lunes, 31 de enero de 2022

Bloqueos mentales

Antes (iba a decir de pequeña, pero igual no hace tanto de eso) cuando me gustaba mucho un chico era incapaz de recordar su cara. A ver, no en plan aneurisma cerebral. Le reconocía cuando le veía en persona o en fotos, pero no conseguía componer la imagen mental de su rostro en mi cabeza. Pensaba en él y, simplemente, no podía visualizarle. No sé explicarlo mejor. Esto me ocurría sólo mientras tenía sentimientos fuertes. Ya luego se me pasaba el cuelgue y este bloqueo cerebral raruno se desactivaba.

(*Inciso

Durante años pensé que era el único bicho raro con esta tara y no se lo dije a nadie, hasta que un día por casualidad me enteré de que a una amiga mía le pasaba lo mismo. Sólo a efectos estadísticos: si alguien que lea esto le ocurre o sabe de alguien a quien le ocurra, ¿podrían decirlo en los comentarios? Es más que nada por curiosidad. A lo mejor es más común de lo que creo. O quizá no y, efectivamente, mi amiga y yo somos bichos raros.

Fin del inciso*)

Total, a lo que iba. Este bloqueo mental me sucede menos ahora (creo) pero ha sido sustituido por un bloqueo escritor. Voy a ver si consigo explicar esto.

Cuando quiero que me pase algo en la vida que no me pasa, tiendo a inventármelo. Depende de lo rayada que me tenga el asunto, le pongo palabras o no, pero siempre escribo una escena mental. Me imagino bordando esa entrevista de trabajo que he pifiado, o saliendo airosa de mi último ridículo, pero, SOBRE TODO, me visualizo viviendo el-amor-todo-el-rato-siempre con el maromazo de turno que no me hace ni caso. Esto lo hago tantísimo que tengo hasta una categoría específica: los videoclips.

¿Sabéis las pelis románticas que para resumir en un minuto la evolución feliz de los dos protas montan escenas de diferentes momentos bonitos con música de fondo? Pues yo lo mismo, sólo que el montaje está sólo en mi cabeza, los momentos son inventados (porque, os recuerdo, maromazo de turno no me hace ni caso) y la canción la escojo según mi estado anímico. Diría que me da vergüenza admitir que hago esto de los videoclips, pero la la verdad es que no. Ni pizca. Denunciadme si queréis.

Lo raro es que últimamente no puedo. Ni imaginar montajes musicales ni escribir escenas de maromazos, en general. Sé lo que quiero inventar: como coincidimos en la feria del libro, o en el supermercado o lo que me dice cuando nos reencontramos después de un mes sin vernos. Las risas por mi flexibilidad en clase de pilates, la ternura de conocer a su sobrino peque o lo buen acompañante que sería en urgencias en algún simulacro de Jamacuco Supremo.

Veo clara la lista de escenas, pero no puedo escribirlas, como cuando tienes la idea  para una entrada del blog y luego no encuentras ni a tiros la manera de darle forma, de ponerle palabras. Ahora, además de todo lo demás, tengo bloqueo escritor-sentimental o el nombre técnico científico que le quería poner a mi patología raruna.

Lo que me faltaba para el duro.

viernes, 28 de enero de 2022

El veneno está en la dosis

No se puede decir que no lo hayas hecho poco a poco. Eso es verdad.

Y no era mala idea. Tratar que me desenganchara de forma gradual, sin traumatismos, sin (tanto) sufrimiento. Enseñando a mi cuerpo a tolerar el síndrome de abstinencia, entrenándole para soportar cada vez más cantidad de ausencia conforme disminuías la dosis.

Y menos mal, porque me acuerdo del principio que era todo una explosión, para lo bueno y para lo malo y no podía ni imaginarme pasar ni un día a cero. La intensidad era tal que quitármelo de golpe me habría destruido. Habría colapsado.

Así que fuiste reduciendo la aportación. Poco a poco, así como sin querer. 

Menor concentración. Menos horas. Un día sí, uno no. Uno de cada tres. Una semana en blanco. Una quincena de vacaciones.

Hasta tuvimos un par de ensayos generales, meses de carencia, simulacros de fin. Pero luego, de alguna manera, siempre había una resurrección.

Por eso igual ahora lo llevo tan mal, supongo. Porque cuando fui consciente del proceso, pensé que llegaría  a meta sin darme cuenta, que habría normalizado tanto la nada que ni me acordaría de que antes había algo. Sin embargo hoy, al tocar el nivel cero, he sentido como si me arrancaran una tirita de golpe. Se acabó. No hay un quizá, ni un milagro posible. Nadie va a resucitar. Qué dolor.

Y lo haces por mi bien. Lo sé. Es lo mejor para mi. Lo viejo tiene que salir para dejar espacio a lo nuevo.

