sábado, 30 de julio de 2022

Capitán Araña

Hasta un reloj parado da bien la hora dos veces al día. A pesar de la absurdez máxima que me parecen los culebrones turcos, reconozco que algún detalle, algún matiz, alguna escena y alguna frase suelta me ha gustado. Esta, por ejemplo, me resonó bastante porque alguna vez he pensado JUSTO eso.

¿El qué? Mejor lo cuento que lo escribo. Dadle al play

miércoles, 27 de julio de 2022

Mandanga de la buena

Como estos días he estado en lo más hondo del pozo negro, no me ha quedado otra que darme a las drogas duras. Y como llevo ya unos meses malos y me he vuelto consumidora casi pro, los estupefacientes habituales me hacían mucho menos efecto, así que he tenido que pasar al siguiente nivel: los culebrones turcos. ¡Madre del amor hermoso, troncos! Eso sí que es mandanga de la buena. Había oído hablar de los locurones que son esas series, pero hasta que no lo compruebas con tus propios ojos, no eres consciente de la potencia de la mercancía.

En fin, no me voy a hacer ahora la experta, porque sólo he visto algunos trozos de uno, pero he cogido la idea, creo. Tremendo quilombo, amiguis. Incoherencia pura, absurdez extrema, tontada máxima y bucle infinito. Todos los culebrones se basan en la repetición, pero en estos (en el que yo he visto en diagonal, al menos) pasa lo mismo una y otra y otra y otra vez. LO MISMO. No se molestan en buscar versiones de la misma historia o variaciones de la trama principal. La gracia (supongo que lo hacen a propósito, no puede ser casualidad o pereza tantas veces seguidas) es repetir situaciones idénticas, diálogos calcados de forma interminable. Piensas que en el siguiente capítulo cambiará algo, pero ocurre lo mismo por millonésima vez hasta que pierdes la esperanza de que vaya a llegarse nunca a ninguna conclusión. Luego les cancelan el presupuesto (supongo) y todo se resuelve felizmente en el último minuto y medio del episodio final. Sin una lógica, explicación ni evolución mínima, claro. Y aquí paz y después gloria. Me he quedado flipada, de verdad.

Aún así, rompo una lanza por los culebrones turcos. A mi al menos me ¿gustan? (no creo que ese término cuadre, sería más exacto los soporto) bastante más que los latinos. Seguramente el doblaje tiene mucho que ver. Reconozco que a mi el acento mexicano, venezolano, me satura bastante, me aleja mucho de los personajes. Pero además de esto, el estilo de los turcos me ha parecido más cuidado:

-Visualmente desde luego, hay localizaciones y planos bastante estéticos para ser un culebrón, la verdad.

-La banda sonora también es mucho mejor. Sigo sin comprender por qué los guionistas de este tipo de series creen que el espectador necesita música para distinguir si es una escena romántica, dramática, de intriga, de tensión o de risa y le ponen siempre la misma melodía a cada uno de estos tipos de tramas. Pero si van a tratar a la gente como idiota y hacerlo, por lo menos que sean canciones bonitas. Y las de los turcos lo son más que las de los latinos. Creo yo, vamos.

-Los alivios cómicos son menos ridículos. Hay personajes horribles que dan vergüenza ajena, pero también se encuentran unos pocos algo graciosos y no necesariamente estúpidos integrales. 

-El montaje, en momentos esporádicos, me ha sorprendido gratamente. Pantallas dobles y triples, conversaciones paralelas, personajes que termina frases a la vez. No es que les vayan a dar el Oscar, pero al menos se esfuerzan un poquiiiiito, no diálogo-corte, diálogo-elipsis, diálogo-siguiente plano como es lo habitual en el género.

