lunes, 29 de junio de 2020

La nueva anormalidad

Esto de la nueva normalidad lo estoy llevando regulinchis porque no consigo ni medio normalizar nada de nada. A mi alrededor veo muchísima neo-subnormalidad y neo-anormalidad y lo arreglaría todo repartiendo bofetones al más puro estilo Bud Spencer si no fuera porque la distancia de seguridad me lo impide. En finnnn...

Se supone que ya hemos culminado la desescalada y retomado nuestras vidas pero yo no termino de arrancar. Hasta ahora he cogido sola una vez el transporte público, aún no he tomado nada en una terraza y todavía me veo con los SpeedyPadres fuera de su casa y al aire libre, por si acaso. No tengo ni repajolera idea de qué hacer en vacaciones y me están saliendo escamas entre los dedos. Al principio pensé que eran un superpoder nuevo como las de detrás de las orejas pero no creo que caiga esa breva. Será más bien que se me están pelando las zonas más sensibles de tanto lavarme las manos a todas horas, supongo. No hay crema hidratante que pueda con tanto jabón.

Mientras tanto mi superguarida se parece cada vez más a "Esta Casa es una ruina". Media vitrocerámica se declaró en huelga durante el confinamiento, los azulejos de la cocina también empezaron a despegarse como protesta al encierro (ya hay más de media pared gris cemento en vez de blanca baldosa) y esta mañana me he encontrado un charquito de agua delante de la puerta de la nevera. Espero que haya sido una polución nocturna como respuesta al estrés de la emergencia sanitaria y que sea una reacción temporal y no un daño permanente porque me veo capaz de pasar el verano sin cocinar nada a falta de lumbre, pero si tengo que beber agua calentorra porque no tengo donde enfriarla... que me lleve ya mismo la muerte, que no me merezco tanto sufrimiento.

Entre eso, la que está liando al coronamierda a nivel mundial, otro asteroide de estos que vienen amenazando, los residuos radioactivos de Suecia, los monos que se han hecho con el control de Tailandia y el día a día en general que es para mear y no echar gota, yo le diría a este año lo que le comentaban hace nada en Twitter:



O si es mucho pedir, por lo menos una cosa intermedia



Y para el año que viene, pues una propuesta de mínimos también, no está la cosa para ir con exigencias


Eso sí,  puestos a pensar en el futuro, si viene alguien de allí a avisarnos de algo, que avise bien, leche..


Y así está el patio, colegas. Ale, a pasar buena semana. Y por la sombra, bombones.


domingo, 21 de junio de 2020

Concentración que acontecimientos históricos planetarios

Esta noche se nos acumulan las citas importantes:

-En unos minutos empieza el verano, tradicionalmente uno de los grandes acontecimientos sociales del año pero como este 2020 está siendo más que movidito es un evento más soso que otras veces. Hemos tenido incendios radioactivos, erupciones volcánicas, una pandemia, un confinamiento que nos ha privado de la luz del sol y luego unos días de lluvia eterna que parecía esto el diluvio universal... muy fuerte tiene que entrar el estío para que nos sorprenda. Pero bueno, tal y como va la cosa no lo voy a decir muy alto a ver si encima se lo toma como un reto...

-Según el nuevo cálculo del calendario maya, mañana (o en poco minutos, más bien) se acaba el mundo y yo con estos pelos. Tal y como está yendo el año, la verdad es que seguiría la lógica argumental 2020, así que no lo descarto. Y además me alegro, mejor que la palmemos todos de golpe, porque con el caos coronavírico mi superguarida está más desordenada que nunca, es más fácil quemarla que arreglarla, ya os lo digo. Sólo de pensar que casco yo el peine primero y tiene que ir alguien a recoger mi casa paso tanta vergüenza que creo que me daría un soponcio al verlo, aunque fuera desde el otro mundo. Qué horror. Mejor todos a la vez, sí, donde va a parar.

-Mañana también empieza la tan esperada nueva normalidad, que tiene de normalidad lo que yo de sueca, es decir, más bien poco. Adiós estado de alarma, hola... no sé, la verdad, ni idea de lo que nos espera. Mascarillas, distancia social, playa por turnos, vacaciones no vacaciones, sustos continuos, brotes, rebrotes y la madre que los parió.

En fin, es lo que hay.

¡Vamos con todo!

miércoles, 10 de junio de 2020

Escribiendo en tiempos de coronavirus: Durante mi guardia no

No termino de ver clara la nueva normalidad. He estado pasando por las distintas fases sin aprovechar las ventajas, en parte porque tampoco me hacían especial ilusión y en parte porque no me fío. El sábado por fin me había decidido a tomar mi primera caña en una terraza y me rajé en el último momento. En parte porque me resulta absurdo y desmotivante hacer fila para beberme un granizado, en parte porque esperar le quita la mitad de la diversión a lo demás y en parte porque, insisto, no lo veo claro: ahí ni se respetan las distancias, ni se desinfecta nada de nada, ni les suena ni de lejos nada remotamente relacionado con la palabra seguridad: gente hablando a dos palmos, sin mascarillas para beber y comer...Que no que no, que no lo veo claro.

También es cierto que no son cosas en las que se me vaya la vida. Me cuesta más ir a ver a los Speedypadres y hablarles desde el rellano para estar segura de no llevarles el virus a su casa. Me cuesta más quedar con los SpeedySobris en el parque y darles dos palmaditas en el hombro en lugar del achuchón que me gustaría. Me cuesta más no volver al gimnasio, porque entrenar sola es una tortura aburridísima para la que empieza a faltarme fuerza de voluntad. Me cuesta más quedarme sin teatro y sin cine.

Me cuesta pero es lo que voy a seguir haciendo, aguantar el tirón, porque aunque a la mayoría ya se le ha olvidado el infierno coronavírico, esto no ha acabado. El coronamierda sigue ahí, esperando su momento para montarnos otro pifostio de mil pares de cojones. Y no vamos a resistir  un segundo round como el que está terminando ahora. El primero nos ha dejado más que tocados animica y económicamente. Como el bichillo nos de bien otra vez, nos tumba. Todo el mundo parece querer ignorarlo, pero esto es así y es así. Y lo sabéis.

Yo no soy sanitaria, ni ingeniera, ni trabajadora esencial, ni tengo ninguna habilidad que resulte mínimamente útil durante una pandemia, así que lo único que puedo aportar a la causa es no contagiarme para no contagiar. Y eso es lo que voy a intentar con todas mis fuerzas, como si me fuera (porque en realidad me va,  NOS va a todos de hecho) la vida en ello. Para dormir tranquila pensando que si hay un rebrote no será por mi culpa.

¿Quiero normalidad? Si, estoy harta de esta pesadilla y del surrealismo inacabable que ha traído este apocalipsis. Pero para poder volver a un futuro medio normal hay que llegar (todos, mayores y jóvenes) vivos a ese futuro. Y eso no se consigue poniéndole la alfombra roja al cabronazo este.

Así que, coronamierda, que te quede claro: si piensas volver a hacer de las tuyas no cuentes conmigo. Como dirían en "Algunos Hombres Buenos": durante mi guardia no.