Sin duda la peor secuela que me ha dejado el Jamacuco Supremo (JS) es el miedo, el terror a que vuelva a darme otro chungo y que esta segunda vez no haya tanta suerte y la cosa no acabe con bien. Mi mente racional mantiene este temor más o menos bajo control durante el día, pero por la noche, cuando los monstruos abandonan el armario y el hombre del saco sale de debajo de la cama, mi subconsciente cuela en mis pesadillas los peores de estos canguelos. Más a menudo de lo que me gustaría me despierto de madrugada con el corazón a mil. Unas veces recuerdo lo que estaba soñando y otras no, pero en cualquiera de los dos casos volver a dormirme se convierte en misión casi imposible. Y entonces recurro a ti. A como me haces sentir sin proponértelo y, casi con toda seguridad, sin darte cuenta.
Porque tú eres así. Pensándolo fríamente, no creo que a mi me trates mejor que a los demás. Es lo que me gustaría para hacerme ilusiones, pero no hay datos objetivos que avalen esa teoría. Es tu forma de ser y te comportarás así con todo el que te caiga minimamente bien, supongo. Pero por lo que sea, a mi me hace más efecto y con eso me conformo.
-Me conformo con sentir que te preocupas por mi, que te importa lo que me ocurre y como lo llevo. Que me has preguntado más que nadie sobre el JS, que has seguido paso a paso mi recuperación. Que me has escuchado cuando estaba angustiada y has intentado restarle importancia cuando empezaba a obsesionarme.
-Me conformo con sentir que te fijas en mi, que recuerdas perfectamente cuando estoy y cuando falto, donde me siento y de qué color es mi llavero.
-Me conformo con pensar que te conozco hace ná y menos y a pesar de ello ya tenemos una historia propia, cosas que son sólo nuestras y que siempre me sorprendo de que recuerdes tan claramente como las recuerdo yo.
-Me conformo con sentir que conectamos, que tú eres día y yo noche, tú el yin y yo el yang y sin embargo a veces nos reímos de las mismas cosas, o se nos ocurren tontadas sospechosamente parecidas o reaccionamos casi igual. Que somos diferentes a más no poder y aún así encajamos. Que tenemos un "algo", que no sé lo que es y desde luego no lo sé explicar, pero lo noto. Y a veces creo que a tu manera tú también.
Eres mi lugar feliz, el escudo que uso en la noche cuando las sombras quieren atraparme. Tú no lo pretendes, no tienes ni idea y seguramente tiene que ver más conmigo y el momento que estoy viviendo que contigo, pero es así. Ahora mismo, eres mi lugar feliz.
Es una pena que nunca llegues a saberlo.
Qué bonito.
ResponderEliminarEs meterme donde no me llaman, pero yo espero que sí llegue a saberlo alguna vez.
HombreRevenido, gracias por los ánimos, pero no sé yo...
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