miércoles, 28 de julio de 2010

¡Esto es la guerra!

Cada verano lo mismo. Llega el calor, los termómetros se disparan y empieza la guerra. Una lucha encarnizada y cruel, despiadada, sin prisioneros, a vida o muerte. Fuera el asfalto se derrite. Dentro se congelan hasta las ideas. Los termostatos humanos se descontrolan: mientras unos mueren asfixiados, otros sucumben a los síntomas de hipotermia, y el enfrentamiento es inevitable. Ha llegado la batalla por el control del aire acondicionado.

La temperatura a la que debe estar un habitáculo en el que conviven varias personas es siempre fuente de agrias polémicas, pero en los centros de trabajo el conflicto se agudiza. Será que son ambientes de mucho estrés, será que son labores que requieren de concentración o será que la gente está de mala leche por tener que currar en lugar de torrarse en la piscina como hacen los afortunados que SÍ están de vacaciones. Pero el caso es que el aire acondicionado es la mayor causa de discusión en los ambientes laborales durante la época estival.

El enfrentamiento tiene sus fases, claro. Como suele pasar con todo, empieza suavecito.
-¿Os importa si quito el aire?
-Pero si hace mucho calor. Veeeeeenga, lo que quieras...

Pero pasan los días y la gente se va quemando. Los calurosos pasan calor, los frioleros se hartan de pasar frío y empiezan a aparecer las indirectas al más puro estilo Gila, que quería hacer confesar a un criminal a base de insinuaciones ("alguien ha matado a alguien, alguien es un asesino..."). Eso sí, estas indirectas son más directas, se enfatizan con muchísima intención y mirando directamente al rival:
-¿Y esa bufanda?
-Es que me duele la garganta del aire acondicionado. Pero bueno, me preocupa más que esta mañana se me cayeran dos dedos de una mano a causa de los síntomas de congelación.

Llega un momento que las indirectas no son suficientes y hay que pasar a la acción física. No digo que se llegue a las manos (casi nunca), pero se aparca definitivamente el más mínimo asomo de educación.
-¡Que quitéis el aire, coño, que no se puede trabajar tiritando!, dice uno dirigiéndose iracundo hacia el termostato.
-Pues si tienes frío te traes una chaqueta, que fuera hace 40 grados y yo no tengo por qué sudar como un cerdo, dice otro levantándose inmediatamente después para volver a cambiar la temperatura del aparato.

A partir de ahí ya empieza una pelea de gallos, un duelo de miradas torvas y de amenazas expresadas a través del lenguaje corporal que gana el que más consistencia física tenga, el que cuente con más apoyos entre los compañeros o el que se esté tirando al jefe/a, directamente.

A mí, que no me gustan los problemas, me llevo la camiseta de tirantes más escotada que tengo debajo del plumas más calentito de mi armario y vivo feliz. No quiero líos, que tengo una identidad secreta que proteger.

martes, 27 de julio de 2010

Teorías, o por qué jamás entenderé a los chicos

Cuantos más años vivo más convencida estoy de que hombres y mujeres pertenecemos a especies distintas. Vale que nuestras funciones básicas son parecidas: comemos de forma similar, nos movemos de modo semejante y empleamos la mismas habilidades comunicativas. Pero no me puedo creer que seres que tienen procesos mentales tan distintos sean la misma clase de animal. Señores antropólogos e historiadores, por favor, revisen sus notas, porque se les ha pasado algo.

Yo empecé a ser plenamente consciente de esto en mis años universitarios, en los que pasé buena parte de mi tiempo en ambientes mayoritariamente masculinos. Allí pude conocer un poco más (aunque nunca del todo, claro) cómo piensan y de lo que hablan los chicos cuando no hay chicas delante (o eso creen ellos). Y sí, tal y como estáis pensando, hablan de sexo casi todo el tiempo. Pero también hablan de amor. Mucho.

Los especímenes masculinos con los que yo me juntaba más frecuentemente compendiaban sus conocimientos en la materia en perlas de sabiduría que llamaban Teorías. Había Teorías sobre los temas más diversos y con cada una de ellas me quedaba muy claro que jamás llegaríamos a ponernos de acuerdo . Por ejemplo:

-Teoría de la baraja.
A un chico cualquiera le pueden gustar un número indeterminado de chicas, entre un mínimo de una y un máximo de 50. Ésta es su baraja de posibilidades, de ahí el original nombre de la teoría. El sujeto en cuestión puede y debe tontear con todas y cada una de ellas para averiguar si consigue algo con alguna.

Hasta ahí bien, ampliación de miras, diversificación de riesgo. Puedo entenderlo. Lo que no comprendo es por qué la teoría no la puede aplicar una chica. Cuando esto pasaba, según ellos, se trataba de otro comportamiento llamado...

-Teoría del Mariposeo.
Si una chica habla, ríe, se divierte y es amable con varios chicos no sólo está tonteando con ellos, está MARIPOSEANDO. Según los sesudos elaboradores de la teoría, mariposear sin intención de enamorarse perdidamente, frinkar a lo loco y tener descendencia era un acto cruel que sólo perseguía hacer daño a la pobre víctima del mariposeo.

Ahhhhhh, ya, así que una chica no puede mariposear, no sea que el chico se haga ilusiones, pero las 50 cartas de la baraja del chico están tan contentas porque no tienen corazón, ¿no? Ya, claro.

Algo parecido pasaba con esta otra perla cognoscitiva

-Teoría del Osito de Peluche.
Un chico no debe confraternizar demasiado con el objeto de su deseo porque corre el riesgo de convertirse en su osito de peluche, que viene a ser lo mismo que pasar a la "zona amigos". Si eso pasa, la chica le contará sus temores, sus pensamientos, sus sentimientos y le excluirá automáticamente como posibilidad de pareja frinkable actual o futura.

