lunes, 25 de febrero de 2019

Mi lugar feliz

Sin duda la peor secuela que me ha dejado el Jamacuco Supremo (JS) es el miedo, el terror a que vuelva a darme otro chungo y que esta segunda vez no haya tanta suerte y la cosa no acabe con bien. Mi mente racional mantiene este temor más o menos bajo control durante el día, pero por la noche, cuando los monstruos abandonan el armario y el hombre del saco sale de debajo de la cama, mi subconsciente cuela en mis pesadillas los peores de estos canguelos. Más a menudo de lo que me gustaría me despierto de madrugada con el corazón a mil. Unas veces recuerdo lo que estaba soñando y otras no, pero en cualquiera de los dos casos volver a dormirme se convierte en misión casi imposible. Y entonces recurro a ti. A como me haces sentir sin proponértelo y, casi con toda seguridad, sin darte cuenta.

Porque tú eres así. Pensándolo fríamente, no creo que a mi me trates mejor que a los demás. Es lo que me gustaría para hacerme ilusiones, pero no hay datos objetivos que avalen esa teoría. Es tu forma de ser y te comportarás así con todo el que te caiga minimamente bien, supongo. Pero por lo que sea, a mi me hace más efecto y con eso me conformo.

-Me conformo con sentir que te preocupas por mi, que te importa lo que me ocurre y como lo llevo. Que me has preguntado más que nadie sobre el JS, que has seguido paso a paso mi recuperación. Que me has escuchado cuando estaba angustiada y has intentado restarle importancia cuando empezaba a obsesionarme.

-Me conformo con sentir que te fijas en mi, que recuerdas perfectamente cuando estoy y cuando falto, donde me siento y de qué color es mi llavero.

-Me conformo con pensar que te conozco hace ná y menos y a pesar de ello ya tenemos una historia propia, cosas que son sólo nuestras y que siempre me sorprendo de que recuerdes tan claramente como las recuerdo yo.

-Me conformo con sentir que conectamos, que tú eres día y yo noche, tú el yin y yo el yang y sin embargo a veces nos reímos de las mismas cosas, o se nos ocurren tontadas sospechosamente parecidas o reaccionamos casi igual. Que somos diferentes a más no poder y aún así encajamos. Que tenemos un "algo", que no sé lo que es y desde luego no lo sé explicar, pero lo noto. Y a veces creo que a tu manera tú también.

Eres mi lugar feliz, el escudo que uso en la noche cuando las sombras quieren atraparme. Tú no lo pretendes, no tienes ni idea y seguramente tiene que ver más conmigo y el momento que estoy viviendo que contigo, pero es así. Ahora mismo, eres mi lugar feliz.

Es una pena que nunca llegues a saberlo.

lunes, 18 de febrero de 2019

Rupert, ¡te necesito!

No escribo porque no tengo tiempo y no tengo tiempo por una razón que nunca imaginaríais si sois lectores habituales de este blog: por mi pelo. Porque ahora no me queda otra que emplear un inusitado porcentaje de mi día en peinarme. Si sí, lo habéis leído bien, peinarme. ¡YO! Peinarme. Qué vueltas da la vida.

El caso es que por motivos cero interesantes, ahora tengo que salir peinada todos los días de casa. No el día que me alinean los planetas y me levanto con tiempo. No el lunes, después de tener la tarde del domingo libre para usar mi plancha mágica. Todos los días. ¡Qué locura!, ¿no?

Esto se ha vuelto especialmente dramático porque con mi plancha mágica yo sé hacer un único peinado que sólo me queda medio bien con la melena larguísima, lo cual complica al máximo cualquier operación relacionada con ella: lavar, secar, cepillar... 1500 horas para cualquier cosa que no sea llevar los pelos como una paciente fugada de una institución psiquiátrica. ¿Traducción? Se me llevan lo demonios. ¿Cómo puede nadie invertir esa ingente cantidad de tiempo en esa actividad? ¿Los que vais peinados todos los días lo hacéis? Y si es así, ¿por qué? ¿No tenéis amigos? ¿O tele? ¿O sofá? Me parece inexplicable hacerlo por voluntad propia, en serio.

