(*Esta entrada es otro lío que te cagas, así que doy indicaciones de lectura: en morado lo que dice Él, en azul lo que digo yo en voz alta y en verde lo que pienso. Vamos allá)
Sin paños calientes: se me va la olla. Más que de costumbre, digo. Una cosa ya de preocupar. Últimamente me he metido en 35 millones de movidas que tienen todo mi tiempo colapsado y mi cerebro ha decidido que, por un tema de economía de medios, lo va a mezclar todo, para intentar hacer varias cosas a la vez. Os voy a adelantar la primicia: NO lo consigue. Eso sí, en el camino voy soltando unas perlas que dejan a la peña patidifusa. Y no me extraña la verdad.
Porque vosotros imaginadme, por ejemplo, sufriendo en clase de alemán. Como de ese idioma no tengo ni idea, mi cerebro sustituye todo el vocabulario que me falta por inglés, y digo cosas como "ich koche (yo cocino) ehhhh, estoooo, sometimes" o "rufen Sie mich (llámeme) errrr if you need" y me quedo tan ancha. Y la cosa se ha puesto todavía peor desde que estudio lengua de signos. El otro día la profe me preguntó algo que ¡oh sorpresa! no entendí y en vez de pedirle que repitiera diciéndole "entschuldigung?" me vi a mi misma señalándola con los dedos índice y corazón cruzados y moviendo la muñeca en círculos, que es el gesto de "dilo otra vez" en lengua de signos. Ella flipó, claro. Y yo también viendo como se me cruzan los cables.
El asunto alcanza cotas dramáticas en las clases de lengua de signos, en las que Mister Tatus añade temas de conversación en mi cerebro. Y claro, mis procesos mentales se convierten en bullullus como estos:
-¡Anda! Se me acaba de ocurrir que para la escena que tengo que escribir de teatro podría inventarme una competición de brujas que rivalizan por cual es la más poderosa y...
-¿Qué letra dices?
-¿Ein? Ah, que me había despistado, estábamos jugando a El Ahorcado...
[[*Inciso: Sí, en el curso de lengua de signos jugamos a El Ahorcado. Eso es todo lo que sufro en las clases. Ya podría aprender la de alemán. Fin del inciso]]
.. Pues yo que sé... hay mil rayas, no tengo ni idea, voy a decir algún signo que me sepa. La A, que alguna habrá, ¿no?
-Mister Tatus (M.T.): Bien visto, muy lista.
-Uyyyyyyy, este ya es el tercer comentario positivo que me hace esta tarde. Y antes ha acercado su silla a la mía, así como para ver mejor, pero vamos, que no hacía falta, que veía perfectamente. Y para practicar los diálogos se ha puesto de pareja conmigo, en vez de con su amigo como hace siempre y...
-Ya sabéis que la estructura de la lengua de signos es distinta a la del español, y el verbo se pone al final.
-¡Mira! Como en alemán, que pasa lo mismo en los tiempos compuestos y las subordinadas causales. ¡Ah!, entonces igual también coinciden otras cosas ... Perdona, ¿warum y weil se signan igual?
-¿Qué?
-Ay, perdón, que se me ha cruzado el cable, quería preguntar si para decir ¿por qué? (interrogativo) y "porque" (conjunción causal) se usa el mismo signo.
-Ahhhh. Puessss sí. Pero no digas cosas raras, anda, que me asustas al personal.
-M.T. ¿Cómo se dice guapo?
-Signos, signos
-M.T. ¿Y muy guapo?
-Signos, signos
-M.T. ¿Y en femenino es igual? O sea, ¿como se diría "ella está tremenda"?
-¡¡¡¡¿¿¿¿Me está señalando a mi???!!!
Que sí, que se me va la olla. Ya lo sé.
viernes, 30 de noviembre de 2012
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Están allí
Los que pasen de vez en cuando por aquí, a estas alturas ya tendrán una idea aproximada de como es mi cerebro. En parte porque mis neuronas son protagonistas de tantas entradas que casi se han ganado una categoría propia en el blog y en parte porque dos años de generar lerdeces una detrás de otra tres veces por semana dicen mucho de como tiene la azotea el que las genera. Y en este caso la menda lerenda la tiene fatal de los fatales, ya lo sé.
El caso es que mi mente funciona mejor en medio de ese torbellino, de ese caos, pero también tiene sus desventajas. Una de ellas es que en ese desorden absoluto a veces no encuentro lo que quiero cuando lo necesito. Por eso antes pensaba que no era creativa, porque me parecía que me faltaban ideas. Ahora me he dado cuenta de que lo que ocurría de verdad en que no daba con ellas en medio de todo ese bullullu. De hecho, si algo han demostrado dos años de actividad blogueril es que ideas tengo a patadas. Unas buenas, otras malas y otras regulares. Pero están allí.
Y para mi eso es una gran noticia. Es como ser rica de repente. Como si de sopetón alguien que no conozco de nada me dejara una herencia millonaria o me encontrara tirado en el suelo un décimo de lotería premiado. Tengo algo con lo que no contaba. Todo ese material está allí, lo ha estado siempre. Solo debo encontrar la forma de hacerlo salir. Y ahí viene cuando la matan, claro.
Porque mis ideas hacen lo que les peta. Se esconden cuando quieren y surgen cuando les da la gana. No consigo sistematizar el proceso. A veces de la mayor chorrada salta la chispa y se me ocurre un ideón y otras veces estoy días dándole vueltas al coco y no hay manera. Es un poco como si me hubiera encontrado ese boleto de lotería ganador (el del párrafo de arriba) y me hubieran ingresado el premio en el banco, solo que para sacar dinero en lugar de un cajero automático tuviera una máquina tragaperras. Si sale "fresa, fresa, fresa", ¡PREMIO! Si no, "game over, insert coin". Es lo que hay.
Aún así son buenas noticias porque, ahora que sé que las ideas están allí, he ganado seguridad en mi misma. Puedes pedirme que adapte una obra para la actuación de mi grupo de teatro, o que escriba un juego de personajes para la próxima cena de la pandilla o que me invente cualquier tontada para este blog u otros. Puedes pedírmelo y aceptaré con tranquilidad, porque aunque en este momento no tenga ni idea de como voy a hacerlo, estoy segura de que al final se me ocurrirá algo. Bueno, malo o regular, pero se me ocurrirá. Porque están allí. Ahora lo sé.
El caso es que mi mente funciona mejor en medio de ese torbellino, de ese caos, pero también tiene sus desventajas. Una de ellas es que en ese desorden absoluto a veces no encuentro lo que quiero cuando lo necesito. Por eso antes pensaba que no era creativa, porque me parecía que me faltaban ideas. Ahora me he dado cuenta de que lo que ocurría de verdad en que no daba con ellas en medio de todo ese bullullu. De hecho, si algo han demostrado dos años de actividad blogueril es que ideas tengo a patadas. Unas buenas, otras malas y otras regulares. Pero están allí.
