domingo, 3 de octubre de 2021

El misterio de los calcetines autodeterminados



Tenía que llegar el momento en que se extendiera. El afán de autodeterminación, digo. Empezó con la rasta. Después colonizó todo mi pelo, que como España y mis sobrinos, son ingobernables. Y ahora ha llegado a mis calcetines.

Y es que hacen lo que les da la gana. Yo me los pongo por la noche para dormir y por la mañana amanezco sin ellos. Que diréis, "chica, Speedy, se te habrán quitado al moverte en la cama". Pero aparecen recogidos, al lado de las zapatillas de casa, donde estarían si me los hubiera quitado voluntariamente.

Y yo pensé lo mismo que vosotros ahora, que me acordaba mal de la noche anterior y que no me los había puesto, así que la siguiente vez me concentré en un tyrannosaurus rex al ponérmelos. Que, de nuevo, vosotros diréis, "¿que qué?", pero eso es porque no necesitáis tomar pastillas todos los días y tenéis memoria de pez. Porque si os pasaran ambas cosas, como es mi caso, os haría falta un truqui para despejar dudas cuando no estáis seguros de si os habéis medicado ya o no ese día y para eso funciona muy bien pensar en un animal al ingerirla. Así por la tarde quizá dudas si ya lo has hecho o no, pero entonces recuerdas, "ah, no, que he pensado en un ornitorrinco" y ya te quedas tranquila.

El caso es que yo me acordaba del tyrannosaurio y los calcetines y al día siguiente allí estaban otra vez, con las zapatillas. Y ello trajo, por supuesto, la consiguiente formulación de hipótesis para explicar el misterio:

-Algún ente, humano o espiritual, se cuela en mi habitación y me los quita sin que me despierte. Si quien sea, tenga presencia corpórea o no, me puede sacar unos calcetines sin que me cosque puede hacer cualquier cosa peor. Y esta es una posibilidad taaaan aterradora que no quiero pensarlo ni en broma. Así que lo descarto directamente.

-Que soy sonámbula y hago cosas dormida. Bien, eso es una posibilidad. Pero si me quito los calcetines y ni me entero, ¿qué más estoy haciendo sin tener ni idea? ¿Robo bancos con una careta de Dalí y un mote de ciudad tipo Segovia? ¿Estoy invirtiendo todos mis ahorros en bitcoin y Jeff me va a invitar a su próximo viaje espacial? ¿Pertenezco al club de la lucha y participo en combates cada noche? Aunque ahora que lo pienso, eso explicaría todos los millones de moratones sin causa conocida que me descubro cada minuto. Pero también abriría la puerta a un debate aún más importante, ¿mi yo dormida conoce a Bradd Pitt y no ha encontrado la forma de presentárselo a mi yo despierta? Porque eso es pena de muerte para la dormilona. Prefiero descartar también esta opción.

Total, que todas las pruebas apuntan a una única conclusión lógica: los calcetines tienen voluntad propia y hacen lo que les peta. Y si en medio de mi fase REM del sueño se cansan de estar en mis pies y se escapan a mis zapatillas, quién soy yo para impedírselo. Son gajes de los genes de la autodeterminación: los tiene la rasta, los tiene mi pelo, la cosa llegó a contagiarse hasta mi tele. Y ahora se han extendido al tren inferior. Normal. Este momento tenía que llegar.

2 comentarios:

  1. Pues no la descartes. Tú no has visto El ente (1982) ni conoces los hechos que inspiraron la película, ¿verdad? .))

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  2. Cabronidas, y por lo que me parece intuir, mejor no conocerlos, ¿eh? jajajaja

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.