sábado, 30 de agosto de 2014

El culebrón del verano: capítulo final

Esto de retransmitir el culebrón se está poniendo muy cuesta arriba porque me faltan datos. No estoy en el grupo de whatsapp de los aprendices y ya se sabe que ahora mismo no existe ningún ligoteo, relación, lío o lo que sea que no se negocie en gran parte por esta vía. Y claro, sin esta información clave estoy un poco a por uvas. Pero bueno, aún así tengo mis sospechas.

Y lo que sospecho es que Casanova y BT no van a llegar a nada. Lo sé porque ahora resulta que el ligón se va al Fin del Mundo sin billete de vuelta y BT es una culocagao de manual (a mi no me engaña, que las de la misma especie nos reconocemos entre nosotras). Así que en vez de pensar "que me quiten lo bailao" y darse una alegría para el cuerpo con Casanova (que vale, será un poco flipadete y lo que queráis, pero también es un tío guapillo, listo y con mogollón de iniciativa) se estará chinando con absurdeces como estas:

-No, que se va. Al Fin del Mundo.
-No, que me voy a enganchar. Y él estará en el Fin del Mundo.
-No, que es un ligón.
-No, que es meterse en un jardín.
-Total, pa'qué.

Pues para vivir, BT, para vivir. Te lo dice una que se ha perdido muchas cosas intentando evitar las posibles leches consiguientes. Y te diré un secreto que he aprendido con los años: no se puede. Las lágrimas que te corresponden te las vas a llevar igual. Si no llegan por un lado, te vendrán por otro, pero no vas a librarte. Intentando escapar lo único que vas a conseguir es distraerte y no ver lo bueno que te salga al paso. Siento decírtelo pero es lo que hay.

La vida es dolor. Y sufrimiento. Y risas. Y pasión. Y belleza. Y emoción. Y felicidad. Y miedo. Va todo en el pack. No hay lo uno sin lo otro. Más vale aceptarlo cuanto antes e ir a por todas desde el minuto uno. Con un par.

Y con esto no quiero decir que vayas a lo loco, sin cinturón de seguridad. Hay que andarse con ojo y no meterse en cosas que (en principio, porque luego nunca se sabe) no puedas asumir. Pero no te quedes en el banquillo. Que te cruzas con una Casanova de la vida, pues jijijaja risas mil. Y besos. Y lo que surja. Disfruta de sus "esa trenza te queda muy bien" y de sus "BT, tienes que poner más pasión en tu vida" y de los "no voy a poder vivir sin ti el fin de semana". Ríete con sus tontadas y con su manera alternativa de ver la vida y con sus recomendaciones literarias y con sus consejos para que tengas un futuro feliz y exitoso. Y cuando se vaya, bye bye y si te he visto no me acuerdo, que el Fin del Mundo está muy lejos y hay muchos peces en el mar.

BT, el miedo te limita y terminas perdiéndotelo todo. No te dejes.

Estooooooo, que no es que hable por experiencia y que me haya pasado a mi, ¿eh? Qué va....

lunes, 25 de agosto de 2014

Fe en los pies de gato

Bueno, pues ya he descubierto otro deporte del que no voy a ser campeona olímpica.

                                                                                          (La que sale en la foto no soy yo, pero vamos, 
                                                                                           para hacernos una idea nos sirve)

La fotografía no es mía porque de mi estreno en la escalada no me han quedado pruebas gráficas (si exceptuamos los millones de moratones y rasguños que cubrían cada centímetro de mi cuerpo, claro.) Y tengo que deciros que escalar es duro, exigente, técnicamente complicado... y MOLA!! ¡¡Un montón!! ¿Por qué no me extrañará que me haya enganchado a esto a las primeras de cambio? Si es que no tengo remedio...

En fin, como ya os podéis imaginar, si me caí al agua, a los rápidos de un río, al fondo del mar y del caballo, una montaña no iba a ser menos. Así que sí, efectivamente, mi estreno escalador se resume más o menos en esto: pongo un pie, me resbalo, pongo otro, me resbalo, intento alcanzar con la mano un saliente, no llego ni de coña, me abrazo a una piedra en plan desesperación a ver si consigo estabilizarme y mantengo sesudos debates, a 15 metros de altura, tal que así:

(Los de abajo).- ¡¡Pon el pie donde tienes la mano!!
Speedy.- A veeeeeeer, que no soy ElasticGirl, soy SpeedyGirl, S-P-E-E-D-Y-G-I-R-L, ¿como se supone que voy a conseguir subir la pierna por encima de mi cabeza?
-¡¡¡No apoyes el talón!!!
-Ya...
-¡¡Que no apoyes el talón!!
-Oye, mira, sin ánimo de ofender, respeto tu sabiduría y esa seguro que es una precisión técnica acertada, pero estoy a 15 metros de altura y solo tengo dos centímetros de mi cuerpo sujetos a una superficie firme. Apoyaré lo que tenga que apoyar.

