martes, 28 de agosto de 2018

Me gusta/ No me gusta

Me gustan las buenas conversaciones, esas en las que te puedes pasar horas diseccionando una situación, un diálogo o incluso una sensación con alguien al que llegar a ese nivel de detalle le emociona tanto como a ti. Esas conversaciones de horas tras las que luego, cuando os preguntan de qué habéis hablado tanto tiempo, contestáis: de nada, en realidad.

No me gusta el sonido de un grifo abierto sin razón o que gotea porque está estropeado.

Me gusta sentir la brisa fresca en la cara cuando empieza ya a hacer algo de frío y voy bien abrigada.

No me gusta tener que dar dos besos por cortesía a desconocidos que me acaban de presentar y a los que no tengo el más mínimo cariño.

Me gusta cuando me viene la inspiración para escribir mientras hago acciones cotidianas. Que se me ocurra una idea para un texto mientras voy en el autobús, o debajo de la ducha o tendiendo la ropa y sienta la necesidad de apuntarla para que no se me olvide y poder desarrollarla después.

No me gusta felicitar los cumples en grupos de whatsapp multitudinarios en los que tienes poca o ninguna relación con los que lo forman. Al "¡FELICIDADES!" número 128 el homenajeado ya no sabe ni quién se lo está diciendo y la palabra pierde hasta su sentido. No aporta nada el "¡FELICIDADES!" número 129, porque sólo se pone para no ser el único que no lo ha escrito. Eso ni es una felicitación ni es nada.

Me gustan los números pares.Son como redondeados, completos. Me gusta tener años pares, seguidores de twitter pares, correos pendientes de leer pares.

No me gustan los números impares. Me ponen nerviosa. Están como inacabados, imperfectos. Me incomodan tanto que he llegado a borrar fotos de mi galería del móvil sólo para tener un número par de imágenes. Así como os lo cuento. Una cosa ya de preocupar. Y sin embargo, diría que mis cifras preferidas son el 1 y el 7. ¿Por qué? Porque soy una contradicción andante y un caso digno de estudio, está claro.

Me gusta releer textos míos de hace mucho tiempo y no recordarlos hasta el punto de leerlos como si fueran de otra persona. Volver sobre esas líneas y encontrar bromas, chascarrillos, comparaciones o metáforas que molan y pensar "esta idea era guay, ¿cómo se me ocurriría?"

No me gusta NADA la sensación de tener algo pendiente. La odio. Es como un picor en el cerebro que no me puedo rascar y que no me deja hacer ninguna otra cosa tranquila porque una parte de mis neuronas está pensando siempre en lo que debería estar haciendo. Sin embargo, soy la mayor procrastrinadora de la historia de la humanidad. Dejo siempre para mañana lo que puedo hacer hoy. ¿Por qué? Porque soy una contradicción andante y, en este caso en concreto, un poco imbécil.

Me gusta que las pelis y los libros acaben bien. Sorry not sorry. Ya sé que el drama da más de sí y que se alcanza mayor intensidad, profundidad y realismo (porque, siendo sinceros, la vida duele) con historias tristes, pero yo prefiero que los finales felices. Para llorar ya habrá tiempo.

No me gustan las personas que hablan mal de otra gente a sus espaldas. Me incomoda enormemente. Tengo la sensación de que en cuanto me de la vuelta harán lo mismo conmigo. Y fijo que estoy en lo cierto.

Me gusta cuando empieza a hacer buen tiempo, me pongo sandalias dos días, los pies cogen un poco de colorcillo y se me queda la marca blanca de las tiras. Tener marcas de moreno, aunque sean tan poco fashion como esas, es señal de que se acerca el verano y con él, las vacaciones. Mola.

No me gusta la roñilla posvacacional. Que se me desquebraje el bronceado me parte el alma porque implica el olvido total de las vacaciones. No mola un pelo.

Me gusta mojarme con la lluvia siempre que vaya directamente a casa a cambiarme y ponerme ropa y calzado secos y calentitos.

No me gusta jugar a algo y que mis contrincantes se piquen. El malperder me resulta incómodo, me parece muy infantil. Igual que los que se regodean demasiado en la victoria, más allá de la broma. Me agotan.

