miércoles, 29 de septiembre de 2021

Ganas literarias

Recuerdo que cuando era chavalilla-adolescente odiaba casi toda mi ropa, porque una parte aún era heredada y otra patrocinada y financiada por los SpeedyPadres, que no tenían tiempo para maratonianas jornadas de shopping. Así que se compraba lo primero que me se ajustaba en talla y precio y a correr.

Conclusión: si se llevaban los pantalones de tiro bajo, los míos llegaban hasta las orejas. Si las camisetas de moda eran por encima del ombligo, las mías parecía camisones. No había manera de estar al día, lo que convertía mi armario en un erial y los Zara y Stradivarius en auténticos jardines del Eden llenos de manzanas prohibidas y lo que yo consideraba tesoros de incalculable valor. Ahora pienso que si en aquella época hubiera tenido la posibilidad de probarme todas esas prendas que creía que me encantaban, habría comprobado que me quedaban fatal y se habría roto el hechizo. Pero bueno, la cosa es que eso jamás ocurrió y que yo iba por la vida mirando lánguidamente los escaparates de las tiendas de ropa y suspirando por mi desdicha estilística.

Hoy, ya hecha toda una mujer adulta (aunque joven de espíritu), lanzo los mismos profundos suspiros melancólicos que entonces, pero por lo contario. En vez de creer que todos son modelitos estupendos que no están a mi alcance, paseo desesperada entre las perchas pensando en mi desgracia porque ninguna de esas propuestas estéticas me convence. De hecho, casi siempre me horripilan. Tienen formas imposibles o colores estridentes o agujeros en lugares inaceptables o directamente no sé si son para cubrir el tren inferior o el tren superior. Así que salgo de los comercios de moda física, mental y emocionalmente agotada sin conseguir una triste prenda que llevar a mi armario. 

La parte buena es que ya no hay sufrimiento por lo anhelos insatisfechos. Hay un miedo cada vez más fundado a que llegará un día en el que tendré que salir en bolas a la calle porque mi ropa vieja se habrá roto de tanto usarla y no habré sido capaz de sustituirla por algo me que me guste. Pero sufrimiento por anhelos insatisfechos, no.

Ahora ese sufrimiento llega por los libros. Porque me dedico, craso error, a ver vídeos de youtube y leer blogs de recomendaciones literarias. Como mis finanzas y, sobre todo, el espacio en mi superguarida es limitado, no puedo comprarme todos esos títulos, así que me dedico  a buscarlos en bibliotecas, páginas de audiolibros y demás fuentes de sabiduría. ¿Problema? Que si se han publicado recientemente aún no los tienen, claro. Y me quedo con las mismas ganas que mi yo adolescente mirando escaparates de tiendas de ropa.

Me pasa eso porque soy una ingenua, claro. Y si una booktuber random me dice emocionada que la novela de turno le ha encantaaaaaaaaaado y que no puedo seguir viviendo sin leerla, siempre me lo trago. Luego igual cuando la leo yo no me parece para tanto (porque para gustos los colores y para colores las flores) y ya me ha pasado un par de veces de comprarme algún ejemplar que, en realidad, no se merecía ocupar un sitio en mis escuetas estanterías, ni en mi corazón. Así que ahora intento tomarme las adquisiciones literarias con menos ímpetu y más calma. Pero las ganas no me las quita nadie.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Fanfiction

(Fanfiction: relatos inspirados en libros, películas, series de televisión, mangas, videojuegos o incluso personajes reales, escritos por los seguidores de los originales.)

Voy a escribir una fanfiction. Pero no va a ir de los mágicos habitantes de Hogwarts, ni de los hermanos de "Sobrenatural", ni de Harry Styles y su capacidad inagotable de meterse en movidas. Va a ir de nosotros, que ni somos famosos, ni tenemos fans, pero sí un bonito blog casi desierto en el que YO hago lo que me sale del mismísimo unicornio. Así que al lío.