Y para mi eso es una gran noticia. Es como ser rica de repente. Como si de sopetón alguien que no conozco de nada me dejara una herencia millonaria o me encontrara tirado en el suelo un décimo de lotería premiado. Tengo algo con lo que no contaba. Todo ese material está allí, lo ha estado siempre. Solo debo encontrar la forma de hacerlo salir. Y ahí viene cuando la matan, claro.
Porque mis ideas hacen lo que les peta. Se esconden cuando quieren y surgen cuando les da la gana. No consigo sistematizar el proceso. A veces de la mayor chorrada salta la chispa y se me ocurre un ideón y otras veces estoy días dándole vueltas al coco y no hay manera. Es un poco como si me hubiera encontrado ese boleto de lotería ganador (el del párrafo de arriba) y me hubieran ingresado el premio en el banco, solo que para sacar dinero en lugar de un cajero automático tuviera una máquina tragaperras. Si sale "fresa, fresa, fresa", ¡PREMIO! Si no, "game over, insert coin". Es lo que hay.
Aún así son buenas noticias porque, ahora que sé que las ideas están allí, he ganado seguridad en mi misma. Puedes pedirme que adapte una obra para la actuación de mi grupo de teatro, o que escriba un juego de personajes para la próxima cena de la pandilla o que me invente cualquier tontada para este blog u otros. Puedes pedírmelo y aceptaré con tranquilidad, porque aunque en este momento no tenga ni idea de como voy a hacerlo, estoy segura de que al final se me ocurrirá algo. Bueno, malo o regular, pero se me ocurrirá. Porque están allí. Ahora lo sé.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Sin tiempo de nada
Un día de estos tengo que hacer una vuelo de reconocimiento por la órbita de la Tierra, porque me parece que se ha debido de desviar un poco de su trayectoria y por eso se ha modificado la duración de los días. ¿O es que soy yo la única que tiene la sensación de que cada vez son más cortos, que ya no tienen 24 horas? No, ¿verdad? Vosotros también lo habéis notado.
Y es que da la impresión de que hoy en día tenemos de todo, menos tiempo. Vivimos en una vorágine supersónica de actividad que no engulle y nos convierte en autómatas. Ejecutamos tareas de todo tipo, una detrás de otra y todo lo rápido que podemos para pasar cuanto antes a la siguiente. Da igual que sea ocio o trabajo, siempre andamos con prisas.
No tenemos tiempo de leer un periódico (y menos dos) para estar informados, así que nos conformamos con ojear los titulares.
No tenemos tiempo de prestar atención a tooooda una entrada de un blog, así que nos pasamos a twitter.
No tenemos tiempo de arreglar algo que se ha roto, así que compramos otra cosa para sustituirlo. Tampoco tenemos tiempo de pensar si necesitamos realmente comprar eso o para asegurarnos de que lo que compramos es exactamente lo que queremos. Nos da un poco igual, porque en nada se romperá otra vez y habrá que sustituirlo de nuevo.
No tenemos tiempo para averiguar si una relación podría funcionar dándole un plazo razonable de acoplamiento, así que enseguida buscamos otra que funcione al instante.
No tenemos tiempo de profundizar. En nada. Todo el mundo habla de cualquier tema como si supiera, pero a lo que rascas un poco te das cuenta de que el 99% de ellos no tienen ni idea. Los grandes inventos, las campañas espectaculares, las novedades más innovadoras, la tira de veces también son un bluf. Tres cuartos de lo mismo ocurre con las amistades y los amores de la mayoría de la peña, que no suelen estar muy arraigados, porque casi ni se conocen. No han tenido tiempo, claro.
Vivimos en un mundo de cartón piedra, de atrezzo. Todo son fuegos artificiales y disimulos para proyectar una determinada imagen, la que convenga en cada momento. Nada es real porque nada es fruto de un proceso cuidado, lento, minucioso, que preste atención al detalle. Las prisas son malas consejeras. Y nosotros tenemos muchas. Demasiadas.
Y es que da la impresión de que hoy en día tenemos de todo, menos tiempo. Vivimos en una vorágine supersónica de actividad que no engulle y nos convierte en autómatas. Ejecutamos tareas de todo tipo, una detrás de otra y todo lo rápido que podemos para pasar cuanto antes a la siguiente. Da igual que sea ocio o trabajo, siempre andamos con prisas.
No tenemos tiempo de leer un periódico (y menos dos) para estar informados, así que nos conformamos con ojear los titulares.
No tenemos tiempo de prestar atención a tooooda una entrada de un blog, así que nos pasamos a twitter.
No tenemos tiempo de arreglar algo que se ha roto, así que compramos otra cosa para sustituirlo. Tampoco tenemos tiempo de pensar si necesitamos realmente comprar eso o para asegurarnos de que lo que compramos es exactamente lo que queremos. Nos da un poco igual, porque en nada se romperá otra vez y habrá que sustituirlo de nuevo.
No tenemos tiempo para averiguar si una relación podría funcionar dándole un plazo razonable de acoplamiento, así que enseguida buscamos otra que funcione al instante.
No tenemos tiempo de profundizar. En nada. Todo el mundo habla de cualquier tema como si supiera, pero a lo que rascas un poco te das cuenta de que el 99% de ellos no tienen ni idea. Los grandes inventos, las campañas espectaculares, las novedades más innovadoras, la tira de veces también son un bluf. Tres cuartos de lo mismo ocurre con las amistades y los amores de la mayoría de la peña, que no suelen estar muy arraigados, porque casi ni se conocen. No han tenido tiempo, claro.
Vivimos en un mundo de cartón piedra, de atrezzo. Todo son fuegos artificiales y disimulos para proyectar una determinada imagen, la que convenga en cada momento. Nada es real porque nada es fruto de un proceso cuidado, lento, minucioso, que preste atención al detalle. Las prisas son malas consejeras. Y nosotros tenemos muchas. Demasiadas.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Superpoderes menos super
El mundo está hoy un poco más desprotegido. No quiero que cunda el pánico, pero bueno, es mejor que lo sepáis por mí: tengo los superpoderes tocados. Algo le pasa a mi supervelocidad. Luchando, corriendo y hablando no lo noto, pero me he dado cuenta que he perdido rapidez de reacción. Y esto tiene dos consecuencias graves: que no puedo mantener a los supervillanos tan a raya como antes y, lo que es todavía peor, que mis planes de ligoteo con el de los tatuajes hacen aguas. Lo cual es el drama total, como os podéis imaginar.
Y es que, queridos lectores, con un grado de atontamiento medio-alto y con la rapidez mental de una tortuga coja no se puede trabajar, ni por el bien de la humanidad, ni por el propio. No son condiciones. Porque solo tengo dos horas a la semana (lo que dura la clase de lengua de signos) para pensar, matizar y ejecutar un plan de ataque que derribe las defensas del de los tatus. Y de momento voy por muy mal camino.
