está acostumbrada a mis absurdeces varias y aún así cuando comenté mis intenciones durante la última comida familiar, soltó: "A ver, estamos muchos adultos en esta mesa, que alguien convenza a Speedy para que no se apunte a japonés. Que emplee su tiempo en algo más útil".
Así que, pensándolo bien, igual sí que pierdo mucho el tiempo. Pero bueno, ya veis que de casi todas mis absurdeces saco una entrada para este blog (la de las primeras clases de japonés está al caer). Algo es algo
El caso es que yo veo por ahí que muchos tienen familia, niños pequeños y curro a tope y aún así leen a toneladas, escriben sin descanso, hacen viajes, organizan fiestas y todo lo que se le ponga por delante. Esto de que al resto de la gente la vida les cunda tanto y a mí no me tenía un poco mosca, así me paré a pensar en qué pierdo yo mi tiempo, para que siempre me falte. Y el caso es que me han salido una cuantas cosas:
-Me encanta andar, lo cual es una costumbre muy sana pero poco efectiva. La mayoría de las veces prefiero ir a pata a cualquier sitio antes que coger un autobús que no me acerque de puerta a puerta. Esto suele requerir 15 minutos más por trayecto, lo que no es mucho por sí solo, pero cuarto de hora, más cuarto de hora, más cuarto de hora durante el resto de mi vida... pues eso, haced cuentas.
-Me encaaaaaaaaaaaaanta hablar, muchísimo. Bueno, voy a matizar. Lo que realmente me gusta es participar en una buena conversación y esto sí que colapsa mi vida, porque no tengo medida. Ni os cuento la de clases de los estudios de contadora que me salté por quedarme charlando y la de noches en las que se me han hecho las cinco de la mañana pegando la hebra con alguien interesante. Los cafés con mis amigos (la mayoría de los cuales son la horma de mi zapato, como podéis imaginar) se alargan hasta el infinito y la tira de veces nos levantamos de la sobremesa de una comida porque los del restaurante al que hemos ido tienen que poner el turno de cena. Así de triste como os lo cuento.
-Me encanta releer, disfrutar de nuevo de libros que me fliparon en su momento. Y sí, soy consciente de que eso me quita tiempo para que nuevos libros igual de molones (o más) entren en mi vida, pero es que no lo puedo evitar... ¿Qué hay más chulo que leer algo guay? Ah, sí, claro, escribir. Lo que me lleva directamente al punto siguiente.
-Me encanta escribir, ya os lo he contado. Y por si no tuviera suficiente con las tontadas que escribo para mí, ahora se me ha ocurrido abrirme este blog, que se ha adueñado del 90% de mi tiempo libre. Entre leeros a vosotros, comentar, responder vuestros comentarios y perpetrar mis propias chorradas se me van las horas muertas (y casi todas las demás). La speedyfamily, que no sabe lo que es un blog ni por asomo, siempre me pregunta qué hago tanto tiempo delante del ordenador. Y para no meterme en jardines yo siempre les contesto: "No sé, cosas..."
-Me encantan toda clases de absurdeces. Así, en general. Me interesa todo y esto también es mi perdición, porque quien mucho abarca, poco aprieta y al final no me especializo en nada. Lo mismo hago rafting, que un curso de piragüismo, que un bautismo de buceo, que un taller literario, que un curso de improvisación, que un cursillo de globoflexia, que doy clases de cuentacuentos, que participo en un certamen de teatro, que me inicio al parapente o hago de extra en un corto.
Mi última locura es empezar a aprender japonés. Speedysister Peque ya está acostumbrada a mis absurdeces varias y aún así cuando comenté mis intenciones durante la última comida familiar, soltó: "A ver, estamos muchos adultos en esta mesa, que alguien convenza a Speedy para que no se apunte a japonés. Que emplee su tiempo en algo más útil".
Así que, pensándolo bien, igual sí que pierdo mucho el tiempo. Pero bueno, ya veis que de casi todas mis absurdeces saco una entrada para este blog (la de las primeras clases de japonés está al caer). Algo es algo
lunes, 21 de noviembre de 2011
Cosas blogueriles que nunca dejarán de sorprenderme
Recuerdo que cuando abrí el blog había un montón de cosas del mundo bloguero que me dejaban alucinada. Pensé que con el tiempo me acostumbraría, pero ya llevo año y medio escribiendo chorradas por estos lares y sigo flipando con casi todo. Por ejemplo:
-Me quedo ESTUPEFACTA cuando entro en un blog por primera vez y leo una entrada prácticamente idéntica a una que a mí me rondaba por la cabeza. La misma idea, la misma estructura, el mismo desarrollo. Y no me ha pasado con temas recurrentes como que España ha ganado el Mundial o las próximas elecciones, sino con alguna de las absurdeces que se me ocurren, que son muy, pero que muy absurdas. Cuando pasa algo así, pienso: "No te conozco autor/a de este blog, pero nos llevaríamos bien. Estás tan mal de la cabeza como yo".
-Tampoco me termino de acostumbrar a los caminos inescrutables de Internet, es decir, a las carambolas imposibles por las que alguien termina llegando a mi riconcito de la blogoesfera. Esas búsqueda fortuitas que traen a internautas por casualidad o esos saltos de blog en blog que se convierten en lectores habituales. Me gusta descubrir de donde ha venido la gente, es como ser una Agatha Christie de andar por casa. Cuando veo un comentario en algún blog que tenemos en común, o mi link en algún sitio del que es seguidor/a pienso: "Elemental, querido Watson"
-Otra cosa flipante es lo adictivo que puede llegar a ser escribir por estos lares. Estar un mes disfrutando de unas merecidas vacaciones sin conexión a Internet y pensar de vez en cuando, "qué triste y solo está mi blog" y a todas horas "esto tiene un post, y esto y esto... y esto también tiene un post". Despertarte a las tres de la mañana con una idea clarísima para una entrada, estar a punto de levantarte a apuntarla, no hacerlo y a la mañana siguiente, cagarte en todo porque no te acuerdas.
-Me sorprende también muchísimo releerme a mí misma y pensar, "¿pero cómo se me ocurrió esta chorrada?" o ver que en una entrada del 13 de marzo pensaba que algo era blanco y saber que 10 días después creía que eso mismo era negro, porque la vida había dado un giro de esos inesperados y guays. Y pensar "igual mañana toca otro giro guay".
-Pero sin duda lo que más me alucina son los lazos que crea leer habitualmente a alguien. No los conoces, no has hablado nunca con ellos, no sabes si son lo que escriben o se han inventado un personaje. Puede que ellos no sepan que existes, porque nunca han entrado en tu blog. Pero los sientes cercanos. Te dan pena cuando están agobiadísimos con exámenes y te alegras cuando les notas tan contentos con ese nuevo amor. Te da la sensación de que has jugado con sus hijos, porque te han contado mil veces sus ocurrencias o te gustaría acompañarles en su curro, que les hace viajar a un montón de sitios guays. Aceptas sus sugerencias musicales y de lecturas, porque has podido comprobar que tiene buen criterio y flipas con que escriban tan requete-bien y con que, a veces, te toquen el corazón con las palabras. Así, sin conocerte.
Yo alucino. No sé vosotros.
-Me quedo ESTUPEFACTA cuando entro en un blog por primera vez y leo una entrada prácticamente idéntica a una que a mí me rondaba por la cabeza. La misma idea, la misma estructura, el mismo desarrollo. Y no me ha pasado con temas recurrentes como que España ha ganado el Mundial o las próximas elecciones, sino con alguna de las absurdeces que se me ocurren, que son muy, pero que muy absurdas. Cuando pasa algo así, pienso: "No te conozco autor/a de este blog, pero nos llevaríamos bien. Estás tan mal de la cabeza como yo".
-Tampoco me termino de acostumbrar a los caminos inescrutables de Internet, es decir, a las carambolas imposibles por las que alguien termina llegando a mi riconcito de la blogoesfera. Esas búsqueda fortuitas que traen a internautas por casualidad o esos saltos de blog en blog que se convierten en lectores habituales. Me gusta descubrir de donde ha venido la gente, es como ser una Agatha Christie de andar por casa. Cuando veo un comentario en algún blog que tenemos en común, o mi link en algún sitio del que es seguidor/a pienso: "Elemental, querido Watson"
-Otra cosa flipante es lo adictivo que puede llegar a ser escribir por estos lares. Estar un mes disfrutando de unas merecidas vacaciones sin conexión a Internet y pensar de vez en cuando, "qué triste y solo está mi blog" y a todas horas "esto tiene un post, y esto y esto... y esto también tiene un post". Despertarte a las tres de la mañana con una idea clarísima para una entrada, estar a punto de levantarte a apuntarla, no hacerlo y a la mañana siguiente, cagarte en todo porque no te acuerdas.
-Me sorprende también muchísimo releerme a mí misma y pensar, "¿pero cómo se me ocurrió esta chorrada?" o ver que en una entrada del 13 de marzo pensaba que algo era blanco y saber que 10 días después creía que eso mismo era negro, porque la vida había dado un giro de esos inesperados y guays. Y pensar "igual mañana toca otro giro guay".
-Pero sin duda lo que más me alucina son los lazos que crea leer habitualmente a alguien. No los conoces, no has hablado nunca con ellos, no sabes si son lo que escriben o se han inventado un personaje. Puede que ellos no sepan que existes, porque nunca han entrado en tu blog. Pero los sientes cercanos. Te dan pena cuando están agobiadísimos con exámenes y te alegras cuando les notas tan contentos con ese nuevo amor. Te da la sensación de que has jugado con sus hijos, porque te han contado mil veces sus ocurrencias o te gustaría acompañarles en su curro, que les hace viajar a un montón de sitios guays. Aceptas sus sugerencias musicales y de lecturas, porque has podido comprobar que tiene buen criterio y flipas con que escriban tan requete-bien y con que, a veces, te toquen el corazón con las palabras. Así, sin conocerte.
Yo alucino. No sé vosotros.
Etiquetas:
ver para creer,
Yo es que alucino con todo
jueves, 17 de noviembre de 2011
Mi chico test
A juzgar por los comentariasta habituales, éste es un blog de chicas. Vamos, que los que os pasáis por aquí de forma más o menos regular pertenecéis al género femenino. Esto no quiere decir que no haya por estos lares lectorEs estupendísimos que están manteniendo el pabellón masculino bien alto. Chicos, sois pocos, pero buenos, ¡no os rindáis!
(Iba a meter en esta categoría a Natalie Portman, pero creo que se ajuste exactamente, tiene pinta de más interesante, ¿no?)
