lunes, 17 de septiembre de 2018

Haciendo posible lo imposible in My Ideal World

De un tiempo a esta parte me he vuelto una experta en crushes imposibles. Experta en padecerlos, que no en combatirlos, porque lo que no puede ser no puede ser y ajo y agua, amiguis. Lo que sí he notado es que, sin duda, la relación entre la imposibilidad del crush y las maneras que se me ocurren de materializarlo es directamente proporcional. Vamos, que cuanto más imposible es el crush más locuras geniales se me ocurren para arrancarlo en un mundo ideal donde lo imposible fuera posible.

Como de momento no tiene pinta que vaya a venir Aladdin con una alfombra mágica para llevarme a Un Mundo Ideal en el que lo imposible sea posible, por ahora me voy a conformar con escribir aquí las piradas de pinza que me vayan ocurriendo para tenerlas a mano por si algún día surge la oportunidad de usarlas. O más bien para echarme unas risas porque soy una culcagao y no creo que nunca me atreva a llevarlas a cabo, ni siquiera en un mundo ideal. Aunque bueno, si le paso la pelota a él... porque claro, en mi mundo ideal no tendría que hacer yo todo el trabajo. A ver...

-Eso que dice el profe de los pulgares en alto para pedir más caña no sé si me termina de convencer.
-Bueno, podría ser peor. En las clases de surf cuando te tiraba una ola a la otra punta de la playa, para decirle al monitor que estabas bien había que hacer un ok grande que se viera desde lejos y poníamos los brazos haciendo un redondo alrededor de la cabeza, como imitando una o. Eso sí que no me convencía.
-¿Surf? ¿Eres surfera? No tienes pinta de surfera...
-Y tú qué sabrás qué pinta tengo si sólo me ves aquí, con las cutre mallas estas y el cutre moño. Igual en mi vida normal voy con neopreno a todas horas.
-Ahora que lo dices, eso no puede ser.
-¿No puede ser que lleve neopreno a todas horas?
-No puede ser que sólo te vea aquí. Eso hay que arreglarlo. Una cañas el día que me digas para que me cuentes eso del surf, vestida con neopreno o con otro estilismo, lo dejo a tu elección.
-En realidad, para seguir nuestra línea argumental de guerra total continua, ahora tendría que decirte que no. Pero me apetece decirte que sí.
-Pues dime que sí
-Vale.

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-Ya sé que con lo sanísimo que comes estas chuches no las vas ni a tocar, pero no te iba a traer una hoja de lechuga y lo importante es el detalle. ¡Feliz cumple!
-Ay, joer, gracias, pero ¿cómo sabes que hoy es mi cumpleaños?
-Tengo mis fuentes... que son básicamente tú dejándolo caer el otro día y pensando que no me había enterado porque estaba echando el corazón por la boca encima de la bici y yo archivando los datos importantes INCLUSO estando al borde de la muerte.
-Bueno, pues tienes razón, yo no como chuches, así que necesitaré ayuda para acabar con estas. ¿Se te ocurre a alguien para una sesión de azúcar en vena acompañada de una ronda de cañas?
-Hombreee, no es por tirarme el folio, pero yo soy cinturón negro en sesiones de azúcar en vena.
-Ya será menos... Igual te gano hasta yo.
-Uyyy, hijo mío, ya quisieras. Tú aguantarás la vida misma encima de la bicicleta, pero en bombardeos de grasa, glucosa y colesterol yo soy imbatible.
-Demuéstralo.
-Vale.


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-Voy a parar, de verdad, estoy al borde de la muerte.
-No, no, tú grita. Suelta tacos. He leído que soltando tacos el cuerpo aguanta mas el sufrimiento.
-Si, ya, claro.
-Que sí, que lo leí el otro día no sé donde.
-No sé como te da la vida para pedalear a ese ritmo mientras te inventas cosas.
-Que no me lo invento... Ya buscaré el link y te lo pasaré y entonces me deberás un entrenamiento lleno de grito y tacos.
-Pues como no me mandes el link por señales de humo..
-No, no, luego me das tu número de móvil y te lo paso por whats.
-Bueno, si te empeñas... Pero vamos, igual la que te manda algo sobre psicología inversa soy yo.

Y sí, en mi mundo ideal este tipo de piradas de pinza funcionarían genial porque las cosas siempre acabaría como los episodios del equipo A.





Que para eso me monto yo un mundo ideal, ¡hombre ya!

1 comentario:

  1. Con el derroche de imaginación que tienes ...no entiendo como no hay veintisiete maromos a tus pies.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.