Primer error: Entrar tarde a clase.
Llego justa y me tengo que sentar en el único sitio libre, muy lejano a mi objetivo. Maaaaaaaaaal. Todo el mundo sabe que para ganar una contienda hay que elegir el momento y el lugar de la batalla. Tranquilos, no hacen falta voluntarios para darme una colleja, ya me la he dado yo misma, gracias.
Segundo error: no estar al quite.
Contra todo pronóstico, los dioses del ligoteo se apiadan de mi y me mandan un regalito cósmico: un ejercicio que consiste en que cada uno signe su número de teléfono para practicar los signos numéricos. Guay, voy a tener su movil sin necesidad de pedírselo. Me fijo y apunto cuidadosamente los teléfonos de todos los alumnos (¡¡los 15!!) y cuando le toca al de los tatus... ¡¡tachan!! se me cae el boli y me pierdo dos cifras. Esa ovación que oigo al otro lado de la pantalla es para mi, ¿no? Ya me imagino.
No me dejo dominar por el pánico y reservo mis fuerzas para desplegar un ataque frontal durante el descanso de clase. Simulo (con muy poca convicción, la verdad) que escucho la conversación del minigrupo en el que estoy, mientras busco una excusa para pasarme al corrillo donde está el de los tatus. Perdida en mis elaboradas maquinaciones, de repente veo que el de los tatus me hace signos. Y aquí llegan mis siguientes errores:
Don Tatus (DT): Signos, signos, signos, signos. Traducción:¿Qué estudias?
Speedy (S): Silencio dramático. (¿Ein? ¿Que que estudio? ¿Y esta pregunta ahora? Pues yo que sé....) Signos, signos. Traducción: Alemán.
DT: Signos, signos. No, mujer, que qué estudiaste antes, qué carrera has hecho.
S: (Ahhh!! Claro! Si lo de alemán ya me lo preguntó el otro día, qué lenta estoy, se refiere a mi curro. Vale, vale, pon cara de poker y ¡por favor! contéstale con los signos correctos) Signos, signos. Estudios de contadora de cosas.
DT: Signos, signos. ¡Qué guay! ¿Dónde?
S: Signos, signos. En Capilandia
Nuevo silencio dramático. Don Tatus pensando seguramente que tiene delante una tía medio oligolérdica que no sabe seguir una conversación sencilla y yo repasando mentalmente qué vocabulario de signos conozco para continuar hablando: los saludos, los meses del año, los días de la semana, las estaciones y las partículas interrogativas. Me planteo seriamente decirle: "¡Qué tal! Me gusta la primavera, porque en invierno hace frío. ¿Hoy es viernes?" pero aborto misión por miedo a que piense que soy oligolérdica nivel experto. Lo más gordo del asunto es que Don Tatus no es sordo de verdad, así que la solución era tan sencilla como seguir hablando con palabras sonoras normales, de las de toda la vida. ¿Pero que os he dicho en el párrafo del principio sobre mi velocidad de reacción? Pues eso.
Yo, tal y como está el tema, lo único que espero es que la ralentización de mis superpoderes sea solo temporal y que pronto esté de nuevo a pleno rendimiento. Porque como sea esto lo que me espera en el futuro... ¡Madre del amor hermoso, qué suplicio!, ¿no?
Y es que, queridos lectores, con un grado de atontamiento medio-alto y con la rapidez mental de una tortuga coja no se puede trabajar, ni por el bien de la humanidad, ni por el propio. No son condiciones. Porque solo tengo dos horas a la semana (lo que dura la clase de lengua de signos) para pensar, matizar y ejecutar un plan de ataque que derribe las defensas del de los tatus. Y de momento voy por muy mal camino.
Primer error: Entrar tarde a clase.
Llego justa y me tengo que sentar en el único sitio libre, muy lejano a mi objetivo. Maaaaaaaaaal. Todo el mundo sabe que para ganar una contienda hay que elegir el momento y el lugar de la batalla. Tranquilos, no hacen falta voluntarios para darme una colleja, ya me la he dado yo misma, gracias.
Segundo error: no estar al quite.
Contra todo pronóstico, los dioses del ligoteo se apiadan de mi y me mandan un regalito cósmico: un ejercicio que consiste en que cada uno signe su número de teléfono para practicar los signos numéricos. Guay, voy a tener su movil sin necesidad de pedírselo. Me fijo y apunto cuidadosamente los teléfonos de todos los alumnos (¡¡los 15!!) y cuando le toca al de los tatus... ¡¡tachan!! se me cae el boli y me pierdo dos cifras. Esa ovación que oigo al otro lado de la pantalla es para mi, ¿no? Ya me imagino.
No me dejo dominar por el pánico y reservo mis fuerzas para desplegar un ataque frontal durante el descanso de clase. Simulo (con muy poca convicción, la verdad) que escucho la conversación del minigrupo en el que estoy, mientras busco una excusa para pasarme al corrillo donde está el de los tatus. Perdida en mis elaboradas maquinaciones, de repente veo que el de los tatus me hace signos. Y aquí llegan mis siguientes errores:
Don Tatus (DT): Signos, signos, signos, signos. Traducción:¿Qué estudias?
Speedy (S): Silencio dramático. (¿Ein? ¿Que que estudio? ¿Y esta pregunta ahora? Pues yo que sé....) Signos, signos. Traducción: Alemán.
DT: Signos, signos. No, mujer, que qué estudiaste antes, qué carrera has hecho.
S: (Ahhh!! Claro! Si lo de alemán ya me lo preguntó el otro día, qué lenta estoy, se refiere a mi curro. Vale, vale, pon cara de poker y ¡por favor! contéstale con los signos correctos) Signos, signos. Estudios de contadora de cosas.
DT: Signos, signos. ¡Qué guay! ¿Dónde?
S: Signos, signos. En Capilandia
Nuevo silencio dramático. Don Tatus pensando seguramente que tiene delante una tía medio oligolérdica que no sabe seguir una conversación sencilla y yo repasando mentalmente qué vocabulario de signos conozco para continuar hablando: los saludos, los meses del año, los días de la semana, las estaciones y las partículas interrogativas. Me planteo seriamente decirle: "¡Qué tal! Me gusta la primavera, porque en invierno hace frío. ¿Hoy es viernes?" pero aborto misión por miedo a que piense que soy oligolérdica nivel experto. Lo más gordo del asunto es que Don Tatus no es sordo de verdad, así que la solución era tan sencilla como seguir hablando con palabras sonoras normales, de las de toda la vida. ¿Pero que os he dicho en el párrafo del principio sobre mi velocidad de reacción? Pues eso.
Yo, tal y como está el tema, lo único que espero es que la ralentización de mis superpoderes sea solo temporal y que pronto esté de nuevo a pleno rendimiento. Porque como sea esto lo que me espera en el futuro... ¡Madre del amor hermoso, qué suplicio!, ¿no?
