viernes, 24 de julio de 2015

Minimetas

Los alcohólicos en recuperación sienten literalmente que el mundo se les cae encima y para salir adelante necesitan fijarse metas pequeñas, tan pequeñas como se pueda. Por eso, al principio, lo único que se plantean es llegar al día siguiente sin beber. Cuando lo logran se proponen aguantar hasta el siguiente. Y después hasta el siguiente. Los días se amontonan en semanas y las semanas en meses y de esta manera muchos de ellos consiguen vencer su adicción.

Bueno, pues yo no bebo mucho alcohol y no estoy enganchada a ninguna droga (si descartamos prácticamente todos los dulces del universo conocido, claro) pero últimamente, (y desde hace mucho, además) siento que todo a mi alrededor se derrumba. Bueno, no, que ya está en ruinas. Que lleva mucho tiempo así y que ya no puedo más.

La cosa es que esto es lo que hay y lo que va a seguir habiendo hasta que a mi vida le pete cambiar y, como no existen atajos ni puertas traseras para salir de este horror permanente, lo que toca es aguantar. Más que nada porque no queda otra y porque a mi vida se la chufla si yo estoy harta o no o si me queda capacidad de aguante o se me ha acabado. Así que lo único que puedo hacer yo es buscar técnicas para resistir a toda costa.

Muchas de estás técnicas ya han salido por aquí, como mi lupa de 16 aumentos, pero últimamente se está quedando corta de potencia. Y es que cada vez está el tema más turbio y me toca agrandar cosas cada vez más enanas, taaaaaaaan enanas, que empiezan a acercarse peligrosamente a los niveles mínimos.

Así que, así las cosas, he decidido que la mejor defensa es un buen ataque y que voy a bajar yo al mínimo mis metas de aguante. A partir de ahora mi objetivo es, como el de los exalcohólicos, llegar a mañana. Resistir 24 horas más. Y mi lema va a ser el de Miedo en esa preciosidad de peli que se acaba de sacar Pixar de la manga.

"Hoy no nos hemos muerto. Es lo que yo llamo un éxito total"

miércoles, 22 de julio de 2015

Money, money, money

No sé... a lo mejor estoy intentado batir algún récord y no me he enterado, porque llevo una temporadita que... ¡madre del amor hermoso!

Habría mucho que contar, así que me voy a centrar en la razón que mueve el mundo según Liza Minnelli en Cabaret: el dinero. La pela es la pela, sobretodo cuando no se tiene, lo cual viene siendo el mal que aqueja mayormente a mi economía doméstica. Mi situación de prebancarrota perpetua ha digievolucionado a un estado superior más preocupante en el que hay bastante más de bancarrota que de pre. Y la cosa está empezando a ponerse realmente turbia.



Pero como esto no era suficientemente malo y a mi me gusta darle emoción a la vida estoy viviendo el verano con más catástrofes económicas desde que se tienen datos registrados. No acabo de recuperarme de un disgusto pecunario, que ya me viene otro de frente. Lo que viene siendo un no parar, vamos.

-Primero sufrí intoxicación bodorril por sobreexposición a bodas y celebraciones varias. Que ya se sabe que lo malo de estas patologías  no es la patología en sí, sino los síntomas asociados (vestidos, peluquerías, zapatos, bolsos, regalos, más regalos...) que conllevan la expulsión de dinero a chorro y de forma completamente incontrolable.

-Tampoco me libré de otro de los males que suele relacionarse con la intoxicación bodorril: sobredosis de despedidas de soltera. He perdido la cuenta de a cuántas de ellas estuve expuesta, pero sí que tengo claro que de una volví roja fosforita y de casualidad. Y digo que volví de casualidad porque casi no vuelvo. Y es que en esa despedida hicimos muchas gracias, entre ellas perder el avión, con lo que hubo que comprar un billete de última hora a precio de oro. Justo juuuuuuuuuuuusto lo que le venía mejor a mi maltrecha economía.

-Como no me parecía suficiente pagarle la universidad a los hijos de los jefazos de las compañías aéreas ahora también voy a contribuir a sostenimiento del sector de la telefonía móvil. Un amigo de lo ajeno, sin pizca de corazón pero con una extraordinaria agudeza para localizar el único objeto de valor de mi bolso, me mangó el otro día mi estupendérrimo móvil nuevo. Después de pasar siglos en el ostracismo comunicativo total sin whatsapp, ni internet en el teléfono ni nada de nada, por fin había conseguido ponerme al día con un PRE-CIO-SO terminal blanco que hacía de todo menos prepararme el café por las mañanas. Bueno, pues tres meses me da durado lo bueno.Ahora algún cabrito me ha levantado el móvil y yo he tenido que volver a mi viejo Nokia con el que sólo puedo llamar y mandar sms. Y para colmo empieza a fallarle la batería. Que esos teléfonos son inmortales pero los años no pasan en balde...

