miércoles, 27 de octubre de 2021

Preguntas biográficas

Estoy leyendo Open, la biografía de Agassi. ¿Con quince años de retraso? Sí, con 15 años de retraso, hijos míos, ya lo sabéis, yo siempre a la última.

¿Voy a hablar de Open cuando no he leído ni 200 de sus 400 páginas? De nuevo, afirmativo. 

Mi blog, mis reglas. 

Se siente.

Total, que comento ya porque la curiosidad se me come por los pies. Yo no leo a menudo biografías y siempre me intriga mucho el proceso de escritura. Y es que claro, en la mayoría de los casos, la vida (los acontecimientos, las curiosidades y el salseo) las pone el famoso de turno, pero las palabras las pone otro. Normalmente un profesional de las letras. Y eso es lo que me parece dificilísimo. Porque el plumilla en cuestión no ha estado en el día a día que se describe en las páginas, no ha vivido las situaciones, no las ha sentido.

Open está firmado por JR Moehringer que lo cuenta, he de reconocer, muy requetebien. Consigue tensión, épica, curiosidad, empatía, ternura y bastantes momentos de profundidad. Y vale que material tiene de sobra, porque la vida de uno de los tenistas más importantes de la historia igual es ligeramente más movidita que la del ciudadano medio. Pero aún así, me surgen dudas infinitas:

-¿Cuántos millones de horas hablaron autor y protagonista para llenar esas 400 páginas? Se llega a un nivel de detalle enorme. Conversaciones con su familia en su niñez, como conoció a su mejor amigo, la complicada relación con su padre desde bebé... Que ya es difícil que Agassi se acuerde de todo eso, pero es que además se lo tiene que transmitir al plumilla para que le dé forma. Lo que, de hecho, me lleva directamente a mi siguiente duda...

-¿Cuánto se ha inventado Moehringer? Porque igual un deportista de élite tiene un día a día de película, pero, por muy pronto que haya empezado su carrera, un chico de diez años no. Ese chaval puede llevarse de fábula y querer muchísimo a su hermano, pero esas charlas con símbolos de apoyo mutuo que se mantienen a lo largo de los años no me las trago ni loca. Es decir, la buena relación sí, el cariño sí, las anécdotas tiernas, incluso. El resto es una forma de expresarlo, literatura. No es ficción porque el sentimiento, el fondo, es real pero no ocurrió así en el 90% de los casos. Me juego lo que sea. Y eso aún me hace admirar más el trabajo del escritor. Qué capacidad de visualización, ¿no? Una cosa es construir situaciones muy concretas que no se corresponden con nada fuera de tu cabeza. Pero inventarte algo para transmitir una verdad me parece chungo de narices. Lo cual, de nuevo, me lleva a lo siguiente...

-¿Cómo reaccionan los miembros de la vida de Agassi a todo lo que revela la biografía? Es un relato muy detallado. Hay pensamientos de él bastante íntimos, buenas y malas experiencias con su padre, con sus parejas, con su entorno. ¿No se sienten expuestos? Se dice mucho de ellos. ¿Se ven representados, se cuenta "su" verdad?  Eso es misión casi imposible.

Todavía me acuerdo del primer trabajo de contadora que hice en la escuela de Superhéroes. Fui al curro de mi tía y relaté en cuatro folios la labor tan importante que se hacía allí. Lo tuve que simplificar para que un público general, con cero conocimientos del tema, lo entendiera. Necesité darle una unidad para que se leyera del tirón. Le añadí algún detalle tierno, para que conectara con el lector. Mi profe me puso un 9,8. A mi tía le horrorizó. Opinó que no reconocía su realidad en lo que había escrito. No inventé nada, conté lo que vi desde fuera dándole una forma. Si vosotros hubierais estado allí, casi seguro habríais captado la idea general con mi escrito. Pero ella, desde dentro, no se veía representada.

Así que paso páginas y páginas de Open y no hago más que pensar que querría tomarme un café con Moehringer para acribillarle a preguntas: ¿Tenías pesadillas por si Brooke Shields mandaba un sicario a matarte después de leer algún pasaje del libro? ¿Vamos capítulo a capítulo, yo apuesto a las situaciones que creo inventadas y tú parpadeas una vez para desmentir y dos para confirmar? ¿Cuántos millones de millones de millones de folios de apuntes cogiste para que te salieran 400 páginas limpias? La deforestación del Amazonas empezó con esta biografía, ¿eh?

