miércoles, 18 de noviembre de 2020

Elegir entre lo malo y lo peor

Que levante la mano quien necesite gafas de ver de lejos, se las haya olvidado algún día al salir de casa y no se haya sentido como si caminara en bolas por la acera. Desprotegido, inseguro. Pocos cegatos se libran de esto, yo creo. Sin ver bien te parece que te acechan todo tipo de peligros, que no puedes protegerte de nada con suficiente antelación. Pero si incluso se oye peor sin gafas. Sí, sí, se OYE peor, porque cuando te hablan de lejos, o con ruido y el sonido no llega perfectamente a tus oídos, los gestos, la cara, los movimientos, te ayudan (y mucho) a decodificar el mensaje. Anda que no habré dicho yo veces "Espera que me pongo las gafas, que no te entiendo bien". Y quien no tenga la vista perfecta fijo que me comprende total.

Bueno, pues este maldito CoronaSuplicio y sus mascarillas incorporadas han traído nuevas y emocionantes aventuras para los cegatos. ¿Por qué? Porque ha llegado el frío, amiguis y con él uno de los peores enemigos de las lentes: el vaho. Ya era duro parecer Bartolo cuando en la antigua normalidad entrabas en un bus atestado o un sitio con calefacción y se venía la niebla absoluta por el cambio brusco de temperatura entre el interior y el exterior. Era incómodo y vergonzante pero pasaba en escasas ocasiones y duraba poco. Ahora las máscaras hacen que las gafas se te empañen INCLUSO andando por la calle. Y no se empañan un poco, no. Ponen tal velo blanco delante tus ojos que no te queda otra que quitarte las gafas y jugártelo todo a lo poco que distingues con tu vista defectuosa sin correcciones. Es eso o no poder ni cruzar la calle al no diferenciar el color de los semáforos ni los pasos de cebra. Incluso los coches los intuyes por el ruido del motor, porque desde luego verlos, de cerca o de lejos, no entra en la ecuación.




Y así, una vez más, te enfrentas al perpetuo dilema de esta maldita pandemia: escoger entre lo malo y lo peor. Dejarte las gafas, que te rodee la niebla y te atropellen en el primer cruce o quitártelas, ir medio cegata, tirar de intuición y esquivar bultos para conservar la integridad física el máximo posible. Seguir como si nada, que se colapsen los hospitales y que muera hasta el apuntador o cerrar parte de la actividad económica y que se arruine todo perro pichichi. Pasar las navidades sola en la triste línea de este maldito año del demonio o juntarte con tu familia y a afrontar las consecuencias de las desgracias que, con mucha probabilidad, vengan después.

Ninguna opción es buena. Es lo que tiene este puto 2020, que sólo trae coronadecisiones de mierda.

3 comentarios:

  1. Si que es una faena si, yo cuando llevo gafas para que no se me empañen lo que hago es separarlas un dedo hacia delante, y no se empañan, ahora, yo tengo tocha para hacerlo.

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  2. Hay unas toallitas antuvaho en las ópticas, que si lo haces bien, te dura el efecto hasta diez horas.
    Yo oigo mucho peor con la mascarilla puesta.

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  3. PapaCangrejo, ¿pero las gafas tan separadas de los ojos cumplen su función de mejorar la vista? jajaja, a mi tan lejos no me sirven ;P

    Pseudo, lo de la mascarilla y oír se nota muchísimo por teléfono. En mi curro hablo mucho por este medio y se nota un montón que la gente te entiende peor. Yo repito las cosas 200 veces por si acaso y aún así hay malentendidos.

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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.