Hay dos tipos de personas: los que publican en el BOE y emiten en blucle en Radio5 Todo Noticias que están solteros y buscando pareja y los que esconden su solterismo como si fuera un defecto que hay que disimular a toda costa.
Hay dos tipos de personas: los que gritan a los cuatro vientos que se han quedado sin curro a ver si sale algo y los que lo ocultan como si tuvieran que avergonzarse, incluso si el despido no tiene nada que ver con ellos porque la empresa ha quebrado, por ejemplo.
Y luego están los del camino de en medio, los que sólo cuentan lo que entienden como un "fracaso" en su vida cuando ya tienen una explicación que les convence, que les hace quedar como el prota de la peli vital que se han imaginado. Cuando ya tienen EL RELATO.
Hay relatos grandes y pequeños, que se asemejan más a la realidad o que se parecen a ella como un huevo a una castaña. De los grandes saben mucho nuestros maravillosísimos (ejem, ejem) representantes políticos, que piensan antes en si sus decisiones les hacen quedar mal y perder votos que en si es lo que realmente conviene a los que gobiernan. Estos son tan gigantes que más que relatos son invents, directamente. En la escala media-baja estamos los demás construyendo nuestra historia más que contándola. Hasta en las cosas más tontas.
Un día antes de la boda de SpeedySister Mayor a Speedybrother se le durmió la pierna viendo la tele en el salón, al levantarse sin darse cuenta se cayó y se rompió la tibia. Escayola, muletas... toda la pesca. UN DÍA ANTES DE LA BODA de SpeedySister Mayor, insisto. Por favor, una ovación cerrada para Speedybrother porque se la merece, es verdad.
Total, bodorrio. Lo típico: "La novia estaba radiante." "La madrina elegantísima.". "El hermano de la novia... pues hace lo que puede porque con semejante bullullu en el pie, el traje pierde prestancia". Como os podéis imaginar, la pregunta del millón en la ceremonia y el banquete fue "¿Qué te ha pasado?"
A la entrada de la iglesia SpeedyBrother contestaba la realidad, que se le había dormido la pierna. Después de la misa ya empezó a decir que se había tropezado con una baldosa del suelo que estaba levantada. En los aperitivos la explicación era que no sé qué malvado villano le había puesto la zancadilla. y en el segundo plato la versión oficial predominante aseguraba que se había lesionado jugando al fútbol justo antes del gol de la victoria en el partido más reñido de la historia. Emoción, triunfo, deporte, superación... un relato completo con todos los ingredientes. Cuando oí semejante odisea miré extrañada a SpeedyBrother que se limitó a encogerse de hombros y decir: "Estaba harto de quedar como un inútil delante de toda esta gente".
Como os podéis imaginar, 30 años después de esto nos seguimos riendo de su ataque de creatividad, pero lo cierto es que todos hacemos un poco lo mismo con nuestra vida. Yo por lo menos. Las cosas pasan por una complicada combinación de factores que llevaría dos siglos explicar con exactitud. Nadie tiene tiempo para escuchar las movidas de los demás a este nivel de detalle y la versión corta a menudo nos deja mal. O eso nos creemos. Así que inventamos un relato mejor, en el que todo cuadre como en una peli o un libro.
Un ejemplo. Yo dejé de ser superheroína porque estaba hasta la pepitilla de que me maltrataran, me subestimaran y me tomaran el pelo. Mi desdichada vida laboral se explica por una compleja conjunción de circunstancias que mi yo racional distingue con claridad pero que el trol porculero de mi cabeza siempre resume con un malintencionado e INEXACTO: "No eres lo suficientemente buena". PorCu te convence, además, de que todos lo van a ver de esta forma, así que no te queda otra que inventarte algo.
Para explicar mi salida del gremio superheroico yo suelo decir que el Jamacuco Supremo me avisó de que el estrés no me viene bien y que tenía que bajar el ritmo. Y bueno, eso es verdad, ¿eh? De hecho fue la gota que colmó el vaso para tomar esa decisión (de la cual estoy contentísima, por cierto, porque ha abierto en mi mente nuevas posibilidades de futuro que me ilusionan) Pero el vaso se había llenado mucho antes. De jefes jetas explotándome sin vergüenza ninguna. De comparaciones absurdas con gente que con menos experiencia y talento que yo conseguía lo que a mi se me negaba. De sacrificios que no se recompensaban ni con dinero ni con ascensos. De la triste revelación de que las pelis de superhéroes son una cosa y la realidad es otra muy distinta que a veces da asco por chanchullos, falta de medios y presiones políticas. En resumen de que NADA merece semejante esfuerzo y desde luego ser superheroína menos.
Pero para explicarte esto necesito que se acabe la pandemia, levanten las restricciones y se pueda ir de nuevo a un bar a tomarse un café de dos horas sin mascarilla y sin pensar todo el tiempo que los aerosoles van a traer el bicho a tu casa y matar a tu abuelo. E incluso en esa situación ideal dudo que nadie estuviera dispuesto a dedicar dos horas libres a entender mis movidas. Así que o tienes un blog donde has dado la turra con esto durante 10 años y los lectores ya saben de qué va la vaina o cuentas la versión corta: que si el Jamacuco Supremo, que si el estrés, que si patatín, que si patatán.
Y el Oscar al Mejor Relato Original goes to....
¡¡SPEEDY!!