viernes, 31 de diciembre de 2021

Una entrada-felicitación que vale por cuatro

La idea era llegar a 100 entradas este año. Un número redondo, bonito. Una objetivo perfectamente factible en circunstancias normales. Peeeeeeeeeeeeeeeeeero la NORMALIDAD no ha sido la nota dominante de mi vida últimamente. En la de nadie, dado que estamos en medio de este CoronApocalipsis mierder. La mía yo creo que un poco más, pero vaya usted a saber, porque no tengo ni idea de las movidas del resto de la peña. Ya lo dice la cita esa de ¿quién era?: "Everybody is figthing a battle yo know nothing about. Be kind. Always"

El caso, que no he llegado a cien y, no os voy a engañar, en un ataque de locura findeañista se me ha pasado por la cabeza publicar hoy cuatro entradas seguidas con alguna chorrada para llegar al centenar y quedarme tan pancha. Luego he caído en que vosotros no tenéis la culpa de que yo tenga este TOC absurdo, ni de que la vida me arrolle locamente y que por tanto no merecéis pagar los platos rotos en forma de turra infinita. Y me he contenido.

Eso sí, paso por aquí a felicitar el año. A desear que, POR FAVOR, 2022 sea un poquito mejor. Un poquito. Ya va tocando, ¿no?

Que tengáis salud, cosas por las que luchar y ganas de luchar por ellas.

¡¡¡FELIZ AÑO!!!

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Positivo en estar hasta los mismísimos

Muchas veces veo cosas en Twitter que me siento identificada a full, pero pocas veces me he sentido taaaaaaaaaaaaan identificada como con esto,


En verdad, en verdad os digo que estoy hasta la mismísima pepitilla. Hasta el cogote. Hasta el último poro. Hasta el infinito y más allá. Estoy harrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrta del maldito bicho.
¡¡¡¡HAAAAAARRRRRRRTA!!!!

Y sí, ya lo sé, eso da igual porque no queda otra que seguir, está claro. Y esto durará lo que dure y hay que tirar pa'lante como sea, porque es que, además, no hay otra opción. Si ya lo sé, lo que pasa es que hay días que te dan ganas de parafrasear al gran Groucho y decir eso de: "Que paren el mundo, que yo me bajo". 

Mientras tanto, por lo menos, nos reímos. O lo intentamos. He visto en Twitter una cosa que han traído de Tik Tok, pero como eso no lo sé insertar aquí, lo pongo a lo cutre.

Cuando te preguntan si conoces algún positivo les contestas


miércoles, 22 de diciembre de 2021

Ojalá lo supiera, Twitter


Siempre que entro en Twitter, pienso exactamente lo que dice la imagen de arriba: "Yo que sé qué pasa, colega. Yo qué sé".

Un poco que parece que estamos como en la pantalla final de un videojuego



O de una movida más tocha



Pero que hay que ver lo positivo como sea.



Resistid. Ya tiene que quedar menos de todos los marrones, así, en general.

¡¡RESISTIDDD!!

domingo, 19 de diciembre de 2021

Harder and harder

Ya os he contado muchas veces que yo soy surfista MAL porque, bueno, intentarlo lo intento pero conseguirlo NO. En el conjunto de mis escapadas surferas habré estado encima de la tabla un total de dos? minutos. El resto era debajo, al lado o golpeándome con ella en cualquier parte de mi cuerpo, pero encima, no.

Esto es así siempre, pero fue especialmente dramático el primer día porque los comienzos son duros, porque el estreno fue en Portugal en mayo (que todavía no hace tan buen tiempo ni tan buena mar como en verano) y porque nuestro profe luso, obviamente, no hablaba español, así que nos comunicábamos en un inglés macarrónico de "yo Tarzán, tú Chita" que no descarto que diera lugar a algunos malentendidos en la técnica. Total, que nos pasamos toda la clase luchando contra las olas, en lugar de surfear.

Cuando faltaba como media hora para terminar estábamos agotadas, doloridas, pero encabezonadas en que allí había que resistir como fuera. El profe, mirándonos con muchísima pena, nos recomendó que lo dejáramos ya. Supongo que pensaba que si no habíamos conseguido un mínimo avance en las tres horas anteriores, poco íbamos a lograr en los 30 minutos que faltaban, pero para no ofender a nosotros nos dijo que a esa hora subía mucho la marea y que las olas se iban a poner impracticables. Y con su inglés macarrónico lo resumió en: "This will be harder and harder".

A mis amigas y a mi la frase se nos quedó grabada y desde entonces la usamos cuando las cosas están chungas, pero tienen potencial de ir a peor. Si el tema se pone muy turbio, alguna suelta "This will be harder and harder" y todas entendemos perfectamente lo que quiere decir.

Ahora mismo, pienso en esa expresión cada día. Podría ser el lema de los últimos años, de hecho. Que pensaréis: "lo que nos pasa a todos, que estamos en medio CoronApocalipsis, colega". Y sí, es verdad. Y entonces lo entenderéis perfectamente porque añado movidas en singular a las colectivas. Así que es como:

-Veo tu pandemia y subo una Filomena histórica para que se pueda esquiar en la Castellana de Madrid.

-Lo veo y subo la erupción de un volcán más larga de la historia.

-Lo veo y subo el diluvio universal permanente y crecidas de ríos monumentales.

Os suena de algo, me imagino. Pues mi vida un poco lo mismo, pero en pack individual, blu- ray y Dolby Surround.

Y no oigo más que en mi cabeza a mi profe surfero diciendo:

"This will be harder and harder"


miércoles, 15 de diciembre de 2021

#Coronacosas

No es que este sea el blog más visitado de los insondables mundos interneteros, pero que no se diga que no lo he dicho en todos los sitios posibles. Así que aquí va.

Este mes de diciembre, como hace ya la tira de años, estamos unos cuantos jugando a las #cosas. La mayoría ya sabréis lo que son, pero para los despistados del fondo, resumen resumidísimo. Se trata de una ideaza que tuvieron en su día (allá por el Pleistoceno Superior) @gordipe y @__lacriticona__. La intención era extender el buen rollo, el cariño, la buena vibra y los buenos deseos en estas fechas tan señaladas entre todo aquel internauta de buen corazón que quisiera. A lo largo de los años aquello adoptó muchas formas, todas chulísimas, porque las promotoras (más conocidas como la #Rubiocracia) son unas cracks creativas al máximo. Hubo listas, más listas, listas prohibidas y camufladas como otras cosas, regalos de amigo invisible... Un montón de cosas, todas chulísimas. Las podéis ver todas aquí.

Luego llegó el bicho del demonio, quiso amargarnos la vida y la #Rubiocracia dijo que tararí que te vi y que durante su guardia (en diciembre), no. Y se inventó las #Coronacosas, extendiendo el buen rollo generado todos los diciembres, también a Twitter. Así lo explicaban ellas mismas:

"Convencidas de que precisamente este año NECESITÁBAMOS el bonitismo de las #cosas, lanzamos la propuesta con una novedad: los #cosistas serían dueños y señores por un día de la recién estrenada cuenta de Twitter de las #Coronacosas. Confianza ciega en las personas, que eso es el bonitismo".

Total, que las #Coronacosas del año pasado fueron una pasada (aquí un miniresumen de todo lo que dieron de sí) y las de este año me están encantando también. Muy muy chulas, de verdad. Y a eso iba yo, a contaros lo guay que está siendo.

Porque está lo de todos los años: el buen rollo, el cariño, las ganas de interactuar, de ser amable. La CREATIVIDAD de los #cosistas que es un pozo sin fondo. Cuando pienses que ya lo has visto todo, vendrá un #Coronacoser y se sacará de la manga un ideón original y divertidísimo. Y te volverás a quedar flipado. Otra vez.

Pero yo este año estoy alucinando, además, con todo lo que aporta la gente. Porque el cosista del día tiene tiempo, se prepara y te va contando su movida en formato tuit. Y bien, eso vale que vale. Pero la peña, en vivo y en directo, lee, retuitea, contesta, empieza bromas, troleos simpáticos, tsunami de gifts de animalitos a la menor oportunidad. Añade datos interesantes, curiosos. Hace recomendaciones molonas a más no poder de libros, de pelis, de canciones. Cuenta anécdotas personales. El feedback que se genera es, de verdad, increíble. Y muy muy divertido. Pasaos a comprobarlo vosotros mismos si no me creéis.

Llevamos menos de la mitad de mes y ya se ha hablado de recetas buenísimas, de música, de recomendaciones y consejos para la vida, del mar y toda las preciosidades que alberga. Hemos "elegido nuestra propia aventura" en la que hemos muerto una y otra y otra vez, la mayoría de veces de risa. Y un montón de cosas más. 

En fin, colegas, venirsen

Me lo vais a agradecer.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Las apariencias engañan

Tengo que haceros una confesión fiestera sorprendente: no bebo alcohol. Me sienta fatal. Tengo la teoría de que debo de ser alérgica, pero, la verdad, nunca me he sometido a las pruebas para confirmarlo. Más que nada porque con lo atascado que está ya el sistema sanitario me parece regulín ir a dar la turra sólo para averiguar si puedo o no cogerme una cogorza. Tengo la sensación de que me van a contestar: pues hija mía, no te la cojas  y deja de dar la brasa, que vamos liados. Y bueno, razón no les iba a faltar si me decían eso, la verdad.

Sobre todo porque no es una alergia que ponga en riesgo mi salud, a no ser que me hagan beber a la fuerza con un embudo como al pobre Cary Grant en "Con la muerte en los talones". La cosa es que el alcohol en cualquier cantidad, por ínfima que sea, me da muchísimo sueño. Muchísimo. Pero no sueño en plan la leve somnolencia que os entra a todos cuando lleváis cuatro copas de más. No, no, a mi un chupito, aunque sea de un licorcillo fosforito de estos medio de bromi, me seda como cuatro valiums. Increíble. Me tumba. Que os cuenten mis amigos cuando desaparecí en la discoteca y al salir a buscarme me encontraron dormida en la acera. No en coma etílico, DORMIDA. Como cuando caes en los brazos de Morfeo viendo una peli calentita en el sofá, sólo que a cero grados y sobre el asfalto.

Total que, visto el panorama, no bebo, pero por razones que desconozco, el alcohol no para de llegar a mi vida. Aguinaldos de Navidad, regalos de presentaciones, detalles de boda... yo que sé, colegas, pero a cada paso que doy una botella de vino/licor/whatever entra en mi casa. Como no me la voy a beber, no sé qué hacer con ella y me da reparo tirarla, la guardo en algún armario y me olvido de ella para siempre.

