No sé donde han conseguido estos señores el correo de mi curro pero, a este paso, voy a tener que cederles acciones de mi blog (que si cotizara en bolsa petaría el ibex35) o nombrarles jefes de contenidos porque, la verdad, se lo curran. No paran de darme material para nuevas entradas. Primero con sus consejos para ligar en internet y ahora con su manual del perfecto seductor, que no he podido resistirme a comentar.
Lo primero que me sorprende es que las recomendaciones las dirijan a ellOs y no ellAs, como si fueran los chicos los que tuvieran que conquistar a las chicas. Que eso en el siglo XIX no sé, pero hoy en día, ni por el forro. Y no por absurdas reclamaciones feministas, ni cuestiones de cazadoras, ni de gacelas, ni de leches, sino por un tema de proporción. Y es que en la mayoría de los ambientes (que no sean clases de tornero fresador, circuitos de karts y cosas así) hay muchas más chicas de chicos. Un maromo por cada 10 hembras, calculo yo. Si con esa proporción ellos tienen que currárselo, es que, o son muy tontos, o a nosotrAs nos pasa algo raro. En finnnnnn...
En todo caso, a los amables señores de Romance Secreto.com estos pobres sufridores les dan mucha pena y les quieren ayudar regalándoles perlas de sabiduría como estas:
-No seas pesado y menos al principio. Insistir es una cosa y acosar es otra.
Puessssss, sí, gran consejo, estoy de acuerdo, pero dicho así, sin concretar, es una perogrullada como una casa. Porque la verdadera preguntas es: ¿cuándo se pasa de ser "ese tío tan mono que se acuerda tanto de mi" a "ese plasta que no me deja en paz"? Pues depende del chico, y de la chica, y de las experiencias anteriores de los implicados, y de la situación, y del sentido del humor de ambos, y de la receptividad, y de la suerte y de un millón de variables más imposibles de resumir aquí. O sea, que no se sabe. Y ya.
-Mantén el misterio. No le cuentes toda tu vida en la primera cita, deja que te descubra de manera paulatina. De lo contrario, lo más probable es que se aburra.
Bueno, no sé... eso también es un poco arma de doble filo, ¿no? Que no digo yo que haya que decir en la primera conversación a qué edad dejaste de usar pañales para dormir, pero bueno, dependiendo de lo que decidas no contar, igual la otra se monta películas raras. Y es que hay silencios que hablan más alto que las palabras y pobres desgraciadas que han tenido que aguantar muchos bofetones sentimentales y que ahora no se fían ni de su sombra. Más vale que lo sepas.
-Huye de la vulgaridad y de lo soez si hablas de sexo. Ella quiere un hombre fogoso, no un cerdo.
¡¡Puffffffff!! Define soez. Define fogoso. Define cerdo. Me pasa un poco como en el punto 1, en general estoy de acuerdo, pero cada persona y cada situación es un mundo.
-En los primeros encuentros lo mejor es que pagues tú.
¡Ah!, pues mira, me alegro de que saquéis el tema, porque me parece que aquí hay división de opiniones. A mí no me convence mucho eso, prefiero que se ofrezcan a pagar, pero que no insistan si yo me niego. Que sea algo más natural, del tipo: la primera caña la pagas tú y la siguiente yo, como haría con un amigo. Queridos lectores, ¿vosotros que creéis?
-Por favor, cuida tu higiene.
Sí, sí ¡POR-FA-VOR! Pero vamos, que si has necesitado que alguien te recuerde esto, no creo que tengamos una segunda cita. Probablemente ni siquiera lleguemos a la primera. Es más, cuando sea presidenta de Gobierno va a ser obligatorio por ley oler bien. Te lo digo por si prefieres no votarme en las próximas elecciones.
-No seas prepotente, pero tampoco un calzonazos. Hay que saber buscar el equilibrio. Ella quiere un hombre sensible, pero un hombre al fin y al cabo.
¿¿¿¿¿Calzonazos????? ¿En qué tipo de manual emplean el término "calzonazos"? ¿Y que es eso de ser "un hombre al fin y al cabo"? ¿Cuántas cañas llevabais en el cuerpo cuando escribisteis este punto?
-Acepta las derrotas con deportividad. Si te rechaza, despídete de forma cordial y sal caminando con la cabeza alta.
Anda, sí, por favor, pincharle las ruedas o escribir su móvil en la puerta de unos servicios públicos ofreciendo diversos servicios sexuales está pasado de moda.
Ahora mi pregunta es: ¿cuándo mandáis el manual para chicas? Estoy impaciente por verlo. Tiene que ser de traca.
viernes, 28 de septiembre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
¡¡Puff!! (puffen, en alemán)
Se masca la tragedia, os lo digo desde ya.
Pongo un pie en mi primera clase de alemán tras el verano y...
-bndc jsdnc smcb mnsdc b smc cmasnfbc ms
-¿¿¿¿¿¿¿Ein????????