Después de esta incursión en terrenos pantanosos, lo que necesitaría ahora desesperadamente es hablar con algún guionista de esta serie que me explicara el proceso de creación. Cómo no se vuelven locos de escribir la misma escena una y otra y otra y otra y otra y otra vez. Cómo las distinguen, si las numeran o lo fían todo a que la ropa de los protas es distinta de un episodio a otro. Si tienen algún juego de beber con las frases que más se repiten y así se cogen cogorzas todos los viernes en el afterwork. No sé, que me cuenten el secreto porque me he quedado fli-pa-da.

domingo, 24 de julio de 2022

Send help

Esto es lo que pasa: me duele todo. Hasta músculos que no sabía que tenía. Vaya al gym o no. Bueno, no,  cuando voy, aún me duele todo más. Me despierto a las tres de la mañana y no me duermo hasta a las seis. Cuando suena la alarma a las siete quiero LITERALMENTE morirme. En el tramo minúsculo de escaleras del garaje a mi casa necesito hacer dos paradas. Se me olvida todo y no se me ocurre nada. Tengo la sensación física de que se me ha secado el cerebro, como le pasó a Don Quijote tras leer tantos libros de caballerías. Me parece incluso oír los engranajes de mi mente rechinando y sin apenas lograr moverse un ápice a pesar de mis grandes esfuerzos. No escribo. No soy capaz. Y cada vez estoy más enfadada conmigo misma, lo que aumenta exponencialmente mi bloqueo.



A situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Me comí ayer un Magnum Doble chocolate con arándanos y NI SIQUIERA eso me sacó del bucle. 

Si mi arma secreta más potente no funciona, apaga y vámonos.

Send help.

viernes, 22 de julio de 2022

Arde

En estos tristísimos días en los que España se quema por los cuatro costados me acordaba de la definición que da la RAE de la palabra incendio. Nunca me había parado a pensarlo.



Destruye lo que NO DEBERÍA quemarse. Claro, ahí está la clave. Si fuera algo previsto, deseable, que hemos empezado nosotros a propósito sería una hoguera, o un punto de calor para cocinar, o una vela. Sin embargo los incendios arrasan, devastan, asolan, destruyen. Están fuera de control. Escapan a NUESTRO control, más bien.

Nada, ningún elemento, es en sí mismo ni bueno ni malo. El fuego calienta, alumbra, esteriliza, ablanda. Alimenta, porque hace comestible lo que no lo era. Siempre que esté quietecito dentro del redil, claro. Pero ay, amigo, como se te vaya de madre...

Pues con el amor un poco lo mismo, ¿no? En dosis moderadas, vale que vale, pero OJO CUIDAO como se ponga furo... que te la lía.

Os ha pasado, me imagino...

martes, 19 de julio de 2022

Espachurrada

Me acuerdo de cuando la vida me venía grande. Ahora no, ahora es más bien que me pesa. Pero a lo loco. Como si me hubiera caído un bloque de plomo encima. O una piedra gigante, en plan lo que le pasaba siempre al pobre Coyote cuando perseguía al Correcaminos. Me visualizo así, aplastada contra el asfalto. No, no, más que eso. Atravesándolo y dejando la forma de mi silueta, como en los dibujos. Qué grande era esa serie, ¿eh? ¡Cuántas verdades decía! Nosotros somos el Coyote y lo queremos en la vida es el Correcaminos. No sólo nos cansamos persiguiéndolo, es que no paramos de caer en trampas, algunas, por desgracia, puestas por nosotros mismos. Filosofía para público infantil. Ahí lo lleváis.

Total, que aquí estoy, aplastada, espachurrada, sepultada bajo el peso de la vida. Me duelen hasta los músculos. Que querría echarle toda la culpa a los nutricionistas motivados y sus dietas del averno, pero que me huelo que no es sólo eso. Influirá, claro, no se van a ir de rositas esos iluminados, pero algo más hay por ahí, ya os lo digo yo.

Porque antes me arrasaba el tsunami de turno y al rato yo ponía la retroexcavadora interna para quitarme de encima la avalancha que me hubiera enterrado, con arena, con nieve, con piedras y más pronto que tarde asomaba la cabeza. A veces salía a propulsión tipo Ironman y otras cansada, magullada y llena de polvo. Pero salía.

Ahora no puedo. No tengo fuerza. Empujo hacia arriba y el bloque de plomo no se mueve ni un milímetro. Me duelen los músculos y, sinceramente, no tengo ganas de seguir intentándolo. No veo la luz, no me visualizo emergiendo de entre los escombros. No me siento capaz de salir.

