sábado, 31 de diciembre de 2022

Que pase el siguiente

Bueno, pues aquí estoy, en plan Indiana Jones colándose por el suelo antes de que la puerta se cierre y agarrando el sombrero en el último segundo, pero aquí estoy, en la entrada número 100 de 2022. Fiuuuu, por poco.

Y ahora tendría que hacer balance del año que se va, pero no tengo muchas ganas. Hasta que empezó la avalancha de hace pocos días, no tenía mala sensación. Los primeros seis meses habían sido tan rematadamente malos que cuando el último semestre remontó un poco, el agradecimiento por la paz difuminó bastante el sufrimiento anterior. Después, la última quincena se ha puesto farruca de nuevo volviéndome muy consciente de que 2022 ha sido, de media, meh: malísimo, un poco menos malo, regulero, calma chicha y muy malo otra vez. ¿Podría haber sido peor? Sí, claro, siempre puede ser peor y no quiero decirlo muy alto por si el nuevo se lo toma como un reto, así que lo dejaré en meh. Así no herimos sensibilidades.

¿Y qué voy a contar en la última entrada del año si no hago balance de mi vida? Pues balance de mis lecturas, que es como la versión beta de mi yo en 3D. Por no dar mucho la turra y hacerlo rapidito, sensaciones:

-Me da la impresión de haber leído más que nunca. Y es eso, sólo una sensación, porque es la primera vez que contabilizo el número de libros que termino (58), así que no puedo comparar objetivamente. Aún así, me parece haber leído bastante. Será porque he escuchado mucho audiolibro, que siempre cunde más y porque a menudo he sido lecto-yonki, esa especie de zombie devora-páginas que no puede parar, incluso aunque al día siguiente le toque ir de empalmada al curro. No todas han sido grandes lecturas, pero la mayoría me han enganchado un montón y eso, al menos, hay que reconocérselo.

-Me siento incapaz de hacer un ranking de mejores y peores con estas prisas, porque sería muy injusto, Igual en otra entrada con más calma lo intento, aunque tampoco lo aseguro. Me parece poco exacto comparar unos con otros, dado que la sensación que te dejan depende de miles de cosas ajenas a la obra: el momento en el que te haya pillado, si el género va mucho contigo o no tanto, si todo era nuevo o te habías comido spoilers... yo que sé. Aún así lo que destaco es la variedad: he leído no ficción, mucha novela y me he atrevido incluso un poco con la fantasía, que no va mucho conmigo. Así que bien.

-El ritmo de lectura se ha ido incrementando y parece que consolida la tendencia. Esto me parece guay pero empiezo a vislumbrar eso que le había oído alguna vez a otros blogueros y que me parecía una locura. Esos blogueros se ponían como propósito "leer menos" porque esa actividad les colapsaba tanto que no les dejaba tiempo para hacer nada más. Me empiezo a acercar peligrosamente a ese nivel, no porque lea tanto, sino porque eso desplaza otras tareas que tendría que hacer. Por ejemplo, leo en vez de escribir. Me cuesta menos esfuerzo, sufro menos y no puede ser porque así no terminaré nunca lo que he empezado.

En fin, chavalada, que me tengo que vestir para la cena. Que paséis buena noche, que no os atragantéis con las uvas y que nos leemos en 2023.


¡¡FELIZ AÑO!!

jueves, 29 de diciembre de 2022

Avalanchaaaa

 

Las desgracias nunca vienen solas. A perro flaco todo son pulgas. Cuando llueve, diluvia. El refranero es sabio y ya dice que todo se junta. Porque es así y en mi vida más. Y por desgracia la cosa va in crescendo.

El 2022 ya marcó tendencia mandándome un ciclón de imprevistos familiares que iban sumándose unos a otros hasta colapsar mi capacidad de reacción. Y mira que yo soy buena solucionadora, pero aquello era una tempestad de contrariedades, un tornado de desventuras, una DANA de infortunios que no había quien aguantara de pie. Me bombardeaban con mierdas por todas partes a velocidad creciente, tipo el Tetris en la última pantalla cuando las piezas se amontonan desordenadas, el espacio se reduce, la música se vuelve chillona, todo se precipita hacia el abismo y tú crees morir de la ansiedad. Pues parecido.

