lunes, 29 de diciembre de 2014

En la cama con Damon

Mi vida caótica no me ha dado tregua últimamente así que decidí, por mi salud mental, que me iba a regalar un día a mi misma, para MI solita, para no hacer NADA. N-A-D-A. No mis típicos "ya que me he metido al correo voy a mandar los ocho millones de emails que tengo pendientes". O mis "ya que hoy no voy a salir aprovecho para poner 200 lavadoras". O mis odiosos "¿qué hago aquí tirada con todo lo que me queda por hacer?" Me regalé un día enteriiiiiiiito para mi y libre de remordimientos. Y me lo pasé en la cama con él.


Qué GRAN idea. La mejor idea que he tenido en años, sin lugar a dudas. Después de mi sesión intensiva con ÉL ya estoy preparada para todo lo que me venga en 2015. ¡Madre del amor hermoso, qué gustazo! ¿El qué? ¿Que quién es él? Ah, es verdad, que no he hecho las presentaciones oficiales: Ian, mis queridos lectores. Mis queridos lectores, Ian ¿A que es mono?

De todas maneras, ahora que no nos oye, tengo que deciros que, en realidad, no estuve en la cama con él, sino con uno de sus personajes: Damon Salvatore. Y es que pregunté al Consejo de Sabias Visionadoras de Series que me dijeran alguna llena de maromazos en la que no hubiera que pensar nada de nada y la decisión fue unánime: Crónicas Vampíricas. Así que saqué mi manta más calentita, me armé con un enooooooorme arsenal de chocolate y cosas ricas y me preparé para la batalla entre vampiros y humanos.

Y bueno... Para ser sincera, de la historia en sí poco tengo que destacar porque a mi estas cosas no me van mucho, me parece todo un poco lo mismo: mordiscos, muerte, brujas, sangre, fantasmas, más mordiscos, híbridos, hombres lobo, gente que vuelve a la vida, anillos mágicos, más resurrecciones... en fin, lo normal. Pero de ÉL, de Damon, sí que tengo muchas cosas que decir.

Lo primero, claro, lo evidente: que está bueno que se rompe. Creo que en eso estaremos todos de acuerdo.


                                     (Ian, amor, he cogido prestadas tus fotos de google.
                                                     Si te molesta o lo que sea, pásate por mi casa y lo hablamos)

Pero además de eso (que puede que me haya influido un poquiiiiiiiiiiiito) la verdad es que me ha molado su personaje. Y no por lo que le gusta a la mayoría de la gente, eso del chico oscuro y el morbo del hermano malo y ese rollo (*). ¡Qué va! Yo soy una aburrida y me tiran mucho más los ositos de peluche que los malotes. Pero es que este malote en concreto mola porque es mucho menos malote de lo que quiere aparentar y SOBRE TODO por su sentido del humor.

Es curioso que un personaje que va de duro, frío y atormentado pueda resultar tan gracioso. Yo me he partido la caja con sus comentarios sarcásticos y sus bromas. Desde aquí tres hurras para los traductores, que han dado en el clavo con la adaptación de algunas de sus gracietas a la mentalidad española. Otros tres hurras para su doblador, que ha sabido poner la entonación adecuada para que esas gracietas aún funcionen mejor con la voz española que con la original. Y ovación cerrada para los guionistas. Señores, plas, plas, plas, plas, plas. Así os lo digo.

A los que os inventabais las complicadísimas tramas plagadas de pócimas milagrosas, grimorios y toda clase de seres sobrenaturales os felicito, más que nada por la imaginación. No sé qué fumáis para que se os ocurra todo eso, pero que rule. Lo que pasa es que, desde luego, con los que yo he flipado de verdad son con los que conseguían meter cada día tres comentarios graciosos en un personaje que igual se había cargado a diez personas en ese episodio o cualquier burrada peor y aún así cae simpático. Eso sí que es magia y no las pócimas de resurrección que salen en la serie cada cinco minutos.

Y aunque los guionistas molen (que molan) no conseguirían esa magia sin un actor que hiciera creíbles sus palabras y ahí es donde a Ian le cae otra pedazo de ovación. Porque es un gestero de tomo y lomo que tiene diez caras distintas para hacerse el intenso (lo que necesita su personaje el 90% del tiempo), otras 20 para transmitir sorpresa o reflexión y una expresión pícara y una media sonrisa que ¡madre del amor hermoso! Me faltan las palabras. Que puede ser que esos ojazos con los que vino de fábrica le ayuden... pues seguramente. Pero eso es otro tema, no vamos a quitarle méritos a estas alturas al pobrecito mío.

En fin, ¿os recomiendo la serie? No mucho si no sois extremadamente fans de historias de vampiros. ¿Os recomiendo una sesión de cama con Damon? DESDE LUEGO. Pero cuidadito con lo que hacéis, que es mío, ¿eh? ;P

(*) Mini-resumen extra-rápido para el que no haya visto la serie: Dos hermanos vampiros (uno bueno y otro menos bueno) enamorados de la misma chica. Aventuras y mucha tontería. El malo se vuelve bueno por amor. Fin.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Sueldos ¿medios?

No se a vosotros, pero a mi no me han preguntado nunca para una encuesta de las audiencias de la tele, de esas que deciden cada semana, CADA DÍA, los programas más vistos. Incluso el minuto de oro. No me han preguntado a mí ni a nadie que yo haya conocido jamás... No sé, igual es casualidad.

Y también será coindicencia, supongo, que nunca me hayan pedido la opinión en sondeos tan supuestamente definitivos como el del CIS. Oye. ni una vez en la vida. Ni siquiera de rebote, lo típico que te encuentras con los encuestadores a punto de recoger los papeles, de camino a casa, y ya que están te preguntan a ti también, para que se les quede un número de formularios par. Pues oye, ni por esas.

Precisamente por eso creo que ya me tocaba que el Instituto Nacional de Estadística me incluyera entre sus encuestados, que yo tengo mucho que aportar a la media nacional de lo que sea. Pero bueno, otra vez será, porque está claro que para sus últimos resultados no me han tenido en cuenta. Ni a mi ni al 90% de la gente que conozco porque...

1.869,1 euro el salario medio de los españoles... ¿Sí? ¿¿¿¿¿De verdad????
Pues chica, que me presenten al que está compensando mi sueldo para que quede esa cifra, que si es guapo hago de tripas corazón y le adopto. Bueno, incluso si no es guapo también, que no está el mercado para ponerse exigentes.

Aunque bueno, no os creáis que compartir la vida con semejantes ricachones iba a ser todo felicidad y buen rollo... que los pobrecillos tienen que trabajar de sol a sol picando en la mina para ganarse esos cuartos... Por ejemplo el director del Museo del prado que está el hombre ahí, venga a recolocar los cuadros en las paredes, a asegurar los ganchos en los que están colgados, limpiar los marcos... y todo por los míseros 133.000 euros que le pagan al año al pobre desgraciado. Si es que hay que ver, esta mundo es un valle de lágrimas...

El mismo valle de lágrimas en el que vive el jefe de gabinete del rey Juan Carlos que no debe de llegar a final de mes porque sólo se levanta más de 100.000 euros al año por departir campechanamente con el monarca saliente. Aunque bueno, hay que reconocer que en el sueldo estaban contempladas tambien las fotos con elefantes de fondo y otros imprevistos que le han tenido al pobre en un ¡ay!

De todas maneras, siempre hay quien sufre más, y si no, que se lo digan al jefazo de EFE que gana el doble que el presidente del Gobierno. Eso sí, los 150.000 euros que se lleva a casa cada 12 meses no tienen NADA que ver con los recortes que está sufriendo el resto de la plantilla de la agencia ni con el ERE que se ha tenido que aplicar, ¿eh? ¡Qué va!

En fin, que deberían tomar todos ejemplo de los europarlamentarios, que son muestra inigualable de sobriedad y ahorro. Como los pobrecillos solo se embolsan 6.000 euros al mes, se las apañan cobrando los plenos y reuniones aparte, Porque claro, ¿¡de cuando a esta parte ha sido la asistencia a estos eventos una parte fundamental del trabajo de estos políticos?! ¡Hombre ya! ¡A donde vamos a ir a parar! ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Que tengan que respirar gratis, como si eso les fuera en el sueldo? No hijos, no... aquí cada cosa se cobra por separado. A 304 euros va el cuarto de kilo de pleno, señora, que me lo quitan de las manos, me lo quitan de las manos...

Y lo voy a dejar aquí porque claro, lo del sueldo medio ya empieza a cuadrarme un poco más. Pero solo un poco...

jueves, 18 de diciembre de 2014

Infiernos acuáticos y novios

Hay gente que lo de la soltería lo lleva mal, muy mal o de p*ta angustia. Yo, por suerte, no pertenezco a ninguno de los tres grupos. Me tiraría el pisto diciendo que tengo una fuerte personalidad que me permite valerme sola o que mis padres me educaron para ser una persona completa por mi misma, sin necesidad de que nadie me tenga que apoyar permanentemente, pero vamos, eso sólo influye un poco. La realidad, la verdad de la verdad de la verdad de la verdad, es que no me da tiempo para preocuparme por eso. Y os voy a explicar por qué.

Imaginaos que estáis en vuestra casa nueva, recién mudados y terminando de colocar los muebles y de colgar los últimos cuadros, cuando, de repente, se hace una gotera en el techo y empieza a caer agua. Como es normal, vosotros ponéis un cubo para recoger el líquido y que no estropee el suelo y vais a buscar el número para llamar al seguro. De camino se suelta la tuerca de un radiador y empieza otro escape, en el que colocáis una toalla que absorba hasta que podáis coger una herramienta y apretar lo que se haya aflojado. Y cuando vais a ello, estalla una tubería y empieza a salir líquido, así, en plan surtidor. Intentáis taponar con una mano, mientras alargáis la otra para cerrar la llave de paso, y con el pie tratáis de recolocar el cubo de la gotera, que se ha movido y ya no recoge nada de nada. La llave de paso está atascada y necesitáis algo para hacer fuerza y moverla y cuando vais a cogerlo resbaláis, tropezáis con el cubo, lo tiráis, rebota contra otra tubería que también estalla... Y en resumen la cosa se convierte en un caos total en el que sale agua de todas partes y vosotros no paráis de correr de un lado a otro intentando controlar el desastre. Con poco éxito, dicho sea de paso.