¿Problema? Que para siempre es mucho, mucho tiempo, lo que se traduce en muchas, muchas, muchas botellas. El otro día, cuando me encontré un vino de hace una década entre las garrafas de aceite decidí que había que parar aquella locura y me puse a sacar todo el bebercio de sus escondites para deshacerme de él de una vez por todas. Empecé  a sacar. a sacar... y el panorama era este.





Esa caja de colores está llena de botellas, sí.

Debido a la dificultad de reciclar todo ese alcohol sin contaminar dos toneladas de agua marina si lo tiro por las cañerías, la operación denominada en clave "Ley Seca" se alargó más de la cuenta y entonces.... llegó el MierderTsunami..Lo que me faltaba para el duro.

Cuando el desatascador vino para ayudarme a desalojar ese mar de aguas fecales, se encontró el caos absoluto de la inundación de mierda y sus destrozos, sumado a una panorama de bragas colgadas por todas partes (había puesto una lavadora, llovía y tuve que tender dentro) y miles de litros de alcohol repartidos por la casa. En cajas en el suelo, encima de la mesa del salón, en el armario de las conservas... Miraras donde miraras veías una botella. Una cosa exagerada, de verdad.

En medio de mi desesperación por la emergencia mierder, yo no me di ni cuenta de la imagen que eso proyectaba de mi, claro. Pero ahora, pensándolo con calma, entiendo lo que me dijo el desatascador al irse.

-Todo tiene remedio menos la muerte, mujer, no te desesperes. Los excesos no llevan a ningún lado.

Creería que me iba a coger una cogorza para sobrellevar el disgusto, supongo, porque, evidentemente, había ido a desatascar el inodoro de la casa de una alcohólica.

En fin....

Post post. Si a alguien se le ocurre alguna forma rápida, ecológica y efectiva de quitarme de encima esta invasión alcohólica, soy toda oídos. Ya les he endosado en plan regalo a familia y amigos todas las que he podido, y aun me quedan dos millones. Qué horror.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Pues eso

Estaba intentando escribir algo, pero no hay manera y no tengo ganas de pelear más. Y total, una imagen vale más que mil palabras. 


 ¡¡Ánimo con la vuelta del puente!!

domingo, 5 de diciembre de 2021

Mi Etapa Magenta

¿Sabéis que Picasso tuvo una etapa azul? Bueno, pues con mucho menos arte, desde luego, yo acabo de entrar en mi propia Etapa Magenta. No preocuparse, que ahora os explico esta memez, no os vayáis a quedar con la duda.

Os conté el otro día la magnífica experiencia del Mierder Tsunami, que va a marcar el cambio de era, como lo hizo el Jamacuco Supremo. Y la muestra más clara de esto es que he tenido que tirar muchísimas cosas de mi casa que se mancharon de "aguas sospechosas" y aunque se sequen ya van a oler a zurullo para siempre, así que no me ha quedado otra que deshacerme de ellas.

La tontada del magenta viene porque la cortina del baño, la alfombrilla, la escobilla (todas ellas verdes) fueran las primeras en hacer una excursión al contenedor de basura y han sido sustituidas por unas nuevas de ese color rosáceo. Y a partir de ahí comenzó el exilio al vertedero y punto limpio del resto de los afectados, que son legión: zapatillas de casa, alfombras, apuntes de la Escuela de Superhéroes, recuerdos de viajes absurdos, material de mis primeros curros... De todo.

Os diré la verdad: ha sido una bendición. Porque la mayoría de esas cosas empezaban a invadir de forma preocupante mi espacio vital y debieron ser desalojadas de mi piso y de mi vida mucho antes. Una mezcla de pereza, dejadez, apego y síndrome de Diógenes no diagnosticado me había hecho posponer esta tarea una y otra y otra vez. Luego llegó el MierderTsunami y se acabaron las contemplaciones. No me quedó otra que tirarlo todo con la nariz tapada y sin mirar, para que no me diera pena.

Y he pensado que en eso va a consistir mi Etapa Magenta. En sacar lo poco positivo que haya en lo que sea. Ya que el reverso tenebroso es fuerte en mi y veo imposible ser optimista, pondré todos mis esfuerzos en ser por lo menosista.

Primero, está claro, por comparación. Cualquier día que no termine con un tsunami de mierda en mi casa será un buen día, porque, POR LO MENOS, no habrá ñordos gigantes flotando en mi pasillo.

Y si ya me encuentro el pifostio armado y el mar negruzco esperándome, POR LO MENOS agradeceré ir calzada con botas de suelas gordas que no calan y no con sandalias.

Y si el agua sospechosa rebosa el baño y entra en mi dormitorio, consideraré una suerte que POR LO MENOS haya una alfombra que absorba el líquido e impida que llegue a la cama y manche el nórdico.

Seguiría, pero ya os hacéis una idea, ¿no? El por lo menosismo es tendencia en mi Etapa Magenta. Ya os contaré como me va...

jueves, 2 de diciembre de 2021

El Mierder Tsunami

Sé que esto os va a parecer metafórico porque yo soy muy de quejarme y muy muy muy de usar metáforas para quejarme y en concreto esta del tsunami la he utilizado mucho. Lo sé. Pero, como en el cuento de Pedro y el Lobo, esta vez es verdad. LITERALMENTE el otro día me encontré un tsunami de mierda cuando llegué a mi casa por la noche. Tsunami nivel que había trozos de ñordos gigantes flotando por mi pasillo. Y os aseguro que esos ñordos eran de todo, menos metafóricos.

Sin entrar en detalles (aún más) escatológicos, el tema es que se atascó una bajante de mi edificio y todos los desechos de mis vecinos tuvieron a bien salir por mi inodoro. Como yo estaba currando, no me enteré de que mi water se pegó todo el día en plan surtidor y cuando llegué por la noche mi piso estaba inundado de agua ¿sospechosa? (por decirlo finamente). El baño, el pasillo, gran parte de las habitaciones... Una maravilla, ya os podéis imaginar.

Mientras esperaba al técnico desatascador, mi water aparentemente tranquilo se reactivó como el cabronazo del volcán de La Palma. Y con el corazón en la mano os lo digo: no se sabe lo que es el miedo hasta que se ves ñordos flotantes en una taza de wc a punto de desbordarse. Yo bajé la tapa, cerré la puerta del baño y me encomendé a todos los santos, porque si aquello seguía saliendo, cuando el fontanero llegase no iba ni a hacer pie.

No tengo palabras para explicaros el horror de la situación y os voy a ahorrar el horror de ver las fotos que hice para el seguro. Sólo os daré dos detalles: el experto en desatranques, con formación específica sobre el asunto y toda una vida de experiencia a sus espaldas, me dijo que estaba muy acostumbrado a ver cosas como esa y que aún así yo tenía tal panorama que le estaban dando hasta arcadas. Ahí es nada. El otro pequeño detalle es que eran las once de la noche, estaban las tiendas cerradas y yo sólo disponía de una fregona para intentar achicar toda esa "agua sospechosa" antes de irme a dormir. Y lo peor es que esa fregona la había usado el técnico previamente para intentar desatascar el inodoro antes de rendirse y desmontarlo. Así estaba el tema, amics.

Cuando el hombre consiguió quitar el atascazo, se iba a ir a su casa a descansar (merecido se lo tenía), pero me vio con tal cara de desesperación, que trajo un aspirador de agua (GRAN INVENTO) y me ayudó a reducir aquel mar negruzco. Así que cuando se fue me quedó una alfombra de mierda en la que, al menos, hacia pie. Algo es algo. 

Por todo lo expuesto en las líneas superiores, creo que me he ganado el derecho a declarar una nueva era. Ya existía AC (Antes de Cristo) y DC (Después de Cristo). Tras el Jamacuco Supremo (comúnmente conocido en mi vida en 3D como EL CHUNGO), yo instauré una nueva marca temporal personal: AC (Antes del Chungo) y DC (Después del Chungo). Esta misma nomenclatura se aplica a los tiempos pre y post pandémicos (AC, antes del Coronavirus y DC, después del Coronavirus), pero como aún estamos en medio de este infierno coronavírico no es demasiado pertinente. Y el MierderTsunami ha marcado, claramente, otro hito: AMT (antes del Mierder Tsunami), DMT (después del Mierder Tsunami).

¿Y todo esto por qué? Porque pense: "A ver si me pasa algo bueno esta semana.". Y la vida pensó: "Toma, para que llores por algo".

Con lo guapa que estoy calladita.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Quien ríe el último

Al principio de este infierno pandémico que parece que nunca va a tener fin (porque cuando creíamos que ya estábamos saliendo, otra vez al hoyo ¡no me lo puedo creer!) pensaba mucho en que, con este bicho del demonio más que con nada, quien ríe el último, ríe mejor. ¿Os acordáis que el primer mes encerrados? Entonces se leían muchos titulares del tipo "Villabotijo de arriba, ejemplo de control de la pandemia" y quince días después "Situación completamente descontrolada en Villabotijo de arriba." Pasaba una y otra y otra vez que el tema estaba tranquilo donde fuera hasta que el micro cabronazo éste decía"allá voy" y todos cuerpo a tierra. Por eso, en esa época me apetecía más que nunca tener una máquina del tiempo para saber como iba a acabar todo. Asomarme un momento a una década en adelante y  ver quién consiguió hacerlo bien. O menos mal, como mínimo.

Porque Italia y nosotros pagamos el pato de los novatos. Nos llegó el bicho antes que a nadie, no teníamos mascarillas, ni respiradores, ni una mínima información y, claro, murió hasta el apuntador. A los otros les cogió avisados y con un mes de tregua y luego que si menos mortalidad y menos colapso. Sí, claro, así cualquiera. Pero de una forma u otra, todos han terminado cayendo.

Nueva Zelanda fue rápida de reflejos como buena isla, cerró fronteras y apostó por ZeroCovid. Dos años después, tienen que resignarse a convivir con el maldito bichillo. Imposible escapar en un mundo interconectado, a no ser que seas una dictadura como la china en la que encerraban a la gente con muros en los barrios para que no saliera. Y aún así es el ciclo sin fin de controlar brotes y brotes y brotes y brotes. No hay más preguntas, señoría.

Y no me hagáis hablar de Alemania. Los santurrones, los "ay, que bien lo hacemos todo obedeciendo a los científicos". Pues menuda tienen liada allí ahora, los listillos. Y encima disponiendo ya de vacunas, que es el colmo de la absurdez suprema.

