viernes, 28 de junio de 2013

De cero

Ahora que la blogoesfera está desinflada total, como suele pasar todos los años por estas fechas y en agosto. Ahora que los días que no actualizo tengo tan pocas visitas que me empieza a dar miedo que mi Statcounter registre números negativos y yo termine dejándole a deber visitas a Blogger, como los morosos en los bares. Ahora que estamos en familia, os diré que tengo miedo. Que normalmente no lo escribo, no lo digo y no lo quiero ni pensar, pero estoy aterrada. Es así.

Porque me toca empezar de cero. Ooooooooooooootra vez. Y ya van... no sé, he perdido la cuenta de las veces que en mi vida no me ha quedado otra que reiniciar, poner el contador a cero y abrir nuevos caminos. Que si fuera por gusto, porque me canso de la ruta que estoy llevando... pues vale que vale. Pero que siempre que lo he hecho es porque estaba en un callejón sin salida, en el que después de corregir el rumbo, reenfocar y persistir, no ha habido otro remedio que cambiar de sendero para poder seguir avanzando. O por lo menos para moverme... porque a estas alturas dudo que esté adelantando camino, la verdad.

Y lo peor de empezar de cero no es empezar, que a eso ya estoy acostumbrada, sino la sospecha de que puede que me esté equivocando otra vez y que esta ruta tampoco lleve a ninguna parte. Y que después de corregir el rumbo, reenfocar y persistir, oooooootra vez, me toque volver a la casilla de salida, porque éste tampoco era el camino.

¿La verdad? Estoy cansada. Y harta. Y tengo miedo. Pero poco puedo hacer, además de cruzar los dedos para ver si esta vez acierto. Cruzadlos vosotros también, anda, a ver si tengo suerte...

miércoles, 26 de junio de 2013

Lo bueno de los blogs / Lo malo de los blogs

Hoy no va a haber entrada porque estoy tan desfondada después de mis últimos estreses, que me he tomado muy en serio eso de no hacer absolutamente nada en unos días para ver si me recupero. Tan en serio, que después de cuatro horas con el ordenador encendido, no he escrito ni una letra medio útil. Que si abro esta cuenta de correo, que si consulto la otra y la otra. Que si a ver qué se cuentan en twitter, que si mira lo que han puesto en facebook, que si tal, que si cual, que si Pascual. El caso: las mil y ni palabra. Pero mi media posteadora de este mes da penita y como eso no puede ser, alguna memez me tengo que sacar de la manga. Por ejemplo, un, dos, tres, responda otra vez, esta:

Como todo en esta vida, los blogs tienen cosas buenas y cosas malas. Ahí van algunas de las que se me han ocurrido, así, sin orden ni concierto.

-Lo bueno de lo blogs (por lo menos de los personales) es que son tuyos y sólo tuyos, por lo que haces y deshaces en ellos a tu antojo. Sin contemplaciones, sin negociar con nadie, sin tener que dar explicaciones. Y hay taaaaaaaan pocos momentos en la vida en los que puedas hacer eso...

-Lo malo de los blogs personales es que van sobre ti. Sobre lo que te pasa y lo que no te pasa y lo que piensas. Eso te empuja a mirar más a tu alrededor, a ti mismo y a lo que hay dentro de tu cerebro, lo cual puede ser peligroso si eres de los que le dan muchas vueltas a la cabeza, porque con esto de juntar letras, aún te vas a rayar más. Y total, pa'ná, porque esta vida, en el fondo, no hay quien la entienda, por mucho que te esfuerces. Desconocemos demasiadas variables.

-Lo bueno de los blogs es leer textos que han escrito otros, que retratan situaciones o sentimientos exactos a los tuyos y que te ayudan a darte cuenta de que casi todos estamos en el mismo barco, en una lucha constante por mantenernos a flote, a salvo de unas tempestades o de otras. Cada uno con lo suyo, pero todos en la pelea.

-Lo malo de los blogs es que son un agujero negro de tiempo, absorben minutos y horas sin piedad. Bueno, aquí no voy a generalizar porque hay gente que escribe estupendísimamente a supervelocidad, pero a otros nos cuesta lo nuestro. Y segundo que se traga el blog, segundo que no puedes dedicar a otras cosas, eso está claro.