Pero no quiero. 

Querría querer. Me encantaría querer. 

Pero no quiero.

Duele.


martes, 25 de enero de 2022

Arquetipos

"Su sonrisa era como el haz de luz de un faro y hacía que todo el mundo se sintiera un poco más seguro. También era una orden, obligaba a todos los demás a devolver la sonrisa".

El bar de las grandes esperanzas. J R Moehringer

 

(Al loro, que sólo llevo 20 páginas del segundo libro de  J R Moehringer que me leo y ya estoy usando una frase suya para una entrada de este blog. Esta vez ni siquiera he esperado a la mitad del libro como en el de Agassi. ¿Creéis que esto ya se puede diagnosticar como enfermedad? Yo creo que sí, ¿no? En finnnnnnn)

Lo que más me gusta de ti es tu sonrisa, sin duda. No sabía por qué hasta que lo leí el otro día en un libro. Me encanta porque no es que sea contagiosa, es que es una orden. La ves y te obliga a sonreír. No hay escapatoria.

Diría que me gustan más cosas de ti, pero en realidad casi todo es inventado. O deducido, que en el fondo viene a ser un invento aguachinao, de garrafón. Supongo que por eso hace tiempo ya que tú no eres tú, sino un personaje. Un arquetipo, más bien. A ver como te explico esto...

¿Sabes las obras de teatro clásico, las de la Comedia del Arte, por ejemplo? Se llamaran como se llamaran, tuvieran el argumento que tuvieran, siempre seguían unas pautas fijas con un elenco de protagonistas y secundarios idéntico. Está Arlequin, que es holgazán y glotón, Polichinela que suele ser ladrón y estafador, Colombina, confidente de la prota femenina... y los enamorados y las damas, claro, que eran los principales. Cambiaban los actores, los nombres y las aventuras que vivían, pero los arquetipos eran casi iguales de una obra a otra.

Pues tú ahora eres eso, el arquetipo del enamorado. La máscara. El molde. Fuiste el último que vistió el personaje y por eso se le ha quedado un poco tu olor, tu esencia. Eso mezclado con los sentimientos generales (no concretos) que caracterizan ese rol, forman la brumilla que continúa asociada a tu nombre en el reparto. Pero son sólo eso, restos. 

Cuando toque (espero que pronto) aparecerá un nuevo candidato para el papel. Su tono, su modulación, su intensidad, su proyección de la voz, su capacidad de improvisar y su movimiento en el escenario generarán material para rellenar el molde que ahora está vacío. Y entonces sí, POR FIN, se producirá el relevo, se añadirá su nombre en el reparto y tú podrás irte al camerino a descansar. Que ya tendrás ganas, supongo.

Yo, desde luego, no veo la hora...

domingo, 23 de enero de 2022

Mucho ego

Antes de que la blogoesfera estirara la pata, allá por el Pleistoceno superior, había muchos blogs personales y, por tanto, muchas críticas a los blogs personales. Algunos pseudoexpertos en redes los llamaban irónicamente los "hoy me ha mirado", como haciendo referencia a que el autor buscaba ser el centro de atención contando cosas sobre su vida y sus pensamientos. Muchos no blogueros, de hecho, acusaban a los autores de ser unos egocéntricos que sólo escribían para hablar de ellos.

Siempre me ha hecho gracia esta crítica y ahora más, claro. Porque siempre, pero hoy más que nunca, las redes sociales van de eso, de enseñar tu vida a los demás, de hablar de ti. Todo quisqui hace foto al plato del restaurante para publicar lo que ha desayunado y seguro que entre ellos están tooooooodos esos que acusaban a los blogueros de tener mucho ego por hacer textos sobre sus cosas. Ah, pero tu post de la tostada con aguacate en el hotel del viaje a Formentera no es para nada egocéntrico, ¿eh?

De hecho, ya antes del Instagram y TikTok universales, esta crítica era un absurdo. Porque a ver, ¿de qué tratan las canciones? ¿las películas? ¿los libros? De nosotros, de lo que nos pasa, que es lo que mejor conocemos. Pero TO-DOS.

Que se lo digan a Taylor Swift que nos ha relatado su vida amorosa temazo a temazo. O a Shakira, que cuando estaba in love total con Piqué nos castigó con la tortura esa de la boca redondita y la barbita (y eso que ella era mucho más de meter caña. Mogollón de sus hits como este o este huelen a novietes cabritos que apestan).O a los precursores por excelencia del antepasado de Tinder: las relaciones por carta. ¿O qué creéis, que Sergio Dalma no se escribía con una tal Galilea o que Miguel Ríos no compuso Santa Lucía a ver si conseguía convencer a su ligue a distancia de quedar en persona? Ya os digo yo que sí, aunque el nombre concreto no fuera Galilea.

