No se puede decir que sea la usuaria más activa que ha existido en la historia de Twitter. Yo a esa red social voy fundamentalmente a leer. Casi siempre a reírme, a menudo a informarme y algunas veces a indignarme, pero vamos, básicamente a escuchar más que a hablar. Y es que no termino de adaptarme a ese medio.
Me cuesta expresarme en 140 caracteres y, sobre todo, me cuesta pensar humor en 140 caracteres. Yo soy más de hacer la gracia en plan historieta, con inicio, nudo y desenlace. O sin nada de eso porque me he inventado una absurdez total, pero que por muy absurda que sea necesita una miniestructura. Los chistes a bocajarro no son lo mío, ha quedado más que claro en todos estos años.
Y es que parece que fue ayer, pero yo me metí en el mundo tuitero en enero de 2012 y después de SOLO 38 mesecillos de nada el otro día... como quien no quiere la cosa... llegue a mi tweet número 1.000. Un millar de post en más de 3 años. Voy a la velocidad del rayo, ¿eh?
El caso es que me hizo gracia porque hace días que me fijé en que estaba a punto de llegar a ese número redondo y pensé en buscar un tweet chulo para celebrar la cifra que tanto me ha costado alcanzar. Luego me líe a retuitear cosas que me hicieron gracia y me olvidé totalmente de este plan maestro y cuando me quise dar cuenta ya había publicado sin darme cuenta el número 1000. Era este:
El que me conozca un poco sabe que este tuit me define plenamente. Lo ha dicho @Riveriego pero podría haber sido mío perfectamente porque esa palabras son muy, pero que muy yo. Soy una adicta al chocolate reconocida y orgullosa y he hecho eso (y cosas peores, me temo) en pleno mono un millón de veces. Por eso cuando he visto que, sin proponérmelo, se ha publicado JUSTAMENTE ese tuit con el número 1000 he pensado: ¿Casualidad? No creo... Twitter me tiene calada.