Pues la verdad, no sé quién empezó ese rumorazo, ni en qué se basa. Yo conozco un montón de chicas a las que les gustan los ositos de peluche. La primera yo y hay otras cuantas en este club. Os paso sus teléfonos cuando queráis.

Y la elaboración teórica que a mí menos me gustaba. Aunque se aplicaba frecuentemente, creo que no llegó a ser formulada oficialmente como teoría, así que me voy a inventar el nombre.

-Teoría de O Frinkamos, O Nada.
Si la chica rechazaba al chico como pareja, ya no podía hablarle más, ni ser mínimamente amable, ni interesarse por él. Si lo hacía, se interpretaba como un cruel intento de insuflar ilusiones en la pobre víctima masculina, para volver a hundirle en la miseria poco después.

Que vale, yo eso lo entiendo con alguien que no conoces apenas, que te interesa como ligue/rollo y nada más. Pero si somos amigos, si hemos compartido un montón de cosas, si tenemos mucha gente en común... ¿O frinko contigo o no quieres volver a saber nada de mí nunca más? Pues sí que estabas tú profundamente enamorado, ¿no?

Estoy completamente segura de que los elaboradores de estas teorías discreparán de todo lo que he escrito. Pues si alguno de ellos llega a leer esto, que deje sus quejas y argumentaciones en los comentarios. He dicho.

lunes, 26 de julio de 2010

Voces

Me encanta la radio. Quizá por eso o quizá ya desde antes de que me gustara, me fijo mucho en la voz de las personas. Muchísimo. Para mí es el rasgo físico más llamativo. Unos ojos preciosos, una altura espectacular o un cuerpo bien moldeado no tienen nada que hacer contra una voz bonita. Es mi debilidad, lo reconozco.

Y tampoco sabría definir cómo es una voz bonita, porque no tiene unas características concretas. En los hombres suelo preferir un tono grave, pero no tanto que parezca engolado y una forma de hablar tranquila. En las mujeres odio los timbres excesivamente agudos y me parece que queda mejor un ritmo más rápido. Todo ello con un millón de excepciones, claro. ¿A que estoy siendo muy específica?

Cuando oigo una voz y no conozco el aspecto físico de la persona a la que pertenece, mi imaginación vuela. Tras una voz bonita me invento un chico guapísimo, supereducado y atento. Me he pasado media vida enamorada de la persona que doblaba los documentales de National Geographic, con eso os lo digo todo.

De hecho, una de mis primeras y más grandes decepciones amorosas fue ver en persona a Joaquín Guzmán (el presentador de un programa de radio que se llamaba La Gramola). Que no digo yo que sea feo, ¿eh? Pero es que estar a la altura de las expectativas que yo me había formado era muy, pero que muy difícil. Por eso no me gusta nada la nueva moda de la emisoras de poner en sus páginas web fotos de sus presentadores estrella. Pero qué quieren, ¿quitarnos la ilusión? Que de sueños también se vive, hombre.

domingo, 25 de julio de 2010

La Speedyfamily in the beach

La Speedyfamily siempre ha sido una familia movidita. Éramos muchos hermanos, con poca diferencia de edad entre nosotros y con superpoderes (todavía poco desarrollados, pero superpoderes al fin y al cabo. Probad a cuidar de un bebé que se tira desde cualquier altura, pero que sólo consigue volar una vez de cada cuatro y sabréis de qué estoy hablando).

Esto significa que durante muchos años mi casa fue un auténtico caos las 24 horas del día. Lo mismo te encontrabas a alguien haciendo el pino contra la puerta del armario, que decorando la pared del pasillo con unos artísticos rayajos titulados Paisaje Pop, mientras otro de nosotros buscaba algo a lo que encaramarse para poder robar el chocolate escondido en la última balda de la nevera. La bulla era continua, pero en las comidas se formaba tal alboroto que hasta hubo que establecer turnos de palabra. La verdad es que no sé como los Speedypadres podían con nosotros.
Una cosa es salvar el Mundo todos los días, pero esto ya son palabras mayores...

Total, que ha pasado el tiempo y tras unos años de tranquilidad, mis hermanos han abierto sucursales y se está formando una nueva división de superhéroes. Rara vez coincidimos todos en la misma casa, pero cuando pasa vuelven los tiempos del caos. ¡¡¡¡¡Y me encantaaaaaaaa!!!!!!

Buen ejemplo de ello ha sido este fin de semana, en el que la Speedyfamily al completo ha estado en la playa. Estos días se han podido oír perlas como éstas:

-Coge a L. que al paso que va comiendo arena, en cinco minutos no tendremos donde apoyar las toallas.

-¿Y este charquito? No me digas más, I. sigue marcando territorio.

-No hago más que meter zumos en la nevera y nunca hay cuando voy a buscar uno. ¿Se ha formado un agujero negro en la segunda balda o qué?

-No sé si vamos a caber todos en las habitaciones. Como está la cosa ajustada, jugaremos al juego de las sillas, pero con camas. Cuando se pare la música quien no esté tumbado en una, eliminado.

El ambiente era tan parecido a éste, que por momentos me ha parecido escuchar: "Chenchoooooooooooo, donde estás, Chenchoooooooo".

Es una locura, pero me encanta.

jueves, 22 de julio de 2010

Abriendo sucursales

Los miembros de la Speedyfamily no somos muy cariñosos, o mejor dicho, nos cuesta mucho hacer demostraciones de cariño entre nosotros. Claro, como nos pasamos la vida salvando el Mundo y defendiendo la Humanidad, cuando llegamos a casa necesitamos nuestro propio espacio.