Y es que, igual que el primer verano quería que nos invadiera Portugal y acabara con nuestro sufrimiento, ahora le daría a cada español un par de gallifantes. Por molones. Por vacunarnos todos como si no hubiera un mañana. No sé si es por el trauma de la primera ola, porque somos demasiado perezosos para informarnos sobre peligros y efectos secundarios de los fármacos, porque leer más cosas negativas nos da bajona, porque somos solidarios y queremos proteger a nuestros abuelos o porque nos pinchamos lo que sea o vendemos hasta a nuestra madre con tal de que nos dejen salir de cañas. No sé cuál es la razón y me da igual. Lo único que me importa es que somos líderes en vacunación, que ahora mismo es lo más eficaz que se puede hacer para mantener a raya, aunque sea un poco, al maldito bastardo. Y que por eso estoy orgullosa de vosotros. De todos.

Así que, gracias.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Esto TAMBIÉN pasará

El otro día oí por la radio que el número de suicidios en España duplica a la cantidad de fallecidos en accidentes de tráficos. Son cifras que asustan, si te paras a pensarlo.

A raíz de eso eché la vista atrás y me acordé de que una vez, hace muchísimos años, se me pasó por la cabeza la idea. Bueno, no exactamente, no es que quisiera quitarme la vida, nunca me planteé activamente hacer nada. Sin embargo, veía la muerte como un descanso, un alivio. Sufría tanto que cualquier cosa que detuviera aquel sufrimiento me parecía bien. Recuerdo viajar en el metro y pensar que yo no iba a tirarme a las vías, pero que si me caía o alguien me empujaba y un tren se me llevaba por delante, aquella angustia acabaría. Y me parecía bien.

Lo más gordo es que no me había pasado nada del otro mundo, nada que no nos haya ocurrido a todos, nada que no haya sido superado tiempo después por acontecimientos vitales mucho peores. Pero en el fondo eso da igual, porque el grado en que algo te hiere no depende tanto de la magnitud del golpe como de lo preparado para recibirlo que te encuentre. Si estás a la pata coja, cualquier mínimo empujoncito, por pequeño que sea, te tira al suelo. Pues un poco eso, pero con sentimientos.

Hacía muchísimo que no pensaba en aquella época y hoy me he dado cuenta, por primera vez, de que no queda NADA de aquel dolor. NADA. Y me ha sorprendido, la verdad. Me costó sangre, sudor, lágrimas y la tira de tiempo cerrar aquella herida y durante años y años la cicatriz siguió picando. Primero mucho, poco a poco cada vez menos y al final quedó como un ligero eco, muy lejano, lejanísimo. No sé explicar qué era, como una presencia, como una advertencia, pero algo había allí la última vez que miré.

Hoy, después de mucho tiempo sin acordarme, he mirado y no queda NADA. NADA. Jamás habría creído que eso fuera posible y, sin embrago, la sabiduría popular tiene razón. Todo pasa. To-do.

Insistían los psicólogos del reportaje que oí en la radio en que el suicidio es una solución permanente para un problema pasajero. Porque todos lo son.

Así que ya tengo un cartel más para añadir a mis cuadros de las paredes, y este, como viene abalado por la experiencia propia, aún más creíble.

Esto TAMBIÉN pasará

domingo, 21 de noviembre de 2021

Doble de queso

 


Igual hago lo del tuit de arriba y dejo de darle vueltas, ¿no? Total, para las conclusiones a las que estoy llegando...

jueves, 18 de noviembre de 2021

Desastre colectivo

¡Atención todos, primicia-primiciosa! (que dirían los de Gomaespuma).Yo soy bastante desastre. No creo que os sorprenda mucho a los que pasáis por este blog de vez en cuando, pero que no se diga que no pongo todo negro sobre blanco. El caso es que soy muy consciente de esta evidencia, sólo que la he relativizado bastante porque, a medida que pasan los años, cada vez tengo más claro que no soy la única. Vamos, que albergo sospechas fundadas de que la mayoría de la gente somos catástrofes andantes. Hay por ahí alguno más listo, alguno más eficaz, alguno con una potencia física sorprendente, pero, en general, de media, como colectivo, somos desastres totales. Cada uno a su manera, pero todos en el hoyo.

Aún así mi tendencia es a fiarme de cualquiera antes que de mi misma. ¿Por qué? Porque yo estoy en primera fila de todas mis cagadas, del 100%, no me pierdo una. Sieeeempre que la cago estoy allí. Sin embargo, de los demás, con suerte, puedo haber sido testigo de la mitad, o de un cuarto o de ninguna y lo único que tengo es la sospecha (más que fundada) de que la caga. Y entonces, claro, en comparación, salgo perdiendo. Porque, como buena demagoga, comparo mi interior con el exterior de los demás.

Supongo que por eso me mola tanto que la gente desvele la trastienda de cosas que a nosotros se nos presentan como un resultado perfecto. Por ejemplo, un, dos, tres, responda otra vez, las películas. En la gran pantalla todo es idílico: aparcan a la primera, siempre les cogen el teléfono, el primer beso es perfecto, sin vacilaciones ni choques, nunca tartamudean al hablar, ni se les olvida el nombre de las cosas, ni se tropiezan. Luego te dicen que para que esa escena de peli tuvieron que estar seis horas y hacer 500 tomas y ya te explicas muchas cosas.

¿Otra cosa que a nosotros nos llega ya pulida y sin errores? Los vídeos de cualquier youtuber random. Que ves una chavalilla ahí que no levanta dos palmos del suelo con esa soltura para hablar, sin muletillas ni tropiezos y piensas: "Coñe, qué facilidad de palabra". Luego, si es una youtuber pequeñita que está empezando a la que nadie ayuda, se equivoca, sube el vídeo sin editar y ves la cantidad de veces que ha repetido una misma frase para no tartamudear y la de veces que ha parado a consultar el guión. Sólo que todo eso, en la versión editada, ha desaparecido. ¡Magia borras! 

Y si es una youtuber grandota como Ter que hace cosas mucho más profesionales, pues te enteras porque le da un arranque de sinceridad. Y qué queréis que os diga, se agradece, la verdad. Porque si aquí somos todos un desastre, que se sepa, cojones. Que luego parece que soy yo la única peor de la vida y no...


domingo, 14 de noviembre de 2021

Comparar hacia los dos lados

 

Los caminos inescrutables del algoritmo de Youtube me ha traído a sugerencias este vídeo que me ha dejado un poco flipada, la verdad. No tanto por el mensaje (que guay, claro), sino por una cosa que dice en medio. Os cuento.

Primero, no le conocía a él, lo cual. siendo uno de los deportistas españoles con más medallas, tiene delito y da idea de los invisibilizadas que están las personas con discapacidad. 

Y segundo por lo que cuenta del sonido de los semáforos. Que los apagan por las noches, dice. Por supuesto no había reparado en ello, pero es que, además, no se me habría ocurrido en la vida. No sé si es por ahorrar o para contribuir al silencio para facilitar el descanso de los vecinos, pero cualquiera de las dos razones me parece un ñordo en comparación a lo que le quitas a los que necesitan esa señal auditiva para cruzar. Que no es un capricho, que no es algo que les apetezca, que es vital para tener un poco de independencia caminando por la calle con un mínimo de seguridad. ¡Y además los apagan ya a las 10! No a las 12, ni a los dos de la madrugada. ¡A las 10! Venga hombre, ni los Lunnis se han ido a dormir a esa hora...

Cuando entro en bucle con mis dramas mierder cada vez pienso más en que aquí cada uno tiene lo suyo y que hay mogollón de peña con movidas muy pero que muy tochas. Y eso sólo hablando de las movidas emocionales o de relación. Si a eso añadimos enfermedades, discapacidades físicas y marrones gigantescos sobrevenidos la cosa adquiere tintes dramáticos. Pero DRAMÁTICOS de verdad, no mis pseudo dramas mierdosos.

Para mi desgracia, yo soy muy de compararme. No lo puedo evitar. Si comparara hacia los dos lados, se me iba a acabar la tontería.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Un poco de cuartelillo

Estoy atascadísima. Estuve el otro día la tira de rato tratando de escribir algo y sólo conseguí ponerme de los nervios porque tenía un montón de cosas pendientes que iban a seguir idem después de que yo estuviera perdiendo delante de la pantalla el tiempo que necesitaba para hacerlas. Total: atasco, mala leche, impotencia, bloqueo, más atasco. La pescadilla que se muerde la cola.

Que otra cuestión a debatir sería, no sólo por qué me encabezono en empeñarme en darle a la tecla cuando no hay tutía, sino por qué leches sigo empecinada en dedicarle a este blog un tiempo que igual no tengo. O que a lo mejor ahora necesito para otras cosas. No os creáis que esto no me pasa mucho por la cabeza. Otros cerraron el chiringuito sin un cargo de conciencia ni medio y yo no me veo capaz. ¿Por? Yo qué sé, colegas, si no me entiendo ni yo, qué os voy a explicar a vosotros...

El caso es que teniendo un domingo malo de esos de tristeza, ansiedad e insatisfacción generalizada me encontré con esto en Twitter y pensé: "Pues sí, chica, date un poco de cuartelillo, que machacarte a todas horas tampoco te lleva a ninguna parte."

Así que aquí os lo dejo, por si os sirve. A mi me sirvió.


 

domingo, 7 de noviembre de 2021

No tenemos ni idea

Siempre he pensado que no me conocía a mi misma. Ahora además creo que tampoco conocemos a los demás. Ni siquiera a los más cercanos. A la familia, a los mejores amigos. No los conocemos. Yo, al menos, no los conozco. 

No me refiero a como actuarían en situaciones extremas, que desde luego que no. O en conflictos enquistados, eso que suele decirse de que conoces a tu pareja en el proceso de divorcio y a tus hermanos en el reparto de la herencia. Digo en el día a día, sin grandes problemas, sin decisiones a vida o muerte.

Se me ha ocurrido porque hace algún tiempo que estoy investigando sobre el Eneagrama. Si no os suena el concepto tampoco voy a dar la chapa hoy con esto. Resumido a lo cutre, viene a ser que existen nueve tipos de personalidad (eneatipos) en los que más o menos todos encajamos (a grandes rasgos). Y que sabiendo con cuál cuadras tú y con cuál los otros, puedes entender mejor las tendencias naturales y los miedos de cada uno y así empatizar con más facilidad. Obviamente, es mucho más complejo que todo eso, pero para que nos aclaremos si no tenéis ganas ahora de poneros a leer sobre el tema en internet.

Total, que a mi este asunto me parece interesante y en el proceso de informarme y descifrar esta herramienta, inevitablemente, intento identificar qué eneatipo soy yo y cuál las personas de mi entorno. Lo de uno mismo es complicado distinguirlo por EXCESO de información, porque sabemos tanto de nosotros que vemos alguno de nuestros rasgos en cada uno de ellos y cuesta decidir cuál es el predominante. Lo de los otros es difícil por lo contrario, porque nos faltan datos esenciales incluso de las personas más cercanas, con las que hemos convivido e interactuado desde que nacimos.