Total, que como no me queda otra que mantener a raya mi incontrolable estilismo capilar, todos mis esfuerzos se centran ahora en reducir las horas perdidas en bullullus melenudos. Y vosotros diréis: cumple el mayor deseo de Speedymum después de la paz mundial y córtate el pelo. Pero si dijerais eso, no habríais leído con atención este blog, porque el que lo ha hecho sabe que en mi caso cortar sólo complicaría las cosas. Aparecería el gigantesco volumen indominable en plan Godzilla aplastando edificios de Nueva York y aquello sería un sindios. ¿Qué leches hago, entonces?

Pues encontrar (y cuanto antes porque llevo una semana de crisis peluqueril y ya no se si tirarme al tren o al maquinista) otro peinado que me quede medio bien y que no me colapse la vida, que bastante colapsada la tengo ya. ¿Alguien tiene el teléfono de Jennifer Aniston? O mejor, ¿del mago/a que consigue que siempre esté perfecta lleve los pelos como los lleve?

Creo que me van a hacer falta refuerzos y de los contundentes...

¡RUPERT, TE NECESITO!

viernes, 8 de febrero de 2019

¿Perder? el tren

Nada más acabar en la Academia de Superhéroes todos teníamos que buscar como locos unas prácticas con compañeros de profesión veteranos que nos enseñaran el oficio más allá de la teoría. Cono andábamos muy justos de tiempo, mandábamos nuestro cv a diestro y siniestro para ver si terminaba saliendo algo y como suele pasar en estos casos, o no llegaba ninguna oportunidad en meses o llegaban tres a la vez. Por supuesto, ninguna de ellas era significativamente mejor que las otras, sino todas truñillos de nivel más o menos parecido. ¿Qué significaba esto? Que decidir entre una y otra era tremendamente difícil, porque tenías que distinguir lo menos malo dentro del horror total.

Nunca sabías qué sería mejor para tu carrera, en cuál aprenderías más o harías mejores contactos para el futuro. En cuál sufrirías menos. Recuerdo aquellos días como un angustioso mar de dudas en el que estaba permanentemente presente el terror a "dejar escapar el tren". Y es que lo que de verdad daba miedo era equivocarse, decir que no a algo que podría ser tu pasaporte para un porvenir un poquito mejor que el presente.

Ya os he contado que en esa época hice millones de entrevistas y pruebas para diferentes puestos, algunas de lo más surrealista. Por aquel entonces yo era una cría inexperta, que aún no sabía templar demasiado bien los nervios y a la que le quedaba todo por aprender, así que protagonicé algunas cagadas monumentales y perdí más de una oportunidad. Y más de dos.

Estos días me ha venido una de ellas a la cabeza porque, lo que es la vida, me he vuelto a ver frente a frente con casi la misma situación. Venía a ser más o menos que mi yo jovencita e ilusionada quería a toda costa salvar a la humanidad en misiones de VUELO. Tenía que trabajar VOLANDO o moriría de pena. Así de tontaina era mi yo jovencita. Total, que eché millones y millones de cv en cosas que tenían que ver con volar hasta que me llamaron de una. Fui a la entrevista, me hicieron la prueba de vuelo y como aún era una cría que no sabía nada, me tropecé, aterricé regulero y, como es lógico y normal, no me dieron el curro. Ya veis, menudo drama, tenía toda la vida por delante. Pero mi yo jovencita era una tontaina y se sentó a llorar en las escaleras a la salida de la prueba. Recuerdo perfectamente lo que pensaba: que la había cagado en la única oportunidad de trabajar volando, que nunca conseguiría otra, que había perdido EL TREN.

Lo que es la vida, hace poco he tenido que ir a ese mismo sitio a hacer una prueba parecida. No era exactamente de vuelo, más bien vuelo más salto vertical. Tengo mil años más de experiencia y mil toneladas más de templanza. Y lo que allí se dirimía esta vez me importaba bastante menos. Así que la diferencia fue abismal, claro. No la cagué, lo cual me congratula porque mi nivel de cagadas ya está al límite y no llevamos ni la mitad de mes. Pero vamos, que el resultado me da igual, la cosa no va a ningún lado y me la chufla bastante. Lo que me importa es que a la salida me senté en el mismo escalón de aquella primera vez, visualicé a mi yo jovencita llorando por la mandanga del tren y pensé:

"Ayyyyyyyy, piltrafilla"

viernes, 1 de febrero de 2019

No me lo creo ni yo: GimnasioMan

Voy a dejar ya de dar el coñazo con GimnasioMan porque estoy más pesada que matar un cerdo a besos. Además, ya se ha acabado la ampliación del plazo que me di para una posible reedición de la Operación Calabazas II y no ha habido avances significativos (en el sentido que debería, al menos) así que esto se acaba aquí porque la vida son dos días y uno nos lo pasamos durmiendo.

