jueves, 23 de abril de 2015

Inconscientes

Veo que la gente se enamora. Que quiere, que desea, que ama. Que se emociona, que se estremece, que se apasiona.

Veo a la gente que disfruta de la estupenda sensación de estar enamorado. Que no puede concentrarse. Que compra el pan dos veces el mismo día. Que no consigue dejar de sonreír. Que sólo quiere hablar de su amor. Escribir de su amor. Estar con su amor.

Veo a la gente que vive físicamente su enamoramiento. Que besa. Que abraza. Que acaricia. Que descubre rincones inexplorados en el cuerpo del otro. Que experimenta sensaciones inéditas en el propio. Que utiliza la cama para todo, menos para dormir.

Veo a la gente que encuentra a SU persona. Ni su media naranja ni su medio limón, sino alguien que le escucha, que le cuida, que le entiende. Alguien que le admira, que ve a través de su interior, que le regala su plena confianza. Alguien que le sabe llevar.

Veo que la gente se enamora y no le da importancia. Creen que es lo normal, lo lógico, lo habitual, algo al alcance de todos, que le puede pasar a cualquiera en cualquier momento. Veo que la gente no se da cuenta del milagro que está viviendo y pienso...

¡¡Inconscientes!!

martes, 7 de abril de 2015

Crear creatividad

No sé qué pasa, pero por mucho que intento ponerle las pilas al ritmo de actualización de este mi blog no hay manera. Yo creo que se ha abierto un agujero negro en algún lado que se traga las entradas que escribo, porque si no, no me lo explico.  Es eso o que estoy colapsada total, una explicación perfectamente verosímil pero infinitamente más sosa, qué duda cabe.

El caso es que yo creo que es más una falta de tiempo que de ideas, porque la cosa es que yo me noto que los temas están allí, agazapados en mi cerebro, escondidos para que nadie les levante del sofá y tengan que ponerse a trabajar. Si encontrara unos minutos de tiempo que irrumpieran en mi cabeza en chándal y con silbato y al grito de "uno, dos, uno, dos" les obligaran a mover el culo a mis ideas al más puro estilo personal trainer, esta situación se iba a acabar, ya os lo digo yo.

Pero en fin, mientra espero este milagro de andar por casa voy colgando esta maravilla por aquí. La verdad, no recuerdo de donde lo saqué (por eso no pongo enlace), pero me parece una chulada y como yo este blog lo uso en plan "puerta de la nevera donde pongo todo lo que me apetece tener a la vista", pues aquí se queda.

Ale, por la sombra, bombones.



miércoles, 1 de abril de 2015

Yo no soy esa

Ahora mismo tengo varios frentes abiertos. No voy a entrar en el detalle porque esto ya os lo he contado otras veces y poco más se puede aportar, pero vamos, el resumen es que está la cosa chunga. Estoy entre colapsada, aterrorizada y expectante. De hecho, no me vendría mal algo de esto.



Esta permanente situación de "a saber qué coj*nes pasa ahora" incrementa peligrosamente mis niveles de estrés y de nervios lo que está minando de forma preocupante mis reservas de buen humor. Como consecuencia, mi mala leche se ha fortalecido, se ha multiplicado y se está extendiendo por cada rincón de mi organismo. Intento hacer todo lo posible por controlarla, pero a menudo me siento a punto de explotar, no os hacéis una idea hasta que punto. Aprieto los puños, respiro hondo y resisto, resisto y resisto, pero aún así vivo con el miedo de montarle un pollo a alguien que probablemente no tenga la culpa de nada sólo porque no he podido aguantarme más. Un horror.

El tema me molesta especialmente porque yo no soy así. Cualquier miembro de la Speedyfamily os dirá que tengo un mal genio titánico pero que jamás me veréis demostrarlo porque soy un prodigio del autocontrol. Miles de oportunas broncas, necesarios castigos, duchas frías con ropa y zapatos y merecidísimos cachetes me ayudaron a aplacar mis absurdas rabietas infantiles y a convertirme en una adulta que se enfada con mucha intensidad, pero a la que casi no se le nota porque nunca lo paga con nadie. Algo de lo que me siento tremendamente orgullosa, por cierto.

Normalmente uso la risa como antídoto. Para mi es como un agua milagrosa que apaga las llamas de la mala leche cuando están a punto de prenderlo todo. Ahora mi vida colapsadísima enciende tantos focos a la vez que no llego a controlarlos ni con una manguera, ni con un camión cisterna de carcajadas y el fuego del cabreo se extiende hasta que el humo se ve desde fuera.

De repente soy la típica que va por la vida con cara de pocos amigos. La típica que murmura entre dientes. La típica que lanza laaaaaaaaaaaargos suspiros de desaprobación. La típica que se queja por todo. La típica gruñona.

Y me da rabia, porque yo no soy así.  No quiero ser así. Yo no soy esa.