¿SpeedySisterPeque cuadra con el eneatipo1? Ni idea. Podría ser porque es perfeccionista y considera muy importante la organización y el orden. le cuesta delegar y a veces tiene mala leche. ¿Pero lo hace porque tiene una brutal autoexigencia? ¿Está frustrada porque la vida es, la mayor parte del tiempo, una cagada después de otra? No sé. Igual no lo sabe ni ella, lo voy saber yo, que ahora mismo no pondría la mano en el fuego por cuál es su peli favorita.

¿SpeedyDad? Peor me lo pones. ¿Cómo voy a saber yo si tiene miedo a perder el control, o necesidad de ser aceptado o si duda de sí mismo continuamente? Imposible enterarme de eso cuando (como buen padre) lleva toda la vida compitiendo por el Oscar a la mejor interpretación en "yo lo entiendo todo, puedo arreglarlo todo, soy capaz de protegerte de todo". Igual SpeedyMum sabe algo de eso. Yo, desde luego, ni idea.

Y eso sin contar que dentro de casa somos de una manera y fuera de otra, que con unos sacamos una versión de nosotros que en otros ambientes ni sospecharían, que todos tenemos una mascara-escudo con la que tratamos de proteger nuestro yo más verdadero...

Que no nos coscamos ni de la mitad, vaya. Por lo menos, yo.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Preguntas biográficas

Estoy leyendo Open, la biografía de Agassi. ¿Con quince años de retraso? Sí, con 15 años de retraso, hijos míos, ya lo sabéis, yo siempre a la última.

¿Voy a hablar de Open cuando no he leído ni 200 de sus 400 páginas? De nuevo, afirmativo. 

Mi blog, mis reglas. 

Se siente.

Total, que comento ya porque la curiosidad se me come por los pies. Yo no leo a menudo biografías y siempre me intriga mucho el proceso de escritura. Y es que claro, en la mayoría de los casos, la vida (los acontecimientos, las curiosidades y el salseo) las pone el famoso de turno, pero las palabras las pone otro. Normalmente un profesional de las letras. Y eso es lo que me parece dificilísimo. Porque el plumilla en cuestión no ha estado en el día a día que se describe en las páginas, no ha vivido las situaciones, no las ha sentido.

Open está firmado por JR Moehringer que lo cuenta, he de reconocer, muy requetebien. Consigue tensión, épica, curiosidad, empatía, ternura y bastantes momentos de profundidad. Y vale que material tiene de sobra, porque la vida de uno de los tenistas más importantes de la historia igual es ligeramente más movidita que la del ciudadano medio. Pero aún así, me surgen dudas infinitas:

-¿Cuántos millones de horas hablaron autor y protagonista para llenar esas 400 páginas? Se llega a un nivel de detalle enorme. Conversaciones con su familia en su niñez, como conoció a su mejor amigo, la complicada relación con su padre desde bebé... Que ya es difícil que Agassi se acuerde de todo eso, pero es que además se lo tiene que transmitir al plumilla para que le dé forma. Lo que, de hecho, me lleva directamente a mi siguiente duda...

-¿Cuánto se ha inventado Moehringer? Porque igual un deportista de élite tiene un día a día de película, pero, por muy pronto que haya empezado su carrera, un chico de diez años no. Ese chaval puede llevarse de fábula y querer muchísimo a su hermano, pero esas charlas con símbolos de apoyo mutuo que se mantienen a lo largo de los años no me las trago ni loca. Es decir, la buena relación sí, el cariño sí, las anécdotas tiernas, incluso. El resto es una forma de expresarlo, literatura. No es ficción porque el sentimiento, el fondo, es real pero no ocurrió así en el 90% de los casos. Me juego lo que sea. Y eso aún me hace admirar más el trabajo del escritor. Qué capacidad de visualización, ¿no? Una cosa es construir situaciones muy concretas que no se corresponden con nada fuera de tu cabeza. Pero inventarte algo para transmitir una verdad me parece chungo de narices. Lo cual, de nuevo, me lleva a lo siguiente...

-¿Cómo reaccionan los miembros de la vida de Agassi a todo lo que revela la biografía? Es un relato muy detallado. Hay pensamientos de él bastante íntimos, buenas y malas experiencias con su padre, con sus parejas, con su entorno. ¿No se sienten expuestos? Se dice mucho de ellos. ¿Se ven representados, se cuenta "su" verdad?  Eso es misión casi imposible.

Todavía me acuerdo del primer trabajo de contadora que hice en la escuela de Superhéroes. Fui al curro de mi tía y relaté en cuatro folios la labor tan importante que se hacía allí. Lo tuve que simplificar para que un público general, con cero conocimientos del tema, lo entendiera. Necesité darle una unidad para que se leyera del tirón. Le añadí algún detalle tierno, para que conectara con el lector. Mi profe me puso un 9,8. A mi tía le horrorizó. Opinó que no reconocía su realidad en lo que había escrito. No inventé nada, conté lo que vi desde fuera dándole una forma. Si vosotros hubierais estado allí, casi seguro habríais captado la idea general con mi escrito. Pero ella, desde dentro, no se veía representada.

Así que paso páginas y páginas de Open y no hago más que pensar que querría tomarme un café con Moehringer para acribillarle a preguntas: ¿Tenías pesadillas por si Brooke Shields mandaba un sicario a matarte después de leer algún pasaje del libro? ¿Vamos capítulo a capítulo, yo apuesto a las situaciones que creo inventadas y tú parpadeas una vez para desmentir y dos para confirmar? ¿Cuántos millones de millones de millones de folios de apuntes cogiste para que te salieran 400 páginas limpias? La deforestación del Amazonas empezó con esta biografía, ¿eh?

Un testamento de entrada y de la vida de Agassi ni he llegado a comentar porque voy por la página 200. Cuando termine igual hablamos otra vez...

domingo, 24 de octubre de 2021

Contraintuitiva

 



No sé donde encontré esto tan guay el otro día, probablemente en Twitter que es para mi un pozo de sabiduría. Así que no es mío, pero estoy de acuerdo total. Para los que tienen la suerte de tener intuición, claro.

No es mi caso. O vine con esa carencia de fábrica o habla a un volumen tan bajito que cualquiera de mis otras voces la tapa sin querer. Porque mi voz "la cagas siempre, te estarás columpiando otra vez" (desconozco si tiene un nombre técnico o un branding más corto y fácil de recordar) es una voceras de cuidado. No hay quien se haga oír con esa loca por ahí dando gritos. Que yo no digo que le falte razón, porque es un hecho que, EFECTIVAMENTE, la cago mucho. La cosa es que habría que sentarse a apuntar los datos con tranquilidad y hacer estadísticas objetivas y fiables del porcentaje, porque mucho no es siempre y a lo mejor hasta había sorpresas. Pero vamos, que a todas mis yoes internas los números les dan igual, la intuición les ha fallado, las veces que sea, no se fían y le hacen el vacío. Como si no estuviera. Quizá eso explique parte de los desastres de mi vida. O puede que no, vete tú a saber...

¿Y vosotros qué? ¿Tenéis intuición? ¿Os funciona?

Qué morrudos sois...


miércoles, 20 de octubre de 2021

Experimento bloguero 5

Bueno, a ver si acabamos con la movida esta de las preguntas, que al final se ha hecho eterno. Aquí va la última tanda, la anterior aquí. Vamos allá.


30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?

A solas el último día que tuviera el síndrome premenstrual, porque las hormonas van a terminar consiguiendo que me corte las venas.

Delante de alguien... puede que en urgencias, delante de una enfermera la noche que me dio el Jamacuco Supremo cuando mi familia tuvo que irse del hospital y pensé que me iba a quedar coja o tonta por el chungo. Por suerte no ocurrió nada de eso pero yo estaba cagada de miedo, lloré y la enfermera fue un amor.

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que ya te guste de él.

Estás aquí, leyendo, por la razón que sea. Eso siempre mola. Y has llegado a la pregunta 31, tarea nada fácil. Doble gallifante para ti.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio como para hacer broma al respecto?

No me gusta el humor negro, no sé, no le veo la gracia, pero con un mínimo de respeto que los demás hagan bromas de lo que quieran.

33. Si fueras a morir esta noche sin posibilidad de hablar con nadie, ¿qué lamentarías no haber dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

Me encantas y estoy convencida de que podríamos ser superfelices juntos.

No se lo he dicho porque tiene el corazón ocupado y no serviría de nada y porque, según la bronca que me echaron los comentaristas en esta entrada, está fatal de los fatales hacer algo así. Yo no estoy muy de acuerdo, pero, por lo visto, es la opinión mayoritaria.

34. Tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro. Después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto. ¿Cuál escogerías? ¿Por qué?

Supongo que mi ordenador, es el objeto que más recuerdos míos almacena. Soy un desastre y no hago copias de seguridad ni subo casi nada a la nube.

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

No creo que se pueda decidir algo así, la verdad. Por contestar algo, aunque no me convence demasiado, puede que la del Speedsobri mas chiquitín. Es casi un bebé y cuanto más temprana una muerte, más dramática, si es que algo tan doloroso se puede medir.

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.

Mi problema es, ¡oh, sorpresa!, el mismo que tengo desde los albores de este blog (y antes): un atasco vital morrocotudo. No creo que nadie que lea esto pueda darme una solución, porque yo llevo intentándolo desde que nací y miau. Pero se agradece la intención, de todas formas.

domingo, 17 de octubre de 2021

Nos tratan como idiotas

A ver, que yo puedo entender que hay una enorme variedad de temas que son complicados al máximo. Y que la mayor parte de la peña no tenemos conocimientos, tiempo, ni  (sobre todo) GANAS de ponernos a informarnos al detalle sobre cada putada del día a día. Y que por eso, nuestros "amables y siempre generosos" (ejem, ejem) políticos simplifican la situación que sea para explicárnosla y darnos "soluciones" (ejem, ejem) que palíen la putada en cuestión. Lo que no entiendo es que en este proceso, INVARIABLEMENTE, nos tomen por idiotas.

¿Ejemplos de esto? Millones. El último el atraco del precio de la luz.

El coste de la energía sube a velocidad supersónica. No nos cuentan las causas y condicionantes reales de esta escalada porque son múltiples y complicados (no lo niego) y como dan por hecho que somos lerdos, ni intentan explicárnoslo. Pasan directamente a colarnos una milonga. "No, es para parar el cambio climático, hay que cambiar nuestros hábitos de consumo y nuestros horarios. Y para eso precisamente están los tramos valle, para que la factura no se descontrole mientras os acostumbráis a los horarios correctos." Y dan la turra con esto durante semanas. Pon la lavadora  a las 3 de la mañana y el lavavajillas los findes y la calefacción (básicamente) nunca. Y tú aguantas días y días con pilas de platos sucios y poniendo el despertador media hora antes para tender la colada al levantarte. Y un mes después te encuentras esto.