Un testamento de entrada y de la vida de Agassi ni he llegado a comentar porque voy por la página 200. Cuando termine igual hablamos otra vez...

domingo, 24 de octubre de 2021

Contraintuitiva

 



No sé donde encontré esto tan guay el otro día, probablemente en Twitter que es para mi un pozo de sabiduría. Así que no es mío, pero estoy de acuerdo total. Para los que tienen la suerte de tener intuición, claro.

No es mi caso. O vine con esa carencia de fábrica o habla a un volumen tan bajito que cualquiera de mis otras voces la tapa sin querer. Porque mi voz "la cagas siempre, te estarás columpiando otra vez" (desconozco si tiene un nombre técnico o un branding más corto y fácil de recordar) es una voceras de cuidado. No hay quien se haga oír con esa loca por ahí dando gritos. Que yo no digo que le falte razón, porque es un hecho que, EFECTIVAMENTE, la cago mucho. La cosa es que habría que sentarse a apuntar los datos con tranquilidad y hacer estadísticas objetivas y fiables del porcentaje, porque mucho no es siempre y a lo mejor hasta había sorpresas. Pero vamos, que a todas mis yoes internas los números les dan igual, la intuición les ha fallado, las veces que sea, no se fían y le hacen el vacío. Como si no estuviera. Quizá eso explique parte de los desastres de mi vida. O puede que no, vete tú a saber...

¿Y vosotros qué? ¿Tenéis intuición? ¿Os funciona?

Qué morrudos sois...


miércoles, 20 de octubre de 2021

Experimento bloguero 5

Bueno, a ver si acabamos con la movida esta de las preguntas, que al final se ha hecho eterno. Aquí va la última tanda, la anterior aquí. Vamos allá.


30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?

A solas el último día que tuviera el síndrome premenstrual, porque las hormonas van a terminar consiguiendo que me corte las venas.

Delante de alguien... puede que en urgencias, delante de una enfermera la noche que me dio el Jamacuco Supremo cuando mi familia tuvo que irse del hospital y pensé que me iba a quedar coja o tonta por el chungo. Por suerte no ocurrió nada de eso pero yo estaba cagada de miedo, lloré y la enfermera fue un amor.

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que ya te guste de él.

Estás aquí, leyendo, por la razón que sea. Eso siempre mola. Y has llegado a la pregunta 31, tarea nada fácil. Doble gallifante para ti.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio como para hacer broma al respecto?

No me gusta el humor negro, no sé, no le veo la gracia, pero con un mínimo de respeto que los demás hagan bromas de lo que quieran.

33. Si fueras a morir esta noche sin posibilidad de hablar con nadie, ¿qué lamentarías no haber dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

Me encantas y estoy convencida de que podríamos ser superfelices juntos.

No se lo he dicho porque tiene el corazón ocupado y no serviría de nada y porque, según la bronca que me echaron los comentaristas en esta entrada, está fatal de los fatales hacer algo así. Yo no estoy muy de acuerdo, pero, por lo visto, es la opinión mayoritaria.

34. Tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro. Después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto. ¿Cuál escogerías? ¿Por qué?

Supongo que mi ordenador, es el objeto que más recuerdos míos almacena. Soy un desastre y no hago copias de seguridad ni subo casi nada a la nube.

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

No creo que se pueda decidir algo así, la verdad. Por contestar algo, aunque no me convence demasiado, puede que la del Speedsobri mas chiquitín. Es casi un bebé y cuanto más temprana una muerte, más dramática, si es que algo tan doloroso se puede medir.

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.

Mi problema es, ¡oh, sorpresa!, el mismo que tengo desde los albores de este blog (y antes): un atasco vital morrocotudo. No creo que nadie que lea esto pueda darme una solución, porque yo llevo intentándolo desde que nací y miau. Pero se agradece la intención, de todas formas.

domingo, 17 de octubre de 2021

Nos tratan como idiotas

A ver, que yo puedo entender que hay una enorme variedad de temas que son complicados al máximo. Y que la mayor parte de la peña no tenemos conocimientos, tiempo, ni  (sobre todo) GANAS de ponernos a informarnos al detalle sobre cada putada del día a día. Y que por eso, nuestros "amables y siempre generosos" (ejem, ejem) políticos simplifican la situación que sea para explicárnosla y darnos "soluciones" (ejem, ejem) que palíen la putada en cuestión. Lo que no entiendo es que en este proceso, INVARIABLEMENTE, nos tomen por idiotas.