En fin, así está el tema. Y aún no ha acabado julio, mes de pago de alquiler, IVA, IRPF y demás torturas chinas disfrazadas de cargas impositivas, así que a saber que otros disgustos económicos me quedan por delante.

Yo, por si acaso, lo voy diciendo: Tuerto, ¿estás por ahí? ¡¡Pues deja de mirarme!!

viernes, 17 de julio de 2015

Mis estados de whatsapp

De siempre me ha gustado apuntar las cosas. Seguramente será porque me olvido de todo y por eso pienso en escribirlo para cuando quiera utilizar esas palabras, esa idea, esa frase. Luego con el caos de vida que llevo y mi cada vez más preocupante nivel de desorden vital no tengo ni la menor ida de donde dejo estos apuntes y nunca encuentro nada, pero en fin, eso ya es otra historia. El caso es que yo las intento guardar.

De hecho una de mis posesiones más valiosas de cuando no levantaba dos palmos de suelo son mis folios de "frases bonitas". En esas páginas recogía las citas célebres, pensamientos profundos bien expresados y juegos de palabras que me iba encontrando por los sitios más inesperados (incluso libros de texto) y que yo atesoraba como auténticas joyas. Por aquel entonces era una cría y algunas cosas de las que apuntaba no son tan chulas como yo creía en su momento, pero otras no han perdido ni pizca de brillo. Cuando estoy ploff todavía las releo de vez en cuando. Incluso a veces cuando no estoy ploff.

Esta fiebre apuntadora se fue debilitando con el tiempo, pero más que desaparecer se transformó. Muy en consonancia con la era digital que estamos viviendo, lo que más me llama la atención ahora son las frases ingeniosas, breves, que consiguen arrancar una sonrisa exponiendo con gracia una realidad palmaria que define a muchos de los que leen. Twitter está lleno de estas joyitas (sobre todo en las biografías), pero antes se encontraban  en las páginas de humor de Facebook y en los chistes que se iban pasando en esas horribles cadenas de correos de los inicios de Internet. Muchas veces pienso: esas palabras son tan yo que me las pondría de estado en whatsapp. Y lo haría si esa red social del demonio no fuera tan horriblemente democrática con desconocidos, jefes coñazo, familiares en cualquier grado de cercanía y cotillas en general (porque, seamos serios, hay tontadas que no son para todos los públicos)

Por suerte, aquí ni os veo ni me veis, así que puedo decir, inventar, almacenar o recopilar las lerdeces que me de la gana. Por eso, allá van, algunos de mis posibles estados de whatsapp (No son invenciones mías. De los que recuerdo la fuente, la copio, Los demás a saber de donde han salido, yo los fui leyendo por ahí hace tiempo y ya no recuerdo donde... si alguien sabe de quien son, que lo diga)

-Soy cinturón negro en cambiar de tema

-Mi árbol favorito es la palmera de chocolate.




-Hay gente a la que le quitas la tontería y se queda en nada

-Espero que alguien aproveche el tiempo que yo pierdo




-Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte

-He tropezado tantas veces que ya caigo con estilo



-La vida es demasiado corta como para extraer el USB con seguridad.

-Si los puntos suspensivos hablaran...



-Salir de fiesta y volver de casualidad

-Salir en plan tranqui, pero llevarte las gafas de sol, por si acaso





De hecho, hay incluso un estado de whatsapp ideal para este blog. Este.



¿A que sí?

martes, 14 de julio de 2015

De caza menor

Para que se entienda el dramatismo de la situación que os voy a contar primero tengo que aclarar conceptos.

En una vida sentimental puede haber momentos tranquilos, pequeñas pausas, sequedades moderadas, sequías pertinaces y desiertos totales. Bien, pues para que os hagáis una idea, yo estoy ahora mismo atravesando el desierto del Sahara, el de Arabia y el de Gobi juntos, puestos uno detrás de otro. Madre del amor hermoso, qué horror. Como dirían los profesionales de moda en esta ola de calor infinita que estamos viviendo, es la sequía emocional más larga registrada en la serie histórica.

La verdad que es un tema ya de preocupar y supongo que me preocuparía si  mi vida me diera la ocasión, pero como sigue saliendo agua de todas partes, pues bastante tengo con lo que tengo. Como me paso la mayoría del tiempo taponando escapes, no me da tiempo ni a pensarlo, pero de vez en cuando aparece un maromazo de ojos verdes que me espabila los instintos y me lo recuerda. Y en este cuarto párrafo viene, POR FIN, el meollo de la entrada.