Que los tramos no sirven para nada y que la turra esa de los horarios no era más que un cuento chino que no ayudan a controlar el coste, y por lo visto, tampoco a salvar al planeta. Ahora resulta que todo es más complicado y que no se arregla con cambios en los hábitos de cuatro mindundis. Ni de miles de millones de mindundis, en realidad.

Ni siquiera me voy a ir para lo hondo y amargarme pensando qué parte de esta estafa es por la complejidad del sistema y qué parte es por la ingente cantidad de caraduras sin escrúpulos que están haciendo el agosto y pudriéndose (aún más) de dinero con este tema. Lo único que pido es que no nos traten como idiotas. Que no se inventen una explicación simple, nos la vendan como la panacea y cuando, para sorpresa de nadie, no funcione, se hagan los longuis y aquí no ha pasado nada. Ni una justificación ni media, oye. 

Nos cuentan a todas horas trolas como castillos y a la siguiente se extrañan de que la gente no se trague nada. Pues, hijos míos, vosotros mismos os lo habéis buscado...

viernes, 15 de octubre de 2021

Que escriban con lógica pero que no lo llamen realismo

Estoy haciendo un curso de escritura. Esto no lo había comentado por aquí antes, ¿no? (Modo ironía on. Si, ya estoy otra vez con la turra esta. Hay que ver, cuando me da por algo soy más pesada que matar un cerdo a besos. Ya lo sé, ya, hijos míos, tenéis razón, pero ¿qué queréis que yo le haga?)

Total, que en el curso de escritura del que "nunca" os hablo insisten un montón en que todo lo que ocurre en la trama tiene que ser lógico y tener motivaciones claras que se puedan intuir o rastrear desde el planteamiento de la historia y que en conjunto todo debe resultar creíble. Y yo pienso, ¿cómo va a ser realista algo perfectamente lógico? Si en la vida real todo es caótico, aleatorio y la mayoría de las veces inexplicable.

Yo por lo menos, gran parte del tiempo, no entiendo nada. Así en general. De lo que pasa. De como reacciona la gente. De las consecuencias que se derivan de determinadas acciones. Estoy en un casi perpetuo ¿ein?

En lo que llevamos de 2021 ya hemos vivido una pandemia, Filomena y la erupción de un volcán. Y eso sin salir de España siquiera. No creo que tenga que decir nada más sobre lo random de los acontecimientos vitales, que parecen la ruleta de la fortuna en pleno giro. A saber ahora donde se va a a parar. Ya lo decían en Twitter cuando lo de la Palma: "Tachamos volcán y seguimos para bingo".

Tampoco son lógicas ni previsibles las trayectorias de las personas. Si trabajas duro tendrás éxito, dicen. Pero para algunos esto se cumple y otros se rompen los cuernos exactamente igual o más que los primeros y van de fracaso en fracaso. Del amor, ni hablamos. Hay que jugársela, ser abierto, intentarlo una y otra vez, comentan. Pero luego algunos se baten el cobre en el plano del ligoteo durante años para acabar más solos que la una y luego el pazguato más tímido del mundo se enamora de su mejor amiga en el colegio y tiene sus "fueron felices y comieron perdices" a la primera y sin un esfuerzo ni medio.

Decía Chejov que si aparece un clavo en el primer acto que escribes, en el último el protagonista tiene que ahorcarse con una cuerda que colgará justo de ese clavo. Y bueno, no me voy a poner ahora a discutir a Chejov, que de literatura igual sabe una pizca más que yo. Pero convendréis conmigo en que en la vida real la mayor parte de las cosas te las encuentras de sopetón, a bocajarro. ¡ZAS, en toda la boca! Que quizá luego miras para atrás y con toda la información (porque a toro pasado todos somos muy listos) dices: "ay, sí, mira, allí había ese indicio minúsculo, debí reconocer las señales". Porque, INSISTO, a toro pasado todos somos muy listos. Pero en el momento, miau, ni leches, saltas como puedes la valla que ha aparecido repentinamente de la nada y a tirar pa'lante.

Y eso sin mencionar que la peña que te rodea está fatal, tiene desconexiones neuronales y carga con sus propias movidas y traumas anteriores, por lo que tampoco puedes hacerte ni una ligera idea de por donde te van a salir o como se van a comportar. El lunes eres el amor de su vida y el jueves desaparece para siempre sin explicación, como si le hubiera secuestrado la mafia rusa. Años pensando que es tu mejor amiga y cuando menos te lo esperas, putada al canto. Pero putada, putada, de las que descartan del todo la amistad.

Así que Antón (Chejov y yo nos tuteamos, que los sufrimientos de la escritura compartidos unen mucho), si quieres escribo con todo bien atado y gradual y lógico y ordenado porque tú de movidas literarias sabes más y te hago caso. Pero NO lo llames realista. Porque no lo es.

viernes, 8 de octubre de 2021

Reflexiones entre zanahorias

El otro día estaba comiendo una zanahoria y pensé: "¡Qué gran invento es el pelador de patatas!". Porque lo es: ahorra tiempo, estreses varios originados en pieles y cáscaras rebeldes y la  perenne frustración de tener que lidiar con un tubérculo que parece más cardado que despellejado. Lo venden en todas partes y cuesta un euro. Y yo me he pegado toda (y cuando digo toda, quiero decir TODA) la vida sin él.

No es una exageración. Lo compraría hace ¿dos meses? cuando me vino la iluminación en una expedición rutinaria al súper. La cosa es que yo veía a SpeedyDad disfrutando de felices jornadas de cocina facilitadas bastante por este utensilio pero, por razones que desconozco, nunca pensé que esa mejora en la calidad de vida pudiera aplicarse en la mía. ¿Por? Vaya usted a saber. Porque no soy la más espabilada de la sala, eso desde luego. Pero también por causas más escondidas, que este blog es superficial, pero tanto como para dedicarle una entrada entera a un pelador de patatas, no, hombre. Confiad un poco más en mi.

El caso es que el tema del pelador no es más que un ejemplo paradigmático de mi mala costumbre de complicarme la vida. O de no facilitármela, que viene a ser el mismo perro con distinto collar. Yo doy por supuesto que la vida es una carrera de obstáculo mierder (que para disgusto de MrWonderful eso es verdad la mayoría del tiempo) y cuando me encuentro con estas vallas metafóricamente mierdosas ni me planteo que igual se pueden retirar del camino. O bajarlas de altura. O por lo menos, no añadir más. Eso ni se me pasa por la cabeza, para mi no es ni una opción. Me encuentro vallas y tengo que saltarlas. Punto. Si me canso, o me tropiezo con ellas y me hago daño, ajo y agua. Es el mercado, amigo.

Y luego veo a gente abandonando proyectos que le gustan, que funcionan, pero que le ahogan y le colapsan la vida. Y tan felices, oye. O cambiándose de piso, de ciudad, de país porque creen que en otro sitio les irá mejor. Y ni una duda ni media. O invirtiendo tiempo y dinero AHORA en comprar algo que está roto para así ahorrarse sufrimiento y juramentos en arameo en un FUTURO. Veo a toda esa peña y pienso: "¡Qué cabritos! Yo quiero ser así."

Pero no lo soy. Para nada. Yo termino libros que me están horripilando. Yo finalizo cursos que me llevan por la calle de la amargura, incluso cuando se ve claro ya a la mitad que no van a ser estudios que me ayuden mucho a mejorar mi situación. Yo alargo relaciones que me hacen mucho más mal que bien. Yo sigo utilizando cosas que obviamente ya no funcionan por una enorme variedad de razones, ninguna de las cuales justifica esa decisión de forma cuerda. Yo tardo varias décadas en comprar un simple pelador de patatas que me podría haber ahorrado horas de tareas cocineras ingratas.

Y luego que no sé en qué se me va el tiempo... Pues igual esto va a tener algo que ver. 

 

Por formular una hipótesis, vaya.


domingo, 3 de octubre de 2021

El misterio de los calcetines autodeterminados



Tenía que llegar el momento en que se extendiera. El afán de autodeterminación, digo. Empezó con la rasta. Después colonizó todo mi pelo, que como España y mis sobrinos, son ingobernables. Y ahora ha llegado a mis calcetines.

Y es que hacen lo que les da la gana. Yo me los pongo por la noche para dormir y por la mañana amanezco sin ellos. Que diréis, "chica, Speedy, se te habrán quitado al moverte en la cama". Pero aparecen recogidos, al lado de las zapatillas de casa, donde estarían si me los hubiera quitado voluntariamente.

Y yo pensé lo mismo que vosotros ahora, que me acordaba mal de la noche anterior y que no me los había puesto, así que la siguiente vez me concentré en un tyrannosaurus rex al ponérmelos. Que, de nuevo, vosotros diréis, "¿que qué?", pero eso es porque no necesitáis tomar pastillas todos los días y tenéis memoria de pez. Porque si os pasaran ambas cosas, como es mi caso, os haría falta un truqui para despejar dudas cuando no estáis seguros de si os habéis medicado ya o no ese día y para eso funciona muy bien pensar en un animal al ingerirla. Así por la tarde quizá dudas si ya lo has hecho o no, pero entonces recuerdas, "ah, no, que he pensado en un ornitorrinco" y ya te quedas tranquila.

El caso es que yo me acordaba del tyrannosaurio y los calcetines y al día siguiente allí estaban otra vez, con las zapatillas. Y ello trajo, por supuesto, la consiguiente formulación de hipótesis para explicar el misterio:

-Algún ente, humano o espiritual, se cuela en mi habitación y me los quita sin que me despierte. Si quien sea, tenga presencia corpórea o no, me puede sacar unos calcetines sin que me cosque puede hacer cualquier cosa peor. Y esta es una posibilidad taaaan aterradora que no quiero pensarlo ni en broma. Así que lo descarto directamente.

-Que soy sonámbula y hago cosas dormida. Bien, eso es una posibilidad. Pero si me quito los calcetines y ni me entero, ¿qué más estoy haciendo sin tener ni idea? ¿Robo bancos con una careta de Dalí y un mote de ciudad tipo Segovia? ¿Estoy invirtiendo todos mis ahorros en bitcoin y Jeff me va a invitar a su próximo viaje espacial? ¿Pertenezco al club de la lucha y participo en combates cada noche? Aunque ahora que lo pienso, eso explicaría todos los millones de moratones sin causa conocida que me descubro cada minuto. Pero también abriría la puerta a un debate aún más importante, ¿mi yo dormida conoce a Bradd Pitt y no ha encontrado la forma de presentárselo a mi yo despierta? Porque eso es pena de muerte para la dormilona. Prefiero descartar también esta opción.

