miércoles, 30 de junio de 2021

Antibodas

No creo que me case. Nunca digas nunca porque en el momento menos esperado siempre puede producirse el plot twist del siglo, pero vamos, no tiene ninguna pinta. Y aún asumiendo la hipótesis de que en realidad soy la prota involuntaria de una peli romántica y pasado mañana voy a tropezarme con el amor de mi vida preferiría no pasar por el altar si puedo evitarlo. Es decir, no tengo nada en contra de la institución del matrimonio como tal, firmar los papeles, formalizarlo... eso lo veo útil en algunos casos y para diversas situaciones. Incluso me parece hasta bonito tener la esperanza de que vas a pasar con la misma persona toda la vida. Lo que no soporto son las bodas, como fiesta, como celebración. Qué horror. 

Respetos al máximo a los que os encantan, a los que creéis que es el día más feliz de vuestra vida y toda esa mandanga. En el fondo de los fondos entiendo vuestro argumento: estáis contentos y queréis compartirlo con vuestra familia y amigos y eso... pues bueno, es comprensible y dulce. Pero dejando las pasiones a un lado tenéis que reconocerme que las bodas se han salido de madre y que ahora mismo son bastante horror. Por lo menos para mi.

Me pasa un poco como con el fútbol, que se ha montado un negocio de tales dimensiones a su alrededor que le ha despojado completamente de su esencia, de su valor, de su verdadero significado y lo ha reducido al absurdo. Todo está tan desbordadamente magnificado que se ha vuelto surrealista y aceptamos cosas que no asumiríamos en ningún otro contexto. Unos zapatos blancos valen 30 euros a no ser que sean de novia, que entonces el mismo par pasa a costar 300 lereles. Por arte de magia. Qué ridiculez.

Cada vez hay más y más y más añadidos a lo básico que pasan a parecer obligatorios. Ceremonia. Ceremonia y banquete. Ceremonia, banquete y barra libre. Ceremonia, banquete, barra libre y orquesta. Ceremonia, banquete, barra libre, orquesta y lista de las canciones que van a sonar en cada momento exacto. Ceremonia, banquete, barra libre, orquesta, lista de las canciones que van a sonar en cada momento exacto y recuerdos para los invitados. Alpargatas para los que les molesten los zapatos en el baile. Fotos para las mesas. Autobús de la iglesia al restaurante. Candy bar. Recena. En tiempos pandémicos test de antígenos y mascarillas a juego con los vestidos. No sigo que ya veis por donde voy, ¿no?

Todo adquiere unas dimensiones tan inabarcablemente enormes, tan monstruosas, que algo inicialmente bueno pasa a ser malo. Los infinitérrimos preparativos desbordan los nervios de los novios, que tienen las peores discusiones de su vida, entre ellos y con sus padres. Conflictos a todas horas. Estrés. Del vergonzoso dineral tirado a la basura ni hablamos. Pufff, qué horror. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. 

Así que si al final resulta que estoy metida en una comedia romántica y pasado mañana encuentro al amor de mi vida y os digo que me caso, aseguraos de que es en plan discretito en el juzgado. Porque si monto un fiestón al estilo de la boda de Farruquito igual la peli no es de amor sino de extraterrestres y lo que ha ocurrido realmente es que los marcianos me han abducido para hacer experimentos con mi cerebro. Que en fin, también los pobres marcianos, sorpresitas se iban a llevar...

domingo, 27 de junio de 2021

Imposibilidades literarias

"La expresión de Garrett es como La rueda de la fortuna en pleno giro; pasa de estado de shock a incredulidad y después a perplejidad; sigue avanzando a intriga antes de, finalmente, quedarse parada en sospecha".

(The Deal)

Lo comentábamos el otro día. En las pelis pasan todo el rato cosas que no ocurren en la vida real: aparcan siempre en la puerta, les cogen el móvil a la primera, se levantan perfectamente peinadas y maquilladas... Esos imposibles cotidianos. En los libros también se da este fenómeno de imposibilidad, pero de otra manera, centrado en el plano corto, cortísimo. En el interior más que en el exterior. A ver si consigo explicarlo. 

