jueves, 27 de diciembre de 2018

Calabazas de las buenas

Natacha es la mujer más encantadora de la tierra!
¡Si viera usted qué calabazas acaba de darme!

"Nuestra Natacha", de Alejandro Casona

(La cita de arriba tiene un sentido. Voy a tardar en llegar a él, pero voy a llegar. No os desesperéis.)

Siempre he pensado que lo que más define a las personas son sus reacciones. Las acciones cotidianas se pueden pensar con antelación, es más fácil fingirlas. Las reacciones, en cambio, se producen como respuesta inmediata a un hecho inesperado, el que sea, y son más complicadas de trucar. Por eso dicen mucho de cómo somos realmente. Qué hacemos ante el dolor ajeno. Hasta qué punto llega nuestra honradez. Cuánto podemos contenernos. Y entre todas las reacciones hay dos que me parecen especialmente reveladoras: cómo nos tomamos un rechazo y de qué forma rechazamos a alguien.

No es sencillo asumir que nos han dado calabazas, pero tampoco lo es darlas, desde luego. Menos doloroso quizás, pero no más fácil. Hace falta delicadeza, empatía, educación y si es posible incluso un poquito de ternura. Y recursos para afrontar y, en su caso, aplacar, la (no siempre buena) reacción del implicado/a, claro.

Esto lo traigo a colación ahora porque dentro de nada me voy a comer unas calabazas como una catedral. Eso lo sabéis vosotros, lo sé yo y lo saben los niñitos de África. Está más claro que el agua, pero me la voy a jugar igual porque con esto del Jamacuco Supremo he decidido vivir al límite. Porque no me ha tocado la lotería de Navidad (a pesar de no poder decir ya aquello de "por lo menos tenemos salud") y quiero creer que va a haber más suerte con esta lotería. Y porque la receta más eficaz para librarse de un cuelgue prolongado es llevarse unas calabazas claritas y contundentes.

Ahora mi mayor miedo es que sean unas calabazas bien dadas. Quiero decir... que si el implicado reacciona mal y es un borde, o se pone tensísimo o deja de tratarme con normalidad va a ser una caca de la vaca paca, claro, porque a nadie le gusta que le pase eso, pero es lo más eficaz. Te das cuenta de que no merece la pena, pasas página y a otra cosa mariposa. El problema viene si reacciona bien. Si te dice que no pero con amabilidad, con empatía, con cariño. Si no cambia su manera de comportarse. Si no monta un drama donde no lo hay.

Yo me huelo unas buenas calabazas porque ya he visto otras reacciones del implicado antes y no están nada mal en general. Así que por un lado me alegro de que no me decepcione, claro, porque sería una lástima que el susodicho resultara ser un imbécil. Pero por otro lado ya me veo quedándome como Lalo, el personaje de Nuestra Natacha que dice las palabras que os he puesto al comienzo de la entrada y que en mi versión serían más o menos así:

¡¡Ayyy, qué majo!! ¡Tiene arte hasta dando calabazas!

Lo que me faltaba....

lunes, 17 de diciembre de 2018

Empezando de cero

Con todo el lío del Jamacuco Supremo (JS), sustos, hospitales, bajas y demás fanfarria me he tirado un mes sin pisar el gimnasio. Esto así por escrito no parece mucho pero con lo asidua a esas instalaciones que me había vuelto yo en los últimos tiempos equivale a un siglo y medio. En todo. Primero, por supuestísimo, en mi forma física, la cual me había costado la misma vida mejorar mínimamente y que ahora ha desaparecido como por arte de magia. ¡Chas! Desaparecida total. Ooootra vez a empezar desde el principio. Me cago en la leche...

Y luego han cambiado otras muchas cosas, demasiadas para un mes, incluso. De hecho, empiezo a pensar que los gimnasios en general el tiempo se mide como en Saturno, que un día allí dura lo que seis en la Tierra, porque, chico, si no, no sé cómo les ha cundido tanto:

-Para empezar las pesas ya no son negras, se han vuelto de colores. Preciosas, además, me encantan las nuevas. Lo bien que me habría venido que fueran así de coloridas cuando yo estaba empezando y aún no distinguía bien cuanta carga suponía cada una. Me habría evitado muchos viajes de punta a punta de la sala de entrenamiento para coger otras más ligeras y muchos momentos incómodos de no poder levantar las que había elegido ante la mirada compasiva de los odiosos musculitos.

-También los profes han cambiado. Hay un montón de monitores nuevos. Que yo haya visto, tres, lo cual es un porcentaje importante del total del profesorado. Eso significa que han desaparecido otros tantos, con los que más coincidía yo y los que más fichada me tenían. Lo que me lleva al punto siguiente.

-Ya no me conoce ni el tato. Antes era una vieja del lugar, todos me saludaban, tenía bromas con unos y otros, me pedían opinión sobre los cambios que iban haciendo en las clases... A cualquiera de mi entorno que le digas que yo era una de esas típicas sabelotodo de gimnasio no se lo iba a creer dada mi trayectoria anterior, pero así era. ERA. Vuelvo a ser un cero a la izquierda, nadie me recuerda.

¿¿¿Nadie??? ¡NOOO! (Como dirían en el comienzo de los comics de Axterix y Obelix)

¿Sabéis quién se acuerda de mí?

¡GimnasioMan!

GimnasioMan, ese cucazo máximo que me ve pasar por fuera del aula mientras ellos están en medio de una sesión de ciclo y me tira un beso desde la bici. Y nada más salir me dice:

-Speedy, ¡cuántos días! ¿Dónde estabaaaas?

Así que, ¿sabéis todos los avances que había hecho para quitarme el cuelgue de manual que llevo encima? Pues ¡chas! acaban de desaparecer. Estarán en el mismo sitio que mi forma física.

Ooootra vez a empezar desde el principio. Me cago en la leche...

miércoles, 12 de diciembre de 2018

La amnesia de schrödinger

A falta de que el doctor House en versión ibérica averigüe qué leches me pasa, estoy en vías de recuperación del Jamacuco Supremo (JS). Esto viene a significar que me encuentro bien, completamente normal, pero que necesito enterarme de una vez por todas de lo que tengo averiado dentro, más que nada para arreglarlo antes de que me de otro chungo. ¿Problema? Que el sistema sanitario español funciona a la velocidad de la luz y no tiene pinta de que me vayan a dar la respuesta ni hoy ni mañana, por lo que ahora todos mis esfuerzos se centran en seguir con mi vida sin acordarme de lo que me pasó para no ponerme nerviosa.

Estoy moderadamente satisfecha conmigo misma porque la mayoría del tiempo lo consigo, pero no sería del todo sincera si no os dijera que esta amnesia voluntaria es un poco la amnesia de schrödinger. Vamos, que muchos ratos no me acuerdo del JS pero a la vez sí me acuerdo, porque me vienen como fogonazos repentinos. De lo que me ocurrió, de cómo me sentí y de lo que pensaba en ese momento.

Y es curioso que cuando estaba en medio del bullullu no tenía miedo a la muerte. Al fin y al cabo ya estaba en el hospital, según mi inmensa sabiduría extraida de todas las temporadas de Anatomía de Grey, los batas blancas iban a impedir que me fuera p'al otro barrio. Por eso no tenía miedo a morir, sino a morir sin haber vivido. O, por no ponernos dramáticos, a enfermar gravemente y perder mi independencia antes de poder hacer tooooodas las cosas que me quedan pendientes. Si el TAC que me hicieron en urgencias hubiera podido escanear mis pensamientos, se habría encontrado un monólogo tal que así:

Joer macho, me pasa esto ahora y aún no me había dado tiempo a ir Nueva York. Ni al Caribe. Bueno, qué leches, ni a Menorca siquiera. No he tenido un curro en condiciones mínimamente bonito en el que no estuviera rodeada de locos de remate obsesionados por hacerme la vida imposible. Ni siquiera he vivido un gran amor. He tenido simulacros de más o menos duración, ilusiones y disgustos, pero un amor correspondido, sereno, pasional y que durara el suficiente tiempo para comprobar que, efectivamente, era un amor de verdad, pues no. Macho, Speedy, esto por tu puta manía de dejarlo todo para el final y esa cantinela de que las cosas tienen que pasar sin forzarlas. Valiente gilipollez. Pues ya me dirás como va a pasar nada ahora según como te quedes, lista, que eres una lista. Es que, vamos, te calzaba una leche que te arrancaba la cabeza si no fuera porque de este chungo igual te conviertes en una lisiada y está feo pegar a los que no pueden defenderse.

Sí, muy delicado mi Yo Interno, ya lo sé, amable incluso al borde de la muerte. Marca de la casa: Speedy, fustigándose a lo loco desde los años 80. Pero vamos, que aunque le pierden las formas, mi Yo Interno tiene razón en el fondo. Me fiaba de que me quedaban muchos años por delante y ahora soy consciente de que igual no me quedan tantos. Vamos, como a todos, porque nadie se libra de que le pase algo cuando menos se lo espera. Sólo que a mi me acaban de dar un hermoso aviso y lo tengo fresquito.

¿En qué se resume toda esta chapa de arriba? En que me tengo que poner las pilas a full. A lo loco. Así que los propósitos de Año Nuevo van a venir más cargaditos que nunca y, esta vez, con fecha de cumplimiento, porque está visto que si no me pongo plazos, no cumplo nada de nada.

Qué trabajito me va a dar 2019, amiguis. Ya lo estoy viendo.

viernes, 30 de noviembre de 2018

San Jamacuco Supremo

¿Sabéis eso que digo siempre de que tengo una salud de hierro y demás? Pues se acabó lo que se daba, amiguis.

No voy a entrar en el detalle pero hace poco he pasado un susto de tres pares de cojones. Ni me voy a molestar en poner asteriscos porque ha sido un sustazo morrocotudo que se merece que lo escriba con todas las letras. Y lo peor es que no puedo decir que se haya acabado ya. Es decir, que por un lado he tenido suerte porque no me he quedado seca en el momento ni me ha dejado secuelas, pero por otro aún no se saben las causas que lo han provocado y muchas de las hipótesis que hay sobre la mesa no molan un mierdo. Las cosas no terminan de estar claras y yo estoy cagada, para qué os voy a engañar.

Tampoco contribuye a mi tranquilidad el maravilloso funcionamiento del sistema sanitario español que, como ya os imaginaréis, es eficiente al máximo y rápido como las balas. Muy en mi línea, me estoy viendo envuelta en un montón de absurdeces surrealistas que contaría en plan chufla en este blog si no fuera porque, dada mi situación, no me hacen ni puta gracia. Hay que ver la parsimonia con la que se toma la gente las cosas cuando el que está malo es el de enfrente y no uno mismo. Jodo petaca.

Total, que aquí me tenéis, sin tener muy claro mi futuro y sin poder parar de pensar en lo poco que ha dado de sí mi pasado. En que, con este atasco vital que llevo desde ni se sabe, no me ha dado tiempo a hacer ná de ná y que, depende del nivel de chunguismo que adquiera el tema, igual se pone muy cuesta arriba ya que haga todo lo que me queda pendiente. Más que nada porque es mucho mucho mucho lo que me queda pendiente. Este vicio mío de procrastinar no podía traerme nada bueno, estaba claro...