Total, que todas las pruebas apuntan a una única conclusión lógica: los calcetines tienen voluntad propia y hacen lo que les peta. Y si en medio de mi fase REM del sueño se cansan de estar en mis pies y se escapan a mis zapatillas, quién soy yo para impedírselo. Son gajes de los genes de la autodeterminación: los tiene la rasta, los tiene mi pelo, la cosa llegó a contagiarse hasta mi tele. Y ahora se han extendido al tren inferior. Normal. Este momento tenía que llegar.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Ganas literarias

Recuerdo que cuando era chavalilla-adolescente odiaba casi toda mi ropa, porque una parte aún era heredada y otra patrocinada y financiada por los SpeedyPadres, que no tenían tiempo para maratonianas jornadas de shopping. Así que se compraba lo primero que me se ajustaba en talla y precio y a correr.

Conclusión: si se llevaban los pantalones de tiro bajo, los míos llegaban hasta las orejas. Si las camisetas de moda eran por encima del ombligo, las mías parecía camisones. No había manera de estar al día, lo que convertía mi armario en un erial y los Zara y Stradivarius en auténticos jardines del Eden llenos de manzanas prohibidas y lo que yo consideraba tesoros de incalculable valor. Ahora pienso que si en aquella época hubiera tenido la posibilidad de probarme todas esas prendas que creía que me encantaban, habría comprobado que me quedaban fatal y se habría roto el hechizo. Pero bueno, la cosa es que eso jamás ocurrió y que yo iba por la vida mirando lánguidamente los escaparates de las tiendas de ropa y suspirando por mi desdicha estilística.

Hoy, ya hecha toda una mujer adulta (aunque joven de espíritu), lanzo los mismos profundos suspiros melancólicos que entonces, pero por lo contario. En vez de creer que todos son modelitos estupendos que no están a mi alcance, paseo desesperada entre las perchas pensando en mi desgracia porque ninguna de esas propuestas estéticas me convence. De hecho, casi siempre me horripilan. Tienen formas imposibles o colores estridentes o agujeros en lugares inaceptables o directamente no sé si son para cubrir el tren inferior o el tren superior. Así que salgo de los comercios de moda física, mental y emocionalmente agotada sin conseguir una triste prenda que llevar a mi armario. 

La parte buena es que ya no hay sufrimiento por lo anhelos insatisfechos. Hay un miedo cada vez más fundado a que llegará un día en el que tendré que salir en bolas a la calle porque mi ropa vieja se habrá roto de tanto usarla y no habré sido capaz de sustituirla por algo me que me guste. Pero sufrimiento por anhelos insatisfechos, no.

Ahora ese sufrimiento llega por los libros. Porque me dedico, craso error, a ver vídeos de youtube y leer blogs de recomendaciones literarias. Como mis finanzas y, sobre todo, el espacio en mi superguarida es limitado, no puedo comprarme todos esos títulos, así que me dedico  a buscarlos en bibliotecas, páginas de audiolibros y demás fuentes de sabiduría. ¿Problema? Que si se han publicado recientemente aún no los tienen, claro. Y me quedo con las mismas ganas que mi yo adolescente mirando escaparates de tiendas de ropa.

Me pasa eso porque soy una ingenua, claro. Y si una booktuber random me dice emocionada que la novela de turno le ha encantaaaaaaaaaado y que no puedo seguir viviendo sin leerla, siempre me lo trago. Luego igual cuando la leo yo no me parece para tanto (porque para gustos los colores y para colores las flores) y ya me ha pasado un par de veces de comprarme algún ejemplar que, en realidad, no se merecía ocupar un sitio en mis escuetas estanterías, ni en mi corazón. Así que ahora intento tomarme las adquisiciones literarias con menos ímpetu y más calma. Pero las ganas no me las quita nadie.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Fanfiction

(Fanfiction: relatos inspirados en libros, películas, series de televisión, mangas, videojuegos o incluso personajes reales, escritos por los seguidores de los originales.)

Voy a escribir una fanfiction. Pero no va a ir de los mágicos habitantes de Hogwarts, ni de los hermanos de "Sobrenatural", ni de Harry Styles y su capacidad inagotable de meterse en movidas. Va a ir de nosotros, que ni somos famosos, ni tenemos fans, pero sí un bonito blog casi desierto en el que YO hago lo que me sale del mismísimo unicornio. Así que al lío.

Ya dice Cath en FanGirl que la gracia de los fanfics es que consigues jugar dentro del universo de alguien más. Reescribir las reglas. O flexibilizarlas. Así que en esta historia tú y yo nos cruzamos un mes antes de que estés centrado en otras cosas, y gracias a ese buen timing, me ves.

Me ves, me abres la puerta y me dejas pasar a tu vida. Y entonces te das cuenta de que, contra todo pronóstico, tenemos bastante en común. Somos cabezotas y constantes y exagerados y creativos y emocionales y nos reímos hasta de nuestra sombra y tenemos un enorme capacidad de trabajo y sacrificio. Y pelín de mal genio. Eso igual un poco también lo tenemos.

Total, que en mi fanfic formamos un equipo y nos mandamos cartas más de humor que de amor, porque la mitad son gracietas con cosas que nos han sorprendido durante la mañana, o memes o chistes superoportunos que hemos leído en Twitter. Y organizamos terapias de sofá, poniéndole contexto y quitándole drama al putadón de turno que le haya pasado al otro ese día. Y hacemos frente común a los spoilers de las series boom del momento, con la esperanza de que conseguiremos esquivarlos hasta que tengamos tiempo de hacer un maratón de capítulos que, en el fondo de los fondos, sabemos que nunca llegaremos a hacer.

Iba a decir que en mi historia me va mejor como superheroína y me respetan y no vivo 20 años de trayectoria laboral desastrosa, pero he pensado en algo mejor. En mi fanfic me doy cuenta mucho antes de lo que que quiero en la vida, de verdad, es escribir y tú me animas a que lo intente. Me convences de que eso es una posibilidad, de que existe esa opción. Que seguramente tendré que reorientar, y buscar alternativas y encontrar soluciones que compatibilicen el mundo ideal que nos merecemos con el mundo real en el que vivimos. Pero que yo, como todos los demás, tengo derecho a intentarlo al menos.

En mi relato viajamos por tus movidas deportivas, claro, pero también vamos a otros sitios chulos como Australia o Nueva York. Y me río de ti porque cuando te has quedado dormido en la playa, te he dibujado con crema solar una "s" pequeña en el hombro y ahora vas a llevar ese tatuaje blanco todo el verano porque te pones negro enseguida y después no consigues igualar el moreno ni a tiros. Y tú te partes la caja cuando me ves llegar llena de moratones de mi clase de remo y me sueltas "la primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha".

Esto es lo que tengo en borradores, por ahora. Como coprotagonista, si tienes alguna sugerencia será bienvenida. Pero que sea una sugerencia chula, ¿eh? Que este tiene que ser un fanfiction molón...

jueves, 23 de septiembre de 2021

Previernes

Iba a deciros que la Ley de Parkinson establece que el trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para su realización y que quién soy yo para llevar la contraria a las leyes de la naturaleza.

Iba a comentaros que, como cantaría Vetusta Morla, hablemos de todo menos del tiempo que se escurre entre los dedos (y que no cunde un mierdo, me permito añadir yo sin tanta lírica)

Pero os voy a confesar la verdad: el domingo estuve de barbacoa infinita (necesaria para mi salud mental y física) y no me dió tiempo a escribir nada. Y como de lunes a viernes los días parecen encogerse como Pepiiiiita Pulgarcita sin darme más opción que limitarme a la supervivencia, no me queda otra que pedir el comodín del público y hacer una entrada-no entrada y pasar, más que nada, a saludar.

Así que eso, que ánimo con este jueves que no es más que un previernes a las puertas del fin de semana y que aunque ya es otoño y hace fresco...

Por la sombra, bombones.


domingo, 19 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 4

 21. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

¿Amor romántico? Ahora mismo cero pelotero, a no ser que cuente mi romance secreto (e imaginario) con George Clooney.

Y si me preguntáis teóricamente, en el gran esquema de las cosas, mucha importancia. Creo que cuando va bien y es sana es una parte muy importante y bonita de la vida.

22. Compartid de forma alterna cinco características que consideréis positivas de vuestro compañero.

Voy a formular la hipótesis de que si lees esto eres (o has sido) bloguero, comentarista o tuitero. En ese caso, 5 cosas positivas: eres creativo, miras mucho y con detalle a tu alrededor, disfrutas con distintos tipos de  expresiones artísticas, tienes sentido del humor y (aquí entre nosotros) seguramente estás un poco pa'allá. Pero eso siempre mola.

23. ¿Tu familia es cercana y cariñosa? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

En mi familia somos todos unos cardos borriqueros y más brutos que un arao pero de alguna forma sabes que siempre puedes contar con todos para lo que haga falta. Es lo más importante y me considero de verdad una privilegiada, no todo el mundo puede decir lo mismo. 

Y mi infancia fue feliz. Tenía mal genio, discutía continuamente con mis hermanos, me agobiaba a la mínima y todo me frustraba mogollón, pero creo que era bastante feliz, la verdad. ¿Más que los demás? No lo sé. Pero feliz, desde luego.

24. ¿Cómo te sientes respecto a tu relación con tu madre?

Bien. La pobre ya se está haciendo mayor y cada vez me cuesta más que entienda algunas de mis decisiones, pero siempre ha sido (y sigue siendo) una madre guay.

25. Esta pregunta no la entiendo del todo y no creo que se pueda responder si no es en vivo y en directo, así que me la salto.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

Ahora mismo, ojalá tuviera alguien con quien compartir mi pasión por escribir, hablar sobre escribir y literatura hasta llegar al detalle absurdo sin dar la turra porque a la otra persona le emociona tanto como a mi.

Y más en general cojo la respuesta que da el prota del libro y digo "Ojalá tuviera alguien con quien ser"

27. Si te fueras a convertir en un amigo íntimo de tu compañero, comparte con él o con ella algo que sería importante que supiera.

Cuanto más verdad, más intenso y más doloroso es algo, más me cuesta expresarlo de palabra. Paciencia conmigo, por favor. 

28. Esta cuestión tampoco se puede responder en este formato, qué le vamos a hacer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento embarazoso de tu vida.

Tengo muchísimos, por lo menos uno por día, pero hay uno relativamente reciente que me hace gracia porque es tan surrealista que todos piensan que me lo invento. Ojalá fuera invent, pasé bastante corte.

