Ya os he contado muchas veces que mi superpoder más desarrollado es la velocidad de parloteo. Soy capaz de hablar de cualquier tema, sin parar, durante horas y a un ritmo difícil de seguir para oídos poco entrenados. Y sin embargo hay cosas, muchas cosas, que me cuesta decir de palabra. Porque soy plenamente consciente de la diferencia entre hablar y comunicar. Porque me doy cuenta de que la mayoría de las personas no consigue expresar lo que realmente está pensando. Entonces surge el miedo a los silencios, que se llenan de tópicos, y lo que es peor, de frases 0,60.
Ellos explican mejor que nadie lo que son las frases 0,60, es decir, frases tan malas, que no llegan a un euro. Palabras vacías, para no decir nada, cosas básicas, obviedades. Las odio. ¡Ojo!, que no digo que no tengan su utilidad: nos pueden hacer más llevadero el siempre tenso silencio del ascensor o las laaargas horas en la sala de espera de un médico. Se construyen automáticamente y se contestan igual, no exigen ningún tipo de esfuerzo, por eso las usamos. Pero yo las odio.
Cosas como "a todo cerdo le llega su San Martín", "el tiempo está loco", "no sé donde vamos a llegar", "la sobriedad es elegante" o "si no te quiere es que no te merece". "Las cosas de palacio van despacio", "de los que comen alguno se salva", "cuanto más hace que no llueve, menos falta para que llueva"...
Cosas que no aportan nada, que hemos oído mil veces, siempre con las mismas palabras. Por eso parecen sonidos gastados y no me gustan. Y vosotros, ¿cuál es el tópico que más habéis oído? ¿Hay alguno que os moleste?
martes, 29 de junio de 2010
lunes, 28 de junio de 2010
¡Qué bonita profesión!
Cuando decidí abandonar mi carrera de superheroína y llevar una vida normal, opté por dedicarme profesionalmente a ser contadora de cosas. Como muchos en el gremio de los superhéroes se ganaban la vida así, pensé que no tendría grandes problemas para hacer yo lo mismo. Meeeeeeeeeccccccccccc, error. Nada es fácil y menos en el mundo de la narración de cosas.
La vida del superhéroe es dura. No tienes horarios fijos, ni días libres ni posibilidad de dedicarte a tu familia todo lo que te gustaría. Tampoco está bien remunerado, ni cotizas en la seguridad social ni tienes paro. Bueno, pues los contadores de cosas viven lo mismo, pero sin superpoderes. Y además cuesta un mundo encontrar un primer trabajo.
Yo llevo años saltando de empleo en empleo, a cual más cutre, sólo para poder ir tirando. Eso implica que he hecho cerca de un millón de entrevistas de trabajo totalmente surrealistas en las que me han ofrecido condiciones laborales difícilmente empeorables. O eso creía yo, porque ahora ha llegado la crisis y se están alcanzando cotas nunca antes vistas.
En mi periplo laboral yo he oido cosas como estas:
JCT: (Jefe Cabrón de Turno) Como tooooooooodo va tan mal, comprenderás que no puedo ofrecerte contrato. Si quieres cotizar hazte autónomo y págate tú la cuota. Que esta cuota sea más de la mitad de lo que cobras no es asunto mío.
Speedygirl: Claaaaaaro, ¿y no quieres que te pague las vacaciones a Punta Cana para ti y tú familia con la pulsera de todo incluido?
JCT: Como tooooodo va tan mal, te puedo dar trabajo sin contrato y pagándote 500 euros por jornada completa. Y quiero dedicación exclusiva, ¿eh? nada de perder el tiempo haciendo otros trabajos por ahí.
Speedygirl: Claaaaaaaaaro, y también quieres que le ponga tu nombre a mi primogénito y que te lo ofrezca para sacrificios rituales.
JCT: Como tooooooooodo va tan mal, vas a estar un mes de prueba, sin contrato, trabajando dos horas en la oficina y todaslasquemedeamilagana en tu casa. Además, este mes competirás con otro incauto al que tenemos en las mismas condiciones que tú, pero por las tardes. Nos plantearemos ofrecerle un contrato (o tal vez no) al mejor de los dos.