3.-CATEGORÍA MORENAZAS
Pues eso... los superpibones de pelo negrísimo y piel oscura: Halle Berry, Salma Hayek, Catherine Zeta Jones... (bueno, esta no tiene piel oscura, pero aceptamos pulpo como animal de compañía, ¿no?) Las que parece que en vez de mirarte, te escanean y que en cualquier momento te pueden soltar una perla del estilo: "Mira, guapito de cara, conmigo no juegues porque te corto las pelotas y las pongo de adorno en mi árbol de navidad, muñeco".
4.-CATEGORÍA SCARLETT JOHANSSON
¿Qué os voy a contar de ésta que no sepáis? Pues que iba a llamar a la categoría sexo, con eso os lo digo todo. Las típicas chicas que tienen pinta de querer guerra a todas horas. Da la sensación de que les va a apetecer hacerlo en un probador de una tienda, en el servicio de casa de tus padres, encima de la lavadora, por la noche, por la mañana, en verano, en invierno... en fin, el sueño de todo hombre. Y antes de que TOOOOOOOODOS os decidáis por esta categoría, aclaro que ellas "tienen pinta de que vayan a querer eso", no que les vaya a apetecer realmente. Que las apariencias engañan, compañeros....
Bueno, pues es vuestro turno, valientes. Salid de las sombras y votad por vuestra categoría preferida, que tengo curiosidad por saber qué tipo de lectorEs tiene este blog. Y por supuesto, chicAs, espero también vuestra experta opinión femenina. ¡FALTARÍA MÁS!
Y a pesar de tener este panorama... creo que me la voy a jugar. Porque el Statcounter me chiva que hay mucho visitante anónimo que lee mis chorradas sin decir nada, y por estadística, alguno de esos tendrá que ser hombre, digo yo. Así que, por si suena la flauta y hay suficiente público objetivo, voy a plantearos mi chico-test. Y vosotros os preguntaréis, ¿qué nueva tontada se ha inventado Speedy? Y yo os contesto.
Mi chico-test era un cuestionario pseudopsicológico/físico que hace millones de años yo le hacía a todos los maromos que se me ponían a tiro. El chico-test se basaba en la creencia absurda de que hay cuatro tipos de chicas muy distintos, que se distinguían por la clase de belleza que tuvieran las chicas en cuestión. Juzgando por la apariencia externa yo establecía 4 categorías de féminas y luego le preguntaba al maromo cuál prefería. Y según lo que respondiera el pobre que estaba sufriendo el test, yo sacaba conclusiones sobre él. Todo muy científico, vamos, ya lo veis.
Y como me he explicado de pena y no habréis pillado nada, lo mejor es que os ponga ejemplos de cada categoría y elijáis. Así matamos dos pájaros de un tiro, entendéis el concepto y saco conclusiones sobre vosotros. (¡JA! Y parecía tonta cuando me cambiasteis por el burro, ¿eh? ;P)
1.-CATEGORÍA JULIA ROBERTS
Este tipo de chica es inconfundible. No son pibones, pero son las típicas tías con melena de leona siempre armoniosamente despeinada para un estilismo capilar perfecto. Parece que se han puesto lo primero que han encontrado en el armario, pero lo llevan de una forma que podrían ir con vaqueros a una boda de etiqueta y tampoco desentonarían demasiado. Tienen permanentemente cara de haber puesto una chincheta en la silla del profesor y aunque no las hayas oído reír nunca, te da la sensación de que tienen una carcajada super escandalosa. No sé a quién más poner de ejemplo para esta categoría... quizá a Anne Hathaway, pero es un poco pava de más para incluirla.
Este tipo de chica es inconfundible. No son pibones, pero son las típicas tías con melena de leona siempre armoniosamente despeinada para un estilismo capilar perfecto. Parece que se han puesto lo primero que han encontrado en el armario, pero lo llevan de una forma que podrían ir con vaqueros a una boda de etiqueta y tampoco desentonarían demasiado. Tienen permanentemente cara de haber puesto una chincheta en la silla del profesor y aunque no las hayas oído reír nunca, te da la sensación de que tienen una carcajada super escandalosa. No sé a quién más poner de ejemplo para esta categoría... quizá a Anne Hathaway, pero es un poco pava de más para incluirla.
2.-CATEGORÍA MEG RYAN
Aquí entran todas las chicas con cara de buenas y con pinta de no haber roto un plato en su vida, tipo Sandra Bullock, Gwyneth Paltrow, la pánfila de Crepúsculo... Son guapas, pero como puede serlo tu vecina de enfrente, no una actriz de cine. No te las imaginas copiando en un examen, ni rayando el espejo del ascensor, ni dándole una mini-colleja a nadie. Tampoco dan el perfil de ser las personas con las que vas a vivir las aventuras más emocionantes del mundo, pero son taaaaaaaaaaaaan monassssssssssss.(Iba a meter en esta categoría a Natalie Portman, pero creo que se ajuste exactamente, tiene pinta de más interesante, ¿no?)
3.-CATEGORÍA MORENAZAS
Pues eso... los superpibones de pelo negrísimo y piel oscura: Halle Berry, Salma Hayek, Catherine Zeta Jones... (bueno, esta no tiene piel oscura, pero aceptamos pulpo como animal de compañía, ¿no?) Las que parece que en vez de mirarte, te escanean y que en cualquier momento te pueden soltar una perla del estilo: "Mira, guapito de cara, conmigo no juegues porque te corto las pelotas y las pongo de adorno en mi árbol de navidad, muñeco".
4.-CATEGORÍA SCARLETT JOHANSSON
¿Qué os voy a contar de ésta que no sepáis? Pues que iba a llamar a la categoría sexo, con eso os lo digo todo. Las típicas chicas que tienen pinta de querer guerra a todas horas. Da la sensación de que les va a apetecer hacerlo en un probador de una tienda, en el servicio de casa de tus padres, encima de la lavadora, por la noche, por la mañana, en verano, en invierno... en fin, el sueño de todo hombre. Y antes de que TOOOOOOOODOS os decidáis por esta categoría, aclaro que ellas "tienen pinta de que vayan a querer eso", no que les vaya a apetecer realmente. Que las apariencias engañan, compañeros....
Bueno, pues es vuestro turno, valientes. Salid de las sombras y votad por vuestra categoría preferida, que tengo curiosidad por saber qué tipo de lectorEs tiene este blog. Y por supuesto, chicAs, espero también vuestra experta opinión femenina. ¡FALTARÍA MÁS!
Etiquetas:
amoríos,
chorradas varias,
conceptos básicos
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Gabinete de crisis
El otro día asistí a un gabinete de crisis. No soy experta militar de las Fuerzas Armadas, ni científica nuclear, ni un cerebrito de la NASA, ni estratega política, así que ya podréis suponer que no me reuní con Obama para decidir sobre un conflicto internacional.
El gabinete era más de andar por casa y el conflicto tenía que ver, como no, con hombres. Una superheroína de mi panda está metida en una mala racha sentimental digna de aparecer en el libro de los Records Guiness. Si la teoría del reparto equitativo de Gili***** establece que todos deberíamos cruzarnos con un número similar de capullos en esta vida, está claro que a ella le han endosado los correspondientes a la mitad de la población mundial, por lo menos. Es increíble la colección de cabritos con los que ha tenido que lidiar últimamente.
Y a eso venía precisamente el gabinete de crisis, a sacarla de esa espiral infinita en la que parece estar metida. Y como toda buena reunión de estrategia, empezó con un análisis de la situación en forma de brain storming.
-Pues a ver... será que le está echando huevos y lo está intentando muchas veces, con gente muy distinta... Y si lo intenta mucho, por probabilidad, pues a veces se tendrá que encontrar con chusma.
-Bueno, entonces, por probabilidad, alguna vez también se tendría que cruzar con gente medio normal que la trate bien... cosa que no está ocurriendo.
-Pues será una cuestión de la procedencia de la mercancía, que cambie el sitio donde busca novio y la cosa mejorará.
-Hombre, no sé si va a ser eso, los últimos lo ha sacado de discotecas, su lugar de trabajo, viajes, excursiones, de sus actividades de ocio, clases de idiomas, amigos de amigos... No tienen nada en común.
-Ya... entonces la cosa es que escoge mal el tipo de hombre...
-Esa teoría está muy bien, pero hace aguas, porque a ver... Primero se lió con un Don Juan, que como era de esperar, no era precisamente un santo, pero después se enamoró de un pardillo que no se había comido un colín en su vida y también resultó ser un capullo. En la colección tiene gente que parecía maja al principio y que luego se revelaban como perturbados mentales, listos, tontos, guapos, feos, pijos, kinkis... Tampoco hay un patrón común.
-¿Y si es cuestión de actitud? No sé... que la ven así, tan dispuesta, con tantas ganas... que saca el alter ego maligno que todo hombre tiene dormido en algún rincón de su mente.
-Pero si yo hago todo y más por disimular...
-Bueno, no estamos llegando a ninguna conclusión clara, es hora de tomar decisiones. Tratamiento: un mes de baja emocional rigurosa. Nada de ligues, de tonteos, de besos, achuchones y mucho menos de sexo. Vamos a parar en seco esta espiral en la que estás metida, a ver si pasa como cuando se te cuelga el ordenador y reseteas, que al volver a reiniciar todo funciona con normalidad.
-Pero, pero, pero, pero...
-No hay turno de réplica. ¿Votos a favor? Todos menos la afectada. Aprobado por mayoría. Se levanta la sesión.
Así que ahí está la pobre, en la primera semana del mes de baja. No lo lleva mal, seguro que lo conseguirá. Yo confío totalmente en ella... pero por si acaso, hago el primer turno de vigilancia. Pero vamos, que la vigilo con TOTAL CONFIANZA, ¿eh?
El gabinete era más de andar por casa y el conflicto tenía que ver, como no, con hombres. Una superheroína de mi panda está metida en una mala racha sentimental digna de aparecer en el libro de los Records Guiness. Si la teoría del reparto equitativo de Gili***** establece que todos deberíamos cruzarnos con un número similar de capullos en esta vida, está claro que a ella le han endosado los correspondientes a la mitad de la población mundial, por lo menos. Es increíble la colección de cabritos con los que ha tenido que lidiar últimamente.
Y a eso venía precisamente el gabinete de crisis, a sacarla de esa espiral infinita en la que parece estar metida. Y como toda buena reunión de estrategia, empezó con un análisis de la situación en forma de brain storming.
-Pues a ver... será que le está echando huevos y lo está intentando muchas veces, con gente muy distinta... Y si lo intenta mucho, por probabilidad, pues a veces se tendrá que encontrar con chusma.
-Bueno, entonces, por probabilidad, alguna vez también se tendría que cruzar con gente medio normal que la trate bien... cosa que no está ocurriendo.
-Pues será una cuestión de la procedencia de la mercancía, que cambie el sitio donde busca novio y la cosa mejorará.