La superguarida de los speedypadres la vigila este verano un maromazo de ojos verdes que está, por decirlo finamente, de muy buen ver. Tras una primera inspección ocular calculo que posiblemente le doblo la edad, pero los ejemplares de su especie son muy poco numerosos y menos en mis desiertos sucesivos, así que no está la cosa para ponerse exquisita y dejar que se me escape. Ganas de cazarlo tengo, ahora bien, ¿voy camino del éxito? Ni de lejos.

En situaciones como esta, lo lógico sería colocarse una minifalda muy mini, ponerse las pinturas de guerra, encaramarse a unos supertaconazos y buscar una excusa para subir y bajar las escaleras sexy y elegantemente mientras le dedicas a tu presa la mejor de tus sonrisas. Por razones ajenas a mi voluntad y que sería muy difícil explicar aquí, esto es lo que estoy haciendo yo:

-Subo y bajo las escaleras, sí, pero sudando la gota gorda y cargada hasta los topes con cajas, bolsas y mochilas a cual más cutre. Que para hacer el cuadro completo sólo me falta cantar; "Somos las gitanas que venimos a vender orinales con pedales, así, si el niño no mea, por lo menos, pedalea".

-Dada la ola de calor que azota Speedytown, voy con unos pantalones muy minis, sí, pero son del año catapún y les doy un CERO patatero en sexidad. De todas maneras, no sé a qué vienen esas caras que estáis poniendo, ya me gustaría veros a vosotros trasladando bártulos de punta en blanco a estas temperaturas... Lo hago por pura supervivencia.

-De las pinturas de guerra ni hablamos... más que nada porque en casa de los speedypadres ya no tengo maquillaje... y si uso algún color de los de Speedymum igual es peor el remedio que la enfermedad, ¿no? Recordemos que al maromazo ya le saco unos cuantos añitos... no agravemos las diferencias con estilismos faciales poco acertados.

- Y en cuanto a mi estilismo capilar... que os voy a contar que no sepáis. Que la plancha mágica consiguió hacerlo menos incontrolable pero que con estos calores no hay pelo que resista en su sitio. Coleta cutre y a tomar aire fresco...

Y así pasa que, con esta facha, el pobre chico se pensará que vengo de vender droga... Cualquier día igual hasta me pregunta si puedo "pasarle alguna pasti" para soportar mejor las vigilancias. Que oye, bien mirado, tampoco sería tan terrible, ¿no? Así por lo menos ya no tendría que buscar una excusa para hablar con él.

jueves, 9 de julio de 2015

Preguntas estúpidas

Llevo un rato pensando como contar esto en modo jijijaa y no he encontrado la manera, así que había decidido no contarlo. El problema es que se me ha quedado atascado en alguna parte y lo tengo ahí, en plan tapón, sin dejar salir nada más y así no hay quien termine una entrada. De lo que sea. En mi carpeta de borradores hay un post a medias sobre gente rara, otro sobre vacaciones, otro sobre despedidas de soltera... pero no consigo rematarlos porque tengo esto atascado en los dedos y o lo suelto o reviento. Así que lo voy a soltar.

Me siento mal.Tan mal que no he encontrado una forma jijijaja de decirlo, lo cual es preocupante porque casi siempre consigo reírme de todo. Pero hoy no puedo.

No puedo porque no me hace ninguna gracia como está mi vida. No saber a donde voy. Lo que me espera. Qué puedo hacer para tener un mínimo, UN MÍNIMO, de tranquilidad. No tener nadie en quien apoyarme (un apoyo real, a partes iguales). No poder decidir sobre nada verdaderamente relevante. Que no me quede más remedio que limitarme a asumir, aceptar, reaccionar. Creedme cuando os digo que nada de esto tiene ni p*ta gracia.

Y aún así hay cosas peores. Como que nadie entienda nada. En absoluto. Que le expliques a la gente lo que te ocurre y que te hagan preguntas que demuestran que no se hacen ni una lejana idea de tu situación. 

-¿Vas a salir con unas chanclas de ese color?
-Mi casa está en llamas, corro para salvar mi vida, ¿de verdad crees que mi problema más importante es el color de mis chanclas?

No entienden nada, pero se permiten el lujo de dar consejos, de cuestionar tus decisiones. ¿Que por qué no hago eso? Porque NO PUEDO. ¿Que por qué he hecho lo otro? Porque no me ha QUEDADO OTRO REMEDIO. ¿Crees que me gusta estar así? ¿Que es divertido? ¿Piensas que tú podrías hacerlo mejor, que lo solucionarías todo en un plis? Eso me encantaría verlo. ¿Cambiamos los papeles un día y lo comprobamos?

No sé, yo hago lo que puedo. Es evidente que no lo suficiente porque todo me va de pena, pero no sé hacerlo mejor. Mi vida no vino con manual de instrucciones y está claro que lleva un mecanismo distinto porque hacer lo que a otros les funcionó no sirve para nada en mi día a día. Así que mi sistema es improvisar y método prueba-error. Hasta ahora sólo he visto los errores. Por una cuestión de pura estadística, los aciertos tienen que estar al caer.

