miércoles, 31 de enero de 2024

Multiple choice

Bueno, parecía que no íbamos a lograrlo, pero si, ¡conseguido! Hemos sobrevivido al enero infinito. ¡Aleluya, hermanos! Prueba superada.

Ahora, para el resto de 2024, piensa. Además de la lista interminable de propósitos que seguro que vas a cumplir aunque en estos 31 primeros días ni flowers porque todo el mundo sabe que el primer mes del año es de prueba (ejem, ejem): ¿cuál eliges de las opciones que en la imagen de arriba propone @p8ladas? Está difícil la cosa. Yo necesito por lo menos que me dejen escoger cuatro.

¿Vosotros?

domingo, 28 de enero de 2024

Ordenada no practicante

Si le preguntáis a cualquier miembro de la SpeedyFamily os dirá que soy desordenada a más no poder. Y bueno, no voy ahora a dármelas de metódica y pulcra porque con el caos que me sale del cerebro y que ha quedado patente en años y años de este blog no se lo tragaría nadie. AHORA BIEN, pocas cosas en esta vida  son absolutas, siempre hay matices y tengo OPINIONES sobre esa opinión relativa a mi. Y aquí vengo, a hacer un alegato en mi defensa.

Porque a ver, yo era muy desastre, pero he ido mejorando con los años. Vamos soplando velas, teniendo nuestro propio espacio y a quien más y a quien menos empieza a surgirnos la necesidad de tener nuestras cosas localizadas y de reducir el barullo, así en general. El lío (y quienes estamos instaladas en el caos permanente lo sabemos bien) cansa mucho y llega un momento en el que lo que quieres es ahorrar energía y reservarla para lo que te interesa. Así que, llegados a este punto, tratas a toda costa de reducir el jaleo en el cerebro, en tu agenda, en tus relaciones, en tu vida y ya que nos ponemos, en tu entorno. Y eso se hace muy difícil con el ruido visual al máximo volumen.

"Ruido visual" se define como todo aquello que nos resulta desagradable o molesto desde un punto de vista estético y los de la RAE podrían haber venido perfectamente a mi superguarida a inspirarse para la definición porque es un gran ejemplo del concepto. Con todo el dolor de mi corazón, de hecho. Pero es que si recoger se basa en la máxima de "un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio", yo no la puedo cumplir ni de coña porque no se me ocurre donde guardarlo todo. Tengo pocos muebles, menos cajones y a pesar de mi incansable esfuerzo por comprar taburetes con compartimentos internos, baúles decorativos y cajas monas nada parece suficiente para dar cabida a todos mis pertrechos.

Y aquí, claro, llegaría el rayo iluminador de Marie Kondo a decirme: tienes demasiadas cosas, sólo debes conservar lo que sientas realmente que te hace feliz, no puede entrar  nada nuevo en casa si no sale otro elemento antes. Si, ya y que más. Es que no puedo, Marie, de verdad, no soy capaz. Tendrías que encerrarme en una habitación bajo llave y tirármelo tú todo sin que lo vea o volverme a organizar un mierderTsunami que no me deje más alternativa que deshacerme de lo que huela a zurullo. Pero es que yo sola no lo consigo, en serio, send help.

Siempre pienso que los pantalones que me aprietan volverán a valerme tras una oportuna gastroenteritis, que en breve el no va más serán las camisetas anchas y no esas diminutas que venden ahora, que el maquillaje de color sospechoso que compré en un impulso me servirá para una fiesta, que si dejo a la vista los libros pendientes acabaré leyéndolos. Sé que es mentira como sé que es casi imposible que me toque la lotería de Navidad, pero compro porque hay una yo loca que tiene más fuerza a determinados niveles que la yo racional. Y desde luego el orden es uno de esos niveles.

Yo querría ser ordenada, de verdad, en mi fuero interno lo soy, pero mi vida hace imposible materializar en la práctica ese yo que existe a nivel teórico. Soy una persona ordenada no practicante, que dirían los expertos. Apiadaos de mi, que bastante tengo con lo que tengo.


sábado, 20 de enero de 2024

Con Speedy habéis topado

 

Iba a decir muchas cosas, pero Hacienda me tiene frita, FRI-TA, ¡¡¡FRI-TA!!!. No para de darme la turra una y otra y otra vez con una cosa en la que, para colmo, tengo la razón yo. Pero lo que más me indigna del tema es que gasta su tiempo, personal y energías en perseguir pazguatas como la menda, pobres como ratas a las que no nos pueden sacar ni los céntimos que les cuesta enviar por correo las notificaciones, mientras hacen la vista gorda con multimillonarios de todo pelaje. Ah, no, dónde vamos a ir a parar, a los que les puedes hincar el diente bien ni mentarlos, no se vayan a molestar, los señoritos.