En fin, no quiero ponerme dramática. Ahora mismo toda las posibilidades están abiertas, incluida la de que esto se quede en un susto sin consecuencias. Ojalá. Por ahora lo que voy a hacer es darme con un canto en los dientes porque la bromita no se me llevó al otro barrio en el momento y añadir un festivo en mi calendario para celebrar tamaño acontecimiento. Lo voy a llamar San Jamacuco Supremo y el postre oficial va a ser tarta de chocolate.

Si la cosa va a ponerse turbia por lo menos que haya chocolate, ¿no? ¡Qué menos!

martes, 27 de noviembre de 2018

Speedy contra el ataque de la rasta gigante

Los que pasáis habitualmente por aquí ya sabéis que tengo el pelo fosco. Este horror total equivalente en la práctica a un desastroso estilismo capilar perpetuo se compone mayormente por un volumen incontrolable y un fenómeno paranormal que a mi me gusta llamar "LA RASTA".

LA RASTA aparece siempre que lavo mi cabello, independientemente de su longitud, de si está o no teñido y de la época del año en la que nos encontremos. Consiste en un matojo de pelo extremadamente seco con tacto de escoba de paja que cuando me mojo la melena se enreda hasta límites insospechados. De hecho, se enreda tanto que no hay quien meta el cepillo mientras está húmedo. Tengo que esperar a que se seque, deshacerlo más o menos con un peine y luego tirar pa'lante como puedo con el bullullu que queda después de eso, un mechón caótico, onduladísimo, encrespado a más no poder y casi imposible de dominar, ni siquiera con mi plancha mágica. Lo peor del asunto es que el resto de mi melena también es bastante caos, pero no tanto ni de lejos, lo que confiere a LA RASTA una visibilidad máxima.

Califico LA RASTA como un fenómeno paranormal por su desmesurada magnitud y contundencia y porque su formación no sigue ningún criterio lógico. Si el problema es la sequedad, mi melena debería ser una rasta toda ella, no sólo un mechón, porque aplico los mismos cuidados en su totalidad. Si el tema es que mi pelo está dañado por el calor de la plancha o por el tinte, tres cuartos de lo mismo. De hecho, pensando que era eso, cabello enfermo, he probado alguna vez a cortarlo muy cerca de la raíz y llevar durante meses un pedazo de trasquilón en medio de la cabeza para comprobar que, en cuanto crece un poco, LA RASTA resurge de sus cenizas como el Ave Fénix exactamente en el mismo lugar de mi cuero cabelludo. Inquietante, que diría Iker Jimémez.

Dadas las premisas anteriores y aceptando que cortar es sanear (eso dicen), tengo que concluir que  la formación de LA RASTA no viene determinada por factores externos, sino internos, como si estuviera grabada en el ADN de esa zona de mi pelo. Como si ese mechón en concreto tuviera un carácter más indómito y necesitara expresar su personalidad más visiblemente que los demás. Y si damos por cierta esta teoría, me preocupa bastante que últimamente LA RASTA haya digievolucionado a RASTA GIGANTE.

Y es que de un tiempo a esta parte, ese grupo de pelos insubordinados se ha vuelto más grande, sus enredos más difíciles de desenredar y su caos añadido más caóticamente visible que nunca. Será que esos cabellos con problemas con la disciplina han contagiado su rebeldía a otros y la revolución por la libertad capilar se está extendiendo. No lo sé. Lo único que tengo claro es que si la insurgencia continúa avanzando y llega a toda mi melena.... las consecuencias serán terribles.

Porque yo parezco dura, pero mis armas son el secador y la plancha, que al fin y al cabo tienen efectos temporales hasta que el agua moja el cabello y lo devuelve a su estado original. Pero SpeedyMum, querida RASTA, SpeedyMum es muy fan de las tijeras. Pero MUY fan. De hecho, debes saber que la frase que más me ha repetido ella durante toda mi vida, después de "te quiero" es: "¿Por qué no te cortas el pelo?" y todas sus variaciones posibles.

Así que a mi me parece muy bien la libertad capilar, la rebeldía melenuda, la personalidad indómita y la insurgencia estilística. Me parece todo ideal y ma-ra-vi-llo-so. Pero si SpeedyMum toma cartas en el asunto, no digas que no te he avisado.

Que no tengo un pelo de tonta, rastita querida. Parece mentira que no lo sepas tú, que creces en mi cabeza...

viernes, 9 de noviembre de 2018

Fiebre y sueño

Pues resulta que...

((¡Ajá! ¿Ya os creíais que la siguiente palabra era GimnasioMan porque últimamente estoy con el temita más pesada que matar un cerdo a besos, ¿eh? Pues no, esta entrada no va de eso, listos, que sois unos listos. Aunque, mira, sólo por llevar la contraria, le voy a meter igual, aunque sea con calzador. ¡Por listos! jajaja))

Hace muchos días que no veo a GimnasioMan (¡¡toooma, ahí lo lleváis!!) porque he estado mala malísima y no he podido hacer nada con mi vida que no fuera dormir y trabajar. Trabajar he trabajado porque la maravillosa Sanidad Pública Española no ha considerado necesario atenderme hasta hoy para darme medicamentos y la baja laboral y dormir he dormido porque, a falta de drogas legales, era mi única manera de luchar contra los virus. Fiebre y sueño. Y de ambas cosas he tenido para dar y regalar.

Aportaré un dato esclarecedor para que se entienda mi argumento. En la última semana habré dormido una media de 16 horas diarias. Sin exagerar. Llegaba al borde de la muerte de trabajar, caía literalmente desmayada en la cama (sin ponerme pijama, ni quitarme zapatos ni ninguna acción intermedia) y allí me quedaba hasta que a la mañana siguiente me arrastraba como podía a la ducha. Abría un ojo cada cinco horas para comprobar que aún sentía agujas incandescentes clavadas en mi garganta y que no me tocaba aún volver al curro y seguía durmiendo hasta otras cinco horas después. Así como os lo cuento.

Sé que pensaréis que exagero (no sé por qué, si este blog no es nada de exagerar) así que aportaré un segundo dato aún más esclarecedor. Llevo una semana entrando a mi cocina a oscuras con la única luz de la campana extractora de humos. ¿Por qué? Porque el primer día del ataque de los virus se fundió la bombilla y no he sido capaz de cambiarla. Subirme a una silla tal y como me encontraba me resultaba más duro que escalar el Everest, así que hacía todo lo que hubiera que hacer prácticamente a tientas. Por suerte, tal y como estaba, cocinar no entraba en mis planes, pero a saber como lo he dejado todo con lo poquísimo que he hecho. Estará como si hubiera pasado un tornado, ya lo estoy viendo. Hoy que me encuentro un poco mejor mi intención es evaluar los daños, pero vaya, igual no tengo ánimos, ¿eh? Ya os lo digo.

Porque esa es otra, para haber dormido tanto estoy como si me hubiera pasado un tren por encima. No puedo con mi vida. Se ve que mi cerebro desconectaba para dejarles todas las energías a mis anticuerpos en lucha encarnizada contra los malvados virus. Casi podía notar físicamente la batalla que se estaba librando dentro de mí. De hecho, en más de un sueño he visto a los personajes de esa preciosidad de serie que era Érase una vez la Vida.





Había tal liada en el interior de mi cuerpo serrano, que hasta he perdido peso. Dos meses matándome en el gimnasio sin conseguir adelgazar un gramo y resulta que sólo tenía que estar al borde de la muerte una semana para quitarme de encima los kilos que me sobraban. Bueno, pues ni tan mal, oye. Vamos a quedarnos con la parte positiva...

(Y especialmente dedicado a los listos del primer párrafo, una segunda mención de propina: Cuando me vea GimnasioMan con mi nueva talla, no me va a reconocer... jajaja)

martes, 6 de noviembre de 2018

GimnasioMan... ¡Colabora, coño!

Veo el futuro con GimnasioMan negro tizón. Vamos, igual de negro que ha estado siempre, sólo que como soy una cabezota medio lerda hacía todos los esfuerzos por no ver la negrura tan tan negra. Pero al final me he tenido que rendir a la evidencia porque es innegable. No estamos en el mismo círculo. Y contra eso no hay nada que hacer.



Lo del círculo es una interpretación libre de la escena de la peli de arriba que viene a decir que no coincidimos en el espacio-tiempo, que no estamos en el mismo momento vital. Ahora GimnasioMan tiene unos temas pendientes de resolver que son (y deben ser) su prioridad máxima y alguien como yo no cuadra ahí ni bien ni mal. Es que no hay vuelta de hoja es (y debe ser) así. Como no hay tu tía, él ni se lo plantea, que es lo que debería haber hecho yo si no fuera medio lerda.

El caso es que SÍ que soy medio lerda, he dejado ir el tema y ahora tengo un cuelgue de manual que me está costando la vida misma quitarme porque GimnasioMan no colabora. Que no es que el pobrecillo haga nada mal, ¿eh? Lo que pasa es que es estupendérrimo, cada rasgo nuevo que descubro de él me parece más estupendérrimo que el anterior (tendrá sus cosas malas el hombre, desde luego, pero en una hora de gimnasio diaria todos enseñamos nuestra mejor cara) y así no hay manera de desengancharse. Y para mis adentros todo el rato estoy pensando: "Pero GimnasioMan, tronco, coopera un poco, no hagas eso..."

-No expliques el estiramiento con ejemplos como "los brazos abiertos, como si fueras a darme un abrazo" cuando estás a metro y medio de mi. Ya hago ejercicios de contención a todas horas para no pegarte un muerdo en esos brazacos que tienes, si encima ofreces abrazos cuando te tengo a tiro... No sé cuanto más podré contenerme.

-No te inventes bromas tan elaboradas que cuesta seguirte el hilo porque hay casi la misma cantidad de broma dentro de tu cabeza como la que te ha dado tiempo a explicar. A veces parecen mini entradas de blog contadas de viva voz. Lo último que me faltaba es que fueras bloguero. No me digas que lo eres, haz el favor...

-No seas tan salado, anda, ni tan amable, ni estés siempre de buen rollo.No cantes las canciones de las coreos con ese inglés macarrónico de Oxford, ni me pongas esa mega sonrisa Profident que podría iluminar una ciudad de tamaño medio.

-No tengas a veces esas salidas tan tiernas y esa dosis de dulzura que tanto sorprende en un morlaco de tu tamaño.

Venga, GimnasioMan, te lo pido por favor...



viernes, 2 de noviembre de 2018

Me jode

¿Sabéis lo que me jode? Que lo que se me da bien no sirva para nada. Es que me jode infinito, no os hacéis una idea...

Ya no hablo de curro, porque no me quiero meter en terrenos pantanosos. Pa'qué. Hablo de la vida. Así, en general.

Porque a veeerrr...

Yo escribo, desde siempre. Está en la esencia más propia de mi personalidad. Es mi forma de expresarme. Es mi forma de reaccionar. Es mi forma de divertirme. Es mi forma de sentir. Es mi manera de ser. Yo escribo porque si no sacara lo que llevo dentro por medio de la palabra escrita algo me explotaría en el cuerpo. O mejor dicho me estallaría todo. Por la acumulación, supongo.

