Mi idea era hacerme rica y famosa salvando a la Humanidad como superheroina. Creo que estaremos todos de acuerdo en que a estas alturas está más que claro que eso no va a pasar, así que ahora me dedico a darle los últimos retoques a mi plan B. Y digo lo de los retoques porque en realidad mi plan B lo tengo pensado desde los cinco años.
Que no es que yo fuera muy lista de canija y me dedicara a planificar mi futuro desde la cuna ni nada de eso, pero hay que reconocer que estaba cantado. Cenicienta, Blancanieves, Bella (la piba de Bestia), Bella (la otra,la dormilona).... Todas tienen algo en común, además de ser más bien tirando a repipis: que acaban el cuento dando un braguetazo de los que hacen historia. Que no es que sean felices y coman perdices, no, es que se empachan, porque todas terminan liadas con el príncipe de turno. Ni el barrendero, ni el sastre, ni el repartidor de telepizza, no... a ellas les gusta el otro, el de sangre azul. Mira tú que casualidad, oye.
Y no os creáis que me parece mal, ¿eh? Qué va, al contrario, creo que son unas maestras que después de pasarlas putas por culpa de madrastras horrendas, hermanastras odiosas y demás gentuza deciden que ya vale, que se plantan y que ahora les toca vivir la vida a lo grande. Y hacen bien.
Yo, desde luego, voy a seguir su ejemplo, y a poco que se me plantee la posibilidad de ligarme un ricachón, me va a faltar tiempo para colgar las mallas y la capa. Y por lo visto ahora lo tengo más fácil que nunca porque el número de millonarios en España se ha incrementado un 24% entre mediados de 2013 y la primera mitad de 2014. Hay 465.000 fortunas de estas en nuestro país, así que malo será que no me pueda acoplar a alguna de ellas, ¿no? Si total, tendrán casas con tantas habitaciones que si empiezo a vivir en una de ellas no creo que se den ni cuenta...
Y lo mejor de todo es que estoy en el país adecuado para llevar a cabo mi poco hortodoxo plan de jubilación, porque aquí hay cada vez más gente montada en el dolar. No es sólo que en España el número de millonetis aumente cada año más rápido, sino que este ritmo de crecimiento duplica la media mundial. EL DO-BLE. Y parecíamos tontos cuando nos cambiaron por el burro...
Aunque bueno, no sé si debería alegrarme tanto, porque no siempre cantidad es calidad y puede que nuestros ricachos no sean todos honrados genios de los negocios que se hicieron a sí mismos empezando desde cero. Quizá algunos tengan la mala costumbre de tirar cada dos por tres de tarjetas negras como el tizón, que otros reciban sobres con dinero del que se escribe con B y no con A y que muchos se aprovechen de EREs fraudulentos, cursos de formación subvencionados pero inexistentes y tramas de corrupción con trajes, confetti y bigotes de por medio. Pero vamos, que esto sería ponerme en lo peor, que no es que haya pasado nada en España últimamente que me haga pensar que hay la tira de peña que ha ganado su pasta por la vía rápida, ¿eh? Pa-ra-na-da.
Así que bueno, para que mi plan B de jubilación feliz funcione igual tengo que hacer un poco de tripas corazón, armarme de paciencia y rebuscar entre los ricachones hasta que encuentre uno medio decente. O por lo menos que no tenga la cara más dura que el cemento armado.
No sé ...estoy pensando que igual acabo antes echando el euromillón, ¿no? Ahí veo más posibilidades de dar con la respuesta correcta...
Que no es que yo fuera muy lista de canija y me dedicara a planificar mi futuro desde la cuna ni nada de eso, pero hay que reconocer que estaba cantado. Cenicienta, Blancanieves, Bella (la piba de Bestia), Bella (la otra,la dormilona).... Todas tienen algo en común, además de ser más bien tirando a repipis: que acaban el cuento dando un braguetazo de los que hacen historia. Que no es que sean felices y coman perdices, no, es que se empachan, porque todas terminan liadas con el príncipe de turno. Ni el barrendero, ni el sastre, ni el repartidor de telepizza, no... a ellas les gusta el otro, el de sangre azul. Mira tú que casualidad, oye.
Y no os creáis que me parece mal, ¿eh? Qué va, al contrario, creo que son unas maestras que después de pasarlas putas por culpa de madrastras horrendas, hermanastras odiosas y demás gentuza deciden que ya vale, que se plantan y que ahora les toca vivir la vida a lo grande. Y hacen bien.