Salgo a la puerta para comprobar que realmente me he metido en la clase de alemán y no en la de chino. Estoy en la correcta. Mal empezamos. Vuelvo a entrar intentando evitar el contacto visual con la profe para que no me hable de nuevo en ese idioma ininteligible. Lo siguiente lo dice en español, pero casi la entiendo menos que antes, porque habla más deprisa que yo. ¡¡¡¡¡¡MÁS DEPRISA!!! Soy Speedygirl, eso debería ser materialmente imposible.
-(A la velocidad de la luz) Blablablablabla, poned las sillas de cara a la pared del fondo, yo explico en la parte de detrás de la clase blablababla
-¿Que ha dicho?
-Que nos pongamos mirando al final de la clase.
-¿Seguro?
-Hombre, eso espero, lo ha dicho en español, si no la entiendo en español... apaga y vámonos.
La profe sale un momento y entra con un micrófono inalámbrico, de los que se sujetan al lado de la boca, igualito al que usa Madonna para cantar y bailar a la vez. Dado mi nivel de despiste, por un momento llego apensar que nos vamos de concierto. Pero, la verdad, por su peinado la profe se parece má a Lady Gaga que a Madonna.
-Bueno, pues contadme vuestro verano. dqjbxajnv,jcdcwbdcnbdc,b dcnw,dncw.
-bwqjbnbcwbwnbcwjcbwnbcwnbcmwncbmn
-bcjcbwjbcwbcwbckwbdcmmwkcbwjbcnbcwnmbcm
-Yo hice sólo el primer curso de alemán, hace ahora 17 años. Necesito unas semanas para ir cogiéndole el aire.
-Yo casi que me siento a su lado.
Si esto sigue así... miedo me da.
Pongo un pie en mi primera clase de alemán tras el verano y...
-bndc jsdnc smcb mnsdc b smc cmasnfbc ms
-¿¿¿¿¿¿¿Ein????????
Salgo a la puerta para comprobar que realmente me he metido en la clase de alemán y no en la de chino. Estoy en la correcta. Mal empezamos. Vuelvo a entrar intentando evitar el contacto visual con la profe para que no me hable de nuevo en ese idioma ininteligible. Lo siguiente lo dice en español, pero casi la entiendo menos que antes, porque habla más deprisa que yo. ¡¡¡¡¡¡MÁS DEPRISA!!! Soy Speedygirl, eso debería ser materialmente imposible.
-(A la velocidad de la luz) Blablablablabla, poned las sillas de cara a la pared del fondo, yo explico en la parte de detrás de la clase blablababla
-¿Que ha dicho?
-Que nos pongamos mirando al final de la clase.
-¿Seguro?
-Hombre, eso espero, lo ha dicho en español, si no la entiendo en español... apaga y vámonos.
La profe sale un momento y entra con un micrófono inalámbrico, de los que se sujetan al lado de la boca, igualito al que usa Madonna para cantar y bailar a la vez. Dado mi nivel de despiste, por un momento llego apensar que nos vamos de concierto. Pero, la verdad, por su peinado la profe se parece má a Lady Gaga que a Madonna.
-Bueno, pues contadme vuestro verano. dqjbxajnv,jcdcwbdcnbdc,b dcnw,dncw.
-bwqjbnbcwbwnbcwjcbwnbcwnbcmwncbmn
-bcjcbwjbcwbcwbckwbdcmmwkcbwjbcnbcwnmbcm
-Yo hice sólo el primer curso de alemán, hace ahora 17 años. Necesito unas semanas para ir cogiéndole el aire.
-Yo casi que me siento a su lado.
Si esto sigue así... miedo me da.
lunes, 24 de septiembre de 2012
300: feliz cumple (con retraso)
Esta es otra de las típicas entradas que os podéis saltar sin problemas, pero lo he pensado un rato, y la tengo que publicar. Porque se lo merece. Mi blog, digo. Se ha ganado un post para él solito. Es así.
El tema es que, como soy una peor de la vida, el 24 de junio fue el cumple de este rinconcito y se me pasó celebrarlo. 2 años como dos soles que tiene ya la criatura y yo me olvido. Que si la ola de calor, que si exámenes, que si esto, que si lo otro, pero el caso es que me comí con patatas el aniversario. Así que no me queda otra que enmendar mi error aprovechando la entrada número 300. Ésta.
Y es que los aniversarios son momentos de agradecimiento y yo tengo mucho que agradecerle a este blog. Todas las risas que me ha provocado, las pataletas que me ha aguantado, las cosas de las que me ha ayudado a darme cuenta. Toda la gente que he conocido (virtualmente y en 3D), los puntos de vista, las opiniones, las recomendaciones y los consejos que he leído por aquí. La "mirada bloguera" que me ha ayudado a desarrollar y que ha completado (y mejorado) mi repertorio de superpoderes. Pero, sobre todo, le agradezco que me haya presentado a mi otra yo.