-Lo bueno de los blogs es la gente que te lee. Esos a los que les interesa lo que escribes, o como lo escribes. Esos que te echan de menos si un día que te tocaba actualizar, no actualizas. Esa maravilla de la blogoesfera.

-Lo malo de los blogs son, DESDE LUEGO, las palabras de verificación, ese infierno de la blogoesfera.

-Lo bueno de los blogs son los comentaristas, los lectores esforzados que además de leer, se estiran y dicen algo y que, para colmo, suelen ser siempre unos auténticos soletes.

-Lo malo de los blogs son los trolls, los cobardes que se escudan en el anonimato para hacer comentarios hirientes o insultantes, vengan o no a cuento.

-Lo bueno de los blogs es poder marcarte entradas absurdas como esta y quedarte más ancha que larga.

¡FELIZ MIÉRCOLES!

lunes, 24 de junio de 2013

Un poco de organización

Será que los estreses varios casi acaban conmigo y que hoy no puedo ni con el pelo, pero estoy raruna. Raruna tirando a triste. Me dan ganas de irme a dormir y deciros que me despertéis cuando la vida esté organizada de otra manera. Y es que tal y como está montada ahora mismo es un poco caca de la Vaca Paca, la verdad.

En general, hay muchos temas que cambiaría, pero si me preguntáis hoy os diré que lo primero  que hay que arreglar es lo mucho que cambian las cosas. Sin avisar. Sin pedirle permiso a nadie. Y para mal, claro.
Porque es una pena que algo que te encantaba, que te apasionaba, que era el chocolate de tu tarta, tu salvavidas en los días malos, de repente (o no tan de repente), ya no lo haga. Que cambien las circunstancias, el entorno, la dinámica y conviertan eso que te emocionaba en algo que ha perdido su encanto, esa magia que llenaba de color los días grises. Que piensas: ¿ahora qué hago?

Y es que la vida puede ser maravillosa, pero la mayoría del tiempo no le da la real gana de serlo. Y ya sé que vendrán ahora los optimistas nivel experto y me dirán que todo es cuestión de actitud y que ser feliz depende de ti y no de las circunstancias y bla bla bla. Y yo su parte de razón no se la quito, si ellos me reconocen que cuando las cosas van mal, van mal. Que si no hay unos mínimos en el curro, la organización de la intendencia del día a día se complica. Que si Cupido no afina un poquito la puntería, todo se vuelve más gris. Que si la salud falla, no hay base sobre la que construir todo lo demás. Y que el 90% del tiempo la vida hace alguna gracia de estas. O todas a la vez.

Ahí es cuando necesitas el salvavidas, eso que te encanta, que te apasiona y que hace  que te olvides un rato de lo malo. Como es lo único que tienes para mantenerte a flote, lo inflas  al máximo, para que parezca más grande que lo demás y para que lo putadones, por comparación, encojan. Y así, mal que bien, vas tirando. Pero, de repente, las cosas cambian, ese flotador se pincha y te quedas compuesta y sin salvavidas. ¿Y entonces qué? ¿A qué te agarras?

Los optimistas nivel experto me dirán que a otro salvavidas y yo les contesto que las pasiones, como los amores, no se eligen. Que un clavo no saca otro clavo. En las relaciones puedes estar en pareja para pasar el rato, pero por mucho que te empeñes, si no quieres a alguien, no le quieres. Y ocurre exactamente lo mismo con las pasiones de otras facetas de la vida que no tienen nada que ver con el romanticismo, el sexo ni el amor. Que donde no hay, no hay. Y ya.

Así que, Vida, si no tienes recambio, hazme el favor de no andar toquiteando las pocas cositas buenas que nos encontramos por el camino, porque no es plan. Sin un poco de organización no llegaremos a ninguna parte. ¡Hombre ya!

viernes, 21 de junio de 2013

Listas

Hay gente que es de hacer listas y gente que no. Yo, definitivamente, soy de hacer listas. Lo cual resulta bastante sorprendente porque también soy desordenada, caótica y lo más alejado a una persona metódica que te puedas echar a la cara, pero bueno, es que quizás es precisamente por eso por lo que NECESITO las listas. Porque si no apunto las cosas que tengo que hacer, no soy capaz de organizarme y al final no hago nada de nada.