En las novelas el narrador tiene que contarle al lector lo que ocurre con suficiente detalle para que no sólo se entere bien de la movida sino que se meta en la historia. Eso es mucho, mucho detalle, claro. Si es un narrador omnisciente, lo sabe todo (pasado, futuro, pensamientos, sentimientos) y vale que vale, ahí nos tendremos que tragar lo que nos diga, qué remedio. Pero muchas veces es el protagonista el que relata en primera persona. Y entonces, ¿qué?

Porque eso es guay para entrar en la mente del personaje, para oírle pensar, que es la forma más creíble de conocerle. Ningún narrador omnisciente me va a convencer de que el prota es duro consigo mismo, sin embargo leer las cabronadas con las que su troll porculero particular le bombardea a todas horas no me va a dejar lugar a dudas.

Peeero, hay otras cosas que en primera persona no son tan verosímiles. A mi me chirría, sobre todo, descripciones como la de la cita de arriba, el detalle con el que se reconocen las expresiones, las miradas de otros personajes. Eso NO ocurre en la vida real, no me fastidiéis. En el día a día diferenciamos enfadado de alegre, nervioso de tranquilo y aterrorizado de sereno. Poco más. 

Con mascarilla o sin ella, es difícil percibir qué sentimiento hay detrás de una mirada. Vamos un poco a bulto, a lo gordo y después ya con las palabras decidimos si está rabioso o inseguro o suspicaz o harto. Y a menudo ni por esas, porque si me dieran un euro por cada vez que alguien se ha tomado en serio cualquier comentario (para mi) evidentemente irónico ahora mismo estaría en el Caribe bebiendo cocolocos y disfrutando de mi feliz vida de millonaria. Si muchos no reconocen una broma como para distinguir entre perplejidad, incredulidad e intriga, ¿no?

Lo pienso mucho cuando en mi día a día aparece una persona de esas que se quedan mirando, fijamente, sin hablar. Que les preguntas, "¿qué  pasa?" y te contestan "nada", porque ellos son así, de quedarse mirando, sin una razón aparente. Que tú les ves que están serios. No te parecen enfadados, pero tampoco se ríen y tu decodificador de expresiones ya no tiene más alcance, se queda bloqueado allí, sin dar más datos. Y piensas: "Ahora me vendría genial un narrador omnisciente que especificara. La observó con tristeza, con aburrimiento, con impaciencia... con lo que sea".

¿Dónde están los narradores sabihondos cuando se les necesita?

miércoles, 23 de junio de 2021

Errores apelotonados

"No estoy segura de cómo tuve la suerte de conocer a Conor. Como si todas las veces que el mundo se cagó en mis zapatos estaban llevándome a este gran regalo de lo siento. A veces tomamos todas las decisiones equivocadas, terminamos en todos los lugares equivocados, y aun así encontramos exactamente el lugar donde se supone que debemos estar. Conor es mi accidente feliz. Mi lugar equivocado, mi momento equivocado, el chico exacto."
(The Dare, Elle Kennedy)


Hasta un reloj parado marca la hora correcta dos veces al día y hasta en libros maluchos puedes encontrar a veces cosas que te resuenan. No voy a comentar nada de este porque, bueno, no creo que le den el Nobel, pero tiene algún diálogo ingenioso y algún esbozo de idea que me ha gustado. La de arriba, por ejemplo.

Porque estaría guay, ¿no? Que como en las matemáticas dos signos negativos se eliminan entre sí y queda un positivo, en la vida muchas equivocaciones apelotonadas formaran un acierto. 

Ojalá.

Ahora mismo veo mi vida como un enoooorme error. Unas veces la cagué yo. Otras veces el destino fue un cabronazo. Otras me faltó capacidad de reacción. Otras simplemente no tenía suficientes datos para atinar.

No sé. Da un poco lo mismo, supongo. Para el caso, patatas. 

Todo mal. 