Primer mes en un gimnasio nuevo. Cuarto día que voy a clase de bici con un monitor muy majete que se metía mucho con nosotros de broma y por eso siempre decía de coña que le podíamos insultar también a él, para quedarnos tranquilos. A mi, DE COÑA TOTAL, se me ocurre decirle, después de una sesión muy dura, "me cago en tu puta madre" y él me contesta señalando a una señora de una bici de primera fila. "No, que está aquí". 

Resultaba que esa señora era la madre del monitor y había ido ese día a ver como daba clase su hijo. Nunca iba, fue sólo ese día porque le hacía gracia verle. Yo no tenía ni idea de eso y fue juuusto el día que elegí yo para cagarme en ella y llamarla puta delante de sus narices. Os podéis imaginar la carcajada general, claro.


viernes, 17 de septiembre de 2021

Posturea para que todo el mundo lo vea

El otro día leí que hay un porrón de peña que sigue muriendo (¡a estas alturas!) de cáncer de pulmón relacionado directamente con el consumo de tabaco. Y eso a pesar de que ese tema está investigado, demostrado y nos lo vienen advirtiendo hasta la saciedad desde ni se sabe cuando.

El otro día leí también que hay un porrón de peña, sobre todo chavalada, que ven afectada su salud mental a causa de las redes sociales. Síntomas de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, ciberbullyng y una dependencia de estas aplicaciones prima hermana de las de las drogas clásicas. Y eso que esto también hace  tiempo que nos lo están avisando. Aunque menos que lo del tabaco, es verdad.

Yo en este este asunto tengo suerte, supongo. No me ha costado ningún esfuerzo mantenerme alejada de estas movidas porque nunca me ha llamado la atención fumar, ni meterme de todo, ni siquiera tomar café. Con las nuevas tecnologías, tres cuartos de lo mismo. 

A Facebook llegué tardísimo. Me lo hice sólo porque hubo una época que la peña convocaba las fiestas de cumple por esa vía, nunca lo entendí demasiado y me dedicaba a postear allí capturas de chistes que me habían hecho gracia en Twitter. Lo usaba fatal y por supuesto no me enganché.

La única red social en la que he permanecido es, precisamente, Twitter, y creo que es porque, en realidad, no se me puede considerar usuaria. Soy como una espectadora, más bien. Leo para informarme o echarme unas risas, pero prácticamente nunca escribo. Interactúo lo justo, retuiteo lo que me mola y casi nunca me llega el odio que inunda esa aplicación. Leo mucho las quejas sobre ese odio, veo las capturas de otros, pero a mi, la verdad, no me salpica. Será porque no escribo, me imagino.

A Instagram no es que haya llegado tarde, es que ni siquiera se puede decir que he llegado. Me abrí uno por motivos laborales y cada vez que entro tengo que cambiar la contraseña porque se me olvida de la cantidad de tiempo que transcurre de una vez para otra. Esa app nunca me enganchó. No le di tiempo, supongo. Toda esa felicidad fingida, esas fotos perfectamente trucadas, esos filtros evidentes me echaban para atrás porque me olían a cerrado, me parecían un decorado de cartón piedra. Soy la primera que se compara y que siempre cree que los demás tienen una vida mejor que la mía. Me creo hasta las películas románticas en las que el enamorado para un avión en marcha para retener al amor de su vida. ¿Pero Instagram? Lo siento, pero no me creo nada. De hecho, les sugeriría a los jefazos de esa app que añadieran un nuevo botón al lado del corazoncito, algún emoticono molón para poder decir: "Buen intento, pero no me lo trago. Yo te conozco en la vida real y no eres así."

Y de Tik Tok mejor ni hablamos, porque aún no he sido capaz ni de abrirme mi propia cuenta. Por ahora uso la de los SpeedySobris para que me enseñen lo que les hace gracia, con eso no os digo nada y os lo digo todo...

Bastante chungo es ya de por sí el día a día como para tener que estar midiendo la felicidad en likes, ¿no?




domingo, 12 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 3

Bueno, pues aquí otra tanda de respuestas. Ya quedan menos. Vamos allá.

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

¿Voy a encontrar mi sitio? ¿Y donde está?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

Viajar a sitios lejanos, tipo Australia o algún rincón donde ver bien las auroras boreales. No lo he hecho aún primero por dinero, luego por falta de vacaciones y ahora más que nada por el CoronaSuplicio este.

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

Aún no lo he conseguido, pero todavía queda partido, preguntadme dentro de unos años.

16. ¿Qué es lo que más valoras en un amigo?

Que me ayude cuando lo necesito. Con acciones concretas, no con palabras. Trust actions, not words.

Las preguntas 17 y 18 me las salto por ahora, las he pensado un montónd e rato y no me decido sobre qué debería contestar. Las dejo para la siguiente entrega y las cambio por las cuestiones 19 y 20.

19. Si supieras que en un año vas a morir de manera repentina, ¿cambiarías algo en tu manera de vivir? ¿Por qué? 

Gastaría más dinero en experiencias chulas como viajes alucinantes. Hasta ahora me he cortado bastante porque estoy en prebancarrota continua y no quiero acabar viviendo debajo de un puente, pero si en un año cierro sesión me llegan los fondos hasta entonces.

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

Reciprocidad (no se puede ser amigo de alguien que no se considera amigo tuyo en el mismo grado), cariño, generosidad y aceptación.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Atención amorosa

¡Qué cabrita es la atención a veces!, ¿eh? 

Porque, vale, el cerebro no puede captar a la vez la montonada de estímulos a los que nos vemos expuestos en cada segundo de nuestra vida, así que elige unos cuantos, que son los que procesamos. Normal, no se puede llegar a todo. 

Y vale que si, además, nos concentramos en algo muy concreto se nos escapa prácticamente todo lo demás. Y a las pruebas me remito, no hay más que ver el experimento del vídeo de abajo. A los que no lo conozcáis no doy detalles para no hacer spoilers. Al resto ya sabéis de lo que estoy hablando.


 


Menos exagerado que cuando nos concentramos tantísimo en algo, esto ocurre a menor escala en todas las facetas de la vida. ¿El culpable? El sistema activador reticular ascendente, que nos hace fijarnos en lo que nos interesa. Por eso cuando estás decidiendo si comprarte un Opel Corsa rojo de repente ves ese coche muy a menudo por la calle o cuando te planteas formar una familia, "casualmente" no haces más que encontrarte embarazadas por todas partes. Nos fijamos en lo que pensamos.

De esta base parten algunas de las teorías (excesivamente optimistas, en mi opinión) de que atraes en la vida lo que llevas dentro. Que si visualizas todo el rato cosas buenas, te pasan todo el rato cosas buenas. Y en finnn, no sé... Eso es irse un poco pa'lo hondo, yo creo. Pero lo que sí es cierto es que no se puede encontrar lo que no se busca. Me voy a explicar.

Leí el otro día en el último libro de Marian Rojas que el sistema activador reticular ascendente también influye a la hora de elegir pareja. Ella sostiene que si tienes claro lo que quieres en una relación será más fácil que aparezca porque tu cerebro lo buscará todo el tiempo, sin que te des cuenta. Por eso será más probable que "lo veas", (te fijes) cuando se te cruce. Es decir, no se trata de un milagro que hace aparecer a la persona de tu vida como por arte de magia, sino más bien de un dispensador de collejas virtual para que espabiles y te cosques si cuando te lo encuentras estás a por uvas.

A mi esto segundo no me parece imposible y entonces viene cuando la matan, claro. Porque lo siguiente que sostiene Marian en el libro es que necesitas saber qué tres características consideras más importantes en una pareja.

 ¿Tres ? 

¿¿Tres??

 ¿¿¿Sólo tres??? 

¡Qué pocas!, ¿no? ¿Vosotros podríais elegir? Yo lo estuve pensando el otro día y me cuesta, la verdad. Había que decidir entre inteligente, interesante, con valores, atractivo, culto, inquieto, extrovertido, de hábitos saludables, activo, cercano a su familia, tacaño o maniroto a la hora de gestionar el dinero, deportista, con ideas políticas y religiosas compatibles con las propias, que le gusten los animales, que tipo de aficiones tiene... El listado era largo y había que escoger sólo tres.

¿Cuáles son las vuestras? A ver si me inspiro...

domingo, 5 de septiembre de 2021

Experimento bloguero 2

Sigo con el experimento bloguero del otro día, porque, total, ya que he empezado vamos a tirar pa'lante. 

Siguientes seis preguntas.


7. ¿Tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?

Muchas veces sueño que va a ser una muerte abrupta, un accidente de coche, un infarto o un ictus, pero no sé si eso se puede calificar exactamente como corazonada porque no me lo creo del todo.

8. Di tres cosas que creas tener en común con tu interlocutor.

No sé quien está leyendo esto para ser considerado mi interlocutor así que voy a jugármela inventándome algo:

A)Si lees esto eres (o has sido) bloguero de acción o de corazón (aunque nunca hayas abierto un blog habrás querido hacerlo alguna vez). Ya somos dos, yo también

B)Seguramente te gusta mucho leer. Me too.

C)Y la tercera tiene doble vertiente: o nos conocemos "virtualmente" hace mucho porque eres uno de los pocos que resisten de los años de la blogoesfera del Pleistoceno superior o a los dos nos gusta mucho internet porque has llegado aquí de casualidad buscando algo sobre tu prima lejana o Los Increíbles. Bienvenido en ese caso, por cierto.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

Mi familia.

10. Si pudieras cambiar algo en cómo te educaron, ¿qué sería?

Ser más expresiva en cuanto a mis sentimientos y menos tímida. Aunque a lo mejor es una cosa que me viene de fábrica y no de la educación que me dieron, no sé.

11. Tómate cuatro minutos para contar a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible.

Si empiezo no voy a limitarme a los cuatro minutos ni de coña, así que no demos la turra más de lo estrictamente necesario. Además, si estás aquí y has pasado por mi blog de vez en cuando, más o menos ya te haces una idea porque por estos lares va saliendo lo más relevante de mi vida (a grandes rasgos, ya tu sabe.) Como decía Lucia Berlin en una gran frase que le leí el otro día sobre lo que escribía: "Exagero mucho, y a menudo mezclo la realidad con la ficción, pero, de hecho, nunca miento." 

12. Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?

Ya tengo supervelocidad como superheroína, ¿qué más quiero? jajajaja 

No sé, siempre pienso que me gustaría leer el pensamiento, pero sólo si es selectivo y  puedo apagar la habilidad cuando quiera porque hay mucha gente muy cabrona y sería tristísimo oír todo el rato lo que piensan esos. Así que el superpoder que quiero es oír los pensamientos sólo a quien quiera y cuando lo pida, por poco rato.

Ah, bueno y teletransportarme. Teletransportarme también, claro.