Esto no significa que no lo demos todo. En mi familia todos sabemos que podemos contar con todos en cualquier momento y para cualquier cosa. Lo mismo te enseñan a montar en bicicleta, que te aconsejan sobre qué pantalones ponerte o aparecen en tu casa con un tarro de gazpacho porque se les ha ido la mano, han preparado demasiado y se han acordado de . Son los mejores curando un corazón roto o dando ánimos cuando las cosas salen mal. Siempre están ahí, sólo que no les gusta reconocerlo. No se les da bien decir cosas bonitas y las dicen poco, por eso cuando lo hacen, causa mucho más impacto.

Speedysisterpeque se casó hace poco y escribió una carta para despedirse de mis padres. Después de muchas líneas les soltó: "Me voy, pero no me alejo. La Speedyfamily es una multinacional, sólo estamos abriendo nuevas sucursales". SpeedyMum, que ha luchado contra los villanos más malvados, que ha vencido todos los peligros, que ha salvado al Mundo de la destrucción total un millón de veces... SpeedyMum, la Todopoderosa, no pudo evitar echarse a llorar. Ayyyyyyyy, piltrafilla.

Si alguna vez tengo que escribir una carta parecida, voy a copiarle la frase. Total, Speedysister no lee este blog, así que no hay peligro de que me denuncie por plagio ni que me achicharre con los rayos que le salen por los ojos.

miércoles, 21 de julio de 2010

Cuando llueve, diluvia

Si por algo se distingue mi vida es por ser "climatológicamente estresada". Me encanta esta expresión desde que se la oí a un meteorólogo para explicar que en España el tiempo es inestable, y por eso o llueve mucho y nos ahogamos en inundaciones, o no cae una gota en meses y nos morimos de sed.

Bueno, pues mi vida es exactamente así. Las cosas se me acumulan. SIEMPRE. Las buenas y las malas. Vamos, que muchas veces me da por pensar que soy el personaje de una teleserie y que los guionistas se rompen la cabeza para inventarse el argumento de la siguiente temporada. De hecho, mis amigos ya tienen una coña con esto. Cuando me preguntan qué tal y respondo "Puff, pues esta semana ha sido movidita, os tengo que contar...", ellos responden "¡Bien! Las aventuras de Speedygirl, capítulo 275". Con eso os lo digo todo.

Y además me pasa en todos los ámbitos. Por ejemplo, en mi trayectoria como contadora de cosas, nunca me ha salido un sólo trabajo. Jamás. O estoy en paro durante meses o me ofrecen tres curros a la vez, a cual más cutre, claro. Y no os creáis, que decidirse entre una bazofia y otra es más difícil que entre opciones aceptables, porque tienes que agudizar la vista para vislumbrar si detrás de ese truño puede venir algo mejor.

Como mi superpoder no es la visión de Rayos X, yo suelo tirar por la calle de en medio y acepto los tres trabajos para ver donde me llevan. Total, que termino currando mañana, tarde, noche y fines de semana hasta que el cuerpo aguanta o hasta que llega otra vez la época de sequía. Sí, es genial, ya os he contado que ésta es una profesión muy bonita.

Pero esta acumulación no sólo ocurre en mi faceta laboral. Puedo pasarme semanas sin tener planes especialmente chulos para hacer y en el mismo fin de semana deciden venir a visitarme mis amigas de Capilandia, estrenan el musical al que llevo siglos queriendo ir, mi pandilla por fin se pone de acuerdo para hacer la excursión que lleva meses aplazada, la Speedyfamily convoca reunión de urgencia de inexcusable asistencia y me llama el chico con el que me muero por quedar.

Si es que... cuando llueve, diluvia.

martes, 20 de julio de 2010

El Timo de la Estampita

Me encanta esta historieta de Asterix y Obelix. Creo que nadie ha parodiado mejor el funcionamiento de la administración pública y los papeleos en general. Ahora me siento taaaaaaaaan identificada. Os cuento.

Hace un tiempo que volé del Speedyhogar. Los superhéroes necesitamos mucho espacio para guardar nuestros trajes especiales y las armas para acabar con los malos, así que imaginaos el lío que era mi casa con tanto defensor de la humanidad pululando libremente por allí. Total, que decidí que iba a alquilar mi propia superguarida sin saber que me estaba embarcando en una de mis mayores aventuras.

El requisito indispensable de mi nuevo nido es que fuera barato. Ni bonito, ni cómodo, ni acogedor, ni bien situado. SÓLO barato. Obviamente en Speedytown conseguir esto es imposible hasta con superpoderes, así que pedí ayudas públicas. Y ya se sabe, contra el vicio de pedir, la virtud de no dar, que es exactamente lo que la administración hizo conmigo, de la manera más original que se le ocurrió.

Primer intento:

Speedygirl (S): Hola, quiero la Ayuda Que Le Dan A Todo Perro PichichiPerracos de la Administración (P.A.) Tienes que traer tu DNI, tu partida de nacimiento, un informe sobre tus orígenes genealógicos que se remonte hasta el Pleistoceno, análisis de sangre, una muestra de ADN, saliva de unicornio, polvo de hadas, un trozo de Arcoiris y la fórmula de la Cocacola.
Yo, que soy una ilusa, reuní la documentación, la entregué y confié en que me darían la subvención. Craso error. Después de seis meses haciendo malabarismo para pagar el alquiler sin ayuda, me llega una bonita carta de los Perracos de la Administración.

"La saliva de unicornio estaba en mal estado. Aporte una declaración jurada de que lo intentó con todas sus fuerzas y se procederá a la revisión de su caso... blablablablabla"
Lo hice. Esperé otros cuantos meses. Me concedieron la ayuda (¡YUPI!), pero seguían sin ingresarme el dinero. Desde entonces mil llamadas tal que así:

S: ¿Por qué no me pagáis? ¿Por qué, por qué por qué por qué?P.A. Porque no has utilizado la forma de pago que exigimos.
S: Pero no era obligatorio cuando yo presenté la solicitud hace un siglo.P.A. Pero ahora sí.
S: Pero a mi eso nadie me lo advirtió en el millón de veces que pregunté y además ya he cambiado la forma de pago, ¿por que no me pagáis? ¿por qué, por qué por qué?P.A. Porque hay una incidencia en tu expediente.
S: ¿Y cómo lo arreglo?
P.A. Presenta una reclamación pero vamos, supongo que nos devolverán Gibraltar antes de que te paguemos...