No contento con empezar así, este año ha decidido ponerse poético, adoptar una estructura circular, acabar como empezó y pasarle el testigo por todo lo alto a su alumno aventajado 2023, así que aquí estoy, aguantando lo mejor que puedo otra cascada de mierdas varias. Esta vez con la diversión añadida de estar fuera de SpeedyTown, lo que reduce notablemente mi capacidad organizativa. Sólo os daré un dato: estoy tentada de lavarme el pelo en los baños del McDonald's porque hace días que no me puedo dar una ducha en condiciones. Tan triste como os lo cuento.

Y ante este nuevo tifón de problemas que me golpean en la cara como la ventisca en el Polo Norte sólo oigo en mi cabeza ese temazo de los Héroes: Avalaaaachaaaa

martes, 27 de diciembre de 2022

Misión bloguera findeañista

Al loro, AL LORO! que iba sobradísima para alcanzar las 100 entradas publicadas en el año, me he despistado en la recta final y voy a llegar ya sobre la bocina. Si es que llego. Tiene la cosa bemoles. Me pondría verde a mi misma, pero lo cierto es que yo estoy teniendo poco que ver con este desfase. Casi nada.

El tema es que la vida ha decidido acabar 2022 como lo empezó, atropellándome locamente. No voy a entrar en detalles porque paso de abrasar al personal con mis movidas turbias que además no tienen ni p*ta gracia, pero vaya, que final de diciembre está siendo movidito. Movidito nivel "mándame las medicinas del chungo por Seur" y "voy a tener que ponerme las bragas del revés porque no me queda ropa interior limpia y con este frío ir en plan comando ni lo contemplo". Ese nivel.

El drama se ve intensificado por lo que yo llamo el "desplazamiento forzoso de tareas". A pesar de mi legendaria capacidad DESorganizativa, había conseguido guardarme unos días de vacaciones para hacer MIS cosas, asuntos que mi horroroso horario laboral no me deja margen para hacer. Y claro, vi ahí una acumulación de horas libres poco frecuente, me hicieron los ojos chiribitas y me pensé que aquello era un pozo sin fondo y que podía dejar prácticamente todo para final de año. ¡¡PIII!! ¡ERROR! Luego la vida decide unilateralmente cambiar los planes y que tengas que dedicar tu tiempo a otras actividades y se queda prácticamente todo por hacer.

Así pues, entre otras muchas cosas, voy a empezar 2023 con unas raíces en el pelo que me llegan hasta los talones, un agujero en la puerta de mi cocina, muchas más comisiones bancarias de las que me merezco para lo pobre de solemnidad que soy y con botas de nieve como único calzado de invierno viable. Pero aquí en el blog tengo que llegar a las 100 entradas como sea. ¡COMO SEA! Porque algo tengo que conseguir acabar este diciembre o me tiro por el balcón. Me entendéis, ¿no?

A lo mejor no me entendéis y lo que pasa es que soy una exagerada, que tampoco lo descarto. Pero bueno, que no se diga que no he avisado. Soy una blogera con una misión y eso explica las siguientes entradas. 

¡¡JERONIMOOOO!!!

sábado, 17 de diciembre de 2022

De excursión musical por los 80

No os voy a mentir, lo cierto es que ahora no veo series, ni Netflix, ni Movistar, ni leches. Así que quizá no sea la persona más adecuada para decir esto, pero ¿verdad que las de ahora no tienen sintonías tan increíbles como las de los años 70 y 80? Que no es nostalgia de boomer en plan "cualquier tiempo pasado fue mejor", ni siquiera el recuerdo borroso de cuanto me gustaron esas historias de pequeña. Es que objetivamente algunas de esas intros eran temazos. Y lo sé porque el otro día hice una excursión por el Youtube del pasado para refrescar la memoria.

Y mira que algunos de los éxitos recientes tienen bandas sonoras que me gustan. La de Juego de Tronos es flipante, por ejemplo. Pero es que lo de antes era otro nivel. También porque eran otro rollo y no se puede comparar del todo, pero aún así... ¿Consigue alguna la sensación de emoción y a la vez no tomarse demasiado en serio a sí misma que transmitía la música de El equipo A? ¿O la mezcla de justiciero y chulo de playa que ya se percibía desde la primera nota de El Coche Fantástico? ¿O la seguridad absoluta de que no hay nada más molón que ser abogado que te daba la canción de La Ley de los Ángeles?