Por eso me gusta pensar que estoy en medio de un proceso, de una receta a medio hacer, de un día de limpieza general de habitación. Ahora mismo están todos los zapatos por el suelo, toda la ropa encima de la cama, toda la mesa llena de pilas gigantes de papeles amontonados. Hay cáscara de huevo en la encimera de la cocina, miles de cacharros sucios en el fregadero, la campaña extractora haciendo un ruido infernal y el horno sin precalentar aún. Todo es un galimatías y un desastre. POR AHORA. Pero cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución. Quiero pensar que el proceso avanzará, cada cosa encontrará su sitio en los cajones y armarios y el bizcocho terminará bien presentado en una fuente con un olor y una pinta increíble.

Y todos los errores de mi vida me llevarán a un acierto final. 

Ojalá. Sería un puntazo.

domingo, 20 de junio de 2021

Creatividad, miedo y Elizabeth Gilbert

 

Bueno, amics, pues con otros ocho siglos de retraso (como siempre) por fin me he leído Libera tu Magia, de Elizabeth Gilbert. Me ha molado bastante, la verdad. Con lo que doy la turra por aquí con el temita, ya sospecharéis que a mi me gusta hablar de escribir, del proceso creativo, de como nos sentimos los que "hacemos cosas" (pintar, actuar, componer...a cualquier nivel, además, da igual ser un superventas o un pringao) cuando las hacemos. No hay mucha ocasión de hablar de esto en el día a día y Elizabeth dedica todo un libro a comentarlo, con agilidad, con gracia y con cierta chispa, además. Así que sí, claro, me ha gustado. Dice muchas cosas interesantes pero voy a quedarme con dos. 

-Su definición de inspiración. Yo intenté compararlo en esta entrada con saber donde suena la música y ella lo ve más como una cinta transportadora, pero en el fondo queremos decir un poco lo mismo.

"A veces, cuando estoy en pleno proceso de escritura, me siento como si caminara de pronto por uno de esos pasillos móviles que hay en las terminales de los grandes aeropuertos; tengo un largo camino por delante hasta la puerta de embarque y me pesa el equipaje, pero me siento suavemente impulsada por una fuerza exterior. Algo tira de mí, algo potente y generoso, algo que desde luego no soy yo."

-Y con lo culocagao que soy, desde luego, también me ha resonado como le habla del miedo. Como debería hacerlo yo. Tal que así


"Estimado Miedo:

Creatividad y yo estamos a punto de emprender un viaje juntas. Entiendo que nos vas a acompañar, porque siempre lo haces. Reconozco que crees que tienes una misión importante en mi vida y que te tomas tu trabajo en serio. Al parecer, tu trabajo consiste en provocarme el mayor pánico posible cada vez que me dispongo a hacer algo interesante y, permíteme que te lo diga, lo haces de maravilla. Pero en este viaje yo también tengo la intención de hacer mi trabajo, que es emplearme a fondo y no perder de vista mi objetivo. También Creatividad hará el suyo, que es seguir siendo estimulante e inspiradora. En el coche hay sitio de sobra para los tres, así que adelante, ponte cómodo, pero que te quede clara una cosa: Creatividad y yo somos las únicas que tomarán decisiones. Admito y respeto que eres parte de esta familia, así que no te excluiré de ninguna actividad, pero, aun así, tus sugerencias nunca serán escuchadas. Tienes sitio, tienes voz, pero no tienes voto. No puedes tocar los mapas de carreteras; no se te permite sugerir desvíos en el itinerario; no se te permite subir o bajar la calefacción. Tío, ni siquiera puedes tocar la radio. Pero sobre todo, mi viejo y querido amigo, tienes absolutamente prohibido conducir."

miércoles, 16 de junio de 2021

Leer a lo loco

Ya os lo he contado, ¿no? Estoy intentando salir de mi zona de confort literaria y escribir cosas distintas a las que he escrito toda la vida y me está costando un cojón y medio. Muchísimo. Un montonazo. Que sufrimiento, de verdad.

Total, que para intentar mejorar, ahora intento leer en "modo escritora" en lugar de "modo lectora" para ver si me entero de qué leches hacen otros para escribir taaaannnn bien y que parezca taaaaan fácil. Aquí entre nosotros, qué cabritos algunos autores, de verdad, qué sencillez, qué agilidad, qué fluidez, qué credibilidad, qué chispa. Qué envidia, colegas.