Speedygirl: Ah, claaaaaaaaro, que no me había enterado que esto es Operación Triunfo. ¿Y qué dices que tengo que cantar para cruzar la pasarela?
JCT: Como tooooooooodo va tan mal, no tenemos oficina. Trabajas desde tu casa, usando tu correo personal y tu teléfono privado para las llamadas de trabajo, que no son precisamente cortas De vez en cuando nos reuniremos en mi casa, porque yo soy el Jefe Supremo y os tengo que vigilar, pero tenéis que traer vuestro propio portatil y dispositivo móvil de internet.
Speedygirl: Claaaaaaaaaaro, ¿y no nos cobras nada por el desgaste de las sillas de tu salón? ¡Qué detalle!
Tengo un millón más, pero casi las dejo para otro post, que estoy empezando a deprimirme.
La vida del superhéroe es dura. No tienes horarios fijos, ni días libres ni posibilidad de dedicarte a tu familia todo lo que te gustaría. Tampoco está bien remunerado, ni cotizas en la seguridad social ni tienes paro. Bueno, pues los contadores de cosas viven lo mismo, pero sin superpoderes. Y además cuesta un mundo encontrar un primer trabajo.
Yo llevo años saltando de empleo en empleo, a cual más cutre, sólo para poder ir tirando. Eso implica que he hecho cerca de un millón de entrevistas de trabajo totalmente surrealistas en las que me han ofrecido condiciones laborales difícilmente empeorables. O eso creía yo, porque ahora ha llegado la crisis y se están alcanzando cotas nunca antes vistas.
En mi periplo laboral yo he oido cosas como estas:
JCT: (Jefe Cabrón de Turno) Como tooooooooodo va tan mal, comprenderás que no puedo ofrecerte contrato. Si quieres cotizar hazte autónomo y págate tú la cuota. Que esta cuota sea más de la mitad de lo que cobras no es asunto mío.
Speedygirl: Claaaaaaro, ¿y no quieres que te pague las vacaciones a Punta Cana para ti y tú familia con la pulsera de todo incluido?
JCT: Como tooooodo va tan mal, te puedo dar trabajo sin contrato y pagándote 500 euros por jornada completa. Y quiero dedicación exclusiva, ¿eh? nada de perder el tiempo haciendo otros trabajos por ahí.
Speedygirl: Claaaaaaaaaro, y también quieres que le ponga tu nombre a mi primogénito y que te lo ofrezca para sacrificios rituales.
JCT: Como tooooooooodo va tan mal, vas a estar un mes de prueba, sin contrato, trabajando dos horas en la oficina y todaslasquemedeamilagana en tu casa. Además, este mes competirás con otro incauto al que tenemos en las mismas condiciones que tú, pero por las tardes. Nos plantearemos ofrecerle un contrato (o tal vez no) al mejor de los dos.
Speedygirl: Ah, claaaaaaaaro, que no me había enterado que esto es Operación Triunfo. ¿Y qué dices que tengo que cantar para cruzar la pasarela?
JCT: Como tooooooooodo va tan mal, no tenemos oficina. Trabajas desde tu casa, usando tu correo personal y tu teléfono privado para las llamadas de trabajo, que no son precisamente cortas De vez en cuando nos reuniremos en mi casa, porque yo soy el Jefe Supremo y os tengo que vigilar, pero tenéis que traer vuestro propio portatil y dispositivo móvil de internet.
Speedygirl: Claaaaaaaaaaro, ¿y no nos cobras nada por el desgaste de las sillas de tu salón? ¡Qué detalle!
Tengo un millón más, pero casi las dejo para otro post, que estoy empezando a deprimirme.
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viernes, 25 de junio de 2010
Los speedysobris
Teniendo en cuenta que somos primos lejanos de Los Increíbles ya podréis imaginaros que mi familia es bastante especial. Todos tenemos algún superpoder, pero voy a empezar presentándoos a los speedysobris, porque son los más poderosos: son SUPERMONOS y tienen la capacidad de ponernos a todos de buen humor con el menor esfuerzo.