Como vine defectuosa de fábrica y no tengo botón de off, no me va a quedar otro remedio que decírselo al pobre GimnasioMan a las bravas para que me de unas calabazas como un castillo, de las malas malas, que me ayuden a seguir adelante. Se va a morir de la vergüenza él, me voy a morir de la vergüenza yo y va a ser todo un drama y una pena negra, pero no veo otra manera de quitarme este cuelgue de encima de una vez por todas. Así que oye, lo que haya que hacer, la vida es dura.

Aúuuun así, me voy a conceder un último caprichito y ya no daré más la chapa con esto, de verdad de verdad de la buena. Palabra de exploradora. Pero ahora necesito escribir lo que sé que nunca pasará para quedarme tranquila. Tres escenas en plan peli americana pero con GimnasioMan y yo de protas. ¿Os imagináis? Menudas dos patas pa' un banco, con lo poquísimo fotogénicos que somos los dos (una de las cosas que tenemos en común). Pero bueno, o lo escribo o reviento. Vamos allá.

Toma 1. Aaaación

Una terraza cualquiera de Speedytown. Tarde-noche. Un grupo de maromos grandes como mayos toma cañas entre sonoras carcajadas.

-¿Speedy?
-Anda, GimnasioMan, no te había visto, cuando ando por la calle siempre voy medio alelada pensando en mis cosas. ¿Qué tal?
-Pues bien, aquí de cañas con unos colegas. ¿Y tú?
-Pues de camino a casa ya, vuelvo de la comunión de una de los SpeedySobris.
-¡Ah!, por eso vas tan guapa, justo te lo iba a decir ahora.
-Bueno, muchas gracias, pero vamos, igual te sorprende porque tú estás acostumbrado a verme con las cutre mallas y cutre moño del gimnasio y claro, se nota la diferencia.
Qué exagerada! Oye, pues si te ibas ya para casa y no tienes nada que hacer ahora, te podías quedar a tomar una caña con nosotros.
-Estooo, puessss, vale, pero estáis tantos que me imponéis un poco.
-Tú tranqui, que somos todos de fiar, jajaja. Te presento. Chicos, esta es Speedy, la mejor del gimnasio.
-Os dice eso de todas las compañeras del gimnasio que os presenta, ¿a que sí?
-(Todos, a coro) ¡Qué va!
-Espero que no seáis actores de profesión, no os iban a dar el Oscar, jajaja

Jajajiji. Bromas, buen ambiente. Una hora después...

-Yo voy a ir levantando el campamento
-Y yo.
-Y yo.
-Yo no tengo nada en la nevera, no me queda otra que cenar fuera. Speedy, quédate conmigo, anda...
-Venga, ¿vamos al sitio ese que comentamos el otro día?

Cena. Más jajajiji. Buen menú. Buena conversación.

-Gracias por acompañarme a la parada de bus, me cojo el siguiente que mañana madrugo.
-Espera, que se me ha olvidado decirte una cosa.
-¿El qué?

BESAZO BE-SA-ZO
(Cara de estupefacción. Cara de felicidad. Cara de cachondeo)

-¿Me lo puedes repetir, que no te he entendido bien?

Más besos

Coooorten



Toma 2. Aaaación

Un día cualquiera, en el gimnasio más concurrido de Speedytown. GimnasioMan se pone todo digno en plan chufla para decir una chorrada como un castillo.

-Queridos compañeros, nos hallamos ante una conjunción planetaria porque llevo dos años viniendo a este gimnasio y hoy, por primera vez, han coincidido en la misma clase la usuaria Sol y la usuaria Luna. Señores, hoy en este aula, tenemos un eclipse.

