(Esta entrada se tiene que leer escuchando mentalmente "Eye of the tiger" o cualquier otro temazo de estos supermotivadores para entrenamientos y esfuerzos, os lo aviso desde ya)
Equipo, necesito vuestra ayuda. Tenemos por delante una misión trascendental para decidir el destino del mundo, una cuestión capital para el futuro de la humanidad, una batalla a vida a muerte que debemos ganar como sea. ¿Estáis conmigo? ¿ESTÁIS CONMIGO?
Bien, pues una vez hecho el discurso de motivación típico de peli americana, os cuento de qué va esto. El tema es que los estreses de este curso del horror me han regalado, además de mucho dolor y sufrimiento, unos kilitos de más que parecen haber llegado para quedarse. Esto normalmente me daría bastante igual si no fuera porque últimamente las cosas me van reguleras y me NIEGO en redondo a cambiar de talla contra mi voluntad. Que sí, que sí, que sí, que sí, que más se perdió en Cuba y que peor es picar en la mina y que está claro que esto no es el drama de la vida, pero que en mi día a día (como en el de todos, supongo) ya hay bastante caca de la vaca Paca como para tener que mirarme al espejo y que no me guste lo que vea. Así que esos kilos se van por la puerta como que me llamo Speedy. Y no hay más que hablar.
Y vosotros os preguntaréis: Bien, ¿y? ¿a nosotros que nos cuentas? Y yo os respondo. El tema es que a mi esto de adelgazar se me da regular tirando a mal. Me falta fuerza de voluntad. Hasta ahora nunca la había necesitado porque la báscula me iba respetando y cuando no, aparecía una oportunísima gastrointeritis eterna que me hacía una limpieza general y me dejaba como nueva en mi peso perfecto. He estado esperando a que esta dinámica habitual se reinicie pero parece que se me ha acabado el chollo, así que tendré que organizar mi propia operación bikini. TENDREMOS que organizar, más bien. Porque me vais a ayudar, ¿no?
Lo ideal es que me pudierais acompañar al supermercado para sacar de mi carrito las patatas fritas, aperitivos o dulces que me llamen a gritos desde las estanterías y que me prepararais unas estupendísimas ensaladas y verduras que tuvieran tan buena pinta que me quitaran las ganas de cambiarlas por una pizza o un plato de pasta. Eso no va a pasar por detalles insignificantes como que vosotros ya tenéis una vida propia de la que preocuparos y minucias por el estilo, así que este es el nuevo plan.
Voy a contaros en el blog la marcha de mi guerra contra lo kilos al más puro estilo Bridget Jones. Ya sabéis: fecha, kilos y calorías (los cigarrillos me los salto porque van a ser siempre cero, no tengo intención de salir de Guatemala para entrar en Guatepeor.) La idea es que me vigiléis un poco a ver si con la presión de los ojos de mis millones (o casi) de lectores clavados sobre mí consigo sacar esto adelante. Y no va a ser fácil, amigos. Quiero bajar cinco kilos. Cinco. Tenemos trabajito por delante...
Aún estoy buscando título para esta serie de entradas. Había pensado algo en plan "escritura hipocalórica", pero no me termina de convencer, así que estoy abierta a sugerencias. Tampoco me vendrían mal consejos, recomendaciones, ideas de comidas ligeritas y actividades físicas no muy duras pero que quemen calorías a tope, así que ahí tenéis los comentarios. Y compañeros, recordad que estamos juntos en esto. Somos un equipo.
Sincronicemos nuestros relojes. ;P
viernes, 27 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
La SuperMovida según Mafalda
Mafalda y su pandilla son absolutamente geniales. No me extraña que a su padre le hayan dado el Príncipe de Asturias. Yo le habría dado dos. O tres, si te descuidas. El caso es que esta cuadrilla tiene una viñeta para cada momento de la vida, así que yo voy a resumir mi infierno estudiantil en imágenes mafalderas. Tal que así:
-La SuperMovida hacía honor a su nombre y durante mucho tiempo yo oí sólo blablablabla. Por eso me pasaba media vida preguntándoles a mis compañeros al más puro estilo Guille
-Ya os podéis imaginar que oír permanentemente blablablaba, llegar a clase después de días de locura de curro y de infinitas sesiones de frustrante alemán no ayuda a mantener la concentración
-Y eso daba como resultado momentos de sinceridad alumno-profesor como estos:
-Pero que conste que yo he puesto todo de mi parte y he estudiado un montón, ¿eh? Bueno... casi siempre:
-Por eso en los exámenes lo tenía todo clarísimo. Cla-rí-si-mo. Estoooooo, en fin, bueno, también casi siempre.
-Así que me he pasado el año soñando con las vacaciones, aunque no estuvieran precisamente a la vuelta de la esquina
Ahora ya ha llegado el verano (¡por fin!) y tengo una lista de tareas pendientes que ocupa dos folios. Esto promete.
