Cuando estábamos en los últimos cursos de la Academia de Formación de Superhéroes, a mis compañeros y a mi nos tocó hacer prácticas en todos los sitios imaginables para complementar nuestros conocimientos teóricos viviendo situaciones de batalla reales. Como es lógico, si eres un pardillo que acabas de terminar de estudiar no te van a mandar de primeras a salvar al mundo de la destrucción total. Empiezas bajando gatos de árboles y cosas así, para ir cogiéndole el tranquillo al tema y trabajas con empresas de salvamento novatas que se dedican a quehaceres menores y que muchas veces no sobreviven a largo plazo.
Esto implica que en los primeros años de carrera el curriculum de muchos superheroes está lleno de empleos en entornos laborales que ya no existen. De hecho, una de mis compañeras de promoción enganchó una mala racha y acumuló en su experiencia muchos trabajos en empresas que se fueron a pique justo después de que ella dejara de currar allí. La cosa era tan exagerada que nos reíamos diciendo que tenía la "Maldición del primerizo" y nos daba miedo que nos la pegara.
Bien, pues tengo una triste noticia: ahora la maldición la tengo yo. El karma, que es muy sabio, me ha devuelto todas las risas que me eché a costa de la desgracia de mi pobre compi de promoción pasándome a mi el mal de ojo. Llevo una rachita que bueno... mejor no os cuento, entre otras cosas porque ese no es el tema de esta entrada.
El tema de este post es que cuando encadenas un desastre laboral tras otro se te agudiza el olfato y te hueles enseguida cuando las cosas empiezan a torcerse en tu empresa. A la mínima intuyes que el tema va a ponerse feo y la experiencia te dice que será un proceso lento, largo, tenso y doloroso que acabará como el rosario de la aurora. La cuestión es: ¿cuándo?
Porque eso es lo realmente difícil: controlar los tiempos. El barco se hunde, lo sabes. Lo que te toca hacer ahora es agarrarte a los restos del naufragio y aguantar a flote todo lo que puedas antes de que la embarcación se vaya al fondo y te arrastre con ella. Hay que esperar, esperar, esperar, esperar... y saltar en el último momento juuuuusto antes del desastre.
Y eso, queridos lectores, es un ESTRÉS. Y una tensión. Y un sufrimiento continuo. Incluso para los nervios de acero de una superheroína como yo vivir con esa espada de Damocles encima permanentemente es una caca de la vaca Paca. Tengo la misma sensación que cuando era pequeña y jugaba a bomba. Sabéis que juego os digo, ¿no? Ese en el que había que pasarse unos a otros un globo de agua que tenía un temporizador y que se pinchaba cuando se acababa el tiempo, calando hasta los huesos al pobre pringado al que le hubieran pasado el globo en ese momento. El reloj sonaba y ¡¡¡¡PLAFFF!!! ¡¡AAAAAGUA VAAAAAAAA!!
Ahora, de nuevo, mi peculiar temporizador de hundimientos laborales parece haberse vuelto a poner en marcha. Ooooootra vez.
TIC TAC TIC TAC TIC TAC TIC TAC
Estoy hasta el pico de la boina de este juego. En serio. Ojalá pudiera dejar de jugar.
Bueno, no te martirices con el "mal de ojo", creo que en este país hay ahora mismo muchísimas bombas de relojería como la tuya, así que, claro, había muchas probabilidades de que te tocara...
ResponderEliminarBesos.
Piensa que ahora eres más sabia. Besitos
ResponderEliminarPues oye, no creas que no mola eso de que tenas un súper poder para oler las malas noticias antes de que te golpeen. Así al menos puedes prepararte para que el golpe te duela menos ^^
ResponderEliminarAl menos estas adquiriendo mucha experiencia en puestos diferentes en empresas diferentes, a la larga te servirá, creo.
ResponderEliminarPues no, salvo que te tocara una indemnización muy cuantiosa, lo que hay que hacer es saltar a las primeras de turno, cuando todavía hay botes varios y te va a dar tiempo de alejarte antes de que el barco te arrastre con su descomunal hundimiento hacia el fondo.
ResponderEliminarNo espera, manda "currriculums" y búscate otro barco YA.
Elvis, ya, eso es verdad, tal y como está el patio hay muchas probabilidades de naufragio... ¡qué horror!
ResponderEliminarYo misma, y tanto, me tendrían que convalidar la experiencia como un doctorado en naufragios jajajaja
Holden, lo que molaría es tener el superpoder de EVITAR las leches. Sólo olerlas se me queda corto como superpoder ;P
PapaCangrejo, eso pensaba yo hace varios naufragios, pero parece que la experiencia no sirve lo suficiente como para cambar la cosas.
Pseudo, hablas desde la perspectiva de alguien a quien le ha ido bien laboralmente, pero lo cierto es que los que hemos vivido muchos naufragios sabemos que no es tan fácil como eso.
-Primero porque los barcos pasan cuando pasan, ya puedes buscarlos todo lo que quieras que si no toca que pase no hay tutia.
-Segundo, porque el caos del principio del naufragio reduce mucho tu tiempo libre para entrevistas y probatinas con otros barcos.
-Y tercero y MÁS IMPORTANTE, tienes que andarte con mucho ojo para no perder el paro si tu aventura con el barco nuevo sale mal y dura poco. Y es que, aunque parezca increíble, el Ministerio de Empleo no trabaja precisamente a favor del trabajador.
Te contaría más detalles, pero no quiero ponerme a llorar... ;P
Es verdad, a veces parece que desde la administración penalizan al que se busca la vida. A veces buscarse un trabajillo de media jornada porque quieres ganarte algo te acaba penalizando más que quedarte en casa.
ResponderEliminarEn fin, espero que no te estreses mucho. Lo que tenga que pasar, pasará. Y mientras tanto, tú a hacer las cosas lo mejor que puedas y a estar tranquila contigo misma, que eso no te lo puede quitar nadie.