No vamos a ponernos a hacer una lista de mis innumerables "antitalentos" en cuestiones románticas-ligoteriles porque no acabaríamos. Y porque me imagino que habrá un montón de cosas que hago mal y que no me doy ni cuenta. A ver, que igual yo no soy la más espabilada de la sala, pero que ya acumulo unos añitos de desastres sentimentales, aunque sea a base de tortazos algo habría aprendido, ¿no? Un voto de confianza, por favor.
Cuestión, que una de las cosas en las que sí sé que la cago cuando me mola un chico es que tengo demasiada fe en la telepatía. Me da corte/miedo/terror decir o mostrar lo que siento y me convenzo a mí misma de que si lo pienso muy fuerte él lo va a pillar sin necesidad de palabras. No, el Nobel no creo que me lo den, no. Pero vamos, que no soy la única, estos dos de abajo están en mi club y quién lo diría porque son unos cracks
(Toda la entrevista está muy bien, pero a lo que me refiero lo cuentan en el minuto 3,44, por si tenéis prisa.)
No sé qué me hace ser tan cagona. Algo tendrá que ver el hecho de que el 90% son misiones imposibles en plan kamikaze, me imagino. Pero incluso cuando no es ese el caso, me puede la presión. Doy por sentado las calabazas (no contemplo otra alternativa) y me sepulta la avalancha de consecuencias que me imagino tras el rechazo: lástima, incomodidad, vergüenza, ridículo, distanciamiento. Todo el pack.
Me cabrea sobre todo las dos últimas porque, leche, sólo me machaco a mi con eso. El amor no correspondido no me parece una debilidad en los demás. Al contrario, lo veo sincero, apasionado, valiente, de tener dos cojones o dos ovarios bien puestos. Sin embargo, yo me siento patética queriendo a alguien que no me quiere y dejando que lo sepa. Una gilipollez, ya lo sé. Lo del distanciamiento también me irrita porque implica conformarse con nada. Si no le molo, al menos que sea mi amigo. Si no, que me hable de vez en cuando. Si no, que me mire. Migajas cada vez más y más pequeñas, como si no me mereciera el pastel entero. Sí me lo merezco. Todos lo merecemos.
Pero en fin, que no he venido aquí a lloriquear, sino a buscar soluciones a los talentos antiligoteriles de los que soy consciente. Y para este en concreto creo que acabo de encontrarla en la letra de una canción. Porque me pensaba que el problema es mío, incluso después de soltar la bomba, cuando, en realidad, cascarlo es pasarle el marrón al otro. La pelota está en su tejado, tú has hecho tu parte, todo lo que estaba en tu mano. A partir de ahí, que el otro arree, la cosa no va contigo. O dicho en bonito:
Si algún día me acerco y te miro
Y te digo que te amo y ya está
Tú verás lo que harás, tú verás lo que harás
Yo te he dicho que te amo y ya está
A todos nos pasa cuarto y mitad de lo mismo. Hasta a los que nos tiramos sin reten de cabeza. Lo que pasa es que la mayoría calla y disimula y otros simplemente lo cuentan.
ResponderEliminarMi consejo es pasarlas todas de golpe, así que la proxima... lánzate. Total, los que somos de pensar nos jodemos solos el coco... ;)
Un abrazo
Pues a mí la letra de la canción me suena a amenaza, más o menos.
ResponderEliminarEn este tema soy muy como tú. Y en otros temas también, que siempre estoy predispuesta al pensamiento negativo y a que me van a decir que no.
Besos.
Supongo que en base a nuestras propias experiencias, las consideraciones al respecto son unas u otras. En cualquier caso, si una cosa te corroe por dentro, sea la que sea, mejor soltarla allí donde se cree que se debe soltar. Total, amanece cada día y todos vamos a morir, así que a la mierda: a vomitarlo todo.
ResponderEliminarEs que eso del ligoteo no correspondido da una especie de vergüenza absurda que no tiene sentido, pero hace sentirse muy incómodo a quien la siente. Le pasa a todo quisqui, qué se le va a hacer.
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