Y en el tono de esta última, ¿qué intro de ahora muestra tanto la codicia, el poder y las jugarretas de los ricos malos como Falcon Crest o Dinastia? ¿O peor aún, Dallas? ¿O cuál sugiere tan bien la idea de meterte en mundos turbios como la de Corrupción en Miami?

Y no me hagáis hablar de la sintonía de MacGyver con la que podías soñar que todo, ABSOLUTAMENTE TODO, era posible. Ainnnssss....

Os iba a poner enlaces, pero he pensado que mejor os pongo este juego para ver de cuantas de estas intros os acordáis sin necesidad de consultar a San Google. 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

#Wordtober2022 : retazos II

Aún tengo alguna cosilla del #Wordtober 2022 que me apetece dejar por aquí. Como el día que pedían que fuera la muerte la protagonista del relato. Yo  creo que si la muerte tuviera que hablarnos... nos diría algo como esto.


Palmarla. Diñarla. Espicharla. Amocharla. Cascar el peine. Estirar la pata. Irse al otro barrio. Subirse a un árbol. Liar el petate. Torcer la cabeza. Cerrar cesión. Pasar a mejor vida. Perecer. Fenecer. Expirar. Fallecer.

MORIR.

Llamadlo como queráis. LLAMADME como queráis. La parca. La huesuda. La sonrisas. La calavera. La de la guadaña.

Soy yo. Y soy inevitable. 

Formo parte de la vida. No hay luz sin oscuridad, no hay principio sin fin. Nada tendría sentido sin mi.

No queréis pensarme, os empeñáis en huir, en alejaros y sin embargo, mancháis con mi sombra vuestros días: cuando perdéis el tiempo, cuando dejáis al miedo ganar la batalla, cuando permitís que escojan por vosotros, cuando no os hacéis respetar, cuando os tratáis mal, cuando arrinconáis vuestro verdadero yo.

No soy ni buena ni mala, simplemente soy. TENGO que ser. Cuando se vive bien, una vida es suficiente. Recordadme cada día y viviréis mejor.  

martes, 6 de diciembre de 2022

Caminitos de porquería

No sé cómo ser tan relajada como Sasha. No sé cómo no dejar que la mierda se me meta debajo de la piel. Cómo apagar la parte de mi cerebro que está arañando las paredes.

(The Dare, Elle Kennedy)


Tengo unas zapatillas de casa con alma de aspiradora. O mopa atrapa polvo, no lo tengo claro. El caso es que se dedican a almacenar en sus suelas toda la porquería posible que es, aunque parezca mentira, muchíiiisima porquería. Pero mu-chi-si-ma. Tanta, en realidad, que se mete en las rugosidades del material y forma una película cada vez más y más gruesa que se acopla a la suela real a modo de plataforma. Hay momentos que me veo en el espejo y me da la sensación de que he crecido cinco centímetros. Sin exagerar.

Además de este cambio de estatura repentino, la señal de que la acumulación de suciedad está llegando a niveles insostenibles son los caminitos de porquería. Las zapatillas no tienen más capacidad de almacenaje y van soltando parte de su carga mierdosa por donde piso, lo que deja un rastro de huellas que haría las delicias de cualquier detective con lupa metido en la resolución de un misterio al más puro estilo Sherlock Holmes.

Lo más preocupante del tema no es la ingente cantidad de inmundicia que las zapatillas atesoran, sino la gigantesca cabezonería con la que la retienen. Tú las vas a sacudir pensando que será fácil, que les haces un favor, que será un alivio liberarlas de toda esa guarrería sobrevenida y ellas no la sueltan ni a tiros. Ya puedes sacudirlas, rascar, tirar de los hilachos de porquería agarrados entre sí y a las suelas como las plaquetas de Érase una vez la vida, que la suciedad persiste.

Y tú piensas: ¿dónde habrán aprendido unas zapatillas de casa semejante comportamiento molesto y dañino, a absorber  toda la mierda hasta que se hace imposible de gestionar y rebosa por todas partes? ¿Habrán estado hablando con mi cerebro?

Será eso.