lunes, 1 de diciembre de 2025

Edrefugio

Mi lugar seguro es debajo de mi edredón.

Él siempre me ha protegido del Coco, del hombre del saco, del monstruo del armario, del puñal del tipo de la careta de Scream y del terrorífico payaso de It.

Él ha sido mi cómplice camuflando la luz de mis lecturas a deshoras cuando ya debería estar dormida. Ha escondido lágrimas a destiempo, quejidos de rabia, lamentos de frustración.

Mi edredón no me juzga si no tengo ganas de pasar la aspiradora, buscar un plan de sábado o escribir el próximo bestseller mundial. A él le parece bien si hoy solo me quedan fuerzas para taparme hasta las orejas y ver vídeos de caídas graciosas en Youtube.

A mi edredón no le importa mi pijama viejo lleno de bolas, ni mis pelos de loca, ni mis ojeras de oso panda. Con él no necesito fingir que mi película favorita es Casablanca en lugar de cualquier mamarrachada romanticona de Sandra Bullock. 

No tengo que justificarme ante mi edredón por mi incomprensible trayectoria profesional ni por no tener un piso en propiedad. Él no me pide que sonría cuando me estoy rompiendo por dentro sólo para quedarse más tranquilo. Mi edredón no se cree con derecho a opinar sobre mis decisiones vitales ni ha pontificar sobre lo que debería o no debería hacer con mi vida.

Y luego que por qué paso tanto tiempo en la cama...



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