Porque no tenía ni idea que estaba allí. De verdad. Yo, payasa he sido toda la vida y escribir me gusta desde siempre, pero nunca había juntado las dos facetas. No sé, pensaba que no sabría o que no sería capaz. Ahora lo hago tres veces por semana. Bueno, no, lo hago las 24 horas del día y una décima parte de lo que me pasa por la cabeza termina aquí. Y es que este blog ha cambiado mi manera de mirar las cosas, de procesarlas, de vivirlas. Ahora cuando pasa algo malo, lloro y pataleo unos 5 segundos y al sexto ya estoy escribiendo un post mental, que a veces llego a publicar y otras no. Pero que siempre ayuda.
Así que, querido blog, por esto y por tantas otras cosas que tú y yo sabemos, muchas gracias. Felicidades con retraso y que cumplas muchos más.
Post-Post: Por cierto... un detallito sin importancia. Llevas más de 50.000 visitas, 4387 comentarios y ya hay 88 caritas en el gadget de los seguidores, así que aunque ya sé que este es tu post, algo habrá que decirles también a los que te leen y sufren tus consecuencias, ¿no? Por ejemplo que gracias por estar allí. Y que nos leemos.
El tema es que, como soy una peor de la vida, el 24 de junio fue el cumple de este rinconcito y se me pasó celebrarlo. 2 años como dos soles que tiene ya la criatura y yo me olvido. Que si la ola de calor, que si exámenes, que si esto, que si lo otro, pero el caso es que me comí con patatas el aniversario. Así que no me queda otra que enmendar mi error aprovechando la entrada número 300. Ésta.
Y es que los aniversarios son momentos de agradecimiento y yo tengo mucho que agradecerle a este blog. Todas las risas que me ha provocado, las pataletas que me ha aguantado, las cosas de las que me ha ayudado a darme cuenta. Toda la gente que he conocido (virtualmente y en 3D), los puntos de vista, las opiniones, las recomendaciones y los consejos que he leído por aquí. La "mirada bloguera" que me ha ayudado a desarrollar y que ha completado (y mejorado) mi repertorio de superpoderes. Pero, sobre todo, le agradezco que me haya presentado a mi otra yo.
Porque no tenía ni idea que estaba allí. De verdad. Yo, payasa he sido toda la vida y escribir me gusta desde siempre, pero nunca había juntado las dos facetas. No sé, pensaba que no sabría o que no sería capaz. Ahora lo hago tres veces por semana. Bueno, no, lo hago las 24 horas del día y una décima parte de lo que me pasa por la cabeza termina aquí. Y es que este blog ha cambiado mi manera de mirar las cosas, de procesarlas, de vivirlas. Ahora cuando pasa algo malo, lloro y pataleo unos 5 segundos y al sexto ya estoy escribiendo un post mental, que a veces llego a publicar y otras no. Pero que siempre ayuda.
Así que, querido blog, por esto y por tantas otras cosas que tú y yo sabemos, muchas gracias. Felicidades con retraso y que cumplas muchos más.
Post-Post: Por cierto... un detallito sin importancia. Llevas más de 50.000 visitas, 4387 comentarios y ya hay 88 caritas en el gadget de los seguidores, así que aunque ya sé que este es tu post, algo habrá que decirles también a los que te leen y sufren tus consecuencias, ¿no? Por ejemplo que gracias por estar allí. Y que nos leemos.
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aniversarios y fechas molonas,
chorradas varias
viernes, 21 de septiembre de 2012
Ítaca te regaló un viaje
"Ítaca te regaló un viaje"
Eso me dijo hace siglos un profe estupendo que tuve en el colegio. Mi yo del pasado (una niñata bastante pava dominada por las hormonas a la que mi yo del presente le daría unas cuantas collejas para que espabilara) seguramente pensó "que sí, que síiiiii, que vale, pero a ver, ¿que me pongo el sábado para salir?" Ahora, unos cuantos años y millones de cosas después, pienso: "¡Cuánta razón!"
Porque yo tengo la mala costumbre de darle demasiadas vueltas al coco y hay veces que me preocupa ver en qué punto estoy a estas alturas del partido. Me asusta darme cuenta de que aún no he conseguido muchas de las cosas que siempre había creído que ya tendría a mi edad. Me da miedo sospechar que, tal vez, nunca las logre.
Eso me enfada y me entristece. Pero luego veo la vida que llevan algunas de las personas que se supone "que ya han llegado" y me doy cuenta de la suerte que tengo. Porque si a mí el curro me hubiera ido bien desde el principio, ahora sería Supervisora Jefe de Superhéroes y tendría algo de dinero ahorrado y fechas de vacaciones fijas para poder organizar viajes en condiciones, lo cual estaría muy bien. Pero probablemente también trabajaría a todas horas y no me daría tiempo a intentar aclararme con otros idiomas, ni a reírme con mis lerdeces teatreras ni a daros la chapa con este blog, que me encanta, pero que acapara gran parte de mi tiempo de ocio.
