lunes, 30 de mayo de 2011

Nervios

Ya he comentado por aquí más de una vez mi faceta teatrera. Normalmente me encanta ir a las clases: me río mogollón, me destreso millones y hago el lerdo todo lo que puedo para olvidarme de lo malo. Aunque siempre es divertido, reconozco que cuando se acerca junio, y por tanto la muestra final, el ambiente cambia un poco. La actuación final sirve para demostrar todo el trabajo del año, así que a medida que se acerca la fecha y los ensayos no avanzan, los nervios empiezan a hacer estragos.

Todos los años hay estreses, porque el tiempo siempre se nos echa encima y hasta cinco minutos antes de subir el telón parece que va a ser un desastre. Luego ocurre el milagro y todo termina saliendo muy bien. ¿Cómo? No se sabe. Pero siempre pasa.

El problema es que este año la muestra es más seria que de costumbre, los nervios se han multiplicado exponencialmente y la Teoría del Milagro ya no es suficiente para tranquilizar los ánimos. Así que los niveles de histeria se han disparado y claro, pasa lo que pasa.

En general todo el mundo está descentrado y los que de normal ya son despitadillos, ahora parecen suecos, o gente de cualquier nacionalidad que no hable castellano, porque hacen exactamente lo contrario de lo que se les pide:

-Y ahora sales de escena por la derecha. ¡Noooooooo, por la DE-RE-CHA! Tu OTRA derecha. Pero que te he dicho que SALGAS, no que entres. ¡Pero DE PIE! ¡Levántate! ¡Claro, tú, quién va a a ser! Tú a su lado. ¡A su ladooooooo! Pero ¡no le des la espalda al espectador! Mira, vamos a parar porque voy a hacer un cambio en el texto. Tu personaje va a morir de un balazo. Que alguien me pase una pistola.

Los descentrados contribuyen mucho a caldear unos ánimos que ya están moviditos de por sí porque la mayoría de las veces los nervios se traducen en histeria y gritos.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE NO ME TOQUEEEEEESSSSSSSS!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡Que ese movimiento se ha cambiado y ya sólo se insinua, no nos tocamosssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
-Vale, que a mi nadie me ha comentado ese cambio.
-Ah, perdona.
-Por mi, pelillos a la mar, pero ahora me tengo que ir al otorrino un momento porque creo que me has roto el tímpano con el grito que me has pegado.

Y si la confusión y el absurdo son el marco habitual de estos ensayos, ahora reina el caos más absoluto.

-La silla la saca al escenario Maite.
-¿Quién yo?
-¡¡¡No Maite!!!!
-No hay ninguna Maite en clase.
-Ah, pues ella, no sé como se llama.

-Hacemos la escena del café.
-¿Pero qué hacen Adan y Eva persiguiéndose por las mesas?
-¿No salimos después del café?
-No, que hemos saltado dos escenas y vamos a la del niño.
-Ah, vale.

-¿Pero qué haces bailando la música de Rocky?
-Porque soy un poste.
-...
-Que ahora los postes nos movemos.
-Ahhhhhhhhhhhhh, claaaaaaro, es verdad.

Total, un caos. No sé si los nervios acabarán con nosotros. Si no sobrevivo, ha sido un placer leeros este tiempo.

jueves, 19 de mayo de 2011

Un día completo y de récords

Hay días en los que no te pasa nada y días en los que todo lo que te ocurre se merece una entrada en un blog de chorradas como éste. O por lo menos te hacen plantearte la gran cantidad de categorías que faltan por crear en los Record Guinness. Esta semana yo he vivido uno de los segundos. Os lo resumo:

-Me levanto dos horas antes de lo habitual y bato el récord mundial de persistencia en apagado de despertador sin conseguir salir de la cama.

-Pongo un pie en la calle y pulverizo la plusmarca internacional de pérdida de buses encadenada. Se me van tres en la jeta en un trayecto de 10 minutos. No me preguntéis como lo consigo, es un don.

-Contribuyo a diseñar el futuro de Speedytown y alrededores participando en la fiesta de la democracia. Yo, en honor a mi supervelocidad, ya he votado. Que 22M, ni 22M.. a mi me viene mejor hoy, una visita a Correos y arreglado.