-Hombre, no sé si va a ser eso, los últimos lo ha sacado de discotecas, su lugar de trabajo, viajes, excursiones, de sus actividades de ocio, clases de idiomas, amigos de amigos... No tienen nada en común.
-Ya... entonces la cosa es que escoge mal el tipo de hombre...
-Esa teoría está muy bien, pero hace aguas, porque a ver... Primero se lió con un Don Juan, que como era de esperar, no era precisamente un santo, pero después se enamoró de un pardillo que no se había comido un colín en su vida y también resultó ser un capullo. En la colección tiene gente que parecía maja al principio y que luego se revelaban como perturbados mentales, listos, tontos, guapos, feos, pijos, kinkis... Tampoco hay un patrón común.
-¿Y si es cuestión de actitud? No sé... que la ven así, tan dispuesta, con tantas ganas... que saca el alter ego maligno que todo hombre tiene dormido en algún rincón de su mente.
-Pero si yo hago todo y más por disimular...
-Bueno, no estamos llegando a ninguna conclusión clara, es hora de tomar decisiones. Tratamiento: un mes de baja emocional rigurosa. Nada de ligues, de tonteos, de besos, achuchones y mucho menos de sexo. Vamos a parar en seco esta espiral en la que estás metida, a ver si pasa como cuando se te cuelga el ordenador y reseteas, que al volver a reiniciar todo funciona con normalidad.
-Pero, pero, pero, pero...
-No hay turno de réplica. ¿Votos a favor? Todos menos la afectada. Aprobado por mayoría. Se levanta la sesión.
Así que ahí está la pobre, en la primera semana del mes de baja. No lo lleva mal, seguro que lo conseguirá. Yo confío totalmente en ella... pero por si acaso, hago el primer turno de vigilancia. Pero vamos, que la vigilo con TOTAL CONFIANZA, ¿eh?
Etiquetas:
chorradas varias,
conceptos básicos,
las cosas de la vida
martes, 15 de noviembre de 2011
Buenas señales
Recuperar una canción que habías perdido
Poder volver a pasar por algunos sitios sin cerrar los ojos
Poder volver a pasar por algunos sitios sin cerrar los ojos
Disfrutar de nuevo del deporte
Que oigas ESE nombre y no se te encoja el corazón
Que una camiseta roja vuelva a ser SOLO eso, una camiseta roja
Ser capaz de borrar por fin algunos mensajes del movil
Saber que no hay un sólo futuro posible
Que una camiseta roja vuelva a ser SOLO eso, una camiseta roja
Ser capaz de borrar por fin algunos mensajes del movil
Saber que no hay un sólo futuro posible
viernes, 11 de noviembre de 2011
Mi incontrolable estilismo capilar
Ya he leído en varios comentarios que últimamente os cuento muchas cosas que os hacen pensar... lo que supongo que es una manera suave de decir que me estoy volviendo un poco brasas. Así que hoy me saco de la manga una de mis absurdeces superficiales para compensar las chapas de los últimos días. Preparados, listos...
¡¡¡¡¡¡¡MAAAAAAAAAAAAAARCHANDO TONTADA!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡MAAAAAAAAAAAAAARCHANDO TONTADA!!!!!!!!
Yo tengo el pelo indeterminado. Ni liso, ni rizado. Mi melena se inscribe en una borrosa categoría imprecisa entre una cosa y la otra en la que el volumen incontrolable lo inunda todo. Es así. Y es un sufrimiento continuo. Los que viváis la misma condena que yo cada día, ya sabéis de los que hablo. Para los ODIOSOS SUERTUDOS de pelos perfectos, voy a explicar el concepto.
Llevo años conviviendo con esta rebeldía capilar y aún no he conseguido atajarla mucho. Cuando voy a la peluquería, una profesional, que ha cursado unos estudios específicos sobre el tema y que tiene a sus espaldas años de experiencia, suda la gota gorda para conseguir pequeñas mejoras en mi melena que desaparecen en cuanto pongo un pie en la calle y mi pelo entra en contacto con la humedad del ambiente. He visto peluqueras a punto de ahorcarse con el cable del secador al ver como su trabajo de horas desaparecía en milésimas de segundos. Me dan tanta pena, que cada vez voy menos...
Podrías pensar que mis problemas tienen fácil solución si aplicamos medidas drásticas: me corto la melena y muerto el perro, se acabó la rabia, ¿no? Pues no hijos, no, ya me gustaría.
Cuando llevo el pelo largo, aún puedo hacer algo para convivir con el caos total que crece de mi cabeza: lo agarro como puedo en una coleta y sigo con mi vida mirándome lo menos posible en los espejos. El problema no es tan sencillo cuando me corto la melena y no me llega el pelo para recogérmelo de ninguna manera. Entonces el volumen se distribuye por todo mi cuero cabelludo y se me forma una especie de casco que acerca mi imagen de forma peligrosa a la del Príncipe de Beckelar (y no me digáis que al Príncipe este no le hace falta un nuevo estilista a quien no le caiga tan mal)
En fin, que es un sufrimiento. A mí no me importa mucho ir permanentemente despeinada, pero hay que reconocer que es una lata en algunos momentos. Por ejemplo, cuando luchas por primera vez contra un supervillano. Bastante difícil es que te tomen en serio yendo vestida con las mallas de colores estridentes de mi supertraje, combinadas con la capa y el antifaz. Pero si encima apareces con mis pelos de loca... pues ya ni os cuento.
Tampoco viene bien en las entrevistas de trabajo, porque el que tiene que decidir si te da el puesto o no, debe de pensar "pues si que le importa a ésta poco el empleo, que ni se levanta 10 minutos antes para peinarse un poco..." La cosa alcanza cotas dramáticas cuando voy a playa o cualquier sitio con mucha humedad en el ambiente. Entonces mi aspecto se parece al de Mónica, en este episodio de Friends
Etiquetas:
chorradas varias,
qué vida más dura
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Escribir
Yo escribo. Desde siempre. Desde que soy capaz de recordar. Horribles documentos que de vez en cuando todavía aparecen en algún rincón perdido del Speedyhogar (y cuya fecha aproximada fijamos gracias a la prueba con Carbono 14) demuestran que esta costumbre la tengo desde que era un mico que no levantaba dos palmos del suelo. Son las típicas hojas diminutas arrancadas de alguna libreta de Hellow Kitty con cuatro frases mal escritas y con la caligrafía ininteligible de los pequeñajos que cogen un lápiz por primera vez en su vida. Ya os podéis imaginar las perlas de sabiduría que se pueden encontrar en esos documentos.
Conforme fui creciendo, mi estilo fue mejorando, aunque las chorradas que ponía en el papel variaron más bien poco. Desde renacuaja escribía diarios en los que la primicia primiciosa eran cosas como "me han subido la propina 50 pesetas" o "me han nombrado subcapitana de mi equipo de baloncesto". Un auténtico bestseller que te enganchaba desde la primera página, vamos.
Durante un tiempo perdí la costumbre de escribir estos pseudo-diarios, pero la recuperé al empezar los estudios de contadora y ya no he podido quitármela. De hecho, se ha convertido en una auténtica necesidad. NECESITO escribir lo que me pasa. No cada día, claro. Pero cada vez que me ocurre algo importante, ya sea bueno o malo, me hace falta dejarlo por escrito.
Primero, porque todo me parece más real puesto por palabras. ¿Sabéis eso de que nada existe de verdad hasta que lo miran dos? Pues un poco lo mismo, pero con letras. Si lo escribo, lo puedo leer y es como si me lo contara a mí misma. Y desde ese momento, lo que sea que haya pasado, es real de verdad.
Escribir también me sirve para entender mejor las absurdeces que te van complicando la vida. Me ayuda a pensar, a razonar, a analizar. Me tranquiliza. Ralentiza el imparable torbellino que es mi mente las 24 horas del día. La mayoría de la gente hace esto con su mejor amigo/a. Yo al hablar me descentro, me despisto. Al escribir estamos sólo el papel y yo y al terminar todo parece estar más claro. Y ya estoy preparada para contárselo a quien sea para que desmonte las sólidas (y casi siempre poco acertadas) teorías y explicaciones que me he inventado para justificar lo que sea que haya ocurrido.
Otra cosa que me encanta de escribir es que combate la fragilidad de la vida, su impermanencia. Las cosas buenas se acaban, la mayoría de las veces mucho antes que las malas. Escribirlas me permite revivirlas, estirarlas, conseguir que duren un poco más. Si recordar es la única manera de detener el tiempo, escribir es la única forma de conservar esos recuerdos intactos, de no perder detalles con el tiempo. Como fotos de tus pensamientos.
Y precisamente por eso, me gusta escribir también lo malo, para tener "fotos" de los malos momentos. Así cuando los relees mucho después, una vez ya superados, piensas, "si salí de ésta, saldré del faenón talla XXL en el que estoy metida ahora mismo". Y relativizas. Y coges fuerzas. Y algo ayuda, la verdad.
Ahora escribo también aquí. Es otro rollo, claro, pero también me sirve. Entre otras cosas, para reírme de mí misma, que buena falta me hace. Y para teneros por aquí, que es otro puntazo.
Conforme fui creciendo, mi estilo fue mejorando, aunque las chorradas que ponía en el papel variaron más bien poco. Desde renacuaja escribía diarios en los que la primicia primiciosa eran cosas como "me han subido la propina 50 pesetas" o "me han nombrado subcapitana de mi equipo de baloncesto". Un auténtico bestseller que te enganchaba desde la primera página, vamos.
Durante un tiempo perdí la costumbre de escribir estos pseudo-diarios, pero la recuperé al empezar los estudios de contadora y ya no he podido quitármela. De hecho, se ha convertido en una auténtica necesidad. NECESITO escribir lo que me pasa. No cada día, claro. Pero cada vez que me ocurre algo importante, ya sea bueno o malo, me hace falta dejarlo por escrito.
Primero, porque todo me parece más real puesto por palabras. ¿Sabéis eso de que nada existe de verdad hasta que lo miran dos? Pues un poco lo mismo, pero con letras. Si lo escribo, lo puedo leer y es como si me lo contara a mí misma. Y desde ese momento, lo que sea que haya pasado, es real de verdad.
Escribir también me sirve para entender mejor las absurdeces que te van complicando la vida. Me ayuda a pensar, a razonar, a analizar. Me tranquiliza. Ralentiza el imparable torbellino que es mi mente las 24 horas del día. La mayoría de la gente hace esto con su mejor amigo/a. Yo al hablar me descentro, me despisto. Al escribir estamos sólo el papel y yo y al terminar todo parece estar más claro. Y ya estoy preparada para contárselo a quien sea para que desmonte las sólidas (y casi siempre poco acertadas) teorías y explicaciones que me he inventado para justificar lo que sea que haya ocurrido.
