martes, 29 de noviembre de 2011

Pensamientos mañaneros

PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI-PIPIPI!!!!!!!!!!

No puede ser real. ¿Ya es de día? Pero si acabo de cerrar los ojos.... Pufffff, no me puedo levantar ni de coña... Bah, si ahora que me acuerdo el despertador va 10 minutos adelantado, aún me quedan 10 minutos más...

Vale, me he quedado frita, hace media hora que me debería haber levantado. Bueno, pues no me lavo el pelo como tenía pensado y 5 minutos más en el catre. La coleta es la mejor amiga de una superheroína despeinada...

Upss, que despiste, me he vuelto a quedar roque... Bueno, pues no me pinto, si total, en el curro nos tenemos ya todos muy vistos y no creo que este martes de la vida sea el día en que me cruzo con Almodóvar por la calle y me descubre como su nueva actriz fetiche. Y además, no voy a dejar ahora a Penélope sin curro, que acaba de ser madre...

¡Pero qué frío! ¿En qué país medianamente civilizado hay que levantarse y salir a la calle con esta rasca? Si es que... ¡menuda panda de ilumnados están hechos los cerebritos de la NASA! Menos investigar la vida en Marte y más avanzar en el control de la climatología, que estos fríos polares de repente no son de recibo. Si hubiera un partido político que garantizara temperaturas primaverales todo el año yo lo votaría... Igual hasta lo fundo yo... siempre y cuando NO tenga que levantarme de esta cama, claro.

No quiero levantarmeeeeeeee!!!!!! No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero!

Si es que pensándolo bien, me puedo quedar durmiendo, tampoco tengo que hacer nada importante hoy. Bueno, sí, vale, igual debería defender a la Humanidad y proteger al Mundo de los supervillanos y esas cosas... Pero bueno, que tampoco hay tantos peligros que acechen. Yo creo que deberíamos establecer turnos regulados, que si no unos nos matamos a currar y otros listillos como Superman escurren el bulto que da gusto. En la próxima reunión de superhéroes lo voy a proponer, que ya vale de tanto jeta, hombre ya...


Pero, pero, pero, pero... ¿¿¿¿¿¿¿ya es esta hora???????? ¿¿¿¿¿Cómo puede ser???? ¿¿¿¿¿¿¿ En qué se me ha ido el tiempo???????
Una cosa tengo que decir en mi defensa...

¡¡¡¡ODIO LA P*** ODIOSA NIEBLA!!!!!!!

domingo, 27 de noviembre de 2011

El año de los idiomas

En el calendario chino, este 2011 es el año del conejo. En mi vida caótica e impredecible, este curso que ha comenzado en septiembre podríamos llamarlo el año de los idiomas, más que nada porque me he metido en una enorme cantidad de jardines lingüísticos de los que no tengo muy claro como voy a salir. De momento ahí estamos, luchándolo.

Primero se me ocurrió la brillante idea de apuntarme a aprender alemán. A los 10 minutos de la primera clase ya me estaba arrepintiendo, pero como no me gusta dejar las cosas a medias, allí me tenéis, dos días a la semana, dándolo todo. Llevo dos meses y mis conocimientos podrían resumirse en hola, adiós, por favor, gracias, hacer las presentaciones protocolarias y conjugar el verbo ser y haber en presente. Y en alemán, claro. Como podéis ver, voy a velocidad de crucero. No os digo más que tengo un compañero en clase que es italiano, no domina del todo el español en el que se imparte la materia y ya empieza a sacarme ventaja... Que soy un as germano, vaya, ya lo veis.

Bueno, pues no contenta con mis grandes progresos en alemán, decidí completar mi curriculum lingüístico aprendiendo japonés. Llevo dos clases y por ahora sólo tengo un cosa que deciros sobre esto: MADRE-DEL-AMOR-HERMOSO.

Pero, pero, pero, pero... ¿esto qué es? ¿Una lengua o una tomadura de pelo? Es que no sé ni por dónde empezar a quejarme. Para empezar tienen un alfabeto distinto. Me parece bien, son el país del Sol Naciente, qué menos que inventarse sus propias letras. Pero es que utilizan la tira de escrituras distintas. Uno de ellos es el hiragana, para las palabras de origen japonés, que no equivale a nuestros sonidos individuales, sino a la combinación de varios que se parecen a algunas de nuestras sílabas, pero que no siguen ningún orden lógico ni suenan del todo igual. Cada uno de estos símbolos está formado por hasta cuatro trazos que hay que dibujar en un orden determinado. Lo que viene siendo un auténtico horror para aprendérselo, vamos.