Voy más allá: si tuviéramos una máquina del tiempo y viajáramos hasta los años de Cervantes, veríamos que en el día a día del Manco de Lepanto había alguien que recordaba lejanamente a Don Quijote y a Sancho. ¿Que luego, por supuesto, el tío es un crack que se inventa todo tipo de molinos de viento y aventuras varias para sacarse de la manga una novelaza de partirse de risa, que además es un retrato de la psicología humana? Pues sí, claro, porque Cervantes era un genio. Pero también me juego lo que sea a que más de un episodio de esa obra de arte tenía una inspiración real, por remota que fuera. Y no me imagino a los lectores de Cervantes criticándole en plan: "Hay que ver, el egocéntrico de Miguel ya está hablando otra vez de él en sus libros. Porque la Dulcinea del Toboso esa, que encima es la misma que Aldonza Lorenzo, me recuerda sospechosamente a su amor de juventud Aldoncilla Loren. De verdad, los escritores, cuánto ego tienen".

No sé. Rodar una película, componer música, pintar un cuadro, escribir lo que sea (con más o menos talento, me da igual) es, usando el término de moda, crear contenido. Llamadlo como queráis, pero al final significa poner algo donde no había nada. Partir de cero es muuucho más difícil, requiere más esfuerzo. Transformar hasta hacer irreconocible un episodio real, añadirle circunstancias y personajes inventados a una emoción verdadera es más sencillo, no hace falta tanta energía. Y además es suuuuuuuuuuuper liberador.

¿Los blogueros tienen mucho ego? No sé, si tú lo dices... Yo creo que todos hablamos todo el tiempo de nosotros, es la naturaleza humana. Unos lo hacen de copas con su pandilla, otros en conversaciones telefónicas infinitas con su madre, otros con fotos en Instagram, otros necesitan ponerle los acordes de una guitarra y a otros escribir es lo que les salva.

Pero asumidlo, colegas, seáis del grupo que seáis... estamos todos en el mismo barco.

domingo, 16 de enero de 2022

El crossover definitivo

Mis neuronas mueren a pasos agigantados: el 99% de las veces que voy a la cocina ya no me acuerdo de la razón por la que había ido hasta allí y se me olvida todo lo que no apunto. TO-DO. Una cosa ya de preocupar, de verdad os lo digo. Y lo que es aún más preocupante es lo mal empleada que está la exigua reserva neuronal que me queda. Las pocas neuronas que siguen vivas en mi cerebro sólo guardan chorradas con cero utilidad y aplicación práctica en mi vida diaria. 

¿Quién y con qué alocado proceso decidirá qué recuerdos permanecen en el cerebro y cuáles se eliminan? Porque, desde luego, el comité de expertos que gestiona en mi cabeza deja mucho que desear. Conservo muy pocos recuerdos de niña y casi ninguno es especialmente significativo, ni entrañable, ni bonito. Son como momentos random, sin trascendencia, que no me impactaron de ninguna manera y que, sin embargo, siguen allí. A saber por qué. Igual yo no tengo comité de expertos y todo depende de un sorteo tipo el del Gordo de Navidad. Eso explicaría muchas cosas...

Como que me acuerde muy bien de los viernes por la noche en mi casa cuando yo tenía unos 10 o 12 años. La Speedyfamily al completo alrededor de la tele. Visualizo hasta donde estaba sentado cada uno. Se veía el informativo, luego dos series de humor de media hora que ponían seguidas y después Sensación de Vivir. Y se cenaba pizza hecha en casa.

Las series iban cambiando. Una se llamaba Nido Vacío de la que no recuerdo absolutamente nada excepto el título. Me encantaba Jóvenes Policías, supongo que por lo marchosa que era la intro y por lo guapérrimo que estaba Joh`nny Deep. Y las Chicas de Oro, claro, que nunca llegué a entender del todo porque estaba fuera por completo de su público objetivo, pero que aún así me hacía gracia.

El otro día me encontré algunas escenas en Youtube y me planteé seriamente revisionarla, pero sería un error, me temo. Entendería cosas que de pequeña se me escapaban, pero habrá aguantado mal el paso del tiempo, supongo. Casi prefiero no comprobarlo.

Eso sí, dejo por aquí el crossover definitivo: Julio Iglesias, nuestro Julio, en Las Chicas de Oro. Sin palabras.


domingo, 9 de enero de 2022

Más sumas que restas

Nada, yo hoy sólo vengo a pinchar un temazo.

No es que sea la fan más fan de Morat, pero hay algunas canciones que me gustan. Y sobre todo hay algunas de sus frases que me llegan. Las letras enteras igual no, que estos chiquillos tampoco es que sean precisamente Sabina, pero algunas palabras de alguna canciones me molan. 