Ya dice Cath en FanGirl que la gracia de los fanfics es que consigues jugar dentro del universo de alguien más. Reescribir las reglas. O flexibilizarlas. Así que en esta historia tú y yo nos cruzamos un mes antes de que estés centrado en otras cosas, y gracias a ese buen timing, me ves.

Me ves, me abres la puerta y me dejas pasar a tu vida. Y entonces te das cuenta de que, contra todo pronóstico, tenemos bastante en común. Somos cabezotas y constantes y exagerados y creativos y emocionales y nos reímos hasta de nuestra sombra y tenemos un enorme capacidad de trabajo y sacrificio. Y pelín de mal genio. Eso igual un poco también lo tenemos.

Total, que en mi fanfic formamos un equipo y nos mandamos cartas más de humor que de amor, porque la mitad son gracietas con cosas que nos han sorprendido durante la mañana, o memes o chistes superoportunos que hemos leído en Twitter. Y organizamos terapias de sofá, poniéndole contexto y quitándole drama al putadón de turno que le haya pasado al otro ese día. Y hacemos frente común a los spoilers de las series boom del momento, con la esperanza de que conseguiremos esquivarlos hasta que tengamos tiempo de hacer un maratón de capítulos que, en el fondo de los fondos, sabemos que nunca llegaremos a hacer.

Iba a decir que en mi historia me va mejor como superheroína y me respetan y no vivo 20 años de trayectoria laboral desastrosa, pero he pensado en algo mejor. En mi fanfic me doy cuenta mucho antes de lo que que quiero en la vida, de verdad, es escribir y tú me animas a que lo intente. Me convences de que eso es una posibilidad, de que existe esa opción. Que seguramente tendré que reorientar, y buscar alternativas y encontrar soluciones que compatibilicen el mundo ideal que nos merecemos con el mundo real en el que vivimos. Pero que yo, como todos los demás, tengo derecho a intentarlo al menos.

En mi relato viajamos por tus movidas deportivas, claro, pero también vamos a otros sitios chulos como Australia o Nueva York. Y me río de ti porque cuando te has quedado dormido en la playa, te he dibujado con crema solar una "s" pequeña en el hombro y ahora vas a llevar ese tatuaje blanco todo el verano porque te pones negro enseguida y después no consigues igualar el moreno ni a tiros. Y tú te partes la caja cuando me ves llegar llena de moratones de mi clase de remo y me sueltas "la primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha".

Esto es lo que tengo en borradores, por ahora. Como coprotagonista, si tienes alguna sugerencia será bienvenida. Pero que sea una sugerencia chula, ¿eh? Que este tiene que ser un fanfiction molón...

jueves, 23 de septiembre de 2021

Previernes

Iba a deciros que la Ley de Parkinson establece que el trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para su realización y que quién soy yo para llevar la contraria a las leyes de la naturaleza.

Iba a comentaros que, como cantaría Vetusta Morla, hablemos de todo menos del tiempo que se escurre entre los dedos (y que no cunde un mierdo, me permito añadir yo sin tanta lírica)

Pero os voy a confesar la verdad: el domingo estuve de barbacoa infinita (necesaria para mi salud mental y física) y no me dió tiempo a escribir nada. Y como de lunes a viernes los días parecen encogerse como Pepiiiiita Pulgarcita sin darme más opción que limitarme a la supervivencia, no me queda otra que pedir el comodín del público y hacer una entrada-no entrada y pasar, más que nada, a saludar.

Así que eso, que ánimo con este jueves que no es más que un previernes a las puertas del fin de semana y que aunque ya es otoño y hace fresco...

Por la sombra, bombones.


domingo, 19 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 4

 21. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

¿Amor romántico? Ahora mismo cero pelotero, a no ser que cuente mi romance secreto (e imaginario) con George Clooney.

Y si me preguntáis teóricamente, en el gran esquema de las cosas, mucha importancia. Creo que cuando va bien y es sana es una parte muy importante y bonita de la vida.