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cosas de superheroinas,
las cosas de la vida
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Las nubes huelen de pena
Hoy he sentido en mi el milagro de la vida.
Hoy he escuchado como mi cuerpo me hablaba (a voz en grito)
Hoy he sido consciente de que hasta la fibra más pequeña de mi ser puede hacerse notar.
Hoy he sabido a que huelen las nubes.
Hoy he vivido la característica física más exclusivamente femenina.
Y puedo deciros sin lugar a dudas:
-que todo es una caca de la vaca Paca
-que el 90% de la población mundial merece morir entre horribles sufrimientos.
-que me ofrezco voluntaria para infligir ese sufrimiento a quien haga falta aunque, no os lo voy a negar, algunos tienen más puntos que otros para lograrlo.
¡¡¡¡ENTRADA PATROCINADA POR LA P*TA REGLA DE LOS C*JON*S!!!
Hoy he escuchado como mi cuerpo me hablaba (a voz en grito)
Hoy he sido consciente de que hasta la fibra más pequeña de mi ser puede hacerse notar.
Hoy he sabido a que huelen las nubes.
Hoy he vivido la característica física más exclusivamente femenina.
Y puedo deciros sin lugar a dudas:
-que todo es una caca de la vaca Paca
-que el 90% de la población mundial merece morir entre horribles sufrimientos.
-que me ofrezco voluntaria para infligir ese sufrimiento a quien haga falta aunque, no os lo voy a negar, algunos tienen más puntos que otros para lograrlo.
¡¡¡¡ENTRADA PATROCINADA POR LA P*TA REGLA DE LOS C*JON*S!!!
lunes, 19 de noviembre de 2012
No me fío de mi (y hago bien)
Si buscáis "despiste" en el diccionario encontraréis como definición "distracción, fallo,
olvido, error" y al lado una foto mía de ejemplo ilustrativo. Yo no me fío nada de mi misma y hago bien, porque soy el desastre personificado. Soy la típica que no encuentra las gafas por ninguna parte y las lleva puestas en la cabeza. La típica que se deja la llaves en la cerradura de la puerta de casa (por fuera) porque llega cargada de bolsas de la compra y se le pasa completamente cogerlas. La típica que se olvida el paraguas en todos y cada uno de los sitios a los que entra en un día de lluvia. La típica.
Esa es, por sí sola, una buena razón para no fiarme de mí misma, pero tampoco ayuda el hecho de que me equivoco mucho. Muchísimo. Un huevo. Si a mí me parece recordar que el bar al que fuimos la última vez está en la acera derecha de no sé que calle, hay la tira de posibilidades de que esté en la izquierda. Si estoy casi segura de que el anterior ministro de economía se llamaba Zutranito, fijo que se llamaba Menganito. Si me suena que el ajo se echaba antes que el chorizo en la receta de turno, se tendrá que echar después. Está cantado.
Como soy perfectamente consciente de mi alta tasa de meteduras de pata, nunca suelo ser tajante en nada. Los "yo creo", "me parece que", "si no estoy equivocada" y "tengo entendido" son mis mejores amigos a la hora de hablar, lo cual, como es lógico, me resta enteros de credibilidad ante los que me escuchan. Supongo que transmito una imagen de cero seguridad y la gente da por supuesto que no me entero de nada. Yo, que convivo a diario con mis equivocaciones permanentes y que veía su cara de "esta no tiene ni idea", solía fiarme de cualquiera antes que de mí. Ante la duda, siempre pensaba que yo me confundía y que la otra persona, quien fuera, estaba en lo cierto. Craso error. Menos mal que con los años me voy dando cuenta.
Porque, queridos lectores, que nadie se ofenda, pero la gente, así, en general, no se entera de nada. Esto es un hecho. Aquí todo perro pichichi habla excatedra de todo, sin atisbo de duda, pero la mayoría de ellos no tienen ni idea. Como yo, vamos. A ver, que siempre hay excepciones, claro. Los típicos cerebritos que acumulan datos en la cabeza o estas personas tan ágiles mentales que dan miedo de lo rápido que procesan y asimilan la información. Y por supuesto que hay expertos en alguna materia en concreto: el que sabe mogollón de informática, el que controla todo y más de literatura, el genio de las matemáticas... Pero vamos, que estos tampoco me sirven como lumbreras porque suelen saber mucho de lo suyo, pero les sacas del tema y están más perdidos que un pulpo en un garaje.
Por eso me cabrean las situaciones laborales en las que surge una duda, hay dos contestaciones (la mía y la de otra persona) y se da por buena automáticamente esa segunda respuesta. Me enfada porque el curro es el típico ambiente donde hay observación "a largo plazo", donde es posible ver, con perspectiva, cuanto se equivoca cada uno. En esos casos puedes darte cuenta de que yo meto mucho la pata, pero que otros la cagan más. La cosa es que para eso tienes que prestar atención y no sólo limitarte a escuchar si las frases empiezan por "me parece que".
A estas alturas tengo claro que todos nos confundimos más o menos lo mismo, sólo que yo no veo todas las pifias de la gente, mientras que en las mías estoy siempre sentada en primera fila. Por eso me fío tan poco de mí y se me escapan esos "tengo entendido que". Y visto el tema, la solución es evidente: eliminar esas expresiones de mi vocabulario. Vamos, creo yo...
Esa es, por sí sola, una buena razón para no fiarme de mí misma, pero tampoco ayuda el hecho de que me equivoco mucho. Muchísimo. Un huevo. Si a mí me parece recordar que el bar al que fuimos la última vez está en la acera derecha de no sé que calle, hay la tira de posibilidades de que esté en la izquierda. Si estoy casi segura de que el anterior ministro de economía se llamaba Zutranito, fijo que se llamaba Menganito. Si me suena que el ajo se echaba antes que el chorizo en la receta de turno, se tendrá que echar después. Está cantado.
Como soy perfectamente consciente de mi alta tasa de meteduras de pata, nunca suelo ser tajante en nada. Los "yo creo", "me parece que", "si no estoy equivocada" y "tengo entendido" son mis mejores amigos a la hora de hablar, lo cual, como es lógico, me resta enteros de credibilidad ante los que me escuchan. Supongo que transmito una imagen de cero seguridad y la gente da por supuesto que no me entero de nada. Yo, que convivo a diario con mis equivocaciones permanentes y que veía su cara de "esta no tiene ni idea", solía fiarme de cualquiera antes que de mí. Ante la duda, siempre pensaba que yo me confundía y que la otra persona, quien fuera, estaba en lo cierto. Craso error. Menos mal que con los años me voy dando cuenta.