De "Aprender a quererte" destaco esto:

Para enseñarte a extrañarme

Voy a escribirte mi canción más honesta

Darte una vida con más sumas que restas

Si tú me dejas, no habrá preguntas, solo respuestas.


Esto es juuuuusto lo que me gustaría para 2022. Más sumas que restas. Que no todo sea apagar fuegos y resolver problemas y buscar alternativas y escoger el mal menor. Que haya también cosas buenas de regalo. ¿Grandes regalos? Bueno, tampoco voy a pedir tanto, pero algo bueno.

POR-FA-VOR.

miércoles, 5 de enero de 2022

Mi nueva droga

Hay gente que se mete rayas. O se coge cogorzas. O se da atracones de hidratos de carbono. Para escapar de la realidad, yo veo mierdas. Productos audiovisuales (doy una definición amplia, porque depende del momento el género varía) horribles, que en circunstancias normales me horrorizarían, pero que cuando estoy en crisis me sirven para evadirme, me adormecen.

Un buen ejemplo de esto son los culebrones. De normal no sólo no me gustan, sino que algunos me parecen incluso ridículos. Más aún los de producción latina en los que los protas tienen mucho acento y a veces me cuesta hasta entenderles. Me cansa. Además hay tantas diferencias culturales y de costumbres que hacen todavía más inverosímiles las ya de por sí poco creíbles tramas propias del género. En general, para mi, culebrones caca.

Peeeero, cuando estoy agotada, o agobiada o desesperada de la vida, me ayudan. No os sabría decir la razón. Porque son predecibles, supongo. Porque sabes que van a acabar bien. Porque sabes que los buenos van a sufrir mucho, pero terminarán ganando. Porque siempre hay alguien que quiere a otro alguien muchisisisimo contra viento y marea y el amor termina triunfando. Porque los buenos son muy muy muy muy buenos, sin matices, sin sorpresas. Y porque la música suele ser horrible, pero te la ponen tantas veces que al final se te pega y te acaba molando. Un poco efecto canción del verano, pero a lo cutre.

Total, que últimamente no he estado muy católica y el sabio algoritmo de Youtube me ha ido trayendo a recomendados alguna escena random de algún culebrón idem. Yo de vez en cuando voy pinchando y veo tres minutos y si me hace gracia, o el prota me parece simpático o lo que sea... reviso los relacionados, que seguro que aparece algo más.

(*Inciso 
Colegas, tiene que haber ejércitos y ejércitos de fans subiendo este contenido a internet. Hay a porrillo, de cualquier serie, por mierder que sea: resúmenes de capítulos, de temporadas, historias de parejas, escenas graciosas, videos musicales... de TO-DO de cualquier truño. Increíble. Yo me he quedado flipada. Imaginaos toda esa fuerza de trabajo de todo ese capital humano aplicado a algo mínimamente útil. Arreglaríamos el mundo. En finnnnn...
*Fin del inciso)

Total, que en una de esas sabias propuestas del algoritmo me encontré con esta lindura y decidí incluirle en mi lista de maromazos. 


¿Que por qué? Pues porque con esa carita de buenín, ¿qué otra cosa podía hacer? A ver, obviamente no tiene los rasgos perfectos de Ian, juega en otra liga, Más en la de Scott, aunque no soy ciega, tampoco llega a su nivel. Pero no sé, parece tan amable y tan tierno, transmite tan buen rollo y sus personajes son tan rematadamente requete bondadosos que no me queda otra, lo incluyo y os lo presento.

Se llama Danilo. Sí, sí, ya lo sé, hasta el nombre se las trae, pero ¿qué puedo hacer contra esa sonrisa?



                                             

¿O contra esa mirada de osito de peluche que te atraviesa como un rayo láser?





O en fin, contra otra "cualidades" también destacadas, como se muestra abajo.



De dulces 32 añitos (como lo diría él), me viene un poco pequeño, pero mirar es gratis, igual que en las tiendas de ropa. Quería ser futbolista, los culebrones se cruzaron en su vida y ahora hace un truño tras otro sin solución de continuidad. A cada cual peor. Bueno, no soy experta en culebrones, a lo mejor no es para tanto y están en la media. Sus fans aseguran que lo borda. A mi algunas escenas me dan tanta vergüenza ajena que a veces tengo hasta que pausar el video, pero yo qué sé, él sólo dice lo que le escriben y no es un actor pésimo. Normalito, sin alaracas. Igual soy yo, que no termino de aceptar las reglas del género, o que las diferencias culturales con la audiencia a la que se dirige son insalvables. Seguramente el problema sea mío.

Pero bueno, que como droga me sirve. Verle querer desesperadamente a la prota de turno. Hacer siempre lo correcto. Resolver todos los problemas. Salvar el día.

Y mirar así. Sobre todo, mirar así.