jueves, 20 de julio de 2017

Operación secreta


Llevo desaparecida un tiempo y lo que te rondaré morena. Desde hace 6 días estoy trabajando en una operación secreta. Su nombre en clave es Vacaciones y se desarrolla en diversos puntos de la geografía peninsular. Mi trabajo consistirá en  infiltrarme en el sector turístico, playero y de aire libre y hacerme pasar por una guiri cualquiera. Quién sabe todo lo que exigirá esta nueva misión a la que me enfrento. Quizá comer paella y pescaito día sí y día también. Puede que sumergirme en lagos, mares, piscinas y todo tipo de masas acuáticas. Es posible que salir de cañas, de juerga y de lo que se tercie. Y no descarto que tenga que aprender cosas nuevas y conocer gente. Lo sé, suena fatal. Será duro, pero yo soy una profesional entrenada para sobrevivir a todo tipo de situaciones y estoy segura de que resistiré.

Podría contaros más, pero luego tendría que mataros.

Este mensaje se autodestruirá en 3, 2, 1...  

miércoles, 12 de julio de 2017

Lunes lunérrimo

Hay lunes normales, malos, lunes muy lunes, superlunes y lunes lunérrimos. Mi lunes de esta semana se inscribe definitivamente en esta última categoría. Y no se lo deseo a nadie.

Está claro que de un lunes nunca se esperan grandes cosas porque, a ver, significa el final del descanso y la vuelta al curro, no vamos a dar saltos de alegría. Y tengo muy asumido que mi vida normal normal, lo que se dice normal, nunca es. Pero lo de este lunes ya pasa a otro nivel. De verdad os lo digo.

Nada más salir de casa perdí el bus en mi misma jeta. Qué se le va a hacer. 20 minutos después perdí el transbordo, claro, faltaría más. Después fui al médico, para el que tenía hora hace meses (cuando me la dieron) y se indignó de que hubiera ido a su consulta. Que por qué había acudido a él y no a dermatología, me preguntó. Porque a mi médico de cabecera le ha parecido la mejor decisión, le contesté. Pues muy mal. Pues vale. Y así me quedo hasta que el dermatólogo tenga bien atenderme, dentro de unos mil años. Plus minus.

Después llegué a trabajar. Cuatro horas de una tediosa labor que tendré que volver a repetir porque parece que no me explico con la suficiente claridad. Salí a comprarme algo de comer y la lié parda en el supermercado.

¡¡¡PLATAPLOF, PIM POM CRASH!!!

Mi compra al suelo.

No sé cómo me las arreglé para tirar mi mochila del gimnasio, donde estaba metiendo los productos adquiridos, entre otras cosas un bote de miel que rebotó contra el piso, se rompió en mil pedazos y se convirtió en un aspersor dulce. El preciado trabajo de las abejas pringó toda mi ropa, el suelo, a la cajera, a una clienta que estaba pagando e incluso llegó a una estantería que estaba bastante alta. Claro que sí. Recomiendo encarecidamente intentar recoger la sustancia más pegajosa del mundo bajo la atenta supervisión de media Speedytown, que te mira entre el enfado, la pena y la estupefacción. Es genial. En algún momento de la maniobra, además, oí un sospechoso sonido de tejido desgarrado y mientras volvía a mi curro me di cuenta de que se me había roto el pantalón. Claro que sí. Porque llegar a la oficina oliendo demasiado a flores no iba a ser suficientemente difícil de explicar.

Y queridos lectores, no olvidemos que llegar al trabajo no siempre significa poder entrar, si la llave de la puerta decide convocar una huelga indefinida secundada por ella y todas sus copias. Quien no haya estado 35 minutos delante de un umbral, probando 3 versiones distintas de la llave correcta sin conseguir traspasarlo no sabe lo que se pierde. Igual debería haber probado aquello de 'Ábrete Sésamo'. Habría sido más efectivo, desde luego.

Aunque, si os digo la verdad, ya me habría gustado a mi no poder entrar. Porque fue poner un pie en mi centro laboral y darme cuenta de que caían cascotes del techo. Claro que sí. Se ha abierto un portal del tiempo, he viajado hasta la Segunda Guerra Mundial y estoy en medio de un bombardeo. Igual por eso las llaves habían convocado los paros parciales...

Total, que con mi desesperación, mis pantalones rotos y mi cara de estar al borde de un ataque de nervios subí al piso de arriba a decirle a mis vecinos que pararan las obras de su casa, porque en mi oficina íbamos a morir aplastados entre escombros. Y para demostrarlo les llevé dos trozos grandes de los cascotes que habían caído y que yo agitaba sin parar para enfatizar mis argumentos. Qué facha no me debieron ver los albañiles que me dijeron que sí que sí, que paraban, pero que ya hablaríamos al día siguiente, porque es tarde no íbamos a sacar nada en claro, dado mi estado de ánimo.