22. Compartid de forma alterna cinco características que consideréis positivas de vuestro compañero.

Voy a formular la hipótesis de que si lees esto eres (o has sido) bloguero, comentarista o tuitero. En ese caso, 5 cosas positivas: eres creativo, miras mucho y con detalle a tu alrededor, disfrutas con distintos tipos de  expresiones artísticas, tienes sentido del humor y (aquí entre nosotros) seguramente estás un poco pa'allá. Pero eso siempre mola.

23. ¿Tu familia es cercana y cariñosa? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

En mi familia somos todos unos cardos borriqueros y más brutos que un arao pero de alguna forma sabes que siempre puedes contar con todos para lo que haga falta. Es lo más importante y me considero de verdad una privilegiada, no todo el mundo puede decir lo mismo. 

Y mi infancia fue feliz. Tenía mal genio, discutía continuamente con mis hermanos, me agobiaba a la mínima y todo me frustraba mogollón, pero creo que era bastante feliz, la verdad. ¿Más que los demás? No lo sé. Pero feliz, desde luego.

24. ¿Cómo te sientes respecto a tu relación con tu madre?

Bien. La pobre ya se está haciendo mayor y cada vez me cuesta más que entienda algunas de mis decisiones, pero siempre ha sido (y sigue siendo) una madre guay.

25. Esta pregunta no la entiendo del todo y no creo que se pueda responder si no es en vivo y en directo, así que me la salto.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

Ahora mismo, ojalá tuviera alguien con quien compartir mi pasión por escribir, hablar sobre escribir y literatura hasta llegar al detalle absurdo sin dar la turra porque a la otra persona le emociona tanto como a mi.

Y más en general cojo la respuesta que da el prota del libro y digo "Ojalá tuviera alguien con quien ser"

27. Si te fueras a convertir en un amigo íntimo de tu compañero, comparte con él o con ella algo que sería importante que supiera.

Cuanto más verdad, más intenso y más doloroso es algo, más me cuesta expresarlo de palabra. Paciencia conmigo, por favor. 

28. Esta cuestión tampoco se puede responder en este formato, qué le vamos a hacer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento embarazoso de tu vida.

Tengo muchísimos, por lo menos uno por día, pero hay uno relativamente reciente que me hace gracia porque es tan surrealista que todos piensan que me lo invento. Ojalá fuera invent, pasé bastante corte.

Primer mes en un gimnasio nuevo. Cuarto día que voy a clase de bici con un monitor muy majete que se metía mucho con nosotros de broma y por eso siempre decía de coña que le podíamos insultar también a él, para quedarnos tranquilos. A mi, DE COÑA TOTAL, se me ocurre decirle, después de una sesión muy dura, "me cago en tu puta madre" y él me contesta señalando a una señora de una bici de primera fila. "No, que está aquí". 

Resultaba que esa señora era la madre del monitor y había ido ese día a ver como daba clase su hijo. Nunca iba, fue sólo ese día porque le hacía gracia verle. Yo no tenía ni idea de eso y fue juuusto el día que elegí yo para cagarme en ella y llamarla puta delante de sus narices. Os podéis imaginar la carcajada general, claro.


viernes, 17 de septiembre de 2021

Posturea para que todo el mundo lo vea

El otro día leí que hay un porrón de peña que sigue muriendo (¡a estas alturas!) de cáncer de pulmón relacionado directamente con el consumo de tabaco. Y eso a pesar de que ese tema está investigado, demostrado y nos lo vienen advirtiendo hasta la saciedad desde ni se sabe cuando.

El otro día leí también que hay un porrón de peña, sobre todo chavalada, que ven afectada su salud mental a causa de las redes sociales. Síntomas de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, ciberbullyng y una dependencia de estas aplicaciones prima hermana de las de las drogas clásicas. Y eso que esto también hace  tiempo que nos lo están avisando. Aunque menos que lo del tabaco, es verdad.

Yo en este este asunto tengo suerte, supongo. No me ha costado ningún esfuerzo mantenerme alejada de estas movidas porque nunca me ha llamado la atención fumar, ni meterme de todo, ni siquiera tomar café. Con las nuevas tecnologías, tres cuartos de lo mismo. 

