Como lo del piragüismo se me dió guay, pensé que para chula yo y para guapo mi novio y me decidí a practicar rafting. Bueno, practicar igual es mucho decir, más bien intentar mantener el equilibrio en una barca que zozobra entre la corriente. Equilibrio que, a estas alturas del párrafo, ya habréis sospechado que NO mantuve.
Sí, efectivamente, acabé en el agua. A los cinco minutos de empezar la actividad. Peeeeeeeeeero no puedo atribuirme todo el mérito del chapuzón, porque había un montón de circunstancias concurrentes. Quizás influyó el hecho de que la tripulación constaba de ocho miembros y cinco de ellos no tenían ninguna experiencia náutica anterior. Puede que contribuyera al naufragio que la mitad de los pasajeros no hablaban español, idioma principal en el que se transmitían las órdenes de rumbo. Tal vez nos perjudicó que el monitor que daba esas mismas órdenes en inglés, para que todos las entendiéramos, farfullaba un spanglish del tipo "Me Tarzán, you Chita". O posiblemente fuera el destino.
El caso es que en cinco minutos dos compañeras de embarcación y yo estábamos probando con la cabeza la solidez de las rocas del cauce, tragándonos todo el agua del río e intentando luchar contra la corriente. Intentándolo, pero no consiguiéndolo, claro, así que bajábamos a toda velocidad hacia no sé sabe dónde. Vamos, que si no nos hubieran ayudado habríamos acabado probando nuestros estilos de natación en el Mediterráneo.
Por suerte, nuestros aguerridos y afables compañeros de barca, después de reírse de nosotras lo mínimo imprescindible (qué menos) nos ayudaron tirándonos unas cuerdas con las que remolcarnos. A mí, en concreto, cuatro. La primera me pilló calculando la velocidad del agua, partida por la distancia y la fuerza de la pendiente (vamos, lo que viene siendo entretenida en conseguir que llegara aire a mis pulmones). La segunda la habría agarrado si no fuera porque otra pobre náufraga me hizo una finta y me quitó la posesión. La tercera me rebotó en la cabeza y cuando conseguí alcanzar la cuarta la sujeté como si me fuera la vida en ello. Como broma ya había valido, ¿no?
Total, que al final conseguí subir a la barca y llegar a mi destino. Cuando me preguntaron qué tal experiencia, respondí lo típico: "no nos han dejado jugar", "el fútbol es once contra once y siempre gana Alemania", "no hay rival pequeño"... Y cuando me llamaron para el segundo recorrido no me achanté:
-¿Speedygirl? ¿Quien es Speedygirl? Hoy no ha venido nadie que se llame así...
De todas las circunstancias, yo boto por el destino. Pero piensa que ésta es la tela con la que se tejen las anécdotas.
ResponderEliminarPor cierto, hacía tiempo que no te leía y me he hartado de reír particularmente con el post de urgencias (¿Por qué no es la vida como Anatomía de Grey? ¿Por qué?), con el del aire acondicionado y con las teorías masculinas. Grandes verdades, sí señora. Te lo pongo aquí por si no ves otros comentarios :S
Un beso.
Porque si la vida real fuese como en Anatomía iban a tener Urgencias colapsada con hembras en celo, por eso. Que me veo a alguna cortándose con el cuchillo jamonero por tener excusa...
ResponderEliminarYo después de casi ahogarme en una playa decidí que me gustan las corrientes que no hagan peligrar mi vida, gracias XD
Ayss tenias que haberte ahogado un poquito para que te llevaran de urgencias adonde el Dr. Macizo jeje
ResponderEliminarSaludos
Marina, sí, estaba muy claro que me iba a caer, por el destino o por cualquier otra razón. Y gracias por lo de los otros post, yo también querría que la vida fuera como Anatomía de Grey.
ResponderEliminarCattz, estooooooo, a lo mejor yo era una de esas del cuchillo jamonero... es que tanto tío bueno por metro cuadrado realmente afecta a la salud, no sé si para bien o para mal.
Babilonio, jolín, ¡qué buena idea! ¿Cómo no se me ocurrió en el momento?
¡Así me gusta, protegiendo tu identidad secreta! Nunca se sabe cuándo puede haber un supervillano por ahí...
ResponderEliminarZor... er... sí, era para proteger mi identidad secreta, eso, eso, MUY bien visto,yo de miedo nada de nada. XD
ResponderEliminarNo era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano... XD
ResponderEliminarSi es que esos deportes de riesgo son eso: de mucho riesgo. Yo no sé cómo os atrevéis!
Pero de todas formas te felicito por no hacerte allí la chulica con tus superpoderes. Te habrían descubierto y eso no mola, ¿no?
Puffffffff, JuanRa, yo creo que ni mis superpoderes me habrían librado del chapuzón...
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