Y si hubiera tenido más estabilidad sentimental, probablemente me habría acostumbrado a una vida más tranquila, consensuada y pactada con mi pareja, en la que, a lo mejor, no habría tiempo para caerme de una piragua, ni naufragar en un río ni explorar con poco éxito las profundidades del océano. Quizás a estas alturas ya estaría pensando en formar una familia y no me podría entretener en aprender a contar cuentos ni a manejar la espada porque, total, eso ya lo iba a tener que improvisar al cuidar a mis churumbeles.
Y tener a alguien que se preocupara de mí a todas horas habría molado, pero habría provocado que ahora afrontara peor aún (porque los afronto mal, para que os voy a engañar) los nuevos brotes del complot de los electrodomésticos y sería una víctima fácil de nuevos timos si alguien me hubiera defendido de ellos todos estos años.
Así que sí, lo reconozco, mi viaje está siendo movidito. Y cansado. Y largo. Y a veces duro. Pero cuando llegue a Ítaca (o a cualquiera que sea mi destino final, porque quizás no sea el que yo siempre he pensado) los que se sienten en mi mesa durante la cena no se van a aburrir, porque seguro que les daré conversación. Y es que tendré taaaantas cosas que contar...
Eso me dijo hace siglos un profe estupendo que tuve en el colegio. Mi yo del pasado (una niñata bastante pava dominada por las hormonas a la que mi yo del presente le daría unas cuantas collejas para que espabilara) seguramente pensó "que sí, que síiiiii, que vale, pero a ver, ¿que me pongo el sábado para salir?" Ahora, unos cuantos años y millones de cosas después, pienso: "¡Cuánta razón!"
Porque yo tengo la mala costumbre de darle demasiadas vueltas al coco y hay veces que me preocupa ver en qué punto estoy a estas alturas del partido. Me asusta darme cuenta de que aún no he conseguido muchas de las cosas que siempre había creído que ya tendría a mi edad. Me da miedo sospechar que, tal vez, nunca las logre.
Eso me enfada y me entristece. Pero luego veo la vida que llevan algunas de las personas que se supone "que ya han llegado" y me doy cuenta de la suerte que tengo. Porque si a mí el curro me hubiera ido bien desde el principio, ahora sería Supervisora Jefe de Superhéroes y tendría algo de dinero ahorrado y fechas de vacaciones fijas para poder organizar viajes en condiciones, lo cual estaría muy bien. Pero probablemente también trabajaría a todas horas y no me daría tiempo a intentar aclararme con otros idiomas, ni a reírme con mis lerdeces teatreras ni a daros la chapa con este blog, que me encanta, pero que acapara gran parte de mi tiempo de ocio.
Y si hubiera tenido más estabilidad sentimental, probablemente me habría acostumbrado a una vida más tranquila, consensuada y pactada con mi pareja, en la que, a lo mejor, no habría tiempo para caerme de una piragua, ni naufragar en un río ni explorar con poco éxito las profundidades del océano. Quizás a estas alturas ya estaría pensando en formar una familia y no me podría entretener en aprender a contar cuentos ni a manejar la espada porque, total, eso ya lo iba a tener que improvisar al cuidar a mis churumbeles.
Y tener a alguien que se preocupara de mí a todas horas habría molado, pero habría provocado que ahora afrontara peor aún (porque los afronto mal, para que os voy a engañar) los nuevos brotes del complot de los electrodomésticos y sería una víctima fácil de nuevos timos si alguien me hubiera defendido de ellos todos estos años.
Así que sí, lo reconozco, mi viaje está siendo movidito. Y cansado. Y largo. Y a veces duro. Pero cuando llegue a Ítaca (o a cualquiera que sea mi destino final, porque quizás no sea el que yo siempre he pensado) los que se sienten en mi mesa durante la cena no se van a aburrir, porque seguro que les daré conversación. Y es que tendré taaaantas cosas que contar...
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miércoles, 19 de septiembre de 2012
En el super de la Tierra Media
Pero, a ver... ¿ el mundo no se acaba a final de año? El 12 del 12 del 2012, o alguna de estas fechas señaladísimas, ¿no? Lo digo porque yo creo que en Speedytown se piensan que es mañana... más que nada porque parece que todos los espídicos han decidido ir al supermercado de mi barrio y hacer acopio de víveres para sobrevivir en refugios subterráneos por si llega ese supuesto futuro postnuclear. Que además yo les veo un poco ilusos, porque si se acaba el mundo, se acaba, no van a ser ellos tan listos como para ser los únicos que se libren. Y si no se van a librar, ¿para qué tanta comida?
Total, que el caso es que el supermercado de mi barrio hoy estaba a tope. He pensado dejar la compra para mejor ocasión, pero después de las vacaciones mi despensa y mi frigo estaban completamente vacíos. Bueno, no voy a mentir, había un bote de mostaza casi terminado pero, llamadme rara, la mostaza, así a palo seco, me parece un poco sosa. Así que no me ha quedado otro remedio que echarle arrestos y meterme en la abarrotada tienda, que parecía la guerra.