Otra cosa que me encanta de escribir es que combate la fragilidad de la vida, su impermanencia. Las cosas buenas se acaban, la mayoría de las veces mucho antes que las malas. Escribirlas me permite revivirlas, estirarlas, conseguir que duren un poco más. Si recordar es la única manera de detener el tiempo, escribir es la única forma de conservar esos recuerdos intactos, de no perder detalles con el tiempo. Como fotos de tus pensamientos.
Y precisamente por eso, me gusta escribir también lo malo, para tener "fotos" de los malos momentos. Así cuando los relees mucho después, una vez ya superados, piensas, "si salí de ésta, saldré del faenón talla XXL en el que estoy metida ahora mismo". Y relativizas. Y coges fuerzas. Y algo ayuda, la verdad.
Ahora escribo también aquí. Es otro rollo, claro, pero también me sirve. Entre otras cosas, para reírme de mí misma, que buena falta me hace. Y para teneros por aquí, que es otro puntazo.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Grandes momentos
Grandes momentos de un fin de semana ideal:
-Calarte hasta los huesos y tener que aguantar con los calcetines mojados desde las siete de la tarde hasta las 7 de la mañana.
-Descubrir que el chico más guapo con el que te has cruzado últimamente tiene el mismo hombre ideal que tú: George Clooney. (Que tú creas George es ideal para pasártelo por la piedra, y que él... piense lo mismo)
-Perderte tu primera clase de japonés porque no has sido capaz de encontrar el edificio en el que se imparte.
-Tener que dar la explicación de por qué te has perdido la clase de japonés y quedar como una lerda delante de gente que aún no te conoce de nada, pero que pronto podrá llamarte lerda también en el idioma nipón.
-Llegar a casa y que tu ordenador diga adiós, de manera unilateral y probablemente para siempre.
Tuerto, sigues por ahí, ¿no?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUES DEJA DE MIRARME!!!!!!!!!
-Calarte hasta los huesos y tener que aguantar con los calcetines mojados desde las siete de la tarde hasta las 7 de la mañana.
-Descubrir que el chico más guapo con el que te has cruzado últimamente tiene el mismo hombre ideal que tú: George Clooney. (Que tú creas George es ideal para pasártelo por la piedra, y que él... piense lo mismo)
-Perderte tu primera clase de japonés porque no has sido capaz de encontrar el edificio en el que se imparte.
-Tener que dar la explicación de por qué te has perdido la clase de japonés y quedar como una lerda delante de gente que aún no te conoce de nada, pero que pronto podrá llamarte lerda también en el idioma nipón.
-Llegar a casa y que tu ordenador diga adiós, de manera unilateral y probablemente para siempre.
Tuerto, sigues por ahí, ¿no?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUES DEJA DE MIRARME!!!!!!!!!
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El Síndrome del Náufrago
A todos nos ha pasado alguna vez y quien diga que no... miente. O por lo menos no se ha dado cuenta de que le ha ocurrido. Pero estoy convencida de que todos hemos sido alguna vez víctimas del Síndrome del Náufrago. Fijo.
A lo mejor vosotros lo llamáis de otra manera, así que voy a explicar el concepto. Cuando se lleva una laaaaaarga temporada de sequía sentimental/parejil/sexual aparece la sensación de soledad y la necesidad de mimitos. Y entonces, consciente o inconscientemente, activa o pasivamente, todos empezamos a buscar una fuente generadora de esos mimitos.
Si tienes una suerte que da asco y vives en el Paraíso de los Millones de Posibles Parejas Perfectas y estás rodeado/a permanentemente de gente que te atrae un montón y que es maravilloso/a física y mentalmente y con los que cuadras 100%, pues entonces escoges uno/a, los conviertes en tu novio/a y aquí paz y después gloria. Te mereces un patadón en la boca por suertudo, pero tus problemas acaban ahí.
Ahora bien, si tu caso es un poco más normal y tienes rachas en las que no te cruzas todos los días con personas que te interesan sentimentalmente y en tu entorno no hay siempre mucho ganado entre el que escoger, entonces amigo... aparece el SÍNDROME DEL NÁUFRAGO (SN).
(A partir de aquí empiezo a hablar en masculino, que esto de los miembros y miembras es un coñazo. Pero bueno, los chicos os aplicáis el cuento, que la teoría es unisex)
Empiezas a notar que estás infectado por el SN porque de repente no te parece tan peor el chico ese que se apunta de vez en cuando a los planes de tu grupo y que hasta ahora ni fu ni fa. Y el chico en cuestión ni ha cambiado de peinado, ni de forma de vestir, ni ha adelgazado, ni te trata mejor que de costumbre, ni está más divertido, ni os habéis conocido mejor. Simplemente, de repente, te gusta más. Uyyyyy, mala señal, SN al acecho.
La cosa empeora si pasas más tiempo del habitual con el Chico y en esa época no conoces gente nueva. El SN avanza y empiezas a pensar realmente que estás interesada. Te hacen gracia sus bromas, ya no te parecen tan absurdas su aficiones, no te importaría arrejuntarte un poquillo con él, te molesta que tontee con otras... Lo que viene siendo un cuelgue de manual, vaya. El caso es que es totalmente ficticio, porque en cuanto aparece alguien con un mínimo de interés, chas, se te pasa toda la tontería. ¿Magia borras? No, Síndrome del Náufrago, ya os lo digo yo.
Y ejemplos de esta patología hay millones en la vida diaria. Típico grupo formado por muchos chicos y una sola chica y en el que, oh sorpresa, todos los maromos están enamorados de ella. Diagnóstico claro: Síndrome del Náufrago colectivo. Compañeros de trabajo de toda la vida, él o ella en sequía sentimental extremadamente larga y de repente tonteo por uno de los dos lados. Muy posiblemente también es SN (aunque aquí puede haber otros factores concurrentes, es verdad). Verano. Sitio nuevo de vacaciones. No hay manera de encontrar una pandilla grande y allí están los típicos quinceañero y quinceañera más solos que la una. Uno de los dos se cuelga del otro, os apuesto lo que queráis. ¿Por qué? SN, está claro.
Al principio pensaba que para provocar el SN valía prácticamente cualquier especímen, pero la experiencia me ha demostrado que algunos no sirven ni para eso siquiera. Madre mía, qué duras son las sequías prolongadas, ¿eh?
A lo mejor vosotros lo llamáis de otra manera, así que voy a explicar el concepto. Cuando se lleva una laaaaaarga temporada de sequía sentimental/parejil/sexual aparece la sensación de soledad y la necesidad de mimitos. Y entonces, consciente o inconscientemente, activa o pasivamente, todos empezamos a buscar una fuente generadora de esos mimitos.
Si tienes una suerte que da asco y vives en el Paraíso de los Millones de Posibles Parejas Perfectas y estás rodeado/a permanentemente de gente que te atrae un montón y que es maravilloso/a física y mentalmente y con los que cuadras 100%, pues entonces escoges uno/a, los conviertes en tu novio/a y aquí paz y después gloria. Te mereces un patadón en la boca por suertudo, pero tus problemas acaban ahí.
Ahora bien, si tu caso es un poco más normal y tienes rachas en las que no te cruzas todos los días con personas que te interesan sentimentalmente y en tu entorno no hay siempre mucho ganado entre el que escoger, entonces amigo... aparece el SÍNDROME DEL NÁUFRAGO (SN).
(A partir de aquí empiezo a hablar en masculino, que esto de los miembros y miembras es un coñazo. Pero bueno, los chicos os aplicáis el cuento, que la teoría es unisex)
Empiezas a notar que estás infectado por el SN porque de repente no te parece tan peor el chico ese que se apunta de vez en cuando a los planes de tu grupo y que hasta ahora ni fu ni fa. Y el chico en cuestión ni ha cambiado de peinado, ni de forma de vestir, ni ha adelgazado, ni te trata mejor que de costumbre, ni está más divertido, ni os habéis conocido mejor. Simplemente, de repente, te gusta más. Uyyyyy, mala señal, SN al acecho.
La cosa empeora si pasas más tiempo del habitual con el Chico y en esa época no conoces gente nueva. El SN avanza y empiezas a pensar realmente que estás interesada. Te hacen gracia sus bromas, ya no te parecen tan absurdas su aficiones, no te importaría arrejuntarte un poquillo con él, te molesta que tontee con otras... Lo que viene siendo un cuelgue de manual, vaya. El caso es que es totalmente ficticio, porque en cuanto aparece alguien con un mínimo de interés, chas, se te pasa toda la tontería. ¿Magia borras? No, Síndrome del Náufrago, ya os lo digo yo.
Y ejemplos de esta patología hay millones en la vida diaria. Típico grupo formado por muchos chicos y una sola chica y en el que, oh sorpresa, todos los maromos están enamorados de ella. Diagnóstico claro: Síndrome del Náufrago colectivo. Compañeros de trabajo de toda la vida, él o ella en sequía sentimental extremadamente larga y de repente tonteo por uno de los dos lados. Muy posiblemente también es SN (aunque aquí puede haber otros factores concurrentes, es verdad). Verano. Sitio nuevo de vacaciones. No hay manera de encontrar una pandilla grande y allí están los típicos quinceañero y quinceañera más solos que la una. Uno de los dos se cuelga del otro, os apuesto lo que queráis. ¿Por qué? SN, está claro.
Al principio pensaba que para provocar el SN valía prácticamente cualquier especímen, pero la experiencia me ha demostrado que algunos no sirven ni para eso siquiera. Madre mía, qué duras son las sequías prolongadas, ¿eh?
Etiquetas:
amoríos,
chorradas varias,
conceptos básicos
jueves, 27 de octubre de 2011
Culpas
Dicen que si mantienes la calma cuando todo va mal es que ya has encontrado a quien echarle la culpa. Puede que eso sea una exageración, pero sí es cierto que hay formas muy distintas de adjudicar las responsabilidades cuando empiezan a acumularse una serie de desastres (o minidesastres) sucesivos. Hay personas que buscan siempre fuera las causas de sus problemas y otras que casi siempre sospechan que tienen que ver con ellos mismos. Y como me he explicado de pena y en este párrafo no se entiende nada, voy a poner un ejemplo, que seguro que acabamos antes.
Lo que os quiero contar se ve muy claro en las reuniones evaluatorias que hacemos los superhéroes después de perder una batalla. Cuando nos ganan los supervillanos (porque siento deciros que alguna vez, muy de vez en cuando, perdemos) nos reunimos para averiguar qué ha salido mal y evitar ese fallo en el futuro. Aquí no se trata de echar broncas ni de despedir a nadie, porque esto de salvar al Mundo se hace por la cara y ni cotizamos en la seguridad social ni estamos en nómina, ni nada de nada. Así que lo que se pretende en estos encuentros es saber de verdad qué se ha hecho mal para mejorarlo. Y en este punto hay dos posturas bien diferenciadas.