El caso es que leer en "modo escritora" se me complica muchísimo porque mi lectora interior es ávida e impaciente, quiere saber YA como sigue la trama y el resto le da igual. Como cuando te metes tanto en un peli que no te enteras ni de la banda sonora, ni de la iluminación, ni del vestuario, ni de la fotografía. Luego le dan el Oscar en alguna de esas categorías, te fijas y te das cuenta de que todo eso era increíble. Y que seguramente gracias a que todo esa era tan genial no te has salido en ningún momento de la historia y has podido implicarte tantísimo en la peli, que al final es de lo que se trata.

A mi me ocurre con los libros, paso las páginas a lo loco porque quiero saber el desenlace y no me fijo en como se construye todo. Como he sabido desde el capítulo dos que el prota era taaan buen niño. Como he intuido que ella estaba enamorada mucho antes de que lo pensara y mucho menos de que lo admitiera en voz alta. Por qué ese personaje me cae tan horriblemente mal.

Sólo una vez saciada mi curiosidad soy capaz de releer con calma y reparar en los detalles. Y casi siempre me sorprendo en plan: "¿Esto ya había pasado en la página 50?", ¡Ohhh, qué gesto más monooo", "Ah, ahora entiendo ese silencio tan largo. No lo había pillado". Al releer me doy cuenta de que no me había enterado de la misa la mitad.

Ahora que estoy sudando tinta china para escribir ciertas cosas y que sé lo que cuesta, me imagino a los autores pensando al verme leer a lo loco: "Pero, tronca, ¿te quieres fijar más? No me he dejado la puta vida dándole a la tecla para que tú te lo tragues sin masticar. Saborea, colega"

Y tienen razón.

domingo, 13 de junio de 2021

Truños literarios flipantes

Últimamente estoy leyendo mucho. Bueno, igual eso es exagerar, estoy subiendo mi media de los últimos años, que era bastante pobre, para qué nos vamos a engañar. El caso es que por razones cero interesantes que no sé como resumir aquí, no estoy pudiendo "elegir" mis lecturas sino escoger entre lo que hay un poco a ciegas, por como me suena el título y poco más. ¿Sabéis cuando vas a la casa de veraneo, no tienes nada para leer en la playa, miras en las estanterías, todo es bastante horror (porque, bueno, por algo lo desterraste a la casa de veraneo, ¿no?) y aún así te llevas el de la portada menos hortera porque mejor eso que estar todo el día en la tumbona sin nada que leer? Pues un poco eso.  ¿Y en qué se traduce esta circunstancia? En que me estoy encontrando unos truños de padre y muy señor mío, claro.

Me sorprende porque estoy acostumbrada a que eso me pase con las pelis pero no con los libros. Es decir, estoy hablando del nivel de zurullez de las pelis alemanas de sobremesa, los telefilmes de suspense de Antena3 o las historias navideñas de serie B. Lo que, desde luego, es mucha pero que MUCHA zurullez. Que cuando las veo, pienso: "No sólo alguien ha escrito esta basura de argumento y de diálogos, sino que ha tenido el cuajo de llevarlo a un productor para que ponga la pasta para rodar semejante mierda. ¡Y lo han rodado!" Increíble.  Y luego dicen que los milagros no existen.

Bueno, pues estos milagros truñescos también se dan en los libros, al parecer. Yo no los había encontrado porque, como leía poco, me limitaba a recomendaciones o a títulos que, por lo que sea, habían despertado mi interés previamente. Que luego pueden gustarte o no, ojo. Puedes ODIAR una novela o una historia y admitir que está bien escrita. O incluso puede no gustarte el estilo (porque a ti no te va o no le has cogido el ritmo o no has empatizado con los protagonistas o lo que sea) pero en el fondo notar cierta habilidad literaria, cierta destreza narrativa. Como decir: "A mi el gazpacho no me convence pero es una receta sana y fresquita para el verano y eso se lo tengo que reconocer".