Bien, pues ese infierno acuático es ahora mismo mi vida y estoy yo como para preocuparme por novios mientras voy de lado a lado como una auténtica loca intentando taponar escapes. Lo que pasa es que, a veces, me da por pensar que si fuéramos dos, uno podía poner cubos, mientras el otro aprieta las tuercas del radiador. O que si la llave de paso está muy dura para poder cerrarla yo sola, no estaría mal tener al lado a alguien que igual es más habilidoso. Y que cuatro manos y cuatro pies son el doble que dos a la hora de taponar escapes. Matemáticas básicas, vaya.

Y aunque todo eso estaría genial, no es lo que más me ayudaría en mi infierno acuático particular. Lo que me vendría realmente bien, lo que MOLARÍA, es contar con alguien que sepa que, al final, voy a arreglar ese caos. Que sepa que yo giro la llave de paso a la derecha cuando se cierra hacia la izquierda, y que me tropiezo con los cubos que yo misma he puesto 10 minutos antes y que corro sin fijarme y me choco con los muebles, pero que me mire tranquilo y confiado porque SABE que, al final, controlaré ese caos.

Y es que a mi, muchas veces, se me olvida que lo sé.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Escritura hipocalórica III

Vamos a empezar por las buenas noticias: por fin ¡POR FIN! la guerra contra los kilos está dando algún tipo de resultado. Que vosotros podríais decir que ya era hora, porque lo es, pero yo digo, ¡olé, más vale tarde que nunca!, porque hijos míos, qué alegría. Una cosa menos.

Como es habitual en mi vida, las cosas pasan cuando les da la gana y a los kilos se les ha puesto en la punta del pie irse ahora. Pues fenomenal, oye, a enemigo que huye, puente de plata. Hasta más ver, compañeros. Y si puede ser hasta nunca, pues mejor que mejor.

De todas maneras, no está todo el trabajo hecho. Me falta un kilillo para llegar a la meta que me puse en su día y dos y medio para estar en mi peso ideal, pero bueno, no me preocupa. Más que nada porque me he dado cuenta que en esto de mi masa corporal y su atracción gravitatoria hacia la tierra no tengo ni voz ni voto. Haga lo que haga, coma lo que coma o lo que deje de comer mi báscula marca lo que le peta. Así que para qué me voy a dar mal, ¿no?


Además, como ocurre en todos los momentos de felicidad repentina de la vida, negros nubarrones se ciernen en el horizonte, en este caso en forma de comilonas navideñas y disparo de polvorones a discreción. De normal esto me preocuparía mucho si no fuera porque se da la feliz coincidencia de que Speedydad tiene que hacer dieta este mes. Al pobre hombre esto le trae por la calle de la amargura porque se arrastra muerto de hambre por los rincones, pero a mi me va a venir de perlas por varias razones:

1.-Speedydad es el cocinero oficial del Speedyhogar y el que piensa los menús de cada comida. A ver si hay suerte, el subconsciente le traiciona y se le ocurren platos medianamente light o por lo menos le ayuda a reducir cantidades. Y es que normalmente prepara suficiente comida para acabar con el hambre en el mundo entero. Durante una década.

2.-Voy a empezar una campaña solidaria en apoyo a los speedypadres a dieta. Ya me veo todo el Speedyhogar plagado de carteles tipo: "Por un mundo mejor lleno de speedydads más delgados y sanos, esconde los turrones en el armario más alto de la cocina"; "Por un planeta libre de colesterol malo, no compres mayonesa". Si me animo igual hago hasta chapas, fijaos lo que os digo. A ver si entre todos mentalizamos a Speedydad. Y ya de paso a mi, que tampoco me vendría mal.

3.-Por fin, ¡POR FIN!, tendremos una excusa válida para decir "no quiero más" cuando la altura de la comida en el plato supera la de un edifico de tres plantas. Antes decir "no quiero más" era completamente inútil porque a Speedydad le sonaba a chino y no te hacía ni caso. Ahora podrás argumentar que eres colaboradora oficial de la campaña "Por unos speedypadres más sanos" y si no es suficiente, le enseñas la chapa. Y ahí ya te tendrán que respetar, no les quedará más remedio.

En fin, este es mi plan para atravesar las navidades sin demasiadas bajas en la guerra contra los kilos. Ya os contaré si funciona...

jueves, 11 de diciembre de 2014

Me estás enamorando. Atente a las consecuencias



Esto no es culpa mía. No lo he provocado yo. No soy yo el que mira como si me escaneara. El que tiene esa forma tan elegante de andar, de apoyarse. El que recuerda cada detalle desde el minuto uno. El que tiene la sonrisa permanentemente en la cara. Esa sonrisa  cálida como llegar a casa un tarde de invierno.

No soy yo el que ha ganado medalla de oro en las últimas olimpiadas de amabilidad, ni el que encuentra soluciones para todo, ni el que, le vayas con el problema que le vayas, tiene una propuesta interesante y una idea original. No soy yo el que es abiertísimo para unas cosas y luego se muere de corte (así, en plan tímido achuchable) para otras.

No suelo ser una persona tajante, pero no me dejas otra salida: voy a entrar en tu corazón sea como sea. Reuniré a todos los ejércitos de mis recursos y revisaré todos mis planes de acción y el día menos pensado desplegaré un ataque sorpresa y me meteré en tus pensamientos. Cogeré rehenes y me encerraré allí hasta que pagues el rescate que voy a pedir: que me quieras.

Estás avisado.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Pesimismo defensivo

Ya he contado más de una vez por aquí que el reverso tenebroso es fuerte en mí. Es un de los rasgos de mi personalidad que menos me gusta y aún así siempre he intentado sacarle un lado positivo. Por ejemplo en los años que pasé en la academia de superhéroes. En aquellos tiempos yo era la empollona más empollona de la historia de las empollonas y un cate suponía toda una catástrofe (lo que es la vida, ahora tengo tantos suspensos que me he hecho inmune. ¡Como cambian las cosas!, ¿eh?) El caso es que entonces hacía un examen, el reverso tenebroso se me apoderaba, salía de la prueba pensando que iba a sacar un cero y me pegaba la tira de tiempo cabreada como una mona por mi inutilidad. Luego llegaban las notas y la cosa nunca era para tanto, así que el disgusto adelantado terminaba siendo una red de seguridad ante disgustos futuros: por mal que hubiera ido el tema, siempre era mejor que un cero. Había motivos de alegría.

Esta técnica, tan científicamente dudosa como claramente efectiva, no convencía nada al resto  de mis compañeros. Decían que la mitad de las veces me enfadaba en balde porque el cate no terminaba de llegar y que era mejor afrontar los problemas cuando ya se hubieran producido, no antes. A mi me habría encantado eso de "cruzar ese puente cuando lleguemos a ese río" pero como no era capaz, lo que hacía era sacarle algún beneficio a mi negatividad. Por lo menos que me sirviera para algo, ¿no?

Bueno, pues después de tanta crítica y reproches estudiantiles resulta que no me he inventado yo esta estrategia. De hecho, es una práctica tan común que hasta tiene nombre científico: el pesimismo defensivo. La cosa va de imaginarse el peor de los escenarios posibles y darse cuenta que, incluso si pasara. tampoco sería para tanto. Por lo visto eso hace nuestros temores más manejables porque nos damos cuenta de que todo tiene remedio menos la muerte. Que bueno, visto así, pues claro, ¿no?

El problema de esto es que no sirve para determinados momentos de la vida. Cuando te toca empezar de cero (más de cero que nunca) lo que necesitas es informarte bien, sopesar pros y contras, prepararte al máximo y, al final, jugártela a todo o nada. Hay que decidirse, cruzar los dedos y esperar que este nuevo camino lleve por fin al destino correcto. Necesitas valentía, arrojo y kilos y kilos de confianza porque, si no, jamás te atreverás a dar el salto. Aquí imaginarse el peor de los escenarios posibles no sirve más que para cagarte de miedo. Y si hay algo de lo que voy sobrada ahora mismo es precisamente de eso...

Así que sí, soy plenamente consciente de que mi sofisticada técnica no es tan efectiva como me pensaba. Pero qué difícil es quitarse las viejas costumbres, ¿verdad?

viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Y mi tiempo?

Sabina preguntaba quien le había robado el mes de abril y yo pregunto: ¿quién leches se queda con mis horas del día? ¿Donde están las 24 que me tocan por jornada? Porque para mí que alguien me las está levantando.... No encuentro otra explicación.
Y es que yo no hago más que aplicar recortes en mis consumos horarios, la cosa no se encauza y yo ya no sé de donde más sacar minutos extra:

-Se acabó dormir ocho horas. Seis o siete y vas que chutas. ¿Qué te has creído que es esto? ¿El Caribe?
-Se acabaron las cañas infinitas sin mirar el reloj: tic, tac, tic, tac. El tiempo corre.
-Se acabó leer los blogs que me de la gana durante el tiempo que me de la gana. A unos cuantos os debo visitas. Lo sé. Lo siento. No me da la vida.
-¿Siesta? ¿Qué era eso de siesta?
-Iba a peinarme, pero total, pa' qué, si va a llover...
-Escribo una entrada para el blog cuando tenga cinco minutos... o mañana, cuando me sobre un rato... o el fin de semana, que me dará tiempo. Y así en bucle hasta el infinito y más allá.

Como será la cosa que mi tele ha decidido solidarizarse con mi situación y se ha puesto en huelga. A juzgar por la mala pinta de la pantalla, diría que de forma definitiva e irrevocable. Así que hemos negociado su salida pactada del Speedyhogar y, como ahora mis finanzas no pasan por su mejor momento, hemos acordado un simulación de indemnización en diferido al más puro estilo Bárcenas. Y si eso, ya eso, oye.

Total, que tampoco es el televisor el que me quita horas en el día (por cierto, este desacuerdo laboral tele-Speedy, Speedy-tele es top secret. No se os ocurra chivárselo a SpeedySisterpeque que me monta una intervención de padre y muy señor mío, ¿eh?). Y antes que lo diga algún espontáneo, no, tampoco me distrae un novio nuevo, ya me gustaría a mi. Entonces la pregunta es: ¿qué leches pasa? Y sobre todo: ¿a qué teléfono llamo para pedir que me cambien la tarifa y me den más minutos? Porque en algún número se podrá reclamar esto, ¿no?

lunes, 17 de noviembre de 2014

Antídotos contra un lunes del horror

Hoy no es un lunes corriente, es un SUPERlunes que llega tras un fin de semana del horror. Para sobrevivir voy a necesitar la ayuda de un profesional.


Que no lo digo yo, que es un hecho demostrado: los koalas son la cura para el estrés. Y si no, que se lo digan a los del G20

Y bueno, si no es suficiente con esta preciosidad de criaturilla ya tengo preparados los refuerzos: Bao Bao haciendo la croqueta.