Necesito un kit marca ACME como los del Coyote, pero en vez de para poner trampas, para salir de ellas. ¿Lo venderán en Amazon?



viernes, 15 de julio de 2022

Insultos y halagos molones

Con los años, lo que más valoro en los insultos y en los halagos es la originalidad. Hombre, que un taco de los clásicos soltado en los peores momentos siempre ayuda, no seré yo quien lo niegue. Pero que en medio de ciclones y torbellinos de rabia y frustración prolongados, la innovación se agradece, por aquello de la variedad. Que la rutina es muy mala...

Total, que los dos últimos insultos y halagos molones que han llegado a mi vida los he leído en libros. Los comparto con vosotros, que compartir es vivir.

Para expresar tu odio máximo a alguien y cagarte en él en plan finolis, lo que le dice la madre de Eleanor Oliphant a la protagonista de esta novela, que ya os recomendé por aquí y que aprovecho para insistir, porque está muy bien.

 "Si ha muerto, y espero que así sea, se estará pudriendo en el anillo exterior del séptimo círculo del infierno, quemándose en sangre hirviendo y llamas mientras es atacado por centauros."

Y para dejar claro que alguien te cae guay y no decirle lo típico, le puedes soltar lo que decía Emily Dickinson (creo) de una amiga suya o una novia o no sé qué. No me acuerdo muy bien, es que lo escuché en un audiolibro, no tenía nada para apuntar y mi memoria es un colador. Pero vaya, que lo contaba Rosa Montero en "El peligro de estar cuerda", otra lectura que os recomiendo encarecidamente y que ya tendrá su propia entrada aquí, supongo. 

Cuestión, que cuenta Rosa que Emily en vez de decir "me mola mogollón Zrutanita, es un amor", decía "Zrutanita es una avalancha de sol."  Menudo cacho de piropazo, ¿no? Ya me gustaría que fueran diciendo cosas así de mí...

Y con esto y un bizcocho, hasta más ver, coleguitas. Feliz viernes, buen finde y en  medio de este tsunami caluroserrimo más que nunca... por la sombra, bombones.

domingo, 10 de julio de 2022

Hazle caso a El Principito

 Si no me haces caso a mi, hazle caso a El Principito.


-¿Por qué tienen tantas espinas? Eso demuestra que las flores son malas.

-No es cierto, son débiles. Parecen terribles con sus espinas, pero solo se protegen.


-Lo esencial es invisible a los ojos.


- Silencié al mundo para que tú pudieras hablar y pudieras oírte a ti mismo.


-Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó.


-Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer.


O como dirían en Twitter...


 Amiga, date cuenta.


viernes, 8 de julio de 2022

Cherofobia

Igual ya lo habíais notado, pero hay ratos que soy bastante Tristán. Tristán el de Tristán y Leoncio, el de "oh, cielos, Leoncio, qué horror". Mejor os pongo link, según que pérfil de edad tengáis, esto ni os sonará.

Total, que a esto toda la vida lo hemos llamado ser una miaja cenizo y resulta que es un síndrome que tiene nombre técnico y todo: Cherofobia

Miedo a la felicidad, que te hayas llevado tantas leches que ya no te fíes ni un pelo de que lo siguiente vaya a salir bien. En el link que os he puesto lo explican bien, pero lo cuenta mejor Lori en "Deberías hablar con alguien", un libro que me ha hecho pensar un montón.

"Son como sartenes cubiertas con un teflón antiplacer, el gozo no se pega (aunque el dolor se aferra como en una superficie sin aceite). Es relativamente frecuente que las persona con un historial traumático tengan siempre la sensación de que el desastre les aguarda a la vuelta de la esquina. En lugar de disfrutar de los bueno que les sale al paso, mantienen una actitud de alerta, siempre esperando que algo vaya mal. Mejor no acostumbrarse a lo bueno. ¡No te engañes, hermana! En cuanto empieces a ponerte cómoda, desaparecerá. Para Rita la dicha no era sino un dolor anticipado".