Vuestro turno

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Epaminondas

Me acuerdo de un cuento que había en casa de mi abuelo cuando yo era pequeña. Se llamaba Epaminondas y me horrorizaba, me parecía tristísimo. Iba de un niño negrito muy pobre, que como no tenía nada más, su madre le ponía el nombre de un general famoso y reputado para que por lo menos tuviera eso en la vida, un gran nombre. Y por no fuera ya suficientemente triste, al chaval le explicaban las cosas y como no se terminaba de enterar el pobrecillo, le dejaban poco menos que por lerdo en la historia. Aquello me indignaba. "Igual el crío no es tonto, igual lo que ocurre es que no se lo estáis enseñando bien, cabrones.", pensaba yo.

Total, que se me ha ocurrido buscar el cuento ahora y resulta que va precisamente de eso, de la dificultad de hacerse entender en el proceso de aprendizaje. En las versiones actuales le han quitado todo el tema de la raza y la miseria, que no venía muy a cuento tampoco (nunca mejor dicho) y algo mejora porque el prota parece ligeramente menos lerdo. Pero aún así queda como un tonto y me cabrea. El niño se limita, como es lógico y normal, a cumplir con lo que le dicen los mayores. Si le explicas que la mantequilla hay que llevarla fresquita para que no se derrita, él lo hace. Y es lo que va a hacer las siguientes veces, porque es lo que le has dicho que tiene que hacer. Luego las siguientes veces son casos distintos y hay que hacer otra cosa y el chaval hace lo mismo. Pues claro. ¿Cómo lo va a saber él si es un crío y no tiene ni idea de la vida? En fin, me indigno.

El caso es que yo estos días me siento muy Epaminondas. Siempre lo soy, de hecho, cuando aprendo algo nuevo. Las teorías abstractas y las explicaciones generales no me sirven para mejorar. Necesito algo concreto sobre lo que corregir o modificar para visualizar, asimilar o intuir qué es lo correcto. Necesito hacer una propuesta sobre la que se señalen los errores para comprender qué es lo acertado. ¿Qué peligro tiene esto? Algo que me ocurre, desgraciadamente, muy a menudo: aprender la lección equivocada. Ver una corrección y pensar que es por A cuando en realidad la causa es B. O aplicar esa misma corrección en las siguientes ocasiones y que, como le pasa a Epaminondas, sean casos distintos en los que había que hacer algo diferente.

Mogollón de mis malentendidos como contadora de cosas tuvieron este origen (mezclado con unos jefes insufribles que, en realidad, ni sabían ni querían enseñar). En la supermovida era el pan de cada día. Y ahora lo sufro aprendiendo a escribir otras cosas. Creo entender algo, lo aplico a la siguiente y resulta que para ese contexto no sirve. Y yo sólo pienso, como Epaminondas: "Si he hecho lo que me dijisteis, jooooooooooo"

domingo, 29 de agosto de 2021

Experimento bloguero 1

Lo de las 36 preguntas para crear intimidad os suena, me imagino. El experimento ese de Arthur Aron sobre lo que dice la ciencia que hay que hablar para que dos personas se enamoren o por lo menos aumenten su afecto o cercanía entre ellas. Ha salido en muchos sitios, incluso lo hicieron Sheldon y Penny en TBBT

Yo conocía el asunto, pero no sabía que había una novela sobre el tema, es decir, una historia inventada que parte de esa premisa. Se llama 36 preguntas para enamorarte de mi, está escrita por Vicky Grant y, la verdad, me ha gustado bastante. O sea... la prota femenina me ha parecido un poco tontaina y el prota masculino muy poco realista y la trama... pues en fin, es una historia romanticona sin más, tampoco nada del otro mundo. Pero el hecho de inspirarse en ese trabajo científico, que gran parte del libro sea sólo la contestación de la pareja a las cuestiones (en forma de diálogo) y la agilidad y el humor con lo que está narrado todo me han molado. En conjunto es una lectura que no está mal, os la recomiendo. No os va a cambiar la vida, pero echas un rato bueno, porque además es cortísima.

Total, que leyendo el libro he pensado que muchas de esas preguntas son difíciles de responder y me han dado ganas de comprobar si yo era capaz de hacerlo, así que se me ha ocurrido un experimento cutre bloguero. Voy a tratar de contestar al cuestionario en una serie de entradas. Para que el experimento fuera guay, lo ideal sería que otros blogueros os animarais a hacer lo mismo en vuestros blogs y comprobar si la ciencia tiene razón y con esto se pueden incrementar los niveles de afecto y cercanía en la blogoesfera. Ya sé que parece basta loco ir contando nuestra vida por los mundos interneteros pero, total, en las entradas normales también se nos ven un poco las costuras, ¿no? A unos más que a otros, claro, pero a todos se nos adivina algo debajo de la máscara.

Yo allá voy y que sea lo que tenga que ser, el mundo es de los valientes. Primeras seis preguntas.


1. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?

Pero invitarle implica que hablamos el mismo idioma o que nos podemos entender de alguna manera, ¿no? Y que si le pregunto cosas me va a contestar y me va a decir la verdad, claro. Invitaría a un alto mandatario internacional (en los gobiernos o en la sombra) para saber como se rigen de verdad los destinos del mundo quién mueve los hilos para que ocurran las locuras que pasan y qué razones hay detrás de todo. También me gustaría invitar a alguien del pasado que haya conocido momentos históricos cruciales (a un hombre de las cavernas, a Colon, a Napoleón...) para que me contara como fue en realidad.

2. ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma?

Me gustaría ser famosa por hacer muy bien mi trabajo (tipo una escritora mega conocida cuyos libros le gustaran a todo el mundo) pero que no me reconocieran por la calle. Que me hicieran alguna entrevista (no muchas y siempre sin foto) porque a la gente le interesa lo que tengo que decir pero que no me abordaran directamente en mi vida diaria.

3. Antes de hacer una llamada telefónica, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Por qué?

No, a no ser que sea algo en otro idioma, un trámite oficial (tipo una reclamación a Hacienda) o una discusión difícil con un amigo. Pero en el tercer caso intentaría por todos los medios que no fuera por teléfono.

4. Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

Buen clima, buena compañía, dormir, leer y alguna actividad divertida al aire libre.

5. ¿Cuándo fue la última vez que cantaste a solas? ¿Y para otra persona?

A solas, ayer en la ducha. 

Con más gente casi nunca, prefiero evitarle esa tortura a otras personas. Seguramente en algún viaje en coche con mi familia cuando en la radio sonara alguna canción guay, pero sería hace mucho, supongo.

6. Si pudieras vivir hasta los 90 años y tener el cuerpo o la mente de alguien de 30 durante los últimos 60 años de tu vida, ¿cuál de las dos opciones elegirías?

El cuerpo de 30 para evitar las enfermedades que suelen llegar con la edad. La mente prefiero que evolucione y poder ir acumulando la experiencia que dan los años.

Bueno, sigo con el resto de preguntas otro día, que la entrada está quedando interminable. 

Venga, ¿alguien se anima a hacer el cuestionario en su blog? Luego no digáis que no se os ocurre con qué actualizar, que yo os estoy dando ideas para escribir...

miércoles, 25 de agosto de 2021

Inútil multifuncional

Antes de que este CoronaApocalipsis infinito que parece que no va a acabar nunca nos colapsara la vida, me gustaba hacer muchas actividades distintas. Varias han salido por aquí: surf, equitación, esgrima, submarinismo, remo, teatro, lengua de signos... Lo hacía porque me encanta probar cosas nuevas, para encontrar aficiones alternativas y para conocer gente. Eran acciones variopintas que solían tener un punto en común: mi inutilidad.

Ya lo sabéis, yo soy bastante patata oficial (sobre todo en el plano físico) y no destaco especialmente por mi agilidad ni coordinación, así que, se tratara de lo que se tratara, se me solía dar mal. Era la típica del grupo que se caía del caballo la primera, o tardaba cuatro días en subirse a la tabla o no conseguía que la piragua dejara de dar vueltas sobre sí misma. Era, sin paños calientes, la inútil de la clase. Y la verdad, no me importaba demasiado. O sea, sí que me frustraba un pelín ser inútil multifuncional en todos los campos porque, leche, habría molado tener destreza para algo guay. Pero a la larga me quedaba con la experiencia, con las risas que mi inutilidad provocaba en mí y en los demás y el resto me la refamfinflaba bastante.

Hasta ahora.

Ahora, amiguis, estoy haciendo un curso de escritura. Lo necesitaba porque llevo mil años escribiendo siempre en el mismo registro, con el mismo estilo, así que eso me sale sin esfuerzo, pero me falta pericia, conocimientos y DESDE LUEGO práctica en muchas otras modalidades que me gustaría dominar. Conclusión: como es lógico y como le ocurre a todo novato en cualquier materia, hasta que no practique, practique y practique también soy inútil en esa forma de juntar letras.

Y, a diferencia del resto de chorradas de cursos a los que me he apuntado en la vida, ser inútil en esto me cabrea. Me fastidia muchísimo. Porque escribir es lo que me gusta, lo que se me da bien. Se suponía que daba igual ser una negada para todo lo demás porque lo compensaba con esto que es lo que a mi realmente me importa. Si en esto también soy un zote, ¿qué me queda?

Sé que tengo margen de mejora. Sé que me hace falta aprender mucho en una materia que no he estudiado antes y que no conozco porque no es mi género preferido y, por tanto, tampoco mi lectura habitual. Sé que estoy malacostumbrada porque otras formas de escribir han brotado siempre de mi espontáneamente, sin esfuerzo, como si las llevara dentro y que esto no tiene por qué ser así siempre. No esperaba hablar alemán fluido de un día para otro, es una idiotez creer que en este caso va a ser distinto.  

O sea, que la teoría la tengo clara, ¿eh?, que ya os veo venir en los comentarios. Entiendo que es lo normal en todo proceso de aprendizaje y que ajo y agua. Pero en la práctica ponerme a escribir y que me cueste, que sea como nadar contracorriente, me desespera porque esta actividad había sido hasta ahora mi oasis, donde fluía, donde no me hacía falta esforzarme. Y además me indigna no conseguir buenos resultados, que me salgan mierdos. No lo soporto. Lo guay de escribir era quedarme contenta con lo que escribía. Que vosotros pensaréis "pues bueno, hija, tampoco es que te fueran a dar el Nobel, ¿eh?" y tenéis razón. Es decir, no soy una loca con delirios de grandeza, ya sé lo que hay. Pero a mi me gustaba lo que escribía. Como lectora me habría gustado leer algo así. Para gustos los colores, ¿no?

Por eso me cabrea tantísimo sentirme inútil TAMBIÉN  en esto. Inútil multifuncional vale, pero con alguna excepción, ¿no? Qué menos.