Además del hiragana, los simpáticos nipones escriben en katakana, que es otro silabario y en kanji, que son pictogramas que transmiten conceptos, y en cuyo maravilloso mundo aún no he tenido la suerte de introducirme (y miedo me da, además). Los números tampoco tienen que ver con los nuestros. En vez de contar en miles y millones dividiendo las cifras cada tres ceros (1.000= mil, 1.000.000= 1 millón) ellos empiezan a dividir de atrás adelante y cada cuatro cifras. ¿Por qué? Ni idea. Pero es un follón que te cagas. Y además larguíiiiiiiiiiiiisimo de leer. Para decir que tiene 253 millones 420mil lo que sea, te puedes pegar hablando dos minutos. Que cuando terminas ya no te acuerdas de a qué venía el número este. El horror, vaya.

Con las dos clases que llevo, poco más me ha dado tiempo a descubrir, pero me huelo que las conjugaciones de los verbos no van a tener nada que ver con las españolas, ni las estructuras para construir las frases se van a aparecer a las nuestras, ni el vocabulario va a haber por donde cogerlo. Que la cosa no puede sino empeorar, ya lo estoy viendo.

Así que no me queda otra que aplicar la fórmula secreta que me dio el mejor profe de inglés que he tenido. Después de varios cates en el examen de último curso, nos dijo con todo el cariño del mundo:

-Desengañaos. La única forma de ser bilingüe de cualquier idioma es buscarse un novio nativo del país en el que se hable la lengua que queráis aprender.

Así que nada... ahora sólo me queda buscarme un ligue alemán y otro japonés, y se acabaron mis problemas. Lo que no sé es de dónde voy a sacar el tiempo para tanta actividad emocional. Pero bueno, todo sea por los idiomas.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Maneras de perder el tiempo

Sin duda, una de las frases que más repito en mi vida es, "¿pero ya es tan tarde?" No sé qué hago, pero siempre se me echa el tiempo encima, parece que mi día no tiene suficientes horas para hacer todo lo que me gustaría. No llego a leer todos los libros que tengo pendientes, ni a ver todas las pelis que me apetecen ni a escuchar toda la música que me mola.

El caso es que yo veo por ahí que muchos tienen familia, niños pequeños y curro a tope y aún así leen a toneladas, escriben sin descanso, hacen viajes, organizan fiestas y todo lo que se le ponga por delante. Esto de que al resto de la gente la vida les cunda tanto y a mí no me tenía un poco mosca, así me paré a pensar en qué pierdo yo mi tiempo, para que siempre me falte. Y el caso es que me han salido una cuantas cosas:

-Me encanta andar, lo cual es una costumbre muy sana pero poco efectiva. La mayoría de las veces prefiero ir a pata a cualquier sitio antes que coger un autobús que no me acerque de puerta a puerta. Esto suele requerir 15 minutos más por trayecto, lo que no es mucho por sí solo, pero cuarto de hora, más cuarto de hora, más cuarto de hora durante el resto de mi vida... pues eso, haced cuentas.

-Me encaaaaaaaaaaaaanta hablar, muchísimo. Bueno, voy a matizar. Lo que realmente me gusta es participar en una buena conversación y esto sí que colapsa mi vida, porque no tengo medida. Ni os cuento la de clases de los estudios de contadora que me salté por quedarme charlando y la de noches en las que se me han hecho las cinco de la mañana pegando la hebra con alguien interesante. Los cafés con mis amigos (la mayoría de los cuales son la horma de mi zapato, como podéis imaginar) se alargan hasta el infinito y la tira de veces nos levantamos de la sobremesa de una comida porque los del restaurante al que hemos ido tienen que poner el turno de cena. Así de triste como os lo cuento.

-Me encanta releer, disfrutar de nuevo de libros que me fliparon en su momento. Y sí, soy consciente de que eso me quita tiempo para que nuevos libros igual de molones (o más) entren en mi vida, pero es que no lo puedo evitar... ¿Qué hay más chulo que leer algo guay? Ah, sí, claro, escribir. Lo que me lleva directamente al punto siguiente.

