¡Qué cabrita es la atención a veces!, ¿eh?
Porque, vale, el cerebro no puede captar a la vez la montonada de estímulos a los que nos vemos expuestos en cada segundo de nuestra vida, así que elige unos cuantos, que son los que procesamos. Normal, no se puede llegar a todo.
Y vale que si, además, nos concentramos en algo muy concreto se nos escapa prácticamente todo lo demás. Y a las pruebas me remito, no hay más que ver el experimento del vídeo de abajo. A los que no lo conozcáis no doy detalles para no hacer spoilers. Al resto ya sabéis de lo que estoy hablando.
Menos exagerado que cuando nos concentramos tantísimo en algo, esto ocurre a menor escala en todas las facetas de la vida. ¿El culpable? El sistema activador reticular ascendente, que nos hace fijarnos en lo que nos interesa. Por eso cuando estás decidiendo si comprarte un Opel Corsa rojo de repente ves ese coche muy a menudo por la calle o cuando te planteas formar una familia, "casualmente" no haces más que encontrarte embarazadas por todas partes. Nos fijamos en lo que pensamos.
De esta base parten algunas de las teorías (excesivamente optimistas, en mi opinión) de que atraes en la vida lo que llevas dentro. Que si visualizas todo el rato cosas buenas, te pasan todo el rato cosas buenas. Y en finnn, no sé... Eso es irse un poco pa'lo hondo, yo creo. Pero lo que sí es cierto es que no se puede encontrar lo que no se busca. Me voy a explicar.
Leí el otro día en el último libro de Marian Rojas que el sistema activador reticular ascendente también influye a la hora de elegir pareja. Ella sostiene que si tienes claro lo que quieres en una relación será más fácil que aparezca porque tu cerebro lo buscará todo el tiempo, sin que te des cuenta. Por eso será más probable que "lo veas", (te fijes) cuando se te cruce. Es decir, no se trata de un milagro que hace aparecer a la persona de tu vida como por arte de magia, sino más bien de un dispensador de collejas virtual para que espabiles y te cosques si cuando te lo encuentras estás a por uvas.
A mi esto segundo no me parece imposible y entonces viene cuando la matan, claro. Porque lo siguiente que sostiene Marian en el libro es que necesitas saber qué tres características consideras más importantes en una pareja.
¿Tres ?
¿¿Tres??
¿¿¿Sólo tres???
¡Qué pocas!, ¿no? ¿Vosotros podríais elegir? Yo lo estuve pensando el otro día y me cuesta, la verdad. Había que decidir entre inteligente, interesante, con valores, atractivo, culto, inquieto, extrovertido, de hábitos saludables, activo, cercano a su familia, tacaño o maniroto a la hora de gestionar el dinero, deportista, con ideas políticas y religiosas compatibles con las propias, que le gusten los animales, que tipo de aficiones tiene... El listado era largo y había que escoger sólo tres.
¿Cuáles son las vuestras? A ver si me inspiro...
Valores, culto y generoso.
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