Porque, queridos lectores, que nadie se ofenda, pero la gente, así, en general, no se entera de nada. Esto es un hecho. Aquí todo perro pichichi habla excatedra de todo, sin atisbo de duda, pero la mayoría de ellos no tienen ni idea. Como yo, vamos. A ver, que siempre hay excepciones, claro. Los típicos cerebritos que acumulan datos en la cabeza o estas personas tan ágiles mentales que dan miedo de lo rápido que procesan y asimilan la información. Y por supuesto que hay expertos en alguna materia en concreto: el que sabe mogollón de informática, el que controla todo y más de literatura, el genio de las matemáticas... Pero vamos, que estos tampoco me sirven como lumbreras porque suelen saber mucho de lo suyo, pero les sacas del tema y están más perdidos que un pulpo en un garaje.
Por eso me cabrean las situaciones laborales en las que surge una duda, hay dos contestaciones (la mía y la de otra persona) y se da por buena automáticamente esa segunda respuesta. Me enfada porque el curro es el típico ambiente donde hay observación "a largo plazo", donde es posible ver, con perspectiva, cuanto se equivoca cada uno. En esos casos puedes darte cuenta de que yo meto mucho la pata, pero que otros la cagan más. La cosa es que para eso tienes que prestar atención y no sólo limitarte a escuchar si las frases empiezan por "me parece que".
A estas alturas tengo claro que todos nos confundimos más o menos lo mismo, sólo que yo no veo todas las pifias de la gente, mientras que en las mías estoy siempre sentada en primera fila. Por eso me fío tan poco de mí y se me escapan esos "tengo entendido que". Y visto el tema, la solución es evidente: eliminar esas expresiones de mi vocabulario. Vamos, creo yo...
viernes, 16 de noviembre de 2012
Desastres capilares de proporciones épicas
No sé si eran las chicas de Quédate a dormir o alguna otra de las mentes privilegiadas que pululan por la blogoesfera las que decían eso de que hay días en que todo va mal, menos tu pelo. Y bueno, tienen razón. Pero para completar su teoría habría que decir que también hay días en que la cosa ya empieza regulera... y tu pelo termina de escogorciarlo todo. Esto es así.
Porque, a ver, que levante la mano quien no se haya visto alguna vez reflejado en un escaparate, con un desastre capilar de proporciones épicas y haya pensado: "Si es que con esta pinta me merezco todo lo que me pase". Vale, vale, ya podéis bajar la mano tooooooodos esos odiosos suertudos de pelos perfectos, que tampoco hace falta que me restreguéis por la cara vuestra fortuna. Pues a mí lo de la catástrofe melenuda sí que me ha pasado alguna vez. .. Bastantes ... Muchas. Para que os voy a engañar.
En parte porque ya vine de fábrica con ese caos creciéndome de la cabeza y en parte porque la preocupación por mi estilismo capilar no está suficientemente arriba en mi escala de prioriades. Yo llego a casa destrozada después del curro, me ducho y me preparo la cena antes de que secarme el pelo. Y pongo la lavadora antes de secarme el pelo. Y escribo una entrada para el blog antes de secarme el pelo. Y veo un poco la tele antes de secarme el pelo. Y reflexiono sobre la importancia de la mosca en la II Guerra Mundial antes de secarme el pelo. Y a lo que quiero darme cuenta, ya tengo el pelo seco y tan desgreñado como siempre. ¡Qué cosas!, ¿eh? Pero bueno, que si hubierais perdido tanto tiempo de vida útil como yo, secador y plancha en mano y con resultados nulos, no pondríais esa cara de "hay que ver, qué desastre andante eres, Speedy", sino más bien una cercana a "qué me vas a contar..."
Total, que de vez en cuando todos estos elementos se confabulan para que yo aparezca en algún encuentro de curro en plena crisis de insubordinación capilar. Eso unido a mi obligado look bicicletero (cero tacones, cero pantalones elegantes que puedan engancharse con la cadena, mochila en vez de bolso chulo cuando llevo peso) me da una pinta... estooooooo, por decirlo suavemente, estudiantil. La cosa es que en esos encuentros de curro suele haber varias chicas monísimas de la muerte, con pelos perfectos, que me miran como si les fuera a pedir limosna. Y yo siempre me quedo con ganas de decirles: "Oye, pues Soraya
vive en una insubordinación melenuda permanente y a ella nadie le dice nada.
...
Ahora que lo pienso, igual es que la vicepresi también bicicletea hasta el congreso para ahorrar gasolina, ¿no? Sí... va a ser eso. Fijo.
Porque, a ver, que levante la mano quien no se haya visto alguna vez reflejado en un escaparate, con un desastre capilar de proporciones épicas y haya pensado: "Si es que con esta pinta me merezco todo lo que me pase". Vale, vale, ya podéis bajar la mano tooooooodos esos odiosos suertudos de pelos perfectos, que tampoco hace falta que me restreguéis por la cara vuestra fortuna. Pues a mí lo de la catástrofe melenuda sí que me ha pasado alguna vez. .. Bastantes ... Muchas. Para que os voy a engañar.
En parte porque ya vine de fábrica con ese caos creciéndome de la cabeza y en parte porque la preocupación por mi estilismo capilar no está suficientemente arriba en mi escala de prioriades. Yo llego a casa destrozada después del curro, me ducho y me preparo la cena antes de que secarme el pelo. Y pongo la lavadora antes de secarme el pelo. Y escribo una entrada para el blog antes de secarme el pelo. Y veo un poco la tele antes de secarme el pelo. Y reflexiono sobre la importancia de la mosca en la II Guerra Mundial antes de secarme el pelo. Y a lo que quiero darme cuenta, ya tengo el pelo seco y tan desgreñado como siempre. ¡Qué cosas!, ¿eh? Pero bueno, que si hubierais perdido tanto tiempo de vida útil como yo, secador y plancha en mano y con resultados nulos, no pondríais esa cara de "hay que ver, qué desastre andante eres, Speedy", sino más bien una cercana a "qué me vas a contar..."
Total, que de vez en cuando todos estos elementos se confabulan para que yo aparezca en algún encuentro de curro en plena crisis de insubordinación capilar. Eso unido a mi obligado look bicicletero (cero tacones, cero pantalones elegantes que puedan engancharse con la cadena, mochila en vez de bolso chulo cuando llevo peso) me da una pinta... estooooooo, por decirlo suavemente, estudiantil. La cosa es que en esos encuentros de curro suele haber varias chicas monísimas de la muerte, con pelos perfectos, que me miran como si les fuera a pedir limosna. Y yo siempre me quedo con ganas de decirles: "Oye, pues Soraya
vive en una insubordinación melenuda permanente y a ella nadie le dice nada.
...
Ahora que lo pienso, igual es que la vicepresi también bicicletea hasta el congreso para ahorrar gasolina, ¿no? Sí... va a ser eso. Fijo.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Tal y como llevo la semana, no voy a castigaros con otra entrada de pataleo, que bastante tiene cada uno con lo que tiene. Pero tampoco quiero dejar de actualizar porque... no sé, porque no, porque no actualizar sólo lo pone peor. Así que, como me faltan las palabras, se las cojo prestadas a William Arthur Ward, que tiene muchas y buenas. Como estas
"Reír es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a otro es arriesgarse a involucrarse.