Y para colmo de males todo eso pasó en un lunes que también era el maravilloso primer día de mi maravillosísima regla, con todos sus maravillosos síntomas y efectos secundarios. Claro que sí.

Sé que pensaréis que estoy exagerando porque este blog es muy de exagerar, bien es cierto. Pero os sorprendería saber lo parecidas a la vida real que son algunas entradas. Por ejemplo esta.

lunes, 10 de julio de 2017

Tarde de finales felices

Me las prometía yo muy felices porque las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y por fin iba a poder poner mi vida en pause para desconectar total, que buena falta me hace. Pero no sería un año impar si no trajera sorpresita incluida y  uuuuuna vez más, mis planes de relax peligran. Voy a luchar con uñas y dientes para sacar por lo menos algunos días y un viajecillo, pero ya es oficial que una versión compactada de la Supermovida ha llegado a mi verano para amargármelo y poco puedo hacer más allá de suspirar, resignarme y llevarlo lo mejor posible. Que es muy requetemal, ya os lo digo.

El caso es que mi tortura estival empieza hoy lunes y por eso el sábado, con los deberes hechos y 15.000 pasos registrados en mi pulsera de actividad en la primera mitad del día, decidí que me merecía un descanso. Un tarde de sofá, chuches e historias felices. Así que me fui a casa de los SpeedyPadres, que tienen una tele de esas con mil millones de trillones de canales y fui saltando de uno a otro en busca de grandes clásicos. Y por casualidad todos ellos los pillé en la recta final, cuando el drama, el sufrimiento y la incertidumbre ya habían quedado atrás.

Llegué en el "no dejaré que nadie te arrincone" de Dirty Dancing saltándome los prejuicios sociales de la familia de Baby, los malentendidos y las dificultades. Llegué a la salida triunfal y los plausos de Oficial y Caballero, obviando la muerte el amigo del protagonista, los miedos del protagonista y la soledad de la protagonista. Y llegué al discurso final de El Presidente y Miss Wade y tuve que meterme en internet a verla entera porque esa peli está llena de frases míticas que nunca está de más recordar.

-El mejor corte de que se le puede dar a los que están activísimos desde primera hora:
    -Louis, deberías reducir a la mitad el café que tomas por las mañanas
   - Nuca tomo café
   - Pues pégate con un bate en la cabeza

-Lo que te dan ganas de decirles a los que están colapsados por el trabajo:
    -Venga, relajaos, es Navidad
   -¿Es Navidad?
   -¿No te han pasado el informe?

-La conversación que todas hemos tenido (más o menos) sobre si te conviene o no el chico del momento:
     -Ese hombre es el líder del mundo libre. Es brillante. Es divertido. Es un bailarín mas que  aceptable. ¿No te parece que estamos poniendo el listón un poco alto?

-Un argumento para dejar sentado a quien sea con quien estés negociando.
     -Todo el mundo dice que está a favor de cuidar el Medio Ambiente pero cuando llegan las elecciones a nadie le importa. Por eso tienes un trabajo.
     -Cuando llegan las elecciones a la gente le importa lo que yo digo que les ha de importar. POR ESO tengo un trabajo.

Y por supuesto todo el discurso final, claro, que una americanada exageradísima, pero en el que se cuelan algunas grandes verdades.
     -¿Quieres libertad de expresión? Veamos si respetas a un hombre cuyas palabras te revuelven la sangre. Un hombre que está en el centro del escenario defendiendo a auténtica voz en grito aquello a lo que tú te has opuesto, también a voz en grito, durante toda tu vida. Por eso, el símbolo de la libertad de un país no puede ser sólo su bandera, tiene que ser cada uno de sus ciudadanos ejerciendo su derecho a quemar esa bandera como protesta.

     -Sea cual sea su problema, ese político no tiene ningún interés en resolverlo. A él sólo le importan dos cosas, dos cosas solamente: conseguir que ese problema les asuste y decirles a quién culpar de él. Así, señores y señoras, se ganan unas elecciones.

      -No podemos reducir la delincuencia si no hacemos desaparecer de las calles las armas de fuego. Las considero un peligro para la seguridad nacional y pienso ir puerta por puerta si hace falta convenciendo a los americanos de que tengo la razón y de que me den sus armas.

Pondría unas cuantas frases más, pero ya os hacéis una idea. Se nota que soy un poco fan de la peli, ¿eh? ;P


viernes, 7 de julio de 2017

Pulsera cutrona-molona de actividad

Mi pulsera de actividad está manchada de chocolate. Este hecho tan sorprendente como contradictorio puede ser sumamente esclarecedor y decir de mí más de lo que me gustaría. Y es que estar hecha una deportista total y practicar todo el ejercicio posible no está reñido con mantener mis vicios chocolateros y mi glotonería imparable. Una pasada, en serio. Qué horror.