A Facebook llegué tardísimo. Me lo hice sólo porque hubo una época que la peña convocaba las fiestas de cumple por esa vía, nunca lo entendí demasiado y me dedicaba a postear allí capturas de chistes que me habían hecho gracia en Twitter. Lo usaba fatal y por supuesto no me enganché.

La única red social en la que he permanecido es, precisamente, Twitter, y creo que es porque, en realidad, no se me puede considerar usuaria. Soy como una espectadora, más bien. Leo para informarme o echarme unas risas, pero prácticamente nunca escribo. Interactúo lo justo, retuiteo lo que me mola y casi nunca me llega el odio que inunda esa aplicación. Leo mucho las quejas sobre ese odio, veo las capturas de otros, pero a mi, la verdad, no me salpica. Será porque no escribo, me imagino.

A Instagram no es que haya llegado tarde, es que ni siquiera se puede decir que he llegado. Me abrí uno por motivos laborales y cada vez que entro tengo que cambiar la contraseña porque se me olvida de la cantidad de tiempo que transcurre de una vez para otra. Esa app nunca me enganchó. No le di tiempo, supongo. Toda esa felicidad fingida, esas fotos perfectamente trucadas, esos filtros evidentes me echaban para atrás porque me olían a cerrado, me parecían un decorado de cartón piedra. Soy la primera que se compara y que siempre cree que los demás tienen una vida mejor que la mía. Me creo hasta las películas románticas en las que el enamorado para un avión en marcha para retener al amor de su vida. ¿Pero Instagram? Lo siento, pero no me creo nada. De hecho, les sugeriría a los jefazos de esa app que añadieran un nuevo botón al lado del corazoncito, algún emoticono molón para poder decir: "Buen intento, pero no me lo trago. Yo te conozco en la vida real y no eres así."

Y de Tik Tok mejor ni hablamos, porque aún no he sido capaz ni de abrirme mi propia cuenta. Por ahora uso la de los SpeedySobris para que me enseñen lo que les hace gracia, con eso no os digo nada y os lo digo todo...

Bastante chungo es ya de por sí el día a día como para tener que estar midiendo la felicidad en likes, ¿no?




domingo, 12 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 3

Bueno, pues aquí otra tanda de respuestas. Ya quedan menos. Vamos allá.

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

¿Voy a encontrar mi sitio? ¿Y donde está?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

Viajar a sitios lejanos, tipo Australia o algún rincón donde ver bien las auroras boreales. No lo he hecho aún primero por dinero, luego por falta de vacaciones y ahora más que nada por el CoronaSuplicio este.

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

Aún no lo he conseguido, pero todavía queda partido, preguntadme dentro de unos años.

16. ¿Qué es lo que más valoras en un amigo?

Que me ayude cuando lo necesito. Con acciones concretas, no con palabras. Trust actions, not words.

Las preguntas 17 y 18 me las salto por ahora, las he pensado un montónd e rato y no me decido sobre qué debería contestar. Las dejo para la siguiente entrega y las cambio por las cuestiones 19 y 20.

19. Si supieras que en un año vas a morir de manera repentina, ¿cambiarías algo en tu manera de vivir? ¿Por qué? 

Gastaría más dinero en experiencias chulas como viajes alucinantes. Hasta ahora me he cortado bastante porque estoy en prebancarrota continua y no quiero acabar viviendo debajo de un puente, pero si en un año cierro sesión me llegan los fondos hasta entonces.

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

Reciprocidad (no se puede ser amigo de alguien que no se considera amigo tuyo en el mismo grado), cariño, generosidad y aceptación.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Atención amorosa

¡Qué cabrita es la atención a veces!, ¿eh? 

Porque, vale, el cerebro no puede captar a la vez la montonada de estímulos a los que nos vemos expuestos en cada segundo de nuestra vida, así que elige unos cuantos, que son los que procesamos. Normal, no se puede llegar a todo. 

