domingo, 6 de junio de 2021

¿Y ahora qué?


 Leí esto en Twitter el otro día y pensé: EXACTO. Es eso, justo eso, totalmente eso. Lo han clavado.

¿No os pasa? Porque yo desde hace tiempo, y en especial en este intensísimo año y medio de infierno pandémico, es la sensación que tengo el cien por cien del tiempo. La impresión de estar apagando fuegos a todas horas, de ir de marrón en marrón, de no salir de una para meterte en otra. Como las olas de un mar picadísimo, pero quitándole la parte divertida y el comodín de acercarte a la orilla y salir del agua cuando estás harto o cansado.

Os lo digo de verdad que yo hay ratos que no miro el teléfono porque no consigo reunir fuerzas. Porque me temo que cuando lo coja veré en algún grupo de whatsapp que alguien está en urgencias oootra vez y hay que ir a recogerle o que quien sea se ha caído en el autobús y le han puesto una escayola. Que entraré en Twitter y leeré que se puede esquiar en la Castellana de todo lo que ha nevado o que unos zumbados han asaltado en Capitolio o que una nueva variante triple mutante zombie amenaza con reiniciar este CoronaApocalipsis y mandarnos a la casilla de salida.

Hay ratos que no entro en mi cocina porque noto un nuevo complot de los electrodomésticos en ciernes y prefiero no saberlo. No quiero ver el charquito que ha dejado el enésimo escape de agua de la nevera, ni oír el sospechoso ruido que hace un microondas que ahora ha decido dar vueltas a la comida unas veces sí y otras no, según le apetezca. No quiero comprobar que la vitrocerámica está haciendo su propia versión de Los Inmortales provocando que los fuegos vayan dejando de funcionar progresivamente porque "sólo puede quedar uno" ni averiguar el motivo de que tres de los programas de mi lavadora ya no centrifuguen.

Hay ratos que no quiero abrir el buzón para no ver las facturas, ni mirarme detenidamente al espejo donde cada vez encuentro novedades no deseadas, ni ir de médicos, en los que también me dan siempre alguna buena nueva que preferiría no recibir.

Me entran ganas de ponerme unos cascos con la música a tope y cancelación de ruido y cuando alguien me toque el brazo para que me quite los auriculares y comunicarme algún marrón decirles exactamente lo del tweet:

Por el amor de Dios, ¿qué hostias pasa ahora?

4 comentarios:

  1. Eso de que los electrodomésticos empiezan a no funcionar como debieran casi todos a la vez... y encima la subida de la luz...

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  2. A mí lo de la vitrocerámica ya me pasó y me vengué cambiándola por una cocina de gas. Ahora, con lo de la subida de la luz, me alegro de la decisión.

    Besos.

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  3. Si te entra el correo y lees esto en tiempo real pon la 2 y verás el documental de las mujeres buceadoras en las que está basdo el libro, creo.

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  4. Cabronidas, ya, pasa siempre que todos los electrodomésticos empiezan a estropearse más o menos a la vez porque los compraste más o menos a la vez y la obsolescencia programada no perdona. Que esto se solucionaría comprando cacharros nuevos, ya lo sé, pero que como los dioses de la lotería no terminan de colaborar pues por ahora hay que ir tirando como se pueda jajaja

    Devoradora, buena decisión, la mejor defensa es un buen ataque, fuera de tu cocina la vitro rebelde y se acabó la presente historia... hasta que nos suban el gas, claro jajajaja

    Pseudo, este comentario me ha pillado un poco fuera de juego, te refieres a un libro de los que nos contaste en un post de los libros que te habías leído? Algo me quiere sonar... No lo he leído en tiempo real, pero ya lo buscaré, gracias por el chivatazo de todas formas. ;P

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.