Si esto no funciona, estoy perdida.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Disfuncionalidad apática del músculo aórtico

-Hola, me llamo Speedy y llevo dos siglos sin enamorarme
-Te queremos Speedy

Así y con un rectángulo negro delante de los ojos para preservar mi anonimato podría empezar una reunión cualquiera de mi grupo de apoyo contra... no sé qué nombre poner a esta patología. ¿Disfuncionalidad apática del músculo aórtico, por ejemplo? Por darle un nombre sencillo, con gancho y fácil de recordar...

En fin, que no sé si esta dolencia tendrá denominación oficial ni si estará recogida en manuales de medicina y psiquiatría, pero está claro que es real como la vida misma. A mí me pasa y me consta que no soy la única: cada vez me cuesta más interesarme (sentimentalmente, se entiende) por otras personas. Es una pena, un erial y un aburrimiento absoluto, pero es así. Para que nos vamos a engañar.

Y pese a la gravedad de este síndrome y la necesidad imperiosa de su investigación y análisis esta entrada no va de eso (que textos científicos y sesudos ya tenéis en la revista Science). Este post va, básicamente, de una verdad incontestable: que un maromazo en condiciones te cura todos los males, incluida una disfuncionalidad apática del músculo aórtico. Esto es así y es así.

Y lo más gordo es que ese maromazo no tiene que ser un cachas en plan modelo. Ni tener tipazo. Ni cara de angelito y piel de culete de bebé. Qué va. Por no tener, no tiene ni que tener melena en plan anuncio de champú. Una incipiente calvicie llevada con dignidad puede ser de lo más interesante si la acompañas con una sonrisa bonita. Con una forma de mirar intensa pero no intimidante. Con una expresión pícara. Y con una pizquita de sentido del humor.

Si sabes de lo que hablas y te sabes explicar. Si cuentas bien las cosas. Si en tus frases hay tantos términos tipo "media aritmética del porcentaje devengado con proyección  a futuro" como expresiones en plan "trincas las pasta y te vas" o "si no te andas con ojo palmas 2000 pavos".  Si tienes una voz bonita. No, corrijo. Una voz preciosa. Si te adelantas a mis preguntas. Si adivinas lo que estoy pensando. Si me das buenos consejos y trucos útiles.

Si pones unos ejemplos que aclaran perfectamente situaciones enrevesadas al máximo. Si cuentas un rollo macabeo y en medio, aún no me explico cómo, te las apañas para meter una historia de amor que le da vidilla al tema y nos engancha. Si hablas con el ordenador al estilo Speedy, es decir, no a través del teclado y el ratón sino diciéndole cosas como "que no quiero hacer eso ahora, pesadoooo" y todavía te extrañas de que el pobre PC no te haga ni caso. Si miras tan bien, pero tan tan tan bien, que aunque tú diriges las mismas miradas a todos, a cada uno le parece que le miras solo a él.

Y si a todo esto le sumaras un detallito sin importancia como es NO tener anillo de casado en el dedo ya serías la cura ideal para la disfuncionalidad apática del músculo aórtico. Porque bueno, si vienes con alianza incluida también me vales, pero más a largo plazo porque hay que ponerse a la fila y apuntarse para cuando estés de nuevo en el mercado... Y claro, no es lo mismo.

Estooooooo, que lo del anillo no lo digo porque me haya pasado a mi, ¿eh? ¡Qué va!

lunes, 3 de noviembre de 2014

Esto es una intervención

SpeedySisterPeque no entiende mi vida. La verdad es que no puedo culparla porque hay veces que no me aclaro ni yo, pero es que la pobre flipa. Desde su plaza fija de superheroína en el Ministerio de Salvamento del Mundo, su casa ordenada y su familia feliz, no alcanza a comprender mis idas y venidas vitales, así que su táctica es dejarme a mi bola en lo básico e intentar hacer control de daños en los detalles. No puede buscarme un novio estupendérrimo que me trate como una reina. No puede encontrarme un trabajo maravilloso en el que cobre como un consejero de Ibertrola. No puede ayudarme a ganar mi guerra contra los kilos. Pero sí puede organizarme una intervención por cualquier chorrada en cada comida familiar del domingo. Y eso hace.

ESTO ES UNA INTERVENCIÓN
A ver, somos mucho adultos en esta mesa. Que alguien le diga a Speedy que emplee su tiempo en algo más útil que aprender japonés.

ESTO ES UNA INTERVENCIÓN
A ver, somos mucho adultos en esta mesa. Que alguien le diga a Speedy que controle ese cardado involuntario primo hermano de la insubordinación capilar, que ya no estamos en los ochenta.

ESTO ES UNA INTERVENCIÓN
A ver, somos mucho adultos en esta mesa. Que alguien le diga a Speedy que se ponga al día con la última temporada de Breaking Bad, que esa acumulación de episodios no puede ser sana.

Son muchos frentes los que tiene abiertos conmigo, pero hay algunos en concreto que le traen por la calle de la amargura porque no le hago ni pito caso.

ESTO ES UNA INTERVENCIÓN
A ver, somos mucho adultos en esta mesa. Que alguien le diga a Speedy que se ponga YA tarifa de datos en el móvil, que esto de tener whatsapp intermitente al más puro estilo guadiana "ahora me entero de las conversaciones, ahora me pego dos semanas sin wifi y ni papa de lo que se está cociendo" nos va acabar volviendo locos a todos. ¡Entra en el siglo XXI de UNA VEZ, leche!

Y en este caso en particular tengo que deciros que SpeedyisterPeque tiene la batalla perdida porque me resisto (y me resistiré mientras pueda) al whatsapp perpetuo. Y es que ese invento del infierno está muy bien para el ligoteo y para no tener que estar buscando maneras imposibles de ahorrar letras, pero tiene otro porrón de inconvenientes que no me gustan ni un pelo. No me mola que mi amigo, mi rollo, mi novio, mi padre, mi jefe y todo perro pichichi sepa por mi última conexión a qué hora me acuesto, cuando me levanto, si tengo batería o cuánto pan me queda en el congelador. No me mola que la peña sepa si me ha llegado el mensaje, si lo he leído, si estoy en línea, si estoy hablando con unos sí y con otros no y si me toca que me baje la regla la semana que viene o la siguiente. No me mola que, como se llama mensajería instantánea, se de por supuesto que cualquier sitio, lugar y situación son adecuados para guasapear. No puedo escribir en la Supermovida. No puedo escribir en medio de una batalla contra los supervillanos. No puedo escribir mientras cruzo un paso de cebra. No todo puede ser para YA DE YA. No será el tema tan urgente si me lo has escrito por whatsapp

Mis reticencias a meterme de lleno en el siglo XXI tienen sus inconvenientes, claro. Uno es, sin duda, que la peña se olvida casi siempre de que tienes whatsapp guadiana, lo dicen todo en el grupo de turno y si tú no dispones de conexión en dos semanas te pegas 15 días en el ostracismo absoluto. Tal cual. No te enteras de las quedadas, ni de los planes de viaje, ni de los regalos de cumple que hay que comprar, ni de nada. Apagón informativo total.

Y por si eso no fuera lo suficientemente dramático, esta desinformación tiene un daño colateral: los millones y millones de mensajes que se va acumulando para el día en que, ¡oh, sorpresa!, tienes wifi. A mi cada vez me da más miedo conectarme porque sé que me esperan un mínimo de 300 whats de mil grupos distintos hablando cada uno de lo suyo y que (¡qué remedio!) leo en diagonal, me dejan la cabeza como un bombo y, lo que es peor, igual de desinformada que antes. Y es que no hay quien se entere en semejante barullo.

Mi sufrimiento whatsapero no tiene fin y aún así dudo mucho que decida entrar en el siglo XXI a corto plazo, así que veo muchas más intervenciones de SpeedyisterPeque acercándose a mí desde el horizonte. Sobre todo porque hay un tema que todavía le parece peor...  Recordadme que otro día haga una entrada sobre eso, que hoy para ser lunes ya está bien.

jueves, 30 de octubre de 2014

Elemental, querido Watson.

Por aquí no es ningún secreto que las mates de la vida se me dan mal. O no sé como resolver los problemas o no llego al resultado correcto: una veces falla el planteamiento, otras los cálculos, otras por despiste pongo un 9 donde había un 8 cuando paso a boli las cuentas que había escrito antes a lápiz para poder borrar si me equivocaba... Un horror. La vida no me pone un cero en algunos controles trimestrales porque es de la ESO, que prohibió ese número maldito y obligó a que las calificaciones empezaran desde uno, que si no, mi boletín de notas vitales iba a ser como para verlo.

Hace tiempo que le doy vueltas al coco a ver si descubro qué estoy haciendo mal. Porque bueno, me va de pena, por algo será, ¿no? No creo que la pitonisa Lola me haya puesto dos velas negras sin avisarme. Así que allí me veis, con mi lupa de Sherlock Holmes y el cardado de Jessica Fletcher revisitando en mi memoria escenas del pasado para recordar qué hice, qué dejé de hacer y, sobre todo, cual  fue la causa de que todo acabara como el rosario de la aurora. Quien cometió el crimen que quitó la vida a Éxito.

Son muchos los sospechosos. Todos ellos tuvieron el móvil, los medios y la oportunidad. Pudo ser la Señorita Amapola, en la biblioteca, con el candelabro. O quizá fue el doctor Marino, en el salón, con la pistola. O mi incapacidad para gestionar el tiempo de forma eficiente. O mis bloqueos en situaciones límite. O mi tendencia absurda a verlo todo negro tizón. O mi estupendísima habilidad para no encontrar las palabras cuando las necesito y a la vez no saber callarme cuando hace falta. Pero tras mucho reflexionar y repasar mis notas, creo que tenemos un veredicto...

LA INDECISIÓN

Esa hija de la inseguridad (y de la grandísima p*ta, dicho sea esto sin ánimo de ofender) me convence para que dude hasta el infinito y retrase la hora de escoger hasta que el panorama se aclare. Hasta que tenga más información. Hasta que alguien que sepa pueda aconsejarme. Hasta que lo que sea suba. O baje. En definitiva, hasta que no quede otro remedio que decidir y descubra que se me ha pasado el arroz, que llego tarde y Éxito está en el invernadero, con un puñal clavado en el pecho y más seco que la mojama.

Elemental, querido Watson.

lunes, 27 de octubre de 2014

Me faltan las palabras

Con todo lo que estás pasando en España a mi hay veces que me faltan las palabras. Así que os lo digo con fotos:

-El colmo de la caradura, definición gráfica:

                                                   El pequeño Nicolás, timando a la peña
                                                        desde los años 90 (y antes no, porque no
                                                        había nacido aún) Su vergüenza era algo
                                                        verde y se lo comió un burro.