Expresar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrar el verdadero yo.
Exponer tus ideas o tus sueños en público es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanza es arriesgarse a desilusionarse.
Intentar algo es arriesgarse a fracasar.
Pero debemos asumir riesgos,
porque el mayor peligro de la vida es no arriesgar nada.
La persona que no arriesga, no hace nada, no tiene nada, no es nada.
Puede evitar el sufrimiento y la tristeza,
pero no aprende, no siente, no cambia, no crece, no vive.
Encadenado a su miedo,
es un esclavo que ha perdido toda libertad.
Solo una persona que arriesga es libre.
El pesimista se queja del viento.
El optimista espera que cambie.
Y el realista ajusta las velas"
Pues eso.
"Reír es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a otro es arriesgarse a involucrarse.
Expresar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrar el verdadero yo.
Exponer tus ideas o tus sueños en público es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanza es arriesgarse a desilusionarse.
Intentar algo es arriesgarse a fracasar.
Pero debemos asumir riesgos,
porque el mayor peligro de la vida es no arriesgar nada.
La persona que no arriesga, no hace nada, no tiene nada, no es nada.
Puede evitar el sufrimiento y la tristeza,
pero no aprende, no siente, no cambia, no crece, no vive.
Encadenado a su miedo,
es un esclavo que ha perdido toda libertad.
Solo una persona que arriesga es libre.
El pesimista se queja del viento.
El optimista espera que cambie.
Y el realista ajusta las velas"
Pues eso.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Lo han conseguido
Cada vez me cuesta más levantarme por las mañanas. Al principio le echaba la culpa a tanto bicicleteo, que me tiene agotadita y después al otoño, que ahora se ha apuntado a la moda de la primavera de dejarnos a todos la tensión por los suelos. Luego pensé que era el cambio de hora o mi maldita adicción a internet, que me encadena a la pantalla del ordenador cada noche hasta las mil. Pero lo cierto es que no es nada de eso. Es hora de reconocerlo.
Lo que ocurre de verdad es que lo han conseguido. Entre todos han logrado que no sepa para qué voy a levantarme. Que crea que no hay futuro posible. Que esté segura de que, haga o lo que haga, todo se derrumbará. Peor aún, que ya se ha derrumbado y que no tengo la menor posibilidad de levantarlo de nuevo. Que no pinto nada en mi propia vida, porque nada depende de mí.
Lo que pasa de verdad es que han sido capaces, entre todos, de llenar la vida de tristeza. Porque es triste obligar a alguien a elegir entre defender sus derechos laborales o llegar a fin de mes. Porque es una auténtica pena que hasta las cosas más pequeñas se hayan convertido, de repente, en inalcanzables lujos asiáticos. Porque da mucha lástima ver a la gente nerviosa, aterrorizada, enfadada a más no poder, pagando unos con otros su frustración y su cabreo. Porque lo que es para echarse a llorar es no poder escribir en tu propio blog, porque no quieres hacer otro rollaco de entrada quejica, pero en cuatro días tu mente no ha sido capaz de generar otra cosa.
¿Que qué sucede? ¿De verdad? Que lo han conseguido. Y no creais que no me toca la moral...
Lo que ocurre de verdad es que lo han conseguido. Entre todos han logrado que no sepa para qué voy a levantarme. Que crea que no hay futuro posible. Que esté segura de que, haga o lo que haga, todo se derrumbará. Peor aún, que ya se ha derrumbado y que no tengo la menor posibilidad de levantarlo de nuevo. Que no pinto nada en mi propia vida, porque nada depende de mí.
Lo que pasa de verdad es que han sido capaces, entre todos, de llenar la vida de tristeza. Porque es triste obligar a alguien a elegir entre defender sus derechos laborales o llegar a fin de mes. Porque es una auténtica pena que hasta las cosas más pequeñas se hayan convertido, de repente, en inalcanzables lujos asiáticos. Porque da mucha lástima ver a la gente nerviosa, aterrorizada, enfadada a más no poder, pagando unos con otros su frustración y su cabreo. Porque lo que es para echarse a llorar es no poder escribir en tu propio blog, porque no quieres hacer otro rollaco de entrada quejica, pero en cuatro días tu mente no ha sido capaz de generar otra cosa.
¿Que qué sucede? ¿De verdad? Que lo han conseguido. Y no creais que no me toca la moral...
viernes, 9 de noviembre de 2012
Discutiendo en lengua de signos
(*Aclaración previa: con esta entrada se me ha ido la olla total, así que me veo en la obligación de daros unas instrucciones mínimas para que podáis seguir el texto más o menos:
-Lo que está en rojo es lo que piensa Speedy mala
-Lo que está en azul es lo que piensa Speedy buena
-Lo que está en verde es lo que dice Speedy (o sea yo) en voz alta
-Lo que está en morado es lo que dice Él. ¿Que quién es él? Hijos míos, leed la entrada, no puedo contarlo todo en las instrucciones previas.
El resto da un poco igual quien lo diga. Vamos allá.)
Estaba yo apuntando el vocabulario nuevo de lengua de signos para poder estudiar en casa, con perlas como éstas: para decir primavera, las manos de frente, las palmas hacia dentro y moviendo los dedos, como si estuvieras enseñándole a alguien los bonitas que te han quedado las uñas recien pintadas. Para expresar diciembre imitas que tocas la zambomba. Y para...
Ayyy, por favor, qué mono es el chico de la silla de enfrente, ¿no? Tiene un poco pinta de empolloncete, pero, desde luego, no habla como si lo fuera. Y los mini-tatuajes esos de la muñeca y el que le sube por el brazo le dan un punto...
A ver, Speedy, céntrate, que cuando él nació tú ya tenías suficiente edad para ir sola al colegio. No seas asaltacunas y limitate a atender en clase.
-Y con esto ya sabemos los números hasta el 50, ¿alguna duda?
-Es que me cuesta poner lo dedos así... ¿De qué te ríes?
-Jajaja, de que pones una cara de concentración al hacer el gesto, Speedy...
-¡Ajá! ¡Se ha fijado en mí porque se sabe mi nombre!
-Estooo, sí, va a ser por eso, no porque lleváis las dos horas de clase practicando los saludos y presentaciones y todos hayáis deletreado vuestro nombre mil veces.
-Pero me estaba mirando, por eso sabe la cara que pongo
-Los ejercicios consisten en signar una vez tú y ver como signan los demás, para ir memorizando. Te tiene sentada enfrente. ¿A dónde va a mirar, al suelo?
-Intentad decir algo con el vocabulario que hemos aprendido hoy.
-Signos, signos, signos, signos. (Traducción: Yo trabajo todos los días y estudio los martes y jueves)
-Signos, Signos (Traducción: ¿Qué estudias?)
-Alemán.
-Qué guay, ¿no?
-¿Ves? Sí que se interesa por mí, me ha preguntado qué estudio.