Y vale que si, además, nos concentramos en algo muy concreto se nos escapa prácticamente todo lo demás. Y a las pruebas me remito, no hay más que ver el experimento del vídeo de abajo. A los que no lo conozcáis no doy detalles para no hacer spoilers. Al resto ya sabéis de lo que estoy hablando.


 


Menos exagerado que cuando nos concentramos tantísimo en algo, esto ocurre a menor escala en todas las facetas de la vida. ¿El culpable? El sistema activador reticular ascendente, que nos hace fijarnos en lo que nos interesa. Por eso cuando estás decidiendo si comprarte un Opel Corsa rojo de repente ves ese coche muy a menudo por la calle o cuando te planteas formar una familia, "casualmente" no haces más que encontrarte embarazadas por todas partes. Nos fijamos en lo que pensamos.

De esta base parten algunas de las teorías (excesivamente optimistas, en mi opinión) de que atraes en la vida lo que llevas dentro. Que si visualizas todo el rato cosas buenas, te pasan todo el rato cosas buenas. Y en finnn, no sé... Eso es irse un poco pa'lo hondo, yo creo. Pero lo que sí es cierto es que no se puede encontrar lo que no se busca. Me voy a explicar.

Leí el otro día en el último libro de Marian Rojas que el sistema activador reticular ascendente también influye a la hora de elegir pareja. Ella sostiene que si tienes claro lo que quieres en una relación será más fácil que aparezca porque tu cerebro lo buscará todo el tiempo, sin que te des cuenta. Por eso será más probable que "lo veas", (te fijes) cuando se te cruce. Es decir, no se trata de un milagro que hace aparecer a la persona de tu vida como por arte de magia, sino más bien de un dispensador de collejas virtual para que espabiles y te cosques si cuando te lo encuentras estás a por uvas.

A mi esto segundo no me parece imposible y entonces viene cuando la matan, claro. Porque lo siguiente que sostiene Marian en el libro es que necesitas saber qué tres características consideras más importantes en una pareja.

 ¿Tres ? 

¿¿Tres??

 ¿¿¿Sólo tres??? 

¡Qué pocas!, ¿no? ¿Vosotros podríais elegir? Yo lo estuve pensando el otro día y me cuesta, la verdad. Había que decidir entre inteligente, interesante, con valores, atractivo, culto, inquieto, extrovertido, de hábitos saludables, activo, cercano a su familia, tacaño o maniroto a la hora de gestionar el dinero, deportista, con ideas políticas y religiosas compatibles con las propias, que le gusten los animales, que tipo de aficiones tiene... El listado era largo y había que escoger sólo tres.

¿Cuáles son las vuestras? A ver si me inspiro...

domingo, 5 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 2

Sigo con el experimento bloguero del otro día, porque, total, ya que he empezado vamos a tirar pa'lante. 

Siguientes seis preguntas.


7. ¿Tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?

Muchas veces sueño que va a ser una muerte abrupta, un accidente de coche, un infarto o un ictus, pero no sé si eso se puede calificar exactamente como corazonada porque no me lo creo del todo.

8. Di tres cosas que creas tener en común con tu interlocutor.

No sé quien está leyendo esto para ser considerado mi interlocutor así que voy a jugármela inventándome algo:

A)Si lees esto eres (o has sido) bloguero de acción o de corazón (aunque nunca hayas abierto un blog habrás querido hacerlo alguna vez). Ya somos dos, yo también

B)Seguramente te gusta mucho leer. Me too.

C)Y la tercera tiene doble vertiente: o nos conocemos "virtualmente" hace mucho porque eres uno de los pocos que resisten de los años de la blogoesfera del Pleistoceno superior o a los dos nos gusta mucho internet porque has llegado aquí de casualidad buscando algo sobre tu prima lejana o Los Increíbles. Bienvenido en ese caso, por cierto.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

Mi familia.

10. Si pudieras cambiar algo en cómo te educaron, ¿qué sería?

Ser más expresiva en cuanto a mis sentimientos y menos tímida. Aunque a lo mejor es una cosa que me viene de fábrica y no de la educación que me dieron, no sé.