Lo que también es verdad es que mi pulsera de actividad nunca ha sido una pulsera de actividad al uso. Desde luego, no una de esas mega profesionales y carísimas que se compran los motivados para controlar sus mejoras. La mía es cutre total, la pillé de oferta y mide los pasos (a su manera) y poco más.

Y ahí quiero llegar yo, a como mide los pasos. Con buena voluntad, sin prejuicios ni remilgos. Vamos, que le da igual si entre paso y paso te has trapiñado unos huevos rotos porque estás de tapas o si las piernas las ejercitas de probador en probador durante una agitada mañana de compras en la que de vez en cuando también te sientas o incluso si el movimiento viene de unos bailoteos alocados en una noche de concierto. Mi pulsera se limita a sumar pasos sin hacer preguntas, sin juzgar y manteniendo todo lo posible su mejor diagnóstico: calidad de deportes excelente. Claro que sí, jugando con el equipo.

Si vas a ser una pulsera de actividad cutre salchichera por lo menos que tengas actitud positiva y buen rollo, ¿no?

martes, 4 de julio de 2017

Como para escribir nada

Iba a escribir una entrada ayer, pero el día empezó con la típica escena de caos porque no te ha sonado el despertador y sales de casa a tropellada y tropezando con los  muebles y en general con la clara sensación de que los lunes son siempre una mala idea.

 


Y entonces llegas a trabajar y te esperan en la bandeja de entrada ocho millones de correos de gente triste que, como está amargada, lo que quiere es amargarle la vida a los demás y, en concreto, a ti. Y te da ganas de llamar a la policía para decirles esto.



Y sigues naufragando como puedes por tu maravilloso día, que se empeña en colocarte en encrucijadas en las que no sabes qué camino tomar porque no tienes suficiente información y porque... bueno, porque este de abajo podría ser el lema de tu vida.

 

Así que no escribes una entrada, claro. Como para escribir nada.

sábado, 1 de julio de 2017

La artista antes conocida como Speedy la Sedentaria

Bueno, pues ya está, ya es oficial, ya he pasado el rito de iniciación y he recibido el bautismo imprescindible de todo usuario habitual de gimnasios e instalaciones deportivas varias: ya me he caído en la cinta de correr.

Por suerte, no hay testigos oculares porque ahora con el calor, las vacaciones y las olas de pereza extrema en mi gimnasio no hay ni perri al mediodía, pero bueno, tengo dos heridas muy feas en la mano que demuestran mi tortazo. Un tortazo que, dicho sea de paso, podría haber sido mucho peor, así que oye, ni tan mal.

La secuencia de acontecimientos fue una cosa como la que sigue:

"Llevo minuto y medio corriendo y me apetece seguir la carrera tanto como arrancarme los ojos. Ay, parece que me duele la rodilla. Ay, estas zapatillas deportivas no me han hecho daño en todo el curso y ahora me aprietan los dedos, se me han debido de dilatar los pies por el calor. Ay, creo que tengo flato. Venga, no Speedy, hay que seguir, sólo llevas dos minutos corriendo, así nunca vas a mejorar. Distráete, venga, busca una distracción para olvidarte del sufrimiento. A veeeerr, ningún tío bueno a la vista. Ni tío normal. Ni tío feucho. Ni tía. Ni ser vivo de ninguna clase en 1 kilómetro a la redonda, Esto parece el desierto del Sahara. A veeeeer, sí, eso, pantallas de televisión, a ver qué tal esto. Noticias. Campeonato mundial de ajedrez. Noticias. 'Empeños a los Bestia'. 'Cámbiame'. Estoy a punto de cortarme las venas (como realidad, no como parte de la parrilla televisiva). 'House'. ¡Ah! House, venga, esta serie estaba bien cuando la veía hace 3000 años. El capítulo está empezado pero el caso me suena, debe de ser un episodio repetido. ¿Cómo acababa? Joer, los subtítulos salen dos siglos después, así no hay manera de seguir la escena. Yo creo que al final la esposa envenenaba al marido o tenía una doble identidad o algo así..."

PATAPLOFFF, PIN POM POM POM POM POM POM POM POM POM

"¿Eh? ¿Qué ha pasado? He debido de pisar mal y ahora estoy espatarrada en la cinta deslizante sin poder ponerme de pie. Y no hay nadie para echarme una mano. Creo que voy a morir aquí..."

De una manera o de otra conseguí sacar los pies de la cinta y agarrarme a algo para ponerme derecha. Como el gusano sale de la crisálida convertido en mariposa, yo salí de mi experiencia traumática convertida en otro ser, uno con superpoderes gimnásticos y runnerísticos. No es tan glamouroso como que te muerda una araña radioactiva, pero cada uno tiene su estilo.

Ahora sólo me hace falta un nombre molón. La artista antes conocida como Speedy la Sedentaria, por ejemplo. O igual un nombre con algo más gancho, ¿no?

Tendré que darle una vuelta...