Nunca me había pasado de encontrarme un libro que no hay por donde cogerlo. En el que los personajes no sólo te caen mal y son horribles sino que están tan mal construidos que parecen de cartón piedra. Con un argumento trilladísimo llenos de clichés innecesarios y un ritmo espantoso. No, no, peor, con AUSENCIA total de ritmo, en el que las cosas pasan aleatoriamente, sin ninguna justificación ni coherencia con la historia. Lo que viene siendo un TRUÑO como un castillo, vamos,

Ver mierdas gigantescas en las pelis me sorprende, pero puedo entenderlo más. La peña se las pone de fondo para la siesta, antes de dormir cuando vuelve del curro agotado y sin media neurona operativa. Un poco como la comida basura, a veces necesitas  trapiñarte una pizza con patatas fritas y sumergirte en la paz mental que te regala la sobredosis de hidratos de carbono. Pero un libro hay que LEERLO. Requiere un esfuerzo mayor que una peli. Arrastrarte penosamente en el fango de palabras mal escogidas, diálogos absurdos, personajes abofeteables y escenas de vergüenza ajena. Página, tras página, tras página. Es una tortura.

Y no hablo de historias entretenidas sin mucha profundidad pero adictivas o de las que simplemente están dirigidas a otras edades y perfiles y por eso a ti no te llegan. Hablo de BAZOFIAS monumentales, colosales, desmesuradas. Hablo de auténticas mierdas. Y sin embargo, el libro está publicado, así que algún editor ha tropezado con ese manuscrito y no sólo no ha muerto de una intoxicación tras ingerir semejante porquería sino que ha pensado que a alguien le iba a gustar y ha puesto la pasta para publicarlo. In-cre-i-ble. Yo flipo.

miércoles, 9 de junio de 2021

Mi primera PCR, chispas

Pensaba que me iba a librar, pero no ha podido ser. Llevaba año y medio de suplicio pandémico esquivando al bicho y a algunas de sus implicaciones más incómodas pero ya era demasiado pedir que acabara este infierno coronavírico a cero en el marcador. Así que aquí está, ha llegado el momento. Es la hora de mi primera PCR, chispas.

Y ni siquiera es una PCR premium, de las que se hace por síntomas o por contacto estrecho. Es una PCR aguachiná, preventiva, un daño colateral de estar otra vez de médicos, que nunca trae nada bueno.

Total, que ahí lo llevo, palito por la nariz para vivir la Experiencia COVID completa, en dolby surround,  blue ray, incluyendo escenas eliminadas y entrevista con el director. ¿O que me pensaba, que iba a atravesar la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años a tocha intacta y pie enjuto, como Moises abriendo las aguas del Mar Rojo?

No hija, no, aquí a pringar, como todos. A ver quién me he creído que soy...


domingo, 6 de junio de 2021

¿Y ahora qué?


 Leí esto en Twitter el otro día y pensé: EXACTO. Es eso, justo eso, totalmente eso. Lo han clavado.

¿No os pasa? Porque yo desde hace tiempo, y en especial en este intensísimo año y medio de infierno pandémico, es la sensación que tengo el cien por cien del tiempo. La impresión de estar apagando fuegos a todas horas, de ir de marrón en marrón, de no salir de una para meterte en otra. Como las olas de un mar picadísimo, pero quitándole la parte divertida y el comodín de acercarte a la orilla y salir del agua cuando estás harto o cansado.

Os lo digo de verdad que yo hay ratos que no miro el teléfono porque no consigo reunir fuerzas. Porque me temo que cuando lo coja veré en algún grupo de whatsapp que alguien está en urgencias oootra vez y hay que ir a recogerle o que quien sea se ha caído en el autobús y le han puesto una escayola. Que entraré en Twitter y leeré que se puede esquiar en la Castellana de todo lo que ha nevado o que unos zumbados han asaltado en Capitolio o que una nueva variante triple mutante zombie amenaza con reiniciar este CoronaApocalipsis y mandarnos a la casilla de salida.

Hay ratos que no entro en mi cocina porque noto un nuevo complot de los electrodomésticos en ciernes y prefiero no saberlo. No quiero ver el charquito que ha dejado el enésimo escape de agua de la nevera, ni oír el sospechoso ruido que hace un microondas que ahora ha decido dar vueltas a la comida unas veces sí y otras no, según le apetezca. No quiero comprobar que la vitrocerámica está haciendo su propia versión de Los Inmortales provocando que los fuegos vayan dejando de funcionar progresivamente porque "sólo puede quedar uno" ni averiguar el motivo de que tres de los programas de mi lavadora ya no centrifuguen.