Por eso, es una suerte que haya acertado con el look. Y para que lo visualiceis tengo que poneros en situación. Creo que no os he contado que desde que me he cortado el pelo mi incontrolable estilismo capilar está más incontrolable que nunca. No hay manera de dominar el volumen que se ha hecho dueño de mi melena, que a la vez es demasiado corta para disimular el tema con una coleta de caballo. Para ir al super sin parecer una paciente escapada de una institución psiquiátrica, he intentado recogerme el pelo de alguna manera y he terminado con un peinado que recordaba sospechosamente al de Legolas. Que bueno, si voy a ir a la guerra, más vale que lleve el estilismo de un guerrero, aunque sea élfico.
En fin, que con semejante facha he empezado las compras y no se me ha ocurrido otra cosa que coger, lo primero de todo, el palo de la fregona. Como os podéis imaginar, dado el espíritu del Señor de los Anillos que me había traído puesto de casa, pasear con semejante báculo por los pasillos del supermercado me ha dado un parecido más que razonable con Gandalf . Una mezcla bastante turbia, ya lo sé.
Que sí, que estoy muy mal, ya me doy cuenta. La vuelta al curro, que está siendo muy dura. Qué os voy a contar.
Total, que el caso es que el supermercado de mi barrio hoy estaba a tope. He pensado dejar la compra para mejor ocasión, pero después de las vacaciones mi despensa y mi frigo estaban completamente vacíos. Bueno, no voy a mentir, había un bote de mostaza casi terminado pero, llamadme rara, la mostaza, así a palo seco, me parece un poco sosa. Así que no me ha quedado otro remedio que echarle arrestos y meterme en la abarrotada tienda, que parecía la guerra.
Por eso, es una suerte que haya acertado con el look. Y para que lo visualiceis tengo que poneros en situación. Creo que no os he contado que desde que me he cortado el pelo mi incontrolable estilismo capilar está más incontrolable que nunca. No hay manera de dominar el volumen que se ha hecho dueño de mi melena, que a la vez es demasiado corta para disimular el tema con una coleta de caballo. Para ir al super sin parecer una paciente escapada de una institución psiquiátrica, he intentado recogerme el pelo de alguna manera y he terminado con un peinado que recordaba sospechosamente al de Legolas. Que bueno, si voy a ir a la guerra, más vale que lleve el estilismo de un guerrero, aunque sea élfico.
(Así, pero con el pelo más corto y la coleta más alta. El horror, vaya)
En fin, que con semejante facha he empezado las compras y no se me ha ocurrido otra cosa que coger, lo primero de todo, el palo de la fregona. Como os podéis imaginar, dado el espíritu del Señor de los Anillos que me había traído puesto de casa, pasear con semejante báculo por los pasillos del supermercado me ha dado un parecido más que razonable con Gandalf . Una mezcla bastante turbia, ya lo sé.
(Que conste que yo por lo menos no llevaba gorro. Y la barba esa tan mal peinada tampoco)
Que sí, que estoy muy mal, ya me doy cuenta. La vuelta al curro, que está siendo muy dura. Qué os voy a contar.
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chorradas varias,
estoy p'alla
lunes, 17 de septiembre de 2012
El galimatías de querer y poder
Querer es poder.
Bueno, pues sí. Con matizaciones, pero estoy de acuerdo con esa perla de sabiduría. Ahora bien, eso no quita para que sea una perogrullada que ni se acerca al quid de la cuestión. Y la prueba es que yo puedo autonombrarme una de las madres del acervo popular y enunciar otra verdad absoluta tan de perogrullo como esa:
En verano hace calor.
Sí, claro. ¿Podemos combatir las altas temperaturas? Por supuesto, con largos baños en piscinas y otras masas acuáticas o con un buen aire acondicionado. ¿Podemos sufrirlas con resignación, sin quejarnos a todas horas y negando que estamos asados? Desde luego. ¿Podemos evitar que haga calor? NO
¡Equilicua! ¡Ese es mi argumento! Si queremos algo podemos conseguirlo. Bien, de acuerdo ¿Pero podemos elegir lo que queremos? ¿Cuando querríamos querer algo porque es lo adecuado o lo mejor para nosotros lo queremos de verdad? ¿Podemos obligarnos a nosotros mismos a quererlo? No sé yo... Y ese, amigos, es el verdadero quid de la cuestión.