Qué triste, ¿no? Que el miedo a que se estropee el futuro te amargue el presente y no te deje disfrutarlo. Incomprensible, pero a veces pasa. A mi alguna vez me ocurre, por lo menos. ¿A vosotros no?


domingo, 3 de julio de 2022

Journaling o not journaling, esa es la cuestión

Buscando no sé qué el otro día me topé con mis diarios, los que llevaba antes de que este blog colapsara un poco mi vida escritora. No pude evitar la tentación de releerlos, claro y eso que eran 8000 tomos al estilo de los Episodios Nacionales. Y después de varias horas de revolcarme en la vergüenza más absoluta por todo lo que contaba y lo pava que era, saco varias conclusiones:

1º.- ¡Madre mía! El ritmo al que mueren mis neuronas es mucho más que preocupante. No me acordaba de prácticamente NADA de lo que se dice en esas páginas. De algunos pasajes me quedaba una idea borrosa y desdibujada de las sensaciones, de las emociones que habían acompañado esas vivencias. Pero lo hechos concretos, las conversaciones, mi reacción... estaban totalmente borradas de mi mente. TAN borradas que muchas veces pensaba: esto no pudo pasar así, es imposible. Fijo que no me dijo eso. Segurísimo que no le contesté aquello. Sin embargo sé a ciencia cierta que yo no inventaba nada en esos diarios, así que tiene que ser verdad. Y yo flipo con como era mi vida en algunos momentos y como he podido olvidar por completo cosas que en su día me arrasaron, para bien y para mal.

2º.- Lo cual me lleva al punto siguiente: el refranero tiene razón, el tiempo todo lo cura. Me sorprendió releer sin problema ninguno putadones que me DEVASTARON en su momento y que me tuvieron fuera de juego varios años. Que me dolieron tantísimo durante tantísimo tiempo que no podía mirar determinadas fotos o toparme con ciertos mensajes sin llorar una semana entera. Y sin embargo ahora no me causan ninguna emoción, ni siquiera resquemor o melancolía. Simplemente me da la sensación de que le ocurrieron a otra persona. 

Y lo que me sorprende más, si cabe, es que fui incapaz de releer pasajes de mi vida que me enfadaron, que me enfurecieron, pero que no me destrozaron al nivel de los putadones del párrafo de arriba y que, desde luego, tardé mucho menos en superar. Esas partes me las tuve que saltar porque sabía que me iban a dejar tocadísima, que el cabreo iba a bloquearme durante horas. Lo que son las cosas, oye.

3º.- De nuevo, ¡madre mía! Las cosas cambian a la velocidad de la luz. En el día a día no nos damos cuenta, pero visto con perspectiva vamos a mil por hora. Un martes a las siete Zrutanita es tu mejor amiga y dentro de dos jueves es la zorra máxima que te está queriendo amargar la vida. Que en tu recuerdo es como, "esto siempre fue así" o "pasaron los años y las cosas cambiaron" y de años nada. Meses. O incluso semanas. De flipar. 

En los blogs (cuando la peña escribía, quiero decir, ejem, ejem) también se notaba muy bien ese paso del tiempo y la evolución de las cosas. Leías a gente enamorarse, separarse, volver a encontrar el amor, cambiar de trabajo, encontrar nuevas aficiones, modificar sus rutinas. Pero era algo mucho más gradual, ralentizado, como en etapas mucho más largas. En la vida en 3D, pim, pam, pum, bocadillo de atún y leído todo de golpe en el diario te deja alucinada. Yo me quedé loca.

4º.- Dejé de escribir diarios porque empecé a soltar mis rollos aquí. Me parecía lo mismo, pero ni de coña. Esto es otra movida, no sólo por la forma de expresarlo (que por supuesto) sino por las cosas que se cuentan. Yo aquí soy muy yo, pero aún así como mucho podría considerarlo un diario de mis pensamientos, de mis estados de ánimo. Esos más o menos al final salen todos por aquí. Pero el nivel de detalle de los HECHOS que provocan esas emociones no tiene nada que ver con los diarios y al final, cuando relees, para entender tu sentimientos tienes qué recordar qué los provocó. Y eso en el blog miau.

Conclusión: tengo que empezar a escribir diarios otra vez. Y vosotros diréis: pues muy bien, ¿y a nosotros qué? Pues porque igual así os libráis de chapas como esta. Bien mirado, os conviene. ¿Votos a favor?