Me gusta que se me ocurra el regalo perfecto para alguien.Y ver la cara de alucine total cuando se lo das y le encanta.

No me gustan los petardos y casi nada del material explosivo e incendiario que se usa en fiestas y actividades de ocio. Qué necesidad de castigarse los tímpanos con eso. Qué necesidad.

Me gusta que la gente con la que me llevo bien me cuente la primera impresión que tuvo de mí cuando me conoció. Me parece muy curioso. La imagen que proyectamos y como lo entienden los demás según su momento vital.

No me gusta que se me empañen las gafas cuando hace mucho frío fuera y entro a algún local con la calefacción a tope. Me da una vergüenza que me muero. Tengo la sensación que con las gafas empañadas parezco Bartolo o el tonto el pueblo. Una gilipollez, ya lo sé, pero me pasa.

Me gusta que los monitores de mi gimnasio megamasificado se aprendan mi nombre, porque eso significa que se han dado cuenta de que soy de las fijas que van llueva o no llueva y es como un reconocimiento al esfuerzo y al constancia. No me dan una chapita de premio pero por lo menos saben como me llamo. Algo es algo.

No me gusta oír una canción y no ser capaz de recordar donde (en qué serie, película o contexto) la he escuchado antes. No puedo parar de pensar en eso hasta que me acuerdo. Otro picor en el cerebro que no me puedo rascar.

(He tenido que escribir esto para un tema mío y lo he aprovechado aquí. Igual es un poco dar la chapa de más, pero no puedo asegurar que no vaya a haber segunda parte. Os lo digo desde ya para que no podáis decir que no he avisado) 

7 comentarios:

  1. Pues a mi Me gusta tu post y no me gusta tampoco dar besos, ni a desconocidos ni a conocidos, solo beso a mi familia.

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  2. A mi este tipo de entradas también me gusta.
    Coincido contigo en lo de los dos besos, los números pares, el malestar de tener pendientes(ni siquiera puedo tener algo en la entrada de la bandeja de correo)y lo de la canción(que también me puede pasar con una cara, una voz o un nombre).Peeeero me gustan los petardos(siempre que no esté durmiendo), si una peli acaba bien me parece mala(en principio)y no me gustan los juegos...así en general.

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  3. De todas las cosas que mencionas con lo que estoy más de acuerdo es con lo de los petardos. Los he odiado desde niña.
    Y con lo que menos, con lo de los números. La mayoría de mis números preferidos son impares, el 5, 7, 21...

    Besos :)

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  4. PapaCangrejo, lo de los besos es lo peor, ¿verdad? Tendrías que ser la costumbre social dar la mano, por ejemplo. ¿Qué necesidad de besos? Los besos para quienes te apetezca darlos, no por cortesía, pierde todo el sentido..

    Pseudo, "no te gustan los juegos". Duras declaraciones, jajaja ¿Ningún juego en ninguna circunstancia? Porque teniendo una churumbel en casa eso es difícil de llevar. ;P

    Doctora, creo que lo de los número impares ya lo hemos hablado alguna vez, ¡no ¿Algo me quiere sonar de que tenías un tatuaje con un número impar o algo así. No sé, ahora no lo recuerdo bien, igual me estoy equivocando con otra cosa ;P

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  5. Contestando on the beach.
    Soy impar, me gusta jugar,odio oir gotear, me apasiona el aire en la cara siempre, me releo mucho muy egocentricamente, me gusta lo de los dos besos, no me gusta el guasap para ninguna cosa, me gusta regalar pero no el dia del cumple,no me gustan los petardos pero si los fuegos, desde los 16 se me empañan las gafas siempre y sobre todo me gusta mirar la boca de una mujer en una conversacion larga.
    Muuuuuuuaks

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  6. Uy se me olvidaba. Me encantan los post como este.

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  7. ECDC aún on the beach!! Qué morrudo!! Y está claro que los fuegos artificiales los incluyo en la categoría de los petardo porque son mucho mejores. es como decir que los cisnes son patos. Pues mira, no, tendrán pico igual, pero no jajajaja

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.