Los tres hombrecitos más importantes de mi vida viven en Capilandia, así que no les puedo ver tan a menudo como me gustaría. Todos son rubios, guapísimos, con unos ojazos azules enormes que les iluminan la cara. J es el mayor: tiene siete años, es bastante grande para su edad, come un montón y es hiper-carnívoro: puedes conseguir más de él si le ofreces un filete que una golosina. Te mira tan intensamente que parece que te escanea y tiene unas salidas sorprendentes que casi siempre me dejan sin palabras. Todavía me acuerdo de una noche, hace años, que dormía en la misma habitación que su hermano pequeño y como éste no paraba de llorar le dijo a su padre: “¡Papá apágalo, por favor, apágalo!”
A es el mediano y es el más distinto a los otros dos: tiene los ojos más verdes que azules y el pelo un poco más oscuro. No le gusta el chocolate, siempre te repite las cosas tres veces y le encanta la peli Cars. Sospecho que es el que ha heredado mi superpoder de hablar a toda velocidad, porque parlotea todo el rato, sobre todo lo imaginable. Como te despistes les cuenta su vida (y la de los demás) a la primera mamá incauta que se encuentre cerca de los columpios del parque. Todavía no habla tan rápido como yo... pero estos superpoderes se desarrollan con la edad y él tiene mucho potencial. Su especialidad es hacer reír a su hermano I, que acaba de cumplir un año y que ahora mismo es el rey de la casa.
I es una fotocopia de J, tanto, que cuando comparamos fotos de los dos con la misma edad, a sus propios padres les cuesta distinguir quien es quien. Tiene el récord mundial de velocidad de gateo y desde hace casi un mes, si le coges de la mano, también da unos cuantos pasos erguido. Sonríe a todo el mundo todo el tiempo y se tira encima de sus hermanos como Hulk Hogan en sus mejores tiempos de Pressing Catch. Los mayores si quisieran podrían aplastarle, pero siempre le dejan ganar.
El equipo de Speedysobris se completa con L, que es hija de otro de mis hermanos (Speedybrother) y que vive en Speedytown. En agosto cumplirá un año y su misión en la vida es sustituir a Monserrat Caballé, porque tiene la voz más potente que he oído jamás, aunque no se enfada casi nunca, así que la utilzia poco. Tiene mucha fuerza y si te agarra el pelo ya puedes hacerte a la idea de vivir con un mechón menos, porque es suyo para siempre. Tiene la costumbre de frotarse los pies hasta que consigue sacarse los zapatos, come como una lima y lo mira todo como si pensara “Pero hijos míos, ¿qué estáis haciendo?”
Miedo me da cuando los speedysobris crezcan y formen su propia división de superhéroes, porque van a ser increíbles. Increíblemente desastrosos, me temo, pero muy majos
Los tres hombrecitos más importantes de mi vida viven en Capilandia, así que no les puedo ver tan a menudo como me gustaría. Todos son rubios, guapísimos, con unos ojazos azules enormes que les iluminan la cara. J es el mayor: tiene siete años, es bastante grande para su edad, come un montón y es hiper-carnívoro: puedes conseguir más de él si le ofreces un filete que una golosina. Te mira tan intensamente que parece que te escanea y tiene unas salidas sorprendentes que casi siempre me dejan sin palabras. Todavía me acuerdo de una noche, hace años, que dormía en la misma habitación que su hermano pequeño y como éste no paraba de llorar le dijo a su padre: “¡Papá apágalo, por favor, apágalo!”
A es el mediano y es el más distinto a los otros dos: tiene los ojos más verdes que azules y el pelo un poco más oscuro. No le gusta el chocolate, siempre te repite las cosas tres veces y le encanta la peli Cars. Sospecho que es el que ha heredado mi superpoder de hablar a toda velocidad, porque parlotea todo el rato, sobre todo lo imaginable. Como te despistes les cuenta su vida (y la de los demás) a la primera mamá incauta que se encuentre cerca de los columpios del parque. Todavía no habla tan rápido como yo... pero estos superpoderes se desarrollan con la edad y él tiene mucho potencial. Su especialidad es hacer reír a su hermano I, que acaba de cumplir un año y que ahora mismo es el rey de la casa.