-El colmo de la mala conciencia, definición gráfica.

                                      Qué de chanchullos no habrás hecho que necesitas un disposi-
                                          tivo para deshacerte de las pruebas a distancia. Qué nivel, Maribel.


-El colmo de la tranquilidad de conciencia, definición gráfica

                                     Claro que sí, campeón, robas como si no hubiera un mañana,
                                         te pillan y antes de que te metan en el talego te vas de excursión 
                                         al paraíso del dinero negro. Pero vamos, que era por motivos tu-
                                         rísticos, no por que tengas pasta allí, ¿eh? ¡Qué va!

-El colmo de la tranquilidad en la vida (así, en general), definición gráfica:

                                      Otro que con todo lo que mangó durante años tampoco llega
                                          a fin de mes, poooooooooobre. Oye, pues nada, que le den 
                                          10.000 en vez de 2550, a ver si así se puede apañar.

-El colmo de... pues no sé, DE LOS COLMOS, es que me faltan ya hasta palabras para la definición gráfica:

                          Hoooooooombre, por supuestísimo, nos robas todo lo que se puede robar en esta
                            vida, te cazan y encima te tenemos que sacar de la cárcel los demás. Claro que sí,
                            cómo no, ¡qué menos! ¿Desea algo más el señor? ¿Por ejemplo un plato de vergüenza
                            torera, a ver si es verdad eso de que de lo que se come se cría?

Esto es un horror, una plaga, no se salva nadie


51 y subiendo... Me faltan las palabras.

jueves, 23 de octubre de 2014

Las mates de la vida

Decir que tengo problemas sin resolver en mi vida sería un eufemismo. Lo más ajustado a la realidad sería decir que mi vida es un enoooooorme problema sin resolver. No es una queja, es una definición objetiva. En mi día a día hay muchos más asuntos en "working in progress" que medianamente encauzados. Muchísimos más.

De hecho, mi realidad me recuerda vagamente a los problemas de móviles que aprendía en mates cuando aún estaba en el cole. Esos de "un tren sale de Sevilla a las ocho y otro de Matalascañas a las 10. Si el revisor es cojo, el sol refleja en trayectoria oblicua sobre el techo del vagón y no te deja dormir porque te da directamente en los ojos y las manzanas verdes son mucho mejores que las rojas, ¡donde va a parar!: ¿qué día de la primavera se cambiaba la hora que nunca me acuerdo de adelantar el despertador y luego llego siempre tarde a trabajar a la mañana siguiente?" Os suena el tema, me imagino...

Pues bien. Es cierto que los números nunca se me han dado especialmente bien, pero es que ese tipo de ejercicios se me atragantó hasta lo indecible. No entendía NI PA-PA. Nada de nada. Me los explicó mi profe. Mis compañeros. La hermana de Speedymum. "Speedydad Potter y el misterio de la paciencia inexistente". Pero todo fue inútil. Aquello no había quien me lo metiera en la cabeza.

Y eso que yo me esforzaba a tope. Hacía todo lo que me decían.

- A ver, dibuja los trenes... ¿Pero eso es un tren a una hormigonera? De donde sale A. ¿Y donde está B después de hora y media? No ahí no, donde marco la X. ¡Donde MAR-CO LA X! Dame otro papel que de tanto remarcar la X he agujereado el folio...

Yo dibujaba los trenes, las vías, la gorra del maquinista y los cascos que te regalan para oír la película, pero la cosa seguía sin tener el menor sentido para mí. Por eso mi estrategia para sacarme la asignatura fue aprenderme de memoria las soluciones correctas, cruzar los dedos y confiar en que los ejercicios del examen tuvieran un enunciado parecido a los resueltos en casa. Hubo suerte y no tuve que estudiar en verano.

Una pena que esa técnica no sirva para aprobar las mates de la vida...

viernes, 17 de octubre de 2014

España, país de millonetis

Mi idea era hacerme rica y famosa salvando a la Humanidad como superheroina.  Creo que estaremos todos de acuerdo en que a estas alturas está más que claro que eso no va a pasar, así que ahora me dedico a darle los últimos retoques a mi plan B. Y digo lo de los retoques porque en realidad mi plan B lo tengo pensado desde los cinco años.

Que no es que yo fuera muy lista de canija y me dedicara a planificar mi futuro desde la cuna ni nada de eso, pero hay que reconocer que estaba cantado. Cenicienta, Blancanieves, Bella (la piba de Bestia), Bella (la otra,la dormilona).... Todas tienen algo en común, además de ser más bien tirando a repipis: que acaban el cuento dando un braguetazo de los que hacen historia. Que no es que sean felices y coman perdices, no, es que se empachan, porque todas terminan liadas con el príncipe de turno. Ni el barrendero, ni el sastre, ni el repartidor de telepizza, no... a ellas les gusta el otro, el de sangre azul. Mira tú que casualidad, oye.

Y no os creáis que me parece mal, ¿eh? Qué va, al contrario, creo que son unas maestras que después de pasarlas putas por culpa de madrastras horrendas, hermanastras odiosas y demás gentuza deciden que ya vale, que se plantan y que ahora les toca vivir la vida a lo grande. Y hacen bien.

Yo, desde luego, voy a seguir su ejemplo, y a poco que se me plantee la posibilidad de ligarme un ricachón, me va a faltar tiempo para colgar las mallas y la capa. Y por lo visto ahora lo tengo más fácil que nunca porque el número de millonarios en España se ha incrementado un 24% entre mediados de 2013 y la primera mitad de 2014. Hay 465.000 fortunas de estas en nuestro país, así que malo será que no me pueda acoplar a alguna de ellas, ¿no? Si total, tendrán casas con tantas habitaciones que si empiezo a vivir en una de ellas no creo que se den ni cuenta...

Y lo mejor de todo es que estoy en el país adecuado para llevar a cabo mi poco hortodoxo plan de jubilación, porque aquí hay cada vez más gente montada en el dolar. No es sólo que en España el número de millonetis aumente cada año más rápido, sino que este ritmo de crecimiento duplica la media mundial. EL DO-BLE. Y parecíamos tontos cuando nos cambiaron por el burro...

Aunque bueno, no sé si debería alegrarme tanto, porque no siempre cantidad es calidad y puede que nuestros ricachos no sean todos honrados genios de los negocios que se hicieron a sí mismos empezando desde cero. Quizá algunos tengan la mala costumbre de tirar cada dos por tres de tarjetas negras como el tizón, que otros reciban sobres con dinero del que se escribe con B y no con A y que muchos se aprovechen de EREs fraudulentos, cursos de formación subvencionados pero inexistentes y tramas de corrupción con trajes, confetti y bigotes de por medio. Pero vamos, que esto sería ponerme en lo peor, que no es que haya pasado nada en España últimamente que me haga pensar que hay la tira de peña que ha ganado su pasta por la vía rápida, ¿eh? Pa-ra-na-da.

Así que bueno, para que mi plan B de jubilación feliz funcione igual tengo que hacer un poco de tripas corazón, armarme de paciencia y rebuscar entre los ricachones hasta que encuentre uno medio decente. O por lo menos que no tenga la cara más dura que el cemento armado.

No sé ...estoy pensando que igual acabo antes echando el euromillón, ¿no? Ahí veo más posibilidades de dar con la respuesta correcta...

martes, 14 de octubre de 2014

¿Ande andarán?

Ya lo decía el romanticón de Gustavo Adolfo...

"Los suspiros son aire y van al aire
las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adonde va?"

Pues ni idea, Gus. Hay tantas cosas que no se sabe donde paran... Igual están en el universo paralelo donde acaban todos los compañeros de los millones de calcetines que aparecen misteriosamente desparejados después de hacer la colada. O en las vacaciones eternas en las que viven las exclamaciones e interrogaciones de apertura desde que alguien decidió que ya no hacía falta ponerlas en español. Antes estos pobres signos ortográficos trabajaban como negros en libros, documentos oficiales, cartas, faxes y telegramas. Luego llegaron los correos electrónicos, los sms y los whatsapp, dejaron de necesitarse y les concedieron una excedencia sine die. Y ahora ahí los tienes a todos, bebiendo cocolocos y bronceándose en el Caribe con Curro. Que ya se han merecido un descanso después de una estresante vida permanentemente rodeados de preguntas, sorpresas y gritos.

Y aunque no dispongo de datos confirmados, me atrevería a asegurar que tienen de compañera de tumbona a la cabina telefónica donde Superman se ponía sus mallas y su traje, porque esa (y todas las de su especie, menos famosas pero igualmente innecesarias) se fueron un día a comprar tabaco y ya no volvieron. Lo mismo que pasó con los walkman y tocadiscos que perdieron la batalla contra los diminutos MP3 para demostrar que en cuestión de tecnología no siempre el pez grande se come al chico, sino más bien al revés. A no ser que seas el iPphone 6, en cuyo caso el tamaño SÍ importa y cuanto más grande mejor. Porque además, si luego no cabe en algún sitio, pues se dobla y aquí paz y después gloria.

Sobre el resto de desapariciones quizá podamos preguntarle a Trasgu, un duendecillo travieso que se divierte escondiéndonos las cosas en casa. Él se lleva esas llaves que juraríamos haber dejado en la entrada y que misteriosamente no encontramos allí o ese libro que recordamos a la perfección haber guardado en la estantería y del que después no hay ni rastro. Todo está en su guarida, quizá al lado de esos besos que nos moríamos por dar, pero para los que no tuvimos cojones. Y cerca de todas esas carcajadas que antes se nos escapaban por cualquier tontada (o sin razón ninguna) y para las que ahora necesitamos un máster en humor, siete monólogos cómicos y puede que gas de la risa. Supongo que en la guarida de Trasgu habrá también mucha espontaneidad, confianza, entusiasmo, inocencia e ilusión, esa ilusión de la que vienes de fábrica con un tanque lleno, pero que después se te va evaporando.

Así que, Gus, ¿que donde va el amor? Pues vete tú a saber...

viernes, 10 de octubre de 2014

#Indignación

A mi Twitter me hace mucha gracia, pero la verdad, también me da un poco de miedo. Es, creo, la red social más inmediata, en la que antes se sabe, se comenta, se analiza y se parodia la realidad. Eso está muy bien para los jijijaja risas mil, no voy a decir yo que no, pero tiene su parte chunga también. Y es que las prisas son malas consejeras y lo dice una que tiene supervelocidad, así ya os podéis imaginar que sé de lo que hablo. Rapidez significa imprecisión, descuido del detalle, falta de reflexión, de matización, hacer todo a la brava, por encima, a bulto. Muy a la española, vamos. Que eso para soltar chistes vale que vale. Pero no son gracias lo único que se hace en Twitter. Ni siquiera lo que MÁS se hace.