El caso es que yo soy así. Escribo. Y además creo que escribo bien. Hombre, no soy Shakespeare, ya lo sé. Y para gustos los colores y para colores las flores, desde luego. Pero según mi criterio y el de algunas de las personas de mi entorno, escribo bien. Sin embargo, casi nunca lo puedo demostrar en mi día a día. Y me jode. Sobre todo porque es por las razones equivocadas.

Lo voy a explicar con un ejemplo concreto. Escribí el texto de la entrada anterior a una persona con la que ahora coincido mucho en mi día a día y con la que me llevo bastante bien. Sin más. No somos amigos. Estamos en proceso aún. Pero tenemos confianza. Y buen rollo. El suficiente como para decir de viva voz muchas de las cosas que yo escribí en el post del lunes. De hecho, en nuestras conversaciones, él me suelta detalles parecidos a esos entre broma y broma.

Cuando terminé el texto pensé que me apetecía enseñárselo. Porque dice mucho de él, pero también porque dice mucho de mí. De como le veo. De las cosas en las que me fijo. De los detalles que recuerdo. De los temas que valoro. Del tipo de sentido del humor que tengo. De lo observadora que soy. De lo que se me da bien, que es, básicamente, escribir.

Sin embargo, al final decidí no dejarle leerlo porque pensé que lo vería raro. Y eso que es un chaval majete con inquietudes y bastante mundo interior, pero aún así no las tenía todas conmigo de que no fuera a malentenderlo. Porque para el que no escribe y no tiene nadie a su alrededor que escriba, escribir es algo raro. Y me jode. Porque es mi talento, mi habilidad, lo que se me da bien y no lo puedo demostrar porque casi nadie lo entiende.

Si jugara al futbol tendría los partidos. Si cantara podría hacer conciertos. Si pintara organizaría exposiciones. Si cocinara montaría cenas cada finde en mi superguarida.

Pero yo escribo lo que, en el 99% de los casos, no se puede lucir ni sirve para nada.

Y qué queréis que os diga...

Me jode.

lunes, 29 de octubre de 2018

Tú (según yo)

Hablas por los codos. Luego dices de mi, pero hay que ver como le das tú a la sin hueso, amigo. Y, como yo, la información que aportas sobre ti es inversamente proporcional al número de palabras que salen de tu boca. Aún así, hay cosas que se te escapan. Y con eso y con tus reacciones, que no son palabras pero también se te escapan, ya nos vamos conociendo.

-Te encanta tu trabajo. Te en-can-ta. A veeerrr, como todos, hay días que estás hasta el pico de la boina, claro. Pero incluso en esos días que traes el morro torcido, después de 10 minutos ya tienes otra cara. Porque te encanta, a pesar de todo.

-Eres gracioso. Buenoooo, mejor dicho, lo intentas. Lo intentas un montón. Eres el bromista incansable. A veces te mandaría de gira con Arévalo y Las Virtudes pero muchas otras veces me parto contigo. De hecho, a mi me gusta tu tipo de humor. Y sobre todo me gusta que le eches humor a todo, que lo uses para combatir el hijoputismo gratuito de la vida. Mola.

-Tu forma gramatical preferida es la interrogación. No he conocido a nadie que encadene tantas preguntas seguidas como tú. Que de muchas de ellas no esperas ni respuesta, en realidad, es tu forma de que el otro se sienta integrado en la conversación. Ahora ya me he acostumbrado, pero me acuerdo que al principio me quedaba picueta porque no sabía que contestar a cosas como un "¿tú qué comes cuando vas al extranjero?" disparado así, a bocajarro, sin venir a mucho cuento con el resto de la conversación. Que luego tenías un argumento y llegabas a él enseguida, pero de primeras era como "¿einnn?"

-Tienes talento para tu profesión. He oído a compañeros tuyos decirte que te queda un gran futuro por delante y la verdad es que me lo creo. Me lo creo porque es evidente que reúnes condiciones, te sobra ilusión y no sé por qué intuyo que no te falta fuerza de voluntad. Esos tres ingredientes mezclados con un poquito de suerte son garantía de éxito, así que espero que lo consigas. Te deseo lo mejor.

-Eres espontáneo y muy abierto. De vez en cuando me dices cosas que yo me quedo flipada y tú tan fresco. Ni te inmutas, oye. Que como lo haces con tanta naturalidad, pues claro, yo lo vivo en plan normal, te sigo el rollo, pero luego llego a mi casa y pienso: "¿De verdad Z me ha dicho eso o le oído mal? Porque como me va a haber dicho eso sin cambiar la cara". Pero sí que me lo has dicho, sí. Y te has quedado fresquísimo.

-Más vale tenerte de amigo que de enemigo. No porque tengas mala leche (que me da en la nariz que un poco sí) sino porque eres ocurrente en las revanchas. Tus venganzas son originales, divertidas y contundentes.No querría ser la destinataria de una de ellas, la verdad...

-Eres ágil mental. Inteligente seguramente también, pero con lo poco que hemos hablado no puedo saberlo. De lo que tengo pruebas sobradas es de la rapidez de tus respuestas. Es arriesgado meterse en una lucha dialéctica contigo porque es difícil dejarte callado. Más bien suele ocurrir al revés. Que no es que me haya pasado a mi alguna vez, ¿eh? Qué va...

-Crees en el karma y haces bien porque, de una forma o de otra, al final todo lo que va, vuelve. Tienes perro, eres motero, tu metabolismo basal consume 2200 calorías al día, comparas situaciones en la vida con Humor Amarillo, eres team Reyes Magos antes que Papa Noel, has sido (y me apuesto algo a que sigues siendo) fiestero, trabajaste en un bar y no te das por aludido cuando te llaman por tu nombre completo, sólo por tu nombre acortado.

Ay, rapaz, que te voy conociendo ya...

miércoles, 17 de octubre de 2018

El fin de una era

Esto, por favor, no se lo digáis a Speedymum que le gusta a ella un drama y va a empezar a montarse películas que no son, pero ojito ¡o-ji-to! a lo que acaba de pasar: hoy he terminado el primer y único paquete de sal que he comprado desde que me independicé. Y al loro, que volé del SpeedyHogar hace ahora... 9 años. ¡9! Ahí lo llevas.

Así es, amigos, he gastado un paquete de sal (marina, de la de cocinar) en 9 años, que se dice pronto. 108 meses. 3285 días. Esto, como todos los datos estadísticos, sacado de contexto puede dejarnos flipados, pero tiene unos factores concurrentes que lo explican, claro. A saber:

-Yo, ya lo sabéis, cocino poco. Ahora me voy animando cada vez más a hacer alguna cosilla, pero casi todo son ensaladas y temas sin mayor complicación. Y en cualquier caso, los purés y cremas de bote, las sopas y las frutas y verduras son los reyes indiscutibles de mi nevera y armarios, no os voy a engañar.

-Lo poco que cocino lo cocino con poca sal o sin ella. principalmente porque se me olvida echarla, la verdad, y como dicen que no es muy sana, pues tampoco le pongo demasiado empeño en recordar. La uso sólo en las platos que sosos me resultan incomibles, tipo el pan con aceite y cosas por el estilo. Luego me extraño de lo buenísimos que le salen todos los guisos a Speedydad comparados con lo asquerosos que están los míos, pero claro, teniendo en cuenta que soy totalmente insubordinada con las recetas (pongo lo que me da la gana en la cantidad que quiero y quito lo que no me gusta) y que no le echo sal, pues eso lo explica todo. Milagros en Lourdes.

Y así se entiende que en 9 años no haya comprado nunca sal para mi casa. He adquirido sofás, sillas, aires acondicionados, pinzas, grifos y todo lo que os podáis imaginar, pero sal, no. Ese paquete lleva conmigo casi una década y ha llegado el momento decirle adiós. Es el fin de una era. Y es algo simbólico porque con este adiós quiero que vengan otros adioses bastante más importantes. Lo primero adiós a esta superguarida en la que tengo por caseros a unos golfos apandadores que me tienen frita. Paquete de sal nuevo, casa nueva, ya lo dice el refrán (que me acabo de inventar). Adiós también a un curro que me lleva por la calle de la amargura. Y adiós a una época que está siendo bastante caca de la vaca Paca, en general.

Ya lo decían en Friends. Es el fin de una era.


lunes, 8 de octubre de 2018

Reconócelo

Yo reconozco que somos de mundos distintos, de formaciones diferentes, de vidas opuestas, si tú reconoces que se te ilumina la cara cuando me ves. Que no puedes contener una sonrisa. Siempre. Como me pasa a mi.

Yo reconozco que las circunstancias no son fáciles y que esto es inadecuado desde muuuuchos puntos de vista, si tú reconoces que no te pasa con nadie lo que te pasa conmigo. Que parece que me conoces de siempre y no hace ni mes y medio. Como me ocurre a mi.

Yo reconozco que no tenemos nada que ver, que seguramente (no lo sabemos aún) nuestros gustos no serán parecidos ni en cine, ni en literatura, ni en viajes, si tú reconoces que saco tu lado tierno. Que me llamaste corazoncito, tronco. Que se te escapó. Crees que no te oí, pero soy SpeedyGirl, además de supervelocidad, tengo superoído. No te esfuerces en disimular.

Yo reconozco que en un gimnasio megamasificado como el mío donde hay 200 usuarios por metro cuadrado dándose codazos para coger las pesas y los sitios mejores es imposible fijarse en nadie, si tú reconoces que, en realidad, si te fijas. Que te fijaste desde el minuto 1.

Yo reconozco que seguramente (porque tampoco lo sabemos aún) tenemos formas de ser y caracteres muy distintos, si tú reconoces que también parecen intuirse algunos rasgos en común. Que tú das la sensación de ser alegre y positivo y yo soy más de las que miran un donut y sólo ven el agujero. Pero también parece que tienes mucha fuerza de voluntad y que aplicas el humor para combatir el hijoputismo gratuito de la vida y en esos dos temas, amigo... En esos dos temas, a mi no me gana nadie.

Yo reconozco que (como me "obligaste" a confesar el otro día delante de toda la clase) te quiero un poco ("pero muy poco, ¿eh?") si tú reconoces que tú a mi también.

Reconócelo.

Te sentirás mucho mejor cuando lo admitas.

La verdad os hará libres.

Eso dicen, ¿no?

martes, 25 de septiembre de 2018

Pruebas de cargo contra GimnasioMan

Como me ha pasado muchas otras veces, diría que Maromazo Actual (en este momento GimnasioMan) no me hace ni caso, pero es que esta vez no es exactamente eso porque, en realidad, caso me hace muchísimo. Un montón. Diría que soy a la que más caso hace de todo mi gimnasio y eso, en un gimnasio megamasificado como el mío, es mucho decir.

El problema es que es un "caso" aguachinao, es decir, amabilidad y simpatía para todos los públicos. Que está requetebién, ¡ojo!, pero que no es el "caso" que me gustaría recibir de él en este momento. Y vosotros diréis, "bueno, Speedy, pues ya está, que no estará el hombre por la labor, qué vamos a hacerle, déjalo correr" pero la cosa es que yo ahí discrepo. Y a eso viene esta entrada, a explicaros por qué.