-A veeer, que el ejercicio era decir algo con el vocabulario que ha salido en esa clase. "Estudiar" es parte del vocabulario. Preguntarte era su manera de hacer el ejercicio.
-Aguafiestas...
-No apuntéis a la vez que os muestro como son los signos, que si no, os perdéis la mitad. Al final de la clase lo escribimos todo.
-Ay, no, por favor, yo necesito ir apuntando poco a poco, que luego no me aclaro. No te preocupes, que puedo hacer las dos cosas a la vez, que soy muy listo.
-Y muy modesto.
-Sí señora, muy hábil, así te ligas al de los tatuajes se-gu-ro.
-Ayyyyy, que me dejes, que se me ha escapado...
-Lo que está en rojo es lo que piensa Speedy mala
-Lo que está en azul es lo que piensa Speedy buena
-Lo que está en verde es lo que dice Speedy (o sea yo) en voz alta
-Lo que está en morado es lo que dice Él. ¿Que quién es él? Hijos míos, leed la entrada, no puedo contarlo todo en las instrucciones previas.
El resto da un poco igual quien lo diga. Vamos allá.)
Estaba yo apuntando el vocabulario nuevo de lengua de signos para poder estudiar en casa, con perlas como éstas: para decir primavera, las manos de frente, las palmas hacia dentro y moviendo los dedos, como si estuvieras enseñándole a alguien los bonitas que te han quedado las uñas recien pintadas. Para expresar diciembre imitas que tocas la zambomba. Y para...
Ayyy, por favor, qué mono es el chico de la silla de enfrente, ¿no? Tiene un poco pinta de empolloncete, pero, desde luego, no habla como si lo fuera. Y los mini-tatuajes esos de la muñeca y el que le sube por el brazo le dan un punto...
A ver, Speedy, céntrate, que cuando él nació tú ya tenías suficiente edad para ir sola al colegio. No seas asaltacunas y limitate a atender en clase.
-Y con esto ya sabemos los números hasta el 50, ¿alguna duda?
-Es que me cuesta poner lo dedos así... ¿De qué te ríes?
-Jajaja, de que pones una cara de concentración al hacer el gesto, Speedy...
-¡Ajá! ¡Se ha fijado en mí porque se sabe mi nombre!
-Estooo, sí, va a ser por eso, no porque lleváis las dos horas de clase practicando los saludos y presentaciones y todos hayáis deletreado vuestro nombre mil veces.
-Pero me estaba mirando, por eso sabe la cara que pongo
-Los ejercicios consisten en signar una vez tú y ver como signan los demás, para ir memorizando. Te tiene sentada enfrente. ¿A dónde va a mirar, al suelo?
-Intentad decir algo con el vocabulario que hemos aprendido hoy.
-Signos, signos, signos, signos. (Traducción: Yo trabajo todos los días y estudio los martes y jueves)
-Signos, Signos (Traducción: ¿Qué estudias?)
-Alemán.
-Qué guay, ¿no?
-¿Ves? Sí que se interesa por mí, me ha preguntado qué estudio.
-A veeer, que el ejercicio era decir algo con el vocabulario que ha salido en esa clase. "Estudiar" es parte del vocabulario. Preguntarte era su manera de hacer el ejercicio.
-Aguafiestas...
-No apuntéis a la vez que os muestro como son los signos, que si no, os perdéis la mitad. Al final de la clase lo escribimos todo.
-Ay, no, por favor, yo necesito ir apuntando poco a poco, que luego no me aclaro. No te preocupes, que puedo hacer las dos cosas a la vez, que soy muy listo.
-Y muy modesto.
-Sí señora, muy hábil, así te ligas al de los tatuajes se-gu-ro.
-Ayyyyy, que me dejes, que se me ha escapado...
miércoles, 7 de noviembre de 2012
De cañas con Darwin
Es una suerte que yo no viviera en los tiempos de Darwin, porque podría haber echado por tierra su Teoría de la Evolución y ahora seguiríamos creyendo que nuestro antepasado más lejano es un tío al que no le importó que le quitaran una costilla con tal de tener un pibón a mano. Que ahora que lo pienso, igual en eso no se diferenciaba tanto del mono, pero en fin...
Total, que si Darwin me hubiera conocido, habría comprobado que el Síndrome General de Adaptación falla más que una escopeta de feria y claro, a partir de ahí, el resto de su rayada mental se tambalea. Porque a ver como explicas lo de los pulgares oponibles si no es como consecuencia de la necesidad de adaptarse al medio. Hombre, que también puedes decir que nuestros padres monos tenían tantas ganas de agarrar cosas que le pusieron mucha ilusión y entusiasmo y al final lo consiguieron por arte de magia borrás. Pero iba a sonar mucho menos científico, que duda cabe.
El caso es que si yo hubiera tenido la oportunidad de irme de cañas con Darwin la cosa habría discurrido más o menos así:
-Charlie (le tutearía porque fijo que teníamos confianza), tío, lo del Síndrome General de Adaptación no lo veo claro. Yo no tengo de eso.
-¡Oh, my God! ¿Como es posible?
-Porque si tuviera, después de seis meses de biciclitear por Speedytown, como mínimo una hora al día, mi cuerpo ya tendría que haberse acostumbrado a ese ejercicio. Y sigo llegando a casa con la lengua fuera.
-Será que estás en baja forma.
-Puede ser. Pero tampoco me adapto a los putadones duraderos. Quiero decir, que hay faenones talla XXL que llevan conmigo casi toda mi vida y aún no puedo convivir con ellos. Bueno, claro que puedo, no me queda otra, pero me joden igual que cuando aparecieron por primera vez. Y si después de tanto tiempo, eso es adaptarse, menuda mierdaca de adaptación, ¿no?
-Of course, darling, pero no olvides que estos casos se ocupa de resolverlos la selección natural, quien se adapta sobrevive y quien no... vamos, que más te vale espabilar.
-Joer, Charlie, eres único dando ánimos, ¿no?
-Vamos a pedir otra ronda, que buena falta te hace.
Total, que si Darwin me hubiera conocido, habría comprobado que el Síndrome General de Adaptación falla más que una escopeta de feria y claro, a partir de ahí, el resto de su rayada mental se tambalea. Porque a ver como explicas lo de los pulgares oponibles si no es como consecuencia de la necesidad de adaptarse al medio. Hombre, que también puedes decir que nuestros padres monos tenían tantas ganas de agarrar cosas que le pusieron mucha ilusión y entusiasmo y al final lo consiguieron por arte de magia borrás. Pero iba a sonar mucho menos científico, que duda cabe.
El caso es que si yo hubiera tenido la oportunidad de irme de cañas con Darwin la cosa habría discurrido más o menos así:
-Charlie (le tutearía porque fijo que teníamos confianza), tío, lo del Síndrome General de Adaptación no lo veo claro. Yo no tengo de eso.
-¡Oh, my God! ¿Como es posible?