Y como en el párrafo de arriba no se entiende ni papa, voy a poner un ejemplo. Lo típico: te rompen el corazón y estás en plena fase "nadie en el mundo ha sufrido nunca tanto como yo y jamás en la vida volveré a amar" y blablabla todo el drama. Te metes de lleno en el proceso de recuperación y te obligas a hacer todo lo que se supone que te ayudará: gabinetes de crisis con los amigos, comer chocolate, dejar de autocompadecerte, salir, hacer cosas nuevas, conocer gente... ¿Lo haces porque quieres superarlo? Ni de coña. Lo que quieres es dejar de sufrir, de pasarlo mal. Pero no quieres superarlo porque, para eso, tendrías que aceptar que él o ella no te quiere y eso NO QUIERES aceptarlo. Lo que quieres es creer que él/ella cambiará. Lo que quieres es que él/ella te quiera.
Sabes que eso no pasará y por eso querrías querer asumirlo, porque eso significaría poner un pie en el camino de salida de la negrura en la que estás. PERO NO QUIERES. Y no querrás hasta que pase el tiempo suficiente y el dolor y la rabia empiecen a dejar sitio a algo más. Entonces, sin que intervenga en nada tu voluntad, lo aceptarás. Y en ese momento empezarás a QUERER superarlo.
¿Querer es poder? Sí. Con fuerza de voluntad se llega a casi todas partes. ¿Puede la fuerza de voluntad obligarnos a querer algo, a pensar algo, a creer algo? Insisto: no sé yo...
Bueno, pues sí. Con matizaciones, pero estoy de acuerdo con esa perla de sabiduría. Ahora bien, eso no quita para que sea una perogrullada que ni se acerca al quid de la cuestión. Y la prueba es que yo puedo autonombrarme una de las madres del acervo popular y enunciar otra verdad absoluta tan de perogrullo como esa:
En verano hace calor.
Sí, claro. ¿Podemos combatir las altas temperaturas? Por supuesto, con largos baños en piscinas y otras masas acuáticas o con un buen aire acondicionado. ¿Podemos sufrirlas con resignación, sin quejarnos a todas horas y negando que estamos asados? Desde luego. ¿Podemos evitar que haga calor? NO
¡Equilicua! ¡Ese es mi argumento! Si queremos algo podemos conseguirlo. Bien, de acuerdo ¿Pero podemos elegir lo que queremos? ¿Cuando querríamos querer algo porque es lo adecuado o lo mejor para nosotros lo queremos de verdad? ¿Podemos obligarnos a nosotros mismos a quererlo? No sé yo... Y ese, amigos, es el verdadero quid de la cuestión.
Y como en el párrafo de arriba no se entiende ni papa, voy a poner un ejemplo. Lo típico: te rompen el corazón y estás en plena fase "nadie en el mundo ha sufrido nunca tanto como yo y jamás en la vida volveré a amar" y blablabla todo el drama. Te metes de lleno en el proceso de recuperación y te obligas a hacer todo lo que se supone que te ayudará: gabinetes de crisis con los amigos, comer chocolate, dejar de autocompadecerte, salir, hacer cosas nuevas, conocer gente... ¿Lo haces porque quieres superarlo? Ni de coña. Lo que quieres es dejar de sufrir, de pasarlo mal. Pero no quieres superarlo porque, para eso, tendrías que aceptar que él o ella no te quiere y eso NO QUIERES aceptarlo. Lo que quieres es creer que él/ella cambiará. Lo que quieres es que él/ella te quiera.
Sabes que eso no pasará y por eso querrías querer asumirlo, porque eso significaría poner un pie en el camino de salida de la negrura en la que estás. PERO NO QUIERES. Y no querrás hasta que pase el tiempo suficiente y el dolor y la rabia empiecen a dejar sitio a algo más. Entonces, sin que intervenga en nada tu voluntad, lo aceptarás. Y en ese momento empezarás a QUERER superarlo.
¿Querer es poder? Sí. Con fuerza de voluntad se llega a casi todas partes. ¿Puede la fuerza de voluntad obligarnos a querer algo, a pensar algo, a creer algo? Insisto: no sé yo...
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las cosas de la vida,
qué vida más dura
viernes, 14 de septiembre de 2012
Mis novios imaginarios: Toño
Toño no cuadra exactamente en la definición de novio imaginario que di cuando empecé esta serie de entradas. No es un chico en el que no me fijé en su momento, sino el típico con el que había lo que tenía que haber, por los dos lados, pero nunca a la vez, o en el momento adecuado o sin ningún malentendido que lo estropeara todo. Toño es la típica historia que todos tenemos en nuestro curriculum sentimental en la que nadie llega a entender qué ha fallado pero que, por lo que sea, ni siquiera llega a empezar. Que cuando la recuerdas, piensas... "pero..¿qué pasó". Y siempre te quedas con la duda.
Toño era amigo de unos amigos y me sorprendió desde el primer momento. Tenía una enorme capacidad para descolocarme, para decirme las cosas más inesperadas, para dejarme sin palabras (lo cual ya es difícil con todo lo que hablo). Conseguía hacerme reír más que nadie y le encantaba escandalizarme diciendo auténticas burradas que no pensaba realmente y que soltaba sólo para sonrojarme. Pero sin duda, lo que más me llamaba la atención era el efecto que yo causaba en él.