¿Ejemplos de esto? Millones. El último el atraco del precio de la luz.

El coste de la energía sube a velocidad supersónica. No nos cuentan las causas y condicionantes reales de esta escalada porque son múltiples y complicados (no lo niego) y como dan por hecho que somos lerdos, ni intentan explicárnoslo. Pasan directamente a colarnos una milonga. "No, es para parar el cambio climático, hay que cambiar nuestros hábitos de consumo y nuestros horarios. Y para eso precisamente están los tramos valle, para que la factura no se descontrole mientras os acostumbráis a los horarios correctos." Y dan la turra con esto durante semanas. Pon la lavadora  a las 3 de la mañana y el lavavajillas los findes y la calefacción (básicamente) nunca. Y tú aguantas días y días con pilas de platos sucios y poniendo el despertador media hora antes para tender la colada al levantarte. Y un mes después te encuentras esto.



Que los tramos no sirven para nada y que la turra esa de los horarios no era más que un cuento chino que no ayudan a controlar el coste, y por lo visto, tampoco a salvar al planeta. Ahora resulta que todo es más complicado y que no se arregla con cambios en los hábitos de cuatro mindundis. Ni de miles de millones de mindundis, en realidad.

Ni siquiera me voy a ir para lo hondo y amargarme pensando qué parte de esta estafa es por la complejidad del sistema y qué parte es por la ingente cantidad de caraduras sin escrúpulos que están haciendo el agosto y pudriéndose (aún más) de dinero con este tema. Lo único que pido es que no nos traten como idiotas. Que no se inventen una explicación simple, nos la vendan como la panacea y cuando, para sorpresa de nadie, no funcione, se hagan los longuis y aquí no ha pasado nada. Ni una justificación ni media, oye. 

Nos cuentan a todas horas trolas como castillos y a la siguiente se extrañan de que la gente no se trague nada. Pues, hijos míos, vosotros mismos os lo habéis buscado...

viernes, 15 de octubre de 2021

Que escriban con lógica pero que no lo llamen realismo

Estoy haciendo un curso de escritura. Esto no lo había comentado por aquí antes, ¿no? (Modo ironía on. Si, ya estoy otra vez con la turra esta. Hay que ver, cuando me da por algo soy más pesada que matar un cerdo a besos. Ya lo sé, ya, hijos míos, tenéis razón, pero ¿qué queréis que yo le haga?)

Total, que en el curso de escritura del que "nunca" os hablo insisten un montón en que todo lo que ocurre en la trama tiene que ser lógico y tener motivaciones claras que se puedan intuir o rastrear desde el planteamiento de la historia y que en conjunto todo debe resultar creíble. Y yo pienso, ¿cómo va a ser realista algo perfectamente lógico? Si en la vida real todo es caótico, aleatorio y la mayoría de las veces inexplicable.

Yo por lo menos, gran parte del tiempo, no entiendo nada. Así en general. De lo que pasa. De como reacciona la gente. De las consecuencias que se derivan de determinadas acciones. Estoy en un casi perpetuo ¿ein?

En lo que llevamos de 2021 ya hemos vivido una pandemia, Filomena y la erupción de un volcán. Y eso sin salir de España siquiera. No creo que tenga que decir nada más sobre lo random de los acontecimientos vitales, que parecen la ruleta de la fortuna en pleno giro. A saber ahora donde se va a a parar. Ya lo decían en Twitter cuando lo de la Palma: "Tachamos volcán y seguimos para bingo".