DE NUEVO, obedecí. Esperé otros cuantos meses y... ¡Ocurrió el milagro! ¡Un primer ingreso! ¡YUPI! (elevado a la n). Pero mi felicidad duró poco. En concreto dos meses. Habían tardado tanto en pagarme, que ya no me quedaba casi tiempo antes de cumplir la edad límite para percibir la Ayuda Que Le Dan A Todo Perro Pichichi. Me aconsejaron renunciar a lo poco que me quedaba de estas ayudas para pedir otras que podría disfrutar durante cinco años más y para las que se acababa el plazo pero-que-ya. Lo hice. MEEEEEEEEC. OTRO GRAN ERROR.

He pasado otra vez por tooooodo el proceso y después de un año, los Perracos de la Administración todavía se están pensando si me la conceden o no. Eso quiere decir dos cosas:

-Que me he quedado sin subvención, porque han retirado los fondos destinados a ese concepto.

-Que me han estafado para ahorrarse el dinero de un año de la primera ayuda, que ya era mía legalmente, además de los cinco de la segunda.

Madre mía, cómo está el patio, ahora hasta la administración pública hace el Timo de la Estampita. Vale, es verdad, soy una panoli. Pero una SUPERpanoli, ¿eh? ¡Que quede claro!

domingo, 18 de julio de 2010

Cabezota

Soy perseverante. Mucho. Lo cual es un eufemismo para camuflar una de mis pricipales características: la cabezonería. Posiblemente sea una de las 10 personas más tercas de España y ocuparía puestos destacados en el ranking mundial de testarudez si existiera algo parecido a eso. Esto significa que cuando quiero algo, lucho para conseguirlo. Si no lo logro, sigo luchando. Si aún así no lo alcanzo, lucho más aún. Y así hasta el aburrimiento.

La parte buena de este superpoder es que me ayuda a hacer realidad cosas que podrían parecer difíciles y que no salen a la primera. La parte mala es que no tengo las habilidades que complementan esa manía y la hacen inofensiva: clarividencia para saber cuando dejar de luchar y tolerancia a la frustración.

Soy plenamente consciente de que hay cosas que, simplemente, no pueden ser. Si alguien no te quiere, no te quiere. Si no tienes mano en la cocina, no la tienes. Si mides 1,50, ésa es tu estatura. Puedes ponerte tacones altos para sumarte unos centímetros, buscarte amigos más bajos que tú para ser el alto del grupo o deslumbrar con una impresionante personalidad que haga que tu tamaño pase desapercibido, pero seguirás midiendo 1,50. En casos como esos no queda otra que aceptar lo que hay, buscar nuevos objetivos y seguir adelante. Qué bien me sé la teoría, ¿verdad?

La práctica se me da un poco peor. Muchas veces, demasiadas, me empeño en cosas que, simplemente, no pueden ser. Cuando no las consigo me frustro porque, además, soy mala perdedora. Pero aún así no escarmiento y las sigo intentando. Esto convierte dramas cotidianos fácilmente superables en auténticas tragedias griegas que se alargan durante años. Mi última tragedia griega todavía colea, pero cada día un poco menos. Algo es algo.

jueves, 15 de julio de 2010

Piscineando

Ya he contado por aquí que, este verano, una vez más, me quedo apatrullando la ciudad. Eso significa que pasaré laaaaaaaaargas horas (todas las que pueda) tomando el sol y a remojo en cualquier masa de agua que se me ponga a tiro (ya sea río, mar, laguna, embalse o una bañera hinchable). Ayer inauguré oficialmente la temporada de piscinas, me di el primer chapuzón del verano y me dediqué a divertirme observando al personal.


Y es que una piscina concurrida es un micromundo. Si observas atentamente puedes reconocer todos las especies piscineras: el chulo de playa (subgénero de ciudad sin mar, en este caso), la madre de familia entregada al cuidado de sus cachorros, las marujas controladoras de todo y todos los que les rodean, los cazadores compulsivos de cada rayo de sol, los solitarios...y un montón de especies más.


Es curioso ver cómo estos especímenes cohabitan y se interrelacionan. Pero a mí lo que más me gusta es observar los rituales de apareamiento. Los métodos de cortejo que se emplean en la piscina son muy específicos y fácilmente reconocibles, sobre todo en los ejemplares jóvenes que se encuentran en la denominada "edad del pavo". Algunas de estas técnicas son:


-Zambullir a la presa en el agua. Esta práctica tiene muchas variedades y consiste en tirar a la piscina al objeto de deseo sea como sea. Se le puede perseguir, se le puede empujar, se le puede coger en volandas... Los requisitos básicos son que el procedimiento exija mucho contacto físico supuestamente justificado y mucho esfuerzo para que la presa esté cansada cuando acabe el cortejo.


-Someter al objeto de deseo a una larga sesión de ahogadillas. Puede ser una segunda fase de la anterior, si ésta no hubiera sido suficientemente efectiva. Después de unas 1.200 zambullidas la presa ya no tiene fuerzas para defenderse ni para pensar ningún plan de fuga. Además, si las resiste, la presa demuestra fortaleza física y por tanto capacidad de proporcionar al cazador una buena descendencia.