Yo, desde luego, voy a seguir su ejemplo, y a poco que se me plantee la posibilidad de ligarme un ricachón, me va a faltar tiempo para colgar las mallas y la capa. Y por lo visto ahora lo tengo más fácil que nunca porque el número de millonarios en España se ha incrementado un 24% entre mediados de 2013 y la primera mitad de 2014. Hay 465.000 fortunas de estas en nuestro país, así que malo será que no me pueda acoplar a alguna de ellas, ¿no? Si total, tendrán casas con tantas habitaciones que si empiezo a vivir en una de ellas no creo que se den ni cuenta...
Y lo mejor de todo es que estoy en el país adecuado para llevar a cabo mi poco hortodoxo plan de jubilación, porque aquí hay cada vez más gente montada en el dolar. No es sólo que en España el número de millonetis aumente cada año más rápido, sino que este ritmo de crecimiento duplica la media mundial. EL DO-BLE. Y parecíamos tontos cuando nos cambiaron por el burro...
Aunque bueno, no sé si debería alegrarme tanto, porque no siempre cantidad es calidad y puede que nuestros ricachos no sean todos honrados genios de los negocios que se hicieron a sí mismos empezando desde cero. Quizá algunos tengan la mala costumbre de tirar cada dos por tres de tarjetas negras como el tizón, que otros reciban sobres con dinero del que se escribe con B y no con A y que muchos se aprovechen de EREs fraudulentos, cursos de formación subvencionados pero inexistentes y tramas de corrupción con trajes, confetti y bigotes de por medio. Pero vamos, que esto sería ponerme en lo peor, que no es que haya pasado nada en España últimamente que me haga pensar que hay la tira de peña que ha ganado su pasta por la vía rápida, ¿eh? Pa-ra-na-da.
Así que bueno, para que mi plan B de jubilación feliz funcione igual tengo que hacer un poco de tripas corazón, armarme de paciencia y rebuscar entre los ricachones hasta que encuentre uno medio decente. O por lo menos que no tenga la cara más dura que el cemento armado.
No sé ...estoy pensando que igual acabo antes echando el euromillón, ¿no? Ahí veo más posibilidades de dar con la respuesta correcta...
Pues sí, casi mejor echar un Euromillon, porque encontrar entre estos "nuevos ricos" a uno que no tenga la cara como el cemento armado, es dificil (ojo, que "haberlos, haylos", tampoco quiero generalizar, pero son pocos).
ResponderEliminar¡Buen finde, "princesita Disney"! (léase esto en tono pijo total, si quieres añádele un "o sea" al final) :P
Braguetazo mejor y más rápido. Después de todo, ¿qué importa como se haga rico tu marido si luego la infanta no sabía nada?
ResponderEliminarPues tu igual en caso de emergencia. No señor Juez, ni idea. A mi me dió una tarjeta a su nombre y me dijo que gastase lo que quisiera. No, ni idea de a que se dedicaba. Nunca me lo dijo, salía y entraba por la puerta todos los días y a mi me bastaba. Me dijo que era empleado en un estanco, o algo así. Mire mi carita de niña buena, ¿no le conmueve?
No hay NINGÚN ricacho decente y son igual de infelices que el resto de los mortales, es más, puedo asegurar y aseguro que se rien mucho menos.
ResponderEliminarMuy bueno eso de ocupar una de sus muchas habitaciones y que no se den ni cuenta. Casi me lo imagino como trama de novela o guión de película.
ResponderEliminar"Mi experencia de tres años en la buhardilla de la Mansion de los Peláez, en la Moraleja 26"
Y llegado el momento nos dirán que la economía va viento en popa... y el siguiente paso (modo demagogia on) será eliminar a las clases más desfavorecidas para solucionar las injusticias sociales.
ResponderEliminarY sí los ricachos pueden ser igual de infelices que el resto de la humanidad pero al menos tienen un motivo menos para serlo, una preocupación menos.
Saludos
Tarambana, no sé yo si las princesitas Disney son tan pijas... Desde luego listas son un rato largo. Pijas no lo sé jajajaja
ResponderEliminarHolden, pero es que si hacen esos timos fuera, ni me quiero imaginar los que harán dentro de casa. Me veo guardando mi trozo de pan en la caja fuerte para que no me lo roben durante la comida del mediodía ;P
Pseudo, ¡ni hablar!, algún ricacho decente tiene que haber porque yo me voy a casar con uno. Quien? No lo sé. Cuándo? Ni idea. Pera a mi me tienen que retirar sí o sí, que llevo muchos años defendiendo a la Humanidad por la cara y ya me merezco un premio! jajaja
JuanRa, ¿tú elegirías la buhardilla para esconderte? Yo no sé... muy arriba... demasiadas escaleras, ¡no? jajaja
Sese, ya lo decía el gran Groucho, la felicidad está en las pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión.. jajajaja