Esto lo vi en Twitter el otro día, no guardé el tuit y ahora no encuentro el autor, si alguien lo sabe ahí tiene los comentarios. Era una profe, creo, cuyo alumno de intercambio francés se había hecho un poco lío de idiomas y había inventado en un examen un término TAN GUAY que debería existir en castellano: narratriz. NARRATRIZ. ¿A que mola?
Es sonoro, contundente, abarca un enorme campo semántico molón al máximo y además da un poco de consuelo cuando hace falta. A mi, al menos. Os cuento.
La semana pasada tuve una de esas sesiones de tormentoEscritura en la que sufres como una perra porque no consigues que la cosa avance ni pa'lante ni pa'trás. Fue uno de esos ratos en los que de verdad llegas a creer que se te ha secado el cerebro como a Don Quijote y que nunca más vas a tener una buena idea. Como suelen hacer, Daina y PorCU, los trolls de mi cabeza, aprovecharon la ocasión para hundirme: que si eres inútil, que si no sirves para esto, que si por qué no lo dejas de una vez..
Y entonces este término intervino cual superhéroe salvador y pensé que igual no soy lerda, que a lo mejor lo que pasa es que soy narratriz. Porque es lo que he hecho desde siempre en este blog, lo que me brota natural: TRANSFORMAR más que crear desde cero. Coger una escena, un personaje real, un sentimiento verdadero y estirarlo, retorcerlo, sacarlo de contexto, mezclarlo hasta que surge algo nuevo, algo mío. NARRAR lo que veo después de pasarle mi filtro. Eso me sale sólo, no me exige ningún esfuerzo. Sin embargo inventar de la nada hay días que me cuesta la vida misma.
Y después seguí pensando y me di cuenta de que esto le pasa a todo quisqui, hasta a los seres sobrenaturales. Porque la madrina de Cenicienta necesitó la calabaza para hacer aparecer la carroza y no habría habido caballos para tirar de ella si los ratones no hubieran estado allí. Y si a ella que tiene varita y polvos mágicos le hace falta materia prima de la que partir, pues a mi también.
No soy inútil, soy narratriz. No me quitéis la ilusión.