Leves sonrisas de todos tras una tontada de semejantes dimensiones. Yo me quedo mirándole fijamente mientras pienso que cosas como esta son la prueba irrefutable de que GimnasioMan es el hombre de mi vida. Porque esa muestra de ingenio (es una lerdez, pero se te tiene que ocurrir), gracia, poesía de andar por casa y MEMEZ MÁXIMA es taaaan yo, sería algo taaaaaan propio de este blog, por ejemplo, que no me lo puedo ni creer. Somos tal para cual.

-Acércate que te quiero decir una cosa. Agáchate, que no me vas a oír.

Le cojo la cara con las manos, le miro fijamente a los ojos dos segundos y le digo toda seria:

-Estás fatal. Loco de remate. Me encantas.

Le planto un sonoro beso en la mejilla, doy media vuelta y empiezo a andar de camino a la puerta. Al momento oigo a mi espalda.

EHHH! ¿Qué pasa? ¿Yo no tengo turno de réplica?

Vuelvo sobre mis pasos cabizbaja, muerta de vergüenza por el arrebato que acabo de tener y sin saber muy bien lo que me espera.

-¿Yo loco? Le dijo la sartén al cazo: "Aléjate, que me tiznas".

Y él también me planta un beso a mi, pero esta vez no en la mejilla.

Cooooorten.


Toma 3 Aaaaaacción

Un día cualquiera, en el gimnasio más concurrido de Speedytown. Una Speedy despeinada, rojísima y recién duchada después de una paliza de bici, ha convertido la entrada de las instalaciones, donde la gente firma los papeles para apuntarse, en su despacho provisional. Café, boli, teléfono, ordenador... Pasa por allí GimnasioMan.

-Jajaja, menudo chiringuito más bueno te has montado aquí. ¿Qué haces?
-Escribo

Asomando la cabeza para mirar la pantalla.

-¿Qué escribes?
-Tontadas, sobre mi curro, las cosas que hago, lo que pienso...
-¿Las cosas que haces? ¿Como venir al gimnasio?
-Sí.
-¿Sale este gimnasio en lo que escribes?
-¡Claro! Si me pego media vida aquí metida, como para no salir. Salís todos. MonitoraMaja, JefecilloMajo, Compañera1, Compañera2, tú...
-¿Yo? ¿Lo puedo leer?

Cerrando de golpe la tapa del ordenador.

-Prefiero que me arranquen las uñas de los dedos.
-¿Por?
-Porque lo vas a ver fuera de contexto y lo vas a entender mal.
-Anda, por favor, déjame leer algo...
-Bueno, a ver... Este perfil tuyo es inocuo... lee esto.

Lo lee. Va cambiándole la cara de color a medida que lo lee, de hecho.

-Flipo, está genial, pero ¿cómo sabes todo esto de mi?
-Por el milagro de la comunicación: Tú dices palabras y yo las escucho y las entiendo.
-¿Todo esto he dicho yo? Joer, pues no callo ni debajo del agua.
-Ya lo puedes decir, ya.
-De todas formas, me parece fatal, ¿por qué yo no sé ni la mitad sobre ti?
-Porque no prestarás la atención suficiente.
-Sí que estoy atento, lo que pasa es que tú parece que hablas mucho pero el contenido personal lo dosificas a tope.
-Soy más cerrada que tú, sí. Diría que el 99% de la humanidad es más cerrada que tú.
-Y yo diría que el 99% de la humanidad no me respondería a algunas cosas con un "no contestaré si no es en presencia de mi abogado" como hace una que yo me sé.
-Touchée
-Vale, entonces estamos de acuerdo en que esta desigualdad hay que atajarla sin la menor dilación, ¿no? Y como una batería de preguntas así a bocajarro iba a ser un poco fuerte, propongo hacerla con comida de por medio y en un restaurante chulo. ¿Cómo lo ves?
-No tengo opción de negarme, ¿verdad?
-En realidad no, pero siempre queda mejor preguntar. Y hazme el favor de no traerte a tu abogado, que yo me autonombro tu asistente legal para que puedas contestar a todo.

A partir de ahí, sushi, buena conversación, risas... y ya sabéis como acaban todas las películas que me monto con GimnasioMan, ¿no? Con besos. Muchos besos.

Coooorten.