-Hacer una exhibición de fuerza y habilidad. El cazador realiza todas las demostraciones que cree que impresionarán a la presa, como tirarse a la piscina de las formas más llamativas y peligrosas posibles o nadar salpicando al máximo. Todo ello debe ir acompañado de gritos y el mayor número de tacos y palabras malsonantes que le dé tiempo a pronunciar entre salto y salto.



Los rituales aumentan su efectividad con una exposición prolongada y repetida, por lo que no se pueden comprobar sus resultados reales hasta que acaba la temporada de chapuzones. Tendré que hacer unas cuantas sesiones piscineras más para elaborar las conclusiones del estudio.

martes, 13 de julio de 2010

Piragüismo, todo un descubrimiento

Sí, sí, ya sé que el deporte de moda es el fútbol y que ese tema me daría todos los ingredientes para construir un gran post: emoción, entrega, violencia (holandeses, ¡panda de guarros!) triunfo, talento, superación, admiración, romanticismo y sexo (ese pedazo de beso de San Iker y la Carbonero). Pero hoy no voy a contar nada de eso porque esta entrada va de otro deporte: piragüismo.

Últimamente he practicado un poco esta actividad y quiero compartir mis descubrimientos con el mundo. A saber:

1-Las piraguas son inestables, MUCHO. Las posibilidades de volcar y caer al agua tienden a infinito. Gritar "¡Noooooo, no te vuelques por favor, nooooo!!!! no es una manera eficaz de evitar la caída.

2-Cuando vuelcas, la piragua se llena de agua y empieza a hundirse. Cuanto más tardes en darle la vuelta, más te costará vaciarla para poder volver a subirte. Los ataques de risa y ponerte a buscar la chancleta que has perdido en el accidente no ayudan a poner en condiciones la embarcación.

3-Manejada con la pericia necesaria, una piragua puede parecer uno de esos coches de choque que se vuelven locos y empiezan a dar vueltas sin parar en medio de la pista. No es fácil de conseguir, pero si se tuerce el rumbo hacia la derecha y se corrige mal y entonces la barca se desvía hacia la izquierda y se vuelve a corregir mal...el resultado son vueltas y más vueltas. ¡Yuju!

4-Divisar con dificultad a los compañeros de las otras barcas y verlos del tamaño de un muñeco de Playmobil es señal de que te has quedado retrasado. La solución sería remar más rápido, siempre que consigas dejar de navegar en círculos, más que nada para evitar que vomites a causa del mareo.

5-Si notas que la gente que te mira desde la orilla te señala, se ríe e incluso saca las cámaras de fotos... empieza a sospechar que quizás estás haciendo algo mal. Es poco probable que quieran inmortalizar tu grácil figura recortada contra el horizonte.

6-Y el descubrimiento más importante: ¡QUÉ PEDAZO DE MAROMOS PRACTICAN ESTE DEPORTE! ¡Menudos cuerpazos tienen los mozos! Pero, pero, pero, pero...¿estos chicos donde se meten cuando no están en la piragua? ¿Y por qué yo no sabía nada de su existencia?

Siempre había creído que el potencial estaba en el voleybol, que eran deportistas musculados pero más altos que los futbolistas, por ejemplo, que me parecen demasiado "compactos" (salvo honrosas excepciones, claro). Pero bueno, visto lo visto me paso al piragüismo y demás prácticas de remo. Todo sea por el deporte.

jueves, 8 de julio de 2010

Mitos

Entre los miembros de la Speedyfamily existe la mala costumbre de hacer generalizaciones que, a fuerza de repetirlas, se convierten en mitos inamovibles. Viene a ser lo de "por un perro que maté mataperros me llamaron", pero elevado a la enésima potencia y sin posibilidad de vuelta atrás. Una vez que te etiquetan, olvídate, jamás podrás librarte de ese sambenito.

Por eso, Speedysister Peque sigue siendo la Golosa, así, con mayúsculas. Cuando era un mico que apenas se tenía en pie sola, le gustaban tanto las chucherías que me quitaba las que me regalaban a mí. Yo, que tampoco levantaba dos palmos del suelo, me indignaba por su poco respeto a lo ajeno y escondía los dulces en la estantería más alta que encontraba, pero de poco me servía. Al más puro estilo Maggie Simpson, Speedysister Peque reptaba por toda la casa, encontraba el mueble del tesoro, trepaba hasta la ultima balda (que os lo creáis o no estaba muy cerca del techo), y se zampaba las chucherías así, sin ningún tipo de remordimiento. Desde entonces es la Golosa. Poco importa que hoy en día Speedysister Peque sea una torre americana que se ha quedado en la raspa y que come menos chucherías que cualquiera de nosotros. Ya será siempre La Golosa.

Mi sambenito es que yo soy nerviosa. Y eso en una casa como la mía, en la que el vuelo de una mosca provoca la reunión de urgencia del gabinete de crisis, es una grave acusación. No voy a decir aqui que soy la persona más tranquila del mundo, porque he protagonizado grandes momentos estelares que lo desmienten. Pero por cuestiones de trabajo (tanto como superheroina, como contadora de cosas) he tenido que aprender a controlarme. Ahora soy capaz de mantener la calma en situaciones de mucho estrés y con límites de tiempo ajustadísimos. Y cuando no puedo mantener la calma, consigo que prácticamente no se me note, por fuera estoy completamente serena, aunque la procesión vaya por dentro.

Pero bueno, da igual, para mi familia seguiría siendo La Nerviosa, aunque gracias a mi serenidad consiguiera salvar a la humanidad de un desastre nuclear. Claro, como todas las semanas alguien de la Speedyfamily defiende al mundo de algún villano, no son un público fácil de impresionar.

miércoles, 7 de julio de 2010

Enfermedades de familia

Yo soy muy aficionada a recopilar cosas. Y no me refiero a coleccionar objetos especiales, como quien quiere tener todos los tipos de muñecas de porcelana o todos los números de su cómic clásico favorito. Quiero decir que no puedo evitar almacenar cosas inservibles: cajas, envases, frascos, envoltorios, recipientes, paquetes, latas, embalajes...