Porque tristemente lo que más se hace en Twitter es dar opiniones propias y despreciar las ajenas. Juzgar. Y CASI SIEMPRE condenar. Ser juez y jurado. Sin escuchar los argumentos de la defensa. Sin analizar las pruebas. Sin conocer los hechos. Sin estar mínimamente informado más allá de un titular (seguramente manipulado) y 140 caracteres. Sólo porque has oído campanas, aunque no sabes exactamente de donde vienen.

Esto no me preocuparía demasiado si se hiciera en un bar, donde esta práctica ha sido el deporte nacional desde que el mundo es mundo. Pero me preocupa porque ahora se hace en Twitter, que no sólo es inmediatez sino difusión. Los mensajes llegan a miles de personas que a su vez los retuitean, multiplicando exponencialmente su alcance y por tanto su riesgo. Un bulo (erróneo o malintencionado, ni siquiera entro ahí) corre por las redes sociales como la pólvora y enciende la mecha de la indignación.






Y ahí quería llegar yo, a la #indignación. Ese monstruo de ojos verdes nace, crece y se convierte en un titánico gigante es cuestión de segundos. Los que están implicados en el bullullu de turno son insultados, humillados y no se les lapida en la plaza pública porque implicaría levantarse de la silla y desplazarse a algún lado, que si no, más de uno ya dormía el sueño de los justos debajo de un enorme montón de piedras. Luego pasa el tiempo y llegan los datos. Y la información contrastada. Y las aclaraciones. Y resulta que las cosas no eran exactamente como parecían en un principio.Y los malos no son tan malos. Y los buenos tampoco son unos santos. Pero el daño ya está hecho, porque las palabras se las lleva el viento, pero los tweets pesan más.

Jijijaja risas mil las que queráis, pero si vamos a tomarnos Twitter en serio (y últimamente parece que es lo único que se hace por esos lares) habría que respetar una normas. Aunque esas normas no cupieran solo en 140 caracteres. Es mi opinión, pero claro, no soy una tuitstar así que, ¿qué sabre yo, verdad?

martes, 7 de octubre de 2014

Love, love, love

Estaba yo decidiendo si cortarme las venas o dejármelas largas cuando milagrosamente me he encontrado en la tele con Love Actually. Y menos mal, porque si hoy la vida me llega a apretar las tuercas un poco más no sé como habría acabado la cosa. El caso es que me he tragado esa maravilla de peli por septuagésima vez para comprobar que me sigue encantando como el primer día. Porque es bonita, porque es original, porque para ser una mezcla de mil personajes e historias está muy bien hilada y mejor contada. Y porque, contra la costumbre de las películas románticas (en especial las inglesas) es graciosa. Tiene un montón de momentazos y muchos diálogos para partirse la caja. Y ahora voy a recordar aquí algunos para... en fin, más que nada como terapia, porque necesito risas como el comer. Y si ya de paso os saco una sonrisa a vosotros, para qué queremos más. Así que vamos a ello.

Lo que más me gusta de Love Actually es que desde el minuto uno ya sabes lo que te vas a encontrar. Y es que aproximadamente en la tercera escena ya aparece esa conversación que muchos de nosotros querríamos haber tenido alguna vez con nuestro jefe, en lugar de hojas de balances y resultados:

-¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
-2 años, 7 meses, tres días y dos horas
-¿Y cuánto llevas enamorada de nuestro enigmático primer diseñador?
-2 años, 7 meses, tres días y una hora y 30 minutos.
-¿Y cuándo piensas hacer algo al respecto? ¡Es Navidad, por el amor de Dios!

Y la conversación que nunca nos gustaría tener cuando nos han roto el corazón por millonésima vez:

-Este año también vengo solo.
-¿Y estoy triste o alegre?
-Lo que no me parece es sorprendida

Y la no-conversación sin palabras de cuando te esfuerzas en disimular que alguien te gusta, pero no hay forma de disimular nada porque aquello es imposible de contener.

-Pero si no te caigo bien, nunca me hablas, solo hablas con Peter...
-Es un rollo de supervivencia, ¿sabes?

Y al final terminas confesándolo a lo bruto, sin esperanza ninguna, sabiendo que tienes cero posibilidades, sólo porque o lo sueltas o revientas.


Y si para decirlo tienes que colarte en un festival de Navidad donde langostas y pulpos asisten al nacimiento de Jesús, pues te cuelas y compruebas eso de que...

-Ocho son muchas patas, David



Y notas como el amor te hace fuerte y te empuja a hacer y decir cosas a las que no te hubieras atrevido sin ese motor mágico.

"Me encanta la palabra "relación". Abarca todo tipo de pecados. Me temo que esta se ha convertido en una mala relación. Una relación basada en que el presidente se lleve todo lo que él quiere y desoiga tranquilamente todo lo que realmente importa a la... Gran Bretaña. Puede que seamos un país pequeño... pero somos un gran país. El país de Shakespeare, Churchill, los Beatles, Sean Connery, Harry Potter... el pie derecho de Beckham, y ya puestos también el izquierdo. Y un amigo que abusa de nosotros ya no es un amigo. Y puesto que los abusones solo reaccionan ante la fuerza, a partir de ahora estaré dispuesto a ser mucho más fuerte. Y el presidente deberá estar preparado"

Así que decides que "las películas no se acaban hasta que sale la palabra fin" y "que el amor nos cosa a leches".

viernes, 3 de octubre de 2014

El retorno de la Supermovida

Lo que me faltaba para el duro en esta castaña de mes de septiembre (y principio de octubre, que tiene pinta de ser primo hermano del otro) es tener que volver a la Supermovida. Pero como a la fuerza ahorcan, pues ahí estamos otra vez, dándolo todo. Qué remedio.

Y eso que estar, estamos pocos. Ya os dije que muchos se tiraron del barco ya el año pasado y entre esos y lo que han repetido estamos en el plató cuatro y el de la guitarra. Suele decirse que a menos bulto más claridad, pero la verdad es que está siendo el principio de cursos más caótico que he vivido jamás. Entre que el verano hace estragos en los conocimientos adquiridos y vuelves en plan "¿supermovida? ¡Qué va, no me suena! Yo nunca he estudiado nada relacionado con supermovidas" y entre que los presentadores este año no se terminan de aclarar, cada dos por tres se dan situaciones tal que así:

-¿Que le pongamos nata al postre? Estoooo, sí, claro, claro, algo me quiere sonar que el año pasado le echábamos nata a algún plato, pero, ¿dónde se guarda la nata? ¿cuánta pongo? Y... ¿seguro que eran los postres los que llevaban nata? ¿No era la pasta?


-Presentador, ¿cuánto tiempo hace falta asar este receta?
-45 minutos... No, espera, espera, una hora... No, espera, espera, creo que esto era los de los 10 minutos, ¿no? Vamos a preguntarle a  San Google.

-La lista de ingredientes os las dejo el armario A de la cocina. ¡Ah! Que no tenéis la clave que abre la puerta de ese armario, pues os la dejo en el B. ¡Ah! Que se le ha roto el cierre. Pues no sé, os la  mando por correo. O por fax. O ya veré qué hago.

-Presentador, mis fogones no funcionan.
-Pues cámbiate a otros.
-Pero es que tengo que empezar desde el principio y no me da tiempo. Llevaba una semana pelando patatas. Mis compañeros han terminado y yo tardaré siete días en llegar donde están ellos ahora.
-Sí, la vida es dura.


Ya lo puedes decir, ya...

lunes, 29 de septiembre de 2014

Hasta entonces

Cuando dormir debajo de un puente empieza a convertirse en una posibilidad no tan remota tu escala de prioridades cambia, así que no creo que te busque en un tiempo. Que no es que hasta ahora te haya buscado mucho, es verdad, pero bueno, es que no es mi estilo. No me gusta forzar las cosas. Me pongo tensa, hago absurdeces y a la que te despistas salgo corriendo. Yo soy más de ¡anda, qué casualidad, nos hemos encontrado! También te digo que no es que sea la técnica más eficaz y que así me va, pero en fin, que ese no es el debate.

La cosa es que a este ritmo vamos a tardar en cruzarnos. Mucho, me temo. Y en el fondo es una suerte porque así que cuando llegues habrás podido practicar tu "todo va a ir bien" para que suene como lo más convincente del mundo, que buena falta me va a hacer. Habrás podido investigar  y encontrar la receta milagrosa de tortitas-quita-penas que es a la vez infalible y baja en calorías. Te habrá dado tiempo a leer unos 200 libros para recomendarme los 10 más divertidos. Y no, no me vale eso de "todos son guays". Tengo que reconstruir mi ciudad, no me queda otra que seleccionar mis lecturas para llegar a todo. Elige 10, anda. Y ya que te pones practica tu abrazo curador. A verrrrrr, que no es que te haga falta, seguro que ya funciona genial, pero tal y como está el tema, no me vendrá mal potencia extra.

Así que nada, hasta que nos veamos. Espero que sea pronto....


miércoles, 24 de septiembre de 2014

No escribir una NO entrada

Septiembre está siendo una mierda. Un zurullo. Una castaña de proporciones míticas. No es que los últimos meses hayan sido una juerga, pero éste está superando todas las expectativas. Me falta tener un accidente de tráfico, que me pongan los cuernos en directo en un programa de televisión de máxima audiencia y que el cielo se caiga sobre nuestras cabezas para hacer un pleno. Pero vamos, dadle tiempo, que a septiembre aún le quedan unos días. Seguimos para bingo, señores.

Con este panorama yo me debato entre la desesperación absoluta y el cabreo soberano. A ratos me dan ganas de sentarme en el suelo y que le den a todo. Si me tiene que pasar un autobús por encima, pues que me pase y que acabe con mi sufrimiento. Eso sí, que sea un autobús nuevecito, mono, bajo en emisiones y respetuoso con el Medio Ambiente, que mi vida será un horror, pero el cambio climático hay que pararlo. No mezclemos conceptos.

Cuando no estoy en plan suicida ecológico lo que me apetece es liarme a tiros. Así, indiscriminadamente: con enchufados inútiles, empresarios caraduras, banqueros sinvergüenzas, funcionarios incompetentes y/o malas personas y en general toda la panda de memos que tengo que echarme a la cara cada día. Que vosotros podríais pensar que lo digo metafóricamente, pero no hijos míos, no, ya me gustaría a mí que las metáforas me sirvieran para calmar toda la rabia y frustración que llevo ahora mismo dentro. De hecho, es una suerte que no tenga acceso a armas de fuego porque como caiga una en mis manos se va a formar la marimorena. Estoy a una pistola de escribir mis memorias de superheroina desde la cárcel. No os digo más.