-Porque si tuviera, después de seis meses de biciclitear por Speedytown, como mínimo una hora al día, mi cuerpo ya tendría que haberse acostumbrado a ese ejercicio. Y sigo llegando a casa con la lengua fuera.
-Será que estás en baja forma.
-Puede ser. Pero tampoco me adapto a los putadones duraderos. Quiero decir, que hay faenones talla XXL que llevan conmigo casi toda mi vida y aún no puedo convivir con ellos. Bueno, claro que puedo, no me queda otra, pero me joden igual que cuando aparecieron por primera vez. Y si después de tanto tiempo, eso es adaptarse, menuda mierdaca de adaptación, ¿no?
-Of course, darling, pero no olvides que estos casos se ocupa de resolverlos la selección natural, quien se adapta sobrevive y quien no... vamos, que más te vale espabilar.
-Joer, Charlie, eres único dando ánimos, ¿no?
-Vamos a pedir otra ronda, que buena falta te hace.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Harta
Saturada
Hastiada
Aburrida
Cansada
Desencantada
Irritada
Jorobada
Exasperada
Fastidiada
Cabreada
Molesta
Enfadada
Hasta el moño
Hasta el pico de la boina
Hasta el coco
Hasta el Toto
Hasta el último poro
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HARRRRRRRRRRRRTA!!!!!!!!!!!!!!!
Hastiada
Aburrida
Cansada
Desencantada
Irritada
Jorobada
Exasperada
Fastidiada
Cabreada
Molesta
Enfadada
Hasta el moño
Hasta el pico de la boina
Hasta el coco
Hasta el Toto
Hasta el último poro
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HARRRRRRRRRRRRTA!!!!!!!!!!!!!!!
Etiquetas:
las cosas de la vida,
qué vida más dura
viernes, 2 de noviembre de 2012
Hablando con las manos
En momentos como este me da pena no poder ver la cara que se os va a quedar cuando leáis esta entrada. Supongo que una parecida a la que ponen los de mi vida en 3D cuando les digo mi nueva manera de perder el tiempo: aprender lengua de signos. ¿A que mola?
Ya sé lo que estáis pensando: que dada mi dudosa facilidad para introducirme en nuevos idiomas, triste y repetidamente demostrada en mis clases de alemán, no sé para que me meto en este jardín. Y bueno, tenéis razón. Pero es que como yo vine de fábrica supergestera y me es prácticamente imposible mantener las manos quietas al hablar, era una auténtica pena desaprovechar esas aptitudes naturales, ¿no?
La cosa es que esa característica ha resultado ser más una desventaja que una facilidad, porque al intentar decir algo con las manos, las muevo más de ló que debería y vuelvo loco al que intenta descifrar mi mensaje:
-¿Qué has dicho entre "hola" y "qué tal"?
-Nada
-Pues no muevas las manos, porque este sistema de comunicación lleva funcionando perfectamente muchos años para que vengas tú ahora a inventarte nuevos signos.
Es una lengua muy visual, con una estructura y una lógica completamente distintas a las que usamos las personas oyentes. Lo mejor es que, aunque sospecho que es dificilísima de dominar, en las dos clases que llevo hasta ahora ya he aprendido más que en los dos años que he dado de alemán. Lo peor es que no termino de ver la forma de estudiar y practicar por mi cuenta, que es la única manera de avanzar.
Porque a ver, con el resto de los idiomas, el sistema está claro: te explican, tú apuntas y empollas en casa. Aquí la parte de coger apuntes se complica porque las palabras son gestos, casi siempre en movimiento. Si, como me pasa a mí, tienes nula capacidad para el dibujo, no te queda otra que intentar explicar en pocas palabras como es el signo que corresponde a cada término para acordarte en casa y poder memorizarlo. Y así te encuentras en mi cuaderno frases tan sospechosas como estas:
Gracias: Acercas las dos manos a la boca, con las palmas hacia dentro y las alejas. Como si tiraras besos con las dos manos.
Por favor: acercas el pulgar al canalillo del escote, y mueves la mano de arriba a abajo y de dentro a fuera. (Esta suena fatal, en vivo y en directo no es tan porno como parece por escrito)
¿Qué tal?: Acercas los puños cerrados al pecho y los alejas abriéndolos, como el gesto final cuando terminas de decir un conjuro y para que funciones haces "¡chas!", pero con los dedos hacia dentro, no hacia fuera (Yo con esto me aclaro, que soy muy bruja)
Ya sé lo que estáis pensando: que dada mi dudosa facilidad para introducirme en nuevos idiomas, triste y repetidamente demostrada en mis clases de alemán, no sé para que me meto en este jardín. Y bueno, tenéis razón. Pero es que como yo vine de fábrica supergestera y me es prácticamente imposible mantener las manos quietas al hablar, era una auténtica pena desaprovechar esas aptitudes naturales, ¿no?
La cosa es que esa característica ha resultado ser más una desventaja que una facilidad, porque al intentar decir algo con las manos, las muevo más de ló que debería y vuelvo loco al que intenta descifrar mi mensaje:
-¿Qué has dicho entre "hola" y "qué tal"?
-Nada
-Pues no muevas las manos, porque este sistema de comunicación lleva funcionando perfectamente muchos años para que vengas tú ahora a inventarte nuevos signos.
Es una lengua muy visual, con una estructura y una lógica completamente distintas a las que usamos las personas oyentes. Lo mejor es que, aunque sospecho que es dificilísima de dominar, en las dos clases que llevo hasta ahora ya he aprendido más que en los dos años que he dado de alemán. Lo peor es que no termino de ver la forma de estudiar y practicar por mi cuenta, que es la única manera de avanzar.
Porque a ver, con el resto de los idiomas, el sistema está claro: te explican, tú apuntas y empollas en casa. Aquí la parte de coger apuntes se complica porque las palabras son gestos, casi siempre en movimiento. Si, como me pasa a mí, tienes nula capacidad para el dibujo, no te queda otra que intentar explicar en pocas palabras como es el signo que corresponde a cada término para acordarte en casa y poder memorizarlo. Y así te encuentras en mi cuaderno frases tan sospechosas como estas:
Gracias: Acercas las dos manos a la boca, con las palmas hacia dentro y las alejas. Como si tiraras besos con las dos manos.
Por favor: acercas el pulgar al canalillo del escote, y mueves la mano de arriba a abajo y de dentro a fuera. (Esta suena fatal, en vivo y en directo no es tan porno como parece por escrito)
(Más o menos como él, pero con movimiento)
¿Qué tal?: Acercas los puños cerrados al pecho y los alejas abriéndolos, como el gesto final cuando terminas de decir un conjuro y para que funciones haces "¡chas!", pero con los dedos hacia dentro, no hacia fuera (Yo con esto me aclaro, que soy muy bruja)
Y todo así, ya os hacéis una idea. Total, que lengua de signos no sé si aprenderé o no, pero mi cuaderno a final de curso va ser para verlo.
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