Y es que las listas a las que estoy abonada son las de tareas pendientes. Más que nada porque mi memoria a corto plazo es pésima nivel "me levanto del sofá a coger una galleta de la cocina y cuando llego allí, me distraigo mirando si el frigorífico está bien cerrado y ya no me acuerdo de por qué me había levantado del sofá". Así de grave es el tema. Por eso en cuanto tengo un par de cosas que hacer, cojo el primer papel que pillo y las apunto, porque con la tendencia que tiene mi vida a amontonarlo todo, sé con certeza que en breve, ese par de cosas se va a convertir en una larga columna que tendré que consultar cada dos por tres para ir resolviéndolas una a una.

Lo mejor de las listas es, sin duda, el momento de tachar los temas ya resueltos. Eso de emborronar la línea que toque y pensar "bien, una cosa menos" es un gusto como pocos, está claro. Lo malo de las listas de pendientes es que no paran de crecer. Desaparece algo del principio y aparece otra cosa nueva al final. El cuento de nunca acabar.

Con la llegada del verano y el fin de las múltiples movidas en las que me meto durante el curso, mis listas de pendientes solían reducirse notablemente. Hasta ahora. Últimamente con este estrés fiestero que me gasto, mis listas tamaño cuartilla han tenido que convertirse en listas tamaño folio. Que es verdad que no es que sean tareas muy duras, porque en mis papeles estos días se leen cosas como "comprar brillantina para terminar el regalo" o "imprimir La Ruperta". Pero que es un folio ENTERO de tontadas como esas. Eso no hay cuerpo que lo aguante. Ni siquiera uno con superpoderes...

martes, 18 de junio de 2013

Las perracas de las musas

En los blogs hay palabras que se repiten con frecuencia. Postear, comentarios y búsqueda son algunas de ellas. Inspiración es otra. Y la mayoría de las veces se nombra porque brilla por su ausencia.

Esta es una de las muchas pruebas que demuestran que el tema de las musas está mal organizado. Las dueñas de las ideas aparecen cuando les peta porque, como saben que son necesarias para cualquier trabajo creativo, las esperarán lo que haga falta. Y es que, aunque es verdad eso de que "si me llega la inspiración que me pille trabajando" y que "el genio es un 10% de inspiración y un 90% de transpiración", no es menos cierto que una chispita siempre hace falta para ponerlo todo en marcha. Y esa chispita puede tener las formas más diversas.

La inspiración puede ser una idea que cruza de repente tu cerebro, en plan relámpago iluminador. No se sabe muy bien cómo algo hace click en tu cabeza y de repente ves claro el camino, lo que quieres hacer y sólo queda ponerse a ello. Otras veces lo que distingues con nitidez es donde quieres llegar, aunque no sepas aún de qué manera irás hasta allí.

Desgraciadamente, no siempre es tan fácil. Hay muchas ocasiones en que tiene unas imagen difusa de lo que quieres contar, una idea aproximada de lo que te gustaría que fuera el texto terminado, pero te faltan anclajes sólidos para trepar hasta allí. Necesitas concreción, un hilo del que tirar para ir marcando el camino. El problema es que, a veces, no hay manera de agarrar el puñetero hilo. Lo ves ahí cerca, sobre tu cabeza, moviéndose, pero eres como ese gato que juega con el ovillo y que por muchos zarpazos que da no logra atrapar la hebra.

Ahora mismo yo soy ese gato. En el blog no, porque como aquí sólo suelto chorradas, el día que las musas están de fiesta me saco de la manga una memez y me quedo tan ancha. Pero en mi vida en 3D tengo que escribir algo que es importante para mi y por muchas vueltas que le doy no consigo coger el hilo del que tirar. Y se me empieza a acabar el tiempo.

Así que musas, por favor... ¡apareced!

viernes, 14 de junio de 2013

No me paséis llamadas

Sólo os diré una cosa sobre este fin de semana: PLAYA
Bueno, no, voy a añadir algo: DESCONEXIÓN. Desconexión nivel "hoy salen las notas de alemán y no pienso mirarlas para que nada me amargue hasta el lunes".
Y un último detalle: JUERGA. A tutiplén.

Me dejo el busca de superheroina encima de la mesa del curro, porque estos días no me toca guardia y me la bufa lo que le pase a la Humanidad, así os lo digo.