Hay ratos que no quiero abrir el buzón para no ver las facturas, ni mirarme detenidamente al espejo donde cada vez encuentro novedades no deseadas, ni ir de médicos, en los que también me dan siempre alguna buena nueva que preferiría no recibir.

Me entran ganas de ponerme unos cascos con la música a tope y cancelación de ruido y cuando alguien me toque el brazo para que me quite los auriculares y comunicarme algún marrón decirles exactamente lo del tweet:

Por el amor de Dios, ¿qué hostias pasa ahora?

miércoles, 2 de junio de 2021

Son tiempos difíciles para los soñadores

¿No os pasa que estáis convencidos de haber visto una peli, pero vamos, seguros 100%, y al final resulta que no? A lo mejor os han hablado tanto de ella o habéis visto tantas escenas sueltas o tantas referencias o habéis escuchado tantas veces la banda sonora que os parece conocerla, aunque en realidad nunca la hayáis visionado al completo. Bueno, pues a mi me acaba de ocurrir con Amelie.


Le he echado un vistazo porque buscaba una escena que tenía dificultades en recordar y me he dado cuenta que no había visto ninguna. Nin-gu-na. Debía de ser el único ser de la galaxia que no conocía este (ya casi) clásico, que te encanta o te horroriza pero que no deja a casi nadie indiferente. A mi me ha encantado, claro. Y me he puesto a pensar, ¿por qué estaba tan segura de que la había visto? Y he caído. 
 
Speedytown, año 200.. pufff, no sé, 2milAlgo, hace mucho ya. Primera SuperGuarida independiente de una superheroína recién emancipada. Una Speedy enamoradísima por aquel entonces de un noviete bastante majo le invita por PRIMERA VEZ a su piso nuevo. PRIMERA VEZ que sube un chico a su PROPIA casa sin riesgo de interrupciones de algún espontáneo entrando en la habitación "sin querer". PRIMERA VEZ que tiene un noviete al que se puede llamar, al menos, noviete. Total, una ocasión especial, ya lo veis.

Las primeras superGuaridas no son habitualmente mansiones y la mía, desde luego, no lo era. Por no tener, no tenía aún ni ordenador. Ni vídeo. Ni tele. Así que Noviete se trajo su propio portátil y su CD de Amelie para que la viéramos. Y, aunque yo estaba convencida de que sí, al parecer, no la vimos. Por lo que sea. ;P

Así que ahora la peli me gusta por doble motivo: porque me parece original, muy poética, optimista y visualmente muy llamativa y porque desde hoy la tengo asociada a este recuerdo, que me ha hecho sonreír.

Aquí os dejo algunas frases del guion que me han gustado. ¿Vosotros sois de los que os encanta Amelie o de los que la odiáis? ¡Confesad!


-“Son tiempos difíciles para los soñadores.”

-“Cualquier otra chica habría llamado enseguida, habría citado al chico en una terraza para devolverle el álbum y así sabría si valía la pena seguir soñando o no. Eso se llama enfrentarse a la realidad. Pero eso… no es lo que Amelie quiere.”

“Un buen apuntador listo tras los tragaluces, es lo que haría falta para que un tímido tenga la última palabra.”

-"¿Ella está enamorada de él?
– Sí.
– Entonces ha llegado el momento de arriesgarse, de que ella se arriesgue de verdad.
– Eso es lo que piensa, está estudiando una estratagema para…
– Ya entiendo, le gustan las estratagemas.
– Sí.
– En realidad ella es una cobarde, precisamente por eso me cuesta captar su mirada.”

-"Si Amélie prefería vivir en sus sueños y seguir siendo una chica introvertida, estaba en su derecho, ya que malograr su vida es para todo ser humano un derecho inalienable.”

-"Verá, mi pequeña Amelie, usted no tiene los huesos de cristal, podrá soportar los golpes de la vida."