De esta guisa me quiero yo poner a escribir y, ¡oh, sorpresa!, no me sale nada. No acierto a comprender por qué, oye. Si es que me cago en los lunes y me sobra mierda para los martes. Incluso aunque sea miércoles.

viernes, 19 de septiembre de 2014

500

Vale, ¿cómo vamos? ¿Tiene todo el mundo la copa llena? Bueno pues empiezo con el brindis.

Hoy estamos de celebración, pero es verdad que últimamente hemos vivido tiempos duros: impuestos, recortes, riesgo y su puta prima... qué os voy a contar que no sepáis. Por estos lares hemos procurado echarle siempre un poco de humor a la cosa y combatir los putadones a base de palabras y sonrisas. Y aunque mi vida de locura y caos permanente no me ha permitido mantener el ritmo de actualización que me habría gustado, la verdad es que aquí seguimos, al pie del cañón, pase lo que pase. Que no es poco.

Esta aventura comenzó el 24 de junio de 2010. Desde entonces han sido 4 años de memeces, reflexiones, desahogos y piradas de pinza. Y mucho psicoanálisis también,  porque acabo de darme cuenta de que la etiqueta más frecuente en mis textos es "qué vida más dura". Eso sí, seguida de cerca por "chorradas varias", que por aquí somos mucho de max mix. Para qué os voy a engañar.

De todas formas, no soy la única que dice tontadas por estos lares. Vosotros habéis dejado 7015 comentarios en las 121.300 visitas que ha recibido este blog. Y hay 121 valientes que se declaran públicamente seguidores de esta locura. 121 ya. Qué pasada.

Total, que china chana china chana, hemos llegado a la entrada 500. Y aunque últimamente no hemos estado muy fiesteros y nos hemos olvidados de cumples, aniversarios y fechas destacadas esto sí se merece una celebración. Así que levanto mi copa y brindo por vosotros, por los lectores, las personas que hacen posible que esto siga adelante. Porque aunque me encanta escribir y yo soy muy de hablar, (incluso sola), la verdad es que juntar letras por aquí no sería ni la mitad de divertido sin alguien al otro lado. Así que gracias. Va por vosotros.

ARRIBA
ABAJO
AL CENTRO Y...
¡¡¡PA'ADENTRO!!!

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Pues qué bien...

-¡Hola! Vengo a solicitar el volante para que me dejen de dar latigazos.
-Ya... Pues no sé si va a poder ser. ¿Desde cuándo te dan latigazos?
-Desde hace mil años.
-Ah, pues entonces no puedes pedirlo aún, se tienen en cuenta estas solicitudes sólo a partir de 1100 años.
-Pero es que ya no puedo aguantar más, no tengo resistencia física para estos golpes.
-Ya... Pues no sé qué decirte. Haber entrenado mejor tu cuerpo para conseguir resistencia. La normativa es así, no la he inventado yo.
-Vale, pues mientras espero a que pasen los 1100 años necesito que me curen las heridas con el seguro contra latigazos prolongados que he pagado durante tooooooda mi vida .
-Ya... Pues eso tampoco puede ser. Te tienen que dejar de pegar ellos voluntariamente. Si te escapas tú, no hay seguro que valga.
-A veeeeeeeeeeer, que llevan mil años dándome latigazos. Y el siglo anterior me molían a patadas en el culo. Y a partir de  ahora ya me han dicho que me van a arrancar las uñas de los pies. ¿Y aún así no tengo derecho a volante ni seguro? ¿En serio? ¿Y para poder solicitarlo que tienen que hacerme ellos? ¿quemarme en una hoguera en la plaza pública de Speedytown?
-Ya... Pues creo que con eso tampoco tendrías derecho a nada.
-En resumen: ellos pueden patearme, fustigarme y arrancarme partes de mi cuerpo legalmente porque la normativa se lo permite. Estooooooo, por curiosidad, ¿y en esa misma normativa ellos tiene alguna obligación?
-Contigo no.
-Me lo imaginaba. Pues nada, oye, muchas gracias por tu inestimable ayuda.
-Naaaaaaaaaaaada, aquí estamos, a mandar. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Entre escombros

Mi vida era una ciudad. Pequeña, sin grandes pretensiones. Teníamos colegios, hospitales y servicios básicos y aunque nos faltaban cosas guays como restaurantes de lujo o grandes vías circunvalatorias que evitaran atascos, allí estábamos, al pie del cañón, buscando soluciones.

Hace no mucho sobre mi ciudad cayó una bomba que lo destruyó prácticamente todo. Lo poco que quedó en pie tras el impacto terminó cayendo también por los efectos colaterales de la explosión. Ahora a mi alrededor solo hay escombros y cascotes. No queda nada de lo de antes. NA-DA. Hay que reconstruir todo de cero.

El problema es que en mi ciudad no hay arquitectos, ni albañiles, ni carpinteros. Estoy yo sola para levantarlo todo. Y claro, esta vez quiero edificarlo bien, con buenos cimientos, con avanzados sistemas de seguridad que eviten que cualquier bomba imprevista vuelva a hacerlo saltar todo por los aires. Así que me informo. Investigo. Leo sobre grandes urbes. Miro fotos: Nueva York, París, Roma, Berlín... Son las clásicas, las carismáticas, las que triunfan. Mi ciudad tiene que ser como ellas para no volver a derrumbarse.

Pero me entran dudas. ¿Y si no soy capaz de construir algo tan grande? ¿Tan bonito? ¿Tan armonioso? ¿Tan equilibrado? ¿Y si no consigo que los turistas quieran venir?

¿Y si no puedo levantar una ciudad que dure?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Salvando bodrios de la quema

Una de las peores experiencias de esta vida es volver a ver una peli que hacía siglos que no veías, que te en-can-tó de pequeña (o eso te parece recordar) y darte cuenta de que es una bazofia. Un zurullo total. Que no hay manera de salvar nada. Que piensas: ¿Pero cómo era tan lerda para que me gustara esto? Porque es un HORROR.

Para mí, el ejemplo por excelencia de esta sensación es Flash Dance.


Supongo que la vi cuando no levantaba dos palmos del suelo y unos calentadores y una música molona eran el no va más. Seguramente ni siquiera me enteré de qué iba, pero decidí que me gustaba y así he vivido tan feliz hasta que el otro día me la encontré por casualidad en la tele y fui consciente de la cruda realidad. Es una historia moralista fatal contada, llena de personajes odiosos, diálogos insoportables y escenas absurdas que no se sabe a qué vienen. Básicamente la trama es una excusa para unir un videoclip tras otro con una estética ochentera que soporta muy mal el paso del tiempo. Qué tristeza.

Total, que para superar el trauma de que películas míticas de mi infancia no lleven bien cumplir años he decidido buscarles el lado positivo. Algún rasgo, alguna frase acertada que las salve de la quema. No sé, por los viejos tiempos, ¿no?  Con Flash Dance está claro, la indulto por la música del final. Y por la frase que anima a la protagonista a seguir adelante: "Si abandonas tu sueño, mueres". Pero hay otras pelis a las que tenemos que buscar excusas para sacarlas del corredor de la muerte. Por ejemplo...

-La niñera y el presidente


Otro horror que se intuye ya desde el cartel (hay que reconocerles que no tratan de engañar a nadie, eso sí). No es que sea una peli mítica de mi infancia, pero si tuvieráis tantos speedysobris como yo, también os habría tocado tragárosla unas cuantas veces. Se trata de un cuento de hadas moderno, trasladado a la Europa del este y que intenta sin mucho éxito hacer algo de gracia. Como os podéis imaginar, no se salva ni la historia, ni los actores, ni el guión, pero para liberarla de la pena máxima, me quedo con uno de los diálogos. Una buena respuesta que nos viene bien a las que nos preguntan boda, tras boda, tras boda, por qué no nos casamos: "Casarse es una decisión. Yo decidí esperar a John John Kennedy y hasta que él no esté disponible, viajo". Yo me la apunto para próximos bodorrios, fijo que me va a hacer falta. Pero cambiaré a Kennedy por Clooney, que para eso es mi George.

-Los puentes de Madison


A veeeeeeeeeer, a ver, a ver, tranquilidad en la sala. No pretendo comparar esta peli con las birrias anteriores. No estoy loca. OBVIAMENTE es una historia mejor, el guión está infinitamente más cuidado y los protas son grandes actores. Pero no sé... a mi me decepciona cada vez que la veo. Esta es la típica peli romántica de referencia, sale en muchas conversaciones y cuando la viera de canija me parecería hiperbonita, supongo. Ahora no la aguanto nunca hasta el final. Francesca me parece una pazguata que no le echa un par de ovarios a la vida y me muero de ganas de darle un par de collejas a ver si espabila. Que si la familia, que si el hogar, que si tal, que si Pascual... Que sí, Francesca, que sí, que eres una culocagao, no me vengas ahora con tontadas. Total, que por eso la había metido en el corredor de la muerte. Pero la voy a sacar por un diálogo entre él y ella:
                    -No quiero necesitarte.
                    -¿Por qué?
                    -Porque no puedo tenerte.

-Mientras dormías


Con ese nombre y ese cartel ya os podéis imaginar que esto es otro zurullo como la copa de un pino. Historia romanticona sin grandes pretensiones que sin embargo fue mi peli favorita durante algún tiempo. Imagino que por aquel entonces me gustaba algún compañero de clase que no me hacía ni caso y claro, me sentía identificada total con la prota. Ahora que de ese gran amor no recuerdo ni el nombre soy plenamente consciente de lo mala que es la película. Pero por los viejos tiempos la voy a salvar de la quema gracias a estas palabras: "¿Nunca has tenido la sensación sin haber hablado jamás con una persona, que si esa persona llegara a conocerte bien, querría pasar contigo el resto de su vida?" (Sí, ya lo sé, soy una absurda. No hagáis leña del árbol caído)

En fin, lo voy a dejar aquí, que eso ya es un testamento. ¿Y vosotros? ¿Qué pelis sacáis del corredor de la muerte?

lunes, 8 de septiembre de 2014

Os estáis perdiendo los orgasmos...