Ver que sólo yo sacaba su parte más divertida. Que se le escapaban cosas que no quería decir, que tenía reacciones inesperadas y que no le pegaban nada cuando yo estaba por medio. Que mis decisiones le afectaban, que mis meteduras de pata le dolían. Que su frase más repetida era "es que esto... sólo me pasa contigo". Que yo le llegaba más dentro de lo que debería, dado lo poco que nos conocíamos.
Inexplicablemente, a pesar de todo esto, nunca llegamos a entendernos, ni siquiera a lo largo de los años. Cosas de la vida. Cuando pienso cómo habríamos sido juntos, veo bastantes toques de surrealismo, muchas peleas (porque no podíamos ser más distintos) y muchísimas risas. Pero sobre todo veo creatividad, emoción y sorpresa. Una sorpresa continua. Igual es mucho imaginar...
Toño era amigo de unos amigos y me sorprendió desde el primer momento. Tenía una enorme capacidad para descolocarme, para decirme las cosas más inesperadas, para dejarme sin palabras (lo cual ya es difícil con todo lo que hablo). Conseguía hacerme reír más que nadie y le encantaba escandalizarme diciendo auténticas burradas que no pensaba realmente y que soltaba sólo para sonrojarme. Pero sin duda, lo que más me llamaba la atención era el efecto que yo causaba en él.
Ver que sólo yo sacaba su parte más divertida. Que se le escapaban cosas que no quería decir, que tenía reacciones inesperadas y que no le pegaban nada cuando yo estaba por medio. Que mis decisiones le afectaban, que mis meteduras de pata le dolían. Que su frase más repetida era "es que esto... sólo me pasa contigo". Que yo le llegaba más dentro de lo que debería, dado lo poco que nos conocíamos.
Inexplicablemente, a pesar de todo esto, nunca llegamos a entendernos, ni siquiera a lo largo de los años. Cosas de la vida. Cuando pienso cómo habríamos sido juntos, veo bastantes toques de surrealismo, muchas peleas (porque no podíamos ser más distintos) y muchísimas risas. Pero sobre todo veo creatividad, emoción y sorpresa. Una sorpresa continua. Igual es mucho imaginar...
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Círculos imperfectos
Los griegos pensaban que la circunferencia era la forma perfecta. Yo no estoy tan segura. Vale que eso de que todos sus puntos estén a la misma distancia del centro mola y que es más chula que un triste rectángulo o un feísimo pentágono. Pero la circunferencia encierra dentro un círculo... y no hay nada peor que un círculo vicioso.
Lo sé bien porque yo soy muy de meterme en ellos. Tengo una enoooooorme facilidad para entrar y una dificultad aún mayor para salir. Me cuesta poner límites, marcar finales. Tengo la mala costumbre de seguir paso a paso la estela circular que dejan las historias chungas, sin acordarme de que las circunferencias son infinitas, que no se sabe donde empiezan ni donde acaban. Que para escapar de ellas hay que saltar, o cambiar de dirección o, mejor aún, parar. Dejar de poner un pie delante de otro siguiendo un camino que no lleva a ninguna parte.
Y dicho así parece sencillo, ¿no? Sólo hay que frenar. Dejar de echar combustible al motor. Impedir que otros lo sigan haciendo. Eso tan fácil de decir y, a veces, tan difícil de hacer.
Hoy, por fin, lo estoy consiguiendo. Tengo las uñas marcadas en las palmas de las manos de tanto apretar los puños, pero me mantengo fuera del círculo. Está mal que yo lo diga, pero... ¡OLÉ POR MÍ!
Lo sé bien porque yo soy muy de meterme en ellos. Tengo una enoooooorme facilidad para entrar y una dificultad aún mayor para salir. Me cuesta poner límites, marcar finales. Tengo la mala costumbre de seguir paso a paso la estela circular que dejan las historias chungas, sin acordarme de que las circunferencias son infinitas, que no se sabe donde empiezan ni donde acaban. Que para escapar de ellas hay que saltar, o cambiar de dirección o, mejor aún, parar. Dejar de poner un pie delante de otro siguiendo un camino que no lleva a ninguna parte.
Y dicho así parece sencillo, ¿no? Sólo hay que frenar. Dejar de echar combustible al motor. Impedir que otros lo sigan haciendo. Eso tan fácil de decir y, a veces, tan difícil de hacer.
Hoy, por fin, lo estoy consiguiendo. Tengo las uñas marcadas en las palmas de las manos de tanto apretar los puños, pero me mantengo fuera del círculo. Está mal que yo lo diga, pero... ¡OLÉ POR MÍ!
lunes, 10 de septiembre de 2012
El elefante innombrable
Es curioso, ¿no? Todas esas veces en las que el feeling entre dos personas es evidente para una de ellas y lo es aún más para el resto del mundo. Todos ven claramente las chispas de alto voltaje que saltan entre ambos y sin embargo, el otro/la otra implicada no se da cuenta. Que piensas, ¿cómo es posible? ¿De verdad no es consciente? Os es que no quiere reconocerlo... Y no hablo de cuando quieres a alguien que no te quiere, que eso pertenece a una escala superior de putadones. Digo cuando notas claramente el feeling bidireccional y el/la otro/a se hace el longuis.
