domingo, 26 de abril de 2020

Escribir en tiempos de coronavirus XVII: ¡Aguantaaaaaaaaaaaaadddddddd!

Supongo que como todos, a estas alturas del confinamiento mi montaña rusa emocional está llegando a extremos difícilmente imaginables. A las doce de la mañana estoy lavando los tomates con Fairy porque esquivar al bichillo es mi única aportación útil para aplanar la puta curva del demonio y a las ocho de la tarde pienso seriamente en cortarme las venas porque no me veo capaz de soportar la que se nos viene encima después de esto. Me imagino que os suena el tema...

A esto se suma que a los guionistas de 2020 les debieron de decir que el año estaba teniendo poca audiencia y le están metiendo de todo a ver si la reflotan. La peor pandemia de los últimos siglos no les parecía suficiente, así que están añadiendo incendios radioactivos, volcanes que despiertan y no me sorprendería que a la semana que viene tengamos tsunamis, porque claro, hace falta algo más de emoción.

Total, que cuando ya no puedo más intento agarrarme con uñas y dientes a la única verdad innegable de este apocalipsis del averno: que nadie sabe nada. NA-DIE. No se sabe como se contagia el cabronazo del bicho. No se sabe a qué órganos ataca más ni qué fármacos funcionan. No se sabe de qué depende que afecte de forma grave o leve. No se sabe si los infectados desarrollan inmunidad. No se sabe si se podrá encontrar una vacuna. No se sabe cuanto más tendremos que estar en cuarentena,

No se sabe qué pifostio económico nos va a quedar después del confinamiento terapéutico. No se sabe como tendrán que cambiar los sistemas productivos y las relaciones económicas entre países. No se sabe quiénes saldrán más perjudicados y quién conseguirá aprovecharse de que a río revuelto, ganancia de pescadores. No se sabe el panorama político mundial que surgirá tras este terremoto.

NADIE sabe NADA. Es la única verdad innegable que sabemos con seguridad. Así que yo me limito a esperar a que el partido acabe y recordar la mejor definición de suerte que se puede dar. La que contaban tan bien en esa preciosidad de serie que era Doctor en Alaska




Y ya sé que nos morimos de ganas de salir porque como gracia ya ha valido. Pero hay que aguantar un poco más para no tirar por las borda todo lo conseguido hasta ahora. Hay que aguantaaaaaaaaaarrrrrrrrrrr. Si no me hacéis caso a mi, hacedle caso a Máximo Meridio que es más guapo que yo y lo dice con más gracia en el minuto 1:40.

¡¡JUNTOS, AGUANTAD, QUIETOS!!





Ya estamos más cerca del final, un día más, un día menos

Yes, we can. De verdad.

5 comentarios:

  1. Por dios, adoro esa serie, Doctor en Alaska!!!! Podrían reponerla ahora que estamos encerrados.
    Sí solo podemos esperar que esto acabe lo antes y lo mejor posible.

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  2. Marilyn es una sabia. Me apunto al club de fans de doctor en Alaska. Y el fulano de la radio también era de mis favoritos
    Pufffffffffffffffffffff O´conell
    Sin embargo el doctor en sí mismo era un poquico petardo.
    Besos.

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  3. Me encantaba Doctor en Alaska, qué recuerdos.

    Besos.

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  4. PapaCangrejo, era una serie guay. Me acordé de ellas porque alguien la nombró en Twitter así que sí que deben de estar reponiéndola en algún lado. NO me he enterado donde.

    Lo que Leo, el fulano de la radio era todo un filósofo, a mi me encantaba! Y sí, el prota era el más soso, pero tenía una voz taaaan bonita

    Devoradora, y tanto, qué recuerdos!

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  5. Fan también.
    "Nadie sabe nada" era la frase preferida de un amigo mio de la adolescencia, y toda esa filosofía le llevó a alcoholizarse...era muy inteligente pero no feliz.Así que limita esa centrifugadora que tienes por cabeza.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.