Internet es EL INVENTO (así, con mayúsculas). Está claro. Todo a golpe de click. Productos de las más diversas clases y de cualquier rincón del mundo. Información (y DESINFORMACIÓN) a toneladas. Música. Series. Libros. Fotos buenas. Selfies horrorosos. Gente que no te interesa lo más mínimo radiándote su vida al minuto en las redes sociales. Cotilleos de famosos. Sexo (desde luego). Amor (quizá). Absolutamente TODO lo que se te pueda ocurrir está en Internet. Y de toooooooooodo eso, con lo que yo me quedo de lejos, lo que me parece EL IDEÓN de la Red con diferencia, son los blogs.

A mí la blogoesfera me ha cambiado la vida. Os lo digo en serio. Convirtió ese picorcillo difuso de escribir que yo había tenido siempre en la cabeza en la verdadera pasión que es ahora para mi. Me dio un sitio donde juntar letras y gente dispuesta a leerlas. Eso me permitió hacer de la escritura un hábito. La repetición (entrada, tras entrada, tras entrada...) consiguió que mejorara. Me moldeó como escritora. Y a medida que crecía esa faceta de mi ,descubría yos que jamás habría pensado que tenía dentro. Gracias al blog (a ESCRIBIR en el blog) miro más, mejor y, sobre todo, de otra forma a mi entorno. Hago frente más eficazmente a los putadones de la vida. Tengo más seguridad en mi misma. Y es que ahora, por fin, ya sé qué es "lo mío". Mi habilidad. Yo escribo, igual que otros juegan al fútbol o al baloncesto. Y mi partidillo de los domingos, en el que muestras lo que sabes, lo que has aprendido, es el blog.

Por eso no puedo entender que la blogoesfera se esté paralizando. Este mundillo agoniza en medio de blogs que se cierran, pocos lectores y menos comentarios. Dicen que la fiesta ahora está en Twitter. Y yo me pregunto, ¿qué tendrán que ver las peras con los manzanas? Es como si me dices que has dejado de ver la tele porque ahora vas en autobús a trabajar. Ya. ¿Y?

No os confundáis, no tengo nada en contra de Twitter. Desde mi perfecto desconocimiento tuitero, a mi esa red social me mola. Es la única manera de estar informado sin querer pegarse un tiro. Me parto con las ocurrencias de la gente y flipo con las cosas superinteresantes que comparten algunos. Entiendo que haya muchos a los que les guste y que tengan que repartir su tiempo libre entre  esa movida y la blogoesfera. Pero ¿sustituirla? No sé como...

Twitter es la inmediatez. La concisión. Tener una idea y soltarla, así, a lo loco.
En un blog eso solo es el principio. Todo parte de una idea para crecer hacia algo más grande. Hay que desarrollarla, darle una forma. Tan importante es lo que se dice como cómo se dice.  Las entradas cuentan algo, lo que sea: un pensamiento, una situación surrealista, un recuerdo lejano... Pueden emocionarnos, hacernos reír, llorar, enfadarnos, sorprendernos, incomodarnos, extrañarnos o intrigarnos, pero es difícil que nos dejen indiferentes, Y es que un post es una historia, que es, al final, de lo que está hecha la vida. Por eso nos llegan.

Twitter es el comienzo. La idea, la chispa, el arranque, los preliminares. Que están muy bien, no seré yo quien lo niegue. Pero los orgasmos vienen después. ¿Os los vais a perder?

sábado, 6 de septiembre de 2014

El Tsunami Gigantesco

Ahora mismo os tendría que estar escribiendo desde aquí.


Desde la mismísima cresta de la ola. Me había guardado cinco días de vacaciones para hacer un curso de surf en un destino paradisíaco. Mi idea era volver morenísima, hecha toda una experta y bueno... no os voy a engañar, conocer amiguitos surferos (para surfear y lo que surja). Mi magnífico plan había previsto muchas olas, e incluso olas muy grandes. Enooooormes. Pero el tsunami que se me ha llevado por delante no me lo podía ni imaginar.

Este Tsunami Gigasntesco (TG) es un putadón de padre y muy señor mío. Uno de los gordos gordos. Y os voy a decir la verdad: que sea una movida de la que aún no sé como voy a salir me molesta, pero que no tenga el menor sentido de la oportunidad, todavía me joroba más.

¿Qué pasa? Que no podía ser en otro momento, ¿no? Que no sólo me tengo que comer este marrón, sino que además tiene que ocurrir juuuuuusto cuando tenía los planes más chulos del año. Que no me queda más remedio que cambiar sol, playita y tíos buenorros por tareas megadesagradables que ni siquiera sé si van a solucionar algo. Vamos, que si en mi vida no coincide todo SIEMPRE, el continuo espacio-tiempo se interrumpe, el universo colapsa y la galaxia explosiona, ¿verdad?

Pues nada, vida, muchas gracias. Si ves qué tal ve sacando ya el látigo y empiezas a atizarme. Es lo único que te falta.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Escritura hipocalórica II

Tengo una herida en la raja del mismísimo pompis. Y vosotros ahora os haréis las preguntas lógicas: Por qué meto contenido porno bajo títulos de entradas normales y corrientes y por qué llego a este nivel de detalle totalmente innecesario. Bien, pues me voy a explicar.

Punto 1. Lo que ha causado los desperfectos donde mi espalda pierde su casto nombre no han sido precisamente sesiones de estupendísimo sexo salvaje (ya me gustaría a mi) sino abdominales. AB-DO-MI-NA-LES. Tan triste como os lo cuento. Si el deporte es sano, yo soy Catalina la Grande de Rusia. Eso o que mi cuerpo no es lo que era, porque he hecho abdominales toda la puta vida y lo máximo que me han quedado son agujetas. Esto de los roces en la carrocería es nuevo. Lo que me lleva al punto siguiente.

Punto 2.- A mi que me devuelvan el dinero, porque mi envase ha salido defectuoso. Escalé en vacaciones, me hice heridas en los dedos y mi cuerpo ha decidido secarlas, que se caigan las costras y unificar el tono de mi piel. Hasta ahí perfecto, nada de objetar, estoy en contra de la roñilla post vacacional. Pero una cosa es pelarse y otra parecer un extra de The Walking Dead, que es la pinta que yo tengo ahora mismo. La potencia sin control no sirve de nada.

Punto 3.- Mi lucha contra los kilos va mal. Bueno, más que mal, va leeeeeeeeeenta y trato de acelerarla con todo lo de los párrafos de arriba (ahora entendéis por fin por qué esta entrada tiene el título que tiene, ¿eh?) Total, que además de abdominales de consecuencias imprevisibles también subo escaleras. En concreto todas las que hay en mi portal todas las veces que puedo, lo que suma un total de dos millones de escalones (escalón arriba, escalón abajo). Esto le está viniendo muy bien a la firmeza de mis glúteos pero muy mal a mi imagen de adorable vecina, porque hacer cosas raras como subir escaleras sin ton ni son se paga. Mi popularidad se acerca ya peligrosamente a la de la vieja de los gatos. Tenemos un código rojo.

Y dada esta situación de emergencia, lo voy a dejar aquí. Será lo mejor para todos.

sábado, 30 de agosto de 2014

El culebrón del verano: capítulo final

Esto de retransmitir el culebrón se está poniendo muy cuesta arriba porque me faltan datos. No estoy en el grupo de whatsapp de los aprendices y ya se sabe que ahora mismo no existe ningún ligoteo, relación, lío o lo que sea que no se negocie en gran parte por esta vía. Y claro, sin esta información clave estoy un poco a por uvas. Pero bueno, aún así tengo mis sospechas.

Y lo que sospecho es que Casanova y BT no van a llegar a nada. Lo sé porque ahora resulta que el ligón se va al Fin del Mundo sin billete de vuelta y BT es una culocagao de manual (a mi no me engaña, que las de la misma especie nos reconocemos entre nosotras). Así que en vez de pensar "que me quiten lo bailao" y darse una alegría para el cuerpo con Casanova (que vale, será un poco flipadete y lo que queráis, pero también es un tío guapillo, listo y con mogollón de iniciativa) se estará chinando con absurdeces como estas:

-No, que se va. Al Fin del Mundo.
-No, que me voy a enganchar. Y él estará en el Fin del Mundo.
-No, que es un ligón.
-No, que es meterse en un jardín.
-Total, pa'qué.

Pues para vivir, BT, para vivir. Te lo dice una que se ha perdido muchas cosas intentando evitar las posibles leches consiguientes. Y te diré un secreto que he aprendido con los años: no se puede. Las lágrimas que te corresponden te las vas a llevar igual. Si no llegan por un lado, te vendrán por otro, pero no vas a librarte. Intentando escapar lo único que vas a conseguir es distraerte y no ver lo bueno que te salga al paso. Siento decírtelo pero es lo que hay.

La vida es dolor. Y sufrimiento. Y risas. Y pasión. Y belleza. Y emoción. Y felicidad. Y miedo. Va todo en el pack. No hay lo uno sin lo otro. Más vale aceptarlo cuanto antes e ir a por todas desde el minuto uno. Con un par.

Y con esto no quiero decir que vayas a lo loco, sin cinturón de seguridad. Hay que andarse con ojo y no meterse en cosas que (en principio, porque luego nunca se sabe) no puedas asumir. Pero no te quedes en el banquillo. Que te cruzas con una Casanova de la vida, pues jijijaja risas mil. Y besos. Y lo que surja. Disfruta de sus "esa trenza te queda muy bien" y de sus "BT, tienes que poner más pasión en tu vida" y de los "no voy a poder vivir sin ti el fin de semana". Ríete con sus tontadas y con su manera alternativa de ver la vida y con sus recomendaciones literarias y con sus consejos para que tengas un futuro feliz y exitoso. Y cuando se vaya, bye bye y si te he visto no me acuerdo, que el Fin del Mundo está muy lejos y hay muchos peces en el mar.

BT, el miedo te limita y terminas perdiéndotelo todo. No te dejes.

Estooooooo, que no es que hable por experiencia y que me haya pasado a mi, ¿eh? Qué va....

lunes, 25 de agosto de 2014

Fe en los pies de gato

Bueno, pues ya he descubierto otro deporte del que no voy a ser campeona olímpica.

                                                                                          (La que sale en la foto no soy yo, pero vamos, 
                                                                                           para hacernos una idea nos sirve)

La fotografía no es mía porque de mi estreno en la escalada no me han quedado pruebas gráficas (si exceptuamos los millones de moratones y rasguños que cubrían cada centímetro de mi cuerpo, claro.) Y tengo que deciros que escalar es duro, exigente, técnicamente complicado... y MOLA!! ¡¡Un montón!! ¿Por qué no me extrañará que me haya enganchado a esto a las primeras de cambio? Si es que no tengo remedio...