No me paséis llamadas, no estoy para nadie.


miércoles, 12 de junio de 2013

P*to muro en la cabeza

¡Hola corazones!

Sí, sí, sí, he hecho mogollón de pirolas, ya lo sé. Exámenes, estreses... que os voy a contar que no sepáis. Pero ya estoy aquí otra vez. Al turrón.

La gente suele pensar que el peor defecto que se puede tener es ser bajo. O feo. O impaciente. O creído. O tonto. O borde. O envidioso. O pesado. Pero no. Lo PEOR es tener un muro en la cabeza. Esto es así y es así.

Supongo que nadie será tan frikísimo de Goma Espuma como yo, así que lo voy a explicar. Este magnífico dúo cómico tiene millones de sketchs tronchantes. Uno viejísimo (del que no encuentro el sonido por ninguna parte para poder linkarlo y que os partáis la caja también vosotros) trataba de un concurso de preguntas en el que el participante se bloqueaba y no daba una. Cada vez que el presentador le preguntaba por qué se equivocaba, él contestaba que "se le había puesto un muro en la cabeza" con el consiguiente descojone general. Todo muy surrealista al más puro estilo de Goma Espuma, ya lo veis. Pero bueno, que para entender el concepto nos vale.

Yo sé bien la putada que es tener un muro en la cabeza porque yo tengo uno bien grande. Gigante. Enorme. Descomunal. La muralla china de los muros intracerebrales. ¿Sabéis la fuerza mental inquebrantable de Nadal? ¿Ese jugar igual vaya ganando de calle o le estén dando un baño? ¿Esos nervios de acero? ¿Esa serenidad antes las dificultades? ¿Esa resistencia a la presión? Bien, pues yo soy lo contrario. Ya se sabe que la vida es cuestión de equilibrio y que en todo tiene que haber un ying y un yang, así que para que exista un Nadal que de infinitas alegrías al tenis español, tiene que haber una Speedy que no gane para disgustos en su día a día. Y ese es mi drama.

Que por el bien de la Humanidad y para salvaguardar el equilibrio cósmico, a mí me han puesto en la cabeza un pedazo de cacho de muro que te cagas. Y claro, cuando llegan los momentos clave, no termino de rematar la faena. Que oye, si yo tengo que fracasar porque me falta preparación, o porque no es el momento o porque tengo que buscar un camino alternativo, pues fracaso y aquí paz y después gloria. Ya haré más intentos a ver si hay suerte. Pero que falle porque me bloqueo, porque no aguanto bien la presión, por el p*to muro de los c*j*nes... Eso sí que no. PORQUE NO.

viernes, 7 de junio de 2013

Y eso os cuento...

Iba a hacer pirola otra vez, porque con mis estreses de junio no me ha dado tiempo a escribir nada, pero ya me escaqueé el lunes y a este paso la media posteadora del mes se me va al carajo. Y eso sí que no. Así que, aunque soy plenamente consciente de que ya  a estas horas no lo va a leer ni el tato, os comento unos temas:

-El otro día salio el sol 5 minutos y saqué las sandalias del trastero. Hoy, por supuesto, llueve otra vez. Soy una pardilla y el clima de este año un pincharuedas.

-Mi móvil del Pleistoceno superior (sin internet, sin WhatsApp y sin ningún tipo de modernez medio útil) ha decidido unirse a la moda de las baterías que duran un día y te dejan tirada sin previo aviso. Que si fuera un terminal mega-avanzado con miles de aplicaciones, pues se lo perdonaría, porque tiene mucho en lo que gastar sus fuerzas. Pero mi movil sólo sirve para llamar y mandar sms... Que la batería dure un día sólo tiene un nombre: tomadura de pelo.

-Quiero que acabe la semana que viene. Quiero que acabe la semana que viene. Quiero que acabe la semana que viene. Quiero que acabe la semana que viene. Quiero que acabe la semana que viene. Quiero que acabe la semana que viene.

-Que un amigo vaya a donar varios libros viejos a la biblioteca, le pregunte a los de la pandilla si alguien quiere quedarse con alguno y me ofrezca a mí "50 sombras de Grey". Errrrrr, estooooooo, ¿a mi ese por algún motivo en concreto? ¿Querrá decirme algo? ;P

-Trabajar un viernes cuatro horas más de lo que marca tu horario, ese gran placer de la vida.