-Me encanta escribir, ya os lo he contado. Y por si no tuviera suficiente con las tontadas que escribo para mí, ahora se me ha ocurrido abrirme este blog, que se ha adueñado del 90% de mi tiempo libre. Entre leeros a vosotros, comentar, responder vuestros comentarios y perpetrar mis propias chorradas se me van las horas muertas (y casi todas las demás). La speedyfamily, que no sabe lo que es un blog ni por asomo, siempre me pregunta qué hago tanto tiempo delante del ordenador. Y para no meterme en jardines yo siempre les contesto: "No sé, cosas..."

-Me encantan toda clases de absurdeces. Así, en general. Me interesa todo y esto también es mi perdición, porque quien mucho abarca, poco aprieta y al final no me especializo en nada. Lo mismo hago rafting, que un curso de piragüismo, que un bautismo de buceo, que un taller literario, que un curso de improvisación, que un cursillo de globoflexia, que doy clases de cuentacuentos, que participo en un certamen de teatro, que me inicio al parapente o hago de extra en un corto.

Mi última locura es empezar a aprender japonés. Speedysister Peque ya está acostumbrada a mis absurdeces varias y aún así cuando comenté mis intenciones durante la última comida familiar, soltó: "A ver, estamos muchos adultos en esta mesa, que alguien convenza a Speedy para que no se apunte a japonés. Que emplee su tiempo en algo más útil".

Así que, pensándolo bien, igual sí que pierdo mucho el tiempo. Pero bueno, ya veis que de casi todas mis absurdeces saco una entrada para este blog (la de las primeras clases de japonés está al caer). Algo es algo

lunes, 21 de noviembre de 2011

Cosas blogueriles que nunca dejarán de sorprenderme

Recuerdo que cuando abrí el blog había un montón de cosas del mundo bloguero que me dejaban alucinada. Pensé que con el tiempo me acostumbraría, pero ya llevo año y medio escribiendo chorradas por estos lares y sigo flipando con casi todo. Por ejemplo:

-Me quedo ESTUPEFACTA cuando entro en un blog por primera vez y leo una entrada prácticamente idéntica a una que a mí me rondaba por la cabeza. La misma idea, la misma estructura, el mismo desarrollo. Y no me ha pasado con temas recurrentes como que España ha ganado el Mundial o las próximas elecciones, sino con alguna de las absurdeces que se me ocurren, que son muy, pero que muy absurdas. Cuando pasa algo así, pienso: "No te conozco autor/a de este blog, pero nos llevaríamos bien. Estás tan mal de la cabeza como yo".

-Tampoco me termino de acostumbrar a los caminos inescrutables de Internet, es decir, a las carambolas imposibles por las que alguien termina llegando a mi riconcito de la blogoesfera. Esas búsqueda fortuitas que traen a internautas por casualidad o esos saltos de blog en blog que se convierten en lectores habituales. Me gusta descubrir de donde ha venido la gente, es como ser una Agatha Christie de andar por casa. Cuando veo un comentario en algún blog que tenemos en común, o mi link en algún sitio del que es seguidor/a pienso: "Elemental, querido Watson"

-Otra cosa flipante es lo adictivo que puede llegar a ser escribir por estos lares. Estar un mes disfrutando de unas merecidas vacaciones sin conexión a Internet y pensar de vez en cuando, "qué triste y solo está mi blog" y a todas horas "esto tiene un post, y esto y esto... y esto también tiene un post". Despertarte a las tres de la mañana con una idea clarísima para una entrada, estar a punto de levantarte a apuntarla, no hacerlo y a la mañana siguiente, cagarte en todo porque no te acuerdas.

-Me sorprende también muchísimo releerme a mí misma y pensar, "¿pero cómo se me ocurrió esta chorrada?" o ver que en una entrada del 13 de marzo pensaba que algo era blanco y saber que 10 días después creía que eso mismo era negro, porque la vida había dado un giro de esos inesperados y guays. Y pensar "igual mañana toca otro giro guay".