En fin, como ya os podéis imaginar, si me caí al agua, a los rápidos de un río, al fondo del mar y del caballo, una montaña no iba a ser menos. Así que sí, efectivamente, mi estreno escalador se resume más o menos en esto: pongo un pie, me resbalo, pongo otro, me resbalo, intento alcanzar con la mano un saliente, no llego ni de coña, me abrazo a una piedra en plan desesperación a ver si consigo estabilizarme y mantengo sesudos debates, a 15 metros de altura, tal que así:

(Los de abajo).- ¡¡Pon el pie donde tienes la mano!!
Speedy.- A veeeeeeer, que no soy ElasticGirl, soy SpeedyGirl, S-P-E-E-D-Y-G-I-R-L, ¿como se supone que voy a conseguir subir la pierna por encima de mi cabeza?
-¡¡¡No apoyes el talón!!!
-Ya...
-¡¡Que no apoyes el talón!!
-Oye, mira, sin ánimo de ofender, respeto tu sabiduría y esa seguro que es una precisión técnica acertada, pero estoy a 15 metros de altura y solo tengo dos centímetros de mi cuerpo sujetos a una superficie firme. Apoyaré lo que tenga que apoyar.

Y es que si hay una verdad innegable en esto de la escalada es que todo se ve más claro desde abajo, como los toros se ven mejor desde la barrera. Estás sentada allí en el suelo, mirando hacia arriba y divisas mil salientes y recovecos de los que servirte para trepar hasta la cima. Luego llega el momento de subir, te toca encontrarlos en la roca y todo eso desaparece como por arte de magia, oye, la pared se vuelve lisa como la seda. Y claro, así no hay manera de llegar a la cima. Ni a ninguna parte.

(Después del septuagésimo resbalón...)

-¿¿¿¡¡¡Pero qué haces!!!??? ¿Por qué pones siempre el pie en malos apoyos?
-Pues chico, porque no hago más que buscar, todos me parecen iguales y a algún sitio tendré que agarrarme para seguir subiendo y llegar arriba antes de que mis nietos vayan a la universidad. Así que al final digo, ¡ala! ¡a lo loco! ¡donde sea! 
-Ya, pero es que los pies de gatos no son milagrosos ni consiguen que trepes por la pared como Spiderman...
-Mis moratones y yo ya nos hemos dado cuenta de eso, ya...

Pero bueno, qué remedio, ¿no? La escalada, como la vida, va de eso, de seguir adelante por muy dura que se vuelva la subida. De agarrarse donde haga falta y de poner los pies donde sea con tal de lograr trepar. De intentarlo una y otra vez aunque no se vean claros los pasos siguientes. De prepararse al máximo y conseguir el equipo, las cuerdas y un calzado adecuado que te faciliten la escarpada. Y cuando hayas hecho todo esto no queda otra que echarle un par y confiar en que los pies de gato te agarrarán a la roca y no te dejarán caer.

viernes, 15 de agosto de 2014

El culebrón del verano

*(Solo por aclararlo, que sois muy mal pensados. Lo que está escrito en verde soy yo, pero solo lo pienso, no lo digo en voz alta... que no soy tan mala persona, hooooombre.)

¡¡¡¡Ayyyyyyyyyyyy!!!! ¿Sabéis cuando te enganchas a una serie raruna que nadie más ve, la trama se pone interesantísima, no tienes con quien comentarlo que esté en tu mismo nivel de emoción absurda y te subes por las paredes? Pues en esas estoy yo ahora con el culebrón del verano que, SIN LUGAR A DUDAS, está en mi oficina. No os digo más.

Y es que, ahora que me ha dado más tiempo a fijarme, resulta que Casanova le suelta racas a todo el mundo, pero sí que tiene un preferida, sí. Está en pleno proceso de acoso y derribo con BecariaTemperamental (en adelante BT) y hay que reconocer que está siendo una batalla encarnizada, una lucha sin cuartel, porque Casanova está hecho todo un profesional del ligoteo. Si a su edad ya se sabe tantos trucos no quiero ni pensar como será dentro de unos años. Miedo me da.

El caso es que el chaval está en pleno despliegue de sus recursos: aprovecha cualquier excusa para trabajar en el ordenador de ella y acercarse todo lo que puede, le cuenta sus historietas y propone trabajos en común. Pero claro, no cualquier trabajo:

BT: Yo creo que podríamos hacer un vuelo de reconocimiento para comprobar que funciona bien el ascensor panorámico del Pedazo de Monumento de Speedytown.
Casanova: Sí, pero vamos por la noche, cuando cierren, que los elementos mecánicos fallan con más facilidad a esa hora.
(Speedy: Síiiiiiiiiiiiii, claaaaaaaaaaaaaaro, de toda la vida a los ascensores les afecta la luz del sol, POR-SU-PUES-TO.)

Fijaos si se lo currará Casanova, que hasta tiene un saludo secreto con BT para el día que alguno de ellos participa en una misión especial. Con eso no os digo nada y os lo digo todo. Pero vamos, que sin duda la jugada maestra ha empezado hace unos días y yo creo que de esta BT no se libra. Cae fijo.

El caso es que a final de verano Casanova se va al Fin del Mundo. Yo aún no me enterado bien de para qué, ni durante cuanto tiempo, pero la cosa es que el chico se marcha tan lejos que se está vacunando ahora contra la rabia y la malaria, así que ya os hacéis una idea. Y digo que esto es la jugada maestra del ligoncete porque cada vez que sale el tema de ese superviaje vital Casanova le dice a BT que se vaya con él. Hasta que el otro día quedó todo más que claro:

-Mira, este es un sitio que estoy mirando para alojarme, es un hotel que tiene una sala de cine de pelis clásicas. Te podías venir...
-Noooo
-¡¡Venteeeeee!!
-No
-Se lo estuve contando a mi novia ayer y está pensando venirse conmigo en sus dos semanas de vacaciones
(Einnnnnn?? Eso de meter a la novia por medio ahora ha sido poco hábil, Casanova. Parece mentira, con todo lo que tú sabes, este fallo de principiante.)
-¡Claro! ¡Que vaya! ¡Deberíais iros los dos a hacer el viaje completo! Yo me iría sin dudar. (Silencio incómodo) Estooooooo, con mi novio, claro. Quiero decir que me iría con mi novio....
(Si, si, ya, ya, claro, claro BT... Oye, Casanova, pues igual no has sido tan poco hábil.)
-No, no, todo el viaje no, yo quiero irme solo, para vivir la experiencia, para encontrarme a mi mismo...
(Ya, para buscarte a ti mismo tu novia te sobra pero BT te viene que ni pintada, ¿no? Anda, que tienes más cuento Casanova...)

Y no sé... ahora tengo el corazón divido. Por un lado quiero que BT se mantenga firme, porque a los ligoncetes como Casanova hay que tenerlos a raya (por principios y para no acabar llorando, que eso es jugar con fuego). Y por otro sufro el típico síndrome de espectadora de culebrón que quiere que los protas acaben juntos a toda costa. Ayyyyyyy, qué dilema, no sé a qué carta quedarme. ¿Vosotros con quien vais?

miércoles, 13 de agosto de 2014

Un Casanova en la oficina


¡Hola corazones!

Pues ya estoy de vuelta en el curro y esto, como os podréis imaginar, es el horror de los horrores. Nada más entrar por la puerta ya me estaban dando unas "buenas nuevas" de esas que te alegran el alma, pero en fin, de eso no voy a hablar, que para dramas ya hay muchos en los culebrones de la tele. Aquí venimos  a reírnos, ¿no? Pues vamos a ello.

El tema es que el regreso al trabajo se me está haciendo más llevadero porque viene con espectáculo incluido. Resulta que este verano tengo conmigo tres aprendices de superhéroes en prácticas. Dos son chavalillas más bien tranquilas y el otro en un ligoncete en ciernes que me tiene a las otras dos revolucionadas. Y claro, yo no paro de descojonarme de las situaciones que se producen. A ver si os lo cuento bien...

Casanova (como llamaremos al becario ligón para aclararnos y porque le pega TODO) es un chico listo, amable y graciosete. Es verdad que nadie le confundiría con Hugh Jackman, pero tiene una sonrisa bonita y cierto atractivo. Transmite mucha seguridad en sí mismo y le encaaaaaaaaaaanta tontear. LE-EN-CAN-TA. Es lo que le brota natural. No lo puede evitar y se le nota. De cada cuatro palabras que dice, tres son un raca. Tirando por lo bajo.

A mi los ejemplares de la especie Ligón común no me suelen convencer mucho, pero reconozco que este no me cae mal porque es de la raza inofensiva, de los que van con la verdad por delante. El chaval recuerda periódicamente que tiene una novia con la que está la mar de feliz y así las destinatarias de sus tonteos ya saben a qué a tenerse: o se lo toman a broma o aceptan que van a ser tres en las negociaciones. Como mínimo.

Total, que Casanova lleva todo el verano bombardeando a racas a sus dos compañeras que resisten como pueden creyendo que disimulan a tope y que no se les nota nada que el ligón les hace tilín. Pero se equivocan. Se les nota un MONTÓN. Y claro, a mi me cuesta la vida contener una carcajada cuando Casanova les dice cosas como "tu voz me provoca sentimientos que hace mucho que no tenía" y ellas se quedan con la boca abierta y sin saber qué responder. Porque Casanova mucho "jijijaja risas mil qué gracioso soy" pero ahí se lo ha soltado, ¿sabes?  Y a las otras pobres las va llevando a su terreno como el que no quiere la cosa.

Yo me río bajito y procuro no meterme porque, oye, son sus cosas y además, si a mi me pilla un especímen de esos hace 15 años, seguramente se me quedaba la misma cara de boba que a las pobres becarias. Pero el caso es que yo a estas alturas estoy de vuelta de todo y cuando Casanova me suelta un raca (porque él es muy democrático y ninguna fémina puede quedarse sin sus lindezas, aunque, por suerte, a mi me las suaviza) yo no puedo resistir la tentación de contestarle. Pero bien contestado.

-Uyyyyyy, Speedy qué morenísima te veo.
-Pues igual que ayer.
-No, no, hoy mucho más. Debe de ser la camiseta rosa que te resalta el moreno. Ya te veo ahí delante del espejo probándote 10 cosas a ver cuál te favorecía más...
-Uy, sí, me has pillado. Me he puesto todo mi armario pensando "¿cuál le gustará mas a Casanova?" Esta noche no he podido dormir de la emoción, no te digo más.
-Ah, ya claro, claro...

Ya sé que me vais a decir que pobrecito Casanova, que es chiquitín. Pero es que las otras nunca le contestan nada y yo no me puedo contener. Es superior a mis fuerzas...