I es una fotocopia de J, tanto, que cuando comparamos fotos de los dos con la misma edad, a sus propios padres les cuesta distinguir quien es quien. Tiene el récord mundial de velocidad de gateo y desde hace casi un mes, si le coges de la mano, también da unos cuantos pasos erguido. Sonríe a todo el mundo todo el tiempo y se tira encima de sus hermanos como Hulk Hogan en sus mejores tiempos de Pressing Catch. Los mayores si quisieran podrían aplastarle, pero siempre le dejan ganar.
El equipo de Speedysobris se completa con L, que es hija de otro de mis hermanos (Speedybrother) y que vive en Speedytown. En agosto cumplirá un año y su misión en la vida es sustituir a Monserrat Caballé, porque tiene la voz más potente que he oído jamás, aunque no se enfada casi nunca, así que la utilzia poco. Tiene mucha fuerza y si te agarra el pelo ya puedes hacerte a la idea de vivir con un mechón menos, porque es suyo para siempre. Tiene la costumbre de frotarse los pies hasta que consigue sacarse los zapatos, come como una lima y lo mira todo como si pensara “Pero hijos míos, ¿qué estáis haciendo?”
Miedo me da cuando los speedysobris crezcan y formen su propia división de superhéroes, porque van a ser increíbles. Increíblemente desastrosos, me temo, pero muy majos
jueves, 24 de junio de 2010
¡Holaaaaaaaaaaa!!!!!!!
Hola
Soy Speedygirl, una superheroina retirada. A lo mejor os suena más mi familia, Los Increíbles. Como ellos, he tenido que dejar de usar mis poderes y empezar a llevar una vida normal, porque claro, los años no pasan en balde y una ya empieza a tener una edad. Pero en mi tiempos.... pufffffff, he hecho maravillas.
Tengo muchas facultades para luchar contra los villanos, pero mi arma más poderosa es mi velocidad. Soy ultrarápida al correr, al saltar, al pensar y mi seña de ideantidad es que, lo que más rápido hago, es hablar. Soy capaz de pronunciar miles de palabras por minuto. Los villanos no pueden hacer nada contra mí: mi verborrea les marea, les abruma, les despista, les atonta... y cuando ya no puden más.. ¡zas! ¡Les venzo! Es curioso observar el poder de la palabra. Bueno, de muuuchas palabras cuando vienen todas juntas y no hay manera de pararlas.
¡Ayyyyy, qué recuerdos! Ahora esas aventuras ya quedan lejos. Actualmente me dedico a la profesión que tenía en la parte normal de mi doble vida que, como la de muchos de los superhéroes más famosos, es contadora de cosas. Algunas de esas cosas quiero contarlas por aquí. Y me encantará que las leáis. Así que si vosotros queréis...
¡HASTA PRONTO!
Soy Speedygirl, una superheroina retirada. A lo mejor os suena más mi familia, Los Increíbles. Como ellos, he tenido que dejar de usar mis poderes y empezar a llevar una vida normal, porque claro, los años no pasan en balde y una ya empieza a tener una edad. Pero en mi tiempos.... pufffffff, he hecho maravillas.
Tengo muchas facultades para luchar contra los villanos, pero mi arma más poderosa es mi velocidad. Soy ultrarápida al correr, al saltar, al pensar y mi seña de ideantidad es que, lo que más rápido hago, es hablar. Soy capaz de pronunciar miles de palabras por minuto. Los villanos no pueden hacer nada contra mí: mi verborrea les marea, les abruma, les despista, les atonta... y cuando ya no puden más.. ¡zas! ¡Les venzo! Es curioso observar el poder de la palabra. Bueno, de muuuchas palabras cuando vienen todas juntas y no hay manera de pararlas.
¡Ayyyyy, qué recuerdos! Ahora esas aventuras ya quedan lejos. Actualmente me dedico a la profesión que tenía en la parte normal de mi doble vida que, como la de muchos de los superhéroes más famosos, es contadora de cosas. Algunas de esas cosas quiero contarlas por aquí. Y me encantará que las leáis. Así que si vosotros queréis...
¡HASTA PRONTO!
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