-Pero sin duda lo que más me alucina son los lazos que crea leer habitualmente a alguien. No los conoces, no has hablado nunca con ellos, no sabes si son lo que escriben o se han inventado un personaje. Puede que ellos no sepan que existes, porque nunca han entrado en tu blog. Pero los sientes cercanos. Te dan pena cuando están agobiadísimos con exámenes y te alegras cuando les notas tan contentos con ese nuevo amor. Te da la sensación de que has jugado con sus hijos, porque te han contado mil veces sus ocurrencias o te gustaría acompañarles en su curro, que les hace viajar a un montón de sitios guays. Aceptas sus sugerencias musicales y de lecturas, porque has podido comprobar que tiene buen criterio y flipas con que escriban tan requete-bien y con que, a veces, te toquen el corazón con las palabras. Así, sin conocerte.

Yo alucino. No sé vosotros.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi chico test

A juzgar por los comentariasta habituales, éste es un blog de chicas. Vamos, que los que os pasáis por aquí de forma más o menos regular pertenecéis al género femenino. Esto no quiere decir que no haya por estos lares lectorEs estupendísimos que están manteniendo el pabellón masculino bien alto. Chicos, sois pocos, pero buenos, ¡no os rindáis!

Y a pesar de tener este panorama... creo que me la voy a jugar. Porque el Statcounter me chiva que hay mucho visitante anónimo que lee mis chorradas sin decir nada, y por estadística, alguno de esos tendrá que ser hombre, digo yo. Así que, por si suena la flauta y hay suficiente público objetivo, voy a plantearos mi chico-test. Y vosotros os preguntaréis, ¿qué nueva tontada se ha inventado Speedy? Y yo os contesto.


Mi chico-test era un cuestionario pseudopsicológico/físico que hace millones de años yo le hacía a todos los maromos que se me ponían a tiro. El chico-test se basaba en la creencia absurda de que hay cuatro tipos de chicas muy distintos, que se distinguían por la clase de belleza que tuvieran las chicas en cuestión. Juzgando por la apariencia externa yo establecía 4 categorías de féminas y luego le preguntaba al maromo cuál prefería. Y según lo que respondiera el pobre que estaba sufriendo el test, yo sacaba conclusiones sobre él. Todo muy científico, vamos, ya lo veis.


Y como me he explicado de pena y no habréis pillado nada, lo mejor es que os ponga ejemplos de cada categoría y elijáis. Así matamos dos pájaros de un tiro, entendéis el concepto y saco conclusiones sobre vosotros. (¡JA! Y parecía tonta cuando me cambiasteis por el burro, ¿eh? ;P)


1.-CATEGORÍA JULIA ROBERTS


Este tipo de chica es inconfundible. No son pibones, pero son las típicas tías con melena de leona siempre armoniosamente despeinada para un estilismo capilar perfecto. Parece que se han puesto lo primero que han encontrado en el armario, pero lo llevan de una forma que podrían ir con vaqueros a una boda de etiqueta y tampoco desentonarían demasiado. Tienen permanentemente cara de haber puesto una chincheta en la silla del profesor y aunque no las hayas oído reír nunca, te da la sensación de que tienen una carcajada super escandalosa. No sé a quién más poner de ejemplo para esta categoría... quizá a Anne Hathaway, pero es un poco pava de más para incluirla.

2.-CATEGORÍA MEG RYAN

Aquí entran todas las chicas con cara de buenas y con pinta de no haber roto un plato en su vida, tipo Sandra Bullock, Gwyneth Paltrow, la pánfila de Crepúsculo... Son guapas, pero como puede serlo tu vecina de enfrente, no una actriz de cine. No te las imaginas copiando en un examen, ni rayando el espejo del ascensor, ni dándole una mini-colleja a nadie. Tampoco dan el perfil de ser las personas con las que vas a vivir las aventuras más emocionantes del mundo, pero son taaaaaaaaaaaaan monassssssssssss.
(Iba a meter en esta categoría a Natalie Portman, pero creo que se ajuste exactamente, tiene pinta de más interesante, ¿no?)