Mi vicio comenzó como algo inofensivo. Recogía el papel de los regalos que abrían delante de mí porque eran muy bonitos y me gustaba conservarlos. Eso era incluso normal, yo era una niña, pero la cosa empeoró con los años. Empecé a conservar los estuches de los relojes "porque me sirven para guardar los bolis", las cajas de los pendientes "para llevarlos cuando me voy de viaje", las latas grandes "para que no se me pierdan las pinturas plastidecor que se han roto"... Una cosa llevó a la otra... y acabé como estoy ahora, es decir, ENFERMA.

O eso cree Speedymum que está convencida de que tengo el síndrome de Diógenes y que moriré aplastada por una de las miles de pilas gigantes de envases que se acumularán en mi casa dentro de poco. Lo que olvida es que parte de la culpa será suya, porque todo se pega menos la hermosura.

Para proteger su identidad secreta, Speedymum era profe de niños pequeños. A menudo recogía material en casa para hacer manualidades en clase, así que era normal oirla decir cosas como "guárdame el cartón donde vienen los huevos", "no tires la caja de los bollos de chocolate que es de plástico duro" o "qué tamaño tan estupendo tienen esas nuevas botellas de aceite". Mi casa es uno de los pocos sitios en los que puedes ver a alguien realmente indignado porque has echado a la basura latas de refresco vacías. "Pero... ¿quién ha sidooooooooooo?"

El tema daba lugar a escenas dramáticas que han subido de intensidad últimamente porque una de las Speedysisters también es profe y ha adoptado la misma técnica. Así que ahora en mi cocina se pueden presenciar peleas de lo más originales.

SpeedyMum (SM) !El tarro de helado vacío es mío!

Speedysister (SS) ¡Pero yo lo vi antessssss!!!!!!!!

SM ¡Pero yo voy a hacer macetas para que los niños aprendan a cuidar las plantas!

SS ¡Y yo voy a utilizarlo para guardar las piezas con las que aprenden las unidades de medidas!

SM ¡Pero transmitirles los valores medioambientales para que cuiden el Planeta es prioritario!

SS ¡Pues sin las unidades de medida no aprenderán a contar, ni nada de Matemáticas, ni ninguna ciencia exacta!

SM Pero, pero, pero...¡YO TE TRAJE AL MUNDO!

SS ¡SIEMPRE TIENES QUE SACAR ESO PARA ACABAR LA DISCUSIÓN!

Me estoy planteando seriamente regalarles por su cumpleaños una visita guiada a una planta de reciclaje. ¿Y luego la enferma soy yo?

lunes, 5 de julio de 2010

Ni tanto ni tan calvo

Estos días estoy leyendo muchos post y estoy presenciando muchas conversaciones sobre "perros del hortelano", esas personas (hay tantos hombres como mujeres en esta categoría) que no quieren tener una relación sentimental contigo, pero que tampoco te facilitan las cosas para que lo superes y puedas encontrar otra pareja. Te dicen que no están enamorados de tí, que no te pueden dar lo que necesitas, pero en cuanto ven que te alejas y que vas a cerrar esa etapa, quieren retenerte a toda costa. Aseguran que te quieren, que les importas mucho, que te echan de menos... te dicen todo lo que SABEN que te hará recaer y no seguir adelante.

Yo ODIO a los perros del hortelano. Y no digo que sean malas personas, porque tengo muchos amigos/as que son buena gente y que sin embargo se han comportado así con alguno de sus ex. No creo que lo hagan por maldad, son infantiles, muy inseguros y tremendamente egoistas. No quieren arriesgarse a perder algo bueno y anteponen su bienestar al tuyo. Saben que su comportamiento te destroza la vida porque esa relación te hace daño. Son concientes de que tú ahora eres una enferma, estás enganchada a él y no tienes voluntad para poner un fin. Entienden que sólo ellos pueden cortar la cadena para dejarte volar libre y que acabe tu sufrimiento, pero no lo hacen porque tienen miedo y son egoistas. JUST SAY NO A LOS PERROS DEL HORTELANO!

Ahora bien, tampoco estoy de acuerdo con las personas que por no hacer esto, se van al otro extremo. Me explico. Cuando una relación se acaba (sin grandes problemas ni dramas, sólo porque uno no quiere lo suficiente al otro como para pasar el resto de su vida con él) no hace falta hacer como si la otra persona no existiera. Estoy de acuerdo en que la distancia es la mejor sanadora y que la manera más eficaz de que ambas partes lo superen cuanto antes es verse lo menos posible, tener el mínimo contacto. Pero no pueden volverse unos desconocidos. Eso es desgarrador. Al menos para mi.

Si yo he estado con alguien, aunque haya salido mal, he compartido mucho momentos especiales, muchas risas, muchos nervios, mucha emoción y puede que algún drama. Todo eso no puede perderse, tiene que transformarse en cariño. No puede ser que porque ya no sea el amor de tu vida, ya no sea nadie para tí. Lo lógico es que te sigan interesando mis cosas, que te sigas preocupando por mi. A un nivel mucho menor, por supuesto, pero tiene que seguir habiendo algo de eso.

Y entiendo que así es mucho más difícil de superar para la persona a la que han dejado, porque elimina el factor odio, tan útil para sobrevivir a las rupturas. Y porque que te traten como una amiga cuando tú sigues queriendo ser mucho más que eso, duele como si te arrancaran los ojos. Pero para mi es mucho peor que te eliminen de su vida, así sin más. Que le des a la tecla supr y olvides quien soy me hace pensar que nada de lo que hemos vivido juntos te importa. Que nada de lo que para mi ha sido tan especial lo ha sido para tí. Me hace pensar que no te he marcado en absoluto, que no he dejado ninguna huella en tu vida. Y eso es lo peor que se puede decir de una persona, que no te ha impactado de ningún modo, para bien o para mal. Prefiero que me odien a que me obvien.