Por un lado están los llorones como Superman, que siempre encuentran un factor externo en los fallos. Que si su aliento helador no llegó a congelar al villano de turno porque la atmósfera estaba más seca de lo normal, que si sus fuerzas estaban menos potenciadas que de costumbre porque el Sol estaba en no sé qué ángulo respecto a la Tierra, que si el abuelo fuma, que si bicicletas de madera... siempre ha pasado algo, oye. Y que yo no digo que no lleven parte de razón, que hay un montón de factores en un combate que no se pueden controlar. Lo que dudo es que las derrotas sean resultado SOLO de esos factores.
El otro bando de las reuniones está capitaneado por La Masa, que allí donde lo veis con ese calor verde tan raruno y esa cara de bruto que tiene el pobre, es uno de los superhéroes más razonables que he conocido. Él es mucho más de sentarse con calma ante un buen tazón de chocolate caliente y repasar paso por paso el combate a ver donde la hemos pifiado. No en plan "vamos a fustigarnos por la panda de inútiles que estamos hechos", sino más bien para saber qué no hay que hacer y qué se puede mejorar para la próxima.
Y con esto no quiero decir, ni mucho menos, que haya que ir por la vida pensando que absolutamente todo lo que sale mal es culpa de uno. La cosas malas ocurren, sin más, y la mayoría de las veces nos pillan en medio sin comerlo ni beberlo. No lo podemos controlar. Pero a partir de ahí todo depende de nosotros: qué hacemos para minimizar los daños, qué plan nos sacamos de la manga para dar la vuelta a la situación, como nos protegemos para que eso mismo no nos vuelva a pillar fuera de juego... lo que viene siendo la capacidad de respuesta, vaya.
Que vale, es verdad, cuando ocurren faenones de tamaño XXL lo de la capacidad de respuesta sirve de más bien poco. Pero siempre que encuentre algo que he hecho mal, es algo que puedo mejorar para la próxima vez. Es algo, aunque sea mínimo, que puedo controlar. Y prefiero pensar eso que creer que mi futuro depende de cosas totalmente incontrolables como la humedad de la atmósfera o el ángulo en el que se encuentre el Sol respecto a la Tierra. Que si a Superman le vale para quedarse tranquilo me parece perfecto. Pero a mí no.
Lo que os quiero contar se ve muy claro en las reuniones evaluatorias que hacemos los superhéroes después de perder una batalla. Cuando nos ganan los supervillanos (porque siento deciros que alguna vez, muy de vez en cuando, perdemos) nos reunimos para averiguar qué ha salido mal y evitar ese fallo en el futuro. Aquí no se trata de echar broncas ni de despedir a nadie, porque esto de salvar al Mundo se hace por la cara y ni cotizamos en la seguridad social ni estamos en nómina, ni nada de nada. Así que lo que se pretende en estos encuentros es saber de verdad qué se ha hecho mal para mejorarlo. Y en este punto hay dos posturas bien diferenciadas.
Por un lado están los llorones como Superman, que siempre encuentran un factor externo en los fallos. Que si su aliento helador no llegó a congelar al villano de turno porque la atmósfera estaba más seca de lo normal, que si sus fuerzas estaban menos potenciadas que de costumbre porque el Sol estaba en no sé qué ángulo respecto a la Tierra, que si el abuelo fuma, que si bicicletas de madera... siempre ha pasado algo, oye. Y que yo no digo que no lleven parte de razón, que hay un montón de factores en un combate que no se pueden controlar. Lo que dudo es que las derrotas sean resultado SOLO de esos factores.
El otro bando de las reuniones está capitaneado por La Masa, que allí donde lo veis con ese calor verde tan raruno y esa cara de bruto que tiene el pobre, es uno de los superhéroes más razonables que he conocido. Él es mucho más de sentarse con calma ante un buen tazón de chocolate caliente y repasar paso por paso el combate a ver donde la hemos pifiado. No en plan "vamos a fustigarnos por la panda de inútiles que estamos hechos", sino más bien para saber qué no hay que hacer y qué se puede mejorar para la próxima.
Y con esto no quiero decir, ni mucho menos, que haya que ir por la vida pensando que absolutamente todo lo que sale mal es culpa de uno. La cosas malas ocurren, sin más, y la mayoría de las veces nos pillan en medio sin comerlo ni beberlo. No lo podemos controlar. Pero a partir de ahí todo depende de nosotros: qué hacemos para minimizar los daños, qué plan nos sacamos de la manga para dar la vuelta a la situación, como nos protegemos para que eso mismo no nos vuelva a pillar fuera de juego... lo que viene siendo la capacidad de respuesta, vaya.
Que vale, es verdad, cuando ocurren faenones de tamaño XXL lo de la capacidad de respuesta sirve de más bien poco. Pero siempre que encuentre algo que he hecho mal, es algo que puedo mejorar para la próxima vez. Es algo, aunque sea mínimo, que puedo controlar. Y prefiero pensar eso que creer que mi futuro depende de cosas totalmente incontrolables como la humedad de la atmósfera o el ángulo en el que se encuentre el Sol respecto a la Tierra. Que si a Superman le vale para quedarse tranquilo me parece perfecto. Pero a mí no.
Etiquetas:
conceptos básicos,
cosas de superheroinas
martes, 25 de octubre de 2011
De compras
Vas de camino al trabajo y ves en un escaparate un abrigo que te encanta. No salías con intención de comprarte nada, pero la verdad que el chaquetón mola y no puedes resistir la tentación de ponértelo a ver como te queda. Como suele pasar, cuando te lo pruebas nada es igual que en la percha. Tiene las mangas demasiado largas y la faltan un par de bolsillos delante para meter las manos. Además, te da la sensación que el tejido te va a picar un poco en el cuerpo si lo llevas mucho... y te entran dudas.
Y allí estás, en el probador, haciendo cuentas. Porque, la verdad, el abrigo es cómodo, caliente y te queda bien, cosa que no te pasaba con un chaquetón desde hace años. Pero este mes vas justa de pasta, y ya no te caben más cosas en tu armario y el color no combina muy bien con el resto de tu ropa...
Total, que estás terminando de sopesar los pros y contras cuando te das cuenta de que el chaquetón ya no está. Ha desaparecido, de repente. En un segundo. Preguntas a todos los de la tienda y nadie sabe qué ha pasado: ni lo ha comprado otra persona, ni lo han cambiado se sitio, ni lo han recogido... simplemente se ha volatilizado.
Primero te quedas perpleja y no paras de darle vueltas para entender qué leches ha pasado. Después te cabreas porque hayan hecho desaparecer el abrigo así, de repente, sin avisar. A ver, que todavía te lo estabas probando, un respeto... Y al final llega la reacción más absurda: no puedes parar de pensar en lo cómodo y caliente que era el chaquetón desaparecido. Y en lo bien que te iba a quedar con tus botas marrones y en todas las cosas divertidas que podrías haber hecho yendo tan abrigada.
Es una reacción absurda porque, perdida en esos pensamientos, no se te ocurren cosas perfectamente lógicas como que es posible que el abrigo no fuera tan bueno como te pareció en el probador. Que puede que enseguida le hubieran salido bolas, o que se te manchara de café el mismo día que lo estrenabas. En ese bucle de absurdez en el que has entrado, tampoco te acuerdas de lo mucho que picaba el chaquetón, de lo largas que te quedaban las mangas y de los pocos bolsillos que tenía.
Así que decides sacar alguna enseñanza del Misterioso Caso del Abrigo desaparecido y pegas un cartel en la puerta de la nevera que pone: "La próxima vez que vayas de compras, deja la memoria selectiva en casa"
Pues eso
Y allí estás, en el probador, haciendo cuentas. Porque, la verdad, el abrigo es cómodo, caliente y te queda bien, cosa que no te pasaba con un chaquetón desde hace años. Pero este mes vas justa de pasta, y ya no te caben más cosas en tu armario y el color no combina muy bien con el resto de tu ropa...
Total, que estás terminando de sopesar los pros y contras cuando te das cuenta de que el chaquetón ya no está. Ha desaparecido, de repente. En un segundo. Preguntas a todos los de la tienda y nadie sabe qué ha pasado: ni lo ha comprado otra persona, ni lo han cambiado se sitio, ni lo han recogido... simplemente se ha volatilizado.
Primero te quedas perpleja y no paras de darle vueltas para entender qué leches ha pasado. Después te cabreas porque hayan hecho desaparecer el abrigo así, de repente, sin avisar. A ver, que todavía te lo estabas probando, un respeto... Y al final llega la reacción más absurda: no puedes parar de pensar en lo cómodo y caliente que era el chaquetón desaparecido. Y en lo bien que te iba a quedar con tus botas marrones y en todas las cosas divertidas que podrías haber hecho yendo tan abrigada.
Es una reacción absurda porque, perdida en esos pensamientos, no se te ocurren cosas perfectamente lógicas como que es posible que el abrigo no fuera tan bueno como te pareció en el probador. Que puede que enseguida le hubieran salido bolas, o que se te manchara de café el mismo día que lo estrenabas. En ese bucle de absurdez en el que has entrado, tampoco te acuerdas de lo mucho que picaba el chaquetón, de lo largas que te quedaban las mangas y de los pocos bolsillos que tenía.
Así que decides sacar alguna enseñanza del Misterioso Caso del Abrigo desaparecido y pegas un cartel en la puerta de la nevera que pone: "La próxima vez que vayas de compras, deja la memoria selectiva en casa"
Pues eso
Etiquetas:
conceptos básicos,
las cosas de la vida
viernes, 21 de octubre de 2011
No es lo mismo
Creo firmemente que las excusas están para darlas y para aceptarlas. La vida sería muy dura si todos dijéramos siempre todo lo que nos pasa por la cabeza. Si no te apetece asistir a la típica cena de compromiso, dices que tienes trabajo, si prefieres morirte antes que hacer un plan con los compañeros de curro en fin de semana, dices que tienes una boda y si de lo que tienes cero de gana es de ir a esa boda, aseguras (con tiempo suficiente, claro, que no es cuestión de hacer faenas) que tienes que quedarte cuidando a un familiar. Es así, todos los hacemos, mentimos como bellacos. Son mentirijillas piadosas para evitar momentos incómodos totalmente innecesarios. Y son inofensivas.
Ahora bien, hay que tener criterio para saber cuando viene bien soltar una pequeña trola que no va a ningún lado y cuándo es vital decir la verdad. Y hace falta tener ojo clínico porque a veces las situaciones son casi idénticas, pero lo que conviene en cada una es bien distinto.