¿No entiendes mi vida? Bienvenido al club, yo tampoco. Pero por favor, POR FAVOR, si no entiendes nada, deja de hacerme preguntas estúpidas. Estoy al límite. Muy al límite. No sé cuantas preguntas estúpidas más seré capaz de aguantar. 

lunes, 6 de julio de 2015

Celos

Conozco a mucha gente que mide la intensidad de los sentimientos (amorosos romanticones, me refiero) por la existencia o no de celos y por la magnitud de estos. Si te pones muy celosa, le quieres mucho. Si no, no. Y bueno... la cosa no es tan sencilla. Ni por el forro.

Para empezar hay muchos tipos de celos (laborales, familiares...) pero centrándonos en los amorosos romanticones el tema es bastante más complejo de lo que se dice en el párrafo de arriba. De hecho, los celos más que con el amor tienen que ver con la inseguridad. Y con la competitividad y la posesión. Sobre todo con la posesión.

Porque pensándolo bien, la mayoría de las veces nos ponemos celosos porque alguien trata de quitarnos algo que es nuestro. O que creíamos que era nuestro. El afecto de alguien. La atención de alguien. El tiempo de alguien. Lo disfrutábamos nosotros y de repente llega un/a advenedizo/a y amenaza con apropiárselo, con dejarnos sin ello. Lo cual nos hace sacar las garras y ponernos en modo competición. ¿Quien osa tratar de mangarnos algo que nos pertenece? ¡¡Habrase visto!!

Y ahí entra la competitividad que decía en el párrafo de arriba. "Este/a no se sale con la suya ni de coña", piensas. De repente, en realidad, lo único que importa es no perder. O mejor dicho, que el/la otro/a no te gane. La persona por la que lucháis a menudo es lo menos importante o no importa en absoluto. El objetivo fundamental ahora es salir victorioso, ser el/la elegido/a

La mayoría de las veces los celos no tienen nada que ver con el amor. No sé por qué tanta gente se empeña en lo contrario.

jueves, 2 de julio de 2015

Teclear bajo presión

Mi ordenador ha sufrido mucho este curso. Muchísimo. Más que yo, con eso os lo digo todo. El problema es que ha tenido que trabajar a destajo, hacer maratonianas jornadas de 14 horas, almacenar todas las chorradas y no tan chorradas imaginables y superar unos estreses de apagado-encendido-vuelto a apagar y otra vez al lío que ni los test de estrés de los bancos en los peores tiempos de la prima de riesgo. Pensaba mi pobre computadora que con la llegada del calor y el aumento de las horas dedicadas al piscineo extremo iba a reducirse su actividad y por tanto su sufrimiento, pero nada más lejos de la realidad. Mis marrones, la mayoría de los cuales adoptan en un momento u otro formato digital, no descansan en ninguna época del año, y en verano menos que nunca. Y mi pobre ordenador, que lleva cuatro años siguiendo de primera mano mi locura de vida, debería saberlo mejor que nadie.

Ahora, los sufrimientos de mi leal compañero tecnológico empeoran con nuevos problemas. Su fabricante avisó la semana pasada de que un defecto en una remesa de cables de alimentación eléctrica estaba ocasionando que muchos de ellos se sobrecalentaran, incendiaran y todos los verbos acabados en "aran" que tienen que ver con llamas y que terminan con un pifostio de proporciones míticas. Después de hacer en Internet un test infinito de tropecientas sospechosas preguntas tengo claro que MI cable de alimentación es uno de los afortunados elegidos para echar chispas. Esto quiere decir que para evitar catástrofes mayores puedo encender mi portátil muy poco rato seguido, pero ¿significa que lleva una vida más relajada? No. Ni por el forro.

Lo que significa es que hay que hacer lo mismo que antes en la mitad de tiempo, lo cual añade estrés y nerviosismo a las tareas habituales. De repente todo son pruebas  a contrareloj, en plan "este mensaje se autodestruirá en 15 segundos" y claro, estamos todos, mi pobre ordenador y yo, al borde del colapso cardíaco. Ahora mismo, por ejemplo, a la minirayita que le queda a la batería de mi ordenador sólo le falta un cartel al lado que diga: "En serio, tronca, termina ya, me apago en un plis". Si eso no es presión, yo no sé lo que es.

Total, que si en estos días previos a la llegada de mi nuevo y no defectuoso cable de alimentación, me leéis alguna cosa rara (más rara de lo habitual, digo), pues ya sabéis lo que es. Las prisas, que son malas consejeras. Y que yo estoy cada vez peor de lo mío también un poco. Pero poco, ¿eh?