3.-CATEGORÍA MORENAZAS

Pues eso... los superpibones de pelo negrísimo y piel oscura: Halle Berry, Salma Hayek, Catherine Zeta Jones... (bueno, esta no tiene piel oscura, pero aceptamos pulpo como animal de compañía, ¿no?) Las que parece que en vez de mirarte, te escanean y que en cualquier momento te pueden soltar una perla del estilo: "Mira, guapito de cara, conmigo no juegues porque te corto las pelotas y las pongo de adorno en mi árbol de navidad, muñeco".

4.-CATEGORÍA SCARLETT JOHANSSON

¿Qué os voy a contar de ésta que no sepáis? Pues que iba a llamar a la categoría sexo, con eso os lo digo todo. Las típicas chicas que tienen pinta de querer guerra a todas horas. Da la sensación de que les va a apetecer hacerlo en un probador de una tienda, en el servicio de casa de tus padres, encima de la lavadora, por la noche, por la mañana, en verano, en invierno... en fin, el sueño de todo hombre. Y antes de que TOOOOOOOODOS os decidáis por esta categoría, aclaro que ellas "tienen pinta de que vayan a querer eso", no que les vaya a apetecer realmente. Que las apariencias engañan, compañeros....

Bueno, pues es vuestro turno, valientes. Salid de las sombras y votad por vuestra categoría preferida, que tengo curiosidad por saber qué tipo de lectorEs tiene este blog. Y por supuesto, chicAs, espero también vuestra experta opinión femenina. ¡FALTARÍA MÁS!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Gabinete de crisis

El otro día asistí a un gabinete de crisis. No soy experta militar de las Fuerzas Armadas, ni científica nuclear, ni un cerebrito de la NASA, ni estratega política, así que ya podréis suponer que no me reuní con Obama para decidir sobre un conflicto internacional.

El gabinete era más de andar por casa y el conflicto tenía que ver, como no, con hombres. Una superheroína de mi panda está metida en una mala racha sentimental digna de aparecer en el libro de los Records Guiness. Si la teoría del reparto equitativo de Gili***** establece que todos deberíamos cruzarnos con un número similar de capullos en esta vida, está claro que a ella le han endosado los correspondientes a la mitad de la población mundial, por lo menos. Es increíble la colección de cabritos con los que ha tenido que lidiar últimamente.

Y a eso venía precisamente el gabinete de crisis, a sacarla de esa espiral infinita en la que parece estar metida. Y como toda buena reunión de estrategia, empezó con un análisis de la situación en forma de brain storming.

-Pues a ver... será que le está echando huevos y lo está intentando muchas veces, con gente muy distinta... Y si lo intenta mucho, por probabilidad, pues a veces se tendrá que encontrar con chusma.

-Bueno, entonces, por probabilidad, alguna vez también se tendría que cruzar con gente medio normal que la trate bien... cosa que no está ocurriendo.

-Pues será una cuestión de la procedencia de la mercancía, que cambie el sitio donde busca novio y la cosa mejorará.

-Hombre, no sé si va a ser eso, los últimos lo ha sacado de discotecas, su lugar de trabajo, viajes, excursiones, de sus actividades de ocio, clases de idiomas, amigos de amigos... No tienen nada en común.

-Ya... entonces la cosa es que escoge mal el tipo de hombre...

-Esa teoría está muy bien, pero hace aguas, porque a ver... Primero se lió con un Don Juan, que como era de esperar, no era precisamente un santo, pero después se enamoró de un pardillo que no se había comido un colín en su vida y también resultó ser un capullo. En la colección tiene gente que parecía maja al principio y que luego se revelaban como perturbados mentales, listos, tontos, guapos, feos, pijos, kinkis... Tampoco hay un patrón común.

-¿Y si es cuestión de actitud? No sé... que la ven así, tan dispuesta, con tantas ganas... que saca el alter ego maligno que todo hombre tiene dormido en algún rincón de su mente.

-Pero si yo hago todo y más por disimular...

-Bueno, no estamos llegando a ninguna conclusión clara, es hora de tomar decisiones. Tratamiento: un mes de baja emocional rigurosa. Nada de ligues, de tonteos, de besos, achuchones y mucho menos de sexo. Vamos a parar en seco esta espiral en la que estás metida, a ver si pasa como cuando se te cuelga el ordenador y reseteas, que al volver a reiniciar todo funciona con normalidad.

-Pero, pero, pero, pero...

-No hay turno de réplica. ¿Votos a favor? Todos menos la afectada. Aprobado por mayoría. Se levanta la sesión.