Porque a ver... Estoy de acuerdo con vosotros en que, casi seguro, GimnasioMan no se ha coscado del tema. Y si le preguntáis os dirá: "¿Speedy la del gimnasio? Ah, sí, sí, majísima, es majísima". Y ya. Sin más. Para empezar porque ni se lo habrá planteado, el pobre. Hay un trillón de circunstancias que lo hacen imposible, así que será un chico listo (no como otras y no miro a nadie) y lo habrá dejado correr. Y porque igual el chaval tiene su vida, una novia (o incluso un novio) estupendérrima de la que yo no sé nada (no ha salido el tema) y que no tiene ninguna intención de cambiar. Así que sí, hay muchas posibilidades de que ni se haya coscado, el hombre. Pero aquí entre nosotros os digo que él no se habrá dado cuenta, pero que algo hay. Que leeeevemente, de una manera casi imperceptible, yo le llego. Lo noto. Y es que todo son pruebas contra él.

-Me mira y sonríe. Siempre. Cuando me saluda, al vernos reflejados en el espejo estirando los cuádriceps o haciendo flexiones. Es automático. Y no sabes lo que es una sonrisa rara hasta que ves a alguien sonreír mientras está al borde de la muerte por flexiones

-¿Pero qué lejos de mi te has puesto hoy, no?
-Que no había sitio en la otra fila de bicis...
-Ahhhh...

-Tú te quejas mucho, pero luego me echas de menos. Que el otro día cuando no entraste en la clase que yo estaba y entraste en otra tenías cara de echarme de menos.
-Si, sí, claro, me has pillado... (pero vamos, no sabía que te habían nombrado encargado de controlar a qué clases entra cada usuario del gimnasio).

-Me toma el pelo. Intento devolvérsela y, muy en mi línea, meto la pata y me cubro de gloria. Esto de coronarme es algo que me pasa de forma habitual pero él no puede saberlo porque cuando ocurre esta situación que os cuento, sólo hace tres días que me conoce. No es una forma de hablar, literalmente son tres, no nos ha dado tiempo a vivir situaciones como esas. Y aún así...
-Jajaja, es que siempre te pillo
-(¿Siempre? ¿Desde cuándo mantener tres conversaciones random da pie a utilizar el adverbio siempre? Habla como si fuéramos amigos desde hace media vida.) Ya será menos.

-¡Anda, cuánto tiempo!¿Cuánto hace que no nos vemos? Una semana, ya, ¿no?
-(Tú vas todos los días al gimnasio -a varios gimnasios distintos, de hecho- así que seguramente te costará distinguir unos días de otros, porque  a mi me pasa y voy menos. Te cruzarás con un montón de gente cada día. Pero por razones que desconozco recuerdas perfectamente hace cuánto no me ves a mi en concreto...) Sí, hará una semana, sí.

-¿Qué haces en la bici 10? Si la tuya habitual es la 14...
-(Esto es un gimnasio megamasificado donde somos ciento y la madre.  Me cuesta a mi acordarme de qué bici suelo coger como para recordar la de los demás. Sin embargo tú recuerdas la mía. Vaaaale.) Pues que la 14 estaba cogida


Y la prueba definitiva (y por lo que a mi me cuesta tanto dejar el tema correr) es que todo esto se le escapa. No es una estrategia cuidadosamente diseñada para ligar, ni un oscuro plan para conseguir nada. Se nota que le sale sin querer, igual que yo no puedo evitar rozarle en el hombro cuando me hace una broma y pienso para mis adentros instantáneamente ¡Pero no toques! ¿Por qué tocas?  Pero se me escapa. Como a él.

jueves, 20 de septiembre de 2018

AudioParrafadas5: No quiero

¿Sabéis cuando ves claro lo que deberías hacer porque es lo mejor para ti, lo mejor para todos, pero te apetece nada y menos hacer eso? ¿Sabéis cuando estáis hartos de hacer lo que debéis y no lo que queréis?

Os suena el tema, me imagino.

Pues dadle al play.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Haciendo posible lo imposible in My Ideal World

De un tiempo a esta parte me he vuelto una experta en crushes imposibles. Experta en padecerlos, que no en combatirlos, porque lo que no puede ser no puede ser y ajo y agua, amiguis. Lo que sí he notado es que, sin duda, la relación entre la imposibilidad del crush y las maneras que se me ocurren de materializarlo es directamente proporcional. Vamos, que cuanto más imposible es el crush más locuras geniales se me ocurren para arrancarlo en un mundo ideal donde lo imposible fuera posible.

Como de momento no tiene pinta que vaya a venir Aladdin con una alfombra mágica para llevarme a Un Mundo Ideal en el que lo imposible sea posible, por ahora me voy a conformar con escribir aquí las piradas de pinza que me vayan ocurriendo para tenerlas a mano por si algún día surge la oportunidad de usarlas. O más bien para echarme unas risas porque soy una culcagao y no creo que nunca me atreva a llevarlas a cabo, ni siquiera en un mundo ideal. Aunque bueno, si le paso la pelota a él... porque claro, en mi mundo ideal no tendría que hacer yo todo el trabajo. A ver...

-Eso que dice el profe de los pulgares en alto para pedir más caña no sé si me termina de convencer.
-Bueno, podría ser peor. En las clases de surf cuando te tiraba una ola a la otra punta de la playa, para decirle al monitor que estabas bien había que hacer un ok grande que se viera desde lejos y poníamos los brazos haciendo un redondo alrededor de la cabeza, como imitando una o. Eso sí que no me convencía.
-¿Surf? ¿Eres surfera? No tienes pinta de surfera...
-Y tú qué sabrás qué pinta tengo si sólo me ves aquí, con las cutre mallas estas y el cutre moño. Igual en mi vida normal voy con neopreno a todas horas.
-Ahora que lo dices, eso no puede ser.
-¿No puede ser que lleve neopreno a todas horas?
-No puede ser que sólo te vea aquí. Eso hay que arreglarlo. Una cañas el día que me digas para que me cuentes eso del surf, vestida con neopreno o con otro estilismo, lo dejo a tu elección.
-En realidad, para seguir nuestra línea argumental de guerra total continua, ahora tendría que decirte que no. Pero me apetece decirte que sí.
-Pues dime que sí
-Vale.

---


-Ya sé que con lo sanísimo que comes estas chuches no las vas ni a tocar, pero no te iba a traer una hoja de lechuga y lo importante es el detalle. ¡Feliz cumple!
-Ay, joer, gracias, pero ¿cómo sabes que hoy es mi cumpleaños?
-Tengo mis fuentes... que son básicamente tú dejándolo caer el otro día y pensando que no me había enterado porque estaba echando el corazón por la boca encima de la bici y yo archivando los datos importantes INCLUSO estando al borde de la muerte.
-Bueno, pues tienes razón, yo no como chuches, así que necesitaré ayuda para acabar con estas. ¿Se te ocurre a alguien para una sesión de azúcar en vena acompañada de una ronda de cañas?
-Hombreee, no es por tirarme el folio, pero yo soy cinturón negro en sesiones de azúcar en vena.
-Ya será menos... Igual te gano hasta yo.
-Uyyy, hijo mío, ya quisieras. Tú aguantarás la vida misma encima de la bicicleta, pero en bombardeos de grasa, glucosa y colesterol yo soy imbatible.
-Demuéstralo.
-Vale.


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-Voy a parar, de verdad, estoy al borde de la muerte.
-No, no, tú grita. Suelta tacos. He leído que soltando tacos el cuerpo aguanta mas el sufrimiento.
-Si, ya, claro.
-Que sí, que lo leí el otro día no sé donde.
-No sé como te da la vida para pedalear a ese ritmo mientras te inventas cosas.
-Que no me lo invento... Ya buscaré el link y te lo pasaré y entonces me deberás un entrenamiento lleno de grito y tacos.
-Pues como no me mandes el link por señales de humo..
-No, no, luego me das tu número de móvil y te lo paso por whats.
-Bueno, si te empeñas... Pero vamos, igual la que te manda algo sobre psicología inversa soy yo.

Y sí, en mi mundo ideal este tipo de piradas de pinza funcionarían genial porque las cosas siempre acabaría como los episodios del equipo A.





Que para eso me monto yo un mundo ideal, ¡hombre ya!

lunes, 10 de septiembre de 2018

Juego, set y partido

Parece mentira llamándome como me llamo SpeedyGirl, pero para algunas cosas soy lenta. Quién lo diría, ¿eh? La pobre SpeedyMum a veces se ponía negra conmigo, sobre todo de peque cuando tenía que organizarnos a mis hermanos y a mi y no había manera de llegar a tiempo al cole porque me faltaba coger la carpeta, o no encontraba el estuche o llegaba al portal con las zapatillas de casa puestas en lugar de los zapatos. Ayyyyyy, qué tiempos.

En fin. Era lenta entonces y sigo siendo lenta ahora para determinados asuntos. Me cuesta la vida misma hacer cambios. La-vi-da. Será que creo mucho en eso de más vale malo conocido que bueno por conocer. Tardo siglos en confiar en las personas. Milenios, más bien. Y habría que inventar una nueva unidad de tiempo para describir lo que me lleva enamorarme de alguien. Para  eso sí que podéis esperarme cómodamente sentados.

Esto tendrá bastante que ver, supongo, en mis enooormes sequías sentimentales, pero bueno, yo funciono así. A mi un chico me llama la atención por algo (porque conoce una canción friki que nunca te esperarías, porque tiene una risa contagiosa, porque mira bonito, porque recuerda datos random tipo cuántos corazones tiene un pulpo, porque es guapo... por lo que sea) y a partir de ahí empieza el partido. Un partido a puntos, como el tenis, pero en este caso a puntos positivos.

-Nos encontramos en la puerta y me cede el paso, punto positivo. Y antes de que venga algún indignadx a decirme que la caballerosidad es machista, diré que no tal y como yo la entiendo. Porque que me sujete la puerta al pasar me hace sospechar que masticará con la boca cerrada, que pedirá las cosas por favor, que saludará al entrar al curro y que en el bus se levantará para que se siente la persona mayor que acaba de subir. Porque la caballerosidad, en realidad, es una forma de educación, una manera de organizarnos en sociedad. Igual que caminamos por la derecha para no chocarnos con el que viene de frente en la acera (podría haber sido la izquierda pero se eligió la derecha y si todos seguimos la misma norma no hay choques), alguien tiene que ceder el paso en la puerta. Podrían ser ellos o nosotras y se eligió ellos, sin más. No veo machismo de ningún tipo ahí, lo siento. Punto positivo.

-Prefiere los Reyes Magos, antes que Papa Noel, punto positivo. No hay nada que explicar, yo soy team Reyes Magos total. ¿Cómo no serlo? Vienen en camellos, tienen esas capas tan molonas y no van de rojo porque Coca Cola pagara por cambiar de color su traje. El team Reyes Magos mola y punto. Punto positivo, de hecho.

-Hace referencias frikis a series y dibujos viejunos, punto positivo. Más aún si no son de su época, porque eso demuestra un interés por la cultura en general, incluso la que no se ha vivido directamente. Cualquier comentario sobre Los Diminutos, La Bola de Cristal, El Equipo A, McGyver e incluso Bola de Dragón va a captar mi interés, seguro. Igual no estamos de acuerdo, pero por lo menos va a ser un debate interesante. Punto positivo.