-Metros antes de entrar en mi curro me interceptan para grabar un anuncio promocional de un título europeo al que aspira Speedytown. Que "quieren algo fresco, improvisado y que dé imagen de ciudad natural", dicen. Voy con vaqueros, sin pintar y más despeinada que nunca y me plantan en primera fila. El anuncio será muy natural, pero yo acabo de ganar el premio internacional la pava a la que engañan con más facilidad para hacer cualquier tontada.

-Al mediodía, con mi gran sabiduría y experiencia en deportes, voy a comprar cosas que necesito para el buceo. La dependienta de la tienda me dice que no tiene ni idea de eso. Saber menos que yo de cualquier práctica deportiva tiene mérito, así que este premio se lo voy a dar a ella: medalla a la que está más pez en deportes. Se la ha merecido.

-Y para coronar el día, por la tarde tuve el dudoso honor de presenciar cómo se batía el récord al mayor pedo de la historia. No pude ver al autor de semejante hazaña porque la sonorosísima flatulencia se emitió en una habitación y yo la oí desde otra. Imaginaos el pedazo de pedo que se tuvo que tirar el campeón. Sé que era un chico porque él estaba estaba en los servicios masculinos y yo lo oí desde la sala de lectura que está a unos metros de allí. Vale que en las bibliotecas hay silencio, pero me reconoceréis que un pedo que se oye a esa distancia ha batido algún record, seguro. No me quedé a darle una medalla por si olía tan fuerte como sonaba...

Y después de este día completo, ya me puedo morir tranquila. Y menos mal, porque este fin de semana es lo del buceo y depende como sea de bonito lo de allá abajo, igual me quedo en el mar para siempre, haciendo compañía a Nemo.

martes, 17 de mayo de 2011

¡Chas! ¡Torre Eiffel fuera!

Hace como un millón de años o más se me rompió el corazón en mil pedazos. Recogí los trozos, les puse una tonelada de superglue y tiré p'alante. Durante más tiempo del que me habría gustado, anduve por la vida en modo ahorro de energía, haciéndolo todo por inercia: comiendo (poco)porque tocaba, durmiendo (menos) porque no había nadie despierto más que yo, respirando porque es un acto reflejo que no requiere la mínima voluntad...

Por suerte, esos días quedan ya muy lejos. Aún así, como la vida es tan graciosa, mi actual rutina diaria me obliga a pasar por muchos de los sitios en los que un día fui muy feliz, pero que ahora me traen recuerdos que me ponen triste. Aunque cada vez me causan menos efecto, la verdad es que alguna vez sigo sintiendo una punzada en el corazón cuando paso por ciertos sitios. Y me da rabia, porque son lugares en los que he vivido muchas cosas antes y después de sufrir la fractura del músculo aórtico (mejor empleo términos técnicos y nos dejamos de sensiblerías, ¿no?) y no debería asociarlas sólo a eso.

Total, que me cabreo y en los días malos me gustaría hacer desaparecer esos sitios que me hacen sentir mal. Por eso es una gran suerte que se den dos circuntancias:

-Que yo no tenga el poder de Speedysister Peque, que puede desintegrar objetos sólo con pestañear. No podría resistir la tentacion de usarlo en ciertos momentos.

-Que yo no viva en París. Con el super habilidad de mi hermana borraría del mapa la Torre Eiffel, los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo, porque son sus equivalentes en Speedytown los que me molestan.

Lo dicho, una suerte, porque si no, ¿os imagináis? ¡Chas! Pestañeo y a cambiar todas las guías turísticas de Francia y Europa.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tecnología avanzada contra el miedo

Cada uno combate sus temores como quiere o como puede. Hay niños pequeños que duermen con una linterna encendida en la mesilla para vencer su miedo a la oscuridad y chavales que necesitan que sus padres comprueben que no hay monstruos escondidos en el armario para poder descansar. Cuando crecemos nuestros miedos cambian y nuestros modos de enfrentarlos se especializan, pero venimos a hacer más o menos lo mismo.