Así que ahí está la pobre, en la primera semana del mes de baja. No lo lleva mal, seguro que lo conseguirá. Yo confío totalmente en ella... pero por si acaso, hago el primer turno de vigilancia. Pero vamos, que la vigilo con TOTAL CONFIANZA, ¿eh?

martes, 15 de noviembre de 2011

Buenas señales

Recuperar una canción que habías perdido

Poder volver a pasar por algunos sitios sin cerrar los ojos

Disfrutar de nuevo del deporte

Que oigas ESE nombre y no se te encoja el corazón

Que una camiseta roja vuelva a ser SOLO eso, una camiseta roja

Ser capaz de borrar por fin algunos mensajes del movil

Saber que no hay un sólo futuro posible

viernes, 11 de noviembre de 2011

Mi incontrolable estilismo capilar

Ya he leído en varios comentarios que últimamente os cuento muchas cosas que os hacen pensar... lo que supongo que es una manera suave de decir que me estoy volviendo un poco brasas. Así que hoy me saco de la manga una de mis absurdeces superficiales para compensar las chapas de los últimos días. Preparados, listos...

¡¡¡¡¡¡¡MAAAAAAAAAAAAAARCHANDO TONTADA!!!!!!!!

Yo tengo el pelo indeterminado. Ni liso, ni rizado. Mi melena se inscribe en una borrosa categoría imprecisa entre una cosa y la otra en la que el volumen incontrolable lo inunda todo. Es así. Y es un sufrimiento continuo. Los que viváis la misma condena que yo cada día, ya sabéis de los que hablo. Para los ODIOSOS SUERTUDOS de pelos perfectos, voy a explicar el concepto.

Speedymum dice que tengo el pelo fosco. Un eufemismo tan bueno como cualquier otro para expresar que mi estilismo capilar tiene vida propia y no hay forma humana de controlarlo. Yo me puedo pegar dos horas delante del espejo armada con cepillo y secador, que el resultado va a ser más o menos parecido al aspecto que tengo recien levantada de la cama. El horror, vaya.

Llevo años conviviendo con esta rebeldía capilar y aún no he conseguido atajarla mucho. Cuando voy a la peluquería, una profesional, que ha cursado unos estudios específicos sobre el tema y que tiene a sus espaldas años de experiencia, suda la gota gorda para conseguir pequeñas mejoras en mi melena que desaparecen en cuanto pongo un pie en la calle y mi pelo entra en contacto con la humedad del ambiente. He visto peluqueras a punto de ahorcarse con el cable del secador al ver como su trabajo de horas desaparecía en milésimas de segundos. Me dan tanta pena, que cada vez voy menos...

Podrías pensar que mis problemas tienen fácil solución si aplicamos medidas drásticas: me corto la melena y muerto el perro, se acabó la rabia, ¿no? Pues no hijos, no, ya me gustaría.

Cuando llevo el pelo largo, aún puedo hacer algo para convivir con el caos total que crece de mi cabeza: lo agarro como puedo en una coleta y sigo con mi vida mirándome lo menos posible en los espejos. El problema no es tan sencillo cuando me corto la melena y no me llega el pelo para recogérmelo de ninguna manera. Entonces el volumen se distribuye por todo mi cuero cabelludo y se me forma una especie de casco que acerca mi imagen de forma peligrosa a la del Príncipe de Beckelar (y no me digáis que al Príncipe este no le hace falta un nuevo estilista a quien no le caiga tan mal)

En fin, que es un sufrimiento. A mí no me importa mucho ir permanentemente despeinada, pero hay que reconocer que es una lata en algunos momentos. Por ejemplo, cuando luchas por primera vez contra un supervillano. Bastante difícil es que te tomen en serio yendo vestida con las mallas de colores estridentes de mi supertraje, combinadas con la capa y el antifaz. Pero si encima apareces con mis pelos de loca... pues ya ni os cuento.