-Cuando habla conmigo, habla conmigo, centrado, punto positivo. Esto parece una obviedad, pero desgraciadamente no lo es y cada vez menos. Hay muchísima gente (no sólo chicos) que habla contigo mientras mira de reojo el móvil, o se fija quien se sienta detrás o repasa la lista de la compra. Es poco frecuente encontrar personas que te escuchen o que al menos demuestren que te están escuchando. Da igual si es una conversación seria de una hora o una coña de un minuto sobre la última peli que hemos visto. Si es una coña de un minuto, céntrate en mi ese minuto y ya seguirás con lo que sea 60 segundos después. Centrarse, punto positivo.

Seguiría, pero ya os hacéis una idea del nivel. Los puntos positivos son cosas absolutamente random que van sumando hasta que hay suficientes para subir de nivel y cambiar de pantalla. El problema es que hacen falta bastantes para estar seguro porque el margen de error es grande y luego te encuentras por ahí cada tonto a las tres que es team Reyes Magos que asusta. Si no tiene ningún punto positivo más no cuela, claro, pero ya te da cosa a ver si es que el sistema va a estar fallando...

Pero se te pasan las dudas cuando te topas con uno que gana un positivo, y después otro, y después otro y después otro y después otro y después otro, y después otros... Y no te queda otra que mirar al juez de línea y decir: Venga, vale, sí...

Juego, set y partido.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Un tirón alfa de tres pares

Supongo que habrá muchas y buenas razones por las que la mayoría de las veces mis maromazos de turno no digi evolucionan a novios, novietes o por lo menos rollos pasajeros. Supongo que hacer una encuesta entre los candidatos arrojaría mucha luz sobre el asunto, pero como no creo que estén muy por la labor y como tampoco quiero irme mucho para lo hondo vamos a analizar una causa que también influye y a la que no se le presta la suficiente atención: el Tirón Alfa. O mejor dicho, la falta de él.

¿Qué no sabéis lo que es el Tirón Alfa? Pues hijos míos, muy mal. Es un concepto básico de la vida que se aprende viendo una de estas películas maluchas ideales para no pensar y echarse unas risas: Cha cha cha. En esa "obra maestra del cine" Gabino Diego explica a su manera este término (al final del vídeo), así que si os queréis enterar bien os veis la peli y así de paso que os enteráis de algo nuevo pasáis un buen rato. Yo aquí para entendernos y poder seguir con la entrada, lo resumo diciendo que son esas casualidades que se dan a veces entre algunas personas, que se encuentran una y otra y otra vez en el camino sin saber muy bien por qué y sin razones lógicas aparentes. Casualidades tan sospechosamente frecuentes que parecen tener algo de mágico. El Tirón Alfa, vaya.

A mí esto con los maromazos de turno no me suele pasar. De hecho, la mayoría de las veces sufro el "anti-tirón", es decir, que no hay forma humana de coincidir en el espacio-tiempo con ellos un mínimo como para que la cosa empiece a digi-evolucionar hacia ninguna parte. Una pena.

Pooooor eso precisamente es tan destacable las poquísimas veces que sí que hay Tirón Alfa. Y con GimnasioMan hay un Tirón Alfa de tres pares de narices. Una pasada. Me lo encuentro en todas partes, a todas horas, toque o no toque. Una pasada, de verdad. Y me quedo flipada, claro. En plan:

--A pesar de que media población de SpeedyTown va a mi gimnasio megamasificado, nunca me encuentro con ninguno de estos usuarios por la calle. Jamás. Que por pura estadística debería, porque con tanta gente hay posibilidades a porrillo. Pero no me pasa. Y sin embargo con GimnasioMan sí. A GimnasioMan me lo encuentro. Y no, ni yo le sigo a él ni el me sigue a mi. Tirón Alfa.

-Yo salgo pronto de mi clase para llegar antes al curro. Él entra tarde porque le han entretenido en la ofi. No deberíamos coincidir en el espacio-tiempo y sin embargo, en las escaleras del gimnasio:
-¿A estas horas por aquí?
-A estas horas por aquí.
Tirón Alfa.

--Le cambian el turno. Ya no nos viene bien el mismo horario así que lo normal es que no nos viéramos. Y en la puerta.
-¡Anda!
-Cuando tú vas, yo vengo de allí, que diría Chenoa.
Tirón Alfa

--Abriéndome paso entre la multitud para llegar a la barra.
-Ay, perdona el pisotón.
Anda, tú! Ala, ala, ala, ala, ¿donde vas sin cervezas?
-2 clases de spinning voy a necesitar para quemar esto.
-O cuatro.
Tirón Alfa.

--Y la prueba definitiva. A pesar de mis denodados esfuerzos, yo nunca voy peinada, lo sabéis Y mucho menos ahora que estoy en el gimnasio un día sí y otro también. Puedo llevar los pelos controlados los cinco minutos antes de entrar, pero después de casi morirme en las clases y ducharme a toda prisa sin tener tiempo de utilizar la plancha mágica, salgo con un estilismo capilar de loca que se queda así hasta las 11 de la noche que llego a mi superguarida. Pues, a pesar de ello, un día entrando..
-¿Te has hecho algo en el pelo?
-¿Yo? No, sólo voy peinada. estás acostumbrado a verme con un cutre moño empeorado con churretones de sudor, pero este es mi aspecto normal.

Y bueno... vosotros y yo sabemos que ir peinada no es mi aspecto normal. Al menos no el más habitual y frecuente durante el día, eso seguro. Y él me pilla en los 5 minutos al día con estilismo capilar controlado.

Si eso no es el Tirón Alfa que baje Dios y lo vea.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Plot twist

Así sin meterme en el detalle (porque ya os uso habitualmente de psicólogo y hoy no toca) el principal problema de mi vida ahora mismo es que está en encefalograma plano. No pasa nada bueno (ni excesivamente malo, la verdad. Cruzo los dedos). Las parcas que llevan mi cuenta pasaron de estar en huelga a tirarse en la tumbona a beber cocolocos y abanicarse con un pai pai (abanicarse sin mucho garbo, claro, no se fueran a estresar las cabronas), así que yo llevaba bastante tiempo a verlas venir. Hasta esta semana, amigos. Esta semana...

¡¡PLOT TWIST!!

Me he quedado flipadísima. No sé, igual es que al guionista de mi vida que era becario se le han acabado las prácticas y ha ocupado su puesto alguien con más ilusión o qué.. pero plot twist, amigos. No me lo esperaba. A ver, no os emocionéis demasiado, porque tampoco ha sido nada del otro mundo, pero chico, estaba el tema tan parado que cualquier cosica se agradece. Y además como ha sido un plot twist en varios frentes a la vez, pues como que cunde más. Os cuento.

Tenía yo un cutre-proyecto medio de ocio medio laboral que no arrancaba ni a tiros. Tras meses de dedicarle mogollón de tiempo con cero resultados iba a cerrar el chiringuito, porque la cosa no tiraba ni mínimamente. Y de repente el lunes... alguien se dio cuenta de que existo. Lo curioso es que no hay ninguna razón para ello. No cambié nada ni hice nada especial. Simplemente, dejé de ser invisible por un segundo y alguien me vio. Y después de él, otros pocos. Siendo realistas, esto supone un avance minúsculo con ninguna repercusión efectiva, pero me ha animado, por lo menos, a no cerrar el chiringuito, a reunir paciencia para esperar el siguiente plot twist y, sobre todo, a asegurarme de que mi superpoder de invisibilidad no se me había descontrolado y estaba activado a todas horas. Porque yo me miraba en el espejo y pensaba: "Pues no sé, chica, yo me veo. ¿Será que los demás no?"

La hipótesis de la invisibilidad temporalmente desactivada cobra fuerza porque el plot twist no acaba aquí y en mi gimnasio megamasificado ha pasado lo mismo. Llevaba meses siendo invisible (cosa absolutamente lógica porque era imposible destacar entre semejante multitud) y de repente alguien me ha visto. Tampoco en este caso he cambiado nada ni he hecho nada especial, pero ahora, de repente, él me ve. Me habla. Me sonríe. Me toma el pelo. Me acompaña a coger la mochila. Se acuerda de nuestras conversaciones del día anterior. Lo que viene siendo verme, vaya. Como si no fuera invisible.

Y no os emocionéis, que ya me estoy imaginando los gritos al otro lado de la pantalla pensando que hay algo que celebrar y NO. Que el guionista recién incorporado tiene ilusión, pero es nuevo en mi vida y al hombre no le da para más. De momento mete un plot twist sin consecuencia efectiva alguna y sin explicación lógica y se queda tan ancho. Que si viera algo así yo en una peli pensaría. "Bua, y ahora escriben esta escena porque les peta sin conexión con la evolución y la lógica de la historia. No se lo creen ni ellos".

Pero bueno, con mi guionista novato no voy a ser tan dura porque está empezando el pobre y, siendo justos, mi vida no es el sitio más fácil en el que empezar. Y además el becario anterior le había dejado organizada una zapatiesta vital que tiene tela para desliarla y reactivarla, soy consciente. Así que voy a darle un voto de confianza y a esperar que se le vayan ocurriendo más y mejores tramas para los distintos aspectos de mi día a día. De momento el plot twist de desactivar mi invisibilidad, aunque un poco traído por lo pelos porque no ha venido a cuento de nada, ha estado bien, que yo ya estaba hasta el toto de ser invisible a todas horas.

A ver qué se le ocurre ahora....

martes, 28 de agosto de 2018

Me gusta/ No me gusta

Me gustan las buenas conversaciones, esas en las que te puedes pasar horas diseccionando una situación, un diálogo o incluso una sensación con alguien al que llegar a ese nivel de detalle le emociona tanto como a ti. Esas conversaciones de horas tras las que luego, cuando os preguntan de qué habéis hablado tanto tiempo, contestáis: de nada, en realidad.

No me gusta el sonido de un grifo abierto sin razón o que gotea porque está estropeado.

Me gusta sentir la brisa fresca en la cara cuando empieza ya a hacer algo de frío y voy bien abrigada.

No me gusta tener que dar dos besos por cortesía a desconocidos que me acaban de presentar y a los que no tengo el más mínimo cariño.

Me gusta cuando me viene la inspiración para escribir mientras hago acciones cotidianas. Que se me ocurra una idea para un texto mientras voy en el autobús, o debajo de la ducha o tendiendo la ropa y sienta la necesidad de apuntarla para que no se me olvide y poder desarrollarla después.

No me gusta felicitar los cumples en grupos de whatsapp multitudinarios en los que tienes poca o ninguna relación con los que lo forman. Al "¡FELICIDADES!" número 128 el homenajeado ya no sabe ni quién se lo está diciendo y la palabra pierde hasta su sentido. No aporta nada el "¡FELICIDADES!" número 129, porque sólo se pone para no ser el único que no lo ha escrito. Eso ni es una felicitación ni es nada.

Me gustan los números pares.Son como redondeados, completos. Me gusta tener años pares, seguidores de twitter pares, correos pendientes de leer pares.

No me gustan los números impares. Me ponen nerviosa. Están como inacabados, imperfectos. Me incomodan tanto que he llegado a borrar fotos de mi galería del móvil sólo para tener un número par de imágenes. Así como os lo cuento. Una cosa ya de preocupar. Y sin embargo, diría que mis cifras preferidas son el 1 y el 7. ¿Por qué? Porque soy una contradicción andante y un caso digno de estudio, está claro.