-La SuperMovida hacía honor a su nombre y durante mucho tiempo yo oí sólo blablablabla. Por eso me pasaba media vida preguntándoles a mis compañeros al más puro estilo Guille
-Ya os podéis imaginar que oír permanentemente blablablaba, llegar a clase después de días de locura de curro y de infinitas sesiones de frustrante alemán no ayuda a mantener la concentración
-Pero que conste que yo he puesto todo de mi parte y he estudiado un montón, ¿eh? Bueno... casi siempre:
-Por eso en los exámenes lo tenía todo clarísimo. Cla-rí-si-mo. Estoooooo, en fin, bueno, también casi siempre.
-Así que me he pasado el año soñando con las vacaciones, aunque no estuvieran precisamente a la vuelta de la esquina
Ahora ya ha llegado el verano (¡por fin!) y tengo una lista de tareas pendientes que ocupa dos folios. Esto promete.
lunes, 16 de junio de 2014
Objetivo: conciliar
Una de las cosas más relativas del mundo es el grado de urgencia de algo, porque depende completamente de las circunstancias. Si estás cocinando y se te derrama media botella de aceite, lo urgente es recogerlo antes de que se pringue todo. Si en la sartén de al lado se te están quemando las croquetas, lo urgente es quitarlas del fuego y al aceite que se te ha caído antes que le den dos duros. Si se te ocurre mirar hacia atrás y ves que las cortinas de la cocina están ardiendo, está claro que las croquetas precarbonizadas son la última de tus preocupaciones. En tu mente hay agua, mangueras, extintores, bomberos y un repaso rápido de la fecha en la que deberías haber renovado su seguro del hogar, pero de croquetas ni rastro.
Bueno, pues las cortinas de mi cocina llevan en llamas todo este bendito curso. Metafóricamente hablando, claro. La Supermovida me ha colapsado la vida por completo y no me ha dejado tiempo para nada más. No he escrito, no he leído, no he visto series, no he viajado, no he salido de juerga hasta las mil. Cada minuto de mi día a día era para ese movidón infernal, porque o estaba haciendo algo relacionado con él, o debería estar haciéndolo y la culpa me perseguía. Todo era para antesdeayer, no había tiempo para tonterías. Ni para pensar mucho, por suerte, porque si hubiera empezado a darle vueltas al coco a lo mejor me habría rajado.
El caso es que, ahora que por fin la primera fase de la SuperMovida ha acabado con bien, me doy cuenta de que no he conciliado nada mi faceta estudiantil con el resto de mi vida. Pero nada de nada. Tengo la sensación de que he perdido el año, como si hubiera estado dormida o me hubieran abducido los extraterrestres. Es como si no hubiera estado aquí. Y os lo digo desde ya, esa sensación es una caca de la vaca Paca.
Y lo peor es que no se como voy a reajustar eso el año que viene. La SuperMovida es un marrón a largo plazo en el que me queda mucho sufrimiento por delante pero no puedo dejarlo porque espero que sea una solución a este horror caótico que tengo por existencia. Ya os lo he dicho otras veces, estoy atrapada en la primera pantalla del videojuego de "Mi Vida": los problemas básicos para avanzar de nivel no los resuelvo ni a tiros, por mucho que me esfuerzo y por muchas cosas que intento. Confío en que la SuperMovida me ayude a apañar uno de los temas importantes que podría facilitarme el resto, por eso no lo puedo dejar, aunque a veces me muera de ganas de mandarlo todo a tomar aire fresco.
Total, que el reto para el año que viene está claro: conciliar. ¿Cómo? No lo sé, ya os iré contando. Ahora me quedan dos meses por delante para olvidarme de la SuperMovida y para recuperar el tiempo perdido. No sé ni por donde empezar...
Bueno, pues las cortinas de mi cocina llevan en llamas todo este bendito curso. Metafóricamente hablando, claro. La Supermovida me ha colapsado la vida por completo y no me ha dejado tiempo para nada más. No he escrito, no he leído, no he visto series, no he viajado, no he salido de juerga hasta las mil. Cada minuto de mi día a día era para ese movidón infernal, porque o estaba haciendo algo relacionado con él, o debería estar haciéndolo y la culpa me perseguía. Todo era para antesdeayer, no había tiempo para tonterías. Ni para pensar mucho, por suerte, porque si hubiera empezado a darle vueltas al coco a lo mejor me habría rajado.
El caso es que, ahora que por fin la primera fase de la SuperMovida ha acabado con bien, me doy cuenta de que no he conciliado nada mi faceta estudiantil con el resto de mi vida. Pero nada de nada. Tengo la sensación de que he perdido el año, como si hubiera estado dormida o me hubieran abducido los extraterrestres. Es como si no hubiera estado aquí. Y os lo digo desde ya, esa sensación es una caca de la vaca Paca.