Tampoco viene bien en las entrevistas de trabajo, porque el que tiene que decidir si te da el puesto o no, debe de pensar "pues si que le importa a ésta poco el empleo, que ni se levanta 10 minutos antes para peinarse un poco..." La cosa alcanza cotas dramáticas cuando voy a playa o cualquier sitio con mucha humedad en el ambiente. Entonces mi aspecto se parece al de Mónica, en este episodio de Friends
Pero en fin, tampoco me voy a quejar. Mi incontrolable estilismo capilar también tiene cosas buenas. Por ejemplo, que nunca pasas desapercibida. Ya te digo yo que cuando alguien quiera explicar quien eres a algún otro que te ha visto poco, lo tiene muy fácil. Con decirle "sí, hombre, esa que iba tan despeinada", pues ya quedará todo claro, seguro. El problema es cuando participo en misiones secretas, que me pillan siempre... pero bueno, no se puede tener todo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Escribir

Yo escribo. Desde siempre. Desde que soy capaz de recordar. Horribles documentos que de vez en cuando todavía aparecen en algún rincón perdido del Speedyhogar (y cuya fecha aproximada fijamos gracias a la prueba con Carbono 14) demuestran que esta costumbre la tengo desde que era un mico que no levantaba dos palmos del suelo. Son las típicas hojas diminutas arrancadas de alguna libreta de Hellow Kitty con cuatro frases mal escritas y con la caligrafía ininteligible de los pequeñajos que cogen un lápiz por primera vez en su vida. Ya os podéis imaginar las perlas de sabiduría que se pueden encontrar en esos documentos.

Conforme fui creciendo, mi estilo fue mejorando, aunque las chorradas que ponía en el papel variaron más bien poco. Desde renacuaja escribía diarios en los que la primicia primiciosa eran cosas como "me han subido la propina 50 pesetas" o "me han nombrado subcapitana de mi equipo de baloncesto". Un auténtico bestseller que te enganchaba desde la primera página, vamos.

Durante un tiempo perdí la costumbre de escribir estos pseudo-diarios, pero la recuperé al empezar los estudios de contadora y ya no he podido quitármela. De hecho, se ha convertido en una auténtica necesidad. NECESITO escribir lo que me pasa. No cada día, claro. Pero cada vez que me ocurre algo importante, ya sea bueno o malo, me hace falta dejarlo por escrito.

Primero, porque todo me parece más real puesto por palabras. ¿Sabéis eso de que nada existe de verdad hasta que lo miran dos? Pues un poco lo mismo, pero con letras. Si lo escribo, lo puedo leer y es como si me lo contara a mí misma. Y desde ese momento, lo que sea que haya pasado, es real de verdad.

Escribir también me sirve para entender mejor las absurdeces que te van complicando la vida. Me ayuda a pensar, a razonar, a analizar. Me tranquiliza. Ralentiza el imparable torbellino que es mi mente las 24 horas del día. La mayoría de la gente hace esto con su mejor amigo/a. Yo al hablar me descentro, me despisto. Al escribir estamos sólo el papel y yo y al terminar todo parece estar más claro. Y ya estoy preparada para contárselo a quien sea para que desmonte las sólidas (y casi siempre poco acertadas) teorías y explicaciones que me he inventado para justificar lo que sea que haya ocurrido.

Otra cosa que me encanta de escribir es que combate la fragilidad de la vida, su impermanencia. Las cosas buenas se acaban, la mayoría de las veces mucho antes que las malas. Escribirlas me permite revivirlas, estirarlas, conseguir que duren un poco más. Si recordar es la única manera de detener el tiempo, escribir es la única forma de conservar esos recuerdos intactos, de no perder detalles con el tiempo. Como fotos de tus pensamientos.

Y precisamente por eso, me gusta escribir también lo malo, para tener "fotos" de los malos momentos. Así cuando los relees mucho después, una vez ya superados, piensas, "si salí de ésta, saldré del faenón talla XXL en el que estoy metida ahora mismo". Y relativizas. Y coges fuerzas. Y algo ayuda, la verdad.

Ahora escribo también aquí. Es otro rollo, claro, pero también me sirve. Entre otras cosas, para reírme de mí misma, que buena falta me hace. Y para teneros por aquí, que es otro puntazo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Grandes momentos

Grandes momentos de un fin de semana ideal:

-Calarte hasta los huesos y tener que aguantar con los calcetines mojados desde las siete de la tarde hasta las 7 de la mañana.