Me gusta releer textos míos de hace mucho tiempo y no recordarlos hasta el punto de leerlos como si fueran de otra persona. Volver sobre esas líneas y encontrar bromas, chascarrillos, comparaciones o metáforas que molan y pensar "esta idea era guay, ¿cómo se me ocurriría?"

No me gusta NADA la sensación de tener algo pendiente. La odio. Es como un picor en el cerebro que no me puedo rascar y que no me deja hacer ninguna otra cosa tranquila porque una parte de mis neuronas está pensando siempre en lo que debería estar haciendo. Sin embargo, soy la mayor procrastrinadora de la historia de la humanidad. Dejo siempre para mañana lo que puedo hacer hoy. ¿Por qué? Porque soy una contradicción andante y, en este caso en concreto, un poco imbécil.

Me gusta que las pelis y los libros acaben bien. Sorry not sorry. Ya sé que el drama da más de sí y que se alcanza mayor intensidad, profundidad y realismo (porque, siendo sinceros, la vida duele) con historias tristes, pero yo prefiero que los finales felices. Para llorar ya habrá tiempo.

No me gustan las personas que hablan mal de otra gente a sus espaldas. Me incomoda enormemente. Tengo la sensación de que en cuanto me de la vuelta harán lo mismo conmigo. Y fijo que estoy en lo cierto.

Me gusta cuando empieza a hacer buen tiempo, me pongo sandalias dos días, los pies cogen un poco de colorcillo y se me queda la marca blanca de las tiras. Tener marcas de moreno, aunque sean tan poco fashion como esas, es señal de que se acerca el verano y con él, las vacaciones. Mola.

No me gusta la roñilla posvacacional. Que se me desquebraje el bronceado me parte el alma porque implica el olvido total de las vacaciones. No mola un pelo.

Me gusta mojarme con la lluvia siempre que vaya directamente a casa a cambiarme y ponerme ropa y calzado secos y calentitos.

No me gusta jugar a algo y que mis contrincantes se piquen. El malperder me resulta incómodo, me parece muy infantil. Igual que los que se regodean demasiado en la victoria, más allá de la broma. Me agotan.

Me gusta que se me ocurra el regalo perfecto para alguien.Y ver la cara de alucine total cuando se lo das y le encanta.

No me gustan los petardos y casi nada del material explosivo e incendiario que se usa en fiestas y actividades de ocio. Qué necesidad de castigarse los tímpanos con eso. Qué necesidad.

Me gusta que la gente con la que me llevo bien me cuente la primera impresión que tuvo de mí cuando me conoció. Me parece muy curioso. La imagen que proyectamos y como lo entienden los demás según su momento vital.

No me gusta que se me empañen las gafas cuando hace mucho frío fuera y entro a algún local con la calefacción a tope. Me da una vergüenza que me muero. Tengo la sensación que con las gafas empañadas parezco Bartolo o el tonto el pueblo. Una gilipollez, ya lo sé, pero me pasa.

Me gusta que los monitores de mi gimnasio megamasificado se aprendan mi nombre, porque eso significa que se han dado cuenta de que soy de las fijas que van llueva o no llueva y es como un reconocimiento al esfuerzo y al constancia. No me dan una chapita de premio pero por lo menos saben como me llamo. Algo es algo.

No me gusta oír una canción y no ser capaz de recordar donde (en qué serie, película o contexto) la he escuchado antes. No puedo parar de pensar en eso hasta que me acuerdo. Otro picor en el cerebro que no me puedo rascar.

(He tenido que escribir esto para un tema mío y lo he aprovechado aquí. Igual es un poco dar la chapa de más, pero no puedo asegurar que no vaya a haber segunda parte. Os lo digo desde ya para que no podáis decir que no he avisado) 

lunes, 20 de agosto de 2018

Los hitazos del verano

Dado que, desgraciadamente, no ne ha tocado la lotería, el eromillones ni el cuponazo, no me ha quedado otra que ponerle fin a mis vacaciones y volver al curro. Sin animo de ponerme dramática, ya podéis suponer que esto ha sido un horror que me tiene emocional y físicamente arrasada. Sin exagerar.

Total, que ya estamos aquí. Por centrarme en lo positivo, lo cierto es que estos días de relax me han cundido. Sobre todo en lo que se refiere a desconectar. Poco ha faltado para que me olvidara hasta de mi propio nombre, así os lo digo. Me habría gustado hacer algunas cosas más de las que me ha dado tiempo, pero la verdad es que el nivel tampoco ha estado mal. Estos son los principales hits del verano:

-La gama completa de actividades relacionadas con los SpeedySobris de todas las tallas: saltar olas con los más peques, jugar al Uno, al Mentiroso y a Burro con los medianos y hablar de cine y de música con los mayores. Y eso sí que ha sido un hitazo inesperado, el plot-twist de las vacaciones: que ya se pueda charlar con los mayores casi como minipersonitas adultas cuando hace ná y menos había que cortarles los filetes porque no les dejaban usar cuchillo. Cómo pasa el tiempo, amigos..

-Salir de viaje y hablar un ¿inglés? macarrónico al más puro estilo "Yo Tarzán, tú Chita". No sé ni como leches hemos conseguido hacernos entender. Porque el lenguaje gestual es universal, supongo, si no, de qué.

-Pasar una semana andando 16 kilómetros diarios entre impresionantes paisajes rodeados de enormes masas acuáticas y que el trending topic de muchas conversaciones fuera: "¿Pero esto es un lago o ya hemos llegado al mar?"

-Ponerte al día con tus amigas de toda la vida a las que hace tiempo que no ves y que te manden a terapia."Yo creo que tienes algún tipo de bloqueo ahí, ¿eh?" Y yo lo que creo es que tengo un atasco vital de padre y muy señor mío, pero no termino de ver claro que ninguna terapia pueda hacer gran cosa para cambiar eso, la verdad. Aún así las conversaciones, las idas de olla y las risas me han venido muy bien, qué duda cabe.

-Sofocar minicrisis familiares intentando enterarte de todo mientras te haces la sueca de Estocolmo porque se supone que no deberías saber ni la mitad. Interceptar comunicaciones cifradas  en whatsapp, mandar mensajes de esos que "se autodestruirán en 15 segundos" y en general actuar de agente doble en guerras que te han pillado en medio sin tener mucho que ver. Me ha faltado un walkie-talkie, contestar diciendo "águila roja llamando a águila azul, ¿me recibes?" y unos buenos abdominales para parecer Tom Cruise en Misión Imposible.

Seguiría, pero creo que con esto ya os hacéis una idea de como ha ido la cosa. Y luego que me cuesta volver de vacaciones. Como para no costarme...


viernes, 13 de julio de 2018

Ciao ciao

Buenos amiguitos, la cosa está así:

-Pese a mi persistente y difícilmente combatible desaparición bloguera, sigo viva. Es decir, sigo respirando, pero tengo que combinar el intercambio de gases en mis pulmones con marrones de curro, megamovidas para hacer posible mejoras laborales, mantenimiento de mi superguarida, recados en el SpeedyHogar para unos SpeedyPadres de vacaciones eternas y una inexplicable y repentina adicción a twitter que me tiene encadenada al ordenador cada noche hasta las tres de la mañana. Y las cuatro líneas anteriores se resumen en que últimamente mis días son mucho cartucho para mi y me quedan dos únicas neuronas operativas en mi cerebro que ni se hablan entre ellas. Como para escribir nada, colegas. No hay manera.

-No quiero causar resquemor ni alimentar envidias innecesarias, pero, ¡ALELUYA HERMANOS!, mañana empiezan mis vacaciones. ¡¡POR FINN!! ¡¡OEEE, OEEE, OEEE, OEEE!! Las esperaba como agua de mayo porque estaba, de todo en general y del curro en particular, hasta la mismísima pepitilla. Pero bueno, ya está. Pitido final. Juego, set y partido. Una que se las pira. Y ya veremos si vuelvo o no... Ganas de perderme de forma indefinida no me faltan, para que os voy a engañar.

-Por otra parte, el destino en el que voy a perderme no os creáis que está del todo claro. Hay confirmada una primera parada que incluye playa y una tropa importante de SpeedySobris y de la que confío salir viva para poder seguir con todo lo demás. Sin embargo, lo concerniente a la cuestión de la supervivencia tampoco está tan claro como podría esperarse. Seguiremos informando.

Y nada, que mi idea en vacaciones es escribir, pero bueno, dado el panorama, vaya usted a saber. No voy a decir nada para no pillarme los dedos. Así que, por si no hablamos feliz verano, felices vacaciones y que vaya bien paréis por donde paréis. Nos leemos a la vuelta.

O no....

jueves, 28 de junio de 2018

Partyline neuronal I

(Vuelve mi partyline neuronal, más caótico que nunca. A ver si consigo hacerlo medianamente inteligible: Lo naranja lo dice ÉL, lo verde lo digo yo en voz alta y lo azul y lo rojo son las dos Speedys que hay dentro de mi cabeza discutiendo a todas horas y haciéndome la vida imposible, en general. Vamos allá.)

Acodada en la barra y esperando a que el camarero se digne a atenderme, noto un quemazón en la nuca, como si me estuvieran acercando una cerilla al cuello. Miro hacia atrás y le veo mirándome con esa intensidad tan suya.

Realmente tendría que comprarse las gafas de Cíclope de los XMen.
Amen, hermana. Bueno, lo que habíamos hablado, mantenle la mirada. No, ¿qué haces? ¡No vuelvas la cabeza y hagas como si no le hubieras visto! ¡Habíamos quedado en que la próxima vez le ibas a mantener la mirada!
Como si fuera tan fácil...
Vale, pues dile algo, no como siempre que esperas a que se acerque él, porque como no se acerque, tú y yo hoy vamos a tener más que palabras, te lo aviso...
¿Y qué le digo?
Pues no sé, chica, pero a ver si es posible que esta vez no parezcas borde ni oligolérdica, si no es mucho pedir, vamos.
Ya, vale, pues algo neutro, tipo, ¿qué te cuentas, A?
Y el Oscar a la originalidad de la noche goes to... ¡Speedy!
Pues no sé... Joer, ya no está, ¿dónde se ha metido?
Ya, bueno, es que las he visto más rápidas hija mía...

Alguien me toca en el hombro derecho. Vuelvo la cabeza hacia ese lado. No hay nadie. Oigo desde mi lado izquierdo:
-Siempre caes.
Sí, hija, siempre caes.
-Siempre caigo.
-¿Qué te cuentas, Speedy?
¿Ves? Tampoco era tan mala mi idea de inicio de conversación...
No sé de qué me sorprendo, sois tal para cual. Responde bien, anda.
-Pues aquí, decidiendo si usar mi superpoder de invisibilidad para el bien o para dominar el mundo, porque parece que, por lo menos para el camarero, soy invisible. No hay manera de que me ponga las copas, oye.
-Es que tienes demasiada cara de buena persona, no le impones.
-Estooo.. gracias... Creo.
-Sí, sí, pretendía decir algo bueno.
-Pues un consejo para el futuro, si hace falta preguntar si es un piropo, no es un piropo high level.
-Recibido, corto y cambio.
Sé que crees que te estás haciendo la dura y que resultas encantadoramente incisiva, pero a este paso acabáis a bofetada limpia. Relaja tronca.
Pero si ha empezado él...

