lunes, 8 de julio de 2019

Mi Vietnam particular

He tenido muchas situaciones laborales complicadas en mi vida con condiciones malas, horribles y pésimas y creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que ahora mismo estoy en una de las peores. Para no abrasaros con explicaciones innecesarias os lo resumiré diciendo que me acerco peligrosamente a la línea de pagar por trabajar, en lugar de que me paguen por hacerlo. Con eso ya os hacéis una idea.

Aún así estoy mejor que en todas esas ocasiones anteriores porque esta vez es un medio para un fin. Pero no como me habéis oído decir esto antes de una forma difusa como una idea general que podría medio acercarme a estar más próxima a algo mejor.  Esta vez es un plan concreto dirigido a  lograr un objetivo concreto en unos plazos concretos (espero). Esta vez no estoy luchando sin organización limitándome a tratar de defenderme de las flechas que me disparan desde todos los flancos. Esta vez es una batalla planificada que he comenzado yo conforme a una estrategia que (teóricamente, porque en las situaciones bélicas nunca se sabe) debería conducirme a la victoria.

Pero, por mucho sentido que tenga, no deja de ser una guerra y como tal es dura. De hecho, es mi Vietnam laboral particular y hay muchos ratos en que no siento las piernas. Por eso esta iniciativa, que es genial, me toca especialmente la fibra en esta época. Son las cosas que me gustaría decirle a más de uno y a más de dos, sólo que la campaña lo hace con mucha más gracia. Me encantan casi todas las intervenciones y estas son algunas de mis preferidas:





-Mi jefe no me paga, pero me hace pizza parties.

-En el mercado no puedo pagar con visibilidad y experiencia 






Y mi preferida, porque ahora estaré en mi Vietnam particular y todo lo que queráis, pero también estoy en la era Post Jamacuco en la que tengo un umbral de sufrimiento muy bajo porque la vida son dos días, uno nos lo pasamos desenredando los auriculares y desde luego no me voy a amargar ni mijita. Así que ahora más que nunca, con 42 grados a la sombra, tengo que conciliar mi vida laboral-bélica con mi vida familiar y de ocio porque (se puede decir más alto pero no más claro):

 -Tu horario flexible mata mis relaciones

Y como diría SpeedyMum: De eso nada, monada.

2 comentarios:

  1. Yo he trabajado en muchos sitios y he tenido jefes horribles (creo que durante una temporada trabajé para el demonio, pero no es una forma de hablar, el demonio, demonio, el que sale en La Biblia y atosigó a Cristo en el desierto). Pero siempre me han pagado puntualmente.

    Para mí es lo más importante. Puedo tolerar que el trabajo sea duro, que sea aburrido, que me pille lejos de casa, o incluso en algún momento que el sueldo sea una mierda. Pero eso de que tengas que andar persiguiendo al encargado para ver cuándo te pagan no lo consiento. Es mi límite. Además, creo que es lo más importante, porque, de qué te vale tener un trabajo estupendo o un sueldo cojonudo si vas a estar todos los meses con la mosca detrás de la oreja?

    ResponderEliminar
  2. Doctora, jajaja, pues con ese límite no habrías podido aguantar ni dos asaltos en mi vida laboral ;P

    ResponderEliminar

¡Eh, no te vayas sin decir nada! No tengo el superpoder de leerte la mente.