Por ejemplo, si una amiga tuya que está baja de ánimos se hace un cambio de imagen radical y no te convecen mucho los resultados, no se lo digas. ¿Para qué? Ya se ha cortado el pelo, o teñido o tirado toda su ropa, así que ya es tarde para solucionarlo. Ser sincera sólo servirá para bajarle una autoestima que probablemente ya tiene a la altura de los tobillos. Sin embargo, si esa misma amiga te dice dos meses después que piensa cometer de nuevo tamaño estropicio capilar, di la verdad. Tu obligación es protegerla de sus decisiones, que son un peligro para sí misma y para los demás. Y si flipa con tus cambios de opinión... pues que flipe.
El terreno de las habilidades y aficiones son también arenas movedizas. Si a tu hermano le encanta tocar la guitarra y va el hombre haciendo sus cosillas con el grupo que se acaba de montar (y al que seguramente no le van a dar un Grammy mañana) tu obligación es convertirte en su fan número uno y gritar como la que más en sus conciertos. ¿Para qué le vas a quitar la ilusión, con lo mucho que liga el pobrecillo desde que ha aprendido a explotar su papel de músico atormentado? Ahora bien, si lo que quiere tu hermanito es dejar su trabajo y gastarse todos sus ahorros en grabar un disco que le servirá para forrar su habitación 100 veces con las copias que no va a vender... es el momento de coger el toro por los cuernos y decirle la verdad sobre su falta de oído. Aunque duela.
Tampoco es fácil acertar en las conversaciones-ruptura, las que ponen fin a una relación sentimental, ya sea de años o que ha durado cinco minutos (en cuestiones del corazón, la duración no siempre está directamente relacionada con el dolor que se genera). En estas horribles charlas yo recomendaría siempre la máxima sinceridad posible combinada con el mayor nivel de tacto que se pueda conseguir.
Decirle a alguien que no le quieres lo suficiente como para pasar toda la vida con él/ella siempre va a ser una leche descomunal. Por eso no está de más suavizarla con palabras cariñosas y destacando virtudes y buenos momentos. Pero ¡OJO! que no se te vaya la mano, que el que tienes enfrente se va a agarrar a un clavo ardiendo para hacerse ilusiones de que tu NO no es definitivo. Hay que ser claro, pero no brutal. Y se puede conseguir, que yo tengo varios amigos/as (no muchos, es cierto) que lo consiguen. Siempre les digo que pongan una academia, que a más de uno no le vendrían mal unas clasecitas para aprender el truco...
Y es que compañeros, como decía el famoso anuncio, no es lo mismo conducir, que conducir. No es lo mismo.
Ahora bien, hay que tener criterio para saber cuando viene bien soltar una pequeña trola que no va a ningún lado y cuándo es vital decir la verdad. Y hace falta tener ojo clínico porque a veces las situaciones son casi idénticas, pero lo que conviene en cada una es bien distinto.
Por ejemplo, si una amiga tuya que está baja de ánimos se hace un cambio de imagen radical y no te convecen mucho los resultados, no se lo digas. ¿Para qué? Ya se ha cortado el pelo, o teñido o tirado toda su ropa, así que ya es tarde para solucionarlo. Ser sincera sólo servirá para bajarle una autoestima que probablemente ya tiene a la altura de los tobillos. Sin embargo, si esa misma amiga te dice dos meses después que piensa cometer de nuevo tamaño estropicio capilar, di la verdad. Tu obligación es protegerla de sus decisiones, que son un peligro para sí misma y para los demás. Y si flipa con tus cambios de opinión... pues que flipe.
El terreno de las habilidades y aficiones son también arenas movedizas. Si a tu hermano le encanta tocar la guitarra y va el hombre haciendo sus cosillas con el grupo que se acaba de montar (y al que seguramente no le van a dar un Grammy mañana) tu obligación es convertirte en su fan número uno y gritar como la que más en sus conciertos. ¿Para qué le vas a quitar la ilusión, con lo mucho que liga el pobrecillo desde que ha aprendido a explotar su papel de músico atormentado? Ahora bien, si lo que quiere tu hermanito es dejar su trabajo y gastarse todos sus ahorros en grabar un disco que le servirá para forrar su habitación 100 veces con las copias que no va a vender... es el momento de coger el toro por los cuernos y decirle la verdad sobre su falta de oído. Aunque duela.
Tampoco es fácil acertar en las conversaciones-ruptura, las que ponen fin a una relación sentimental, ya sea de años o que ha durado cinco minutos (en cuestiones del corazón, la duración no siempre está directamente relacionada con el dolor que se genera). En estas horribles charlas yo recomendaría siempre la máxima sinceridad posible combinada con el mayor nivel de tacto que se pueda conseguir.
Decirle a alguien que no le quieres lo suficiente como para pasar toda la vida con él/ella siempre va a ser una leche descomunal. Por eso no está de más suavizarla con palabras cariñosas y destacando virtudes y buenos momentos. Pero ¡OJO! que no se te vaya la mano, que el que tienes enfrente se va a agarrar a un clavo ardiendo para hacerse ilusiones de que tu NO no es definitivo. Hay que ser claro, pero no brutal. Y se puede conseguir, que yo tengo varios amigos/as (no muchos, es cierto) que lo consiguen. Siempre les digo que pongan una academia, que a más de uno no le vendrían mal unas clasecitas para aprender el truco...
Y es que compañeros, como decía el famoso anuncio, no es lo mismo conducir, que conducir. No es lo mismo.
Etiquetas:
chorradas varias,
conceptos básicos,
las cosas de la vida
lunes, 17 de octubre de 2011
Primeras veces que van a dejar de serlo
A ciertas edades ya hay pocas cosas que puedas hacer por primera vez. A mí todavía me quedan unas cuantas por delante, en parte porque durante un tiempo fui un poco pava y en parte porque a veces la vida hay que cogerla como viene y no te da mucha opción a elegir. Aún así, como casi todos, la mayoría de mis acciones habituales y diarias no son nuevas. Pero queridos lectores esto... se ha acabado. He decidido sacar mi lista de tareas pendientes y empezar a tachar las típicas cosas que apuntaste en su día que querías hacer y que nunca llegaste a cumplir. Bueno, y de paso estoy improvisando lo que veo por el camino. Y estos son los resultados.
1.-Soy morena, por primera vez en mi vida, ya os lo he contado. Por si a alguno le pica la curiosidad, el cambio de look aún no ha tenido ningún efecto milagroso, pero bueno, es pronto... yo no pierdo la esperanza. Además, he pensado que si al final da resultado, voy a patentar la fórmula y así mato dos pájaros de un tiro: me convierto en una suertuda reina absoluta de las buenas épocas y además me gano algunos milloncejos, que nunca está de más, ¿no?
2.-Voy a hablar japonés, por primera vez en mi vida. Bueno, quién dice hablar, dice intentarlo con toda ganas y toda mi buena intención. Por lo pronto lo que he hecho es apuntarme a clases y después ya se verá. Suerte tenéis de que mi teclado no tenga los símbolos del alfabeto japonés, porque si no, ya sabéis quiénes iban a ser mis pobres conejillos de indias ¿no? Pues eso.
3.-Escalar, por primera (y espero que no última, dada mi torpeza infinita) vez en mi vida. Esto me hace ilusión, últimamente no hago maś que conocer gente que le encanta la escalada, así que algo tendrá, supongo. Por supuesto, como me conozco, empezaré con el rocódromo maś facilito que encuentre en Speedytown y si veo que no me mato, pues pasaremos a otros temas. Y ya tenéis más que claro que todo el proceso (y los numeritos que vaya generando mi inutilidad mientras tanto) van a dar para un post (y dos, y tres...)
4.-Hacer parapente. Esto también me apetece desde hace años, pero me pasa un poco como con la escalada, que tengo enooooooormes posibilidades de liarla. De todas formas, en este caso no hay vuelta atrás, porque ya tengo fecha y plaza reservada. Y claro, también lo contaré por aquí. Madre mía, no quiero ni pensar la que voy a armar. No diréis que no hago esfuerzos por conseguir material para el blog...
Estas primeras veces van a dejar de serlo pero-que-ya y ya estoy maquinando otras cuantas. Se admiten sugerencias.
Estas primeras veces van a dejar de serlo pero-que-ya y ya estoy maquinando otras cuantas. Se admiten sugerencias.
Etiquetas:
deportes o algo así,
grandes momentos festivos
viernes, 14 de octubre de 2011
Daños curativos
Ya os podéis imaginar que, siendo como soy una superheroína que lucha a todas horas contra los malos, sé un rato largo sobre heridas de guerra. Da igual la habilidad que tengas o lo espectaculares que sean tus superpoderes, los combates siempre tienen consecuencias. Pueden ser rasguños sin importancia o lesiones graves que tardan meses en curar, pero un recuerdo de la batalla siempre te queda.
Por eso a veces me gustaría tener el poder autocurativo de Lobezno. Mi supervelocidad está bien, mola y me sirve para esquivar los golpes y marear a mis enemigos en las peleas. Pero cuando te hieren (y siempre te terminan hiriendo) ser superveloz no sirve para nada. Después de las luchas, cuando te escuecen las heridas, lo único que quieres es que ese dolor pase cuanto antes. Que cicatricen inmediatamente, como le pasa a Lobezno.
Yo no tengo esa habilidad ni por el forro. De hecho, hago todo lo posible por esquivar las leches porque soy mala encajadora y cuando me dan, me tumban. Las heridas que me hacen se me infectan, se complican y a veces incluso las empeoro yo quitándome la costra, como lo niños pequeños. El horror total, vaya.
Sé mucho de heridas y aún así me siguen sorprendiendo las novedades. El último grito en lesiones son los daños curativos. A ver como lo explico... Cuando te dan una superleche, te dejan muy tocada. Si el guantazo es de tamaño XXL es normal que la convalecencia sea larga, pero si tardas demasiado en levantarte, la lesión se vuelve crónica. Tu muñeca, tu brazo, tu pierna, lo que sea que tuviera que curarse ya está sano, pero a tí te queda el recuerdo del dolor y te parece que te duele al apoyar. O te da miedo a apoyar porque crees que te va a doler. Y te conviertes en una especie de zombie que no se mueve para no volver a caerse.
En casos extremos como ese lo único que te saca del círculo vicioso en el que estás es un daño curativo. Que te den otra buena leche, aunque de tamaño más comedido que la anterior, que reactive tus defensas. Que anime a tu organismo a generar anticuerpos contra la nueva infección. Que te concentres tanto en curar la última lesión, que llegues a olvidarte de la antigua.
Parece una locura... pero funciona.
Por eso a veces me gustaría tener el poder autocurativo de Lobezno. Mi supervelocidad está bien, mola y me sirve para esquivar los golpes y marear a mis enemigos en las peleas. Pero cuando te hieren (y siempre te terminan hiriendo) ser superveloz no sirve para nada. Después de las luchas, cuando te escuecen las heridas, lo único que quieres es que ese dolor pase cuanto antes. Que cicatricen inmediatamente, como le pasa a Lobezno.
