jueves, 30 de octubre de 2014

Elemental, querido Watson.

Por aquí no es ningún secreto que las mates de la vida se me dan mal. O no sé como resolver los problemas o no llego al resultado correcto: una veces falla el planteamiento, otras los cálculos, otras por despiste pongo un 9 donde había un 8 cuando paso a boli las cuentas que había escrito antes a lápiz para poder borrar si me equivocaba... Un horror. La vida no me pone un cero en algunos controles trimestrales porque es de la ESO, que prohibió ese número maldito y obligó a que las calificaciones empezaran desde uno, que si no, mi boletín de notas vitales iba a ser como para verlo.

Hace tiempo que le doy vueltas al coco a ver si descubro qué estoy haciendo mal. Porque bueno, me va de pena, por algo será, ¿no? No creo que la pitonisa Lola me haya puesto dos velas negras sin avisarme. Así que allí me veis, con mi lupa de Sherlock Holmes y el cardado de Jessica Fletcher revisitando en mi memoria escenas del pasado para recordar qué hice, qué dejé de hacer y, sobre todo, cual  fue la causa de que todo acabara como el rosario de la aurora. Quien cometió el crimen que quitó la vida a Éxito.

Son muchos los sospechosos. Todos ellos tuvieron el móvil, los medios y la oportunidad. Pudo ser la Señorita Amapola, en la biblioteca, con el candelabro. O quizá fue el doctor Marino, en el salón, con la pistola. O mi incapacidad para gestionar el tiempo de forma eficiente. O mis bloqueos en situaciones límite. O mi tendencia absurda a verlo todo negro tizón. O mi estupendísima habilidad para no encontrar las palabras cuando las necesito y a la vez no saber callarme cuando hace falta. Pero tras mucho reflexionar y repasar mis notas, creo que tenemos un veredicto...

LA INDECISIÓN

Esa hija de la inseguridad (y de la grandísima p*ta, dicho sea esto sin ánimo de ofender) me convence para que dude hasta el infinito y retrase la hora de escoger hasta que el panorama se aclare. Hasta que tenga más información. Hasta que alguien que sepa pueda aconsejarme. Hasta que lo que sea suba. O baje. En definitiva, hasta que no quede otro remedio que decidir y descubra que se me ha pasado el arroz, que llego tarde y Éxito está en el invernadero, con un puñal clavado en el pecho y más seco que la mojama.

Elemental, querido Watson.

5 comentarios:

  1. Pensaba que el malo iba a ser el mayordomo, pero si dices que es la indecisión te creo también :)
    Se le llama indecisión cuando la cosa sale mal, pero si sale bien es precaución, que suena mucho mejor. Lo malo es que sólo se sabe si es una u otra cuando pasa el tiempo y ya es muy tarde :)

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  2. ¡Qué bella estás cuando te vistes con tus mejores galas metafóricas!

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  3. Doctora, ya, a toro pasado todo está siempre perfectamente claro

    Pseudo, a mi, conmigo misma, tampoco me vendrían mal más pistas

    JuanRa, thanks!

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  4. En mis tiempos de estudiantes en matemáticas no era malo pero no acababa de bordarlo, me gustaban pero se me daban mal, y no por falta de aptitud si no por falta de atención, siempre fallaba en pequeños detalles, un más por un menos, un cero donde no toca....

    No soy bueno en matemáticas...

    Y aun así las matemáticas me gustan

    (seguimos con las metáforas)

    Besos

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.