Porque a ver... Entiendo perfectamente que no siempre la chispa puede evolucionar hacia algo concreto. Es posible que el calambrazo pille a uno de los dos retirado del mercado y no tenga la intensidad suficiente para hacer que quiera cambiar su situación. O que se produzcan dificultades logísticas del tipo "tú estás en Londres, yo en California y los vuelos de Ryan Air ahora casi no llevan combustible, asi que no es cuestión de jugarme la vida y arriesgarme a caer al océano cada dos semanas". O que no sea el momento adecuado para uno de los dos, ese putadón que pasa taaaaaaaantas veces. Así que sí, claro que entiendo que a menudo la chispa se queda sólo en eso, en una descarga. Lo que me sorprende es que el implicado que no se cosca (o no quiere coscarse) pretenda seguir como si nada y tener una amistad normal, sin momentos rarunos y turbios. Eso es im-po-si-ble
Más que nada porque una chispa oportuna bien distribuida es refrescante y divertida, pero calambrazos inútiles continuos chamuscan cualquier relación sana. Y es que en ese ambiente se producen reacciones desproporcionadas ante situaciones simples. Por ejemplo, Implicada 1 quiere ligar con amigo de Implicado 2 e Implicado 2 se pica. ¿Por qué? Bla, bla, bla, bla, excusas sin sentido para no decir la razón real: que el feeling provoca celos.
Otro ejemplo es la limitación de las conversaciones Si hay mucha chispa, los implicados no van a querer contarle al otro sus debilidades, las cosas que les van mal, para seguir dando su mejor imagen y que el feeling se mantenga. Entonces el que no se cosca se cabreará porque no hay suficiente confianza en la relación y la Implicada se estrujará los sesos para no esgrimir el motivo verdadero: que no se cuentan las cosas realmente comprometidas a alguien con el que podría pasar algo.
En resumen: ninguna relación de ninguna naturaleza se puede mantener mientras haya un elefante rosa en medio de la habitación del que no se pueda hablar. Mientras ocurra algo inevitable y evidente, pero que no se quiere reconocer y por tanto nombrar. Por eso, la conclusión parece obvia: o te libras del elefante innombrable o no hay amistad que valga. Es sencillo, ¿no? Entonces, ¿por qué hay tanta gente que no lo entiende?
Porque a ver... Entiendo perfectamente que no siempre la chispa puede evolucionar hacia algo concreto. Es posible que el calambrazo pille a uno de los dos retirado del mercado y no tenga la intensidad suficiente para hacer que quiera cambiar su situación. O que se produzcan dificultades logísticas del tipo "tú estás en Londres, yo en California y los vuelos de Ryan Air ahora casi no llevan combustible, asi que no es cuestión de jugarme la vida y arriesgarme a caer al océano cada dos semanas". O que no sea el momento adecuado para uno de los dos, ese putadón que pasa taaaaaaaantas veces. Así que sí, claro que entiendo que a menudo la chispa se queda sólo en eso, en una descarga. Lo que me sorprende es que el implicado que no se cosca (o no quiere coscarse) pretenda seguir como si nada y tener una amistad normal, sin momentos rarunos y turbios. Eso es im-po-si-ble
Más que nada porque una chispa oportuna bien distribuida es refrescante y divertida, pero calambrazos inútiles continuos chamuscan cualquier relación sana. Y es que en ese ambiente se producen reacciones desproporcionadas ante situaciones simples. Por ejemplo, Implicada 1 quiere ligar con amigo de Implicado 2 e Implicado 2 se pica. ¿Por qué? Bla, bla, bla, bla, excusas sin sentido para no decir la razón real: que el feeling provoca celos.
Otro ejemplo es la limitación de las conversaciones Si hay mucha chispa, los implicados no van a querer contarle al otro sus debilidades, las cosas que les van mal, para seguir dando su mejor imagen y que el feeling se mantenga. Entonces el que no se cosca se cabreará porque no hay suficiente confianza en la relación y la Implicada se estrujará los sesos para no esgrimir el motivo verdadero: que no se cuentan las cosas realmente comprometidas a alguien con el que podría pasar algo.
En resumen: ninguna relación de ninguna naturaleza se puede mantener mientras haya un elefante rosa en medio de la habitación del que no se pueda hablar. Mientras ocurra algo inevitable y evidente, pero que no se quiere reconocer y por tanto nombrar. Por eso, la conclusión parece obvia: o te libras del elefante innombrable o no hay amistad que valga. Es sencillo, ¿no? Entonces, ¿por qué hay tanta gente que no lo entiende?
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las cosas de la vida,
Yo es que alucino con todo
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