No termino de ver clara la nueva normalidad. He estado pasando por las distintas fases sin aprovechar las ventajas, en parte porque tampoco me hacían especial ilusión y en parte porque no me fío. El sábado por fin me había decidido a tomar mi primera caña en una terraza y me rajé en el último momento. En parte porque me resulta absurdo y desmotivante hacer fila para beberme un granizado, en parte porque esperar le quita la mitad de la diversión a lo demás y en parte porque, insisto, no lo veo claro: ahí ni se respetan las distancias, ni se desinfecta nada de nada, ni les suena ni de lejos nada remotamente relacionado con la palabra seguridad: gente hablando a dos palmos, sin mascarillas para beber y comer...Que no que no, que no lo veo claro.
También es cierto que no son cosas en las que se me vaya la vida. Me cuesta más ir a ver a los Speedypadres y hablarles desde el rellano para estar segura de no llevarles el virus a su casa. Me cuesta más quedar con los SpeedySobris en el parque y darles dos palmaditas en el hombro en lugar del achuchón que me gustaría. Me cuesta más no volver al gimnasio, porque entrenar sola es una tortura aburridísima para la que empieza a faltarme fuerza de voluntad. Me cuesta más quedarme sin teatro y sin cine.
Me cuesta pero es lo que voy a seguir haciendo, aguantar el tirón, porque aunque a la mayoría ya se le ha olvidado el infierno coronavírico, esto no ha acabado. El coronamierda sigue ahí, esperando su momento para montarnos otro pifostio de mil pares de cojones. Y no vamos a resistir un segundo round como el que está terminando ahora. El primero nos ha dejado más que tocados animica y económicamente. Como el bichillo nos de bien otra vez, nos tumba. Todo el mundo parece querer ignorarlo, pero esto es así y es así. Y lo sabéis.
Yo no soy sanitaria, ni ingeniera, ni trabajadora esencial, ni tengo ninguna habilidad que resulte mínimamente útil durante una pandemia, así que lo único que puedo aportar a la causa es no contagiarme para no contagiar. Y eso es lo que voy a intentar con todas mis fuerzas, como si me fuera (porque en realidad me va, NOS va a todos de hecho) la vida en ello. Para dormir tranquila pensando que si hay un rebrote no será por mi culpa.
¿Quiero normalidad? Si, estoy harta de esta pesadilla y del surrealismo inacabable que ha traído este apocalipsis. Pero para poder volver a un futuro medio normal hay que llegar (todos, mayores y jóvenes) vivos a ese futuro. Y eso no se consigue poniéndole la alfombra roja al cabronazo este.
Así que, coronamierda, que te quede claro: si piensas volver a hacer de las tuyas no cuentes conmigo. Como dirían en "Algunos Hombres Buenos": durante mi guardia no.
Pues a mí que lo de «durante mi guardia no» me suena a Juego de tronos... 🤔
ResponderEliminarDe todas formas si la situación ya es complicada de por sí ya ni te digo si cada uno vamos a la nuestra.
Besos.