(Continuará)

martes, 19 de junio de 2018

Mis musas: ¿quién sabe donde?

Iba a sacarme algo de la manga para explicar por qué me cuesta tanto escribir últimamente, pero vamos, el resumen rápido es que me paso la vida metida en twitter y que ando más bien cortita de inspiración. Y como lo de las musas ya hay mucha gente que lo ha contado (y cantado) mejor que yo, pues pa' qué voy a andarme con tontás, casi mejor que lo digan ellos, ¿no?

Así que nada, RT máximo a eso de que mi musa está de baja maternal, a eso de que narro vocales y consonantes y encuentro sucios verbos que lloran después de ser abandonados por un 
sujeto que un día fue su amo y de tan creído que era prescindió del predicado. Retuit también a esos adjetivos trastornados, adverbios muertos de frío y a otros tanto de la raza pronombre que sueñan en sus jaulas con ser la sombra de un niño. Y en resumen requete-retuit a esta preciosa canción que se resume en una gran verdad: mi leal traidora inspiración, de intermitente aparición.

Ale, corazones, a ser felices. 

¡FELIZ MARTES!

 



Como un día me dijo el poeta Halley, 
Si las palabras se atraen, que se unan entre ellas 
Y a brillar, que son dos sílabas.

viernes, 8 de junio de 2018

Patinaje, ese sería el titular

El otro día estuve en Capilanda. Fue un viaje relámpago de algo más de 24 horas y hace siglos que no iba, así que decir que tuve una agenda apretada es quedarse asombrosamente corto. Estuve literalmente TODO el tiempo de la ceca a meca quedando con unos y con otros y haciendo las actividades más variadas, porque como ya tengo una edad y muchos de mis amigos ya han abierto sucursales, los planes ahora incluyen actividades infantiles, de adultos, al aire libre, en recintos cerrados y haciendo el pino, si me apuras. Os daré un dato para ilustrar mejor la situación: llegué a Capilandia por la mañana y a la hora de comer mi podómetro marcaba ya 20.000 pasos. Os hacéis una idea de como fue la cosa, ¿no?

En fin, a lo que voy, en todo ese ajetreo quedé con muchísima gente, algunos de los cuales no veía desde hacía años. Igual habíamos intercambiado felicitaciones y seguido nuestras respectivas vacaciones por el Caralibro, pero poco más. Total, que en los primeros 10 minutos de café y antes de entrar en materia, había que resumir toooodo eso que el otro se había perdido en dos o tres frases y como respuesta al primer "¿qué tal?" Lo que viene a ser un poco como el ejercicio periodístico de buscar el titular de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros más largo de la historia. Es decir, una tortura china.

La gente tira por lo fácil, ¿no? Lo más relevante. "Pues bien, me casé con Fulanita y ahora vivimos en el barrio tal". "Pues bien, estaba harto de ser superhéroe, hice unas oposiciones y ahora soy un cartero feliz sin el agobio continuo que tener que salvar al mundo permanentemente" "Pues bien, ahora cansado porque a mi segundo hijo le están saliendo los dientes y no nos deja dormir nada el pobre..." "Pues bien, lo pasé mal el año pasado con el divorcio pero parece que poco a poco voy viendo la luz, he conocido a una chica..."

Mientras quien sea está hablando (porque les dejo empezar a ellos, que es siempre lo más hábil) busco en mi cabeza algún cambio de mi vida con la suficiente relevancia y la mínima claridad para poder servir de frase introductoria-resumen. Podría hablarle de trabajo, pero si hace mucho que quien sea no me ve, se habrá perdido mis 2 millones de curros de los últimos años y va a entender poco o nada en una sola frase. Podría decirle que me acabo de comprar una casa, pero dado que mi casero podría ser el general en jefe de los Golfos Apandadores, estoy más cerca de cambiarme a otra superguarida que de comprarme ésta. Podría decirle que tengo dos hijos preciosos, pero va a pedir pruebas gráficas, voy a tener que enseñarle fotos de un catálogo de juguetes y va a cantar un montón. Podría relatarle como un maromazo estupendérrimo, tras algunas dificultades iniciales, me declara su amor todo el rato siempre, pero el evidente parecido de esto con una comedia romántica standard va a cantar aún más que el catálogo de juguetes de la línea de arriba. Podría contarle que ya tengo suficientes SpeedySobris pata hacer un equipo de futbito, pero a lo mejor le pasa un poco como al nuevo ministro de Cultura, que no le interesa mucho el deporte...

Así que por no contestarle a alguien que no veo desde la academia de Superhéroes (es decir, hace ya unos añitos), "yo igual, como siempre, sin novedad en el frente" prefiero tirar por lo fácil y responderle con mi última ocurrencia: "Pues yo bien, en mi línea, sin parar, ahora me he apuntado a un curso de patinaje. Ese sería el titular".

Lo digo, nos reímos y seguimos hablando. Pero no os creáis que oírme a mi misma decir eso no me deja un pelín preocupada.

Un pelín.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Saber sin saber por qué

Esto ya lo dije por aquí, pero me apetecía recuperarlo con voz. Porque hay cosas cosas que no se sabe por qué se saben sin más y por eso cuando te preguntan por qué lo sabes sólo puedes contestar que lo sabes aunque no sepas por qué...

No sé si está quedando muy claro. Mejor le dais al play

viernes, 25 de mayo de 2018

Locura en defensa propia

En la estratosfera jefacial hay un altísimo porcentaje de locura por metro cuadrado. El ambiente en los despachos de las altas esferas se parece bastante al de Quién voló sobre el nido del cuco porque hay más de un jefazo al que se le va la olla de la lindo. Pero, sin lugar a dudas, Neo se lleva la palma.

Ya os he contado cosas de este jefazo que vive en una realidad paralela que nadie más entiende. Siempre ha sido un horror trabajar con alguien que se le pira la pinza porque, claro, como no tienes ni idea de lo que le pasa por la cabeza, nunca sabes a qué atenerte. De un tiempo a esta parte la cosa se ha puesto aún peor porque Neo está chinado total. En serio, no es una exageración en plan jijijaja, de verdad creo que se le ha aflojado un tornillo. Ya no rige. Se obsesiona hasta la náusea con asuntos de relevancia ínfima, a menudo dice una cosa y la contraria en la misma frase y cada vez tiene más delirios de grandeza. En la oficina todos vivimos con le miedo de que un día aparezca disfrazado de Napoleón y con un gorro de papel en la cabeza.

La cosa es que, como él manda, no queda otra que seguirle la corriente y al final nos mete a todos en un bucle de surrealismo tan intenso que los cuerdos acabamos dudando de nuestra propia salud mental. La mayoría de los días transcurren tal que así. Él te dice:

-Haz rojo.
Tú haces rojo.
-¿Por qué has hecho rojo?
-Porque me dijiste que hiciera rojo.
-No, te dije amarillo.

Tú recuerdas perfectamente que te dijo rojo, pero te callas, claro, no te queda otra y cambias a amarillo. Al rato...
-¿Por qué está eso amarillo? No puede estar en amarillo.
-Porque me acabas de decir que lo cambie.
-No, yo te he dicho que el rojo estaba equivocado, que el amarillo era el correcto y que lo modificaras.
-Pues eso, que cambiara de rojo a amarillo, es lo que acabas de decir.
-Yo no he dicho eso, no seas demagógica.
Tú miras a todos los lados a ver si es una cámara oculta, contienes como puedes un alarido de desesperación y respondes:
-¿Entonces lo dejo en rojo?
-Ok.

Lo vuelves a cambiar a rojo, oootra vez. 10 minutos más tarde...
-¿Qué hace eso en rojo? No puede estar en rojo.
-Me acabas de decir que lo cambie, ¿no? Te he preguntado "¿en rojo?" y has contestado "ok".
-Es que hay que ver, si te vas a tomar todo al pie de la letra, yo no puedo hablar contigo.

Tú piensas que te perdiste la clase del instituto en la que explicaban los múltiples significados polisémicos de una contestación tan rotunda como ok. Con cara de póker total, repreguntas.
-¿Entonces en amarillo?
-Ah, tú verás, piensa en nuestra conversación y ponlo como te he dicho.

Empezando a dudar de si en la última media hora has perdido tu capacidad para entender castellano a pesar de que es tu lengua materna, preguntas a tus compañeros para saber qué han entendido ellos.
-Amarillo.
-Te ha dicho amarillo.
-Al principio te dijo rojo y luego que cambiaras a amarillo.

Parece que hay unanimidad así que lo cambias de nuevo a amarillo, esta vez con un tono levemente distinto a ver si así hay más suerte. Poco después...
-¿Por qué está eso otra vez amarillo?
-Porque es lo que me has dicho, le he modificado el tono a ver si así te cuadra más.
-Yo no te he dicho amarillo, he dicho rojo.
-¿En esta realidad o en Matrix?
-¿Qué?
-Nada, nada, que en rojo estaba al principio, ¿te acuerdas? Y me dijiste que lo cambiara.
-No, yo te dije que el amarillo es un color cálido dentro de la escala cromática general, que era mucho más apropiado que el rojo y que sustituyeras el color que había por amarillo.
-¿Y eso no es cambiar rojo por amarillo?
-Pues no.

Miras a Neo. Miras a los compañeros. Vuelves a mirar a Neo. No sabes qué contestar. Por suerte suena el teléfono y se corta una conversación de la que no tenías ni idea de como salir. Para zanjar el tema le mandas un whatsapp, a ver si por escrito os entendéis mejor.
-¿Entonces finalmente lo quieres rojo?
-Sí.
A las dos horas, Neo vuelve a la carga.
-¿Por qué está eso en rojo?
-Porque me confirmaste por whatsapp que lo cambiara a rojo, ¿te acuerdas? Le enseñas la pantalla del móvil con el mensaje.
-No sé qué whatsapp dices.

Miras la pantalla del móvil. Miras a Neo. Vuelves a mirar la pantalla del móvil. Estás esperando alguna explicación rocambolesca sobre un hermano gemelo maligno ladrón de teléfonos que se dedica a hacerse pasar por él y mandar mensajes falsos o un relato sobre como se levanta sonámbulo por las noches a enviar whatsapps aleatorios o simplemente una teoría conspiranoide sobre como Rusia piratea la telefonía mundial inventando mensajes ficticios de usuarios para así sembrar el caos y hundir el sistema capitalista. Sin embargo, la explicación no llega. Simplemente niega la mayor. Tenéis los dos el mensaje delante, pero él hace como que no existe.

Ante tal grado de locura, sólo hay una salida: defenderte con locura. No te queda otra. Al más puro estilo Asterix y Obelix buscando la Forma A 38.




Dicen que si no puedes vencer a tu enemigo únete  él. Ya os contaré ya...

lunes, 21 de mayo de 2018

AudioParrafadas3.- Ojos de destrucción masiva

Hay gente que no mira, encañona y si te atrapa en su radar, no falla el tiro.

¿Os ha pasado?

Dadle al play.

viernes, 18 de mayo de 2018

Ohhhhhhh, síiiiiiiiiii, menudo drama: un estado de la cuestión

Actualización mensual de los niveles de drama por centímetro cuadrado. Os voy a poner al día.