De mayores nos siguen atemorizando un montón de cosas. Tantas, que algunas resultan incluso absurdas si se piensan bien. Un ejemplo. La mayoría de la gente tiene mucho miedo a hacer cosas sola. Y no digo cosas como luchar contra supervillanos, que más vale ir bien acompañado para asegurarse una victoria rápida y contundente. Digo acciones de la vida diaria para las que, en teoría, no haría falta ningún tipo de acompañante: tomarse un café en una terraza, pasar un rato en la piscina o incluso ir al cine. A ver, que para esto último poca colaboración necesitas: los maromazos de la pantalla grande, un asiento bien cómodo y tú. Todo el mundo ve alguna vez pelis solo en su casa. Entonces, ¿cuál es la diferencia?

Pues yo os lo digo, que en el cine hay que pasar por el suplicio previo de tener que pedirle a la taquillera UNA entrada y que ella repita bien alto, por esos minialtavoces que tienen en las taquillas separadas por un cristal:

-¿SOLO quiere UNA entrada? Si es SOLO UNA se la puedo dar centrada, si fueran más no, pero como es SÓLO UNA....

A estas alturas a ti te parece que te ha crecido una enooooooorme flecha luminosa encima de la cabeza que te señala, junto a un cartel gigante que dice: NO TENGO CON QUIEN IR AL CINE. Estás segura que todo el mundo que cuchichea comenta los triste que es que no hayas ido a ver la peli con nadie y no te cabe ninguna duda que entre los trailers previos van a proyectar uno que se llama "Speedy, la trágica historia de la visionadora solitaria de películas". Total, que para evitar males mayores, terminas alquilando dos pelis en el videoclub, armada con una tarrina gigante de helado y los cojines más cómodos que encuentras en casa. Y aquí paz y después gloria.

Me parece bien, es una manera como otra cualquiera de vencer el miedo a que los demás crean que estamos solos. Una forma de evitar el riesgo de pensar si estamos o no solos de verdad. Luchamos contra estos temores con tecnología cada vez más avanzada: Un iphone para meternos en Facebook mientras esperamos que lleguen los amigos con los que hemos quedado a tomar unas cañas, un movil con miles de juegos por si aparecemos los primeros en el restaurante de la cena o un mp4 para ver vídeos que hagan más llevadero el retraso de quién sea que tenga que venir. Todo son armas contra la soledad o contra las posibles miradas lastimeras de los que crean que estamos solos. Como la linterna de los peques, pero en moderno.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Pijas por fuera, chonis por dentro

En cuanto subí al autobus detrás de ellas noté algo raro. Los taconazos y complementos brillantes que las adornaban como árboles de Navidad me dieron la primera pista. Lo mamporros que iban propinando a los demás pasajeros con la super bolsa de Carolina Herrera que llevaban colgada al hombro lo confirmaron. Y las primeras palabras que dejaron salir de su boca disiparon toda duda. Viajaba en el autobus con unas pija-chonis.

Esta especie es una híbrido entre Belén Esteban y Carmen Lomana. Se trata de Princesas de Barrio de pura cepa que han digi evolucionado modificando su aspecto para parecer ricachas (o intentar parecerlo sin conseguirlo). Son especímenes cada vez más extendidos con los que hay que ser prudente porque muestran elevados niveles de agresividad con su entorno más próximo. Yo coincidí con dos ejemplares de la misma manada, madre e hija, y os lo confieso, pasé mucho miedo.

Y eso que el viaje comenzó tranquilo. Las pijas-chonis se dirigieron hasta el fondo del autobús empujando a todo el mundo con sus bolsas y quejándose a voz en grito de lo agotadas que estaban tras una extenuante tarde de compras y del gran sufrimiento que les suponía viajar en un medio de transporte tan "poco cool" (pija-choni madre dixit) como el autobus. Se sentaron cada una en una punta y, a pesar de que no parecían enfadadas, se dedicaron a ladrarse la una a la otra. Quizá ladrar no es el término más correcto porque es propio de perros, pero mugir es de vacas y bufar es para gatos y dudo que hayan inventado ya una palabra propia para la comunicación de su especie. Desde luego hablar, como el resto de los humanos, no hablaban.