Tampoco son lógicas ni previsibles las trayectorias de las personas. Si trabajas duro tendrás éxito, dicen. Pero para algunos esto se cumple y otros se rompen los cuernos exactamente igual o más que los primeros y van de fracaso en fracaso. Del amor, ni hablamos. Hay que jugársela, ser abierto, intentarlo una y otra vez, comentan. Pero luego algunos se baten el cobre en el plano del ligoteo durante años para acabar más solos que la una y luego el pazguato más tímido del mundo se enamora de su mejor amiga en el colegio y tiene sus "fueron felices y comieron perdices" a la primera y sin un esfuerzo ni medio.

Decía Chejov que si aparece un clavo en el primer acto que escribes, en el último el protagonista tiene que ahorcarse con una cuerda que colgará justo de ese clavo. Y bueno, no me voy a poner ahora a discutir a Chejov, que de literatura igual sabe una pizca más que yo. Pero convendréis conmigo en que en la vida real la mayor parte de las cosas te las encuentras de sopetón, a bocajarro. ¡ZAS, en toda la boca! Que quizá luego miras para atrás y con toda la información (porque a toro pasado todos somos muy listos) dices: "ay, sí, mira, allí había ese indicio minúsculo, debí reconocer las señales". Porque, INSISTO, a toro pasado todos somos muy listos. Pero en el momento, miau, ni leches, saltas como puedes la valla que ha aparecido repentinamente de la nada y a tirar pa'lante.

Y eso sin mencionar que la peña que te rodea está fatal, tiene desconexiones neuronales y carga con sus propias movidas y traumas anteriores, por lo que tampoco puedes hacerte ni una ligera idea de por donde te van a salir o como se van a comportar. El lunes eres el amor de su vida y el jueves desaparece para siempre sin explicación, como si le hubiera secuestrado la mafia rusa. Años pensando que es tu mejor amiga y cuando menos te lo esperas, putada al canto. Pero putada, putada, de las que descartan del todo la amistad.

Así que Antón (Chejov y yo nos tuteamos, que los sufrimientos de la escritura compartidos unen mucho), si quieres escribo con todo bien atado y gradual y lógico y ordenado porque tú de movidas literarias sabes más y te hago caso. Pero NO lo llames realista. Porque no lo es.

viernes, 8 de octubre de 2021

Reflexiones entre zanahorias

El otro día estaba comiendo una zanahoria y pensé: "¡Qué gran invento es el pelador de patatas!". Porque lo es: ahorra tiempo, estreses varios originados en pieles y cáscaras rebeldes y la  perenne frustración de tener que lidiar con un tubérculo que parece más cardado que despellejado. Lo venden en todas partes y cuesta un euro. Y yo me he pegado toda (y cuando digo toda, quiero decir TODA) la vida sin él.

No es una exageración. Lo compraría hace ¿dos meses? cuando me vino la iluminación en una expedición rutinaria al súper. La cosa es que yo veía a SpeedyDad disfrutando de felices jornadas de cocina facilitadas bastante por este utensilio pero, por razones que desconozco, nunca pensé que esa mejora en la calidad de vida pudiera aplicarse en la mía. ¿Por? Vaya usted a saber. Porque no soy la más espabilada de la sala, eso desde luego. Pero también por causas más escondidas, que este blog es superficial, pero tanto como para dedicarle una entrada entera a un pelador de patatas, no, hombre. Confiad un poco más en mi.

El caso es que el tema del pelador no es más que un ejemplo paradigmático de mi mala costumbre de complicarme la vida. O de no facilitármela, que viene a ser el mismo perro con distinto collar. Yo doy por supuesto que la vida es una carrera de obstáculo mierder (que para disgusto de MrWonderful eso es verdad la mayoría del tiempo) y cuando me encuentro con estas vallas metafóricamente mierdosas ni me planteo que igual se pueden retirar del camino. O bajarlas de altura. O por lo menos, no añadir más. Eso ni se me pasa por la cabeza, para mi no es ni una opción. Me encuentro vallas y tengo que saltarlas. Punto. Si me canso, o me tropiezo con ellas y me hago daño, ajo y agua. Es el mercado, amigo.

Y luego veo a gente abandonando proyectos que le gustan, que funcionan, pero que le ahogan y le colapsan la vida. Y tan felices, oye. O cambiándose de piso, de ciudad, de país porque creen que en otro sitio les irá mejor. Y ni una duda ni media. O invirtiendo tiempo y dinero AHORA en comprar algo que está roto para así ahorrarse sufrimiento y juramentos en arameo en un FUTURO. Veo a toda esa peña y pienso: "¡Qué cabritos! Yo quiero ser así."