Yo no tengo esa habilidad ni por el forro. De hecho, hago todo lo posible por esquivar las leches porque soy mala encajadora y cuando me dan, me tumban. Las heridas que me hacen se me infectan, se complican y a veces incluso las empeoro yo quitándome la costra, como lo niños pequeños. El horror total, vaya.
Sé mucho de heridas y aún así me siguen sorprendiendo las novedades. El último grito en lesiones son los daños curativos. A ver como lo explico... Cuando te dan una superleche, te dejan muy tocada. Si el guantazo es de tamaño XXL es normal que la convalecencia sea larga, pero si tardas demasiado en levantarte, la lesión se vuelve crónica. Tu muñeca, tu brazo, tu pierna, lo que sea que tuviera que curarse ya está sano, pero a tí te queda el recuerdo del dolor y te parece que te duele al apoyar. O te da miedo a apoyar porque crees que te va a doler. Y te conviertes en una especie de zombie que no se mueve para no volver a caerse.
En casos extremos como ese lo único que te saca del círculo vicioso en el que estás es un daño curativo. Que te den otra buena leche, aunque de tamaño más comedido que la anterior, que reactive tus defensas. Que anime a tu organismo a generar anticuerpos contra la nueva infección. Que te concentres tanto en curar la última lesión, que llegues a olvidarte de la antigua.
Parece una locura... pero funciona.
Etiquetas:
las cosas de la vida,
qué vida más dura
martes, 11 de octubre de 2011
Feng shui capilar
Morena. Eso soy. Por primera vez en mi vida. Una chica morena. Ya sé por anteriores posts que algunos pensabáis que era pelirroja y otros que tenía el pelo tan negro como mi foto de perfil. Pero no. Siento deciros que era rubia. Siempre lo he sido, de hecho, aunque unas veces más que otras. De pequeña tenía la melena más clara y al crecer se me oscureció, menos en verano, que el sol me la volvía a aclarar. Así que sí, esa era yo, la rubia del grupo. Pero se acabó.
La semana pasada me dio un flus (¿se escribirá así? No viene en la RAE), me metí en la peluquería con el pelo largo y rubio y salí una hora después con una melena cortísima y negra. Mi gente flipó cuando me vio, porque no había comentado con nadie mis planes de golpe de estado estético y les pilló por sorpresa. Cuando me preguntaron el porqué de ese cambio les dije que había sido eso, un flus. Pero no es del todo cierto. A vosotros os puedo decir la verdad.
Cuando mi profe de teatro ve que se acerca la fecha de la función y que la obra de turno sale de pena, decide tomar medidas drásticas y aplica su peculiar Feng shui teatrero. Cambia la disposición del decorado, la orientación de la escena, la hora de los ensayos... Cambia todo lo que le pilla a mano. A nosotros nos hace un lío de flipar y durante un tiempo la obra sale aún peor, pero luego el Feng shui surte efecto, las cosas mejoran y la función acaba siendo un éxito. ¿Como? No se sabe, es un milagro.
Bien, pues yo he tomado prestada su idea del Feng shui teatrero y lo he convertido en un Feng shui capilar. Ya os conté el otro día que estoy metida en una mala racha que no termina de acabarse y que me tiene más que harta. En este tiempo he hecho todo lo que se me ha ocurrido para intentar invertir la tendencia: llevarme la contraria, aficionarme a nuevas actividades, conocer gente... de todo. Hasta ahora nada ha funcionado, así que mi nuevo gran plan es el Feng Shui capilar. La base de mi teoría es que si últimamente de rubia las cosas me iban reguleras, seguro que de morena mejoran. No sé si la idea tiene un fundamento muy científico pero oye, nunca se sabe, igual hasta funciona.
¡Eh! Venga, va, ya, ¡ya vale! Dejad de reiros de mi idea. Que de ilusiones también se vive, hombre...
La semana pasada me dio un flus (¿se escribirá así? No viene en la RAE), me metí en la peluquería con el pelo largo y rubio y salí una hora después con una melena cortísima y negra. Mi gente flipó cuando me vio, porque no había comentado con nadie mis planes de golpe de estado estético y les pilló por sorpresa. Cuando me preguntaron el porqué de ese cambio les dije que había sido eso, un flus. Pero no es del todo cierto. A vosotros os puedo decir la verdad.
Cuando mi profe de teatro ve que se acerca la fecha de la función y que la obra de turno sale de pena, decide tomar medidas drásticas y aplica su peculiar Feng shui teatrero. Cambia la disposición del decorado, la orientación de la escena, la hora de los ensayos... Cambia todo lo que le pilla a mano. A nosotros nos hace un lío de flipar y durante un tiempo la obra sale aún peor, pero luego el Feng shui surte efecto, las cosas mejoran y la función acaba siendo un éxito. ¿Como? No se sabe, es un milagro.
Bien, pues yo he tomado prestada su idea del Feng shui teatrero y lo he convertido en un Feng shui capilar. Ya os conté el otro día que estoy metida en una mala racha que no termina de acabarse y que me tiene más que harta. En este tiempo he hecho todo lo que se me ha ocurrido para intentar invertir la tendencia: llevarme la contraria, aficionarme a nuevas actividades, conocer gente... de todo. Hasta ahora nada ha funcionado, así que mi nuevo gran plan es el Feng Shui capilar. La base de mi teoría es que si últimamente de rubia las cosas me iban reguleras, seguro que de morena mejoran. No sé si la idea tiene un fundamento muy científico pero oye, nunca se sabe, igual hasta funciona.
¡Eh! Venga, va, ya, ¡ya vale! Dejad de reiros de mi idea. Que de ilusiones también se vive, hombre...
Etiquetas:
las cosas de la vida,
qué vida más dura
sábado, 8 de octubre de 2011
Protección contra veletas
De sabios es rectificar. Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Las personas evolucionan, las circunstancias se modifican, la vida te va poniendo pruebas delante que hacen saltar por los aires tus planes y pensamientos. Cambiar de opinión no es sólo comprensible, sino recomendable cuando los acontecimientos lo exigen. Pero leñe, vamos a poner unas normas mínimas para que no nos pille el toro a todos.
Porque compañeros, esa es la cosa, que no vivimos solos. Todo lo que hacemos, pensamos, decidimos, afecta en mayor o menor medida a un número variable de personas, que se ven involucrados por nuestro comportamiento. Por eso "los veleta" (los que cambian de opinión a la mínima, vamos) no hacen más que provocar tsunamis emocionales y físicos a los pobres incautos que tienen alrededor y que se ven arrastrados por sus continuas variaciones de parecer. Para los que somos de procesos lentos y de ideas más bien duraderas, esto es una forma de terrorismo intelectual de baja intensidad que nos machaca todas las resistencias.
Así que por mí y los que son como, yo he pensado unas normas para intentar minimizar los efectos adversos de los veletas. Por favor, si algún veleta pasa por aquí y las lee, que las comparta con el resto de los de su especie, a ver si hay suerte, las empiezan a cumplir y adelantamos algo. Al lío.
1.-Si eres un veleta, ponte un cartel bien grande y fosoforito para avisarlo, como los chalecos reflectantes que se usan en los accidentes de tráfico. Que el que se cruce contigo sepa lo que hay: hoy tu color favorito es el azul, pero mañana será el naranja. El que se quede a tu lado, que se atenga a las consecuencias.
2.-Como siempre va a haber algún pobre incauto que decida quedarse a sufrir, por lo menos mántenle informado de tus cambios repentinos. Para que lo sepa, más que nada. Si pudiera leerte el pensamiento, no estaría dejándose llevar por tus continuas idas y venidas, sino adivinando las acciones que van a subir su cotización en bolsa, invirtiendo en ellas y en un plis disfrutando en la playa de su feliz vida de millonario. Tú ve cambiando de opinión, que ya si eso él te espera tumbado en la hamaca y bebiéndose una piña colada.
3.-Explica tus cambios de opinión, a ver si el pobre incauto logra entenderlos y adaptarse a ellos con mayor facilidad. Que sí, que eres un veleta y tal, pero alguna razón habrá para que ahora pienses distinto, ¿no? Pues explica, tronco, explica, que para eso tienes boca.
Bueno, éstas para empezar y ya se me irán ocurriendo más. Veletas del mundo, por favor, cumplidlas, que si no, sois un auténtico coñazo.
Porque compañeros, esa es la cosa, que no vivimos solos. Todo lo que hacemos, pensamos, decidimos, afecta en mayor o menor medida a un número variable de personas, que se ven involucrados por nuestro comportamiento. Por eso "los veleta" (los que cambian de opinión a la mínima, vamos) no hacen más que provocar tsunamis emocionales y físicos a los pobres incautos que tienen alrededor y que se ven arrastrados por sus continuas variaciones de parecer. Para los que somos de procesos lentos y de ideas más bien duraderas, esto es una forma de terrorismo intelectual de baja intensidad que nos machaca todas las resistencias.
Así que por mí y los que son como, yo he pensado unas normas para intentar minimizar los efectos adversos de los veletas. Por favor, si algún veleta pasa por aquí y las lee, que las comparta con el resto de los de su especie, a ver si hay suerte, las empiezan a cumplir y adelantamos algo. Al lío.
1.-Si eres un veleta, ponte un cartel bien grande y fosoforito para avisarlo, como los chalecos reflectantes que se usan en los accidentes de tráfico. Que el que se cruce contigo sepa lo que hay: hoy tu color favorito es el azul, pero mañana será el naranja. El que se quede a tu lado, que se atenga a las consecuencias.
2.-Como siempre va a haber algún pobre incauto que decida quedarse a sufrir, por lo menos mántenle informado de tus cambios repentinos. Para que lo sepa, más que nada. Si pudiera leerte el pensamiento, no estaría dejándose llevar por tus continuas idas y venidas, sino adivinando las acciones que van a subir su cotización en bolsa, invirtiendo en ellas y en un plis disfrutando en la playa de su feliz vida de millonario. Tú ve cambiando de opinión, que ya si eso él te espera tumbado en la hamaca y bebiéndose una piña colada.
3.-Explica tus cambios de opinión, a ver si el pobre incauto logra entenderlos y adaptarse a ellos con mayor facilidad. Que sí, que eres un veleta y tal, pero alguna razón habrá para que ahora pienses distinto, ¿no? Pues explica, tronco, explica, que para eso tienes boca.
