"Su sonrisa era como el haz de luz de un faro y hacía que todo el mundo se sintiera un poco más seguro. También era una orden, obligaba a todos los demás a devolver la sonrisa".
El bar de las grandes esperanzas. J R Moehringer
(Al loro, que sólo llevo 20 páginas del segundo libro de J R Moehringer que me leo y ya estoy usando una frase suya para una entrada de este blog. Esta vez ni siquiera he esperado a la mitad del libro como en el de Agassi. ¿Creéis que esto ya se puede diagnosticar como enfermedad? Yo creo que sí, ¿no? En finnnnnnn)
Lo que más me gusta de ti es tu sonrisa, sin duda. No sabía por qué hasta que lo leí el otro día en un libro. Me encanta porque no es que sea contagiosa, es que es una orden. La ves y te obliga a sonreír. No hay escapatoria.
Diría que me gustan más cosas de ti, pero en realidad casi todo es inventado. O deducido, que en el fondo viene a ser un invento aguachinao, de garrafón. Supongo que por eso hace tiempo ya que tú no eres tú, sino un personaje. Un arquetipo, más bien. A ver como te explico esto...
¿Sabes las obras de teatro clásico, las de la Comedia del Arte, por ejemplo? Se llamaran como se llamaran, tuvieran el argumento que tuvieran, siempre seguían unas pautas fijas con un elenco de protagonistas y secundarios idéntico. Está Arlequin, que es holgazán y glotón, Polichinela que suele ser ladrón y estafador, Colombina, confidente de la prota femenina... y los enamorados y las damas, claro, que eran los principales. Cambiaban los actores, los nombres y las aventuras que vivían, pero los arquetipos eran casi iguales de una obra a otra.
Pues tú ahora eres eso, el arquetipo del enamorado. La máscara. El molde. Fuiste el último que vistió el personaje y por eso se le ha quedado un poco tu olor, tu esencia. Eso mezclado con los sentimientos generales (no concretos) que caracterizan ese rol, forman la brumilla que continúa asociada a tu nombre en el reparto. Pero son sólo eso, restos.
Cuando toque (espero que pronto) aparecerá un nuevo candidato para el papel. Su tono, su modulación, su intensidad, su proyección de la voz, su capacidad de improvisar y su movimiento en el escenario generarán material para rellenar el molde que ahora está vacío. Y entonces sí, POR FIN, se producirá el relevo, se añadirá su nombre en el reparto y tú podrás irte al camerino a descansar. Que ya tendrás ganas, supongo.
Yo, desde luego, no veo la hora...
Siempre habrá un candidato en escena y cada vez perfecto (o casi) para lo que necesitamos.
ResponderEliminarBesos.
Cómo se nota que eres actriz de teatro. Me ha gustado esto de los arquetipos de comedia clásica, de hecho he estado buscando más, que me producen mucha curiosidad.
ResponderEliminar¡Ciao y arrivederci! (¿ves? hasta me ha dado por hablar italiano) :P
Devoradora, ¿perfecto? ¿Tú crees? Ojalá
ResponderEliminarTarambana, puedes sacar a la superherina del teatro, pero nunca sacarás el teatro de la superheroína jajaja
Me gustó mucho el libro de Moehringer y sin embargo no repetí con el autor.
ResponderEliminarNoto distinto tono en tu entrada.
Pseudo, he empezado este libro porque a ti y a ECDC os encanto y con los distintos que sois, si os gusta a los dos es que es una pasada. Así que como no me guste (que lo dudo muchísimo) iré a reclaramos a vosotros.
ResponderEliminarY.. ¿distinto tono? ¿si? No sé, mezclar teatro con cualquier cosa es muy de este blog, ¿no? No sé... Auqnue sí, estoy rarura últimamente, sí