-Descubrir que el chico más guapo con el que te has cruzado últimamente tiene el mismo hombre ideal que tú: George Clooney. (Que tú creas George es ideal para pasártelo por la piedra, y que él... piense lo mismo)

-Perderte tu primera clase de japonés porque no has sido capaz de encontrar el edificio en el que se imparte.

-Tener que dar la explicación de por qué te has perdido la clase de japonés y quedar como una lerda delante de gente que aún no te conoce de nada, pero que pronto podrá llamarte lerda también en el idioma nipón.

-Llegar a casa y que tu ordenador diga adiós, de manera unilateral y probablemente para siempre.

Tuerto, sigues por ahí, ¿no?

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUES DEJA DE MIRARME!!!!!!!!!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Síndrome del Náufrago

A todos nos ha pasado alguna vez y quien diga que no... miente. O por lo menos no se ha dado cuenta de que le ha ocurrido. Pero estoy convencida de que todos hemos sido alguna vez víctimas del Síndrome del Náufrago. Fijo.

A lo mejor vosotros lo llamáis de otra manera, así que voy a explicar el concepto. Cuando se lleva una laaaaaarga temporada de sequía sentimental/parejil/sexual aparece la sensación de soledad y la necesidad de mimitos. Y entonces, consciente o inconscientemente, activa o pasivamente, todos empezamos a buscar una fuente generadora de esos mimitos.

Si tienes una suerte que da asco y vives en el Paraíso de los Millones de Posibles Parejas Perfectas y estás rodeado/a permanentemente de gente que te atrae un montón y que es maravilloso/a física y mentalmente y con los que cuadras 100%, pues entonces escoges uno/a, los conviertes en tu novio/a y aquí paz y después gloria. Te mereces un patadón en la boca por suertudo, pero tus problemas acaban ahí.

Ahora bien, si tu caso es un poco más normal y tienes rachas en las que no te cruzas todos los días con personas que te interesan sentimentalmente y en tu entorno no hay siempre mucho ganado entre el que escoger, entonces amigo... aparece el SÍNDROME DEL NÁUFRAGO (SN).

(A partir de aquí empiezo a hablar en masculino, que esto de los miembros y miembras es un coñazo. Pero bueno, los chicos os aplicáis el cuento, que la teoría es unisex)


Empiezas a notar que estás infectado por el SN porque de repente no te parece tan peor el chico ese que se apunta de vez en cuando a los planes de tu grupo y que hasta ahora ni fu ni fa. Y el chico en cuestión ni ha cambiado de peinado, ni de forma de vestir, ni ha adelgazado, ni te trata mejor que de costumbre, ni está más divertido, ni os habéis conocido mejor. Simplemente, de repente, te gusta más. Uyyyyy, mala señal, SN al acecho.

La cosa empeora si pasas más tiempo del habitual con el Chico y en esa época no conoces gente nueva. El SN avanza y empiezas a pensar realmente que estás interesada. Te hacen gracia sus bromas, ya no te parecen tan absurdas su aficiones, no te importaría arrejuntarte un poquillo con él, te molesta que tontee con otras... Lo que viene siendo un cuelgue de manual, vaya. El caso es que es totalmente ficticio, porque en cuanto aparece alguien con un mínimo de interés, chas, se te pasa toda la tontería. ¿Magia borras? No, Síndrome del Náufrago, ya os lo digo yo.

Y ejemplos de esta patología hay millones en la vida diaria. Típico grupo formado por muchos chicos y una sola chica y en el que, oh sorpresa, todos los maromos están enamorados de ella. Diagnóstico claro: Síndrome del Náufrago colectivo. Compañeros de trabajo de toda la vida, él o ella en sequía sentimental extremadamente larga y de repente tonteo por uno de los dos lados. Muy posiblemente también es SN (aunque aquí puede haber otros factores concurrentes, es verdad). Verano. Sitio nuevo de vacaciones. No hay manera de encontrar una pandilla grande y allí están los típicos quinceañero y quinceañera más solos que la una. Uno de los dos se cuelga del otro, os apuesto lo que queráis. ¿Por qué? SN, está claro.

Al principio pensaba que para provocar el SN valía prácticamente cualquier especímen, pero la experiencia me ha demostrado que algunos no sirven ni para eso siquiera. Madre mía, qué duras son las sequías prolongadas, ¿eh?