Pues mira, querida Agencia Tributaria, me parece muy bien que Hacienda seamos todos y todo lo que tú quieras, pero a mi mis 4 céntimos no me los vas a quitar NI MUERTA. Ni jarta de vino te regalo yo nada con la chapa que me estás metiendo. Ya puedes emplear contra mi la artillería que te de la gana que antes se congela el infierno que dejar que me vuelvas a hacer el timo de la estampita. Vas a tangar a Rita the singer, amiga, porque lo que es a mi, NI DE COÑA.

¿Que encima la cabrona manda las notificaciones en viernes noche para jorobarme el fin de semana? Desde luego, faltaría más. Pero estimado fisco, con Speedy habéis topado. A cabezona no me gana ni Don r que r. Te pongo la canción del Kanka de arriba y ¡a seguir!

"Lo mal que estoy .. y lo poco que me quejo. 
Lo mal que estoy .. y lo poco que me quejo. 
Tengo el alma en cuarentena .. y roto el cuerpo. 
¡Qué dolor, qué pena .. y qué tormento!"

viernes, 12 de enero de 2024

El milagro de lo panes y los peces en versión escatológica

Mi 2024 ha empezado un poco al contrario del de la mayoría de la gente. La peña estaba megapreocupada por los excesos navideños y mentalizada ya para luchar contra los kilos sobrevenidos y yo estaba intentando parar las evacuaciones forzosas continuas que mi cuerpo decidió unilateralmente empezar el día de Reyes.

Se ve que mi body no tenía ganas de recibir a Sus Majestades de Oriente y en vez de planteármelo civilizadamente, recurrió a la artillería pesada: náusea a discreción. Tantas, que se mascó la tragedia porque tenía que llevar todos los regalos de los SpeedySobris al Speedyhogar antes de que se levantaran a abrirlos y no conseguía ni llegar al portal de mi superguarida sin echar la pota. Imaginaos mi pinta: cargada con enormes sacos de paquetes al más puro estilo Papa Noel y en vez de ir dejando la estela de mis renos voladores ir regando con mi ADN las calles de SpeedyTown. Dantesco, sí, desde luego.

Pero bueno, la cosa es que los regalos llegaron a tiempo (lo único importante) y que yo sobreviví a ese viaje con pérdida de "combustible" en ruta. Pensé que cuando consiguiera tumbarme dos minutos tranquila en mi cama volvería la paz, pero ni por asomo. Las evacuaciones delanteras siguieron el día entero y al siguiente fueron sustituidas por todo tipo de fuegos artificiales en el flanco posterior. Allí no entraba ni agua y salían toneladas de residuos orgánicos variados. El milagro de los panes y los peces en versión escatológica.

Como estuve así media semana me quedé en la raspa. La peña preocupada porque no le cerraban los vaqueros y yo probándome una talla menos de la ropa que me estaba comprando con los fondos de sus altezas reales. El mundo al revés. 

Total, que en un alarde de porlomenosismo de mi etapa Magenta, pensé que bien, que sí, que me sentiría al borde de la muerte y bla bla bla, pero que POR LO MENOS empezaba el año con eficiencia máxima, resolviendo en tres días la eliminación de stock sobrante que al resto de la gente le iba a costar dos meses de sufrimiento. Más resultados en menos tiempo. Los gurús de la productividad estarían orgullosos de mi.

A ver si me dura. La eficiencia y la productividad, digo. Del milagro de los panes y los peces en plan gastrointestinal ya he tenido suficiente, gracias.

viernes, 5 de enero de 2024

X, Y, Z

Siempre tengo mucho lío con esto de las generaciones. Más o menos me suenan los conceptos, de forma borrosa y desdibujada sé ubicar a grandes rasgos su cercanía (o no tanto) con la hoja del calendario actual, pero si me preguntas por el detalle me pillas. Así que, como no puede ser de otra manera, consulté con el oráculo de San Google. Y para qué queremos más.