Los demás viajeros del bus contemplábamos el espectáculo con una mezcla de admiración, estupor y a una distancia prudencial, porque quien más o quien menos sabe que no es conveniente enfadar a una pija-choni y menos si ya las pillas cansadas y malhumoradas. Pero el caso es que a una temeraria pasajera se le ocurrió pedirle educadamente al ejemplar madre que retirara su pie descalzo de uno de los asientos. Inmediatamente se hizo un silencio sepulcral. Se mascaba la tragedia y, efectivamente, se desencadenó la guerra.

La pija-choni cría entró en erupción en dos milisegundos y empezó a escupir por su boca, a voz en grito, toda clase de insultos hacia la pobre pasajera, que la miraba horrorizada. Creo que no he oído a nadie decir tantas burradas en tan poco tiempo. Pero lo que realmente me sorprendió es que, entre insultos comunes y conocidos, el ejemplar cría daba argumentos (para ella demoledores, supongo) como estos:

-USTED (porque oye, estás perdiendo los papeles por completo y la estás poniendo a caer de un burro, pero no las vas a tratar de tú, que hay que mantener unos mínimos) NO TIENE NI QUE MIRAR A MI MADRE, NI HABLARLA, PORQUE USTED ES MUCHO MÁS FEA QUE ELLA Y MÁS VIEJA. VIEJA, MÁS QUE VIEJA, QUE ES USTED UNA VIEJA. ¡Y LO PEOR DE TODO: NO TIENE NADA DE CLASE!

No sé que me preocupa más: la cara de satisfacción que ponía pija-choni madre ante el bochornoso numerito que estaba protagonizando su cachorro en su supuesta defensa (ante un ataque inexistente) o que pija choni hija insulte a los demás diciendo que no tienen clase, lo que implica que ella piensa que tiene mucha. MADRE DEL AMOR HERMOSO. Si pija-choni hija tiene clase, yo soy Miss Universo. No os digo más.

lunes, 9 de mayo de 2011

Algo bueno

Me ha pasado algo guay. Y, no, malpensados, no, no estoy hablando de sexo, que es lo primero que habéis pensado todos, ya lo sé. No es de amores, ni de trabajo, ni me ha tocado la lotería. Pero es bueno, muy bueno. Y con la mala racha que llevaba, me hacía muuuuuuuuuuuucha falta algo bueno. No os puedo decir lo que es, porque comprometería mi identidad secreta, pero es tan bueno que os lo tenía que contar, aunque sea a medias. Ya sé que estos post en clave son una caca de la vaca Paca... pero no puedo dar más detalles. Es bueno, muy bueno. Fiaos de mí.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Me lo estoy pensando

Me he apuntado a un curso de buceo. Sí, sí, ya sé lo que me vais a decir: "Con lo mal que se te dio el piragüismo y el chapuzón que te ganaste a pulso en el rafting, para qué te metes en estos berenjenales, alma de cántaro". Y bueno, sí, para qué nos vamos a engañar, tiene pinta de que voy a llevar el mismo camino, pero es que... no sé, está allí y le oigo llamarme. "Speedyyyyyyyy, vennnnnnn, ponte las aletas y pruébameeee" y no lo puedo evitar, yo me apunto y que salga el sol por donde quiera.

Aunque os confieso que esta vez tengo miedín porque hasta los preliminares están siendo un agote, así que no me quiero ni imaginar cómo va a ser el curso. Para empezar me han mandado un libraco de 300 páginas que me tengo que leer antes de la primera clase. Uyyyyyyyyyy, mal comienzo, con las poquitas ganas de concentrarme en nada que tengo yo en cuanto llega el calor. Pero en fin, saco fuerzas de flaqueza, abro el tochazo y me encuentro con esto:

-La presión es distinta dentro del agua, así que tienes que compensar. Si no compensas bien, PUEDES MORIR. (Bueno es saberlo)

-Es muy importante que respires regularmente. Si aguantas la respiración mientras buceas, aunque sea un momento, PUEDES MORIR. Hay gente que se da cuenta al bucear que tiene costumbre de estar en apnea frecuentemente, tú no lo hagas. (No me digáis más, PODRÍA MORIR).

-La diferencia de presión se nota en las cavidades del cuerpo, te puede pasar, por ejemplo, en un empaste de una muela mal puesto o desgastado. Para mayor seguridad intenta bucear sin empastes. Claro, ¿y qué hago con los que ya tengo? ¿Me los arranco?