Y es que si hay una verdad innegable en esto de la escalada es que todo se ve más claro desde abajo, como los toros se ven mejor desde la barrera. Estás sentada allí en el suelo, mirando hacia arriba y divisas mil salientes y recovecos de los que servirte para trepar hasta la cima. Luego llega el momento de subir, te toca encontrarlos en la roca y todo eso desaparece como por arte de magia, oye, la pared se vuelve lisa como la seda. Y claro, así no hay manera de llegar a la cima. Ni a ninguna parte.

(Después del septuagésimo resbalón...)

-¿¿¿¡¡¡Pero qué haces!!!??? ¿Por qué pones siempre el pie en malos apoyos?
-Pues chico, porque no hago más que buscar, todos me parecen iguales y a algún sitio tendré que agarrarme para seguir subiendo y llegar arriba antes de que mis nietos vayan a la universidad. Así que al final digo, ¡ala! ¡a lo loco! ¡donde sea! 
-Ya, pero es que los pies de gatos no son milagrosos ni consiguen que trepes por la pared como Spiderman...
-Mis moratones y yo ya nos hemos dado cuenta de eso, ya...

Pero bueno, qué remedio, ¿no? La escalada, como la vida, va de eso, de seguir adelante por muy dura que se vuelva la subida. De agarrarse donde haga falta y de poner los pies donde sea con tal de lograr trepar. De intentarlo una y otra vez aunque no se vean claros los pasos siguientes. De prepararse al máximo y conseguir el equipo, las cuerdas y un calzado adecuado que te faciliten la escarpada. Y cuando hayas hecho todo esto no queda otra que echarle un par y confiar en que los pies de gato te agarrarán a la roca y no te dejarán caer.

viernes, 15 de agosto de 2014

El culebrón del verano

*(Solo por aclararlo, que sois muy mal pensados. Lo que está escrito en verde soy yo, pero solo lo pienso, no lo digo en voz alta... que no soy tan mala persona, hooooombre.)

¡¡¡¡Ayyyyyyyyyyyy!!!! ¿Sabéis cuando te enganchas a una serie raruna que nadie más ve, la trama se pone interesantísima, no tienes con quien comentarlo que esté en tu mismo nivel de emoción absurda y te subes por las paredes? Pues en esas estoy yo ahora con el culebrón del verano que, SIN LUGAR A DUDAS, está en mi oficina. No os digo más.

Y es que, ahora que me ha dado más tiempo a fijarme, resulta que Casanova le suelta racas a todo el mundo, pero sí que tiene un preferida, sí. Está en pleno proceso de acoso y derribo con BecariaTemperamental (en adelante BT) y hay que reconocer que está siendo una batalla encarnizada, una lucha sin cuartel, porque Casanova está hecho todo un profesional del ligoteo. Si a su edad ya se sabe tantos trucos no quiero ni pensar como será dentro de unos años. Miedo me da.

El caso es que el chaval está en pleno despliegue de sus recursos: aprovecha cualquier excusa para trabajar en el ordenador de ella y acercarse todo lo que puede, le cuenta sus historietas y propone trabajos en común. Pero claro, no cualquier trabajo:

BT: Yo creo que podríamos hacer un vuelo de reconocimiento para comprobar que funciona bien el ascensor panorámico del Pedazo de Monumento de Speedytown.
Casanova: Sí, pero vamos por la noche, cuando cierren, que los elementos mecánicos fallan con más facilidad a esa hora.
(Speedy: Síiiiiiiiiiiiii, claaaaaaaaaaaaaaro, de toda la vida a los ascensores les afecta la luz del sol, POR-SU-PUES-TO.)

Fijaos si se lo currará Casanova, que hasta tiene un saludo secreto con BT para el día que alguno de ellos participa en una misión especial. Con eso no os digo nada y os lo digo todo. Pero vamos, que sin duda la jugada maestra ha empezado hace unos días y yo creo que de esta BT no se libra. Cae fijo.

El caso es que a final de verano Casanova se va al Fin del Mundo. Yo aún no me enterado bien de para qué, ni durante cuanto tiempo, pero la cosa es que el chico se marcha tan lejos que se está vacunando ahora contra la rabia y la malaria, así que ya os hacéis una idea. Y digo que esto es la jugada maestra del ligoncete porque cada vez que sale el tema de ese superviaje vital Casanova le dice a BT que se vaya con él. Hasta que el otro día quedó todo más que claro:

-Mira, este es un sitio que estoy mirando para alojarme, es un hotel que tiene una sala de cine de pelis clásicas. Te podías venir...
-Noooo
-¡¡Venteeeeee!!
-No
-Se lo estuve contando a mi novia ayer y está pensando venirse conmigo en sus dos semanas de vacaciones
(Einnnnnn?? Eso de meter a la novia por medio ahora ha sido poco hábil, Casanova. Parece mentira, con todo lo que tú sabes, este fallo de principiante.)
-¡Claro! ¡Que vaya! ¡Deberíais iros los dos a hacer el viaje completo! Yo me iría sin dudar. (Silencio incómodo) Estooooooo, con mi novio, claro. Quiero decir que me iría con mi novio....
(Si, si, ya, ya, claro, claro BT... Oye, Casanova, pues igual no has sido tan poco hábil.)
-No, no, todo el viaje no, yo quiero irme solo, para vivir la experiencia, para encontrarme a mi mismo...
(Ya, para buscarte a ti mismo tu novia te sobra pero BT te viene que ni pintada, ¿no? Anda, que tienes más cuento Casanova...)

Y no sé... ahora tengo el corazón divido. Por un lado quiero que BT se mantenga firme, porque a los ligoncetes como Casanova hay que tenerlos a raya (por principios y para no acabar llorando, que eso es jugar con fuego). Y por otro sufro el típico síndrome de espectadora de culebrón que quiere que los protas acaben juntos a toda costa. Ayyyyyyy, qué dilema, no sé a qué carta quedarme. ¿Vosotros con quien vais?

miércoles, 13 de agosto de 2014

Un Casanova en la oficina


¡Hola corazones!

Pues ya estoy de vuelta en el curro y esto, como os podréis imaginar, es el horror de los horrores. Nada más entrar por la puerta ya me estaban dando unas "buenas nuevas" de esas que te alegran el alma, pero en fin, de eso no voy a hablar, que para dramas ya hay muchos en los culebrones de la tele. Aquí venimos  a reírnos, ¿no? Pues vamos a ello.

El tema es que el regreso al trabajo se me está haciendo más llevadero porque viene con espectáculo incluido. Resulta que este verano tengo conmigo tres aprendices de superhéroes en prácticas. Dos son chavalillas más bien tranquilas y el otro en un ligoncete en ciernes que me tiene a las otras dos revolucionadas. Y claro, yo no paro de descojonarme de las situaciones que se producen. A ver si os lo cuento bien...

Casanova (como llamaremos al becario ligón para aclararnos y porque le pega TODO) es un chico listo, amable y graciosete. Es verdad que nadie le confundiría con Hugh Jackman, pero tiene una sonrisa bonita y cierto atractivo. Transmite mucha seguridad en sí mismo y le encaaaaaaaaaaanta tontear. LE-EN-CAN-TA. Es lo que le brota natural. No lo puede evitar y se le nota. De cada cuatro palabras que dice, tres son un raca. Tirando por lo bajo.

A mi los ejemplares de la especie Ligón común no me suelen convencer mucho, pero reconozco que este no me cae mal porque es de la raza inofensiva, de los que van con la verdad por delante. El chaval recuerda periódicamente que tiene una novia con la que está la mar de feliz y así las destinatarias de sus tonteos ya saben a qué a tenerse: o se lo toman a broma o aceptan que van a ser tres en las negociaciones. Como mínimo.

Total, que Casanova lleva todo el verano bombardeando a racas a sus dos compañeras que resisten como pueden creyendo que disimulan a tope y que no se les nota nada que el ligón les hace tilín. Pero se equivocan. Se les nota un MONTÓN. Y claro, a mi me cuesta la vida contener una carcajada cuando Casanova les dice cosas como "tu voz me provoca sentimientos que hace mucho que no tenía" y ellas se quedan con la boca abierta y sin saber qué responder. Porque Casanova mucho "jijijaja risas mil qué gracioso soy" pero ahí se lo ha soltado, ¿sabes?  Y a las otras pobres las va llevando a su terreno como el que no quiere la cosa.

Yo me río bajito y procuro no meterme porque, oye, son sus cosas y además, si a mi me pilla un especímen de esos hace 15 años, seguramente se me quedaba la misma cara de boba que a las pobres becarias. Pero el caso es que yo a estas alturas estoy de vuelta de todo y cuando Casanova me suelta un raca (porque él es muy democrático y ninguna fémina puede quedarse sin sus lindezas, aunque, por suerte, a mi me las suaviza) yo no puedo resistir la tentación de contestarle. Pero bien contestado.

-Uyyyyyy, Speedy qué morenísima te veo.
-Pues igual que ayer.
-No, no, hoy mucho más. Debe de ser la camiseta rosa que te resalta el moreno. Ya te veo ahí delante del espejo probándote 10 cosas a ver cuál te favorecía más...
-Uy, sí, me has pillado. Me he puesto todo mi armario pensando "¿cuál le gustará mas a Casanova?" Esta noche no he podido dormir de la emoción, no te digo más.
-Ah, ya claro, claro...

Ya sé que me vais a decir que pobrecito Casanova, que es chiquitín. Pero es que las otras nunca le contestan nada y yo no me puedo contener. Es superior a mis fuerzas...