Obviando el minúsculo detalle de que no tengo ni repajolera idea de qué hacer con mi vida y que estoy más perdida que un pulpo en un garaje (ambos asuntos menores y sin la más mínima importancia), ahora mismo tengo dos problemas principales:

-Mi báscula me ha lanzado un ataque unilateral e inesperadamente contundente que me tiene cabreada como una mona. Y es que la cabrona de ella aprovechó una época que estuve en la parra sin controlarme para disparar a mi línea de flotación un cargamento de kilos que se me colaron al abordaje y que han decidido quedarse en plan okupa. Pese a mis denonados esfuerzos por echarlos los cabritos siguen aferrados al puente al más puro estilo "Del barco de Chanquete no nos moverán" y, efectivamente, no hay manera de moverlos. He probado a matarlos de hambre quitándoles el avituallamiento de bollos, azúcar, pan y chocolate que tanto les gusta y a matarlos de cansancio con infinitas e interminables sesiones de gimnasio y patinaje, pero oye, como si quieres arroz, Catalina. Y lo peor de todo es que el tiempo apremia porque al revés que en Juego de Tronos "smmer is comming" y minifaldas y bañadores asoman la patita por debajo de la puerta, así que está empezando a cundir el pánico. Yo, en concreto, estoy harta de polizones, de verdad. Haaaaarrrrrta.

-La vida no me cunde pero nada de nada, o sea, a un nivel ya de preocupar. Y para colmo he desarrollado en los últimos tiempos una exagerada adicción a twitter que me colapsa máximamente, así que me queda otra que implementar medidas drásticas. Voy a ponerme un horario de ocio. Así como os lo cuento. En plan: ahora toca leer, ahora toca escribir, ahora toca ver series... a ver si consigo que los días se me alarguen un poco, porque hijos míos, qué horror...

Bueno, que ahora que estoy pensando, igual la mejor opción sería internarme en una clínica de desintoxicación con tarifa plana en la que me hicieran un completo: me desengancharan de la comida basura, de los 280 caracteres y de paso me ordenaran un poco la cabeza, que buena falta me hace.

En fin, que no quería que acabara la semana sin actualizar. Que terminéis bien el viernes y eso.

Se viene finde en 3, 2, 1...


jueves, 10 de mayo de 2018

Absentismo bloguero por día mie***

Me tocaba actualizar pero no va a poder ser, compañeros, y a fin de ilustrar el complot cósmico que lo hace imposible, aportaré varios datos esclarecedores:

-Mi maldita regla ha llegado, como siempre, cuando le ha salido del unicornio y con más ganas de guerra que nunca. Ahora mismo sólo me apetece llorar, acercarme a maromazos tipo George Clooney más de lo legalmente permitido o acabar con las reservas mundiales de chocolate. Para cualquier otra cosa aplico el "perdona, pero es que ahora mismo yo debería estar durmiendo" como respuesta a todo.

-He encendido mi ordenador (que está sumido desde ni se sabe en una lenta y amarga agonía que comenzó con los paros parciales del teclado y vaya usted a saber como acabará, pero desde luego bien no, ya os lo digo) y no funcionaba nada porque se había cambiado sola la fecha del sistema a noviembre de 2099, a mi pobre PC no le coincidía con la fecha real y se ha chinado máximamente. ¡¡2099!! ¡Ahí lo llevas! A saber por qué habrá escogido esa fecha en concreto... Igual es un mensaje en clave que me manda alguien del futuro.

-En mi última sesión de gimnasio me han dado tal paliza que me duelen músculos que no sabía que tenía y que, por lo visto, son necesarios para mantener la posición erguida que caracteriza a la familia de los homínidos. Me cuesta estar de pie, pero sentarme a teclear es una utopía muy alejada de mis posibilidades reales en este momento.

Así que dada la situación, puedo afirmar que este jueves tiene muchas papeletas para ser un día de mie***.Y aunque normalmente Sidonie tiene razón y los días de mie*** son culpa mía, en este caso concreto concurren circunstancias atenuantes. A las pruebas me remito.



Hoy será un día de mie***
Y toda la culpa será mía


No toda...

viernes, 4 de mayo de 2018

AudioParrafada2.- Creetelo

Ver a algún suertudo conseguir lo que siempre ha querido me produce sentimientos encontrados. Por un lado me entristece un poco porque me recuerda que a mi no me ocurre. Por otro, si es un suertudo que se lo ha currado a tope, me alegra porque se lo merece y porque es un rayito de esperanza para los demás. Si el de delante aparca es que hay aparcamiento, ¿no? Igual en algún momento es nuestro turno.

Estos días está cumpliendo su sueño un suertudo que se lo ha currado más que nadie en esta vida y que encima es un cuquito máximo al que le tengo un cariño enorme, así si me alegro más por él me revienta una arteria. Y como tenía ganas de decírselo, se viene audioparrafada.

Dadle al play

sábado, 28 de abril de 2018

Sargento Madrina

Pensé en buscar la lámpara de Aladín y pedirle tres deseos al genio que saliese de ella. Pero después me di cuenta de que eso implicaba que los eligiera yo y dado que mi historial de malas decisiones podría cuadrar perfectamente con esta conversación de abajo íbamos a hacer un pan con unas tortas.





Así que creo que lo que me vendría bien ahora es que apareciera mi hada madrina. Pero no un hada madrina de esas de voz dulce, aspecto entrañable y maneras tiernas. No. Un HADA MADRINA potente, en plan sargento de hierro. Un hada madrina en modo madre-imponiendo-orden que me pusiera las pilas y me escoscara un poquito la vida diciéndome por donde tengo que tirar a la vez que me da un pequeño empujoncillo mágico para que las cosas salgan. Porque un poco de magia me hace falta para atajar el atasco vital que llevo encima desde ni se sabe, pero una colleja moral para ver si espabilo de una vez tampoco me estaba de más, ya os lo digo.

Por eso mi Sargento Madrina no aparecería de repente de la nada tras un sonido de arpa, sino que entraría por la ventana vestida con mallas, deportivas y haciendo sonar un silbato ensordecedor. O igual con la banda sonora de la película Rocky, quién sabe. Dejaría de meter en mis bullullus turbios a ratones y pajarillos y utilizaría sus polvos mágicos para aumentar mi supervelocidad y que me diera tiempo a mi a coserme el vestido del baile y a conducir yo misma mi propia carroza-calabaza. Bueno, ni eso, porque ella sabría que menos es más y que no me haría falta ninguna carroza, que ir andando a los sitios evita los atascos, reduce las emisiones de Co2 a la atmósfera y contribuye a mantener un culete respingón que viene mejor que nunca ahora de cara al verano.

A mi Sargento Madrina ni se le ocurriría la tontada del zapatito de cristal sabiendo el desastre perpetuo que son mis pies y no me pondría de hora límite las 12 porque eso sería darme un excusa si la Misión Baile resultara un fiasco. "Nada de es que no me ha dado tiempo. Estate en el baile el rato que tengas que estar. Despliega tu encanto. Impresiónale con tu inteligencia. Sorpréndele con tu ingenio. Deja caer  tu @ de twitter por si es lento de reflejos y necesita ver la repetición de la jugada al día siguiente. Y si con todo eso no se pispa, aborta misión y ya fijaremos otro objetivo. Y ni un drama ni medio, ¿eh? Que hay muchos peces en el mar. Será por príncipes azules..."

Y es que Sargento Madrina me seguiría la bola con lo del príncipe porque sabe que a mí me va el salseo y que el aburrimiento es muy malo, pero también tiene claro que soy un cítrico completo, así que lo de ir buscando mitades por la vida no le parecería algo prioritario. Le preocuparía más que le echara bemoles y que le dijera a mi madrastra que ahí se queda, que yo me basto y me sobro para buscarme un curro y un piso donde vivir a mi bola. Le importaría más que terminara de encontrarme a mi misma porque nadie podrá conocerme si yo no sé bien quién soy. Le interesaría más que consiguiera tener claro qué quiero hacer con mi vida, sobre todo para pensar un par de conjuros que me ayudaran a lograrlo. Porque por mucho sargento de hierro en mallas que fuera, mi hada madrina no dejaría de ser, como todas, una madraza y un corazón con patas.

Así que, Sargento Madrina, si estas por ahí, te espero con los brazos abiertos.

¡ABRACADABRA!

¡HOCUS POCUS!

No sé cuáles son las palabras mágicas, pero aparece, anda...

Por favor.

domingo, 22 de abril de 2018

Ser como Damon, pero sin colmillos

Hoy me he acordado de Ian porque... bueno, para empezar porque nunca está de más recordar  un maromazo como Ian. De hecho, ya que estamos, me voy a recrear un poquito que estoy teniendo una semana muy dura y me lo merezco. Regreso después de la pausa para el disfrute visual.





Vale, ya estoy aquí, volvamos  a lo que nos ocupa: la entrada. Decía que aunque nunca está de más recordar a un cucazo de ese  nivel, lo cierto es que hoy me he acordado de él por uno de sus personajes: Damon. Este vampiro de ficción es un chuleras de manual que se pasa las tres primeras temporadas de su serie vacilando a la peña y básicamente creyéndose el más listo, el más fuerte y el más guapo. Lo curioso del tema es que en esas tres primeras temporadas Damon está enamorado de una chica que no le quiere y lejos de sentirse un perdedor o un pagafantas para él es un orgullo que le cuenta a todo el que quiera escucharle. Se lo dice a ella, al novio de ella, a sus compañeros de copas, a sus colegas y hasta a sus peores enemigos. Está enamorado de alguien que pasa de él, ESE es el drama. Que lo sepa más o menos gente ni le quita ni le pone sufrimiento.

Bueno, pues toda esta chapa del párrafo de arriba viene, además de a darme una excusa para poner fotos de tíos buenos en el blog que siempre es BIEN, a que me gustaría ser como Damon. .En lo de chupar sangre, arrancar cabezas y otras manías poco higiénicas de vampiro no, claro, pero en la faceta concreta de vivir con naturalidad los amores no correspondidos sí. Y es que yo, en eso, soy el polo opuesto. Un puto horror.

A mi que me guste alguien al que yo no le gusto me da mucha vergüenza. MUCHISISISIMA. Muchísima más de lo conveniente y DESDE LUEGO de lo razonable. El amor no correspondido me parece que tiene algo de humillante. Sólo para mí, ¿eh? En los demás me parece genial, honesto y valiente. Pero cuando la implicada soy yo no tengo piedad. Me fustigo día y noche.

Total, que ¿qué es lo que provoca esta paranoia absurda? Que me ponga la venda antes que la herida y cuando alguien empieza a hacerme tilín disimulo a full. Del todo. Sobre todo. Delante de todos. Hasta del implicado. ESPECIALMENTE del implicado. Vaya, que me falta decirle "¿tú quién eres, vendes libros puerta por puerta?" de todo lo que disimulo. Y así me va, claro.

Porque a ver, la escasa puntería de Cupido ya hace bastante difícil coincidir, pero que yo me haga la sueca de Estocolmo tampoco ayuda precisamente. Así que mi siguiente propósito en el Desafío Aórtico es dejar de esforzarme para que me den el Oscar a la Mejor Actriz protagonista y de reparto. Echarle más ovarios y disimular un poco menos.No avergonzarme de cosas totalmente naturales de las que no hay ninguna razón para avergonzarse.

Vamos, ser como Damon, pero sin colmillos.