Pero no lo soy. Para nada. Yo termino libros que me están horripilando. Yo finalizo cursos que me llevan por la calle de la amargura, incluso cuando se ve claro ya a la mitad que no van a ser estudios que me ayuden mucho a mejorar mi situación. Yo alargo relaciones que me hacen mucho más mal que bien. Yo sigo utilizando cosas que obviamente ya no funcionan por una enorme variedad de razones, ninguna de las cuales justifica esa decisión de forma cuerda. Yo tardo varias décadas en comprar un simple pelador de patatas que me podría haber ahorrado horas de tareas cocineras ingratas.

Y luego que no sé en qué se me va el tiempo... Pues igual esto va a tener algo que ver. 

 

Por formular una hipótesis, vaya.


domingo, 3 de octubre de 2021

El misterio de los calcetines autodeterminados



Tenía que llegar el momento en que se extendiera. El afán de autodeterminación, digo. Empezó con la rasta. Después colonizó todo mi pelo, que como España y mis sobrinos, son ingobernables. Y ahora ha llegado a mis calcetines.

Y es que hacen lo que les da la gana. Yo me los pongo por la noche para dormir y por la mañana amanezco sin ellos. Que diréis, "chica, Speedy, se te habrán quitado al moverte en la cama". Pero aparecen recogidos, al lado de las zapatillas de casa, donde estarían si me los hubiera quitado voluntariamente.

Y yo pensé lo mismo que vosotros ahora, que me acordaba mal de la noche anterior y que no me los había puesto, así que la siguiente vez me concentré en un tyrannosaurus rex al ponérmelos. Que, de nuevo, vosotros diréis, "¿que qué?", pero eso es porque no necesitáis tomar pastillas todos los días y tenéis memoria de pez. Porque si os pasaran ambas cosas, como es mi caso, os haría falta un truqui para despejar dudas cuando no estáis seguros de si os habéis medicado ya o no ese día y para eso funciona muy bien pensar en un animal al ingerirla. Así por la tarde quizá dudas si ya lo has hecho o no, pero entonces recuerdas, "ah, no, que he pensado en un ornitorrinco" y ya te quedas tranquila.

El caso es que yo me acordaba del tyrannosaurio y los calcetines y al día siguiente allí estaban otra vez, con las zapatillas. Y ello trajo, por supuesto, la consiguiente formulación de hipótesis para explicar el misterio:

-Algún ente, humano o espiritual, se cuela en mi habitación y me los quita sin que me despierte. Si quien sea, tenga presencia corpórea o no, me puede sacar unos calcetines sin que me cosque puede hacer cualquier cosa peor. Y esta es una posibilidad taaaan aterradora que no quiero pensarlo ni en broma. Así que lo descarto directamente.

-Que soy sonámbula y hago cosas dormida. Bien, eso es una posibilidad. Pero si me quito los calcetines y ni me entero, ¿qué más estoy haciendo sin tener ni idea? ¿Robo bancos con una careta de Dalí y un mote de ciudad tipo Segovia? ¿Estoy invirtiendo todos mis ahorros en bitcoin y Jeff me va a invitar a su próximo viaje espacial? ¿Pertenezco al club de la lucha y participo en combates cada noche? Aunque ahora que lo pienso, eso explicaría todos los millones de moratones sin causa conocida que me descubro cada minuto. Pero también abriría la puerta a un debate aún más importante, ¿mi yo dormida conoce a Bradd Pitt y no ha encontrado la forma de presentárselo a mi yo despierta? Porque eso es pena de muerte para la dormilona. Prefiero descartar también esta opción.

Total, que todas las pruebas apuntan a una única conclusión lógica: los calcetines tienen voluntad propia y hacen lo que les peta. Y si en medio de mi fase REM del sueño se cansan de estar en mis pies y se escapan a mis zapatillas, quién soy yo para impedírselo. Son gajes de los genes de la autodeterminación: los tiene la rasta, los tiene mi pelo, la cosa llegó a contagiarse hasta mi tele. Y ahora se han extendido al tren inferior. Normal. Este momento tenía que llegar.