Hay actores veteranos y reconocidos que se identifican con ciertas personalidades, ciertos rasgos de carácter que interpreten lo que interpreten están allí. No es que hagan siempre el mismo personaje, ni que sean siempre ellos leyendo el guion de turno. Tienen talento, dominan los matices y sin embargo esa impronta está allí. Morgan Freeman es la serenidad. Jack Nicholson la locura, en cualquiera de sus formas. Para mí Mel Gibson es el arrojo, la intrepidez, la osadía, pero también bastante a lo loco, en plan destalentao.
Muchos de sus papeles son así. ¿William Wallace? Un chalado de la vida. ¿El prota de Conspiración? Otro majareta. El de Payback, qué os voy a contar. El padre que interpreta en Rescate parece medio normal hasta que le presionan demasiado, entonces ya ahí reacciona en plan miura, contra todos, caiga quien caiga, aunque parezca que tiene todas las de perder. ¡¡JERONIMOOOO!!
Pensaba el otro día que hay personas que son así, que prefieren morir matando, que van con todo incluso aunque parezca que no tienen ninguna posibilidad de éxito. Y contra todo pronóstico, muchas veces les sale bien. ¿Ejemplos de esto últimamente? Muchos.
Los ucranianos iban a ser aplastados en dos días, su única opción era rendirse y allí siguen, resistiendo. Todo el PP dio por muerta a Ayuso un cuarto de hora después de la filtración de las comisiones y fijaos quien ha terminado saliendo por la puerta.
No pueden ser casos más diferentes, pero se entiende la idea, ¿no? Yo soy mucho de rendirme cuando se ven nubarrones negros en el horizonte y buscar un plan B. Y hay veces que me gustaría saber gritar ¡¡¡JERÓNIMO!!! y entrar a matar. Caiga quien caiga. Por si, contra todo pronóstico, sale bien.
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