Que me dejes no significa que me dejes de hablar. Si se me hace demasiado dura tu nueva forma de tratarme o si veo que mi recuperación no "progresa adecuadamente", ya te diré yo que cortemos el contacto. Seguramente terminaré teniendo que pedírtelo, pero lo haré cuando haya reunido fuerzas y esté preparada. Y sé que esto me llevará un tiempo y que hará más largo un proceso que tengo que dejar atrás cuanto antes. Pero la otra opción me hace sentir que me cierran la puerta en las narices. Me has dejado y me has roto el corazón. No me merezco un portazo.

sábado, 3 de julio de 2010

¿Pero con quién te ha funcionado esto?

Los comportamientos que pueden verse en una bar cualquiera una noche de juerga son de lo más variopinto. Por supuesto, dependen mucho del tipo de bar, la clientela que se hacine en él y lo avanzada que esté la velada, porque cuanto más tarde sea, más estragos habrá hecho el alcohol. Pero desde luego, algunas de las escenas que se producen en estos ambientes son para no olvidar.

A mi las que más me llaman la atención son los intentos desastrosos de ligue. Estas tentativas taaaaaaaaaan tremendamente malas y poco efectivas que llegas a pensar: ¿este pobre hombre no lo sabe hacer mejor? ¿lo está haciendo fatal a propósito para batir algún tipo de récord guiness al que peor liga del mundo? O lo que más miedo me da de todo: ¿Será esta su forma de ser de verdad?

Y, ojo, que no me refiero a que tengáis formas de ser totalmente distintas. Porque oye, le ves en el bar y no le conoces de nada. Si luego habláis dos minutos y te das cuenta de que no cuadráis en absoluto, ni para un rato y que no hay manera de sacar nada de ahí, pues es que ha habido mala suerte y a otra cosa mariposa. Son los riesgos del directo. A lo que me refiero es a cuando te entran de una manera taaaaaaaaaaannnn horrible, pero tan tan tan horrible, que tienes ganas de decirle: "Si utilizas esta técnica es que te ha salido bien algunas vez. Pero... ¿CON QUIEN TE HA FUNCIONADO ESTO?"

En mi trayectora juergueril yo he oido cosas como estas:

"¿Eres tan borde como pareces?" (Supongo que con esto quieres que me esfuerce en ser super simpática para demostrarte que no soy borde, pero eres un desconocido, me importa un bledo tu opinión y has empezado con mal pie porque odio que me insulten nada más conocerme. Así que mira, has venido tú a hablar conmigo, si te caigo tan mal, mejor te vas, no?)

"Tú podrías estar buena si quisieras" (Me parece bien que tú no creas que soy Miss Mundo, porque para gustos los colores, pero decirme que soy poco agraciada no es la manera más eficaz de conseguir que me líe contigo. Para lograr ese objetivo sería más efectivo que me dijeras que YA estoy muy buena. Y además, si tan poco te gusto, ahorra tiempo y energía y vete a buscar otra presa, ¿no?)

"Oye, que me ha costado mucho esfuerzo acercarme a hablar contigo, a ver si me prestas atención" (Punto 1. Efectivamente, no te estoy haciendo caso, ¿eso no te da ninguna pista? Cuando la cosa va tan mal no ayuda nada verbalizar la falta de feeling. O se te ocurre algo para conseguir que me interese, o te retiras dignamente. No me obligues a ponerlo por palabras: "Me aburro, ¿te vas?" Punto 2. Es verdad, entablar conversación con una desconocida no es fácil, reconozco tu esfuerzo y por eso te hago un favor. Yo YA sé que conmigo no vas a coseguir nada. Cuanto antes te deje marchar, antes podrás empezar a buscar a la mujer de tu vida. ¿Te vas ya?)

Y mi favorita, creo que de lo peor que me han dicho en mi vida. Sobre todo porque me lo gritaron de una acera a otra de la calle:

"Me gustaría conocer a tu ginecólogo para chuparle los dedos" (Vale, me acabas de provocar hasta arcadas, no te digo más)

Pero por favor... ¿Con quién ha funcionado eso? Chicas del mundo que han cedido ante estas perlas del arte del ligoteo, estéis donde estéis... ¡ENTRAD EN RAZÓN!

JAJAJAJAJA

Me encantan las risas. Sobre todo las escandalosas y cuanto más contagiosas, mejor. Creo que hay algo mágico en el momento en que alguien empieza a reirse y tú no puedes evitar soltar una carcajada, incluso aunque no sepas qué es lo que le hace tanta gracia. Para mi es, además, una de las maneras más rápidas de conectar con una persona y generar complicidad. Cuando yo me he reido con alguien (reido de verdad, de esas veces en las que no puedes parar y hasta te duele la tripa) no se me olvida. Son momentos que se me quedan grabados y que me siguen haciendo sonreir mucho tiempo después.

Por eso admiro tanto a las personas que saben reirse y hacer reir. Y no me refiero a los graciosos, a los que tienen cara de chiste o una manera de expresarse que causa hilaridad. Esos nacen con ese don, es como quien nace guapo, es genial, pero no tiene ningún mérito, se lo dan hecho. Me refiero a las personas que SABEN reirse, es decir, que son capaces de hacer bromas, de tomarse con humor cualquier situación, especialmente los momentos difíciles. Las personas que no se toman tan en serio la vida, porque saben que a veces la vida parece una broma pesada y por eso hay que adelantarse: la mejor defensa es un buen ataque.

