-Oigo ambulancias, todo el rato, a todas horas. Habrá más que antes, supongo o yo reparo más en ellas. Seguramente las dos.
-El tiempo pasa rápido y lento a la vez. Febrero de 2020 con sus conciertos, bares llenos, deporte con público y hospitales tranquilos me parecen otra vida, como si hubieran pasado siglos y a la vez cada mes que acaba pienso ¿ya es agosto? o ¿ya es noviembre? El tiempo pasa volando porque los días están vacíos. No, no vacíos, más bien llenos de nada, la NADA absoluta de todo lo que antes era posible y ya no.
-El tic tac de los relojes suena más alto que antes. Atronador.
-A veces tengo ganas de matar (a los que están sacando tajada de este infierno, a los que pasan de todo porque sólo les importan ellos mismos). A veces tengo ganas de desaparecer hasta que todo esto acabe, hasta que vuelva la vida. A veces tengo ganas de rendirme porque no puedo más.
-Siempre estoy cansada, AGOTADA. Paradójico, porque me muevo tan poco que la app que mide los pasos en mi teléfono me pregunta a menudo si me han secuestrado. Y sin embargo llego a casa, me arrastro hasta la cama y no me da tiempo ni a quitarme lo zapatos antes de que mi cerebro desconecte. Porque no me duermo, me apago, como un móvil con la batería vieja que ya no aguanta encendido más que un instante.
-Me asombra que la gente sepa tan poco del bicho este del demonio. De como se contagia, de lo nuevo que se va descubriendo, de como evolucionan los datos. De cuestiones superbásicas que yo oigo o leo mil veces al día. La peña prefiere no enterarse (para no angustiarse, supongo) y luego se sorprenden de que le prohíban cosas que desde que empezó todo este infierno se desaconsejan. "Otra vez a no poder tal o cual", se lamentan. Ah, pero, ¿desde marzo estabas haciendo eso que por activa y por pasiva te dicen que hay que evitar? Me quedo flipada, en serio. Es como si viviera en mundos distintos al mío. Alucino.
-Nunca sueño nada bonito, o al menos no lo recuerdo al despertar. Sólo me acuerdo de lo malo o lo muy extraño.
-Me cuesta imaginarme como será todo cuando tengamos DE VERDAD dominado al bicho, cuando ya no haga falta distancia de seguridad, cuando ir a un bar ya no sea vivir al límite al estilo de tirarse en paracaídas. De verdad que me cuesta imaginarme "tocando" (ya me entendéis) a gente nueva. Es como si mi cerebro dijera "no te vayas ahora pa' lo hondo, que luego va a ser un dolor volver a la cruda realidad", así que no me deja ni imaginármelo.
-Tengo ganas de llorar la mayoría del tiempo y a veces me dan ataques de risa incontrolada. Igual más de reír por no llorar que otra cosa, pero al menos no son lágrimas.
¿No os pasa?
Me pasan otras cosas, pero no más agradables.
ResponderEliminarBesos y ánimo.
No me pasa, no.Pero te entiendo.
ResponderEliminar¿Y ayer la euforia desatada por la subida del Ibex 35 por lo de la vacuna?, a mi eso sí que me flipó.
Devoradora, cada uno lo lleva de una manera, entonces.
ResponderEliminarPseudo, ya, lo de las bolsas es de chiste. Yo creo que es el peor invento de la historia de la humanidad: la Bolsa. Es totalmente irreal, sube y baja por cuestiones absurdas o por intereses oscuros pero sus consecuencias, (sobre todo negativas) son MUY reales. Si yo fuera presidenta del mundo eliminaría la Bolsa. La odio desde la anterior crisis en los que todos estábamos acogotados por Riesgo y su puta prima jajaja