Siempre tengo mucho lío con esto de las generaciones. Más o menos me suenan los conceptos, de forma borrosa y desdibujada sé ubicar a grandes rasgos su cercanía (o no tanto) con la hoja del calendario actual, pero si me preguntas por el detalle me pillas. Así que, como no puede ser de otra manera, consulté con el oráculo de San Google. Y para qué queremos más.
Lo que más me sorprendió fue la precisión y la arbitrariedad con la que dividen los años de nacimiento de los que se incluyen en ellas. Porque si fueran décadas... pues vale que vale. Pero no. Son años ahí, por el medio, sin mucha diferenciación evidente. Por ejemplo, la generación X comprende los nacidos entre 1965 y 1981 o según a quien le preguntes hasta 1982 o 1984. Los que crecieron después de la 2º Guerra Mundial, dicen. Bien, pero, ¿por qué no se incluye ya el 80, empezando la década? ¿Por qué el 82, el 84? ¡Qué arbitrario!, ¿no?
Después viene la "generación Y" o los millenial, que os sonará más. Los jovenzuelos estos de los que no paran de repetir que son nativos digitales y que la tecnología no tiene secretos para ellos, aunque no la usaran desde la cuna. A estos los meten desde el 82 al 94, así, por ejemplo, a boleo. ¿Por qué 94? ¿Y por qué no? Debieron de pensar los cerebros pensantes de esta división.
Nos parece que los Y son los más nuevos porque han dado la turra máxima con ellos, pero ahora les pisan los talones los Z, que son los que más usan su letra, dado que nadie te va a entender si le dices centenial. Estos van del 95 al 2010 porque vinieron con un smartphone y una tablet debajo del brazo cuando nacieron, por lo visto. Si, ya, bueno... recuerdo que en España en 2001 la mayoría de la gente no tenía aún internet en su casa, había que ir a ordenadores públicos en bibliotecas y universidades. Y los pocos afortunados que iban teniendo ya en casa, usaban la conexión telefónica que hacía ese sonido mítico, así que se podía navegar pocos minutos porque mientras estabas conectado, el teléfono fijo (que toda la familia necesitaba) no funcionaba.
Os diré más. Poco antes de los primeros dosmiles el no va más de la tecnología portátil era la blackberry, porque los móviles eran zapatófonos gigantescos. Cuando se redujeron de tamaño y el común de los mortales los empezó a llevar, hablábamos por mensaje (no whatsapp) dado que no tenía internet en el móvil ni el tato. Además, una cosa os voy a decir no os llaméis a engaño: lo más inteligente que hacían los teléfonos era medirte el biorritmo: tres rayitos si estabas bien de energía, tres corazones si el amor te sonreía e ibas a ligar esa noche en la disco. Así que, queridos Z, no os flipéis con lo del smartphone desde la cuna, porque tururú.
Los siguientes, dicen, son los Alpha. Si sus predecesores tenían una capacidad de atención limitada, imaginad estos pobres comidos por las redes sociales desde la cuna. Ya veremos. Al menos su generación empieza con el cambio de década, un punto menos de confusión añadida. Algo es algo.