miércoles, 2 de marzo de 2022

Shakira y el Sol

Me encantaba la Shakira morena, la de los inicios. Primero porque tenía temazos  y segundo porque, seguramente, esos temazos me cogieron en el momento adecuado, cuando estaba sintiendo con intensidad de adolescente las emociones de las que hablaban sus letras. Escribiendo una entrada el otro día hice un remember de su discografía y rescaté del olvido algunos títulos que no sé cómo los tenía enterrados bajo tantas telarañas mentales, con lo importantes que fueron para mi en su día.

Me alegró mucho comprobar que recuerdo claramente las sensaciones a las que esos ritmos estaban asociados, pero no los nombres concretos. A ver, que si me pongo a echar cuentas y calculo el año, puedo deducir quién era el maromazo de turno de ese momento y por tanto, sospechoso principal. Pero no es oír lo acordes y pensar "ay, cuánto lloré por Fulanito o Menganito", sino más bien, "ay, cuánto dolía".

Y eso mola. Que aquellos que no llegaron a formar parte de mi vida no pasen a la historia de mi periplo vital, mola. No tengo nada contra ellos, la mayoría no hicieron nada malo aparte de no quererme. Pero no tienen entidad suficiente para pasar a la historia. Las lecciones aprendidas sí. El dolor superado que contribuyó a endurecer mi coraza, desde luego. Ellos no.

También me alegré al comprobar que la mayoría han perdido hasta su nombre. A ver como explico esto. Cuando alguien me gusta un montón le pongo un mote cariñoso. Una manera de llamarle, tipo "cari" o "peque" sólo que lo más distinto a lo habitual que se me ocurra. Intento que sea algo que sólo le llame yo y sólo a él. Es decir, AmordemiaVida1: blablabla1. AmordemiVida2: blablabla2. (Ni soñéis que voy a confesar aquí los motes reales, hasta yo tengo unos límites de autoescarnio). Sé que hay gente que usa los mismos apelativos afectivos para todas las parejas que va teniendo, por eso para mi era tan importante DISTINGUIRLOS. Era como darles individualidad, considerarles especiales, únicos. Y ellos ni llegaban a enterarse de esta distinción, me imagino, era una movida mental mía.

El caso es que acordarme del maromazo de turno por el tanto lloré en su momento era recordar su mote y el otro día fue toda una fiesta descubrir que se me ha olvidado como llamaba a "Maromazo Primigenio, fuente de océanos de dolor ancestral, el que no arde en el olvido". Todos tenemos un primer amor que nos marca y nos cuesta superar. El mío fue una condena eteeeeeeeeeeeeeeerna que casi acaba conmigo y que llegué a creer que nunca dejaría atrás del todo. Y el otro día me di cuenta de que no sé cuál era su mote. O sea, podría encontrarlo, claro. Tendré cartas, mensajes, estará en mi diario de aquella época, supongo. Pero ahora mismo no pondría la mano en el fuego por cuál era. Y eso es taaaaaaaaaaaaaaan guay.

Me hace creer que, efectivamente, el tiempo todo lo cura. Y que, como decía Shakira en tus temazos más optimistas, "la misma vida a decantar la sal que sobra en el mar" y que "cuando menos piensas, sale el sol".

(Putin, por favor, no nos bombardees. Me viene fatal este mes una Tercera Guerra Mundial, necesito tranquilidad para disfrutar todo lo bueno que ya va tocando que me llegue ahora. ;P)


3 comentarios:

  1. Es leer Shakira, y asociar su asombroso movimiento pélvico circular, con el mecanismo de una batidora en plena actividad.

    ResponderEliminar
  2. A mi esta mujer me gustó en su momento pero poco. Lo justo para hacerme un disco recopilatorio con diez o doce canciones de varios discos. "Hay te dejo Madrid" era de mis favoritas.

    ResponderEliminar
  3. Shakira vive en mi pueblo y coincidíamos en el parque cuando el guardaespaldas no dejaba ni que los niños se acercaran a los suyos o cuando en la audición de piano de los críos apagaban todas las luces para que no vieramos su entrada con coleta de caballo y sin maquillar.
    Así que yo la asocio más a anécdotas de mi hija que a nada serio.
    Dicho esto, sí, es un gustazo cuando te das cuenta de que has olvidado algo que pensaste que nunca olvidarías de alguien que te hizo daño.Aunque siempre me aslta la duda de si el tiempo lo cura todo o la edad, que es lo mismo pero es diferente.

    ResponderEliminar

¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.