Y lo peor es que no se como voy a reajustar eso el año que viene. La SuperMovida es un marrón a largo plazo en el que me queda mucho sufrimiento por delante pero no puedo dejarlo porque espero que sea una solución a este horror caótico que tengo por existencia. Ya os lo he dicho otras veces, estoy atrapada en la primera pantalla del videojuego de "Mi Vida": los problemas básicos para avanzar de nivel no los resuelvo ni a tiros, por mucho que me esfuerzo y por muchas cosas que intento. Confío en que la SuperMovida me ayude a apañar uno de los temas importantes que podría facilitarme el resto, por eso no lo puedo dejar, aunque a veces me muera de ganas de mandarlo todo a tomar aire fresco.
Total, que el reto para el año que viene está claro: conciliar. ¿Cómo? No lo sé, ya os iré contando. Ahora me quedan dos meses por delante para olvidarme de la SuperMovida y para recuperar el tiempo perdido. No sé ni por donde empezar...
jueves, 12 de junio de 2014
Junio cateador
Pongo un puesto de calabazas y me forro. ¡Qué barbaridad! Este mes he cateado todo lo que se podía catear. Y cuando digo todo, quiero decir TODO, porque he hecho un pleno: cuatro de cuatro. No os creáis que he aprobado alguna así, por despiste o por casualidad. No, no, no, no, yo si me pongo, me pongo. No he suspendido más, porque no había nada más que suspender.
Y por si no fueran suficientemente geniales mis resultados, estos cates omnipresentes me han metido en un bucle permanente de hacer un examen, liarla, catear, estudiar, ir a la repesca, liarla again, catear de nuevo, ir a la repesca de la repesca y así hasta el infinito, que parecía que estaba atrapada en el tiempo. Eso en vez del día de la marmota era el día de los cates. Qué horror.
El lado bueno es que tanto bucle y tanta repesca, al final, han dado sus frutos y tras mucho sufrimiento he conseguido aprobar algo. De la SuperMovida y sus agobios me olvido para todo el verano y hasta el curso que viene. ¡YUJÚ! Lo de sacarme alemán en junio ya era demasiado pedir, así que me apunto a los exámenes de septiembre, porque yo no me pierdo una juerga de esas ni loca. Allí estaremos, dándolo todo. ¡Qué condena tengo con el idioma germano, madre del amor hermoso!
Y mientras los agobios estudiantiles se alejan de los titulares informativos de mi vida, los estreses de curro cobran total actualidad. Ahora tengo por delante una movida que es a la vez una marrón y una oportunidad. Me haría hasta ilusión si no fuera porque el tema en concreto se desdobla, se multiplica y se expande por todas partes como los virus de "Érase una Vez de la Vida". Arreglas una cosa, te das la vuelta un segundo y a lo que miras otra vez ya hay dos problemas iguales donde habías apañado lo otro. ¡Qué horror!
Total que en eso he estado todo el mes. Y en esas estoy ahora. Por eso no había aparecido por aquí, pero bueno, que ahora he vuelto para quedarme. Si me deja mi vida colapsadísima, claro.
A todo esto... ¿vosotros qué tal?
Y por si no fueran suficientemente geniales mis resultados, estos cates omnipresentes me han metido en un bucle permanente de hacer un examen, liarla, catear, estudiar, ir a la repesca, liarla again, catear de nuevo, ir a la repesca de la repesca y así hasta el infinito, que parecía que estaba atrapada en el tiempo. Eso en vez del día de la marmota era el día de los cates. Qué horror.
El lado bueno es que tanto bucle y tanta repesca, al final, han dado sus frutos y tras mucho sufrimiento he conseguido aprobar algo. De la SuperMovida y sus agobios me olvido para todo el verano y hasta el curso que viene. ¡YUJÚ! Lo de sacarme alemán en junio ya era demasiado pedir, así que me apunto a los exámenes de septiembre, porque yo no me pierdo una juerga de esas ni loca. Allí estaremos, dándolo todo. ¡Qué condena tengo con el idioma germano, madre del amor hermoso!
Y mientras los agobios estudiantiles se alejan de los titulares informativos de mi vida, los estreses de curro cobran total actualidad. Ahora tengo por delante una movida que es a la vez una marrón y una oportunidad. Me haría hasta ilusión si no fuera porque el tema en concreto se desdobla, se multiplica y se expande por todas partes como los virus de "Érase una Vez de la Vida". Arreglas una cosa, te das la vuelta un segundo y a lo que miras otra vez ya hay dos problemas iguales donde habías apañado lo otro. ¡Qué horror!
Total que en eso he estado todo el mes. Y en esas estoy ahora. Por eso no había aparecido por aquí, pero bueno, que ahora he vuelto para quedarme. Si me deja mi vida colapsadísima, claro.
A todo esto... ¿vosotros qué tal?
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