Lo que más me sorprendió fue la precisión y la arbitrariedad con la que dividen los años de nacimiento de los que se incluyen en ellas. Porque si fueran décadas... pues vale que vale. Pero no. Son años ahí, por el medio, sin mucha diferenciación evidente. Por ejemplo, la generación X comprende los nacidos entre 1965 y 1981 o según a quien le preguntes hasta 1982 o 1984. Los que crecieron después de la 2º Guerra Mundial, dicen. Bien, pero, ¿por qué no se incluye ya el 80, empezando la década? ¿Por qué el 82, el 84? ¡Qué arbitrario!, ¿no? 

Después viene la "generación Y" o los millenial, que os sonará más. Los jovenzuelos estos de los que no paran de repetir que son nativos digitales y que la tecnología no tiene secretos para ellos, aunque no la usaran desde la cuna. A estos los meten desde el 82 al 94, así, por ejemplo, a boleo. ¿Por qué 94? ¿Y por qué no? Debieron de pensar los cerebros pensantes de esta división.

Nos parece que los Y son los más nuevos porque han dado la turra máxima con ellos, pero ahora les pisan los talones los Z, que son los que más usan su letra, dado que nadie te va a entender si le dices centenial. Estos van del 95 al 2010 porque vinieron con un smartphone y una tablet debajo del brazo cuando nacieron, por lo visto. Si, ya, bueno... recuerdo que en España en 2001 la mayoría de la gente no tenía aún internet en su casa, había que ir a ordenadores públicos en bibliotecas y universidades. Y los pocos afortunados que iban teniendo ya en casa, usaban la conexión telefónica que hacía ese sonido mítico, así que se podía navegar pocos minutos porque mientras estabas conectado, el teléfono fijo (que toda la familia necesitaba) no funcionaba. 

Os diré más. Poco antes de los primeros dosmiles el no va más de la tecnología portátil era la blackberry, porque los móviles eran zapatófonos gigantescos. Cuando se redujeron de tamaño y el común de los mortales los empezó a llevar, hablábamos por mensaje (no whatsapp) dado que no tenía internet en el móvil ni el tato. Además, una cosa os voy a decir no os llaméis a engaño: lo más inteligente que hacían los teléfonos era medirte el biorritmo: tres rayitos si estabas bien de energía, tres corazones si el amor te sonreía e ibas a ligar esa noche en la disco. Así que, queridos Z, no os flipéis con lo del smartphone desde la cuna, porque tururú.

Los siguientes, dicen, son los Alpha. Si sus predecesores tenían una capacidad de atención limitada, imaginad estos pobres comidos por las redes sociales desde la cuna. Ya veremos. Al menos su generación empieza con el cambio de década, un punto menos de confusión añadida. Algo es algo.

lunes, 1 de enero de 2024

¡A bailar!

Llegué ayer de mis periplos excursionistas justo sobre la bocina para hacer una entrada de despedida del año que me permitiera acabar el 2023 bloguero con número par de post. Lejísimos de los 100 deseados, pero al menos par. Luego que si duchas, lavadoras, bla bla bla, la vida se me hizo bola y casi mejor, porque no estoy yo para balances y recordatorios. 

Diré sólo una cosa que me sirve de revisión del viejo  y de aviso para el siguiente. El que se acaba de ir me trajo algunas cosas muy buenas y un montón de planes, lo que hacía mucho que no me pasaba. He vivido la vida a tope con experiencias chulas que agradezco muchísimo y aún así no me he librado de bajones, de atascos, de bloqueos. Porque ya lo decía Rosana, "en lo más bonito, también se tienen penas".

Así que para 2024 más que objetivos y metas lo que quiero es tener siempre presente que la vida va de eso, de caerse y volverse a levantar. Y que lo malo, sea lo que sea, acaba pasando. Y que como lo único que existe es el hoy, el ahora, nuestra única obligación es aprovecharlo a tope. Después que venga lo que tenga que venir porque, me remito a la línea de arriba, igual que vino se terminará yendo.

Equipo, llegan ahora otros 12 meses nuevecitos, brillantes, sin estrenar. Úsemoslos al 100 por 100 para que no se diga que nosotros no pusimos todo de nuestra parte para ser felices. El resto, bueno... lo ponen otros. Según en lo que creas (o no) tiene diversos nombres, pero estaremos todos de acuerdo en que no somos nosotros.

Así que, amiguis, ¡a bailar! Y que haya suerte.