11. Tómate cuatro minutos para contar a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible.

Si empiezo no voy a limitarme a los cuatro minutos ni de coña, así que no demos la turra más de lo estrictamente necesario. Además, si estás aquí y has pasado por mi blog de vez en cuando, más o menos ya te haces una idea porque por estos lares va saliendo lo más relevante de mi vida (a grandes rasgos, ya tu sabe.) Como decía Lucia Berlin en una gran frase que le leí el otro día sobre lo que escribía: "Exagero mucho, y a menudo mezclo la realidad con la ficción, pero, de hecho, nunca miento." 

12. Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?

Ya tengo supervelocidad como superheroína, ¿qué más quiero? jajajaja 

No sé, siempre pienso que me gustaría leer el pensamiento, pero sólo si es selectivo y  puedo apagar la habilidad cuando quiera porque hay mucha gente muy cabrona y sería tristísimo oír todo el rato lo que piensan esos. Así que el superpoder que quiero es oír los pensamientos sólo a quien quiera y cuando lo pida, por poco rato.

Ah, bueno y teletransportarme. Teletransportarme también, claro.


Vuestro turno

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Epaminondas

Me acuerdo de un cuento que había en casa de mi abuelo cuando yo era pequeña. Se llamaba Epaminondas y me horrorizaba, me parecía tristísimo. Iba de un niño negrito muy pobre, que como no tenía nada más, su madre le ponía el nombre de un general famoso y reputado para que por lo menos tuviera eso en la vida, un gran nombre. Y por no fuera ya suficientemente triste, al chaval le explicaban las cosas y como no se terminaba de enterar el pobrecillo, le dejaban poco menos que por lerdo en la historia. Aquello me indignaba. "Igual el crío no es tonto, igual lo que ocurre es que no se lo estáis enseñando bien, cabrones.", pensaba yo.

Total, que se me ha ocurrido buscar el cuento ahora y resulta que va precisamente de eso, de la dificultad de hacerse entender en el proceso de aprendizaje. En las versiones actuales le han quitado todo el tema de la raza y la miseria, que no venía muy a cuento tampoco (nunca mejor dicho) y algo mejora porque el prota parece ligeramente menos lerdo. Pero aún así queda como un tonto y me cabrea. El niño se limita, como es lógico y normal, a cumplir con lo que le dicen los mayores. Si le explicas que la mantequilla hay que llevarla fresquita para que no se derrita, él lo hace. Y es lo que va a hacer las siguientes veces, porque es lo que le has dicho que tiene que hacer. Luego las siguientes veces son casos distintos y hay que hacer otra cosa y el chaval hace lo mismo. Pues claro. ¿Cómo lo va a saber él si es un crío y no tiene ni idea de la vida? En fin, me indigno.

El caso es que yo estos días me siento muy Epaminondas. Siempre lo soy, de hecho, cuando aprendo algo nuevo. Las teorías abstractas y las explicaciones generales no me sirven para mejorar. Necesito algo concreto sobre lo que corregir o modificar para visualizar, asimilar o intuir qué es lo correcto. Necesito hacer una propuesta sobre la que se señalen los errores para comprender qué es lo acertado. ¿Qué peligro tiene esto? Algo que me ocurre, desgraciadamente, muy a menudo: aprender la lección equivocada. Ver una corrección y pensar que es por A cuando en realidad la causa es B. O aplicar esa misma corrección en las siguientes ocasiones y que, como le pasa a Epaminondas, sean casos distintos en los que había que hacer algo diferente.

Mogollón de mis malentendidos como contadora de cosas tuvieron este origen (mezclado con unos jefes insufribles que, en realidad, ni sabían ni querían enseñar). En la supermovida era el pan de cada día. Y ahora lo sufro aprendiendo a escribir otras cosas. Creo entender algo, lo aplico a la siguiente y resulta que para ese contexto no sirve. Y yo sólo pienso, como Epaminondas: "Si he hecho lo que me dijisteis, jooooooooooo"