Bueno, éstas para empezar y ya se me irán ocurriendo más. Veletas del mundo, por favor, cumplidlas, que si no, sois un auténtico coñazo.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Apoyos de familia
Hace tiempo que estoy metida en una mala racha que me tiene hasta los mismísimos. Ilusa de mí, como últimamente algunas cosas daban las sensación de estar empezando a aproximarse a estar un poquito más cerca de mejorar, pensaba que los malos tiempos se habían acabado y que empezaban los buenos. Tururú. Debíamos de estar en el descanso o algo, porque la pelea ha empezado de nuevo y me ha cogido desprevenida.
El caso es que, por poco que dure, a lo bueno te acostumbras enseguida y volver a habituarme a que todo sea EL HORROR me está costando un poco, la verdad. Por eso esta semana estoy enfurruñada y gruño a todas horas. La Speedyfamily no se aclara muy bien con mis idas y venidas, pero enseguida notan que algo no va bien e intentan poner su granito de arena para ayudarme a sobrellevarlo. A su manera, claro.
Ya os he contado alguna vez que en mi familia no somos muy aficionados a hacer demostraciones de cariño entre nosotros. Tampoco se nos da bien dar ánimos de palabra. De hecho, creo que los Speedypadres podrían ganar el concurso mundial al comentario menos apropiado en situaciones de drama total. No me entendáis mal, que ellos lo hacen con su mejor intención, pero te dicen verdades como puños en momentos en los que simplemente no tienes el cuerpo como para resistirlas. Y claro, después de una charla con ellos, no sabes si tirarte al tren o al maquinista.
Total, que como saben que lo de las palabras no es su fuerte, te apoyan con gestos que para ellos significan cosas, aunque posiblemente para el resto del mundo no. Y así pasa lo que pasa, que últimamente el Speedyhogar es un poco caos.
Speedysister Peque, que es la asesora de imagen de la familia, está todo el día dejándome sus camisetas nuevas y ofreciéndose a hacer lo que pueda para peinar mi pelo indominable. Speedymum no para de comprarme plantas para mi superguarida y de arreglarme cojines y cortinas para que lleve a mi nuevo hogar. Speedybrother emplea el arma más poderosa, su hija L., la Speedysobri más chiquitina. L. me quita todos los males, así que estos días me la dejan más rato, aunque la pequeñaja tiene una agenda de compromisos tan apretada como el Rey de España.
Y luego está Speedydad... que es otro que tal baila. Habitualmente se conforma con hacerme canelones para comer (que sabe que me encantan) y llenarme el frigo de exquisiteces, pero el otro día no le debió de parecer suficiente y me dio propina. ¡Toma ya! Llevo ocho años luchando por mantenerme en el mundo laboral como puedo, hace tres que vivo en mi propia superguarida, tengo poderes extraordinarios y he salvado al mundo de la destrucción total miles de veces... ¡y Speedydad me da propina! Aja, muy bien, veo que para él estoy en la misma categoría que los Speedysobris. Me apuesto lo que queráis a que la próxima vez que le vea me habrá comprado unos cromos de Bob Esponja.
El caso es que, por poco que dure, a lo bueno te acostumbras enseguida y volver a habituarme a que todo sea EL HORROR me está costando un poco, la verdad. Por eso esta semana estoy enfurruñada y gruño a todas horas. La Speedyfamily no se aclara muy bien con mis idas y venidas, pero enseguida notan que algo no va bien e intentan poner su granito de arena para ayudarme a sobrellevarlo. A su manera, claro.
Ya os he contado alguna vez que en mi familia no somos muy aficionados a hacer demostraciones de cariño entre nosotros. Tampoco se nos da bien dar ánimos de palabra. De hecho, creo que los Speedypadres podrían ganar el concurso mundial al comentario menos apropiado en situaciones de drama total. No me entendáis mal, que ellos lo hacen con su mejor intención, pero te dicen verdades como puños en momentos en los que simplemente no tienes el cuerpo como para resistirlas. Y claro, después de una charla con ellos, no sabes si tirarte al tren o al maquinista.
Total, que como saben que lo de las palabras no es su fuerte, te apoyan con gestos que para ellos significan cosas, aunque posiblemente para el resto del mundo no. Y así pasa lo que pasa, que últimamente el Speedyhogar es un poco caos.
Speedysister Peque, que es la asesora de imagen de la familia, está todo el día dejándome sus camisetas nuevas y ofreciéndose a hacer lo que pueda para peinar mi pelo indominable. Speedymum no para de comprarme plantas para mi superguarida y de arreglarme cojines y cortinas para que lleve a mi nuevo hogar. Speedybrother emplea el arma más poderosa, su hija L., la Speedysobri más chiquitina. L. me quita todos los males, así que estos días me la dejan más rato, aunque la pequeñaja tiene una agenda de compromisos tan apretada como el Rey de España.
Y luego está Speedydad... que es otro que tal baila. Habitualmente se conforma con hacerme canelones para comer (que sabe que me encantan) y llenarme el frigo de exquisiteces, pero el otro día no le debió de parecer suficiente y me dio propina. ¡Toma ya! Llevo ocho años luchando por mantenerme en el mundo laboral como puedo, hace tres que vivo en mi propia superguarida, tengo poderes extraordinarios y he salvado al mundo de la destrucción total miles de veces... ¡y Speedydad me da propina! Aja, muy bien, veo que para él estoy en la misma categoría que los Speedysobris. Me apuesto lo que queráis a que la próxima vez que le vea me habrá comprado unos cromos de Bob Esponja.
Etiquetas:
speedyfamily,
speedysobris,
yo misma
lunes, 3 de octubre de 2011
Supervillanos... ¡que os fundan!
Speedydad suele decir que lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos. Normalmente estoy de cuerdo con su inmensa sabiduría, pero esta vez discrepo. Lo PEOR que hacen lo malos es intentar quitarnos la esperanza, ese leve y lejano resplandor de luz que nos permite pensar que el final del un túnel interminable e insoportablemente negro llegará en algún momento. Los supervillanos hacen lo posible por tapar esa luminosidad, porque saben bien que así olvidarás que hay una salida y dejarás de caminar para buscarla. De esta forma te habrán vencido sin necesidad siquiera de luchar contigo.
La última técnica que se han inventado los supervillanos para no dejarnos ver la luz al final del túnel es bombardearnos constantemente con "uyyyyyyyyyyy casi" de todo tipo. Los "uyyyyyyy casi" son situaciones en las que está a punto de pasar algo muy, pero que muy bueno, pero que se estropea en el último momento sin razón aparente. El ejemplo por antonomasia de estas siuaciones sería el típico proceso de selección para el puestazo de tu vida, en el que superas miles de pruebas dejando atrás a millones de candidatos y al final te quedas con tres pares de narices porque le dan el curro al suegro del jefe (que es un inútil de cuidado, además). A todos nos ha pasado alguna vez algo parecido, así que entendéis de lo que hablo, ¿no?
Lo más curioso es que los "uyyyyyyyy casi" es que, de uno en uno, no son malos. Vamos, que si te pasan de vez en cuando, son más positivos que negativos, porque te hacen darte cuenta de que estás en el camino correcto. Piensas "esta vez no, pero a la siguiente quizá los consiga, me he quedado cerca" y tiras p'alante con fuerzas renovadas.
Sin embargo todo supervillano experto sabe que la clave está en la intensidad y que si un "uyyyyyyyy casi" sienta bien, uno detrás de otro, de tipos muy variados y sazonados con situaciones agravantes, ya no son tan buenos para la salud, porque empiezan a hacerte dudar. Te da por recordar que el anterior salió mal y el otro y el otro y el otro... y te cuesta creer que algo vaya a terminar bien alguna vez. Y así... ¡chas, magia! objetivo cumplido, los malos ya han conseguido taparte la luz al final el túnel y hacer que te sientes en la oscuridad. Y sin despeinarse.
Así que, supervillanos, si estáis por ahí, tengo algo que deciros. A mí no me la dáis con queso. Ya podéis dispararme todo lo que queráis escondidos detrás de la pared y con vuestra ametralladora de "uyyyyyyyy casi" marca ACME recien engrasada, que conmigo no va a funcionar. Primero, porque he descubiero vuestro plan y segundo porque he encontrado una canción mágica super-energética que me quita todos los males, como la aspirina.
Ésta
(No la puedo colgar, últimamente estoy atecnológica perdida, pero si pincháis en el enlance serán 4 minutos bien empleados, ya os lo digo)
Y a vosotros, supervillanos...
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE OS FUNDAN!!!!!!!!!!!!!!!!
La última técnica que se han inventado los supervillanos para no dejarnos ver la luz al final del túnel es bombardearnos constantemente con "uyyyyyyyyyyy casi" de todo tipo. Los "uyyyyyyy casi" son situaciones en las que está a punto de pasar algo muy, pero que muy bueno, pero que se estropea en el último momento sin razón aparente. El ejemplo por antonomasia de estas siuaciones sería el típico proceso de selección para el puestazo de tu vida, en el que superas miles de pruebas dejando atrás a millones de candidatos y al final te quedas con tres pares de narices porque le dan el curro al suegro del jefe (que es un inútil de cuidado, además). A todos nos ha pasado alguna vez algo parecido, así que entendéis de lo que hablo, ¿no?
Lo más curioso es que los "uyyyyyyyy casi" es que, de uno en uno, no son malos. Vamos, que si te pasan de vez en cuando, son más positivos que negativos, porque te hacen darte cuenta de que estás en el camino correcto. Piensas "esta vez no, pero a la siguiente quizá los consiga, me he quedado cerca" y tiras p'alante con fuerzas renovadas.
Sin embargo todo supervillano experto sabe que la clave está en la intensidad y que si un "uyyyyyyyy casi" sienta bien, uno detrás de otro, de tipos muy variados y sazonados con situaciones agravantes, ya no son tan buenos para la salud, porque empiezan a hacerte dudar. Te da por recordar que el anterior salió mal y el otro y el otro y el otro... y te cuesta creer que algo vaya a terminar bien alguna vez. Y así... ¡chas, magia! objetivo cumplido, los malos ya han conseguido taparte la luz al final el túnel y hacer que te sientes en la oscuridad. Y sin despeinarse.
Así que, supervillanos, si estáis por ahí, tengo algo que deciros. A mí no me la dáis con queso. Ya podéis dispararme todo lo que queráis escondidos detrás de la pared y con vuestra ametralladora de "uyyyyyyyy casi" marca ACME recien engrasada, que conmigo no va a funcionar. Primero, porque he descubiero vuestro plan y segundo porque he encontrado una canción mágica super-energética que me quita todos los males, como la aspirina.
Ésta
(No la puedo colgar, últimamente estoy atecnológica perdida, pero si pincháis en el enlance serán 4 minutos bien empleados, ya os lo digo)
Y a vosotros, supervillanos...
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE OS FUNDAN!!!!!!!!!!!!!!!!
Etiquetas:
conceptos básicos,
cosas de superheroinas,
las cosas de la vida
Suscribirse a:
Entradas (Atom)