-SI sales a la superficie rápidamente y no has compensado, tus pulmones pueden estallar. (Es un detalle que no hayáis nombrado la muerte en este caso, preferías que me haga yo la imagen mental, ¿no?)

Total, que si por alguna extraña razón, no te quedas tranquila con la información del libro, te exigen que te hagas un reconocimiento médico que les libre de responsabilidad en caso de que MUERAS. En concreto tiene que ser un reconocimiento de medicina hiperbárica para comprobar que puedes realizar actividades subacuáticas. Pues oye, esto que parece tan sencillo, está siendo toda una odisea, porque Speedytown no es tan grande como Capilandia y me ha costado un siglo encontrar un médico que haga estas pruebas. A la mayoría a los que les he preguntado me han contestado cosas como estas:

-¿Hiper qué?
-¿Para hacer actividades qué?
-¿Que vas a hacer un curso de buceo? ¿Y eso?

Después de mucho investigar, me han terminado mandando al Hospital Poco Concurrido de Speedytown, el único sitio en el que parecen saber algo de este tema. En el sótano y al final del pasillo más lúgubre que he visto en años, me encuentro a la especialista en medicina hisperbárica, una señora peinada al más puro estilo Einstein, que tiene un par de gafas puestas, otras en la cabeza y otras colgadas del cuello. Trabaja en un habitáculo en el que hay un tanque enoooooooooooorme, que hace un ruido muy raro y con un cuadro de mando de cientos de botones de colores alrededor.

-Ah, sí, yo puedo hacerte el reconocimiento, te haré esta prueba, esta otra y una analítica. A ver qué fechas tenemos... (Llama a su ayudante) Igor, ¿cuando podemos sacarle sangre a esta chica?

Sabía que en un sitio tan tétrico como ese tenía que haber alguien que se llamara así para poder decirle "Igor, aprieeeeeeeeta la palanca, aprieeeeeeeta la palanca", como en la creación de Frankenstein.

No sé yo... igual no me apetece tanto lo del buceo.

domingo, 1 de mayo de 2011

¡¡¡¡Ayyyyyyyyyy, piltrafilla!!!!!!!

El otro día me pasó una cosa rara. Tenía un mal día de esos en los que estás tan negativa que miras un donut y sólo ves el agujero. Y de pronto me para una niña en la calle. Tendría unos diez años y me miraba con una cara de tragedia absoluta, como si se fuera a acabar el mundo.

-¿Puedes coger mi perrito?

Al principio la entendí mal. Creia que quería que acogiera a su mascota, que la adoptara. Justo cuando me disponía a explicarle que mi vida es demasiado caótica ahora mismo para que ninguna vida, (humana o animal) dependa de mí, me di cuenta de lo que me pedía en realidad. Quería que le sujetara a su perro.

-No puedo ponerle la correa sola. Se me ha escapado antes y casi no lo encuentro. Si lo pierdo, mi padre me mata.

Miro al perrillo. Es un cachorro blanco, precioso, tan pequeño como su mini-dueña. Esos ojos negros con los que me mira no expresan la mínima intención de escaparse: sólo quería jugar. Mientras la niña le pone la correa, intento tranquilizarla. Me sorprende el gran disgusto que para ella ha supuesto algo que, en realidad, no era tan grave y que ha acabado bien. No puedo evitar sonreir al pensar cuántas veces habrá hecho lo mismo Speedydad conmigo.

Porque yo soy un poco Doña Dramas. Y cuando me preguntan en el Speedyhogar, cuento mis miniproblemas y mis cutre-batallas con supervillanos como si fueran tragedias griegas. Tal y como yo lo veo en ese momento, el mundo se va a acabar y el cielo se va a caer sobre nuestras cabezas, tal y como temían Asterix y Obelix. Y no hay más.

Speedydad, que ya está de vuelta de todo y que, nunca mejor dicho, está curtido en mil batallas como experimentado superhéroe que es, me mira con cara de paciencia infinita y pone esa expresión rara. La misma que le puse yo el otro día a la niña del perro perdido. Ese gesto como diciendo:

-¡¡¡¡¡¡¡Ayyyyyyyyy, piltrafilla!!!!!!!!