Para mi la risa es la mejor medicina. Una buena carcajada me relaja, me desestresa y hasta me inspira. El problema es que no siempre sé fabricarla. Menos mal que soy una afortunada y tengo unos cuantos amigos catedráticos en risa para ayudarme. Y cuando no están a mano, siempre me quedará el remedio de urgencia: este chiquitín.






Espero que os alegre el día al menos la mitad que a mi.

viernes, 2 de julio de 2010

Apáñatelas

Ser contadora de cosas es bastante estresante, la verdad. Nunca sabes que tendrás que hacer mañana, donde vas a estar, ni cuando vas a salir. El día se te puede complicar enormemente en cualquier momento (pero el 90% de las veces ocurre a escasos minutos de la hora límite) y por supuesto todo lo que te encargan debería estar hecho para antesdeayer.

A esto te terminas acostumbrando y a veces es hasta divertido. Pero hay un factor que hace realmente duro el día a día: los jefes. Esos seres dedicados en cuerpo y alma a amargarte la vida pidiéndote imposibles. Y tú no te lo explicas, porque sabes que hace muy poco tiempo ellos hacían EXACTAMENTE tu trabajo y por eso saben EXACTAMENTE el tiempo que lleva cada cosa. No es posible que todos sufran, de repente, amnesia repentina. No puede ser que todos padezcan una afección cerebral que les causa desconexiones neuronales. Ellos SABEN que lo que te piden no se puede hacer. Pero te lo exigen. Y se dan situaciones como ésta.

JCT (Jefe Cabrón de Turno): Speedy, vete Al-Fin-del-Mundo, entérate del Movidón-del-momento. Veas lo que veas, vuelve en media hora para contar que todo es blanco.

Por un momento pienso que JCT ha descubierto mi identidad secreta y que sabe que soy una heroina con supervelocidad. Luego caigo en que para ir y volver Al-Fin-Del-Mundo en media hora necesitaría tener otros poderes como ser capaz de teletransportarme o retroceder en el tiempo, así que me doy cuenta de que él no sabe nada y lo que pasa es que todo le da lo mismo.

Primer error: intento razonar.

Speedy: JCT, no me da tiempo a ir y volver en media hora.

JCT: Apáñatelas.

Ahí está, la palabra mágica. APÁÑATELAS. Sea cual sea tu argumento, tu jefe suelta esa sentencia y se acaba la discusión.

Así que tú vas Al-Fin-Del-Mundo, te enteras del Movidón-Del-Momento y cuando vuelves...

Speedy: Mira JCT, que el Movidón del Momento es negro y toda la gente me ha dicho que es negro, no puedo contarte que es blanco, porque no he encontrado a nadie que me diga eso.

JCT: Apáñatelas

Ahí está de nuevo, la palabra mágica.

Así que terminas contando que es blanco, claro, qué remedio. Ahora mi pregunta es: si yo uso la palabra mágica, ¿funcionará? ¿Si le digo a Hacienda que me viene mal pagar ahora, les mando un fax que ponga APÁÑATELAS y me lo perdonan? ¿Si voy a la frutería y en vez de pagarle las naranjas al frutero le digo APÁÑATELAS se quedará contento? Tengo que probar...

jueves, 1 de julio de 2010

Apatrullando la ciudad

Ya ni me acuerdo de mis últimas vacaciones. Hace que no tengo un mes seguido libre desde... bueno, creo que no lo tengo desde que iba al instituto, allá por el Pleistoceno.

Cuando todavía me dedicaba a proteger a los débiles como Speedygirl, no había manera de programarse, porque mis compañeros superhéroes, mucho salvar a los débiles, mucho defender la Humanidad... pero luego son unos insolidarios con los de su propio gremio. ¡No había manera de ponerse de acuerdo con los turnos de descanso!

El peor era Superman, con su rollito victimista: que si Kripton está destruido, que si sólo puedo ir a ver a mis antepasados en julio, que si esto, que si lo otro... total, que siempre se las piraba la primera quincena. Luego estaba Spiderman, que no se quedaba atrás como caradura. Se creía el hombre-araña más estresado del mundo. Que saltar de rascacielo en rascacielo cansa mucho, decía. Así que nada, otro mes descartado. Y ya ni hablamos de La Masa, que ni siquiera daba una excusa para cogerse los días que le venía en gana... pero claro, cualquiera se lo discutía cuando se ponía verde. Yo desde luego no, que mi superpoder es la velocidad, no la fuerza.

Podríais pensar que, ahora que he dejado mi carrera de superheroina, sí que disfruto de mis merecidas vacaciones... pero no. Como ser contadora de cosas es una profesión tan bonita, casi siempre hago la misma gracia: empiezo en un trabajo nuevo justo antes de verano, lo que implica, naturalmente, que me quedo sin un triste día libre. Este año he hecho los mismo, por supuesto, así que me quedan dos estupendos y calurosos meses por delante sola en Speedytown.

Ya que me quedo, claro, aparte de contar cosas, también mantendré a los villanos a raya apatrullando la ciudad. Pero pienso hacer un millón de actividades más: ir a la piscina, hacer un curso de piragüismo, montar a caballo, patinar, ver musicales (un montónnnn), ir al teatro (más todavía), hacer un curso de lengua de signos, jugar al trivial en inglés, hacer carrera de orientación, mirar las estrellas, escaparme los fines de semana a la playita, ponerme las pilas con mi nuevo blog, probar la lista de restaurantes por conocer que tengo pendiente desde febrero, salir a todas horas y sacar a tomar cañas a todo aquel que se deje. Bueno, y todo lo que se me vaya ocurriendo, claro.

Speedytown este verano va a ser una juerga, os lo digo ya. Así que si pasáis por aquí dadme un toque. Nos tomaremos una caña, eso seguro.