Como últimamente no vengo mucho por aquí no os lo he contado, pero igual es hora de hacer algunos updates de mi vida (que dirían las influencers de pro)
¿Os acordáis que yo en los albores de este blog bicicleteaba mucho y que corté por lo sano porque no hacía más que caerme? Bueno, pues trece años me ha durado la prudencia. Han puesto por toda SpeedyTown unas bicis eléctricas que te llevan sin esfuerzo a cualquier lado y, claro, no me he podido resistir.
Lo siguiente, estoy segura, ya os lo imagináis. Tres días tardé en besar el suelo en esta secuela del ahorro sobre dos ruedas. T-R-E-S- No es una forma de hablar ni una exageración, Exactamente en mi tercer paseo ciclista hice el superman y terminé en urgencias, en un remember de otro gran deporte que acabó como el rosario de la aurora: el surf con bastón.
Por suerte, tampoco en este caso mi clave era escafoides y no tenía nada roto, aunque estuve manca un par de semanas porque me dolía que flipas. Y vosotros supondréis, con razón, que he vuelto a romper mi relación con las dos ruedas en aras de preservar mi seguridad, pero os equivocaréis porque os falta un dato clave.
El otro día estaba yo tranquila en mi cocina, cenando de chill, sentada de lo más normal cuando... ¡ZAS! Al suelo. Un culetazo antológico. En serio ÉPICO. Me dolió que alucinas. Y no os estoy dando una explicación razonable para el accidente porque no la tengo: La silla no se rompió, ni yo estaba haciendo ninguna postura rara ni hubo ningún movimiento brusco. Aún no sé como, el asiento resbaló y yo estuve a punto de romperme el culo, lo que habría sido, como mínimo, un titular bastante clickbait,
Como no quiero pensar que en mi superguarida hay un espíritu amargado haciéndome bullying o riéndose a mi costa, no me queda otra que concluir que tengo un talento especial para las caídas. Tanto, que las llevo a cabo incluso sin pretenderlo y desde parado. Pensando en positivo, soy un diamante en bruto. Si lo hicieran disciplina olímpica, yo iba a reventar el medallero español con mis portaciones. Y sin entrenar, no como los pringados de los atletas de élite de otros deportes.
¿Y qué tiene que ver la continuidad del bicicleteo con mi cocina? Pues que si no logro mantener la verticalidad ni sola y en parado, no hay forma de evitar el riesgo. Y si voy a caerme igual, por lo menos que sea llegando rápida y cómodamente a los sitios en mi bici eléctrica. ¡Y encima entreno para las olimpiadas! ¿Qué más queréis?
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¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.