-¿Lo de que quiero que acabe la semana que viene lo he dicho ya, no?

Y eso os cuento.

¡¡FELIZ FIN DE SEMANA!!

miércoles, 5 de junio de 2013

Junio del horror total

Si febrero es el mes del horror, que lo es, junio es el mes del horror elevado a la enésima potencia. En medio del torbellino fiestero que me arrastra estos días, se han ido colocando donde les ha dado la gana las "tracas finales" de las movidas en las que estoy metida durante todo el año. Bueno, más que colocarse, se han amontonado, porque está visto que si yo algún mes de junio tengo los marrones medio razonablemente repartidos, el continuo espacio-tiempo se interrumpe y el Universo colapsa. Algo así debe de pasar, porque, si no, no me explico los estreses que se me juntan siempre por estas fechas.

Y eso que,  gracias a algún inexplicable milagro de la Naturaleza, por una vez en mi vida, el examen de alemán y mi muestra de teatro no han caído el mismo día. Pero vamos, que para el caso, patatas, porque, como siempre, tengo estreses para dar y regalar.

A escasos dos ensayos del estreno, la obra no va mal, va de AUTÉNTICA PENA. Me pondría en modo zen a pensar que todos los años estamos igual a estas alturas y que, por los milagros del teatro, al final todo sale bien. Pero ahora que no me oyen mis compañeros de reparto os diré que la situación es dramática. Pero de verdad.

Para que os hagáis una idea: la obra trata de un grupo de actores que están intentando organizar una representación y que no se aclaran entre ellos (muy apropiada para la situación que estamos viviendo, por cierto) Como pasa todos los años por estas fechas, muchos de mis compañeros aún no se saben el papel y hay que parar los ensayos para dar el pie o que alguien apunte el texto al desmemoriado de turno. El problema es que esa situación también se produce en la obra que ensayamos, es parte de la ficción y llega un momento en que nadie se aclara si la persona que duda está representando su personaje o preguntando de verdad. Y cada dos por tres se producen situaciones tal que así:

-Pues yo pienso que no
-Teníamos que haber cenado cuando te lo dije...
-¿Nos vamos ya o qué?
-Espera a ver si aclaramos esto...

-Oye, si es verdad, a ver si os aclaráis que no se está entendiendo nada...
-Profe, no habíamos parado, todo lo anterior es parte del texto de la obra.
-Ahhhhhh, que lo habéis hecho muy realista y pensaba que no os aclarabais de verdad.

Lo peor es que casi nunca estamos todos en los ensayos y para poder ensayar, siempre le toca a alguien hacer su personaje y el de otro, para sustituir al que no está, lo que aumenta el caos exponencialmente.

-¿Pero este quien es?
-Yo el Personaje 2, pero ahora hago de Personaje 1 porque no está Zrutanito.
-No, no, si ya lo sé, pero que mi texto es así, que ahora me toca preguntar "¿pero este quien es?"
-Ah, perdona, que pensaba que te habías hecho un lío.


-¿Pero a donde vas con eso?
-Esa es la frase que te toca decir ahora, pero no la digas mirándome a mí, que se lo preguntas al Personaje 4.
-¿Tú no eres el 4?
-No, no, yo soy el 5.
-¿Pero si la semana pasada ensayamos tú y yo esta escena?
-Ya, ya, pero estaba sustituyendo al 4.
-Ahhhhhhh...

A dos ensayos del estreno, esta es la tónica general. No quiero ni pensar como va a salir, sobre todo cuando me acuerdo que yo, además, voy a llegar a la obra en condiciones lamentables. El día anterior me toca acudir a uno de esos mega-super-bodorrios que sabes que fijo que van a acabar a las mil y como el rosario de la aurora. Y para colmo es fuera de Speedytown. Así que si consigo aparecer en la muestra de una pieza, me doy por contenta.

En el camino hacia ese infierno teatral, tengo saraos fiesteros todos los santos fines de semana y un examen de alemán en el que se masca la tragedia. El último día de clase mi profe, después de contestar los diez millones de dudas con las que la acribillé durante dos horas, sólo acertó a decirme con cara de pena:

¡Viel Glück!

Pues sí, ojalá...